Todo cambió para peor

Posted on: enero 25th, 2023 by Super Confirmado No Comments

 

Los gobiernos autoritarios, en cualquier parte del mundo, tienden a trazar medidas inspiradas en la mentira, el resentimiento, la impudicia y en la deshonra. De ahí que sus praxis de gobierno apuntan a anquilosarse en el poder. Sin medida de las consecuencias que tan improcedente necedad contrae en el corto y mediano plazo.

 

 

A decir de la teoría política, el autoritarismo es un sistema político desviado del concepto de política. Del concepto ajustado a lo que la politólogo Hannah Arendt refería como la condición sine qua non que conduce a la «pluralidad humana». Ello lo justificaba al explicar que «el hombre se realiza en la política siempre y cuando se beneficie de los mismos derechos que le son garantizados a los individuos más diversos y diferentes».

 

 

Justamente en esta consideración, Arendt basaba su argumento. Aludía que en el fragor de dicha realidad ataviada de excelsas libertades y regida por las suficientes exigencias jurídicas, la pluralidad de los hombres procedía de una condición de vida en la que el individuo, en su afán por desarrollarse, reconoce como propia.

 

 

Lejos de esto, el autoritarismo actúa exento de una ideología que paute responsabilidades sociales, políticas y económicas. A excepción de las que consolidan su forma de (des)gobernar. Además, en el que un jefe o tropel de colaboracionistas, ejerce el poder dentro de límites mal definidos. Pero fácilmente previsibles a instancias de los intereses bajo los cuales se mueven precipitadas decisiones.

 

 

El caso Venezuela

 

Es exactamente lo que ahora ocurre en el ámbito político-económico de una Venezuela profundamente traumatizada a consecuencia de imposiciones cundidas de intimidaciones y abstenciones de todo género.

 

 

El régimen político venezolano olvidó gobernar. Su tarea y compromiso constitucional se redujo a negocios disfrazados de actos gubernamentales. Negocios que somatizan la gestión pública convirtiéndola en causal de crisis que trastornan el discurrir del país descomponiendo la institucionalidad política, económica y social.

 

 

El régimen político venezolano se enfermó de poder al desfigurar sus responsabilidades. Gobernar ya no es un compromiso que corresponde a las personas encargadas de ello. Todo mutó a una organización cuyo propósito es básicamente, el aprovechamiento ilícito de los recursos naturales. Recursos estos sensibles de explotación comercial que reposan en el subsuelo nacional. Dichas convulsiones, de naturaleza anárquica, se realizan en beneficio de las finanzas personales de hordas de politiqueros y representantes de factores socioeconómicos. Igualmente, de cenáculos militares y policiales. De esa manera, los arreglos derivados de las susodichas operaciones son canalizados hacia causas que buscan engrosar las finanzas de personajes «revolucionarios» o mal calificados de «socialistas».

 

 

Con razón estos oficialistas y adláteres hablan sin ninguna vergüenza ni fundamento ideológico alguno, lo que significa y compromete el caro hecho «defender la patria a paso de vencedores». Lo cual procura concretarse, según las conveniencias, coyunturas e intereses que dispongan la particularidad de cada transgresión a cometerse.

 

 

Para consumar tan graves violaciones, organizaron a Venezuela en función de la inminente necesidad de mantener ciegos, sordos y mudos al mayor número posible de venezolanos. De ahí se ha agarrado el equivocado concepto «distributivo de la riqueza» que formaliza el reparto de miserias que sirve al régimen para justificar y pretender la estabilidad en el poder.

 

 

Venezuela reventada desde adentro

 

Esa organización que muchos confunden con gobierno se ha valido de verdades fabricadas para abrirse paso. Particularmente, hacia espacios que el populismo y la demagogia indican para facilitar la recreación de falsedades construidas sobre vulgares conjeturas y asquerosas temeridades.

 

 

Esto ha sido posible, valiéndose del hecho de fundamentar la ideología socialista del siglo XXI en el ideario del Libertador Bolívar. Sin siquiera haber reflexionado o comprendido la doctrina bolivariana. Pues todo lo engullido, por quienes dicen llamarse gobernantes y dirigentes políticos, se ha cimentado sobre el terreno de la apetencia monetaria. Cada vez, más en perjuicio de la soberanía y determinación libre del venezolano democrático, honesto y trabajador.

 

 

Como pregona el conocido refrán: «Tanto nadar para morir ahogado en la orilla». En el caso de Venezuela, después de trabajar la consecución de la democracia como sistema político, el rumbo del país tomó una dirección distinta y contraria de la que muchos esperanzaron.

 

 

El destino le deparó otra ruta al país. Una senda en la que todo cambió para que nada en verdad, cambiara. Mejor dicho, todo cambió para peor.

 

 

 

Antonio José Monagas

Educadores mal pagados

Posted on: enero 19th, 2023 by Super Confirmado No Comments

 

 

La transición entre los siglos XX y XXI devino en cambios tan fuertes, que muchos ni siquiera han terminado de comprenderse. Los cambios que se han operado en materia educacional, son uno de tantos cuyas consecuencias son de una dinámica profundamente sorprendente, como sucede en política, economía, etc.

 

 

Sin embargo, la incidencia de la educación, dada su relación con la sociedad y la política, en países dominados por modelos autoritarios no se ha ubicado a la altura de los cambios aplicados. Particularmente, cuando se compromete el proceso enseñanza-aprendizaje.

 

 

Y es que la incidencia de tal realidad, afecta o favorece tanto al maestro como al estudiante. Carmen García-Guadilla, en  La Educación como construcción social del conocimiento, CRESALC, 1986, refiere que «en Venezuela -y en América Latina en general- la mayoría de los esfuerzos que se hacen en crear conocimientos no están compensados con una producción final (…)». Esta situación, abre el camino en el país para advertir el problema que constituye la mal compensada remuneración que reciben maestros y profesores por su trabajo en aula y de asistencia, coordinación y dirección institucional. Esto da cuenta del problema que viene acrecentándose con reacciones en el gremio, que termina en protestas y discusiones bipartitas que no generan resultados contundentes. Especialmente cuando la dinámica económica supera en velocidad y tamaño las compensaciones que recibe el profesional docente. No sólo de escuelas y liceos, también de las universidades. Todo ello, a pesar de lo establecido por el artículo 91 (constitucional) cuando señala que todos los trabajadores tienen “derecho a un salario suficiente que les permita vivir con dignidad”.

 

 

Promesas insípidas e invisibles

 

Los compromisos que declaran las ofertas electorales pronunciadas en aras de mantener y consolidar la democracia, tocan obligadamente los temas que refieren a la educación. Especialmente, cuando se refieren a la «excelencia educativa», pues su concepción se centra en la importancia que se le da a la capitalización del educando como factor garante del desarrollo de la nación. Igualmente, de la industrialización, del conocimiento, de la calidad de vida sobre la cual recaen condiciones de razón pública. En todo ello se asienta el éxito posible que conseguido por una política educativa nacional.

 

 

No cabe duda aducir que el signo de una democracia está representado en el mejoramiento permanente del funcionamiento del sistema educativo. La política sabe exaltar oportunamente esta importancia. Sólo que siempre cae en la brecha que se establece entre el discurso y las realidades. Venezuela no ha escapado a este problema que maltrata a la educación en todos sus niveles. Sobre todo, cuando hacen maniqueas referencias a la «modernización de la educación«. Y esto, recoge compromisos vacíos cuando los gobiernos señalan superar los desequilibrios acumulados que tienden a generar disfuncionalidades a nivel de la remuneración del docente en toda su extensión laboral.

 

 

De manera que cualquier reclamo público que exija nivelación de sueldos y salarios de docentes en concordancia con la movilidad de la economía nacional, es legítimo, propio y pertinente.

 

 

En virtud de la dinámica de la economía y de las necesidades indicativas de los problemas causados por los refutados bajos ingresos, es inminente equilibrar las remuneraciones de los docentes de educación básica, diversificada y universitaria.

 

 

Desde la Comisión Presidencial para la Reforma del Estado, COPRE, en su Proyecto Educativo para la Modernización y la Democracia, se había señalado que no pueden seguir abriéndose las quebraduras entre los cuadros de educadores y las estrategias económicas que aluden al desarrollo nacional.

 

 

«La ausencia de un mensaje educativo coherente y canalizado (…)» sigue actuando como traba que favorece el rezago de una remuneración que merece el profesional de la docencia en Venezuela; de ese maestro o profesor responsable de la formación de hábitos y aptitudes de quienes estarán destinados a la recomposición del país, de la democracia. Paulo Freire supo hablar de la educación como práctica de la libertad. Pero de continuar sin reconocer el valor de la educación y de sus docentes, el problema de educar para una domesticación alienada, posiblemente se esté fraguando y se recompense el trabajo docente con remuneraciones que incitan la dependencia nacional.

 

 

Antonio José Monagas

Los fantasmas de aquel presidente

Posted on: enero 12th, 2023 by Super Confirmado No Comments

 

Hoy, entrado 2023, los escenarios nacionales tanto como los espacios regionales del país se atiborran de hombres y mujeres -de todas las edades y rangos socioculturales y económicos- buscando elevar su protesta ante el crujido de un régimen tambaleante por moribundo. Pero peor aún, consumido por los más bochornosos delitos que hayan podido verse en lo que registra la historia política contemporánea venezolana.

 

 

La teoría política pareciera tener que rediseñarse en aras de formular nuevos postulados que descifren la génesis y el ocaso de lo que en los predios del gobierno venezolano se ha desatado. No hay forma de explicar tanta incongruencia toda vez que en medio de la bonanza petrolera que ha disfrutado el alto gobierno, lejos de construir lo que repetidas veces vociferaron sus principales representantes, los indicadores de desarrollo han revelado una contracción económica de grave contundencia. Han evidenciado un retroceso social sin parangón. Han dejado ver un estancamiento administrativo y un embrollo político-partidista que a ningún lado ha conducido. Sobre todo, luego de recordar las expresiones grandilocuentes que puso a sonar la retórica gubernamental desde el primer momento de pretendida gestión. Aunque nunca terminada.

 

 

Hoy, ya comenzada la tercera década del siglo XXI, las realidades dieron un vuelco no más sorprendente que inédito. Aunque voces proféticas, lo habían vaticinado. Tan cruda crisis, se veía venir al lado de la ristra de exclusiones e improvisaciones, imposiciones y disociaciones, desarticulaciones y desviaciones, todas cometidas y asumidas por el alto gobierno. Aún, sin que tales yerros pudieran haber evitado de irrespetar principios de cooperación y solidaridad, concurrencia y responsabilidad que, supuestamente, sigue todo gobierno que se precie de ser un “Estado democrático y social de Derecho y de Justicia”.

 

 

Pero no fue así. Ni tampoco en su inicio. Por lo contrario, comenzó malogrando lo que a su paso encontraba. Y así ha sucedido a lo largo de lo que va de siglo XXI. El gobierno central no entendió que todo esfuerzo compromete un alto costo no sólo en recursos. También en tiempo, conocimientos, dedicación y disposición. Fue renuente para comprender que los métodos para conseguir fácilmente lo trazado, no suelen funcionar.

 

 

Sin duda, que no hay situación política exenta de tropiezos capaces de atraer mayores complicaciones. Y esa fue la ruta que marcó la gestión del presente régimen. Más aún, cuando no supo cómo enfrentar la lucha de conciencia que planteó la entonces “oposición democrática” al advertir los atolladeros. O dificultades que luego fueron retrasando al país en términos de su necesario y comprometido desarrollo económico, político y social.

 

 

Todo se complicó más de lo que las pretensiones gubernamentales previeron o permitieron. Políticas distorsionadas llevaron a sentir a Venezuela como un país que, sin ser objeto de alguna guerra militar, se viera devastado. Pudiera decirse que desapareció, pues pasó a ser contexto de cuantos problemas pudiera provocar cualquier crisis política, económica y social carente del más exiguo control.

 

 

Todo pareció ser consecuencia del miedo, del hambre, la tristeza y de la desconfianza que logró sembrarse en el curso de estas tres décadas de gobierno cuya gestión se ha ocupado de extender la agonía que significaron promesas muertas y desgracias consumadas.

 

 

Compromisos rotos u olvidados en la más miserable revolución bolivariana disfrazada de socialista. El país se hundió en el marasmo que la inmoralidad le concede a las tentaciones mórbidas de la corrupción. Eso llevó a que Venezuela transitara de la opulencia a la indigencia en el alba y ya adelantado siglo XXI, fecundo de expectativas y esperanzas. Pero bastó que un alarde de “patriotas”, viciados de perversiones (uniformados y sin uniforme), incitados por una política contaminada de deshonestidad, se enroscaran al gobierno para que Venezuela se viera atestada de marrulleros, socarrones y chapuceros de la política. O es que quizás han sido ¿los fantasmas de aquel presidente?

 

 

Antonio José Monagas

 

 

¿Jugando con candela?

Posted on: enero 8th, 2023 by Super Confirmado No Comments

 

 

En el contexto de esta Venezuela complicada, resulta bastante importante desentrañar la naturaleza de la divergencia que traba la política. Especialmente, cuando el ejercicio de la política requiere de una relación equilibrada y ecuánime entre gobierno y oposición. Pero no de una oposición que resulte ser una versión disfrazada o cómplice de las acciones y medidas que adopta el gobierno, cuyo guion se inspira en un modelo ideológico basado en la opresión y represión. Es decir, un gobierno absolutamente autoritario que, al abusar del poder, busca lograr ambiguos objetivos.

 

 

Es el caso que ahora retrata a Venezuela, donde lo político es una expresión cruda de que no existe un actor político que demuestre ser consecuente con lo que pregona. Sobre todo, cuando exalta la teoría de la democracia como su base operativa. Ante estos problemas, es posible inferir que el país sucumbe por hallarse cundido de politiqueros cuya incompetencia es fiel ejemplo de la clara infinitud demagógica dominante.

 

 

Pareciera que el juego político se hubiese atascado por culpa de la desvergüenza de varios partidos políticos que se esconden detrás de discursos mimetizados a partir de compromisos lanzados al aire.

 

 

La contradicción en esencia

 

La absurda idea de acordar la eliminación de la condición de “presidente interino”, además establecida por la Constitución de la República a instancia de las caóticas condiciones políticas, sociales y económicas que detenta Venezuela, a consecuencia del carácter de invalidación que aplica la conducción política del país, luce alineada con la desatinada solicitud de politiqueros vendidos al peor postor. Aunque incoherente con lo que en un principio se acordó de cara a la crisis política nacional y las necesidades de superar la misma.

 

 

Cuando se habla de tan siniestra complicidad, es para advertir del controvertido talante de la clase politiquera venezolana. Bien sea porque están situados en el bando opositor o en el bando oficialista. Dicha coalición, formada por personajes cuya moralidad es de pasta de papel maché, deja ver que la dignidad fue comprada. Tuvo su precio.

 

 

Esto revela el tamaño de manos de peludos dedos largos que ostenta el régimen con sus nuevos aliados. Ello está incitando a que el país se vea aún más cerca del hambre amenazante. Del hambre que busca convertir al país en una comunidad de desesperados, y angustiados, de humillados y resignados.

 

 

El actual régimen político venezolano se preparó bastante bien para retorcer las fuerzas políticas y ponerlas a favor de sus conveniencias e intereses. Es pura motricidad fina lo que desarrolló el régimen y su coalición para desmontar las disposiciones constitucionales. Adiestró sus “velludos y puntiagudos dedos”, para así alisar y adaptar en función de sus necesidades, un molde diseñado de politiqueros viciados, sometidos y corruptos, necesarios y suficientes, obtenidos de la pasta de papel maché. De esa forma, se garantiza un ejercicio político acoplado a sus vulgares apetencias.

 

 

Entonces, vale preguntar. ¿De cuál alarde de patriotas o demócratas, estos personajes de pacotilla basan sus pronunciamientos de libertad y democracia? Cuando se sabe que ello constituye lugar para marrulleros, socarrones y chapuceros, torturadores, francotiradores y politiqueros de oficio. O acaso estos personajes de mala sangre, de doble o triple cara, están ingenua o francamente ¿jugando con candela?

 

 

Antonio José Monagas

 

 

 

 

 

Espectativas truncadas

Posted on: diciembre 30th, 2022 by Super Confirmado No Comments

 

 

El caso Venezuela es patético. El juego económico, por ahora, está trancado. Y sin que el pesimismo haga lo suyo, la realidad es agorera

 

 

Mientras siga desconociéndose el alcance de la economía como razón de vida social y política, incluso histórica, el desarrollo de las naciones será un nudo bastante difícil de desatar.

 

 

Es tal su importancia y papel regulador del crecimiento nacional, que se habla del homo economicus (concepto utilizado en la escuela neoclásica de economía para modelizar el comportamiento humano). La caracterización da cuenta que la vida del ser humano al margen de la economía sería como vivir sin la capacidad necesaria para discernir entre una amenaza, entendida como inminente peligro para la subsistencia humana, y el resguardo visto como el bastidor capaz de contener cualquier peligro que se precipite contra la humanidad. La misma importancia, recae sobre el homo politicus en el respectivo contexto.

 

 

Así como hay razones que suponen el desarrollo económico, igualmente existen causas que actúan como elementos de riesgo. Con la fuerza suficiente para provocar la contingencia capaz de desgraciar la vida del hombre en sociedad. Sin embargo, no es secreto que la vida está atestada de esas causas que, por importunas y atosigantes, tienden a desfigurar todo ideario que pretenda alcanzar la estabilidad y afianzamiento del ser humano en términos de sus necesidades de crecimiento y progreso.

 

 

Así que todo fracaso del sistema político que haya invocado la prosperidad y el bienestar de la sociedad como principio político y jurídico a reivindicar, afecta directamente el equilibrio del sistema económico correspondiente. Esta situación genera serios problemas que, indiscutiblemente, trastornan toda posibilidad de ordenar y acelerar la economía de una nación.

 

 

El caso Venezuela

 

El caso Venezuela es patético. El juego económico, por ahora, está trancado. Y sin que el pesimismo haga lo suyo, la realidad es agorera. Y así podrían continuar, de mantenerse la obstinación que caracteriza al régimen dado su hermetismo y coerción en lo económico, particularmente.

 

 

Este microanálisis no podía haber comenzado describiendo otra situación que no fuera la que ha venido observándose. A pesar de los cambios, por demás menguados, que se han procurado sin que algún resultado consistente haya podido advertirse.

 

 

La transferencia de la culpa entre actores de la economía ha sido una razón para aludir al problema que pende sobre el panorama económico que proyecta 2023. Aun cuando las promesas de revertir las dificultades que engorronan la dinámica económica, numerosas han sido las promesas que apuestan a saldar las causales de la susodicha crisis que pesa sobre el país. Pero las realidades repiten los mismos escenarios lúgubres por donde sean considerados.

 

 

Las expectativas en torno a la recuperación económica de Venezuela se han caído tan vertiginosamente como la política comienza a trastabillar en su pesado recorrido por los intersticios que quedan abiertos de tiempos anteriores.

 

 

Podría decirse que algunos esfuerzos en dicho sentido pudieran mostrar algún resultado. Aunque podrían ser efímeros a consecuencia del manejo improvisado de las decisiones tomadas sin la debida elaboración de las mismas.

 

 

Si algo ha confundido expectativas aducidas equivocadamente, con base en ilusas cuentas e inventadas proyecciones, ha sido la dinámica de consumo. Un consumo cuya movilidad se ha establecido sobre el cimiento del dólar. Y ahí está la razón del bamboleo que padece la economía nacional: muchos análisis no terminan de precisar las causas de tales fluctuaciones. Estas, afincadas en burdas declaraciones vacías de contenido. Además, politizadas.

 

 

El problema de la inflación

 

La inflación se desboca en su carrera por situarse en una ecuánime posición. No obstante, al desmandarse desarregla su visión u horizonte trazado. Termina excediendo el recorrido perturbando todo a su paso.

 

 

Las instituciones públicas se ven envueltas en los problemas que la inflación acarrea. Y esa posibilidad no ha dejado de rozar la economía en su proceso de reacomodo de los factores de producción. El empleo, los salarios y las pensiones se desploman ante el asomo de una divisa que obstruye el respeto hacia la moneda constitucionalmente establecida: el bolívar (cualquiera sea su apellido).

 

 

Cualquier esperanza de normalizarse la economía nacional en 2023, podría fungir cual mera ilusión o fantasía propia de promesa de fin de año. Sobre todo, si quien la declara como medida a ser emprendida, apoyada por la movilidad de una economía internacional “boyante y amigable”, poco o ninguna previsión maneja en torno a la incidencia de variables económicas de aleatorio comportamiento. O la adopción de alguna medida coyuntural de política financiera o administrativa que juega al azar su consecución.

 

 

Así que cualquier pronóstico económico apuntado con base en las recurrencias que resiste el país político y económico, corre el riesgo de verse imbuido en las circunstancias que atrapan al desarrollo económico y al discurrir político nacional. Factores estos que, en el contexto de las oscilaciones características del régimen político venezolano, constreñido por restricciones foráneas, pudiera desbalancearse del punto de equilibrio determinado a instancia de esperanzas, necesidades, formalidades y exigencias.

 

 

Podría pensarse nuevamente que el país volvería a verse sumido en un cuadro de imprecisiones solo capaz de ser superadas por consistencias de todo tenor. Lo contrario, sería situarse ante un escenario de expectativas truncadas.

 

Antonio José Monagas

@ajmonagas

 

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de Confirmado.com.ve

La más acertada inversión

Posted on: noviembre 27th, 2022 by Super Confirmado No Comments

Estas líneas no buscan referir el deporte como literalmente lo define el Diccionario de la Lengua Española: «1) Actividad física, ejercida como juego o competición, cuya práctica supone un entrenamiento y sujeción a normas. 2) Recreación pasatiempo, placer, diversión o ejercicio físico, por lo común al aire libre».

 

 

El deporte es mucho más, en el contexto de la dinámica que moviliza al mundo actual. Trasciende de tan estrecha acepción. En la Antigua Grecia -varios siglos a.d.C.- el deporte abarcaba un sentido antropocéntrico. Tanto así, que se comprendía como el fundamento social y político que justifica la pluralidad humana. Y justamente, es la razón para argumentar la significación del deporte. Sobre todo, como filosofía de vida.

 

 

El deporte debe entenderse no sólo como una actividad física, básicamente de carácter competitivo, sino como la razón que motiva la voluntad para cerrar la brecha entre lo posible y lo imposible. Por eso se reconoce diferente del juego.

 

 

Por otra parte, debe saberse que la praxis deportiva compromete la participación. Y tan magno valor, hace ver la libertad como la capacidad del ser humano para perseguir sus ideales. Inclusive, hasta el último pensamiento. Aunque se halle escondido entre los postulados finales de su ideología. Con seguridad, logrará allanar los propósitos implícitos en su realización.

 

 

Por eso el deporte debe considerarse la ruta más expedita para inducir en el deportista los mismos derechos políticos y civiles de otros. El deporte constituye la mejor oportunidad para alcanzar la libertad que lleva al hombre a verse completamente integrado a la naturaleza social, ciudadana y política. Tan cierto es, que su esencia constituyó la razón para que filósofos de la Antigua Grecia comprendieran la necesidad de darle forma, sentido y argumentación procedimental a la democracia como sistema político.

 

 

De manera que no hay duda para reconocer el deporte como la mejor forma para avivar la satisfacción de compartir el espacio donde se cimienta la pluralidad de los hombres. Siempre y cuando la pluralidad se comprenda como una creación de la necesidad que ellos mismos reconocen como fundamento de vida gregaria.

 

 

Justamente, en el fragor de dicha pluralidad humana se plantea la diversidad que caracteriza la capacidad física para enfrentar el desafío de la competencia. Y es en la esencia de tal diversidad de anhelos y necesidades que induce el deporte, donde cada individuo alcanza el máximo ejercicio de su libertad.

 

 

Es así como la libertad adquiere razón para encauzar la naturaleza y carácter del deporte. En la medida que su praxis potencie virtudes tan hondas como la energía, la audacia y la paciencia, es posible convencerse de que el deporte forma parte de las fuerzas unificadoras de la humanidad. Precisamente, por el solidario conocimiento y entendimiento que provoca entre hombres de diversas condiciones, razas y culturas.

 

 

Es precisamente, lo que compromete la deportividad. El propio reto que se traza cada deportista, constituye la mejor demostración de que cuando quiere lograrse una meta, un objetivo, un propósito, el deporte se convierte en el mejor guion o instrumento para entender que la meta no es la línea de sentencia que indica la finalización de la competencia. Sino la que cada quien traza. Pues lo que nunca podrá olvidarse, es la satisfacción de haber vencido el desafío que el deporte incitó. Por eso, el deporte es la manera más atrevida para demostrar -en todos los sentidos- que en la vida es la más acertada inversión.

 

 

Antonio José Monagas

La inspiradora historia de MamaDulce,

Posted on: octubre 16th, 2022 by Maria Andrea No Comments

 

 

MamaDulce (QEPD) fue la querida docente que supo inculcar durante 35 años valores de respeto, solidaridad, amor y entereza a los niños en el Kínder Tío Conejo, en Mérida

 

In memoriam de MamaDulce, mi adorada madre

 

 

El universo es un vivero de imágenes y símbolos que inspiran actitudes y creencias. Y también motiva historias de esperanzas. Es una razón para pensar cómo la vida se torna fascinante y al mismo tiempo tan perfecta. Así se concibe como todo un aprendizaje. Aunque sus lecciones no siempre sean bien entendidas, la vida es un perpetuo movimiento cuyo vaivén incita a valorar el camino que cada persona va recorriendo en aras de sus anhelos.

 

 

Quizás por eso ha llegado a decirse que hay historias de vida únicas e irrepetibles. Aun cuando muchas puedan semejarse, hay historias sugerentes, emocionantes y que difieren en el fondo. Y hay historias inspiradoras, que aleccionan. Sobre todo, cuando su testimonio vital se convierte en ejercicio espiritual y ejemplo de vida. Es exactamente la historia que describe la vida de MamaDulce.

 

 

Referir ¿quién fue “MamaDulce”? es un desafío a ser afrontado en la brevedad de este espacio. De comienzo, cabe decir que recibió el nombre de Dulce María Uzcátegui quien nació el 10 de septiembre de 1928 en la agraciada y bucólica población del páramo merideño: Timotes. Desde entonces tuvo una vida colmada de amor y arte.

 

 

MamaDulce, amor, arte y docencia

 

Arte, pues así entendió su formación de educadora que la preparó para potenciar en sus alumnos, casi siempre de edad preescolar, la capacidad de pensar. Siempre mostraba la seguridad del maestro convencido del poder de la educación para modelar, en la etapa escolar, a la ciudadanía democrática como energía inspiradora de moral, luces y conciencia.

 

 

Amor, pues fue la manera de expresar lo que conjuga tan hermoso sentimiento. Bien supo ella conjugar los valores de la amistad, la tolerancia, la constancia y la probidad en la actitud de sus niños.

 

De modo que convertía sus clases en jornadas de honestidad, unión y conocimiento, valores que juntaba para infundirle armonía a la mirada que del mundo hace el ser humano desde que comienza a comprender las bondades y enredos de la vida. Asimismo, en su condición de madre.

 

 

MamaDulce percibió la vida como un afluente lleno de posibilidades que aprovechó para hacer de cada oportunidad una realidad que bien tradujo en su accionar diario. También, en cada uno de sus “sueños de tela” como fueron así llamadas por el eximio maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa en la oportunidad de exhibir, ante el público nacional, sus trabajos de telas. Sus telas eran dibujadas por retazos de fieltro a los cuales dio vida al convertirlos en personajes característicos de un lugar, momento, evento, condición o situación geográfica.

 

 

Sus “sueños de tela”, plasmados de colores, siluetas y alegorías, colmaron incontables paredes de las casas de sus hijos, amigos y familiares. Así, en las mismas, se ha mantenido viva la alegría que le inducían sus dedos ayudados de hilos de distintos matices y agujas de diferentes proporciones para crear lo que su amor y su arte le inspiraban.

 

 

La maestra más querida

 

MamaDulce fue una merideña que enseñó con la nobleza de mujer entregada a la educación, que entendió y enseñó la correspondencia entre el hacer y el querer. Así, se entregó en ejemplo a la ciudad que le conoció y reconoció como la primera maestra de tantos hombres y mujeres que hoy valoran su labor como conductora y formadora de generaciones de profesionales capaces de crecer y progresar por esfuerzo propio.

 

 

Tanta verdad hay en la magia que derrochaba en cada conversación, que su apodo lo ganó en la dedicación que brindó como madre de ocho hijos. Que expuso en el magisterio como líder de maestros. Y representó en sus telas hechos y personajes retratados con trazos de hilo y retazos de diminuto tamaño. Sus principios familiares la consagraron como compañera de vida de quien fuera su esposo, José Miguel Monagas (+), combativo venezolano igualmente entregado a la docencia y hombre enamorado de la perseverancia de esta maestra de vida.

 

 

Estas, y otras tantas virtudes, la consagraron como la querida docente que bien supo inculcar valores de respeto, solidaridad, amor y entereza a los niños que fueron sus alumnos en el Kínder Tío Conejo. Durante más de treinta y cinco años formó más de mil preescolares.

 

 

“En el Kínder Tío Conejo / aprendemos cosas lindas / y nos guía MamaDulce / hacia el patrio porvenir / Jugamos… tralá… / Cantamos… tralá… / y unidos a un mundo mejor”. Era la canción que los niños entonaban a diario cada mañana de la mano dulce de “MamaDulce”.

 

 

Repasar las infinitas acciones que ella emprendía, no solo es una forma de valorar su alma y corazón de abnegada docente. Sino, también, de valorar su ejemplo en tanto que es digno de ser comprendido como quien supo dar cuenta de que el espíritu de la educación es el conocimiento de los valores trascendentales del ser humano.

 

 

Valgan estas líneas para honrar en la eternidad el recuerdo de MamaDulce. De igual manera, para invitar a que estas palabras, asentidas gracias este medio de comunicación, se vean como fuente primigenia para seguir ahondando en su inspiradora historia. QEPD.

 

 

Antonio José Monagas

@ajmonagas

Del esbirro que salió del revoltijo político-dictatorial

Posted on: septiembre 17th, 2022 by Maria Andrea No Comments

 

 

Referir la palabra “esbirro”, exige indagar el tejido político. El repulsivo término se afinca en la naturaleza del totalitarismo. Junta razones políticas de la más indecente calaña, con disposiciones de fuerza.

 

 

El hecho de contar con sinónimos como “policía, represor, secuaz, seguidor, sicario y torturador”, según el Diccionario Panhispánico de la Real Academia Española, revela el carácter de su etimología. El DRAE asienta que el significado de “la persona que ejecuta las órdenes de otra o de una autoridad, si para ello debe emplear la violencia”.

 

 

Para ahondar la materialización del término por estas tierras, quizá luzca pertinente la revisión de la teoría sociológica del “gendarme necesario”, expuesta por el asesor principal del gobierno del general Juan Vicente Gómez, quien condujo a Venezuela durante las tres primeras décadas del siglo XX. Fue el general Gómez quien hizo que Venezuela se administrara bajo la sombra de la tiranía.

 

 

Durante su gobierno el término “esbirro” le fue endilgado a funcionarios de la seguridad política cuyas actuaciones comportaban la violencia que mejor habla del torturador, del represor, del policía intransigente e injusto.

 

 

El esbirro como hijo del militarismo

 

El militarismo consiguió en el “caudillismo” el aliado que mejor justificaba la imposición de la fuerza como recurso de gobierno para “civilizar la población”. Este “militarismo” se convirtió en razón que cuadraba con la necesidad de “ordenar” la sociedad.

 

 

Fue así como el “militarismo” adquirió fuerza política. Así, logró cambiar intenciones de crecimiento económico con el apoyo de una estructura cívico-policial donde la figura del “esbirro” no podía faltar. Con ello mantendría a raya todo factor disidente que pusiera en riesgo la estabilidad del régimen tiránico.

 

 

En el plano político, el “militarismo” hegemónico, visto en el curso de la historia política contemporánea, se ha arrogado atribuciones al voleo. Así le ha restado importancia a la institucionalidad sobre la cual descansa el ordenamiento jurídico que sirve de fundamento al discurrir de la sociedad.

 

 

¿Cómo se afianzó el concepto de esbirro?

 

Acá tiende a fortalecerse el concepto de “esbirro”. Su aparición se ha valido de estructuras gubernamentales que, en su oficio, buscaron afianzar el totalitarismo como sistema político. De ahí que someter la sociedad bajo la fuerza de este personaje significaba instaurar un régimen político suficientemente opresivo para sembrar el terror y consolidar el poder.

 

 

Por eso el sistema político actual, en contrario con postulados que exaltan libertades y derechos humanos, actúa apegado a esquemas dictatoriales con un barniz de postulados democráticos.

 

 

En aras pues de dominar circunstancias generadas por la barbarie, el caos y la anarquía, había que aducir alguna figura de poder que calzara con la necesidad de sofocar la disidencia a realidades convulsivas. Había que pensar en quién podría ejercer la autoridad dictatorial, en representación del régimen político. Fue entonces cuando adquirió razón la figura del esbirro quien, en el contexto del autoritarismo tiránico, fue el personaje que fungía como el “hombre fuerte” sin que sus acciones tuvieran mayor repercusión. Era la figura que se corresponde con las intenciones perversas del totalitarismo en curso.

 

 

La impunidad, su plataforma

 

La impunidad de la cual se ha valido el régimen autoritario para imponer su fuerza facilita la acción de este personaje siniestro. Y que indistintamente de lucir un uniforme y actuar a nombre de la autoridad, o vestido de paisano, garantiza los intereses políticos del autoritarismo.

 

 

Además, su labor es infiltrada por el odio. A decir de algunos postulados reivindicados por líderes totalitarios, el odio es un “factor de lucha”. Como recurso sociológico, permite forzar acciones políticas dirigidas a anular al adversario. El esbirro, entonces, busca actuar contra toda manifestación que atente contra la ideología y praxis política sobre la cual descansa el discurrir dictatorial.

 

 

La necesidad de echar mano de la represión obliga a las dictaduras a dotarse de artilugios de movilidad y de fuerza (vehículos y armas) que facilitan la labor opresora de sus esbirros. Esto ha hecho que organismos policiales y militares avalen el indigno trabajo del torturador en su condición de verdugo, sicario, mercenario o servil del autoritarismo hegemónico y tiránico.

 

 

El esbirro se adapta a las coyunturas sociales y políticas. En consecuencia, las organizaciones de seguridad “política” de los regímenes autoritarios cambian sus fachadas a conveniencia del régimen y su dominio absoluto. Detrás de tanta indecencia, aparece camuflada la figura de esos personajes. O sea, del “esbirro” que salió del revoltijo político-dictatorial.

 

 

Antonio José Monagas

@ajmonagas

 

 

 Opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de Confirmado.com.ve

La roncha que incomoda a la dictadura nicaragüense

Posted on: agosto 31st, 2022 by Maria Andrea No Comments

 

 

El descomunal cambio político que ha venido ocurriendo a nivel del planeta entero, pareciera escapar a los criterios convencionales. Estos cambios vienen desde realidades donde el ejercicio de la política no rindió sus mejores expectativas, hasta serios problemas de ideologías tradicionales que se impusieron mediante paradigmas constructivistas.

 

 

El conmovedor caso de Nicaragua

 

El caso de Nicaragua es un ejemplo sobre estos cambios políticos, donde la Iglesia Católica se ha visto seriamente afectada. De ahí que resulta absurdo que siendo un país con una Constitución -sancionada en 1986, con reforma en 2014- que resalta los valores cristianos y ampara los derechos de los ciudadanos, se acuse a la Iglesia Católica de apoyar la rebelión ciudadana iniciada en abril de 2018, y se cometan arbitrariedades como ha sido el arresto del obispo de la Diócesis de Matagalpa, monseñor Rolando José Álvarez Lagos.

 

 

Ahora bien, si la grave situación que padece la Iglesia Católica en Nicaragua se atiene a los preceptos constitucionales, será natural pensar que por esa ruta no se hallará la causa de las dificultades que la tienen asolada. Sin embargo, la razón apunta a otra dirección y podría estar relacionada con lo duro que pega el hecho de aceptar, reconocer y comprender que el cristianismo es la historia de la libertad humana. Sobre todo, a un grosero autoritarismo hegemónico, como el nicaragüense.

 

 

Admitir tan magna verdad, golpea las bases falsarias sobre las cuales el régimen nicaragüense ha pretendido construir sus argumentos revolucionarios. Cuando ha presumido haber entendido que la “revolución” en la que apoya sus ejecutorias de hambre y muerte, apenas es una rosca que al girar buscando atornillarse acrecienta la pobreza. Instaura la ignorancia como modelo de vida socialista. Y convierte la desgracia en terreno donde se articulan las humillaciones, adulaciones y la sumisión que exige el manejo desvergonzado e inmoral del régimen sandinista.

 

 

En fin, todo lo que resiste la Iglesia Católica nicaragüense es infundido por causas tan desnudas como las que son propias de la actitud de la dictadura nicaragüense. Particularmente, al considerar el catolicismo como férreo enemigo ante todo lo que puede motivar el fin del radicalismo hegemónico.

 

 

El cristianismo ha demostrado ser la esencia de la democracia y tan meridiana verdad, ha importunado al régimen nicaragüense. De ahí se ha arrogado la impúdica decisión de desolar a la Iglesia Católica nicaragüense. Así podría concluirse reconociendo que la libertad cristiana asumida por la Iglesia Católica, es la “roncha” que incomoda a la dictadura nicaragüense.

 

El texto constitucional nicaragüense resalta en su artículo 5 que “los valores cristianos aseguran el amor al prójimo, la reconciliación entre hermanos de la familia nicaragüense, el respeto a la diversidad individual sin discriminación alguna (…)” (texto ajustado a instancia de Ley 854)

 

Entre los “derechos, deberes y garantías del pueblo nicaragüense”, que expone la Constitución, el artículo 27 establece que “todas las personas son iguales ante la ley y tienen derecho a igual protección. No habrá discriminación por motivos de (…) credo político, religión, opinión (…)”.

 

 

Por otro lado, el artículo 29 dictamina que “toda persona tiene derecho a la libertad de conciencia, de pensamiento y de profesar o no una religión. Nadie puede ser objeto de medidas coercitivas que puedan menoscabar estos derechos (…)”.

 

 

El artículo 36 constitucional, refiere que “toda persona tiene derecho a que se respete su integridad física, psíquica y moral. Nadie será sometido a torturas, procedimientos, penas ni tratos crueles, inhumanos o degradantes. La violación de este derecho constituye un delito y será penado por la ley”.

 

 

El artículo 46 constitucional reza que “en el territorio nacional, toda persona goza de la protección estatal y del reconocimiento de los derechos inherentes a la persona humana, del irrestricto respeto, promoción y protección de los derechos humanos (…)”.

 

 

Asimismo, el artículo 68, reformado, destaca que “los medios de comunicación públicos, corporativos y privados, no podrán ser objeto de censura previa. En ningún caso podrán decomisarse (…) ni cualquier otro medio destinado a la difusión del pensamiento”.

 

 

Del mismo modo, el artículo 69 invoca que “toda persona, individual o colectivamente, tiene derecho a manifestar sus creencias religiosas en privado o en público, mediante el culto, las prácticas y su enseñanza”.

 

 

Antonio José Monagas

Mérida, ¿ciudad de retos?

Posted on: agosto 8th, 2022 by Periodista dista No Comments

 

 

Esta disertación debe iniciarse con lo que cabe bajo el concepto de “reto”. La tan manoseada palabra reúne distintas acepciones cuyos significados apuntan a contextos no siempre semejantes. No es lo mismo asumir el reto ante un propósito, que frente a una realidad.

 

 

Hablar de retos implica consideraciones de razón filosófica y reflexiva, entre otras consideraciones. Políticamente hablando, la acepción de “reto” se torna ambigua. Tanto, que permite interpretaciones tan planas que no dan para mucho. O para nada.

 

 

Constituye un modo de alargar el compás de silencio, de inacción o cesantía que acostumbra practicarse toda vez que el ejercicio de la política compromete capacidades y recursos muchas veces ficticios. Particularmente, cuando el “reto” roza el fracaso. En el fondo, “reto” y “fracaso” son tramas de las mismas circunstancias.

 

 

Y ahí, precisamente, está la esencia del problema, que se complica cuando al término “reto” se le añade el término “ciudad”. Entonces se habla de “ciudad de retos”. Y acá vale preguntarse: ¿De cuáles retos se habla? ¿Desde qué tipo de ciudad?

 

 

Frases falsas que cautivan

 

En el contexto politiquero, embadurnado del más chabacano populismo, la frase “ciudad de retos” cautiva y pudiera hacerse de un cierto número de seguidores. El caso al que nos referimos compromete a Mérida. Una ciudad gobernada por militantes del partido del régimen venezolano que, en esencia, desconocen. ¿La ven como ciudad caracterizada por su inclinación cultural, turística, ambiental, universitaria, histórica, conservacionista, geográfica, económica o social?

 

 

Así que ¿de cuáles retos hablan? Esta pregunta, habrá que responderla viendo a Mérida desde la óptica de los problemas que la asolan. Así podría calificarse como una ciudad desintegrada cuyos habitantes tienen poca comprensión de lo que cabe bajo el concepto de “ciudadanía”.

 

 

Bajo prejuicios políticos, sociales y económicos, es una sociedad de excluidos entre los individuos y grupos que cohabitan en ella. En virtud de ello, resulta difícil adelantar cualquier propósito que redunde en beneficio de la “convivencia en la ciudad”. Entre la politiquería se pierde la posibilidad de convivir bajo hábitos propios de la merideñidad.

 

 

Mérida, ciudad de retos… ¿cómo así?

 

En términos de lo que busca exaltar la frase “Mérida: ciudad de retos”, no todo calza con las expectativas y necesidades que cunden en el territorio citadino. Hay razones que obstruyen cualquier propósito pronunciado con afán político-electoral. O sea, disfrazado de democrático pero que en su interior encubre intenciones populista-demagógicas.

 

 

El gobierno de la ciudad es inaccesible para el común de sus habitantes. A pesar de los extravagantes colores que han manchado las fachadas de algunos edificios públicos, la autoridad sigue ejerciéndose con base en criterios excluyentes. Particularmente, al preferir a quienes demuestran actitudes manipuladas por líneas políticas del oficialismo. O porque celebran ilusamente toda declaración de personeros del régimen y sus ejecutorias.

 

 

Debe notarse que la ciudad padece de problemas relacionados con la conducta desordenada de individuos que creen ser el “hombre nuevo”, propio de la propaganda del “socialismo del siglo XXI”. Por consiguiente, la “anomia” o desorganización social que resulta de la incongruencia de normas sociales es advertida por doquier.

 

 

¿Dónde quedan las necesidades?

 

¿Cuáles son los retos que estima el régimen municipal merideño? Si de retos se trata, primeramente los mismos deben categorizarse. Por eso, debe entenderse que cualquier objetivo por lograr no es un reto en su exacta acepción. Los “retos” presumidos por el régimen municipal podrían ser anhelos trazados con el mero interés politiquero de atornillarse al poder.

 

 

De hecho, lo que el régimen municipal ha denominado sin mayor justificación “Mérida, ciudad de retos” nada o poco tendría relación con las necesidades de la gente, de las cuales el régimen regional y municipal no dicen nada. No es más que lograr una ciudad cuyos habitantes puedan disfrutar una merecida calidad de vida. Aquí algunas de los retos apremiantes:

 

 

Coadyuvar, por ejemplo, con el restablecimiento de la Universidad de Los Andes a fin de que se reposicione a partir de lo que su visión académico, organizacional y funcional representa.

 

Una ciudad cubierta de módems que garanticen la cobertura de internet en toda la extensión urbana. Y se compadezca de las exigencias de la virtualidad que demanda la educación y la información en línea.

 

Una urbe donde ningún interés político divida. Sino por lo contrario, multiplique. Y ello requiere de centros de formación moral y cívica ubicados por toda la ciudad.

 

Acentuar los proyectos que se planteen una ciudad bucólica y de sosiego que invite al relax y al disfrute de su geografía.

 

Una municipalidad que preste el debido acompañamiento al transporte público el cual debería prestar la atención que cada usuario merideño merece.
Que cuente con centros públicos que busquen dignificar al ciudadano mediante programas de construcción de ciudadanía y emprendimiento.
Una ciudad con una Policía formada para corresponderse diligentemente con la seguridad del merideño.

 

Construir plazas con bancos que inviten a conversar, a leer, a disfrutar del entorno.

 

Recrear el camino de los españoles que le brindaron a la ciudad un aire educativo, espiritual, agricultor en los siglos XVI y XVII. Ese camino que subía por un ala de la Cuesta de Belén.

 

Estos serían algunos de los retos que -en verdad- podrían caracterizar a Mérida en su esplendor, crecimiento y desarrollo. O a menos que esos “retos” que presumen comprender a Mérida cuando quiere señalársele como “ciudad de retos”, sean los que el diccionario de la Real Academia Española indica entre las acepciones de “reto”: “acción de amenazar”; incluso “reprimenda, regaño”.

 

 

De entenderse ser así la situación-compromiso, Mérida bien encajaría con la idea que compromete su realidad. Así no cabría duda alguna de llamarse “ciudad de retos”. O acaso sigue dudándose del calificativo que populistamente se le ha endilgado con aquello de Mérida, ¿ciudad de retos?

 

 

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de Confirmado.com.ve

 

Antonio José Monagas

@ajmonagas