Ovidio Pérez Morales:Canonización y peregrinantes

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Ovidio Pérez Morales:Canonización y peregrinantes

 

La fe cristiana identifica el trajinar humano en la historia como un peregrinar hacia la plenitud de los tiempos, la cual se inscribe en otro tipo de duración, definitiva, eterna. El último libro de la Biblia, el Apocalipsis, busca describir, con su peculiar género literario y riqueza simbólica, la etapa culminante del Reino (Reinado) de Dios, que constituyó lo central de la predicación de Jesús. La polis terrena cederá su lugar a la Jerusalén celestial, ciudad de luz y convivencia perfecta de los justos (santos) en comunión con Dios Amor, Trinidad. En esta perspectiva, el tiempo, devenir mundano, es ámbito de prueba, de decisión, respecto del mandamiento máximo, el amor a Dios-prójimo (ver Mateo 25, 31-46).

La canonización es la declaración oficial de la Iglesia respecto de la integración de un ser humano en la ciudad definitiva. Y se lo declara santo, para que quienes todavía peregrinamos lo veneremos como modelo e intercesor. El catálogo de los santos (santoral) ofrece una rica variedad de personajes, que animan y ayudan al pueblo de Dios en su devenir histórico, como creyente y corresponsable en la misión evangelizadora encomendada por Cristo. Los santos son hombres y mujeres de los distintos sectores eclesiales, de las más diversas categorías sociales y características personales. Los próximos dos santos venezolanos son ejemplos de esa variedad hagiográfica.

Las canonizaciones son también llamados y exigencias que se plantean a la Iglesia, con peculiares especificaciones y acentos en las circunstancias concretas. De allí la necesidad de leer los “signos de los tiempos”. Por ejemplo, Edith Stein, carmelita filósofa quemada en el campo de concentración de Auschwitz, aparece como patente advertencia frente a políticas de intolerancia y culturas de permisividad; así como en su tiempo otro mártir, el político Tomás Moro, testimonió por dónde debía ir el ejercicio del poder.

Es la razón por qué hemos de escarbar en la interpelación que la canonización de nuestros primeros santos, Carmen Rendiles y José Gregorio Hernández, en particular la del “médico de los pobres”, plantea a la Iglesia venezolana y a la nación entera en este tiempo de grave crisis nacional. Ellos se entregaron por completo al servicio de Dios y del prójimo, demostrando las radicales exigencias del amor evangélico. Su canonización es “fiesta”, celebración de agradecimiento a Dios así como de alegría fraterna, pero ha de ser también de reflexión y compromiso respecto de lo que ella exige en autenticidad de fe y expresión religiosa, así como en materia de verdad y libertad, justicia y solidaridad en la convivencia nacional. A dos siglos del 5 de Julio y de Carabobo en los inicios de un nuevo siglo-milenio, la interpelación al país es ineludible respecto de la inexistencia de un Estado de derecho, la imposición de un proyecto ideológico-político de corte totalitario, la tragedia de un empobrecimiento masivo y la emigración forzada de una cuarta parte de nuestra población. Urge interpretar la canonización como un llamado imperativo a la recomposición del tejido nacional, a la reconciliación y la convivencia genuinamente democrática de los venezolanos.

Por ello, sintetizando angustias y anhelos, puede decirse que la canonización es ocasión propicia para exigir:

1. La liberación de todos los presos políticos y de la actual ola represiva.

2. El restablecimiento de la libertad de los medios de comunicación social.

3. La pronta y efectiva obediencia al soberano (CRBV 5), en lo que ha decidido (28 de julio de 2024) y pueda decidir desde ahora, por un procedimiento creíble, para la reconstitucionalización de la República. Eventuales acuerdos y decisiones que habrán de contar con seria garantía internacional.

Dios revelado por Cristo es Trinidad, encuentro interpersonal; creó al ser humano para la comunión y quiere la reconciliación, la unidad de nuestro pueblo venezolano, al cual le regala ahora dos santos. A estos los ofrece como modelos de servicio fraterno, especialmente del prójimo más débil. Su canonización desafía a construir una nación pacífica, libre, emprendedora, solidaria, de calidad espiritual.

 

Ovidio Pérez Morales

 

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