El estado Zulia es uno de los más afectados por las lluvias | Foto AFP
Antes de que llegara Hugo Chávez al poder poco se oían nombrar a La Niña o El Niño, los fenómenos naturales cíclicos que ocasionan inundaciones o sequía. Pero, así como se inauguró esta era con la terrible tragedia de la vaguada de Vargas, estos eventos meteorológicos han seguido golpeando al país y haciendo sufrir a los más pobres, sobre todo porque este gobierno ha demostrado ser incapaz de responder a los damnificados.
En cuanto comenzaron a llegar las noticias de las inundaciones en Zulia, Nicolás Maduro se acordó de la figura del protectorado. Esto demuestra que ante un desastre que afecta a los venezolanos la respuesta es política, nunca para asistir a los afectados. ¿Cómo va a decir que no tiene “a quién llamar”? Se supone que debe estar en contacto con el mandatario regional, es obligación de ambos. La amenaza de nombrar un protector para el estado está de más.
Debe entender el gobierno central (y si no, hay que hacérselo entender) que su obligación es coordinar con los gobiernos regionales y locales para dar respuesta a los ciudadanos en este tipo de eventualidades. El gobernador Manuel Rosales debe hacer su trabajo, pero obviamente requerirá fondos y asistencia de Miraflores, porque es una emergencia que pone en riesgo a la población y hacen falta recursos, equipo y personal que en Zulia es probable que no haya suficiente. Debe ser la misma situación en Táchira o Mérida, que tienen tiempo informando de damnificados y casas arrasadas por las lluvias.
Es deber de Maduro y además su obligación liberar los recursos necesarios. Anunció un total de 2.200.000 dólares para atender esta emergencia, no solo para la asistencia de los que perdieron sus casas sino para los trabajos que se requieren de recolección de escombros, limpieza de canales, torrenteras y demás infraestructura que colapsa en estas circunstancias. El alcalde de Maracaibo lo dijo claramente, la falta de mantenimiento, en el caso de esa ciudad, ha hecho que las vías colapsen con la cantidad de agua. Lo mismo ocurre con Caracas y muchas otras localidades.
Se esperan varias semanas de precipitaciones fuertes y de nada sirve prometer y decir mentiras, como esa de que va a reponer las casas de los habitantes de Catia que quedaron damnificados en días pasados. Eso no lo cumplió ni siquiera Chávez, porque todavía hay víctimas del deslave de Vargas de 1999 que no han recibido nada del gobierno. Lo que hace falta es poner personal y maquinaria a trabajar, a hacer las inspecciones necesarias para evitar tragedias y movilizar a los expertos para que minimicen los efectos en lo posible.
En estas circunstancias de nada vale hacer política, y es bueno recordárselo a Maduro. No puede pensar que este alcalde es opositor o este gobernador es antimadurista; lo que debe es entender que toda la cadena de gobierno, desde Miraflores hasta el último municipio, debe trabajar coordinadamente no para ganarse el protagonismo sino para asistir de la mejor manera a la gente.
Lo otro sería la mayor de las mezquindades, ganar favores políticos con la tragedia de la gente. Lamentablemente hay muchos antecedentes de esto.
Editorial de El Nacional