Daniel Ruge Chamucero
Ahora que la humanidad ha logrado llegar al año 2040, yo quiero hablar de los 15 años de la gira “Las mujeres ya no lloran” de Shakira. Fue el origen del periodo de Shakinomía que sostuvo a América Latina durante la famosa crisis de los aranceles. Es que no han sido tiempos fáciles desde que a millones de personas las manejaron como fichas de ajedrez, básicamente porque fueron esa clase de idiotas que se dejaron convencer.
¿Cómo sucedió? Para quienes no lo recuerdan, los conciertos de esa gira fueron de talla mundial y fue emocionante comprobar que estaban hechos con auténtica esencia colombiana. Cada espectáculo cerraba con la Sesión 53 de Bizarrap mientras caían del cielo billetes con la cara de la barranquillera. Quienes asistieron empezaron a guardar esos papelitos con tanta avidez que, cuando vino la crisis, se convirtieron en moneda corriente denominada dólar licántropo y codificado internacionalmente como AUU.
La inflación por intentar imprimir más billetes se solucionó instaurando el patrón bordillo. Los países de esta parte del mundo firmaron un acuerdo en el que cada AUU circulante debía estar respaldado por un trozo del muro en el que se había sentado Shakira en Barranquilla durante una guacherna. Colombia lo demolió en pedacitos que fueron adquiridos por los bancos centrales de la región y así hicieron que un gramo de bordillo fuera equivalente a un dólar licántropo.
Fue un fenómeno ajeno a Shakira. Ella siguió su camino, reinventándose una y otra vez, al lograr que su música fuera la que escuchaban los papás y mamás de una nueva generación, pero también la que esa generación bailaba en las fiestas. El mundo cambia, pero hasta ahora siempre hemos tenido un álbum de la loba como novedad. Y sí que cambió el mundo en estos 15 años: vimos fundarse el Reino de América y los Estados Unidos de Europa, a Bogotá estrenar por fin metro y a Sascha Fitness como presidenta constitucional de Venezuela.
Hemos conocido a muchas Shakiras. La que roqueó con Cerati y Steven Tyler; la caribe y la árabe; la del reguetón, el merengue y hasta el regional mexicano; la filántropa que asesoró a la Casa Blanca en Educación de Excelencia para Hispanos y que, en plena conmoción interior en el Catatumbo, anunció que abriría un colegio en Tibú. Son facetas tan sólidas que dan la confianza a quienes aún ahorran en AUU invirtiendo en la bolsa latinoamericana de valores. Y por valores latinoamericanos me refiero a creatividad, diversidad y resistencia.
La verdad es que no fue el patrón bordillo el que sostuvo al AUU: fue la confianza de quienes vieron en ese símbolo el trabajo de millones de mujeres latinoamericanas. Aquellas que se levantan todos los días a facturar para sacar a sus familias adelante a pesar de todo tipo de obstáculos, incluidos los desamores. En pleno 2040, 15 años después de una de las giras más icónicas de la loba, podemos decir que la historia demostró que las crisis se enfrentan mejor como manada, así a veces sea más fácil lograr la estabilidad macroeconómica que la sentimental.
Daniel Ruge Chamucero
El Espectador