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Una “perfecta política equivocada”

Posted on: octubre 1st, 2024 by Super Confirmado No Comments

¿Habrá un modo particular de impedir que las contingencias que a diario pululan el acontecer de la política, indistintamente del lugar o tiempo en que acontezcan, sean consecuencias del mero devenir? ¿Sin un cálculo que pueda determinar las causas exactas que producen su realidad?

Tal vez no. Aunque, las nuevas realidades contienen lelementos capaces de advertir algunos escenarios que podrían fungir de contextos que “simulen” posibles procesos preparados para superar los desafíos que provocan los conflictos que solamente la incertidumbre es capaz de inducir.

Lo interno de un grueso embrollo

Justo en el plano en que esta situación imaginada adquiere forma, habrán de continuar ocultándose y disfrazándose viejos vicios del sectarismo, de la exclusión o del autoritarismo. Problemas estos inducidos desde que el mundo político conoció el alcance del poder en cuanto a las manipulaciones que su manejo permite. Además, el aporte que una situación así puede recibir del vulgar desbocamiento de políticos indecentes o afrentosos.

Estas razones, dan ideas para escribir sobre lo que devendría de una “perfecta política equivocada”. No sólo equivocada por causa de problemas que generan ideologías elaboradas a la suerte de susceptibilidades personales. Sino también, problemas provocados por cacofonías doctrinales reincidentes, debates desprovistos de la información que deben soportar los argumentos confrontados, focos de estallidos sociales o de intervenciones remotamente dirigidas o foráneamente inspiradas, etc.

Construcción de una propuesta política

Una propuesta política, por más detalle que contengan los procesos y procedimientos expuestos bajo cualquier compromiso deontológico que exalte banderas, lemas y conceptos revolucionarios, no necesariamente es garantía de éxito. Mucho menos, de concienciación y motivación que apunte al triunfo.

Por eso, esta disertación pretende tocar el tema de política desde el enfoque de la organización y planificación política, rozando el problema que pudiera esconderse bajo el disfraz de una política tildada de “magnífica”, “perfecta”, “excelente” o “magnánima”. Habida cuenta que las realidades sabrán descubrir o revelar en ella, las deficiencias que la harán palidecer o avergonzarse ante la opinión pública de presunciones que no llegan ni siquiera “a la esquina”. Dicho así, por parodiar el lenguaje popular.

Lo referido busca indicar la equivalencia entre el caso apuntado, y la falta de fuerza en alguien que quiso venderse como el hombre “perfecto” exhibiéndose a partir de supuestas capacidades calificadas por encima de lo normal. Aunque el ejercicio de la política, de cara al desespero que por tiempos padece, cae en los mismos vicios, crisis y carencias que exhiben quienes pecan de presuntuosos, soberbios y engreídos.

La política bajo inminentes crisis

Lo arriba aludido, refiere el mismo problema que afecta y corrompe el ejercicio de la política. Sólo que, en lo particular de la política, la alharaca que acostumbra armar en nombre de descubrimientos aludidos con la excusa de encontrar algo nuevo para cambiar el mundo, se queda en vacías proposiciones o en huecos discursos.

A pesar del esfuerzo de tantos teóricos de la política, además de reconocidos científicos sociales, la política no cambia el mundo sólo contemplando sus deficiencias o manifestando compromisos al voleo. Y al mismo tiempo, vociferándolos a los cuatro vientos prometiendo con ello soluciones muchas de las cuales, son vulgares plagios elaborados para latitudes completamente diferentes y divergentes desde múltiples consideraciones.

La política no es cuestión de una única perspectiva. Ya que envuelve la diversidad humana y sus distintas implicaciones.

Primeras inferencias

La política sólo podría coadyuvar a hacer del mundo una realidad acorde con la dignidad, la honestidad, la solidaridad, la tolerancia, las libertades y los derechos que amparan la vida humana. Si acaso se acoge a procesos y procedimientos concebidos por la forma que se elige para compartir con dicha realidad. Y por ella.

Mientras el ejercicio de la política actúe testarudamente en cuanto al modo de interpretar las realidades más próximas a sus centros de operaciones, cualquier situación que muestre alguna inconformidad ante los conflictos que acontecen en el núcleo de sus ámbitos funcionales, será objeto de cuantos cuestionamientos sean necesarios, pertinentes y sólidos.

Y aunque “una sociedad sin conflictos no sería una sociedad humana, sino un cementerio o un museo de cera” tal como lo afirma el filósofo español, Fernando Savater cuando explicaba a su hijo Amador las implicaciones de la política, igualmente puede asentirse que una sociedad sin política, sería algo crudamente parecido.

En principio, podría asegurarse que no sería ni siquiera una sociedad dispuesta a aceptar que sus integrantes compartan lo necesario. Incluso, la palabra y costumbres que validan imperiosas relaciones de vida. Deplorablemente, sería un espacio totalmente abandonado. Además, indiferente para cualquier interés, movimiento o propósito.

Inferencias de cierre

Por razones propias de calificaciones que ponen al descubierto las contradicciones que vive el ejercicio de la política, hay quienes han manifestado crudas opiniones a dicho respecto. Por ejemplo, “el ejercicio de la política puede definirse con una sola palabra: disimulo” (Benjamín Disraeli, o Lord Beaconsfield. Ejerció dos veces como Primer Ministro del Reino Unido).

Justo en el plano de las contradicciones que desdicen del ejercicio de la política, entra el motivo que lleva a intitular esta disertación: “Una perfecta política equivocada”.

 

Antonio José Monagas

El poder de la desobediencia (en política)

Posted on: septiembre 18th, 2024 by Super Confirmado No Comments

 

Trabajadores marchan para exigir aumento salarial y de pensiones, hoy, en Caracas (Venezuela). Cientos de trabajadores públicos protestaron este martes en Caracas y en buena parte de Venezuela contra los «salarios de hambre» que aseguran devengar, y para exigir ingresos «dignos» que les permitan cubrir sus necesidades básicas, así como por el «hostigamiento laboral». EFE/ Rayner Peña R.

No siempre la desobediencia que registra el ejercicio de la política, se contrapone al concepto de “obediencia”. Pero si por “obediencia” se entiende lo que supone ajustar el comportamiento personal a la norma, la cuestión a debatir en esta disertación es otra. De hecho, hay situaciones en que la obediencia es tan temeraria como la desobediencia.

En el alboroto que la política marcada en medio de situaciones de confrontación entre ideologías que difieren al momento de poner a prueba sus praxis políticas, la “desobediencia” se asoma cuantas veces es necesitada por el clamor de las coyunturas o quiebres de la normalidad acontecida. Particularmente, es lo que deja ver el estado de hechos que ocurre en medio de los procesos electorales. Causados generalmente, por la exaltación que los mismos comportan.

Ni siquiera, las leyes que regulan los principios y derechos de la participación política de la ciudadanía, son capaces de contener la pasión política que se desarrolla alrededor de las actitudes y decisiones asumidas en nombre de los ideales políticos en pugna. No obstante, existen momentos en donde la voluntad se percibe más fuerte que la misma obediencia.

Situaciones de atención

Sin embargo, hay situaciones en que la obediencia procede por obligaciones y lealtades forjadas. Incluso, muchas veces la obediencia es cumplida sin pensarse en sus consecuencias. Es decir, como proceso infundado o acto–reflejo incitado por un desatino irreflexivo

Cuando las realidades políticas así se comportan, la obediencia pretendida se vuelve irracional. Es el momento en que la desobediencia adquiere razón por cuanto irrumpe con la justificación que acredita el problema político surgido. Cabría acá la intercesión de lo manifestado por Jean Paul Marat, científico francés, más conocido como periodista y político durante la Revolución Francesa. Señaló que “siempre, una obediencia ciega, supone una ignorancia extrema”.

La “obediencia” no es como se supone

La “obediencia”, más que una virtud cívica, puede verse desde una perspectiva bastante diferente. Por ejemplo, aquella apegada a la causalidad humana. Por dicha razón, vale la aludida por la historia cuando la ha considerado asociada a los controvertidos avatares por los cuales ha transitado la dinámica política.

Particularmente, cuando es vista como proceso sociológico incitado por el carácter undívago característico de la realidad política propia del mundo deliberante. Donde cada quien responde a su proyecto personal de vida. Además, una obediencia que tiende a comportarse sumisa a la subordinación, humillación y a la resignación.

La “desobediencia” es reconocida

Por ahí podría indagarse la lógica que permitió justificar las razones que dieron forma a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, adoptada por la Organización de las Naciones Unidas, durante su sesión plenaria 183 ocurrida en Paris en diciembre de 1948. Tanto así, que su primer precepto refiere que “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos. Y dotados como están de razón y conciencia (…)”

De ahí podría deducirse que no siempre la obediencia voluntaria es un valor esencial en una sociedad. Podría inferirse que es el punto donde la libertad y los derechos humanos, invitan a asumir posturas que rayan con la desobediencia cívica. Incluso, con la desobediencia política. Justo es el terreno en que la obediencia (obligada) roza los límites del servilismo hacia el poder.

En el espíritu constitucional

No hay duda de que el espíritu combativo del Libertador, Simón Bolívar, no faltó la comunión con la desobediencia. Aunque para entonces, fue entendida como rebelión o resistencia demostrada ante la opresión imperial ejercida por la monarquía española.

De hecho, la Constitución venezolana, asoma algo importante a dicho respecto. Particularmente, cuando en aras de defender la soberanía popular, declara que “el pueblo de Venezuela, fiel a su tradición republicana, a su lucha por la independencia, la paz y la libertad, desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticas o menoscabe los derechos humanos” (Subrayado es propio).

Primeras inferencias

Sin duda, toda actitud de desconocimiento o resistencia, traduce “desobediencia voluntaria o razonada”, pues entraña la significación del término “crítica”. A decir del filósofo Friedrich Nietzsche, “criticar es definir”. Pero si por otro lado se acepta que criticar es disentir o no concordar con algo existente, entonces debe considerarse que es innegable resistirse a toda realidad que luzca problemática.

Pareciera más honesto contravenir (desobedecer) las imposiciones de una propuesta política en ejecución o estamento de poder desde la crítica, que desde el enfoque del fanático vanidoso o de un juicio parcializado que elogia las cuestionadas ventajas y virtudes de la susodicha realidad. Ya que el hecho de impugnar o resistirse a las decisiones de la aludida contingencia, es un tanto equivalente a descubrir lo oculto. Y ante lo cual, la vista o apreciación de muchos, no atinan a descubrir los descalabros y menguas que disimula la oscuridad. Más, porque la crítica lleva a dar cuenta de que algo no coincide con los espacios a reivindicar, con libertades propias de ser gozadas o con derechos de legítimo usufructo.

Inferencias finales

No se trata de mal poner la sociedad que no acata obedientemente las medidas trazadas por la gestión gubernamental de turno. Para luego acusarla de que se halla al borde del desastre.

Porque como asintió el filósofo chino Confucio, “si quien gobierna no es justo, aunque ordene que se practique la justicia, no será obedecido” Entonces esta disertación podría finalizar reconociendo que, así como la autoridad incita a obedecer (respeto al paradigma de la esclavitud voluntaria), la racionalidad induce a actuar según los principios cultivados en la honestidad, la verdad, la honradez, la sinceridad, la educación y los valores trascendentales de la vida.

Aseguraba el dramaturgo irlandes, Premio Nobel de Literatura, George Bernard Shaw que “(…) la pobreza, la obediencia y el celibato, son vicios canónicos”. Una razón más para advertir con cuánta cautela debe movilizarse el ser humano ante todo lo que puede potenciar el poder de la desobediencia (política).

 

Antonio josé Monagas

Breve cuento de “Libertad” un paradigma rebelde

Posted on: septiembre 7th, 2024 by Super Confirmado No Comments

Como todo cuento popular, éste no difiere de otros cuyos protagonistas son seres humanos moviéndose en terrenos sofocados por problemas de toda clase y tamaño. Pero que finalmente, superan el conflicto tramado.

Este cuento, refiere la vida de un paradigma atrapado en las disyuntivas que escarmentó y tuvo que desafiar a lo largo de su desarrollo y crecimiento. Sólo que la rebeldía que le caracterizaba como buen paradigma de inquieto y preocupado trajinar, le sirvió para vencer las dificultades que complicaban su trascendente camino por la vida.

Su virtuosa visión de la vida, le embrollaba vivir entre conceptos, enfoques, valores y compromisos anacrónicos y obsoletos de otros paradigmas. Pero que sus recorridos de vida, los había convertido en paradigmas cansados. Avejentados. En consecuencia, enredados e imprecisos. Las diferencias que en vida marcaban estos paradigmas, de conductas socarronas, dejaba verlos cuales individuos de “malas pulgas”. Eran presuntuosos, engreídos, arrogantes y profundamente pedantes y agresivos. Además, impertinentes.

Algunos pormenores de “Libertad”

Era el problema que repetidamente debía soportar “Libertad”, tal como se llamaba el paradigma protagonista de este cuento. Tan absurda era la conducta de esos otros paradigmas, que reiteradamente eran cuestionados por las múltiples realidades que solidariamente les dispensaba el espacio suficiente en sus variadas geografías políticas.

Tales eran los problemas que provocaban que, algunos de los susodichos contemporáneos de “Libertad” lo amenazaban a menudo. Sin razón alguna. Otros, lo golpeaban sin “ton ni son”. Se valían de la complicidad interna que alevosamente acordaban tan “ilustres figurines”, para atemorizar y causarle algún daño que afectara a “Libertad”.

Thomas Kuhn, filósofo de la ciencia e historiador norteamericano quien, para los efectos de este cuento, es el “Ángel Protector” de “Libertad”, había manifestado ante el mundo lo que era un paradigma. De esa manera Kuhn, quiso que las habitantes del planeta comprendieran la razón de sus esencias y existencias.

Revuelo de paradigmas “cansados”

Así que por “paradigmas” Kuhn dio a entender que consistían en cuerpos de ideas indicativas de nuevos conocimientos. Ellos, explicó, buscaban establecer cambios constructivos necesarios de consideraciones y prácticas de las realidades en medio de las cuales actúan los conocimientos. Sólo que no muchos seres humanos, pudieran entender las palabras del carismático “Ángel Protector” de “Libertad”.

Los problemas provocados por la aglutinación de tantos paradigmas, enredados según la particularidad de los conceptos que proclamaban, se agigantaron. Las realidades, casi consumidas ante tantos desarreglos, estaban a punto de fenecer. Las acciones de tolerancia superaban sus fuerzas para resistir los embates incitados por paradigmas dañados, malintencionados y realmente malosos.

Los fundamentos teóricos y prácticos que configuraban la dinámica orgánica de tan controvertidos paradigmas, coetáneos de “Libertad”, deslustraban las realidades donde convivían y compartían. Sus maquinaciones iban desde lo posible hasta lo imposible. Todo, por causa por la caducidad y obsolescencia de sus existencias y resabios adquiridos.

El discurso edificante de “Libertad”

Fue el momento para que “Libertad”, asomara su constructiva “rebeldía”. Los cambios que proponía enfocaban nuevas definiciones. Incluso, motivaban nuevos acontecimientos y eventos propios del mundo de las ciencias y las tecnologías, de las artes y las humanidades.

Los consejos de Kuhn a “Libertad”, hacía que formulara nuevas formas capaces de crear un sobresaliente comportamiento social, económicos o político del mundo. El discurso de “Libertad”, no conmovía a aquellos coetáneos de cuestionados comportamientos. Ellos aprendieron a esconder cuantos imaginarios contuvieran las fuerzas necesarias que anquilosaran problemas de vieja raigambre. Además, ausentes de propuestas metodológicas que definieran horizontes de amplitud, convivencia y respeto. Y justo, era lo que exclamaba “Libertad”.

Incluso “Libertad”, buscaba afianzar una sucesión de valores que los discursos de otros paradigmas, anunciaban. Pero la envidia y el egoísmo de muchos, desmembraron importantes propuestas. Sin embargo, el fervor de “Libertad” por lograr sus objetivos, abrió el camino para dar paso a nuevas visiones que favorecerían al ser humano y sus organizaciones en todas sus amplitudes.

Al cierre

La lucha perseveró a riesgo de confrontar la violencia de esos paradigmas testarudos, sordos y ciegos. Sin embargo, la contundencia de los valores que demostraba “Libertad” con su actuación pública, logró concienciar manifestaciones del tenor de las que exaltan la estrategia de “cambiar el entorno de vida”. Sobre todo, porque “Libertad” terminó haciendo comprender el sentido que la dinámica de las ciencias y las artes al conjugar determinaciones de unión ante la vida del Hombre. Implicaciones que, muchas veces, consiguen evitar mayores complicaciones que suelen verse como sectarias y vulgares manipulaciones.

En la actualidad siguen sosteniéndose paradigmas cuyos legados bien interpretan lo que consiguió reivindicar el paradigma “Libertad”, sosteniéndose en su sana rebeldía, Siempre, en aras de concretar realidades que dieran cabida a todos. Más, cuando la vida da cuenta de que no todo se pierde. Aún, a pesar de las inconformidades que suele detentar el ser humano en su sed de poder.

Así que mientras la vida destaque personas de buena voluntad que defiendan las propuestas expuestas por paradigmas como “Libertad”, respaldadas siempre por Thomas Kuhn quien fuera su “Ángel Protector”, podrá garantizarse que los resentimientos envueltos en odio y maldad, no vencerán la fraternidad y la libertad. Esta, entendida como la ruta a transitar. De ese ideal, surge la idea de disertar en medio de las realidades presentes apostando a motivar al lector, la importancia de “libertad” con base en lo que se intituló esta disertación: Breve cuento de “Libertad”, un paradigma rebelde.

 

Antonio José Monagas

El discurso (político) de la “igualdad”

Posted on: agosto 20th, 2024 by Super Confirmado No Comments

 

No es fácil construir un concepto de “igualdad” que pueda lucir asequible y contundente. Sobre todo, comprensible desde el contexto de la política. La igualdad es el fundamento de los derechos y puntal de la libertad. Incluso, de la fraternidad. Además, vinculada a la democracia, al ideal de ciudadanía, al respeto. Así, como a tantos valores morales y políticos.

 

Quizás por la abstracción que pauta su definición donde cabe cualquier tipo de injusticia, se ha prestado para confundir a muchos. Particularmente, a quienes nutren su discurso político con tan complicado concepto. Tan cierto es este problema que se ha engrosado con el devenir de los tiempos, que su significación ha venido viéndose desplazada por el discurso expuesto por ideologías que exaltan el liberalismo social, el socialismo democrático o el republicanismo, entre otras.

 

Sin embargo, las ideas que pululan alrededor de ciertos criterios políticos que buscan sustentar la manida “justicia distributiva”, podrían resucitar el concepto de igualdad. Especialmente, por cuanto la “igualdad” se entiende como el valor que anima la justicia distributiva. Especialmente, toda vez que su sentido político apunta a realzar el significado e importancia de lo que comprende el “reparto de las cargas” y los “beneficios sociales” a partir de los cuales busca compensarse el aporte de cada individuo en el desarrollo social y económico que toda sociedad encara. Por ahí van los tiros que podrían remozar el concepto de “igualdad’. Esta vez, ajustado a las intemperancias que se cometen en el curso de la dinámica de la política, de la economía y de la sociedad

 

Conflictos potenciales

 

Aún así, la conducción de esta situación, analizada desde el entendido de los problemas que se deparan al calor de los procesos políticos, sociales y económicos que surgen naturalmente de la cotidianidad de toda sociedad, se dificulta día a día. No sólo por la intervención de factores que tienden a desfigurar la viabilidad que, en teoría, busca el ejercicio de la política. Desde luego, indistintamente del carácter político que esquematiza su praxis. También, por la disparidad que infunde el choque fáctico entre el ejercicio de la política y los paradigmas que rigen la movilidad social.

 

De hecho, el profesor de Ética en la Universidad de Barcelona-España, habla de que la preeminencia de la justicia distributiva se inspira en una paradoja. La misma refiere que: “mientras que la democracia promete igualdad ciudadana, el mercado desiguala considerablemente los recursos materiales”. Y es ahí donde se avivan las diferencias y las desigualdades entre los ciudadanos.

 

El miedo en medio de la igualdad

 

Justo el miedo determina el lugar donde, entre los criterios de la política, comienza a confundirse la libertad con aspiraciones de desarrollo personal. Es ahí donde luce obvio el miedo cuando se incita la igualdad toda vez que su insuficiente comprensión propende a inducir el recelo que dicho problema potencia. Tanto política, como económica y socialmente.

 

No obstante, esa incoherencia, ha dado lugar al término “igualitarismo” a manera de contrastar lo que desde el fondo de tal situación emerge. Y de lo cual, la política de nuevo cuño, (entiéndase los nuevos esquemas de autoritarismo, disfrazados de socialismos emergentes) se valen para introducir como parte de prácticas impositivas, excusas y pretextos que bien se amoldan a discursos desde los cuales se condenan prácticas usuales del mercado. Así, como la reivindicación (disimulada) de políticas de derechos humanos. Todo lo cual, complica los esfuerzos que apuntan a rescatar el ejercicio de la igualdad como valor político.

 

En conclusión

 

En el marco de incongruencias así asomadas al amparo de discursos que rayan con el populismo, se enquista el miedo que inhibe los esfuerzos por continuar abonando luchas políticas en la dirección de evitar continúen cometiéndose errores de tan caótica magnitud.

 

No será fácil que en nombre de tan aludido y prometido “igualitarismo”, pueda formularse una relación que logre juntar los ideales de igualdad y libertad en una ecuación política. De lo contrario, seguirá viéndose contradictorio que, a pesar de lo reiterativo de la promesa de valorar la igualdad en términos de una justa y debida proporción a los efectos de su aplicabilidad, habida cuenta de la diferencia entre “igualdad de resultados e igualdad de oportunidades y condiciones”, el problema que dicha confrontación provoca, seguirá trazando el perfil de las siguientes realidades políticas. Indistintamente de cualquier situación que se precie de “democrática”

 

Pero a pesar de las diferencias que de su comprensión hayan podido derivarse, es conveniente precisar un nuevo concepto de “igualdad”. Por supuesto, a los fines de establecer procedimientos que se distancien del problema que crean los desmanes conceptuales y operativos al momento de descubrir o descifrar lo que oculta el discurso (político) de la “igualdad”

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Antonio José Monagas

Política para escépticos

Posted on: junio 10th, 2024 by Super Confirmado No Comments

Quizás, a esta disertación no la caracteriza la originalidad. Tampoco, la singularidad que acompaña una disertación que denote alguna diferencia que la distinga de otro abordaje temático desarrollado con base en la misma preocupación. Por tanto, este exordio descansa en algunas razones cognitivas que podrían validar la intención de esta disertación. Desde luego, no cabe duda de que la misma está mediada por la honestidad intelectual, la pedagogía de la vida y la paciencia que implica educar.

 

La política por dentro

 

Hablar sobre política, a manera de justificar su esencia en la brevedad de algunas líneas, transita por el replanteo del concepto de “política”. Pues si bien, su explicación ha ocupado la vida entera de eximios filósofos, sociólogos, epistemólogos y teóricos de la política, igualmente ha llenado gruesos libros y páginas de variados compromisos editoriales, lo cual da cuenta del tenor de su importancia.

 

El estudio de la política discurre desde tiempos de la Grecia Clásica. Eruditos de la talla intelectual de Platón, Aristóteles, Sócrates, entre otros, vivieron para la política. Asimismo, personajes como Thomas Hobbes, John Locke, Jean Jacques Rousseau, Nicolás Maquiavelo, Monstesquieau, Voltaire, Júrgen Habermas, Max Weber, GianFranco Pasquino, Maurice Duverger, Giovanni Sartori, Hannah Arendt, Carl Shmitt, Norberto Bobbio, Fernando Savater, procuraron lo mismo. A pesar de las distintas realidades vividas.

 

Del desconocimiento de la política

 

El desconocimiento de la significación de la política, dada las implicaciones y relaciones que comprometen su dimensión cognoscitiva ante las realidades más desnudas posibles, es abismal. Es justo el problema que esta disertación quiere resolver. Más, cuando hay operadores y activistas de ideologías políticas que trajinan sobre el terreno de la política sin saber exactamente que es el sembrado en tanto que medio sobre el cual posan sus pisadas.

 

Las realidades que viven estos “politiqueros de ocasión”, contrarían la poética de Antonio Machado. Ellos, lejos de actuar como el caminante “(…) que hace camino al andar (…)”, en verdad es que no hace ningún camino al andar. Sus pisadas no demarcan el camino cuando avanza. Paradójicamente, los personajes de marras son caminantes que no caminan. Por tanto, no dejan las huellas que habrían marcado las sendas que bien podrían hablar de su paso por la vida. Machado tuvo razón al escribir “(…) caminante no hay camino, sino estelas en la mar”.

 

Implicaciones del escepticismo

 

Aquello que dice que “se piensa como se vive”, más no al revés, califica la política. Más, porque la política determina la vida en toda su extensión. Fue lo que indujo a Aristóteles a inferir que el “hombre es un animal político” ya que todo lo decide la política. Principalmente, toda vez que la política atraviesa emociones. Incluso, cruza razones. Pero aún así, cuán difícil resulta convencer a un escéptico “de oficio”, que la política es la vida misma.

 

Un escéptico, apático o indiferente. Incrédulo por la desconfianza que lo embarga. Tal vez su condición raya con la de “inculto”. Sobre todo, cuando la ignorancia lo acoge en su regazo. O que la testarudez funge como un instrumento del cual se aprovecha la ignorancia para prenderse de la soberbia y así justificar la incapacidad que azora al escéptico para que somatice la obstinación que consume la cordura que naturalmente puede poseer. Aunque en mínima proporción.

 

Pero tan displicente individuo o flemático escéptico, se resiste a aceptar cualquier consideración que intente demostrar la coherencia que detenta la política toda vez que puede reconocerse como el ámbito de vida definido por el grado de necesidad y nivel de interés cuando por naturaleza humana se procuran conciliar razones con circunstancias. O, determinaciones con obligaciones y actitudes con aptitudes.

 

De manera que no se trata si la política cae bien en las primeras de cambios, o no. O sea, si su aplicación gusta, o no. Cae bien, o no. Si se corresponde con expectativas propias, o no. Si calza con las intenciones que trazan propuestas personales, o no. O, con las apuestas que apuntan a dirimir un objetivo deseado o esperado, o no.

 

La Política es la realidad

 

La ruta que enfrenta la comprensión, aceptación y reconocimiento de lo que la vida pueda sorprender al ser humano, obviamente es un evento dominado por la política. Por tanto, la política es la realidad misma sobre la cual descansa la sumatoria de los hechos que configuran la vida. Hasta el amor, tiene entera cabida en la acepción de política. Porque la vida es la continuidad infinita de cuantos hechos posibilitan las realidades. Debido a que actúa como factor conciliador de argumentos y expectativas.

 

Por donde se analice o se examine la vida, se encuentran condiciones que buscan dar con el arreglo necesario que involucra relaciones de interés o de necesidad. Por supuesto, ello es lo que sucede en el fragor de toda acción que redunde o no en favor de cualquier individuo que apueste por su situación. O que apueste a conquistar el ámbito de la vida que bien prefiera o elija.

 

Esto es un poco lo que esta disertación ha pretendido cuando, su prolegómeno planteó copar algunas líneas dirigidas a reconfortar un discurso que comprometa una disertación sobre cómo explicar política para escépticos.

 

Antonio José Monagas

 

Cuando la confusión interviene la política

Posted on: junio 3rd, 2024 by Super Confirmado No Comments

Generalmente, la confusión es propia del lenguaje. Al hablar, es posible asomar alguna equivocación proveniente de la fusión de ideas impulsada por el grado de emoción, tribulación o consternación. Casi siempre, causada por la premura que puede tenerse en virtud de las circunstancias imperantes.

No obstante, a juicio del escritor Henry Miller, “la confusión es una palabra que hemos inventado para un orden que no se entiende”

Aunque en política, la situación que incita la confusión responde a motivaciones o intereses algo ocultos. Por cierto, intereses alejados de cualquier perplejidad o desasosiego involuntario. En política, casi siempre, la confusión contempla alguna intencionalidad. Además, obediente de alguna predeterminación. Incluso, pensada con la alevosía dirigida a crear el enredo necesario que busca toda ambigüedad posible de inducir opacidad que muchas veces conviene al ejercicio del poder político.

En el fragor de la política

En política, muchas veces la confusión actúa estratégicamente como el recurso coyuntural, cuyo “provecho” enturbia la dirección hacia la cual se mueve la realidad esbozada o construida al amparo de las realidades existentes. Sin embargo, el ejercicio del poder disuade el hecho de reconocer que las circunstancias están siendo desviadas sin que ello pueda notarse a primera vista.

O peor aún, es ahí cuando la confusión se asocia con el miedo. Aunque dicen que la confusión supera al miedo. En todo caso, esa extraña asociación busca entumecer cualquier esfuerzo que haya pretendido alcanzar alguna acción virtuosa dirigida a imponerse sobre el problema. aludido. Configurado el mismo por la junta de la confusión con el miedo.

Tan mayúsculas son las consecuencias que dicho problema contrae, que obliga a la verdad a encogerse para que así pueda esconderse de cualquier crítica que devele la debilidad que por el momento arrastra. Sin embargo, ahí es cuando el aludido problema se arma del ímpetu preciso para demostrar el violento desespero que acompaña su forma. Para eso, se carga de la fuerza necesaria que imposibilita que las realidades puedan sacudirse los fardos de los cuales se desprende la verdad en su lucha por imponer sus condiciones.

El miedo jugando al cómplice

Pero al sumarse el miedo, la confusión gana el espacio que políticamente detenta como recurso estratégico. De ahí que la política, se sirve del poder que infunde la palabra para propagar el miedo que las confusiones inducen. Pero a pesar de la verdad que ronda la situación, la palabra se politiza pues su sintaxis la envuelve un círculo vicioso (mensaje circular).

Es precisamente lo que sucede, cuando cae abatida por la confusión al mezclarse con ideas oscuras cuya fusión impide reconocer o distinguir el fondo de las mismas. Entonces, el mensaje así elaborado, carece de especificidad al no permitir algún detalle mínimo que revele algo cerrándose en un vacío inculcado por la confusión dominante.

Son mensajes configurados a manera de círculos abiertos que quedan al libre albedrío del lector. Justamente, he ahí el problema que aviva la confusión con base en el desorden y en las imprecisiones contenidas.

Para concluir

Por eso en política, quien más confunde, dada algunas urdidas capacidades, es quien más ventajas se arroga con la intención de dominar y ganar el espacio que demanda el enfermizo afán de retener el poder o de anclase a él. Lo cual ocurre en conjugación con cuánta exclusión repugnante pretende disfrazar el camino del triunfalismo que presume atribuirse el gobernante o activista político envenenado de poder.

Ese problema anega el terreno en el cual el ejercicio de la política desliza propuestas de gestión gubernamental hacia el pasado o hacia un futuro incierto. Razón por la cual se traspasa el límite que separa el mundo concreto, de un mundo ilusorio, cínico, quimérico y engañoso. Radicado en el pensamiento caduco y egoísta de quienes, por mero reacomodo, ostentan el poder ocasional de la política. Y ocurre precisamente, cuando la confusión interviene la política.

 

Antonio José Monagas

 

¿Por qué miedo para debatir?

Posted on: mayo 20th, 2024 by Super Confirmado No Comments

El miedo es un sentimiento del que nadie escapa. Se dice que es más fuerte que el amor. Para el memorable filósofo neerlandés Baruch Spinoza, “no hay temor que esté desprovisto de alguna esperanza, y no hay esperanza que esté desprovista de algún temor”. Aunque también se dice que es un sufrimiento que produce la espera de un mal.

Seguramente, en la vida política esto es igualmente real y rigurosamente cierto. Tan cierto debe ser, que en muchos de quienes viven el oficio de la política hay miedo a la verdad, a la escasez y a la muerte. Asimismo, se dice cuando se alude a miembros de una sociedad que no terminan de vencer cada día una dificultad. Por el contrario, las acumula tanto que por ello se distorsiona la visión del horizonte confundiendo fortalezas con debilidades o amenazas con oportunidades.

Ante tan controvertido panorama, muchos manifiestan que quien vive sin vencer el miedo, sin haberse librado de él, hace que todo a su paso luzca revuelto y complicado, difícil y azaroso. Prácticamente, sin encontrar solución a los entuertos de la vida.

¿Donde reside la razón del problema?

Precisamente, es el problema que arropa a toda persona que disocia las realidades de las verdades en su fuero más exigente. Dicho de otra forma, es quien busca no descubrirse por cuanto oculta razones cuyas verdades son capaces de fustigarlo en su propia humanidad. Y como dice el dicho, “quien la debe, la teme”. Y si la teme, intenta esconderse. O a lo sumo, disfrazarse para aparentar que no ha “matado ni una mosca”.

Actuar bajo ese esquema de vida, significa atraparse en sus propias redes. En consecuencia, tiene miedo a enfrentarse a otros. A pesar de haberlo “cantado”. De tal modo que, para encubrirse de falacias, no da la cara públicamente. O sea, no habla más allá de lo que su apariencia permite disimular. O como decía Voltaire, filósofo e historiador francés, “el miedo acompaña al crimen y es su castigo”.

Por eso, estos personajes envueltos en traje de politiqueros, aunque admitan alguna complicación, no es difícil reconocer que, como dirigentes y funcionarios empoderados por enrarecidas circunstancias político-electorales, tienen un agudo temor de deliberar pues saben que en algún momento se les caerá el antifaz y no hay reloj cuya campanada de la media noche pueda salvarlo del repudio colectivo y de la condena ganada.

Ya se sabe entonces, por qué los mentados “enchufados” esquivan toda discusión posible. Podría deducirse, porque ponen en peligro sus rebuscados argumentos arriesgándose a quedar al descubierto públicamente. O el caso que muchos politiqueros y gobierneros arrugan ante la invitación a debatir sobre temas trascendentales para la vida de la nación, no se explica bajo la consideración arriba aludida.  Entonces, en tiempos de obvia y propia confrontación electoral, cabe preguntar ¿por qué miedo para debatir?

 

Antonio José Monagas

 

¿El ocaso de las ideologías?

Posted on: mayo 6th, 2024 by Super Confirmado No Comments

 

Sería un grave error histórico y político, más aún de sentido común, asumir que todas las ideologías habrán desaparecido del mapa político mundial. O del plano cultural, religioso, social y económico. O que las mismas se formularon con base en la nada. Aunque no hay duda que activistas y estudiosos de la política y de la intelectualidad, hombres y mujeres de pensamiento del mal llamado Tercer Mundo, se encuentran en una difícil e incómoda situación que los lleva a preguntarse en torno a dónde fueron a dar las ideologías que en los últimos siglos han dominado el devenir del planeta.

Aunque vale precisar que suelen existir diferencias al interior de las más extendidas. Obviamente, a consecuencia de que algunas tienden a refrendar eventos pasados o superados. Otras, que han buscado vincularse a situaciones presentes. Y las que han intentado reivindicar cambios sociales en beneficio de los más desfavorecidos. Incluso, las que plantean rupturas con determinaciones políticas pretéritas.

En fin, como toda ideología, las mismas presumen ajustar propuestas convenientes a las realidades observadas en función de sus particulares intereses y necesidades.

¿Cuál es el problema?

La historia política refiere que ideologías seguidas por países de la periferia económico-industrial, ostentan interpretaciones que rayan con remedos o calcos al detalle de ideologías instituidas en Europa.

El siglo decimonónico constituyó un escenario que políticamente sirvió para la aplicación de modelos o aparatos ideológicos que consiguieron enredar los problemas que, la singularidad de un terreno político propio de naciones subdesarrolladas, provocó. Fue así como emergieron tendencias anarquistas, revolucionarias, restaurativas, de las principales ideologías plagiadas.

Sin embargo, los eventos que mayormente determinaron los conflictos que caracterizaron el caos que definió el perfil de países situados en el hemisferio occidental del planeta, devinieron en acontecimientos marcados por conmocionadas situaciones que resultaron ser el foco de los problemas que caracterizaron el siglo XX.

Aún peor. Es casi la misma situación la que viene ocurriendo en lo que ha transcurrido del siglo XXI. Por esas mismas razones, es posible inferir que ni el socialismo, tampoco el capitalismo, han podido lidiar con las hondas diferencias que mantienen al hombre occidental maniatado y amordazado en virtud de su incapacidad para avanzar y despegarse de los reveses que signan las seguidas crisis que tienen azorados a esos países.

Otras causas

Si no hay problemas entre el Este y el Oeste, son entre el Norte y el Sur. Ellos, situados siempre alrededor de intenciones que suelen ser ridiculizadas al considerarse, supuestamente, ineficaces ante embates motivados por el ocaso de las ideologías. Generalmente, embates estos incitados por el egoísmo, la envidia, el odio, el revanchismo, la arbitrariedad y el resentimiento de gobernantes ocasionales e incompetentes.

Los partidos políticos en todas sus versiones, cambiaron sus temas, doctrinas, y enfoques de las realidades. Peor aún, variaron infundadamente sus referencias, contenidos y hasta el vocabulario de lucha política. Ahora camuflan, permutan y adulteran criterios organizacionales y de activismo político, al extremo que los hacen parecer razones que poco se identifican con lo que sus raíces exponen. De manera que pasan a verse como discursos de “convincente argumentación”.

Enredos por doquier

Todo proceso eleccionario convocado por partidos políticos, de cualquier tendencia ideológica, resulta convertirse en torneo de barata demagogia y partidocracia. Todo ello arrojando como resultado, un devastador mecanismo de relojería política que por sus excentricidades raya en un burdo ejercicio de manipulación. Y que además, demanda recursos de toda índole.

Esta situación incita a que bajo el amparo de mecanismos proselitistas y populistas, las realidades se tornen en ámbitos de la arbitrariedad, autoritarismo y de la desnaturalización de la política. Y, por tanto, de ideologías sobre las que descansa la praxis política asumida.

Hay quienes sostienen que tales transformaciones no se corresponden con los sucesivos cambios obligados por exigencias culturales, éticas y morales. Sino que el ocaso que afecta a ideologías de izquierda, derecha o centro, obedece a una crisis de sociedad incitada por la necesidad de reacomodar la significación del Estado a los requerimientos de la economía y del mercado. Más, toda vez que compromete recursos tecnológicos y comunicacionales, fundamentalmente.

Del problema acá expuesto, no hay duda en torno al daño que origina en medio de un mundo político que actúa desquiciado por culpa del desespero que padece. Más aún, toda vez que la proximidad de vivir el ocaso del poder ejercido, afecta sus intereses. Pero si sobre esas tendencias se requiere actuar para favorecer cambios en lo positivo, pues que dichos esfuerzos sean bienvenidos. Realidad que, a pesar de todo, luce difícil de alcanzar. Porque indiscutiblemente las realidades son dinámicas en todo su sentido. Por eso el ciclo vital de la vida, no tiene reverso. Es la razón que mueve a pensar si es posible estar viviendo ¿el ocaso de las ideologías?

 

Antonio José Monagas

 

Banalización de la política

Posted on: abril 29th, 2024 by Super Confirmado No Comments

El léxico popular ha podido inferir que “no es bueno hablar por hablar”. Y en política, mucho peor pues toda perorata pronunciada sin fundamento alguno o razón que afiance el argumento expuesto, conduce a caer en las profundidades del yerro. O en la oscuridad que faculta el error. Lo cual estimula a toda arenga política, situada fuera del rigor diplomático, a hacerla banal, insípida, insignificante, intrascendente o trivial. Es decir, que lo manifestado suena insustancial. Y es a lo que propende la política cuando es entendida con descarada insuficiencia.

La historia política es testimonio de cuantos conflictos han precedido y presidido eventos de capital importancia. Pero también de determinaciones cuyas consecuencias han desviado la intención de decisiones que podrían haber cambiado positivamente el curso de hechos que tristemente incitaron nuevos problemas. O abultaron otros no resueltos.

 

¿Qué ocurre en política?

 

En política, las especulaciones, suposiciones, presunciones e improvisaciones, tienden a enrarecer situaciones de toda naturaleza. Sobre todo, en ambientes salpicados por confusiones motivadas por exageraciones que rebasan desproporcionadamente las capacidades de colocación o acomodo de las realidades. Aunque no todas las especulaciones, emergen atiborradas de retorcidas intenciones.

Sin embargo, y a pesar de ello, muchas de las mismas saltan a la palestra. O son admitidas como ideas en la antesala de los procesos de elaboración y toma de decisiones. Justamente, he ahí el engorro que coadyuva a ocasionar la banalización de la política.

En política, particularmente en el fragor de procesos de gobierno, ocurren tentaciones. Y, por tanto, son objeto de atención. Casi siempre influidas por la seducción de discursos de ampulosa retórica. O incitados por la presión causada por emociones que logran estremecer debilidades. No obstante, sigue acá desnudándose el engorro como fuente de problemas que luego se potencian en la praxis.

 

¿Dónde está el meollo?

 

No hay duda que, ante la avalancha de clamores y protestas propias en el terreno político, las circunstancias dejan ver el filo de sus garras toda vez que dicha oleada de quejas tiene la fuerza para desgarrar la piel de la política. A pesar de resguardarse en los protegidos aposentos del poder político.

Es preciso pues analizar las realidades con el auxilio de la teoría política para así evitar desviaciones que sólo contribuyen a agravar las circunstancias. Estas, ya de por sí agresivas dada sus ruidos, formas y magnitudes.

Aun así, explicaba el chileno, Dr. Carlos Matus Romo, que la política “(…) es un campo minado de tentaciones para caer fulminado por la imprevista explosión de cualquier mina de palabras sin argumento”. Más aún, cuando las realidades fungen como escenarios donde caben opiniones variopintas. Pero que, por cruzadas y disparadas al voleo, se convierten en peligrosos avisperos capaces de arrasar con idearios dispuestos a ser promovidos con base en la bulla que despide la ignorancia propia de furibundos animados a “hablar por hablar”.

Y en medio de lo que estos revuelos lingüísticos causan a nivel de poblaciones sensibles y aficionadas a cuentos de corrillos, se configura y asienta el ámbito donde mayormente se contemplan los peñazos arrojados desde el vehículo que mueve y abona la razón que incita la vulgarización de la política

 

Antonio José Monagas

Gobernar: de la intencionalidad a la funcionalidad

Posted on: abril 15th, 2024 by Super Confirmado No Comments

 

Reducir conflictos podría ser la prueba de fuego para cualquier gobierno y que, en caso de no superarla, demostraría una crasa incompetencia para gobernar.

 

Sin duda que la incapacidad para superar las dificultades que corresponden a un proceso de gobierno que se precie del poder que reposa entre sus responsabilidades, es un problema que afecta cuadros gubernamentales indistintamente de la ideología que caracteriza la gestión política emprendida, a través de la tarea que compromete el acto de gobernar.

 

Por eso debe reconocerse que gobernar, por su misma intencionalidad, cruza circunstancias, coyunturas, eventualidades u ocasiones. A sabiendas que estas fluyen a consecuencia de la dinámica política, económica y social que somete las realidades a las cuales se suscribe la acción de todo gobierno.

 

En el núcleo del problema

He ahí el problema que se le presenta al hecho de gobernar, toda vez que su movilidad desconoce las razones y efectos que devienen de los distintos procesos que encarnan el acto de gobernar. Cuando esto sucede, los problemas se precipitan obstruyendo los canales que favorecen la consolidación del estamento en el que radica el poder que actúa como movilizador y motivador de realidades que encajan con el proyecto de gobierno en curso.

 

De no contar con un proyecto de gobierno capaz de ser respetado en toda su extensión, tampoco el gobierno tendrá alguna posibilidad inmediata de estructurar su funcionalidad tal como electoralmente fue ofrecida. Es decir, se incurre en un problema de tal magnitud, que roza con la inducción de una seria crisis de modelación del aparato de gobierno pensado, proyectado o planificado.

 

No es que el gobierno funcione sólo por supeditarse a la legislación que plantea el ordenamiento jurídico que apunta al establecimiento del suficiente accionamiento de la estructura objeto del gobierno.

 

Gobernar no es fácil

Gobernar es más que eso. La dinámica gubernamental no se conformaría nunca con saber que su funcionalidad dependerá de ordenamientos económicos, políticos y sociales que tiendan a dinamizar sin mayores garantías los eventos que comprometen el acto complejo de gobernar de cara a la incertidumbre, tal como las realidades, obviamente, lo permiten.

 

Muchos esfuerzos por gobernar con el acierto que las realidades demandan, pasan por la construcción de la singularidad que resume la disposición de un entorno político que favorezca cada decisión enarbolada por el gobierno institucionalmente configurado. O que formaliza cualquier posibilidad de conciliación que pueda tenerse como mampara en lo que refiere a la estabilidad política.

 

No cabe hecho alguno que tienda a forzar la creación de instancias con el único propósito de terciar la parsimonia entre actores cuya orientación sea de exclusiva finalidad política. De ser así, el acto de gobernar pudiera reducirse a escalar un sólo eslabón de la cadena de presunciones que igual estructuran el devenir de la política.

 

Aunque sin la garantía de visualizar el otro lado de la ladera por donde transita el proceso de gobernar. Precisamente, es ahí por donde fluyen las ambiciones que terminan forjando oportunidades y excusas para asentar la corrupción administrativa y financiera que tanto daño hacen a toda intención y compromiso de gobernar de cara a las contingencias que sacuden toda realidad.

 

Implicaciones subsanables

Y no hay otra manera distinta a allanar este camino de necesario tránsito, de no evitarse la tentación a la que induce la corrupción estatal. Sobre todo, cuando el alto gobierno desatiende las implicaciones que impone cuando se exalta el valor relacionado con la identidad. Sobre todo, cuando se irradia como proyecto de compenetración colectiva, concienciación ciudadana y ética civilista.

 

De actuarse en aras de asegurar el éxito político, social y cultural del proceso de gobierno, entonces podrá comprenderse que será posible gobernar, trascendiendo etapas orgánicas que por complicadas no se atienden.

 

De manera que podría asegurarse que el gobierno debe avanzar hacia la optimización de sus correspondientes procesos. Así adquiere sentido y razón el tránsito de un gobierno cuando reconoce que gobernar ocurre en el fragor de una continuidad de momentos. Es por lo que esta disertación analiza tan debatido tema. Especialmente, cuando gobernar: de la intencionalidad a la funcionalidad.

 

Antonio José Monagas

 

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