La Cumbre Democrática: entre la necesidad y la generalidad
diciembre 17, 2021 5:42 am

El presidente Joe Biden se desmarcó claramente de Donald Trump en el terreno de la defensa mundial de la democracia. Dentro de su estrategia dirigida a reinsertar Estados Unidos en el multilateralismo, convocó la Cumbre para la Democracia durante el 9 y el 10 de diciembre, con 110 países.

 

 

Para Trump el sistema democrático era un incordio que le impedía atornillarse por siempre al poder. Cuando ya era el candidato a la reelección por el Partido Republicano, en el marco de una teoría conspirativa carente de todo fundamento, anunció un supuesto fraude que estarían tramando los demócratas, cosa sorprendente pues los fraudes los organizan las fuerzas gobernantes, que son la que poseen el control de los hilos del poder.  Trump invirtió la relación: la estafa sería perpetrada por el Partido Demócrata, que para el momento tenía varios años fuera de la Casa Blanca. Uno de los flancos de ataque  fue el voto por correo, parte fundamental de la tradición norteamericana y uno de los símbolos más conspicuos de la confianza y transparencia  en el sistema electoral de esa nación.  Cuando perdió los comicios en noviembre de 2019, propició y avaló el asalto al Congreso el 6 de enero de 2020.  La complicidad de los senadores y representantes republicanos impidieron que Donald Trump fuera juzgado y condenado a quedar excluido por siempre del sistema político norteamericano. Esperemos, por el bien de ese país y del mundo democrático, que ese error no tenga fatales consecuencias para el futuro de la democracia estadounidense y mundial.

 

 

Adelantándose al porvenir, el  presidente Joe Biden propuso durante su campaña como candidato presidencial, fortalecer la democracia en el plano mundial. Era consciente de los peligros que se ciernen sobre el sistema de libertades en el planeta. El avance del autoritarismo es indudable. En Rusia y China, los liderazgos autocráticos de Vladimir Putin y Xi Jinping, respectivamente, se han consolidado. Con las últimas reformas a la Constitución rusa, Putin se aseguró poder detentar el poder hasta al menos el año 2034. Es decir, podría pasar en el Kremlin casi cuatro décadas. En los veinte años que lleva gobernando, ha exterminado a sus opositores. A quienes no ha encarcelado o desterrado, los ha asesinado. Expedito, el hombre.  Xi Jinping ha hecho otro tanto. En el último Congreso del Partido Comunista Chino, celebrado hace algunas semanas, logró que se modificaran los artículos que impedían la reelección del presidente del partido por más de un período consecutivo. Ahora podrá sembrarse en el cargo. Es un hombre de 68 años, que para los estándares de la dirigencia china resulta bastante joven. Las modificaciones estatutarias las está combinando con un exacerbado culto a la personalidad, que lo ha colocado al mismo nivel de Mao Tse-tung  y Deng Xiao Ping. Habrá Xi Jinpimg para rato.

 

 

Otros países de grandes dimensiones y altamente poblados donde la democracia está seriamente lesionada son Irán y Turquía. En la India y Brasil, países con gobiernos de tendencia autocrática, el sistema representativo aún se mantiene y resulta muy probable que en los próximos comicios se produzca un cambio en la conducción del Ejecutivo, al menos en Brasil donde la figura de Lula Da Silva se ha fortalecido como opción frente al impresentable Jair Bolsonaro.

 

 

En América Latina, por primera vez en décadas existen tres regímenes de corte dictatorial: Venezuela, Nicaragua y el secular de Cuba. Coquetean con ellos El Salvador, Honduras, Guatemala y Bolivia.

 

 

La democracia es una luz que se apaga, según la acertada expresión de Ivan Krastev. Para reavivarla, los líderes de las democracias occidentales que aún quedan, deben definir una estrategia global que permita preservar los espacios libres existentes. Lamentablemente, la agenda de la Cumbre para la Democracia fue demasiado genérica. Los temas estaban centrados en fortalecer la democracia, combatir la corrupción y defender los derechos humanos en todo el orbe. Lo más específico que se acordó fue la convocatoria a una nueva reunión en 2022 para evaluar los avances que se hayan alcanzado. Biden planteó trabajar para apoyar a los medios de comunicación independientes en el extranjero, ofrecer respaldo a organizaciones de derechos humanos y activistas, y promover la celebración de elecciones justas.

 

 

Con el fin de materializar las metas de las futuras cumbres, además de establecer pactos que refuercen los sistemas electorales, habría que propiciar  acuerdos que impidan la reelección indefinida en la jefatura del Estado, causa principal de los modelos personalistas, pues presentan al gobernante de turno como imprescindible e  insustituible. Esa debe convertirse en una aspiración de todos los demócratas. El acceso igualitario a los medios de comunicación públicos y privados; garantizar la libertad de prensa e información; y promover el pleno funcionamiento de los partidos políticos y de las organizaciones de masas, representan algunos de los temas y de las conquistas inaplazables para relanzar la democracia en el continente y en el mundo.

 

 

Juan Guaidó fue invitado por el presidente Biden a la Cumbre. Tuvo el honor de representar las aspiraciones de los demócratas venezolanos. Tiene bastante trabajo por delante.

 

Trino Márquez

@trinomarquezc