Gobernar: de la intencionalidad a la funcionalidad

Posted on: abril 15th, 2024 by Super Confirmado No Comments

 

Reducir conflictos podría ser la prueba de fuego para cualquier gobierno y que, en caso de no superarla, demostraría una crasa incompetencia para gobernar.

 

Sin duda que la incapacidad para superar las dificultades que corresponden a un proceso de gobierno que se precie del poder que reposa entre sus responsabilidades, es un problema que afecta cuadros gubernamentales indistintamente de la ideología que caracteriza la gestión política emprendida, a través de la tarea que compromete el acto de gobernar.

 

Por eso debe reconocerse que gobernar, por su misma intencionalidad, cruza circunstancias, coyunturas, eventualidades u ocasiones. A sabiendas que estas fluyen a consecuencia de la dinámica política, económica y social que somete las realidades a las cuales se suscribe la acción de todo gobierno.

 

En el núcleo del problema

He ahí el problema que se le presenta al hecho de gobernar, toda vez que su movilidad desconoce las razones y efectos que devienen de los distintos procesos que encarnan el acto de gobernar. Cuando esto sucede, los problemas se precipitan obstruyendo los canales que favorecen la consolidación del estamento en el que radica el poder que actúa como movilizador y motivador de realidades que encajan con el proyecto de gobierno en curso.

 

De no contar con un proyecto de gobierno capaz de ser respetado en toda su extensión, tampoco el gobierno tendrá alguna posibilidad inmediata de estructurar su funcionalidad tal como electoralmente fue ofrecida. Es decir, se incurre en un problema de tal magnitud, que roza con la inducción de una seria crisis de modelación del aparato de gobierno pensado, proyectado o planificado.

 

No es que el gobierno funcione sólo por supeditarse a la legislación que plantea el ordenamiento jurídico que apunta al establecimiento del suficiente accionamiento de la estructura objeto del gobierno.

 

Gobernar no es fácil

Gobernar es más que eso. La dinámica gubernamental no se conformaría nunca con saber que su funcionalidad dependerá de ordenamientos económicos, políticos y sociales que tiendan a dinamizar sin mayores garantías los eventos que comprometen el acto complejo de gobernar de cara a la incertidumbre, tal como las realidades, obviamente, lo permiten.

 

Muchos esfuerzos por gobernar con el acierto que las realidades demandan, pasan por la construcción de la singularidad que resume la disposición de un entorno político que favorezca cada decisión enarbolada por el gobierno institucionalmente configurado. O que formaliza cualquier posibilidad de conciliación que pueda tenerse como mampara en lo que refiere a la estabilidad política.

 

No cabe hecho alguno que tienda a forzar la creación de instancias con el único propósito de terciar la parsimonia entre actores cuya orientación sea de exclusiva finalidad política. De ser así, el acto de gobernar pudiera reducirse a escalar un sólo eslabón de la cadena de presunciones que igual estructuran el devenir de la política.

 

Aunque sin la garantía de visualizar el otro lado de la ladera por donde transita el proceso de gobernar. Precisamente, es ahí por donde fluyen las ambiciones que terminan forjando oportunidades y excusas para asentar la corrupción administrativa y financiera que tanto daño hacen a toda intención y compromiso de gobernar de cara a las contingencias que sacuden toda realidad.

 

Implicaciones subsanables

Y no hay otra manera distinta a allanar este camino de necesario tránsito, de no evitarse la tentación a la que induce la corrupción estatal. Sobre todo, cuando el alto gobierno desatiende las implicaciones que impone cuando se exalta el valor relacionado con la identidad. Sobre todo, cuando se irradia como proyecto de compenetración colectiva, concienciación ciudadana y ética civilista.

 

De actuarse en aras de asegurar el éxito político, social y cultural del proceso de gobierno, entonces podrá comprenderse que será posible gobernar, trascendiendo etapas orgánicas que por complicadas no se atienden.

 

De manera que podría asegurarse que el gobierno debe avanzar hacia la optimización de sus correspondientes procesos. Así adquiere sentido y razón el tránsito de un gobierno cuando reconoce que gobernar ocurre en el fragor de una continuidad de momentos. Es por lo que esta disertación analiza tan debatido tema. Especialmente, cuando gobernar: de la intencionalidad a la funcionalidad.

 

Antonio José Monagas

 

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de Confirmado.com.ve

“Política”, el concepto que desafía la vida

Posted on: abril 8th, 2024 by Super Confirmado No Comments

Antonio José Monagas

De “política”, mucho se ha escrito. Asimismo, mucho se ha dicho. Aunque hay momentos en que poco se percibe la diferencia entre la oralidad y la escritura. Más, cuando se tiene a la política como razón de análisis. Aun, existiendo alguna concordancia lógica entre las referidas acciones.

Todo ello tiende a fijar en el individuo las implicaciones que irradian concepciones del mundo. Por ejemplo, el concepto de “política” en su ejercicio ordinario. Quizás por eso, el actor ítalo-francés, Ives Montand dijo que “aunque no te ocupes de la política, ella se ocupará de ti”

El dramaturgo y poeta inglés, William Shakespeare, algo a este respecto logró advertir cuando refirió que “la política está por encima de la conciencia”.

En consecuencia, resulta casi imposible dudar de la “política” en su condición de pivote de la vida. O sea, desde el mismo instante en que se avizora como la condición que lleva a considerar su esencia como aquella parte del hombre que lo hace escoger entre una opción u otra. Sin embargo, ahí radica la confusión que su comprensión induce. Por eso, hay personas que despotrican de su significación toda vez que se sienten manipulados por sus efectos. O porque equivocan su manejo al considerarla como única razón de poder.

Esta situación, ha provocado su desnaturalización. Ahí se habla de “antipolítica”. No sólo respecto de su ejercicio e implicaciones. Igualmente, ante la realidad en medio de la cual se contextualiza su comprensión. Esas ambigüedades, han conducido a confundir conceptos que relacionan la política con distintos haberes fundamentales para la vida del ser humano.

Por ejemplo, confusiones entre “Estado y República”. “Gobernabilidad y gobernanza”. “Poderes públicos”. Entre, “política de Estado” y “política de gobierno”. Confusiones estas entre otras, que animan conflictos de gobierno. También, problemas de autonomía, de descentralización de poderes y dificultades de desarrollo.

No obstante, más allá de esas circunstancias se erige un primer problema que constriñe la vía para entender el concepto de “política”. Causado el mismo por la gruesa similitud que ha venido creciendo entre “política” y “politiquería”. Y la forma de disipar los enredos que habitualmente se han arraigado en el lenguaje popular, es precisando los contextos de comparación en cuanto a los siguientes ámbitos. 1. De referencia. 2. Del momento situacional. 3. De la ideología como sustrato operacional. 4. De la cultura de base social. 5. De la cultura de base socioeconómica.

Un concepto de “política” debutante

Luego de superar estos escollos descriptivos, es posible intentar un concepto de “política”. Este supone una relación en la que la praxis desempeña una papel fundamental ya que sólo a través de la acción, el individuo deja ver su identidad, su relato particular. Es decir, sus intereses o necesidades que lo mueven en sus propias realidades. Más, al apostar a la libertad que existe en un ámbito de democracia, ciudadanía y pluralidad.

Tan oportuno concepto, está dirigido a reivindicar el espacio público. Su comprensión, exalta el sentido de dignidad de la política. Sobre todo, al entenderse como una actividad que constituye un fin en sí misma toda vez que tiene como contenido la acción conjunta entre ciudadanos lo que destaca la necesidad de “estar juntos”, de “compartir” y de “convivir”.

A decir de la alemana Hannah Arendt, teórica política nacionalizada estadounidense, para consumarse o realizarse, la “política” deben integrarse libertad, acción e igualdad en un mismo tiempo.

En síntesis, la “política” representa toda actividad asociada a la toma de decisiones o relaciones de poder que se establecen entre individuos. Ante esta explicación, que involucra lo que compromete al hombre en la búsqueda de las verdades que fundamentan la vida, adquiere razón admitir que es la “política” el concepto que desafía la vida.

Antonio José Monagas

Tiempos de horror bolivariano

Posted on: marzo 18th, 2024 by Super Confirmado No Comments

 

Podría decirse que los tiempos que convulsionaron a Venezuela, comenzaron el 2 de diciembre de 2007 cuando, gallarda, genuina y valientemente, el pueblo venezolano votó contra la impuesta Reforma Constitucional. Toda vez que la población venezolana entendió la necesidad de reivindicar la soberanía tal como la actual Constitución la declara en su artículo 5. Es decir, defender el derecho político a participar del compromiso político-electoral de “reconstrucción” que describe el preámbulo de la Constitución Nacional a través de la legítima y decretada expresión de sus necesidades e intereses.

 

 

Así que luego de la rotunda determinación de aquel diciembre caliente en lo político, que consistió en deformar el mapa social, territorial, económico y administrativo del país, el año 2008, el presidente de la República de aquel tiempo, hizo su debut a la par de las bravatas e insolencias que se recuerdan al verse abiertamente derrotado ante el panorama nacional e internacional. Y que posteriormente, el 23 de noviembre del mismo año, vive su segunda gran tribulación al ver reducido su execrable intento de inmolar al país en presunto beneficio de un absurdo propósito enmarcado por la fracasada ideología marxista-leninista.

 

 

Algo de historia

 

 

Con el descaro de sólo apostar a degradar la majestad de tan honorable posición pública, el entonces presidente durante todo 2008 se entregó groseramente a la tarea de tomar decisiones que obviaban la entonces y decidida determinación popular. Para ello, arremetió con ínfulas militaristas valiéndose no sólo de la facultad habilitante para legislar unilateralmente. Sino también, a través de decisiones que violaron la Constitución de la República. Inclusive, su palabra empeñada en oportunidades que debió declarar a los medios internacionales.

 

 

La entonces Presidencia de la República transgredió la voluntad política nacional al imponer un sistema de gobierno basado en un deslustrado “socialismo” que ni siquiera fue definido. Salvo por la insolente actuación del régimen que, para aquel tiempo, ejercía descaradamente un disfrazado capitalismo.

 

 

Pero hacia afuera, pregonaba un falsario sacrificio en aras de obtener un engañoso bienestar colectivo. Sólo para justificar una manifiesta solidaridad internacional que en poco o nada sirvió. Y que contrariamente dejó la economía nacional pegada al suelo.

 

 

Hasta acá, el relato de una historia política venezolana que evidenció el carácter rastrero de la deliberada gestión del régimen político de entonces.

 

 

Una crisis sin precedente

 

 

La conducta asumida por los personeros del oprobioso régimen rayaba con la mediocridad y la grosería que el abusivo poder les concedía. Lo hacían, como si fuera la forma más expedita para motivar una superación que solamente funcionó a la inversa.

 

 

Es decir, igualados todos por debajo para trazar una desmesurada distancia entre dos clases sociales injuriosamente marcadas: la clase gobernante y la clase gobernada. Para ello, tristemente se utilizó el discurso “bolivariano” con la desvergonzada intención de resguardar tanta inmundicia. Además, en nombre de una presunta revolución que ni siquiera es aludida por la Constitución de la República. Y así, sigue usándose justificándose en la soberbia aprovechándose del poder político y de la fuerza.

 

 

En consecuencia, los supuestos criterios revolucionarios pretendieron aplicarse sin medida alguna de los perversos resultados causados. De esa forma, forzaron al país a someterse a tan injuriosos propósitos. Y que hasta hoy, han transcurrido más de dos décadas valiéndose de las mismas excusas.

 

 

Entre desproporcionadas embestidas a la población de pensamiento democrático, amenazas, contradicciones, improvisaciones al voleo, urdida violencia política y una cínica y vulgar represión, todo ello incitado por el jefe del Ejecutivo Nacional en complicidad con arbitrarios mandos policiales, militares y de furibundos bravucones, puede decirse que el resto del siglo XXI o todo, se convirtió en tiempos de horror bolivariano.

 

 

 

Antonio José Monagas

 

¡Se pasaron de la raya!

Posted on: marzo 12th, 2024 by Super Confirmado No Comments

 

 

En el habla coloquial, la expresión “pasarse de la raya”, es indicativa de excesos cometidos por quienes, conociendo la regla, transgreden la norma establecida por ley, convención, acuerdo o compromiso. Según la RAE, es una expresión idiomática de incidencia negativa. Empleada para dar cuenta de haberse consumado un atropello en franco desacato a lo pautado normativamente.

 

 

Casi siempre, ocurre cuando se actúa en contrario al ordenamiento social, cultural o legal. Significa romper códigos sociales o legales. “Pasarse de la raya” es una irreverencia provocada por la actitud de alguien incitado por la soberbia, el abuso de confianza o la presunción de superioridad de quien llega a creerse con más derechos que los demás.

 

 

Implicaciones políticas

 

 

En el ejercicio de la política, “pasarse de la raya” tiene una otra repercusión. Generalmente, indica abuso de poder. Particularmente, de poder empleado para imponer un orden que, muchas veces, es representativo de resentimiento o intención política de dominación en medio de una coyuntura u ocasión. Se habla de transgresión de los límites permitidos o que deben respetarse. La connotación que la frase “pasarse de la raya” adquiere en política, deriva del hecho de obviar, de manera premeditada, una situación cuyos límites están restringidos. Y transponerlos o traspasarlos, es representativo de quebrantar o franquear con deliberada impunidad, la restricción en curso o estipulada.

 

 

Y no sólo es un evento que compromete una acción física. Implica también al lenguaje u oratoria contenida en una declaración, pronunciamiento o discurso. En ese caso, constituye el vehículo apropiado para “pasarse de la raya”. En el fragor de la situación en cuestión, se dice que el político “se rayó”. Y estar “rayado en política”, es indicativo de estar agotado, quedar rezagado o verse apartado ya que su palabra o compromiso ha de calificarse cual “humo de brasa encendida”.

 

 

La postura adoptada por el régimen político venezolano, tiránico por dónde se vea, ha buscado “pasarse de la raya” pues consiguió por esa vía lograr intenciones de todo tenor. No sólo rápido. Peor aún. Sin atender, observar y entender las posibles consecuencias que, en lo político, cultural, social y económico, implican dictar órdenes, imponerlas o decretarlas (con rango y fuerza de ley).

 

 

“Pasarse de la raya”: mal hábito del autoritarismo

 

 

El carácter usurpador del régimen venezolano, sumado al de opresor, lleva a que las decisiones tomadas logren “pasarse de la raya”. De esa forma, se arroga sin vergüenza alguna toda embustera pretensión de manejar la gestión anunciada con tambores, cornetas y platillos, apostando a hacer un “buen gobierno”. Que, desde luego, resulta todo lo contrario.

 

 

De esa forma, comete violaciones de toda índole, abusos en todo momento, infracciones de ley pasando por encima de los preceptos constitucionales y acuerdos aceptados. Por tanto, actúa siempre irrespetuosamente. Busca juzgar toda situación con arbitrariedad e impunidad. Amenaza cualquier situación que, a los ojos del proceder autoritario, presume ventajosa. Por tan gruesa razón, dicta sentencias sin fundamentos jurídicos apelando a lo ocasional. Apresa y tortura a quien anuncia y demuestra la verdad y acusa la mentira utilizada como recurso de gobierno. Desconoce la jerarquía de los poderes nacionales y la autonomía de instituciones públicas pateando la institucionalidad universitaria y de empresas estratégicas. Administra la hacienda pública a su entera disposición. Se empeña en gobernar según criterios de exclusión, indolencia, indecencia, resentimiento y odio.

 

 

Pero, sobre todo, burlándose de la historia bolivariana. Historia ésta representada por el esfuerzo de vida y la palabra diligente y profunda de un civilismo expuesto en el proceder académico y de vida, de hombres y mujeres de infinita valía moral, cognitiva y ciudadana.

 

 

Razón cierta

 

 

Si algo podría servir para explicar por qué razón el régimen político venezolano acostumbra “pasarse de la raya” a través de las actuaciones, procedimientos o medidas obradas por sus órganos de poder, oficinas de administración de gobierno, instituciones que se reparten el poder público o transfieren cuotas de autoridad a instancias inferiores y sumisas, es el miedo que tiene de verse defenestrado. O fuera del poder que logró secuestrar,  por el afán de posesión o de absurda pertenencia.

 

 

Ese tipo de miedo, ocasiona un poder de influencia que resulta amedrentador. Especialmente, al vivir la angustia de saber que su gestión de gobierno ha resultado en fracaso total. Que ha llevado al país a la ruina y a la destrucción y descomposición nacional. Dicho temor tiene paralizado al régimen político toda vez que, por fin, la calle dejó de adularlo. Así como de cantarle y recitarle loas que alababan victorias impropias.

 

 

Por eso, el régimen actual le tomó miedo al cambio que se avizora. A lo nuevo que muestra el horizonte. Incluso, a lo desconocido. El miedo amplifica los riesgos que rondan alrededor de cada decisión tomada. Por eso, adoptó el criterio político, judicial, militar, policial y administrativo de abusar del poder. Así, los funcionarios de cualquier categoría optan por actuar groseramente para justificar que cada determinación apunta a “pasarse de la raya”.

 

 

De esa forma, cualquier decisión gubernamental deja al desnudo la crítica situación que padece el país. Por consiguiente, es de advertirse que estos aduladores, alborotados gobierneros y abusivos politiqueros de oficio, han actuado con la peor intención. Por eso, los acecha la justicia internacional por cuanto sin lugar a dudas, estos gobernantes bolivarianos ¡se pasaron de la raya!

 

 

Antonio José Monagas

 

Nunca estuvo “viva”

Posted on: marzo 4th, 2024 by Super Confirmado No Comments

Estar vivo implica, demostrar condiciones que den cuenta de manifestaciones de acción y reacción. De movilidad, pensamiento y capacidad de crítica. Aunque el problema estriba en reconocer que se tiene vida. Más, cuando se posee conciencia de que la vida sólo pertenece no tanto a quien la tiene, como a quien la comprende. En todo caso, a decir del teólogo y filósofo danés, Sören Kierkegaard, “la vida no es un problema que debe resolverse, sino una realidad que debe experimentarse”.

 

 

La universidad, en tanto que “comunidad de intereses espirituales”, es definitivamente un organismo diligente y activo. O sea, una organización con movilidad propia cuya vida depende de las circunstancias que favorezcan sus decisiones. Incluso, está supeditada a las tormentas que azotan sus realidades toda vez que nublan su visión funcional. Su capacidad de percepción retrospectiva o prospectiva.

 

 

Podría decirse que el barco que ha significado el corpus universitario, por así figurarlo, no ha sabido ajustar las velas para aprovechar el barrido del viento y alcanzar su destino a tiempo. Que la universidad autónoma venezolana hubiese tocado fondo en el fragor de las crisis padecidas por causa de un autoritarismo hegemónico, no se tradujo en la mejor oportunidad para subsistir. A pesar de saberse que podría entrar en una primera etapa de reconstrucción que se habría ajustado o plegado a las exigencias de imperantes y nuevas realidades, renovando sus debates de cara al llamado de las nuevas realidades.

 

 

Engorros pegajosos

 

 

Aunque podría pensarse que las realidades en el contexto venezolano, quizás no fueron debidamente interpretadas. Ni siquiera, con el auxilio de ciertos códigos de traducción que la universidad autónoma tenía en uso a finales del siglo XX. Más aún, a inicios del siglo XXI. Sin duda, tal situación complicó y enmarañó sus dinámicas. En otras palabras, la universidad autónoma venezolana no logró encaminarse plenamente a instancia de las austeridades que marcaban la ruta a transitar.

 

 

Vale pues asentir que la vida para la universidad nunca ha sido fácil. He ahí la razón que explica el por qué la universidad autónoma venezolana no pudo escapar de los efectos del cúmulo de problemas que golpearon importantes procesos universitarios.

 

 

Sobre todo, luego de comprobar que no son las mañas lo que hace que la universidad pueda sortear cuanta crisis la embadurne. Son las decisiones asumidas con base en las capacidades de organización que sus planteles de coordinación, planificación y evaluación tengan a bien gestionar desde la perspectiva de sus gobiernos.

 

 

El caso Universidad de Los Andes

 

 

La inercia vivenciada a consecuencia del impedimento trazado por la instancia superior de aplicación de “justicia” en Venezuela (tribunal supremo de justicia) en cuanto a cerrarle el derecho a renovar los cuadros de autoridades a las universidades autónomas mediante procesos eleccionarios a los que la ley de universidades pauta como expresión de la autonomía administrativa “para elegir y nombrar sus autoridades (…)” (Del artículo 9, Parágrafo 3), fue el factor de marras que motivó el ejercicio de un evidente oportunismo político. El mismo que incitó modales de demagogia que excedieron límites de solidaridad por lo cual la universidad cayó en terrenos donde prevalecían signos de egoísmo, hegemonía y desconsideración a todo cuanto representaba valores de ética, ciudadanía y moralidad.

 

 

La praxis política, razón de enredo

 

 

El discurso político, sirvió para acentuar disonancias que chocaban con la praxis de respeto que impone la vida académica. Intereses que en nada parecían corresponderse con la valoración de méritos y esfuerzos a que incita el desempeño universitario. Sobre todo, en escaños asistidos por el poder político.

 

 

Tan pervertidas tendencias, comenzaron a desplazar maneras de actuar apegado a conductas serenas que permitieran evidenciar el equilibrio entre razones y emociones. Equilibrio propio del ser humano en el curso de una vida de circunspecta postura.

 

 

El devenir académico comenzó a verse menguado no sólo por la extensión de un tiempo que se sobrecargó de problemas y conflictos de toda índole: presupuestarios, estructurales, funcionales y coyunturales. Tanto fue así que inclusive, el ejercicio democrático sobre el cual se asienta el andamiaje institucional-académico, comenzó a verse desguarnecido de los elementos que política y cívicamente sustentan las concernientes realidades.

 

 

Además, la dictadura que implantó la crisis del Covid-19, trastocó no sólo el funcionamiento universitario. Peor aún, el comportamiento de universitarios cuyo temor ante el contagio, obligó a adoptarse medidas que comenzaron a descomponer, viciar y corromper el espíritu de convivencia que infunde sustentabilidad al modelo social, cultural y emocional a partir del cual la universidad sabe emprender su manejo operativo consuetudinariamente.

 

 

Algunas consecuencias

 

 

Así fueron desbordándose actitudes que bien representaban al universitario en su forma de ser. O en su modo de actuar ante las circunstancias que oprimen cualquier influjo positivo de vida compartida o individual.

 

 

El liderazgo que emplazaba cada enrarecida situación universitaria, siempre victorioso en la batalla contra la incertidumbre, fue decayendo. Al extremo de verse ahogado en medio del turbulento cauce creado por la dinámica de un apestado poder político, fuertemente dominado por las perversidades de acomodadizas circunstancias, intereses y necesidades personales.

 

 

Fue la situación que permitió la inclusión de mañas, manías y desafueros que dañaron el lucimiento que ha acompañado el discurrir de la Universidad venezolana. Indistintamente de las dificultades que ha sabido someter a punta de discreción, civilidad y decencia.

 

 

Justo en tan convulsionado escenario tuvieron cabida frases que hizo que su sintaxis chocara con la realidad universitaria. A pesar de las contingencias que la azoraban. Fue el tiempo cuando en los predios de la Universidad de los Andes, se embutió la frase “la universidad está más viva que nunca”. Frase que desfiguraba su locución y acepción dada la contradicción que ejemplificaba la intención agregada.

 

 

Pero es que ni siquiera la Universidad de Los Andes, respiraba a ritmo constante. Ahora cambiaron tan repulsiva frase por otra cargada con algún sentido de realidad. Ahora es exclamada: “somos una institución en cuidados intensivos” la cual también caricaturiza la realidad con tan ridícula comparación.

 

 

Excesos intencionales

 

 

El problema de la Universidad de Los Andes, no tiene ninguna afinidad con la calificación que refiere el hecho de decirle que está “más viva que nunca”. Tampoco que está “en “cuidados intensivos”. El problema al que ha conducido el decaimiento de su dinámica, no debe mirarse con “anteojos de cuero”. Es un problema de valoración moral y real. No de una calificación realizada al mal voleo.

 

 

Haberlo hecho con base en un equivocado gusto o malsana contemplación, es un modo de relucir la intención de esbozar o trazar una realidad reducida y convertida en migajas. Además, proyectada con el auxilio patituerto del contrariado propósito de disimular lo que la realidad atascó por causa de una precaria praxis gerencial y de gobierno universitario.

 

 

Y lo peor sucede cuando por tan desfigurada razón, se da paso a arbitrariedades e  improvisaciones al mejor estilo de algún constreñido modelo de autoritarismo hegemónico.

 

 

De esa manera se remedó un esquema de gobierno despótico sacado de alguna gaveta donde se están depositados: olvidos, necedades, insultos, groserías y errores de colección. Por tanto, queda por señalar que la Universidad de Los Andes, en tiempos de tan largo período de reclusión electoral, tal como pretendió hacerse creer, padeció de un letargo que mantuvo prisioneras sus potencialidades. Pero nunca como para exclamar que estaba “más viva que nunca”. Pues en verdad, a decir por las trancas que soportó, nunca estuvo “viva”.

 

Antonio José Monagas

Gobierno, gobernabilidad y gobernanza

Posted on: febrero 6th, 2024 by Super Confirmado No Comments

 

Es muy habitual advertir la confusión que muchos politiqueros, gobernantes y gobernados, padecen ante el profuso problema de desconocer las diferencias que caracterizan los conceptos y prácticas propias que refieren estos términos: “gobierno”, “gobernabilidad” y “gobernanza”.

 

 

Si bien esta trinidad de conceptos se encuentra tejida por el acto de “gobernar”, cabe decir que entre ellos existe un común denominador el cual envuelve la situación a la cual suscribe sus propósitos. Aunque siempre reñidos con las exigencias que las circunstancias estipulan, sin menospreciar las condiciones que prima la situación-objeto de las decisiones tomadas en atención a los correspondientes procesos de ordenar y desarrollar realidades públicas.

 

 

Entuertos ocultos

 

 

Esta situación no sólo da cuenta de la precariedad que abate la cultura política que se tiene. Puesto que es causante de conflictos que enrarecen la funcionalidad política entendida como ámbito del ejercicio político. Pero también, percibida como plataforma que cimienta el necesario ejercicio de gobierno.

 

 

Aunque penosamente, es un ejercicio de gobierno que luce deficitario respecto de la formulación y elaboración de decisiones. Lo cual induce colisiones entre directrices que deben fundamentar la conveniente toma de decisiones. Ello, a pesar de la confusión que dicho problema provoca. Esta situación incita serios enredos que afectan la elaboración, coordinación, aplicación, control y evaluación de las políticas públicas.

 

 

Lo anterior destaca, sin lugar a dudas, que buena parte de las crisis que revuelven cualquier sociedad, tiene su causa en el enredo que crea el escaso conocimiento que asiste al exacto manejo conceptual, metodológico e instrumental de conceptos tan fundamentales como gobierno, gobernanza y gobernabilidad.

 

 

Caracterización conceptual

 

 

Podría decirse que, a tales conceptos, los caracteriza el carácter polisémico (varios significados) y polémico (controversial).

 

 

“Gobierno”, se concibe como el conjunto de órganos, dependencias u oficinas cuyos profesionales tienen a su cargo responsabilidades, funciones y atribuciones dirigidas a formular políticas, propuestas y acciones destinadas a garantizar el discurrir de su entorno y contorno. El mismo, corresponde al ámbito de competencias determinadas por ley. También por “Gobierno”, podría entenderse la conjugación de situaciones y circunstancias para las cuales las instancias políticas investidas del poder que la ley convalida, aportan en términos de respuestas y resultados al desarrollo de la sociedad.

 

“Gobernanza” se denomina así al conjunto de normas, procesos y conductas que actúan sobre el modo como se ejerce el poder. Particularmente, en lo que se refiere a la responsabilidad, confianza, efectividad y coherencia de los eventos, decisiones y resultados de los mismos adoptados por las instancias de gobierno.

 

 

“Gobernanza” es una noción que busca configurar un modelo representativo de una situación sistémica compleja que tiene lugar en los predios de las realidades más expuestas a problemas. El presunto modelo, se centra en factores políticos, sociales, culturales y económicos dirigidos a esbozar una dinámica racional que adquiera sentido en el ámbito nacional, regional o local.

 

“Gobernabilidad” entre los conceptos aludidos, quizás es el peor comprendido. Dada la manida interpretación pública de la cual es objeto. Específicamente, este concepto refiere la capacidad y sensibilidad que muestra una realidad de ser gobernable. O medidas de gobierno, que logran su propósito. Esta condición, refiere el equilibrio que se alcanza entre el ejercicio de gobierno procurado mediante políticas implantadas y soportadas al ejercer el poder político-administrativo, el beneplácito expuesto por la sociedad en la vocería de la representación de sus actores y el mercado en todas sus manifestaciones. Particularmente, el mercado político.

 

A manera de conclusión

 

 

En definitiva, esta disertación permite concluir apostando a ofrecer algunas conclusiones que podrían ser del interés necesario según la perspectiva politológica, política e ideológica del lector.

 

 

En principio, pudiera destacarse la posibilidad de simplificar la conexión entre los actores políticos estratégicos ante compromisos que determinan formas de gobierno mutuamente reconocidas y aceptadas.

 

De la precisión que implica la comprensión de estos conceptos, podría depender un uso más global al extenderlo como vía metodológica para aplicar políticas que muchas veces resultan engorrosas a la hora de detallar sus propósitos y medir sus efectos.

 

Su comprensión, podría derivar mejoras en las relaciones de poder con operadores políticos de partidos y movimientos políticos adversos al manejo político del gobierno. Sin duda, podría inducir efectos sanos del gobernante de cara a su intervención en el gobierno central.

 

Asimismo, el hecho de analizar el gobierno entre esquemas de gobernabilidad y gobernanza, garantizaría una dinámica racional del gobierno político-administrativo en correspondencias con la complejidad que signa las iniciativas de cambio propios de toda gestión política-gubernamental.

 

Precisamente, los problemas que surgen al observar la desviación que en el orden político deslustra todo gobierno frente a la dinámica política que caracteriza las realidades al contorno de la burocracia gubernamental, motivó esta disertación dedicada a tratar el delicado tema que toca los susceptibles conceptos de: Gobierno, Gobernabilidad y Gobernanza.

 

 

Antonio José Monagas

Gobiernos “innombrables”

Posted on: enero 29th, 2024 by Super Confirmado No Comments

 

 

Hay gobiernos que son innombrables y por tanto no encajan en la tipología que la teoría política utiliza para categorizar a los regímenes según su ideología y ejercicio del poder, orientación económica, disposición social o condición cultural. Las realidades dan cuenta de que el comportamiento, naturaleza o proceder de los gobiernos actuales supera la tipología convencional establecida por la ciencia política.

 

 

Son diversos y complicados los problemas que padecen los gobiernos (corrupción, opacidad administrativa, ausencia en calidad de gestión, niveles de desempleo y pobreza, desequilibrio de poderes públicos, envalentonamiento, etc.), Aunque también se toman en cuenta intereses, corrientes políticas, anormalidades, descréditos, acusaciones y circunstancias que incomodan sus praxis para clasificarlos.

 

 

Gobierno no democrático

 

 

Se habla de gobiernos que calzan con modelos autocráticos, fascistas, opresores, demagogos, populistas, autárquicos, bélicos, abusivos, explotadores. En fin, cuantos adjetivos existen para apartarlos del ámbito de lo que cabe en un “buen gobierno”.

 

 

La metodología empleada por organizaciones dedicadas a revisar el comportamiento de los gobiernos que corresponden a las principales naciones del mundo político, social y económico, es irrefutable. De esa manera, se determinan resultados que muestran problemas relacionados con la corrupción, el Estado de Derecho, rendición de cuentas, efectividad gubernamental, estabilidad política, violencia nacional y calidad regulatoria.

 

 

Hay naciones cuyos vicios lucen bastante fortalecidos por el ejercicio abusivo del poder. Estos países terminan condenándose a sí mismos por cuanto sus asomos y actos delictivos o contrarios al ordenamiento jurídico regular, configuran aberraciones legales y públicas propias de cuestionarse. De tal forma que resulta difícil situarlos o identificarlos en el marco político, económico y social que pauta la justicia y el Derecho Internacional.

 

 

Resultados insólitos

 

 

Son naciones cuya gestión política, económica o social no tienen cabida en el conjunto de países democráticos. Tampoco pueden verse como dictaduras o tiranías. Su comportamiento es el arreglo mal realizado derivado de una sintomatología reveladora de cuanta rareza politológica se tenga conocimiento exacto.

 

 

En medio de tan extraña mezcla de conductas, se tienen gobiernos compuestos por pandilleros, narcotraficantes, ladrones, corruptos, incompetentes, ignorantes, torturadores, soldadescas, tahúres, desvergonzados indignos, abusadores, sádicos, pedófilos, cínicos, resentidos, acaparadores, fanáticos, pederastas, entre otros igualmente trastornados.

 

 

Es decir, gente sin formación para gobernar, sin calificaciones serias. Quizás, gente dada a dar órdenes sin fundamento alguno. Personas vengativas, retrecheras, sumidas en el odio, demagogos de oficio, condición y talante.

 

 

Son gobiernos que bien calzan un parecido con organizaciones politiqueras encauzadas por intereses populacheros regidos por negocios turbios.

 

 

Son gobiernos para los cuales no hay una denominación que corresponda con el carácter desviado y degenerado de actuaciones promovidas por las emociones retorcidas de gente que aplaude por mera adulación la imposición de políticas de descomposición de valores morales, de políticas excluyentes y sectarias.

 

 

En esos gobiernos carentes de nombre, la “anomia” se convierte en la ruta más inmediata para justificar que grupos sociales afectos al poder se salten las normas en nombre de la lealtad, la revolución y la patria. Por eso, a esos gobiernos, que no son más de lo que los desarreglos ordenan, les sienta bien el calificativo de gobiernos “innombrables”.

 

Antonio José Monagas

 

La libertad…bajo la lupa de la política

Posted on: enero 9th, 2024 by Super Confirmado No Comments

Por la libertad, el mundo ha resistido pronunciados conflictos. Ha vivido agudos cambios. Ha gestionado inusitados proyectos. No obstante, el mundo pareciera no haber avanzado lo suficiente en virtud de las vivencias, que, por la libertad, han transitado. En consecuencia, puede inferirse que la democracia -como ideología política- resume una de las insuficiencias que, sus históricos ensayos, han demostrado.

 

 

Esto permite advertir que la libertad no tiene el valor que la teoría presume. Las realidades dan cuenta de situaciones para las cuales la libertad apenas alcanza a ser un convencionalismo que dispone la teoría política como uno de sus postulados más aludidos y pretendidos. Pero también, más debatidos. Precisamente, por la tentación del individuo de vivir a expensas de otros. Y es lo que explica el advenimiento de problemas relacionados con la moralidad, la igualdad y la solidaridad. Con inteligencia y voluntad.

 

 

Dificultades en su comprensión

 

 

No comprender cómo concienciar la libertad en término de su praxis, es actuar al margen de los principios que enuncian el pluralismo humano. O sea, el ejercicio de la política. Vale decir pues que la libertad es un acto político que se asume al momento de ejercer la ciudadanía a conciencia con las obligaciones y determinaciones sociales, culturales y éticas que la vida compartida exige de cada ser humano.

 

 

Por la libertad el mundo ha podido movilizar sus fuerzas. Aunque igualmente, se ha visto estancado en la incertidumbre que ordena el tiempo en aras de su naturaleza. Sin embargo, estas implicaciones consideradas a manera de preámbulo de esta disertación, podrían verse sin el sentido que las circunstancias le arropan. Es ahí, cuando la libertad busca examinarse bajo la lupa de la política.

 

 

Planteamiento comparativo

 

 

Tan rigurosa consideración, podría tener un símil en el aforismo bíblico que habla de que “es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los Cielos” (Mateo 19, 23-30). Como analogía, podría proyectarse en el plano de la libertad.

 

 

Cabría entonces la posibilidad de asentir que es más fácil cualquier locura que induzca en el hombre atentar contra su voluntad, que despojar a un infortunado de su libertad. O a un hambriento arrebatarle su alimento logrado con el más acérrimo esfuerzo realizado. Ciertamente, el problema es político por cuanto el problema supuesto refiere una relación de injusticia alcanzada mediante el abuso de poder político.

 

 

En conclusión

 

 

La libertad no convoca a ganar espacio usurpando o transgrediendo derechos. La libertad se adquiere no sólo por la condición que a cada quien confiere el derecho de nacer y vivir. Sino también, al hacer el más efectivo empleo de su conciencia como modo de desarrollar aptitudes para el correcto desempeño colectivo e individual. Es así como resulta posible, categórico y confiable, entender el concepto de la libertad…bajo la lupa de la política.

 

 

Antonio José Monagas

 

La emergente crisis de la autonomía universitaria

Posted on: noviembre 28th, 2023 by Super Confirmado No Comments

La autonomía universitaria ha sido, históricamente, un concepto profundamente debatido sin que muchas veces haya logrado exaltar por completo la profunda significación que envuelve su esencia. Tanto que no ha sido razón congraciada, ni tampoco consensuada por parte de muchos que presumen ser miembros de la comunidad de intereses espirituales, tal como refiere el primer artículo de la Ley de Universidades (1970) al describir el concepto de Universidad.

 

 

La universidad venezolana, es una referencia que luce propia de revisarse en el contexto en que su dinámica organizacional toca fondo por la cusa política que afecta su condición  autonómica. Específicamente, aquellas universidades que supuestamente gozan de “libertad” a consecuencia de haberse esforzado para lucir cual faro de luz, pujanza y pensamiento crítico. Particularmente, ante las circunstancias políticas que avasallan las realidades actuales.

 

 

Un primer análisis

 

 

Para comprender lo que convulsiona su disposición académica, urge del conocimiento de la historia contemporánea venezolana. Así podrían discernirse importantes episodios que dan cuenta de insidiosas impertinencias, dificultades y adversidades que han marcado la ruta transitada.

 

 

Aunque deberá reconocerse que el desconocimiento a dicho respecto, ha sobrepasado el límite de la ecuanimidad requerida para reconocer el esfuerzo académico emprendido fundamentalmente durante la segunda mitad del siglo XX. Por esta razón, no es difícil advertir que las tendencias que actualmente afectan la  universidad venezolana, han sido inducidas por el resentimiento gubernamental en complicidad con el odio y el egoísmo azuzado por el autoritarismo diligenciado desde el sectarismo del siglo XXI. Es ahí cuando luce de bulto la demolición solapada de su autonomía.

 

 

Pareciera suceder, como si dichas barreras, teñidas de rojo envidia con travesaños de negro turbulencia, pudieran exorcizar los residuos de tiempos de destacada y reconocida labor académica, como en efecto vivió la universidad.

 

 

Razones que suman problemas

 

 

Sin embargo, la universidad venezolana no ha escapado de equivocaciones que han puesto en jaque importantes compromisos, propios de su desarrollo. Pero de todos esos momentos, ha sabido salir franca. Habida cuenta que haberse ceñido a las exigencias de realidades decididas por consideraciones incitadas desde la sociedad de la información y del conocimiento, no impidió errar algunas veces. Además, eso es propio de toda acción realizada por el ser humano tanto en lo individual, como en lo colectivo.

 

 

Pero de ahí a provocar una caída adrede del ejercicio social que caracteriza la movilidad universitaria en nombre del sectarismo que reivindican las ideologías del atraso, animadas por “redentores forasteros”, la situación se tizna de la mezquindad que sus provocadores intentan propagar en perjuicio del crecimiento y desarrollo universitario.

 

 

Lo ocurrido recientemente respecto de la organización de las elecciones en la Universidad de Carabobo previstas para el 29 de noviembre de 2023, fue la guinda del pastel que reposa en medio del estercolero en el que los gobierneros guardan sus extraños sustentos.

 

 

El colmo del resentimiento socialista

 

 

La justicia inmoral, representada por las cúpulas del socialismo del siglo XXI, confunde la interpretación de la normativa universitaria con las necedades propias de quienes fraguan fundamentos ilegales en el confinamiento del dogmatismo insustancial que sirve a tan bajas y desvergonzadas acciones.

 

 

De plano, es absurdo actuar a contracorriente de la lógica que impone la funcionalidad de estructuras cuya movilidad se basa en la moderación y  el equilibrio de fuerzas que favorecen la dinámica institucional.

 

 

Esto es un axioma que expone la teoría política cuando se trata de establecer medidas concurrentes en el medianía de un conflicto. Más, si las mismas apuntan a converger posturas que dan cuenta de alguna situación dicotómica. Y para ello se basa en el concepto de la “proporcionalidad”.

 

 

Si bien la proporcionalidad es una relación matemática o física que determina una razón constante entre magnitudes diferentes que definen una realidad concreta, igualmente de la misma se vale la teoría política para fijar medidas que apunten a distribuir o repartir de modo equilibrado cuotas o partes del asunto en cuestión.

 

 

En dicho reparto juegan factores relacionados con la participación y el poder político. Su regulación depende de la proporción que pauten la contribución de los agentes que intervienen en la configuración, realización o estructuración funcional del asunto en cuestión.

 

 

¿Moderación o conflicto?

 

 

En el contexto de todo proceso eleccionario privan razones vinculadas con los derechos y libertades que las leyes democráticas establecen. Más aún, en instituciones u organizaciones que la misma normativa legislativa oficial, las ha declarado “autónomas”. Es decir, capaces de darse su propio gobierno, sin intervención de poder político alguno. En correspondencia con el principio de “libertad de cátedra” y bajo sus propios estatutos, objetivos y programas de estudio.

 

 

De manera que la funcionalidad de una universidad autónoma, tiene las atribuciones necesarias para elegir sus autoridades. Y el correspondiente proceso eleccionario, se supedita a la libertad política de establecer los mecanismos decisionales que comprometen su proceso de desarrollo organizacional para el cual los votantes deben ser los actores de quienes depende su devenir académico, principalmente. Estos son quienes hacen posible la vida académica: profesores y estudiantes.

 

 

El resto de actores: personal obrero, técnico y administrativo, o sea que presten actividades de servicio gerencial y logístico, tienen una cuota de participación en la vida académica que no adquiere el nivel de intervención que la de profesores y estudiantes.

 

 

Sin embargo, el accionar de la política, a sabiendas que la repercusión de la universidad autónoma constituye un compromiso para el mantenimiento y vigorización de la estructura de gobierno nacional, ha venido reescribiendo la ley de universidades en función de intereses ideológicos y políticos. Aun cuando es de reconocer que la participación de este sector en los eventos que inciden en su afianzamiento académico, no es categórico.

 

 

Aunque políticamente, la participación de este sector de trabajadores universitarios adquiere otra connotación. Tal incidencia, ha llevado a distintas gestiones de gobierno a desfigurar la proporcionalidad que en principio rigió el mecanismo de votación. Particularmente, toda vez que se admitió que el peso de dicho sector. Aunque no procedía como razón al momento de elegir el gobierno universitario.

 

 

A modo de conclusión

 

 

Cabe acá señalar la contradicción que se articula en la observación realizada ante los procesos electorales que tienen lugar en los gremios estudiantiles y del personal de apoyo logístico y gerencial. Fundamentales para el funcionamiento administrativo y operativo en cuanto a servicios de la universidad entendida cual organización de prestación formativa-profesional. Pero que no  son de servicio académico exactamente.

 

 

En consecuencia, no tiene sentido alguno que la cúpula política ligada con el poder nacional, decida favorecer mediante amañado dictamen judicial la suspensión del proceso electoral de la Universidad de Carabobo. Más aún, si se reconoce la incongruencia del voto paritario o igualitario (1 a 1) el cual descarta la proporcionalidad que permite la participación de trabajadores y egresados universitarios. Y que ha sido aplicado con la parte estudiantil. Así que al revestir el oprobioso régimen venezolano, las elecciones universitarias en la Universidad de Carabobo con violencia solapada, está destapándose con peligrosa insidia, más problemas de los que se tienen. Ahora es la emergente crisis de la autonomía universitaria.

 

Antonio José Monagas

La Venezuela que viene

Posted on: noviembre 14th, 2023 by Super Confirmado No Comments

Referir la Venezuela que a diario cambia, es considerar elementos propios de la incertidumbre los cuales en su apuesta por acercarse al escenario en el cual habitan las verdades, serían los primeros en buscar cruzar la meta. Propósito éste que luce cada vez mas complicado. Aunque en el mismo juego, están aquellos que se desvían de la ruta trazada en su empeño por hacer la mayor trampa posible. Pero nunca logran acercarse a la meta o al destino-objetivo por razones de sus insuficientes condiciones. No obstante, siempre tienen alguna excusa para justificar su descarrío.

 

 

Lo mismo sucede en el discurrir de la política. Más, cuando la política se aprovecha de las realidades que circunscriben para augurar razones y condiciones que en esencia, son imposibles de validar. Así como de corroborar. Todo así ocurre pues el ejercicio de la política está asociado al hecho que puede permitirle su intrínseca relación con la incertidumbre.

 

 

La incertidumbre en el análisis político

 

 

La praxis política siempre busca desafiar la incertidumbre. Su atrevimiento pasa por retar cuantas manifestaciones de poder se hacen presentes en el terreno de las realidades. Por tanto, las encara a fin de extraer de ellas la información posible. Capaz de resolver la factibilidad de todos aquellos elementos encajados al ámbito en que la incertidumbre cohabita.

 

 

Así la política puede moldear algunos rasgos que tienden a definen los cambios capaces de perfilar lo que bien se corresponde con algunos atributos de las comprometidas realidades. De tal manera que estas intentan coadyuvar a augurar lo que encubre el tiempo.

 

 

Ahí se resume la intención de esta disertación toda vez que apunta a esbozar lo que la incertidumbre sabe guardar. Aunque cualquier intento por establecer un diálogo con los agentes de la incertidumbre, no es sencillo.

 

 

Lidiar con la incertidumbre, aún reconociendo la dificultad que afronta cualquier definición de la misma, no colma del todo las expectativas que plantea un análisis político. Dicho con otras palabras, cualquier intento por resolver un ejercicio de diagnosis respecto de los cambios propios de la realidad, se ve limitado por la incidencia de múltiples variables existentes. Además, que en ello interviene el carácter voluble de la política en su modo de ajustarse con base en el tiempo.

Reconocer la inestabilidad que acompaña la incertidumbre, podría servir para bosquejar la proyección de cualquier realidad política. En lo particular, de una nueva Venezuela. Es decir, de la Venezuela que viene.

 

 

¿Cómo auscultar la realidad?

 

 

Habrá que considerar las fortalezas que servirán de anclaje a las nuevas realidades que pautarán el devenir del país. Igualmente, deberán advertirse las probables oportunidades que serán cimiento sobre el cual Venezuela asentará sus basamentos conceptuales y funcionales. Asimismo, las amenazas que buscarán tergiversar toda propuesta de desarrollo. Las debilidades no pueden dejar de analizarse, De ellas depende la posibilidad de enfrentar las realidades en virtud de las capacidades y potencialidades demostradas.

 

 

Aferrar cualquier esfuerzo de augurio de las realidades sujeto al anterior modelo de análisis, no le resta importancia al hecho de revisarlas dando cuenta, por ejemplo, en el caso Venezuela que el país no ha contado con una comunidad política corpulenta, estructurada. Su concepción de ciudadanía, se ha visto disminuida por causas que históricamente se han acentuado empobreciendo su cultura política.

 

 

Un pronóstico ensayado

 

 

En el escenario que acusan las actuales realidades en el contexto venezolano, el cambio democrático se ve condenado a padecer una parquedad extrema. Eso atenta contra la voluntad política que plantea animar esfuerzos de cambios, pero que se ven comprometidos por recursos inexistentes. Por consiguiente, las reacciones de la sociedad nacional asoman cierta capacidad para derrumbar viejas certezas. Incitándose nuevas orientaciones estratégicas que, en el curso de las debacles que pueden vivirse en un plazo cercano, podría verse que la democracia comenzaría a sufrir serias alteraciones que afectarían al pluralismo político que con dificultad vino fraguándose desde la segunda mitad del siglo XX

 

 

Así, podrían multiplicarse las protestas ciudadanas al no terminar de consolidarse el ideario político que ha motivado su incidencia. En consecuencia, se aviva un escepticismos que desfigurará las posibilidades de un cambio contundente-democrático-constitucional. Asimismo, la dinámica estratégica que se creyó válida a los efectos políticos perseguidos al amparo de la democracia ensayada, estará en capacidad de invertir los fundamentos a partir de los cuales se operarían los cambios más pertinentes y clamados por la colectividad.

 

 

En conclusión

 

 

Todo pareciera un círculo vicioso cuyas insuficiencias se instituyen para embutir deformidades de la política con la ayuda de una comunidad política aferrada a prácticas políticas, sociales y económicas, nada virtuosas. Es lo que en el presente tiende a arraigar un país anárquico. De seguir practicándose las cuestionadas y mañosas posturas de un diálogo indolente, se afectaría aún más el discurrir político de Venezuela. Y es lo que ( realmente busca actualmente restaurarse. Del resultado obtenido, podría alcanzarse otra realidad. Que bien debería retratar la Venezuela que viene.

 

 

Antonio José Monagas