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La Primaria fuera de casa

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La Primaria fuera de casa

 

 

Nadie debería tener la tranquilidad de conciencia para cuestionar el derecho que tienen los venezolanos dispersos por el mundo de votar en la elección primaria organizada por la oposición democrática. Los obstáculos técnicos, logísticos y financieros, que son reales e importantes, no pueden ser argüidos como justificación simplista de una exclusión cuestionable desde el punto de vista ético, moral, jurídico y constitucional que dejaría fuera del espacio de consulta a cerca de 4,5 millones de ciudadanos, entre votantes registrados en Venezuela, que no han actualizado sus datos en el Registro Electoral Permanente y nuevos votantes. Menos aún es aceptable el argumento, todavía empleado en algunos círculos partidistas, de que la diáspora es un universo donde la influencia de algunos precandidatos es mayor a la de otros y que esto significaría una distorsión inaceptable al proceso en Venezuela.

 

 

Debemos reconocer que la Comisión Nacional de Primaria no la ha tenido fácil, ha resistido todas las presiones, abiertas o solapadas, dirigidas a vulnerar el derecho de la diáspora a participar en esta elección. No obstante, ya promulgó el reglamento en el que se especifican las condiciones y el mecanismo que se aplicará, que en esta ocasión será dual: registro digital y votación manual.

 

 

La decisión de la Comisión Nacional de Primaria acerca de la votación de la diáspora constituye un hito histórico en la compleja tarea de reunificar y refundar a la nación. Con la misma se reconoce no solamente que los venezolanos somos un solo pueblo, sin importar donde nos encontremos, sino que el ejercicio de los derechos políticos y ciudadanos no puede ser limitado ni confiscado por autoridad alguna, algo que se especifica en esos términos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. El régimen abusivo y generador de pobreza que pretende controlar a los venezolanos como sus siervos, violando la soberanía popular, es responsable no solamente del crecimiento desmesurado de la diáspora, sino de crear todo un entramado de control del Poder Electoral que ha impedido la actualización del REP y la inclusión de los nuevos votantes. A esta indefendible realidad se le debe responder con absoluta decisión, cuidando de no contribuir a generar desconfianza en la población acerca de la importancia crucial del voto, no como una solución mágica e ingenua para salir de un régimen poderoso y sin escrúpulos, sino como parte de una estrategia integral para debilitar sus bases. Este equilibrio, entre exigir que el CNE cumpla su deber constitucional, sin debilitar el poder del voto, es complejo pero posible si lo asume la dirección política de la oposición con unidad y criterio de defensa de los intereses de la nación.

 

 

Si todo sigue por el camino difícil pero virtuoso de “sangre, sudor y lágrimas”, parafraseando a Winston Churchill en su poderoso mensaje a los británicos en plena II Guerra Mundial, para enfrentar al régimen y liberar a Venezuela, ahora es el turno de la diáspora para organizarse y hacer de la primaria un acto disruptivo.

 

 

Editorial de El Nacional

Foto Diario Las Américas / Elkis Bejarano

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