Un cuarto de siglo privados de libertades, una economía devastada, millones de venezolanos migrantes, destrucción de nuestras estructuras institucionales y un muy largo etcétera son razones suficientes para que el espíritu nacional viva bastante apesadumbrado. Y así sucede. Nos sentimos un país poco afortunado, condenado a la mediocridad y el avasallamiento.
Por eso resulta muy saludable atender a no pocos acontecimientos en que el país demuestra sus potencialidades y talentos. Esos que se multiplicarán cuando logremos liberarnos del oprobioso régimen que nos degrada.
Los ejemplos, si deparamos en esas pequeñas grandes hazañas que logramos por aquí y por allá, que no son pocas, ni insignificantes, son premonitorios de un futuro mejor.
Podemos recuperar la sonrisa por un buen rato. Veamos algunas recientes.
Nada menos que en el campo de la alta tecnología hemos ganado el primer premio del campeonato mundial de robótica en Singapur, en un torneo de 190 países, con un equipo constituido por seis zulianos. Se trata de una competencia en las más abstractas ciencias y en un campo trascendental para la tecnología.
Bahaa El Din Abou Ali, de 12 años de edad, llevó el nombre de Venezuela a lo más alto en Malasia
En el mismo dominio de las ciencias el niño Bahaa El Din Abou Ali ganó el Campeonato Mundial de Aritmética en Malasia al realizar sin errores 70 operaciones matemáticas en 5 minutos. Un logro que lo convirtió en el primero en el mundo para su edad.
En deportes, además de los notables triunfos futbolísticos de la Vinotinto, que renueva la ilusión de asistir por primera vez a la Copa Mundial de fútbol, en los Juegos Panamericanos de Santiago de Chile, a pesar del evidente retroceso del desempeño colectivo de nuestro deporte -la crisis golpea por todos lados-, hay que destacar la primera medalla de plata alcanzada en baloncesto y las dos medallas en atletismo de Joselyn Brea.
Editorial de El Nacional
Equipo de adolescentes zulianos que ganó en Singapur
