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Cira Romero: Adios a mi tía, la pionera

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Cira Romero: Adios a mi tía, la pionera

 

 

Al despedir a mi última tía, corresponde evaluar los aprendizajes de familia, y especialmente qué significó ese último eslabón con la generación que nos precedió. Mi última tía, Aura Romero Molero, fue una pionera en la integración de la mujer en el mundo profesional, quien no sólo fue una de las primeras abogadas del país, sino que, congruente con su firme posición de valorar el papel de la mujer en toda sociedad, se especializó en derecho de la mujer y familia.

 

 

 

Hoy nos parece natural, pero no fue así para muestras predecesoras. Mis hermanas suelen decirme “eres igualita a mi tía Aura”, quizás por mi personalidad; pero no es casual que mis dos primas hermanas, sus hijas mujeres, al igual que nosotras las 5 hermanas de nuestro grupo familiar, seamos todas profesionales con post grado, y hayamos ejercido nuestras profesiones. Seguramente el modelaje de la tía siempre estuvo presente,

 

 

En el año 1945, con 23 años, mi tía Aura fue de las primeras cinco mujeres que se graduaron de abogado en Venezuela, obteniendo el reconocimiento “summa cum laude”, a pesar de la abierta hostilidad de muchos profesores quienes al comienzo de cursos le increpaban, qué hacía estudiando derecho que era cosa de hombres. Ella relataba que si le colocaban 18 puntos en alguna materia y no 19 o 20 llegaba llorando a mares a su casa. Mis 4 primos, sus hijos, se han destacado como profesionales brillantes.

 

 

Simultáneamente estudió Historia y Geografía en el Pedagógico, donde conoció a mi tío, Julio Cesar Urbina Higuera, quien también estudiaba en la UCV la carrera de ingeniero y cursaba física y matemáticas en el Pedagógico. La tía terminó ambas carreras, aunque su pasión era el derecho. Soñaba con hacer un doctorado con Luis Jiménez de Asúa, eminencia del derecho republicano español quien emigró a Argentina por el franquismo. La vida no le dio tal oportunidad.

 

 

Se inició profesionalmente como profesora de Historia y Geografía y no como abogado; quizás la condición de mamá y el machismo general, ocasionaban que no existieran ofertas de trabajo para mujeres abogados en ese tiempo. Sin embargo, fue ayudante de primera importancia para Siso Martínez, al escribir su Historia de Venezuela, como texto de bachillerato. Por razones políticas mis tíos y primos estuvieron exilados en Europa (1955-1957), donde mi tío hizo una especialización en suelos en el Politécnico de Milano, y mi tía se dedicó a sus 4 hijos, aunque siempre fue muy mala cocinera.

 

 

En la década de los 60, siguió ejerciendo la docencia. Fue años más tarde cuando por fin pudo incursionar en el mundo de las Leyes. Fue juez (suplente) de menores, pero nunca obtuvo titularidad. En los años 70 comenzó a dar clases de derecho en la Universidad Santa María (en el Paraíso), por aproximadamente 20 años.

 

 

Mantuvo una larga relación profesional con Ramón J. Velazquez asistiéndolo en el Senado de la República y en Comisiones de trabajo que él presidia. Una importante influencia para mi tía fue Marco Aurelio Vila, un geógrafo y abogado catalán exiliado de su tierra natal, luego de la derrota de la República Española y su reemplazo por la dictadura franquista. Vila emigró primero a Colombia y luego a Venezuela, donde tuvo una larga carrera como docente en la UCV y el Pedagógico Nacional, así como profesional de la geografía en la Corporación Venezolana de Fomento (CVF). Mi tía lo admiraba y aprendió mucho de él, quien frecuentaba la casa familiar a principios de los 60.

 

 

(http://wwwivic.gob.ve/micelaneos/memoria/bios/vila_marco_aurelio.htm). Fue muy activa en una organización internacional llamada las Soroptimistas (https://www.soroptimist.org) que se dedica, precisamente, al empoderamiento de mujeres y niñas.

 

 

En un viaje a Santiago de Chile para un Congreso, en agosto de 1973, sucedió el golpe de Pinochet (11/09/73). Con gran valentía, salvó la vida a muchos chilenos consiguiéndoles asilo en la Embajada de Venezuela en Santiago, todavía hoy en el recuerdo de muchos chilenos. La casa de mi tía en Las Palmas constituyó el primer hogar en el exilio para muchos de ellos.

 

 

Siempre fue muy enérgica exigiendo a mis primos usar el apellido Romero (yo soy igualita). Si sólo escribían Urbina les preguntaba ¿usted no tiene madre? Yo digo a los míos ¿a ustedes los trajo la cigüeña? De hecho, yo utilizo los apellidos de mi papá y mi mamá.

 

 

Es el resumen de la vida de una pionera que nos dio el ejemplo de ser ciudadana y profesional, lo cual aspiramos emular muchas venezolanas hoy. Adiós tía y gracias en nombre de las mujeres venezolanas por el sendero que nos abriste.

 

 

 

Cira Romero Barboza

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