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2016, año masacre

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2016, año masacre

 

El término masacre es usado popularmente con bastante frecuencia para referirse a múltiples temas. En Venezuela podríamos hablar de la masacre que viven los enfermos al no encontrar medicinas, la masacre a la dignidad, tiempo y calidad de vida del venezolano obligado a hacer colas para todo, ahora incluso para cambiar en los bancos billetes de 100 bolívares; o podríamos hablar de la masacre económica que sufrimos a diario con la inflación desatada y la devaluación permanente de la moneda o la masacre política, ética y moral que padecemos. Sin embargo, queremos referirnos a “masacre” en el sentido más estricto de la palabra, tal como la define el Diccionario de la Real Academia: Masacre: matanza de personas, por lo general indefensas, producida por ataque armado o causa parecida.”

 

 

 

El año 2016 cerrará casi seguramente como el año más violento de nuestra historia reciente, al superardo la barrera de los 30.000 homicidios cometidos. Esta calificación, lamentablemente se repite año tras año, en el incesante incremento de la violencia criminal y estadal en nuestro país. Parte de ese vergonzoso resultado lo constituye el asesinato simultáneo de varias personas, masacres, que han marcado el año 2016 a lo largo y ancho de nuestrta geografía.

 

 

 

En enero la Policía Nacional Bolivariana, capturó a Rubén Darío Gutiérrez Díaz, de 28 años de edad, autor de la masacre de cuatro ciudadanos ecuatorianos y de herir a otras cinco personas, todas de una misma familia, cuando se originó una disputa por un encendedor en el terminal de autobuses ubicado en la calle Miranda, en El Paraíso. En enero también fueron encontrados ocho cuerpos desmembrados en diferentes sitios en los Valles del Tuy. Todos estos casos parecen relacionarse con choques entre bandas

 

 

 

En febrero. Cuando trataban de localizar a miembros de la banda de “El Picure”, cinco miembros de su banda fueron ultimados por funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana en el barrio Matadero en San juan de los Morros.

 

 

 

En marzo, la desaparición de 28 mineros generó pánico en la población de Tumeremo, municipio Sifontes, en el sur del estado Bolívar. Las autoridades regionales inicialmente negaron los hechos, pero al intervenir los medios de comunicación, fiscales del Ministerio Público y la Defensoría del Pueblo confirmaron la desaparición al menos de 16 personas. También fueron encontrados en una fosa común los cuerpos de 17 mineros acribillados a tiros y se ordenó la detención de Jamilton Andrés Ulloa Suárez, alias “El Topo”, señalado de liderar la banda delictiva autora de la masacre. También en el mes de marzo se originó una situación irregular y confusa en el Centro Penitenciario David Viloria, conocido popularmente como Uribana, en Barquisimeto, con el estallido de una granada y una reyerta, que causó cuatro muertos y varios heridos. Y también en marzo ocurrieron más de 10 muertos en enfrentamientos a tiros y con granadas entre bandas en El Valle, en Caracas.

 

 

 

En abril, en las márgenes del río Tuy, cerca de Ocumare, se consiguieron los cadáveres de ocho hombres ultimados con armas de fuego. Una novena persona del mismo tiroteo falleció en un hospital de la zona. Las primeras investigaciones señalan un enfrentamiento o ejecución por ajuste de cuentas entre bandas. También en abril, cuatro miembros de la banda “Los Madrugadores” intentaron secuestrar a un hombre que llegaba al edificio Puerta del Este en Colinas de Bello Monte. Un vecino que presenció el hecho dio la alarma. Los secuestradores intentaron escapar, pero fueron impedidos por una comisión del Cicpc, se originó un enfrentamiento y cayeron ultimados.

 

 

 

El 3 de mayo José Antonio Tovar Colina, alias “El Picure”, de 27 años de edad, el delincuente más buscado en Venezuela, cayó en el sector Corocito, cerca del barrio Bicentenario en El Sombrero, estado Guárico, zona en la que su banda se creó, creció y se hizo fuerte. En el procedimiento policial cayeron muertas otras siete personas, entre ellas dos hombres, que aparentemente nada tenían que ver con la banda delictiva y que residían en una de las viviendas por las que el “El Picure” pasó en su intento de escapar del cerco policial. También en mayo un enfrentamiento a tiros entre delincuentes causó 11 fallecidos, entre ellos 3 menores, en el caserío Caño Muerto, parroquia Santa Isabel, Motatán, en el estado Trujillo. La mayoría de los muertos pertenecía a la banda “Los Cascaras”. Unos días después, 4 adolescentes, de entre 13 y 16 años de edad fueron ultimados en el estado Guárico, al enfrentar una comisión policial.

 

 

En junio ocurrió una batalla campal por aproximadamente 12 horas en el barrio Ciudad Urdaneta, Lagunillas, cuando varios delincuentes, pertenecientes a la banda de “El Chicle Pacheco”, hicieron resistencia a aproxiamdamente 100 funcionarios que rodearon la vivienda en la que se ocultaban. El saldo final fue de 8 presuntos delincuentes muertos, entre ellos una mujer, así como un funcionario de la Policía Motorizada de Lagunillas, y 8 funcionarios fueron heridos. Para poner fin a la tensa situación, la Guardia Nacional Bolivariana tuvo que utilizar una tanqueta para penetrar la vivienda.

 

 

 

En apenas 6 días del mes de agosto ocurrieron tres masacres en diferentes sitios del país que les costaron la vida a 16 personas. La primera ocurrió en el poblado costero de San Esteban, entre los estados Vargas y Aragua, cuando 5 hombres fueron sacados de sus casas, llevados a un sitio apartado y ejecutados. La segunda, en el Barrio Los 70, en Caracas, cuando una banda criminal asesinó a 6 rivales en las escaleras que dan hacia la calle 10 de El Valle. La tercera sucedió en el sector Las Guevara, Nueva Esparta, cuando 5 miembros de una familia fueron muertos en un intento de atraco.

 

 

 

En octubre, en la urbanización Villa Heroica de Guarenas, estado Miranda, ocurrió una terrible masacre que dejó un saldo de cinco muertos. Las víctimas fueron miembros de la familia del comisario jefe Heberto Alfonso Olano, en situación de retiro del Cicpc, junto con la empleada doméstica y el hijo de esta. Los delincuentes asesinaron a la esposa, a la hermana y a una cuñada del comisario, luego de no lograr comunicarse con el ex funcionario. Para no dejar testigos o por simple venganza ultimaron a la empleada doméstica y a su hijo, su cómplice inicial. También en octubre, en el estado Guárico fueron hallados seis cadáveres de unos hombres cerca del embalse de Generoso Campilongo. Según se cree, los individuos se encontraban compartiendo en una finca cuando fueron sorprendidos por los victimarios; fueron atados de pies y manos, llevados a la represa y posteriormente asesinados.

 

 

 

En el mes de noviembre ocurrió un fuerte intercambio de disparos entre funcionarios del Cicpc, adscritos a la Brigada de Acciones Especiales del Distrito Capital, y presuntos miembros de la banda delictiva de “El Efran”, miembro del Tren de Aragua, en el sur de Maracay. El enfrentamiento dejó la cifra de un oficial y siete delincuentes muertos, y cuatro heridos. En noviembre también en la población oriental de Cariaco, sector El Porvenir, en el estado Sucre, ocurrió una tragedia que tiene conmocionada a la población local. Nueve hombres fueron asesinados en dos hechos casi seguramente relacionados. Y ese mismo mes, en el marco de una vasta operación militar con más de 2.000 militares desplegados en la zona Barlovento, estado Miranda, con el objetivo de reentrenarse y cumplir misiones de despliegue y patrullaje, se supo del descubrimiento de una fosa común en la que se encontraron 12 cadáveres. Unos 15 oficiales y tropa del Ejército han sido imputados por esa terrible masacre.

 

 

 

No podíamos cerrar esta macabra enumeración sin una especial mención al caso de Franklin Paul Hernández Quezada, mejor conocido como Franklin Masacre, y todo lo ocurrido en la Penitenciaria General de Venezuela, en el estado Guárico. Franklin Masacre se introdujo en la PGV como visitante en diciembre de 2015, confesó, huyendo de las OLP. Junto con sus compañeros de banda criminal iniciaron un proceso de desplazamiento del poder, con el objetivo de controlar la prisión y obtener los beneficios económicos que conlleva ser el “pran” de un recinto carcelario en Venezuela. Así pues, inició la exterminación de las bandas que controlaban el penal al eliminar a sus jefes y a la posible competencia. Franklin Masacre asesinó al “pran” del penal, alias Grey, delante de su esposa e hijo, durante la visita familiar. Luego, ya como nuevo “pran”, ante la reducción de la población carcelaria y las consecuentes pérdidas en “la causa”, especie de impuesto obligatorio que deben pagar todos los presos, Franklin Masacre tomó de rehenes a un grupo de trabajadores carcelarios y exigió el inmediato traslado de 3.000 reclusos de otros penales, a su cárcel. Las negociaciones con la ministra de prisiones no avanzaban, así que el Ejecutivo enconmendó las conversaciones a José Vicente Rangel Ávalos, quien accedió a las peticiones del delincuente.

 

 

 

Pero las cosas no funcionaban bien en la PGV. En el mes de septiembre se reportó la explosión de una granada que causó 11 muertos y 22 heridos en el recinto carcelario. Luego comenzó a circular la información de muertos por hambre y enfermedades dentro del penal. La Guardia Nacional Bolivariana intentó entrar al recinto, pero se les negó el pasó. La violencia aumentó adentro. Las autoridades tuvieron que alentar a los presos a saltar las cercas y salir al exterior para ser protegidos por la Guardia Nacional Bolivariana. Aproxiamdamente 4.500 privados de libertad se “escaparon” de la cárcel para salvar sus vidas. Uno de ellos comentó: “No hay pase de número, no hay registro, no hay control, lo que hay es anarquía, droga, alcohol, venganza y muerte”.

 

 

 

Luego de largas negociones con las autoridades, la sede penitenciaria fue retomada. “Franklin Masacre” y miembros de su banda se entregaron a la Guardia Nacional Bolivariana y fueron puestos bajo custodia. Pero, con sorpresa y horror, al ingresar en la cárcel las autoridades fueron descubriendo los desmanes cometidos y la existencia de fosas comunes. Se desconoce la cantidad de privados de libertad asignados a la PGV y se hace casi imposible la identificación de los cadáveres encontrados en las fosas comunes.

 

 

 

Ojalá que en Venezuela, algún día, no demasiado lejano, podamos hacer un recuento de los logros obtenidos en el año transcurrido y dejemos atrás el infierno de sangre, dolor, miedo y miseria en el que nos han sumergido la cúpula gobernante.

 

Marcos Tarre Briceño

@marcostarre

 

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