Todo terminará en un «toma y daka»
noviembre 13, 2013 5:58 am

La coyuntura económica es seria, pero como siempre, el gobierno buscó la manera de que terminase trivializándose y empeorando. «Que no quede nada en los anaqueles» fue la comanda, no vacía de contradicciones, si pensamos que fue un presidente socialista quien decidió alcahuetear el consumismo de las gentes.

 

En Valencia se exacerbaron los ánimos y todos volteamos para allá. Daka fue devastada, en el primer saqueo propiciado desde el gobierno de nuestra historia contemporánea.

 

El gran burundú burundá dijo que fue por desesperación, justificando el robo «bueno» del pueblo, contra el «malo» de la burguesía parasitaria. Paradojas morales de quien gobierna, aunque los videos de YouTube no mostraban a nadie desnutrido luchando por alimento.

 

Sólo un hijo de Cuba podría sentir tal «desesperación» por tener un pantalla plana en su sala. ¡Así de cubanizados estamos!, que no hay alimentos ni papel toilet, pero nos desesperamos por un LCD de 48 pulgadas.

 

Sin embargo, en mi opinión, lo más grave de todo este incidente no fue el saqueo, sino las pomposas demostraciones de que el Estado se ha volcado a machacar a la sociedad civil, a prodigar el enfrentamiento de hermano contra hermano, a acabar con la iniciativa privada, con tal de no reconocer sus propios errores y fracasos.

 

La escasez, la inflación, la especulación y la gran cantidad de dinero en la calle con capacidad de compra ociosa son culpa del gobierno. Un gobierno que ha tenido oportunidades espectaculares para rectificar, para acercarse a las fuerzas productivas, pero que ha decidido tozudamente persistir en el error.

 

Las Fuerzas Armadas Bolivarianas, la Sundecop y el Indepabis han devenido en fuerzas de choque contra comerciantes, empresarios y trabajadores. Se ha dictado cárcel y escarnio público contra ellos.

 

Ahora en Venezuela, se fijan precios con fusiles y los derechos económicos consagrados en la Constitución se diluyen entre chalecos rojos de funcionarios públicos.

 

Mientras Nicolás promete que fijará todos los precios, destruirá el dólar negro y acabará con la especulación; todos nos vamos haciendo un poquito más pobres. Pobreza económicamente y de libertad.

 

Al ver toda esta parafernalia, menos empresarios piensan en reponer inventarios, menos inversionistas traerán su dinero, más profesionales piensan que su futuro está fuera del país, más empresas cerrarán sus puertas.

 

Pero Nicolás no podrá evitar que el agua le corra entre los dedos. Si no rectifica, seguirá habiendo escasez, aumentará la inflación, el dólar negro seguirá subiendo, no habrá cómo financiar el gasto público, terminaremos de entregar nuestro petróleo y nuestro hierro a los chinos, se cerrarán los mercados internacionales de alimento y cuánta cosa consumimos…

 

…Y en el camino, muchos más gerentes y empresarios terminarán en la cárcel, más negocios intervenidos, más políticos sin poder acusados de corrupción, más necesidad de ponerse un chaleco rojo para poder subsistir, más fusiles, más apagones, más cadenas.

 

Quizás, entonces, el pueblo si sienta desesperación de verdad y todo termine en un lamentable «toma y daka» nacional.

¿Eso es lo que quieres, Nicolás?

 

@rubensyanes

Por Rubens Yanes