Venezuela vive en la oscuridad. Literalmente. Una falla eléctrica a las 4:40 de la madrugada dejó sin luz a todo el país ayer por más de 10 horas. El ministro del poder popular para la Comunicación e Información, Freddy Ñañez, le dijo a Venezolana de Televisión, canal del que es presidente, que se trataba de un nuevo sabotaje contra el Sistema Eléctrico Nacional. “Nuevamente la derecha extremista con este sabotaje eléctrico pretende reincidir en su agenda golpista a través de un plan que encabezan de manera pública y comunicacional Edmundo González Urrutia y María Corina Machado”, se lee en la reseña del canal oficial.
Ñañez es político, cantante, poeta y periodista. Está en el cargo desde septiembre de 2020 y ejerce también la Vicepresidencia Sectorial de Cultura, Turismo y Comunicación, una denominación usual en la estructura gubernativa de la que no se sabe de qué se encarga más allá de la duplicidad de tareas con una incompetencia proverbial. En sus declaraciones a VTV dijo que el acto (el sabotaje, se supone) fue detectado a tiempo. ¿A tiempo para prender unas velas?
Las recurrentes fallas del sistema eléctrico no admiten otra responsabilidad que no sea la del gobierno al frente del desastre. A finales del año 2023, un sondeo del Observatorio Venezolano de los Servicios Públicos en 12 ciudades del país registraba que 54,7% de los encuestados padecía interrupciones del servicio eléctrico una o más veces al día. En ciudades como Barinas, la tierra del “comandante supremo”; San Cristóbal y Mérida el reporte de los cortes diarios afecta a 85% de los consultados. Vivir sin electricidad es una constante.
Sin electricidad las bombas de agua dejan de funcionar. Sin electricidad el servicio de Internet desaparece. La vulnerabilidad de las condiciones de vida de los venezolanos en cuanto al acceso de los servicios públicos se mueve en una banda de moderada a severa. Solo 5% -los enchufados, en su mayoría- se salvan de la hecatombe en que el gobierno de Maduro ha convertido a Venezuela.
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De lo dicho por el ministro Ñañez, que tan pronto encuentra una excusa para evadir las consecuencias previsibles de una administración absolutamente inepta, que dedica sus recursos humanos y materiales a las tareas de la represión, habría que reparar en el hecho de que dejar sin conexión a la población con la caída de la energía eléctrica solo le funciona a un gobierno obcecado en el silenciamiento del país.
Los que mandan sin ningún tipo de escrúpulos, siguiendo el nefasto modelo cubano, son quienes pueden planificar una desconexión eléctrica de todo el país. En su cruel desvarío pueden someter a la población a castigos indecibles como represalia de la masiva votación por el cambio político el 28J. Con el apagón siembran terror, tratan de callar y aislar a la inmensa mayoría que los rechaza y colocan a las familias venezolanas en la obligación imperiosa de atender sus urgencias familiares de alimentación y seguridad.
Apagón es una expresión que se puede extender a toda la acción del Estado en manos de la administración chavo-madurista. Apagón de los servicios, de la educación, de la salud, de la seguridad. Apagón de las leyes, de la separación de poderes, de la rendición de cuentas. Apagón de la soberanía, entregada a intereses extranjeros. Apagón del lenguaje, arma para la vejación. Apagón de la decencia y el coraje. Apagón, en fin, para imponer la falsedad y la doblez.
Editorial de El Nacional