País ilegal

Categorías

Opiniones

País ilegal

 

Hay que pasar de las palabras a los hechos para sentirse representando a los ciudadanos

 

En una supuesta conversación con un cubano que no es revolucionario ni capitalista, pero que no tiene valor para construir una balsa ni para pagar los múltiples peajes que se requieren para salir de la isla, éste nos explica que es imposible sobrevivir sin violar de manera cotidiana las normas que rigen allí desde hace 54 años: entre nosotros no puedes comer, ni desplazarte, menos trabajar, si no pisoteas una tras otra una norma escrita o no, y mucho de eso ha sido trasladado a Venezuela, que es sin lugar a dudas un país ilegal.

 

Nos explicamos, si el pueblo de manera unánime te escoge como gobernador, alcalde o concejal, inmediatamente el régimen crea un organismo paralelo que es el que recibe los recursos, pisoteando la voluntad popular.

 

Si los ciudadanos rechazamos en un referéndum la visión centralizada, comunal y comunistoide del oficialismo, ipso facto las autoridades ponen en ejecución lo que ha sido rechazado por la mayoría y así sucesivamente; por ello podríamos resumir en una sencilla frase el escenario político actual: «vivimos en un país inconstitucional desde la médula de los huesos hasta el aire viciado que respiramos».

 

A mayor abundamiento vayan los siguientes tips: el régimen se reserva las divisas, que son prácticamente un monopolio de la clase política en el poder, reduciendo cada vez más lo que se le entregaba al sector privado, hasta prácticamente limitarlas a alimentos y medicinas; sin embargo para el gobierno no existe el dólar paralelo, que es indispensable para importaciones necesarias, y sin el cual habría que declarar a la nación en terapia intensiva, como cuando en una compañía anónima la asamblea de accionistas rechaza el balance financiero.

 

En una visión diabólica se iniciaron con fuerza las fiscalizaciones previas a las municipales, que cambiaron la tendencia del voto y ubicaron a un porcentaje de pequeñas y medianas empresas en una situación límite, que se definirá en el primer trimestre del año 2014. El concepto de lo que está ocurriendo es corto y elemental, gobierno bipolar, radical y aplastando, en nombre de la revolución, la Constitución aprobada en 1999 y los postulados esenciales del Estado de Derecho.

 

Todo lo anterior nos ubica en una estrategia de supervivencia, porque lo que se le aplica a las amas de casa, estudiantes, sindicatos, organizaciones partidistas de oposición, ONG y a lo internacional democrático, es la más absoluta indefensión.

 

Se tira la pedrada del dólar turístico y se mantiene en la realidad el llamado dólar fronterizo, que cabalga en la economía de dos países con un pie en cada territorio, a pesar de que las autoridades debían pensar primero en el ciudadano y luego en sus intereses que abarcan las comunas, la posible cartilla de racionamiento y la inseguridad que mantiene a la población en extremada tensión, porque debe adaptarse a las reglas del terreno las 24 horas del día y además porque la institucionalidad revolucionaria busca tener votantes, pero rechaza a quien pretenda ser un ciudadano a tiempo completo. Lo que vale son los «deberes revolucionarios» y no los derechos democráticos.

 

Estamos en un estado de guerra, donde la violencia contamina cada actuación del Ejecutivo y se escapa por los intersticios de las puertas y ventanas, mientras el ciudadano tiende al aislamiento, hay desconfianza, confusión y el enemigo más peligroso del radicalismo es su propia propaganda, que pretende sustituir la realidad del desabastecimiento, la inseguridad, fallas en los servicios, y el absoluto desprecio del poder a la presencia dinámica de quienes pretenden ejercer a plenitud el núcleo básico de la declaración universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.

 

La libertad no puede ser instrumentada por el viceministerio para la felicidad, porque es lo que nos hace hombres con deberes y derechos. En fin, cultura política, rendición de cuentas, respeto y el principio indeclinable de la soberanía del pueblo.

 

Gobierno y oposición están como dos puercoespines, que de la boca para afuera dicen que quieren acercarse y se hacen daño: hay que pasar de las palabras a los hechos para sentirse representando a los ciudadanos.

 

 

No es vencer sino convencer, no es imponerse sino razonar, no es lucrarse sino trabajar solidariamente en beneficio de las mayorías y minorías y no pretender protegerse en una especie de campana neumática, que nos aleja de las contingencias cotidianas, tales como las colas en búsqueda de alimentos, el riesgo de sobrevivir en los barrios o la inflación, que es una pandemia que mata sin posibilidades de vacuna, y que es generada por el régimen por lo disparatado de las medidas, que ofrecen comida para hoy y hambre para mañana. El gobierno se devora a sí mismo.

 

juanmartin@cantv.net

Comparte esta noticia:

Contáctanos

Envíe sus comentarios, informaciones, preguntas, dudas y síguenos en nuestras redes sociales

Publicidad

Si desea obtener información acerca de
cómo publicar con nosotros puedes Escríbirnos

Nuestro Boletín de noticias

Suscríbase a nuestro boletín y le enviaremos por correo electrónico las últimas publicaciones.