La obesidad es una de las grandes epidemias de salud en las sociedades occidentales. Los cambios en los hábitos diarios sumados a una alimentación incorrecta hacen que año tras año las cifras aumenten y que el impacto sobre otras enfermedades como la diabetes sea mayor.
Uno de los datos que más debe preocupar a los padres es que España tiene una de las tasas de prevalencia más altas en obesidad infantil junto con Malta, Italia, Reino Unido y Malta. “Lo único bueno de las estadísticas es que, según datos de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aecosan), publicados en el Estudio Aladino 2013, un 18,4 por ciento de los menores españoles sufre en la actualidad obesidad y el 24,6 por ciento sobrepeso y en comparación con uno similar realizado dos años antes, estas cifras permanecen casi constantes o con ligero descenso”, explica Cristóbal Coronel Rodríguez, Secretario General de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (Sepeap) y miembro del Grupo de Nutrición de la sociedad.
La principal causa de la obesidad en los menores es el abandono de la dieta mediterránea, tal y como afirma Coronel, quien indica que a ésta se suman el progresivo abandono de hábitos alimenticios saludables, el cambio hacia un ritmo de vida acelerado (que lleva a consumir más comida rápida o comida basura) y la escasa práctica del ejercicio físico. “La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) advierte que estos hábitos alimenticios se forjan en la juventud y, de hecho 4 de cada 5 niños obesos lo seguirán siendo de mayores”, añade.
La mayoría de la población sabe que la obesidad tiene efectos perjudiciales sobre la salud pero, ¿qué consecuencias tiene en los adolescentes? Coronel es tajante: afecta a todos los órganos y sistemas. La obesidad provoca desde problemas ortopédicos hasta otros a los que se les da menos transcendencia de la que se tiene como alteraciones psicológicas, baja autoestima e incluso sexuales. Algunas de las complicaciones pueden ser la aparición de trastornos alimentarios como la anorexia y la bulimia, la aparición de problemas pulmonares, como el asma o la intolerancia al ejercicio o la aparición de enfermedades como el hipogonadismoen los niños y el síndrome del ovario poliquístico en las niñas.
La alimentación, clave para acabar con la obesidad
El primer paso para acabar con esta tasa infantil tan elevada es misión de los padres: tienen que ser conscientes del problema. Una vez conseguido deben ser proactivos. “El V Estudio CinfaSalud, avalado por la Sepeap, revela que los padres y madres españoles no están concienciados de la necesidad de que sus hijos e hijas mejoren sus hábitos nutricionales, cada vez más alejados de la dieta mediterránea”, alerta el experto. “Cuatro de cada diez progenitores encuestados tienen una percepción errónea del peso de sus hijos (el 42,3 por ciento), y el 43,1 por ciento de quienes consideran que sus hijos están por encima o debajo del peso normal no toma medidas para solucionarlo”.
Coronel da estas diez pautas para conseguir que la alimentación sea buena:
Recupera en casa la dieta mediterránea
La dieta española de toda la vida incluye todos los nutrientes que el menor necesita para un correcto crecimiento, gracias a los alimentos de gran calidad nutricional de los que se compone: el aceite de oliva, el pescado, las legumbres y cereales (pan, pasta y arroz), los lácteos, los huevos, las frutas, las verduras, el yogu
Asegúrate de que tus hijos comen cinco veces al día
Los pediatras y nutricionistas españoles recomiendan realizar cinco comidas diarias: un desayuno completo –esencial para que el menor llegue a la escuela con energía-, almuerzo de media mañana, comida, merienda y cena a una hora temprana.
De esta manera, se aseguran todos los nutrientes necesarios y se evita el picoteo entre horas. Un dato escalofriante: según esta investigación, ocho de cada diez niños y niñas españoles (el 82,8 por ciento) no desayunan bien.
Guíate por la pirámide alimentaria
Se trata de un instrumento muy útil a la hora de conocer las raciones de los alimentos y la frecuencia con que nuestros hijos e hijas han de tomarlos. Explícasela y diseñad juntos menús que cumplan los criterios que marca la pirámide.
Evita los alimentos que engordan, pero no alimentan
El consumo de fritos, bollería, dulces y snacks debe ser una excepción, pues contienen excesivos azúcares, grasas saturadas, sal y energía, además de no aportar apenas micronutrientes. Lo mismo sucede con la comida rápida: no la conviertas en un rito semanal.
Comer en familia
Organizar los horarios para poder comer juntos al menos una vez al día y aprovechar ese momento de reunión para charlar, bromear y hacer planes.
Y acuérdate de predicar con el ejemplo: los más pequeños observan e imitan los hábitos de los mayores y aprenden de ellos.
En la mesa, aparcad el móvil y la televisión
Siete de cada diez niños y niñas españoles comen con una pantalla delante. ¿No es mejor dedicar el tiempo de la comida a hablar y dejar la tele o los mensajes del móvil para otro momento? La atención de niños y progenitores debe centrarse en la comida y en quienes se sientan a la mesa.
Llévatelos a hacer la compra
Pídeles ayuda para elaborar la lista y, una vez en el supermercado, que se hagan cargo de una parte. Enseña a los más mayores a interpretar las etiquetas y comenta con ellos los valores nutricionales de los productos.
Prepara los alimentos de maneras diversas y pídeles que cocinen contigo
Alternar asados, hervidos, a la plancha, guisados o incluso crudos en gazpachos y ensaladas garantizará que la comida se convierta en un hábito variado y estimulante. Enséñales algunas técnicas culinarias sencillas o divertidas y pídeles que te ayuden a decorar los platos.
Ponles en movimiento
Anima a tus hijos a realizar ejercicio, pero también a reducir el número de horas que pasan frente a la televisión y los videojuegos. Sobre todo, aliéntales a llevar una vida activa, en la que caminen, paseen o suban escaleras de manera cotidiana.
Asegúrate de que duermen más de diez horas
Las sociedades científicas recomiendan que los escolares de entre 6 y 12 años duerman más de diez horas como una herramienta más de combate contra el sobrepeso. Además, todos los niños y niñas necesitan descansar bien para poder afrontar su jornada de juegos y escuela.
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