En clara referencia a Capriles, Guaidó subraya hoy en EL MUNDO que «participar en el 6-D deslegitima a quien participa»
Buena parte de la oposición prodemocrática de Venezuela sigue conmocionada por la inexplicable decisión de Henrique Capriles, quien fuera dos veces candidato a la presidencia del país, de romper la unidad de acción antichavista e instar a la participación en la farsa electoral organizada por el régimen bolivariano para el próximo diciembre. Maduro ya está aprovechándose de que, una vez más, se hayan abierto grietas en el movimiento que busca recuperar las libertades y la democracia en la nación caribeña. De ahí que el presidente encargado Juan Guaidó haya reaccionado presentando un «pacto unitario» en el que está incluida una consulta popular para contrarrestar la mascarada del oficialismo.
En clara referencia a Capriles, Guaidó subraya hoy en nuestras páginas que «participar en el 6-D deslegitima a quien participa», y reitera que desmarcarse de la convocatoria de legislativas «es la decisión correcta para no legitimar un fraude». Uno que busca perpetuar la dictadura de Maduro y, al mismo tiempo, blanquearse ante la opinión pública internacional.
Habrá de responder Capriles, desde luego, por la responsabilidad histórica de una decisión con la que fractura la estrategia opositora y deja el terreno expedito al oficialismo. Y lo peor es que detrás de esta sorprendente maniobra parece estar una parte de la diplomacia occidental, incluida la europea que hoy dirige Josep Borrell. El hecho de que la pandemia del coronavirus esté obligando a las potencias democráticas a centrarse en sus asuntos internos ha provocado, entre tantas otras consecuencias, que la Administración estadounidense haya dejado de prestar la necesaria atención al drama que vive Venezuela. Y en este escenario se refuerza Maduro y crece la sensación de impunidad. Hoy le resulta todavía más fácil a su régimen pisotear los derechos humanos y las libertades. «Sufrimos una especie de genocidio silencioso», denuncia Guaidó. Ojalá algunos abran los ojos a tiempo.
El Mundo.es
Imagen: Leo Álvarez
