Una tregua difícil pero necesaria para pacificar Siria0
septiembre 11, 2016 5:00 am

 

El acuerdo al que han llegado EEUU y Rusia para detener al menos durante una semana las hostilidades en Siria es el intento más esperanzador hasta la fecha para poner fin a una guerra que dura ya cinco años y medio y ha acabado con la vida de unas 400.000 personas. Es cierto que las dos potencias no representan a los múltiples actores implicados en el conflicto, pero si entre ambas consiguen aparcar sus intereses particulares, no les será difícil imponer sus condiciones al resto de contendientes. Porque aunque Kerry y Lavrov estén comprometidos a detener los bombardeos, si el Ejército de Asad y los principales grupos rebeldes no secundan el alto el fuego, de nada habrán servido los esfuerzos empleados en el acuerdo.

 

 

El objetivo inmediato es detener la batalla por Alepo el tiempo suficiente para permitir la llegada de ayuda humanitaria a una población diezmada por los constantes bombardeos y ofensivas en los principales barrios de la ciudad y permitir la salida de las 250.000 personas que sufren el asedio desde hace meses. En Alepo, actualmente en manos del Gobierno sirio, se han producido en las últimas semanas intensos combates entre las fuerzas gubernamentales, apoyadas por los milicianos chiíes de Hizbulá, grupos yihadistas y milicias opositoras. Si Rusia, principal potencia aliada de Asad junto con Irán, consigue convencer al dictador sirio de respetar la tregua que empieza mañana lunes, y EEUU hace lo propio con los grupos rebeldes a los que facilita apoyo logístico, existirá más facilidad para detectar y aislar a los terroristas del Estado Islámico y del Frente Al Nusra, rebautizado como Jabhat Fateh al Sham (Frente para la Conquista de Siria) desde que decidiese romper amarras con Al Qaeda. Porque si de algo están convencidos tanto EEUU como Rusia es de que las organizaciones yihadistas son el principal obstáculo para pacificar la región. De ahí que hayan acordado lanzar ataques conjuntos para destruir a estos grupos, que eventualmente se alían con fuerzas opositoras para continuar consolidando su presencia en la zona y extender desde ahí el terrorismo islámico al resto del mundo.

 

 

Pese a que existen varios antecedente frustrados para poner fin a la guerra y a que los términos del acuerdo son complejos y difíciles de implementar, la iniciativa ha sido bien recibida tanto por todas las partes implicadas como por la ONU, que ha anunciado que si todo transcurre tal y como está previsto la próxima semana, reanudará las negociaciones de paz en Ginebra entre el Gobierno de Asad y los grupos de la oposición.

 

 

 

El acuerdo es también producto de la toma de conciencia por parte de la comunidad internacional de la necesidad de acabar con este terrible conflicto, en el que, además de los miles de muertos, hay 6,6 millones de personas desplazadas dentro del país y casi cinco que han tenido que refugiarse en los países vecinos. Muchos de ellos, utilizando a las mafias de personas, han llegado hasta las puertas de Europa provocando una división interna entre los países de la UE sobre las medidas a aplicar con quienes piden asilo.

 

 

 

Las consecuencias de un conflicto tan prolongado se dejarán sentir durante varias generaciones, ya que se ha producido tal devastación que el país ha perdido el equivalente a cinco veces su PIB, las infraestructuras han sido destruidas, las reservas de petróleo saqueadas y más de 13,5 millones de personas necesitan ayuda para sobrevivir, porque el 80% de la población está hundida en la pobreza. El país ha perdido el 15% de su población y los sirios, según cifras de Naciones Unidas, han visto reducida su esperanza de vida en 20 años. Rusia y EEUU deben, por tanto, redoblar sus esfuerzos para convencer a todas las partes implicadas en el conflicto de la urgencia de detener esta hemorragia de vidas y de recursos.

 

 

 

 

Editorial de El mundo.es