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En busca (de la hiper) inflación oculta

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En busca (de la hiper) inflación oculta

La economía venezolana se convirtió en objeto de estudio de investigadores del MIT, que desde hace 3 meses ensayan una nueva metodología que permita medir este indicador.Buscan voluntarios: personas que vayan al supermercado semanalmente y registren los precios en una aplicación para que así se construya a diario un gráfico con su curva ascendente

 

 

 

La inflación venezolana es de tal magnitud que da para experimentos. En el Instituto Tecnológico de Massachussets, en Estados Unidos, comenzaron uno hace tres meses: medir la inflación, esa que descose los bolsillos de los ciudadanos, con ayuda de los mismos que la padecen.

 

 

Venezuela es un país que campea en el ranking de alza de precios más altos del mundo y en el que el indicador no es divulgado regularmente desde 2014. Por ello entró en el radar del Billion Prices Project (Proyecto Billón de Precios) del instituto de investigación. “Esto lo comenzamos a hacer en 2007 en Argentina, cuando el gobierno empezó a manipular las cifras de inflación. Construimos un indicador más creíble basado en los precios online de los supermercados. Es un proyecto global y está enfocado en innovar en formas de recabar los precios y medir las inflaciones en el mundo”, explica Alberto Cavallo, economista argentino a cargo de la iniciativa y docente en la Escuela de Negocios del MIT.

 

 

En Venezuela el oscurantismo con las cifras –que ha hecho que hayan desaparecido incluso los folletos de ofertas de los establecimientos– se abrió como una oportunidad para los investigadores del MIT que ensayan nuevas maneras de recabar datos a través de la web Inflación Verdadera Venezuela. “Nos dimos cuenta de que el uso de tecnología y de los teléfonos móviles, con la ayuda de una app, permite a las personas que estén en el supermercado o que han pagado algún servicio recaben los datos del tipo de producto y el precio; con esa información podemos crear un índice de inflación, usando las mismas categorías y ponderaciones que toma el BCV. Así producimos las estadísticas de una manera más transparente”, agrega Cavallo.

 

 

La metodología está basada en voluntarios. Cerca de 60 personas en 10 ciudades de Venezuela se han sumado a la iniciativa que implica ir una vez por semana al supermercado y hacer algo más con el asombro por el aumento del refresco, la pasta u otro alimento: documentarlo con una fotografía y subirlo a la aplicación. “La idea es que ese número de voluntarios crezca lo más posible. Conocer la inflación real es muy importante porque es necesario para ajustar alquileres y salarios. Nuestra intención es tratar de estimarla bien”.

 

 

 

El grupo de investigadores no solo se dedica a recabar inflación en países donde la ocultan. También levantan cálculos para naciones con sistemas de recolección de data atrasados como el propio Estados Unidos, que construye el indicador basado en encuestas hechas en supermercados, de la misma manera como se hace en Venezuela.

 

 

¿Cuánto es?

 

 

 

A la llegada de Mauricio Macri a la Presidencia de Argentina dejaron de publicar la tasa de inflación durante seis meses, tras declararse una “emergencia estadística” con la intención de corregir las alteraciones que se hicieron a la metodología de cálculo durante la era Kirchner. La validez del número que levantaron los investigadores del MIT con el uso de un software que trabaja con precios en línea cubrió la falta de cifras durante el período y sigue siendo una referencia. Ya en 2012 la revista The Economist había usado el dato del MIT en sustitución del oficial, por las sombras que había sobre su medición.

 

 

 

“Lo que vimos en Argentina con el ocultamiento de las cifras es que no se logra nada con controlar las expectativas de inflación, porque cuando no tienes un indicador supones lo peor. Entonces la medida no sirve para bajar la inflación, al contrario, introduce más incertidumbre. Es como quitar el termómetro que necesitas para saber cuándo hay que tomar medidas”, señala Cavallo.

 

 

En 2014 el Banco Central de Venezuela comenzó a retrasarse en la divulgación de sus balances, una obligación constitucional que soporta el objetivo fundamental de este ente: lograr la estabilidad de los precios y preservar el valor de la moneda. El artículo 319 de la Constitución dice que el BCV deberá dar informes periódicos “sobre el comportamiento de las variables macroeconómicas”.
El artículo 4 de las Normas que Regulan el Índice Nacional de Precios al Consumidor de 2008, un indicador con el que se construye el de la inflación, es mucho más preciso y señala que este dato “será divulgado mensualmente, dentro de los primeros diez (10) días de cada mes”.

 

 

En 2014, cuando el BCV comenzó esa política de ocultar las estadísticas económicas –aunque es una práctica que se aplica en otros sectores, como el epidemiológico– la inflación cerró en 68,5%. El año siguiente –que cerró en 180,9%– no se conoció el dato sino hasta febrero de 2016 y de la inflación de ese año no se ha hecho una publicación oficial. Van 20 meses sin indicadores.
En abril de 2017 un informe del Fondo Monetario Internacional, a quien el gobierno está obligado a rendir cuentas de estos indicadores, reveló finalmente el dato que a la luz de los incrementos de precios que se han registrado en el último mes todavía luce lejano para el nivel de empobrecimiento del venezolano: la inflación alcanzó 274,4%, según lo reportado por el BCV al organismo multilateral.

 

 

 

En los gráficos de los investigadores del MIT la curva roja va en ascenso.  En las últimas 3 semanas de agosto pegó un brinco de 15% a 25%. “No hay dudas de que Venezuela se encamina hacia una hiperinflación. Sobre todo si no hay un cambio en la política económica. Nuestras estadísticas diarias muestran un aumento sostenido en la tasa mensual de inflación de Alimentos y Bebidas, que ya supera al 30% por mes y continua subiendo. Cuando la inflación es alta también tiende a ser muy volátil mes a mes, por eso es importante tratar de medirla con alta frecuencia. Sin duda es un número altísimo. Se nota que allá las cosas han empeorado. A las tasas que medimos en Inflación Verdadera, un salario fijo en bolívares perdió 30% de su poder de compra en solo 3 meses. A este ritmo, va a perder cerca de 80% de su valor en un año”, señala Cavallo al otro lado de la línea telefónica.

 

 

 

Ante la ausencia de cifras oficiales la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional comenzó a levantar el indicador este año. El jueves presentó el dato de agosto: se ubicó en 33,7%, un récord histórico, la cifra de inflación mensual más alta registrada en el país. Es un récord con el que muchos consumidores seguramente se estrellaron en la caja de algún supermercado, donde se hace común la embarazosa escena en la que los clientes deben devolver productos para poder llevarse un mercado cada vez más pequeño y cada vez más costoso.

 

 

 

 

“La inflación viene subiendo fuertemente desde junio. En julio saltó y el aumento en agosto es muy significativo”, señala el diputado y economista José Guerra.

 

 

El parlamentario explica que tres factores están incidiendo en la aceleración del aumento de precios: “Primero, se han permitido aumentos de precios de productos que antes estaban regulados, como la leche o el arroz que los están vendiendo a precios de dólar paralelo, porque empezaron a desaparecer y así los precios no oficiales se van democratizando; segundo, el aumento del dólar paralelo, pues más nadie salvo el gobierno está importando a 10 bolívares por dólar; y tercero, el problema de la liquidez que se ha sextuplicado en lo que va de año, aunque no haya efectivo, pues el Banco Central de Venezuela está financiando el déficit de Pdvsa”.
La metodología de medición que hace el Parlamento es similar a la que hace el BCV. Un grupo de encuestadores sale semanalmente en 6 ciudades del país a registrar los precios de una canasta de 250 productos y servicios. Los datos se pasan a una hoja de Excel y de ahí sale el cálculo.

 

 

Con la evolución que ha tenido el indicador este año, Guerra hace un pronóstico de hiperinflación para finales de 2017, un escenario que merodea como un fantasma a la economía venezolana desde hace 2 años. Se habla de hiperinflación cuando los precios aumentan 50% en un mes.

 

 

 

Para Guerra, si se mantiene un promedio de 22% de inflación mensual en lo que queda de año, 2017 cerrará con el indicador por encima de 1.000%. “Eso es un nivel de hiperinflación para estos tiempos y con una economía cerrada es difícil protegerse. En una economía abierta podrías adelantar el consumo, comprar bienes. Pero aquí no hay bienes qué comprar, así que el margen de protección es literalmente cero, sobre todo en sectores clase media y baja para quienes la mitad de los ingresos se va en alimentos”.

 

 

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Por FLORANTONIA SINGER 

FSINGER@EL-NACIONAL.COM

 

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