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Todo saldrá bien

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Todo saldrá bien

 

No hay nada más parecido a un melodrama que una familia real

 

 

 

Enrique y Meghan, duques de Sussex, en un encuentro con jóvenes de la Commonwealth, el 5 de julio en Londres. WPA POOL GETTY IMAGES

 

 

 

Hay ocasiones en que la vida te regala una sorpresa. El pasado sábado en Londres entré en una tienda de Paul Smith, el diseñador inglés que se ha hecho famoso con su lema “clásicos pero con un twist”. Buscaba un traje con twist y color, y un caballero espigado, simpático a más no poder, pelín hippy, nos dio la bienvenida con un “pasen y vean”, como si fuera el domador de un circo o el propietario de un gabinete de curiosidades. Ropa, muebles y cerámicas conviven en su tienda de Albemarle Street. Era él, Paul Smith.

 

Me recordó a Elena Benarroch que también atiende en su tienda con idéntico savoir faire. Smith vino hacia mí y un encargado le informó de que el traje que buscaba no estaba en esa tienda. Entonces me llevó hacia su selección de trajes, en colores arrogantes, se fijó en el verde, y me dijo: “Este color es muy tú”. Y yo aproveche el intercambio. “No, Paul. Es muy tú”. Él rió, habíamos hecho contacto. “Si te digo la verdad”, continuó Paul Smith, “estoy hecho un lío, ya no recuerdo cuál es el color que he escogido como referencia para el año próximo”, soltó.

 

 

 

La vida es perfecta en momentos así. Por eso, imagino que todo va a salirle bien a Cristiano Ronaldo en la Juventus. Y que también le irá bien a Florentino ahora que se ha aliviado e inicia su proyecto Julen Lopetegui. Debe de ser porque han surgido ante nuestras retinas a la vez, pero Lopetegui y Pablo Casado parecen hombres en la encrucijada de tomar el camino que cambiará su vida. O de aprovechar el asueto del verano para refrescarse, lo necesitan. Cristiano debería invitarlos a su suntuosa villa griega, donde está todo el tiempo jugando al vóley-playa con un escueto bañador blanco que es como la respuesta siglo XXI al de Ursula Andress saliendo del mar en la película Dr. No.

 

 

 

Recordando esa imagen de la actriz sueca pienso en la redacción de la revista Fotogramas en Barcelona. Se ha publicado que la empresa editora de la revista la obliga a trasladarse a Madrid dejando atrás décadas de historia. Me apena porque la medida afecta a personas que no desean mudarse a Madrid. Y también me preocupa por el archivo de la revista, que podría dispersarse.

 

 

 

ampliar fotoCorinna Sayn-Wittgenstein en un evento en septiembre de 2015 en Nueva York. JP YIM GETTY IMAGES

 

 

En una ocasión la revista Vanity Fair me encargó una entrevista a Sofia Loren, y Elisenda Nadal, la directora eterna de Fotogramas, tuvo un gran gesto. Pese a que se trataba de una revista de la competencia, me sugirió que revisara en el archivo todo sobre Sofia Loren. “Son muchas carpetas pero al mirar las fotos seguro que se te ocurre algo que preguntarle”. Bingo, sustraje imágenes de grandes peinados, gafas y grandes declaraciones de Loren y cuando se las enseñé en Roma durante la entrevista, ella misma me preguntó: “Todo esto, ¿no será de Fotogramas?” En este espíritu de buen rollo veraniego pienso que todo también saldrá bien para el archivo y la mudanza.

 

 

 

Vivimos tiempos de mudanzas. Todo se está moviendo, Meghan Markle le está pisando los talones a Kate Middleton en una libre competencia que nos traerá muchas alegrías. Y ayudara a digerir las conversaciones grabadas a la princesa Corinna, que ahora más que amiga entrañable es un peligro real. Siempre sospeché que un día Corinna dejaría de mostrar dientes y enseñaría uñas de testaferro. Recuerdo cuando la conocí en una fiesta en Miami durante Art Basel. Espléndida, guapa, de mi edad y la de la infanta Cristina, me dijo que para ella la confianza era lo más importante en la vida: “Es lo primero que otorgas. Y lo primero que pierdes”.

 

 

 

Ganar y perder. Que es en lo que andan Kate y Meghan, las nuevas lady Di y Sarah Ferguson pero en tiempos del Brexit. Mientras Kate viste solo firmas inglesas, con esa autosuficiencia tan de Paquita Salas y que los británicos tratan de sostener desde siempre, Meghan hace gala de diseñadores clasicorros americanos como Ralph Lauren para acentuar su origen. Ha sido maravilloso verla ganar ese duelo de nacionalismos en dos ocasiones y con dos colores: amarillo y verde kaki. Aunque los trajes que propone tienen un fuerte olor a naftalina y una clarísima influencia Dinastía, la serie que trituró melodrama y glamour en los años ochenta. No hay nada más parecido a una serie melodramática de prime time que una familia real reunida. Con o sin Corinna.

 

 

EL PAÍS

BORIS IZAGUIRRE

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