¡Hasta cuándo! Fractura militar
febrero 19, 2018 9:59 am

Lo que hoy plasmaré es el resumen de largas tertulias que he sostenido con una amiga que es especialista en temas militares y que se encuentra en el exilio. En estas líneas que escribo con humildad y asumiendo la responsabilidad que cada uno de nosotros debemos asumir en esto, resumiré parte de lo que es nuestra mayor tragedia: el miedo y la falta de unidad de propósito. La unión cívico-militar nunca ha sido el propósito de este gobierno, todo lo contrario, han buscado y logrado que la mayoría de los civiles expresen odio ante la presencia militar.

 

 

 

Ya es un secreto a gritos que dentro del estamento militar existe un gran descontento, pero que no se atreven a exteriorizarlo por temor a ir a parar sin formula de juicio a Ramo Verde.

 

 

 

Los sapos han proliferado en cada cuartel. Detrás de cada uniformado hay un informante que lo persigue como su sombra, constantemente les revisan sus celulares para ver con quienes mantienen contacto vía Whatsapp. Si encuentran un mensaje dudoso inmediatamente encienden las alarmas y los someten a despiadados interrogatorios. Ellos también sufren pero callan.

 

 

 

No solamente los militares de cuadros medios y bajos junto a la tropa pasan hambre, sino que también sus familiares, pero por pavor prefieren guardar silencio. Sienten temor a que les descubran sus sentimientos. Dirán muchos: “pobre fuerza armada”.  Y es verdad, pobre hombres y mujeres uniformados que se encuentran presos en su soledad. Algo debe faltar, que los civiles no hemos podido detectar. Más abajo transcribiré lo que creo es la razón de ese comportamiento, para poderlos comprender. No digamos que ellos son cobardes y los civiles representan la cuna de la valentía, porque eso tampoco es verdad. Hay miedo en el mundo militar como también hay miedo en los civiles. Ha faltado la conexión. Y no se ha logrado por desconfianza entre ambos sectores que en definitiva es el mismo pueblo, pero con roles distintos.

 

 

 

Militares no actuarán sin organización civil

 

 

 

A medida que pasan los días, es más difícil no repetir mensaje parecidos de cualquier índole y para cualquier público.

 

 

 

Todo lo hemos dicho. Esta vez quiero unir el mensaje para los civiles y para los militares. En efecto, si partimos de la premisa que todos somos un solo pueblo: civiles y militares y, que ambos estamos padeciendo por igual las consecuencias de esta desgracia llamada revolución, entonces, cada mensaje debe ser dirigido por igual a ambos sectores.

 

 

 

No nos cansamos de pedir de viva voz a los militares que actúen, pero nosotros, la sociedad civil, estamos absolutamente paralizados, como esperando que llegue la superpotencia del planeta y acabe de forma selectiva con los enemigos que nos separan de una vida normal y, esto termina por inhibir a quienes dentro de los cuarteles luchan por sobrevivir no solo a la cruda situación económica, sino a la presión de una persecución descarnada que los catapulta directo a Ramo Verde o a otro penal junto a los peores delincuentes.

 

 

 

Que nadie se equivoque: esa injerencia (ayuda) humanitaria que está en la frontera no entrará a Venezuela mientras estemos tranquilos sin provocar acciones conjuntas y organizadas, tampoco penetrará mientras no exista un canal de comunicación entre los civiles y militares de aquí.

 

 

Los extranjeros vendrán y entrarán a Venezuela cuando estemos organizados y sepan con quién entenderse. Cuando no existan mensajes ambiguos, por ejemplo: “estamos soportando una cruenta tiranía pero estamos estudiando la posibilidad de participar en unas eventuales  elecciones para salir de esto”. ¡Por Dios! Si sospechamos que la salida será violenta, entonces necesitaremos la ayuda de otros países. Todo el mundo dice esto en privado pero nadie se atreve a decirlo en público porque el miedo se ha apoderado de todos nosotros.

 

 

¡Basta de traición a la patria!

 

 

Llegó la hora de las definiciones. Aquí que no vengan con falsos nacionalismos, porque para sacar un ejército de ocupación, de malandros y de extranjeros que se ha apoderado de Venezuela para cometer sus fechorías, necesitaremos de una fuerza muy poderosa que nos ayude a conquistar la libertad y la democracia.

 

 

 

Los traidores a la patria son los que le han entregado las riendas del país a la delincuencia de distintas nacionalidades.

 

 

 

Como ven, miedo y falta de unidad de propósito vuelven a ser nuestros peores enemigos, y a eso debemos sumarle la desorganización. Hay que empezar ya a tender las conexiones (puentes) con el mundo militar. ¿Cómo? Dando el mensaje adecuado. No de repulsión sino de organización y bienvenida cuando decidan actuar para restablecer el orden constitucional, que está roto desde hace bastante tiempo, mucho más del señalado por Luisa Ortega o por la propia Asamblea Nacional.

 

 

 

Ruido en las fronteras.

 

 

 

Todos parecen hacer oídos sordos a los mensajes que, desde esa superpotencia y otros países del planeta que hoy nos ayudan, nos indican que debemos planificar el momento de la tormenta perfecta y aun cuando lo perfecto es enemigo de lo bueno, podríamos hacer el intento de acercarnos.

 

 

 

Me he preguntado tantas veces ¿a qué sector de la oposición darían los militares el control del país si decidieran de forma unilateral desalojar al régimen?

 

 

 

¿Se han preguntado alguna vez si el desmadre que tenemos dentro de la oposición y la absoluta confusión del ciudadano podría suponer una de las razones fundamentales por las que no se llega a un acuerdo entre civiles y militares?

 

 

 

Y si llegara la injerencia humanitaria, se han preguntado ¿de la mano de quién, dentro del país, actuarán esas fuerzas para identificar a buenos y malos, a colectivos de grupos vecinales, y en manos de quién pondrán el control de la nación una vez que hayan sido detenidos o corrido espantados los malos?

 

 

 

Hay tantos cabos sueltos y estamos tan mal acostumbrados a que terceros decidan por nosotros, que perdemos de vista las consecuencias de no tener claro, ni siquiera a quien o a quienes reconocemos como nuestro liderazgo natural. Pues lo mismo pasa dentro de la Fuerza Armada Nacional y quizá debamos preguntarnos también, ¿Por qué si esa ruptura que desde hace tiempo se ha producido dentro de los cuarteles, no se ha materializado en el cambio de régimen tan necesario para el país?

 

 

 

Esto debería ser suficiente para que todos reflexionemos y tomemos una decisión.

 

 

 

Y de nuevo, miedo y falta de unidad de propósito vuelven a ser dos conceptos claves que retienen el cambio.

 

 

 

@pabloaure