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Los paneles solares no son tan ecológicos como parecen

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Los paneles solares no son tan ecológicos como parecen

Los paneles solares se han convertido en un icono de la defensa del medioambiente, ya que es mejor generar electricidad a través de la energía fotovoltaica que mediante la quema de combustibles fósiles. Sin embargo, aunque son la mejor opción, los paneles solares no están exentos de contaminación. De hecho, la fabricación de paneles solares deja un rastro de contaminación química. Además, el tiempo que lleva compensar la energía utilizada y los gases invernadero que se emiten en la producción varían notablemente en función de la tecnología empleada y de la geografía.

 

 
 

Sin embargo, la industria de la energía solar podría modificar fácilmente muchos de los efectos secundarios dañinos que existen. Así, la presión para que se eliminen estos efectos esta creciendo notablemente, ya que más de una década la fabricación de energía fotovoltaica se ha trasladado de Europa, Estados Unidos y Japón hasta países como Filipinas, China o Malasia. No obstante, actualmente más de la mitad de la energía fotovoltaica del mundo se fabrica en China.

 

 

Principales problemas de los paneles

 

 

Para entender cuáles son los problemas de los paneles y cómo se pueden abordar, es imprescindible saber cómo se fabrican. Así, aunque la energía solar puede fabricarse utilizando diversas tecnologías, la inmensa mayoría de las células solares emplean cuarzo, la forma más habitual de sílice. Aquí se encuentra el primer problema, ya que el cuarzo se extrae de las minas. Esto pone a los mineros en peligro ya que podrían sufrir silicosis, una enfermedad pulmonar.

 

 

Posteriormente, el refinado convierte al cuarzo en silicio de grado metalúrgico, una sustancia que se utiliza especialmente para endurecer el acero. Esto se realiza en hornos gigantes y requiere de mucha energía, aunque las emisiones de dióxido de carbono y azufre no causan mucho daño a las personas que trabajan a las refinerías ni al medio ambiente.

 

 

Sin embargo, en el siguiente paso, al convertir el silicio en polisilicio, se crea un compuesto muy tóxico denominado tetracloruro de silicio. Actualmente, se crean entre tres y cuatro toneladas de tetracloruro de silicio por cada tonelada de polisilicio, lo que tiene un gran impacto medioambiental.

 

 

La inmensa mayoría de los fabricantes reciclan estos desechos para producir más polisilicio, ya que esto les ahorra dinero. Sin embargo, algunas empresas desechan este producto sobrante. Si se pone en contacto con el agua, el tetracloruro de silicio libera ácido clorhídrico, provocando la acidificación del suelo y emitiendo vapores nocivos.

 

 

Asimismo, el agua es también un problema importante. Las empresas de energía fotovoltaica la emplean para numerosos fines como la refrigeración o el control de la contaminación del aire. No obstante, el mayor desperdicio de agua tiene lugar durante la instalación y su uso.

 

 

Cómo podemos ayudar

 

 

Aunque es complicado cambiar las decisiones de los fabricantes, los consumidores pueden presionar a las empresas para que mejoren sus registros ambientales. Por eso, si estás pensando en colocar paneles solares deberías preguntarles a los instaladores sobre las empresas que fabrican los productos que utilizan. Esto, al mismo tiempo, inducirá a los instaladores a pedir más información a los propios fabricantes.

 

 

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