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Al Asir, el jeque suní que se alzó contra Hezbollah

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Al Asir, el jeque suní que se alzó contra Hezbollah

El jeque Ahmed al Asir, que permanece en paradero desconocido después de que el ejército del Líbano tomase la mezquita donde sus seguidores se habían hecho fuertes, es un mediático religioso suní que pasó del anonimato al estrellato gracias a sus críticas a Hezbollah.

 

Desconocido hasta el comienzo del conflicto en Siria en marzo de 2011, Al Asir, de 45 años, se ha convertido en una de las personalidades suníes más conocidas por sus discursos incendiarios contra Hezbollah y contra el régimen sirio de Bachar Al Assad.

 

Él mismo se enorgullece de ser capaz de decir lo que «otros suníes callan por temor a las armas de la organización chií» y de denunciar los insultos y agresiones contra su comunidad.

 

Rechaza el apelativo de salafista y se describe a sí mismo como islamista verdadero y líder pacifista.

 

Para lanzar sus mensajes ha contado con la tribuna que le ofrece la mezquita de Bilal bin Rabah, de la que es imán y junto a la que tiene su oficina, en la ciudad meridional de Sidón.

 

En ese templo, antes del asalto militar, Al Asir se reunía con sus partidarios, la mayoría hombres barbudos y mujeres veladas vestidas de negro, que cerraron durante más de un mes con protestas la carretera que une Sidón con el sur del Líbano, feudo de Hezbollah.

 

De figura delgada y ataviado siempre con una túnica blanca y gafas de montura fina, Al Asir hablaba a la prensa con voz monótona y calmada, como pudo constatar EFE al entrevistarlo.

 

Esa actitud nada tenía que ver con la que adoptaba en los discursos ante sus seguidores, en los que su tono era más agresivo y lanzaba proclamas radicales.

 

Pese a su creciente popularidad y a ser apodado por sus partidarios como «el león de los suníes», este hombre de larga barba nunca fue capaz de atraer a grandes multitudes, como quedó patente en las manifestaciones que organizó contra Hezbollah o para pedir la liberación de presos islamistas.

 

Sus orígenes familiares no dejaban sospechar que su destino era convertirse en un líder islamista: no recibió una educación religiosa rigurosa, y su padre, cantante, y su madre, de confesión chií, no eran muy practicantes.

 

 

Su despertar político se produjo en 1985, tras los combates que siguieron a la evacuación de Sidón por el ejército israelí, lo que le hizo acercarse a la Yamaa Islamiya, rama libanesa de los Hermanos Musulmanes.

 

Al acabar la guerra civil libanesa, se unió al movimiento islamista Yama al Tabligh, nacido en la India, y se convirtió en su principal representante en el Líbano.

 

En 2011, empezó a radicalizarse y a exigir a los residentes chiíes de las inmediaciones de su mezquita que abandonaran la zona, además de prohibir los carteles de Hezbollah. Ya en esa época se registraron choques entre sus seguidores y sus opositores.

 

Desde ese momento, nunca se desplazaba sin guardaespaldas, al denunciar varios intentos de asesinato y considerar que las fuerzas de seguridad están alineadas con Hezbollah.

Al Asir creó el movimiento de las Falanges de la Resistencia Libre para enviar a yihadistas a luchar junto a los rebeldes sirios en Al Quseir, población siria fronteriza con el Líbano, cuyo control fue recuperado por el régimen con ayuda de Hezbollah a principios de este mes.

 

Sin embargo, sus llamamientos a la «yihad» no tuvieron mucho éxito y no consiguió reclutar a muchos seguidores dispuestos a ir a Siria.

 

Su creciente radicalismo le granjeó la lealtad de sus fieles partidarios, pero al mismo tiempo le alejó del apoyo mayoritario de la comunidad suní, a la que cortejó pero nunca logró conquistar.

 

Tan solo logró atraer para su causa a algunos grupos radicales suníes como Yund el Sham y Fatah al Islam, que participaron en los ataques contra el ejército durante los dos días de combate en Sidón.

 

Ahora Al Asir se encuentra en paradero desconocido tras la caída de su feudo, aunque hay quienes sugieren que podría haberse escondido en el campo de refugiados palestinos de Ain Helu, donde tanto Yund al Sham como Fatah al Islam se han hecho fuertes.

 

Fuente: Agencias

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