Se llegó al llegadero
enero 18, 2018 5:39 am

 

 

Hay una conmoción de la opinión nacional e internacional por los sucesos ocurridos en El Junquito el pasado lunes. La persecución que desde meses atrás se realizaba contra el ex-inspector del CICPC, Oscar Pérez, culminó con su muerte, y de quienes le acompañaban, a manos de funcionarios de cuerpos de seguridad de la dictadura que tenemos. Las mentiras gubernamentales sobre los hechos, al tratar de presentarlos como resultado de un “enfrentamiento”, se estrellan contra la verdad retratada en los videos publicados por Pérez, difundidos por las redes sociales, en los que se evidencia la falsedad de que “se resistió a la captura”  y que, por el contrario, conversó con un oficial de la FAN para que hubiese una entrega pacífica. Uno de los compañeros de Pérez le dijo al oficial: “solamente lo vamos a dejar a su conciencia, mayor; usted va a hacer historia con este procedimiento”.  Lo que se vio en tiempo real pulveriza la ficción oficial.

 

 

 

La oposición democrática ha dicho, en un comunicado público de la MUD, que Oscar Pérez “fue, hasta que se demuestre lo contrario, víctima de una ejecución extrajudicial por parte del régimen de Maduro”  y que éste “sólo busca desesperadamente tratar de tapar una vil y salvaje ejecución contra un grupo de venezolanos”. En el ajusticiamiento de Pérez también se ensangrentaron las manos los grupos paramilitares armados, mal llamados “colectivos”. Alarma, aunque no sorprende, la inactividad de la Fiscalía del Ministerio Público y de la Defensoría del Pueblo durante el desarrollo de los trágicos acontecimientos, y, no cabe duda, que si no estuvieran comprometidas con el régimen, su intervención oportuna hubiera podido evitar el  lamentable desenlace.

 

 

 

Como si la perversidad  también fuera infinita, parafraseando a Einstein, la dictadura amenaza ahora a la Iglesia por las homilías que el día de la Divina Pastora pronunciaron Monseñor Antonio López Castillo, Arzobispo de Barquisimeto, y Monseñor Víctor Hugo Basabe, Obispo de San Felipe. El primero dijo: “No queremos hambre, queremos producción y lo necesario para vivir”. Y el segundo pidió a la Virgen que nos librara de “la peste” de la corrupción política que ha llevado al país “a la ruina moral, económica y social”. A cuatro instancias del Estado, Maduro ha solicitado que “revisen” esas homilías y verifiquen si son susceptibles de la aplicación de la Ley Contra el Odio, aprobada por su fraudulenta ANC.

 

 

 

Pareciera que se llegó al llegadero.

 

 

Carlos Canache Mata