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Una trampa llamada “ley”

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Una trampa llamada “ley”

 

La inhabilitación de María Corina Machado para postularse a cargos de elección popular por un plazo de quince años, decisión asumida por el régimen opresor venezolano y encauzada por la repudiada Contraloría General de la República, es una soez afrenta al ejercicio de la política que exalta la pluralidad humana. Esta, entendida como el espacio que legitima la libertad y el derecho del ser humano para expresarse ante la comunidad a la cual circunscribe las capacidades y potencialidades mediante su participación.

 

 

Cualquier explicación que busque comprender los problemas en que incurre un régimen político para tomar la decisión de inhabilitar a alguien, obliga a mirar la historia política. Asimismo, conocer la Constitución de la República tanto como leyes fundamentales del ordenamiento jurídico nacional.

 

 

Esta disertación lo hace en el contexto que refiere el caso de la inhabilitación que recae en la humanidad de la señora Machado. Más, porque ciertos hechos referidos por la historia venezolana se repiten. Así podría pensarse, tal como lo infirió el político alemán Konrad Adenauer cuando refirió que: “la historia es la suma total de todas aquellas cosas que hubieran podido evitarse”.

 

 

La dinámica social juega a enrarecer las lecciones de la historia. La visión presurosa del pretérito tiende a desfigurar la razón que fundamenta el presente. Es lo que induce a aceptar que todo evento pasado revisado desde la perspectiva actual, contiene un significado político. Sobre todo, cuando al historiar dicha dinámica, deja ver que ello representa un acto político.

 

 

Entonces, ¿por qué desdeñar la importancia de la historia política nacional toda vez que en sus líneas se hallan argumentos que permiten comprender que los eventos  que podrían haberse evitado, igual podrían servir de rotundas lecciones. E impedir repetirlos.

 

 

Aprender de una histórica caída

 

 

Indagar la historia venezolana en lo que fue la caída de la Primera República, incluso los hechos posteriores, permite extraer de los infortunados eventos razones que manifiestan injusticias cometidas en nombre de justificados ideales. El estudio de la historia, debe enfocar los errores cometidos. Así, su reinterpretación podría servir de puntal para reescribir la justa historia política. Y así fundamentar el Estado democrático y social de Derecho, de equidad, de pluralidad y de Justicia, anhelado.

 

 

La Primera Republica que subsistió entre el 19 de abril de 1810 y el 30 de julio de 1812, apenas dos años, pretendió consolidarse enarbolando los derechos imperiales del monarca español Fernando VII. Para ello, se elaboró un programa de interesantes decisiones políticas.

 

 

Sin embargo, el embrollo que forjó la rápida caída de dicha República fue la confusión en la tarea política de aquellos republicanos, quienes creyeron contar con el poder suficiente para lograr la independencia absoluta de Venezuela. Así se encendió el polvorín político que desató conflicto tras conflicto. La crisis provocada, arrasó con la acariciada idea de independizar a Venezuela del yugo que la asediaba.

 

 

De nada valió la creación de movimientos políticos inspirados en hechos foráneos alcanzados. Los mismos, extendidos por todo el territorio, se apegaron a ideales que no se concretaron por causa de la encubierta intercesión que a manera de apoyo, brindaba el Rey de España. Crasa contradicción. No obstante, esos movimientos “revolucionarios” armados de valiosas ideas, se derruyeron tan pronto como España autorizó embates militares que comenzaron a reducir la resistencia patriótica.

 

 

Podría decirse que la caída de esa República fue incitada por el saboteo intencionado a los emprendimientos políticos perfilados en pos de la independencia de Venezuela. Además del terremoto de Marzo de 1812, la República entró en una etapa de colapso inmediato.

 

 

A manera de parangón

 

 

Este breve análisis, podría fundamentar la comparación entre aquellos eventos, y los que hoy protagonizan la crisis incitada por el improvisado y errado ejercicio de la política nominada como “socialismo  del siglo XXI”.

 

 

Sin duda que la declinación que pandeó la entonces estructura republicana, cuyo horizonte esbozaba la independencia de Venezuela, puede proyectarse al presente.

 

 

Específicamente, la ilegal inhabilitación por inconstitucional y atentatoria de los DD.HH. de María Corina Machado, remite a hechos que la historia política retrató en el marco de la injusticia, el odio, el egoísmo, la envidia y la arbitrariedad vividas a la caída del Primera República.

 

 

Aquellos hechos son demostrativos de la fractura política que estalló como consecuencia de los mismos problemas que hoy siguen devastando la política. Sólo que entonces, eran injustas decisiones. Aunque procesadas posterior a los hechos.

 

 

Igual que ayer, los problemas provienen de un pluralismo extraviado. De una realidad vacía de solidaridad y de la noción de pluralidad humana. Sin mayor moralidad ni ética. El ejercicio de la política, sigue dándose amarrado a la ignorancia, al oprobio y la impudicia. Quizás, actualmente se suscitan hechos peores pues el miedo a la defenestración, incita decisiones “a priori”. Es el caso de la inhabilitación en perjuicio de los derechos políticos de la líder María Corina Machado y de otros tantos venezolanos.

 

 

Es porque el ejercicio de la política ha estado en manos de sectarios. De individuos incapaces de actuar desde la razón: Aunque subyugados por el miedo a despeñarse. Sin exacto conocimiento del ordenamiento jurídico. Ignoran que las inhabilitaciones políticas, no tienen valor legal alguno. Sobre todo, aquellas pronunciadas al margen del procedimiento correspondiente y sin la audiencia formal tal como lo prescribe la LOPA. Fue el caso de la absurda inhabilitación de la ex diputada Machado.

 

 

En el juego político en que participa el régimen, la alevosía es una constante. Este actor es un jugador tramposo. Le quita la pelota a quien está ganando el partido. Todo indica que, en nombre de la política, hasta lo cotidiano es reacomodado mediante una trampa llamada “ley”.

 

 

Antonio José Monagas

 

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