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Falta el Centro

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Falta el Centro

 

 

 

Si los partidos no se reivindican a sí mismos, necesitamos que movimientos cívicos nos saquen del realismo mágico de las promesas populistas, del autoritarismo…

 

 

 

En América Latina se necesita construir más y mejores democracias, y economías más incluyentes. Estos ideales forman la columna vertebral de la cultura política de nuestros pueblos, pero no se cumplen en casi ninguno de nuestros países. Chile es el más avanzado; Costa Rica y Perú le siguen. Pero, los demás, estamos lejos, Colombia, Panamá, República Dominicana, o muy lejos, Cuba, Venezuela y Haití.

 

 

 

A pesar de las décadas transcurridas desde que las dictaduras latinoamericanas dejaron de ser un impedimento al progreso, los partidos socialdemócratas, socialcristianos y parecidos han fracasado en cumplir nuestros ideales debido a que buscaron su poder en vez de lograr soluciones; explotaron el populismo y exageraron controles endilgándole sus errores al empresariado o colonizando al sindicalismo y la burocracia. Por eso somos pobres.

 

 

 

Este fracaso le abrió la puerta a una alternativa de izquierda, primero la de Fidel y, luego, al Foro de Sao Paulo en 1990, el cual vio que la ruta de Castro no les llevaba a controlar más países y que tenía un fuerte rechazo continental por comunista, empobrecedor y represivo. Los objetivos del Foro son llegar al poder disfrazados, utilizando medios electorales; perfeccionar la manipulación de la opinión pública; marginar a Estados Unidos y Europa; y desplazar a las elites empresariales, políticas y tecnocráticas tradicionales con el fin de no tener quien los rete en el poder. De allí lo ocurrido en Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Brasil y Ecuador.

 

 

 

Una verdadera democracia surgiría de un movimiento que rescate los ideales pluralistas y de bienestar. Pero los partidos tradicionales no serán un competidor frente a la izquierda demagógica mientras no denuncien sus propios errores; v.g., Venezuela. Si los partidos no se reivindican a sí mismos, necesitamos que movimientos cívicos nos saquen del realismo mágico de las promesas populistas, del autoritarismo, del mito del odio de clases, dejen de explotar el juego amigo-enemigo y divulguen que en la sociedad moderna, pluralista, no se trata de discutir quién tiene la razón sino cómo nos ponemos de acuerdo.

 

 

 

José Antonio Gil Yepes
@joseagilyepes

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