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En Sidor, de espaldas a los sidoristas y sin resolver nada de la ruina

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En Sidor, de espaldas a los sidoristas y sin resolver nada de la ruina

 

La mañana del miércoles, los sidoristas que entraban a trabajar al turno de 7:00 am a 3:00 pm miraron extrañados que unas cuadrillas de trabajadores externos estaban desmalezando y limpiando los (otrora) jardines junto al Portón 1 que tienen varios años abandonados y muchos meses sin siquiera ser desmalezados. Esos mismos jardines que eran parte del orgullo de Sidor y que en otros tiempos, antes de la “profundización de la robo-lución” recibían mantenimiento casi semanal. La extrañeza aumentó, al menos para los que trabajan en Laminación en Frío, en el galpón de despacho de laminados y áreas cercanas. Otras cuadrillas estaban pintando ese galpón de despacho e incluso recogiendo por todo Sidor las pocas bobinas de laminados dispersas para juntarlas y medio llenar una pequeña sección de ese galpón, justo detrás de una tarima que también estaban colocando. Ese galpón, donde se acumula (ba) la producción diaria para ser despachada a los clientes externos en el resto de Venezuela, cargándolas en gandolas, tiene meses totalmente vacío. Es que no hay producción.

 

 

Era evidente que el gobierno preparaba un show. Y cuando vieron a funcionarios de Casa Militar sabían que vendría Maduro, ese mismo ocupante de Miraflores que en 3 años nunca había querido ir a Sidor. Siempre rehuyó ese contacto. El mismo Maduro que a finales de 2014 trató de criminalizar a los sidoristas que, en huelga, luchaban por sus derechos diciendo que “estaban pagados por la Embajada de EE UU”. El mismo Maduro que -como vice y luego como presidente- nunca ejecutó el punto de cuenta firmado por Chávez el 20 de agosto de 2012 para cubrir unos proyectos de inversión en diversas plantas de Sidor que, si bien no eran una solución de fondo, al menos habrían mejorado la precariedad productiva. El mismo Maduro que junto al resto de los jerarcas del gobierno y el PSUV dieron la orden de paralizar las elecciones sindicales de Sutiss para que su plancha no perdiera feo, como iba a ocurrir a pesar de la enorme dispersión de planchas. Y que ordenó militarizar todas las plantas de Sidor para imponer a la fuerza un contrato colectivo nunca aprobado ni por el sindicato ni por los trabajadores y del que aún nadie tiene copia.

 

 

Y así fue. Este jueves, al final de la tarde, Maduro fue a Sidor. Lo llevaron directo al sitio, sin que nadie pudiera decirle nada, sin él escuchar a nadie. En el galpón de despacho de laminación habían colocado unas 300 sillas. Al personal que labora en esa zona se le prohibió el acceso, de hecho, desde la mañana se les dijo que no habría labores. Que firmaran y se fueran. Tampoco pudieron entrar los sidoristas de otras plantas. Solo un grupito muy cuidadosamente seleccionado del sector FBT-PSUV y mucha gente de afuera. Ni siquiera otros trabajadores de lo que genéricamente se podría llamar “chavismo”. Nadie. Todo ultra controlado. Todo para mostrar aplausos en TV. El oficialismo es hoy una minoría muy pequeña en Sidor. En fin, eso que Ud. vio por TV no son “los siderúrgicos”. Ni siquiera una muestra medianamente representativa.

 

 

Indignados los accionistas B

 

 

Maduro dijo ayer, en la cadena, que “estamos honrando una deuda de la privatización” al entregar unos pocos cheques a un muy pequeño grupo de trabajadores accionistas B. Eso mismo dijo, mes y medio atrás, el ministro-candidato Héctor Rodríguez en un acto semejante. Cada vez que lo hacen, más de diez mil familias, en su mayoría de ex trabajadores de Sidor, casi todos de la tercera edad, rabian de indignación. Se sienten humillados. Es tan grande la ofensa, que si les quedaban algunos votos allí, los perdieron. Quizás Maduro y Rodríguez calculan que en el resto de Venezuela pueden engañar a millones.

 

 

La ruina en cifras

 

 

Sidor es una gran planta siderúrgica. Realmente maravillosa. Por muchos años fue la siderúrgica integrada más grande de Latinoamérica. No solo produce acero en Palanquillas y en Planchones sino que tiene productos “aguas arriba” (pellas, HRD, gases, cal, etc.) y en sus laminadores “aguas abajo”, se fabrican cabillas, alambrón, tubos petroleros, laminados muy diversos, hojalata, etc. Por décadas, Sidor fue base del desarrollo nacional para la industria de la construcción, la automotriz, la manufactura, de envases para la agroindustria, y mucho más.

 

 

Sidor, hasta 2007, producía 4 millones 300 mil toneladas de acero líquido/año. Producía 390 mil ton/año de cabillas. Una cifra similar de láminas de hojalata para otras industrias. 60 mil ton/año de tubos petroleros. Y un largo etcétera.

 
Hoy, tras ocho años de la estatización roja rojita, Sidor está en ruinas. Las pérdidas registradas en 2014 son más que los activos de la empresa. Produjo tan solo 1 millón 39 mil ton en ese año. Este 2015, pese a una meta, colocada por los militares que la manejan, de 2 millones de ton/año (que ya era muy pobre) apenas lleva 800 mil ton y está casi totalmente paralizada. La producción general apenas llega al 20%, La de hojalata es de 7%. La de tubos no llega a 5%. La de cabillas a 20%. Más de la mitad de sus modernos hornos eléctricos están inservibles. No hay repuestos, No hay insumos.

 
Esa es la “obra” de la robo-lución, junto con un terrible retroceso en el progreso social de los trabajadores y sus familias.

 

 

Eso es un atentado brutal contra la soberanía nacional. Nunca tuvimos menos patria que hoy.

Resulta que esa deuda es de hace 7 años para acá. La deuda la causó la estatización al cambiar la razón social de Sidor, convertirla en improductiva y en “pura pérdida”. Esas miles de familias han tenido que vender sus acciones porque ya no valen nada ni rinden beneficio alguno, gracias a la robo-lución.

 

 

Esas diez mil familias habían podido comprar acciones de Sidor porque la Ley de Privatización de 1997 así lo estableció. Y desde 2005 estuvieron cobrando dividendos trimestrales. Para miles, que son de la tercera edad, era un “seguro de vejez” ya que Sidor arrojaba ganancias, que, por ejemplo, en 2007, fue de más de 700 millones de dólares. 20% de eso fue para el estado y otro 20% para esos ex sidoristas.

 

 

 

Y la empresa reinvertía, hacia mantenimiento, ampliaba plantas.

 
Para colmo, el gobierno, al estatizar, le pagó a la transnacional, en 2009, su 59% de acciones. Con mucha puntualidad la “revolución” les pagó 2 mil millones de dólares más intereses (lo cual, por cierto es lo correcto), mientras que a los más diez mil extrabajadores que en grupo eran propietarios de 20% de las acciones, no les pagó.

 

 

Horrenda discriminación social.

 

 

 

A la transnacional sí le pagaron. A los venezolanos trabajadores no.
Esos miles de sidoristas accionistas B han protagonizado incontables luchas y protestas, en la calle y en los medios todos estos años ante la indolencia del gobierno y del madurocabellismo.

 

 

Pero el gobierno “socialista” no les ha pagado lo suyo. Ahora tras muchas luchas, conquistaron su derecho, pero les van pagando a “cuenta gotas”.

 

 

Y encima Maduro tiene el descaro de decir que “es una deuda de la privatización”, cuando es la “revolución” la que primero les arrebató una propiedad productiva y luego ha pasado 7 años sin pagarles el valor de lo suyo.

 

 

Ni contrato colectivo

 
Ni elecciones sindicales

 

 

Maduro hizo su show en Sidor, pero ignoró a los sidoristas y sus reclamos. Usó el escenario para cobear al país. Ni una palabra del mancillado contrato colectivo que nadie tiene. Ni una palabra de las legítimas elecciones sindicales que él mismo y los jerarcas del PSUV ordenaron impedir.

 

 

Tampoco dijo nada de los 514 millones de dólares del punto de cuenta para inversiones que firmó Chávez en agosto de 2012 y que Maduro, como vicepresidente que era entonces, era el encargado de coordinar su ejecución.

 

 

Ni una palabra sobre planes y programas concretos para recuperar las plantas, equipos e instalaciones dañados.

 

 

Ni para comprar insumos o repuestos.

 

 

Fue un acto fallido de campaña electoral.

 

 

Pero en Guayana fue como “escupir para arriba”.

 

 

Fantasmal Petro SanFélix

 

 

Ese cuento cobero lo he explicado aquí dos veces, pero va de nuevo. En agosto de 2012, como parte de un “gancho” busca-votos de campaña electoral, el candidato-presidente Chávez anunció la creación de algo llamado PetroSanFélix. Fue en un mitin en San Félix. Seguramente buscaba crear la sensación que en San Félix habría una empresa petrolera. Deslumbrando desempleados y sub empleados, con trabajos precarios, que los había (y los hay) muchos en San Félix. “Fulano: búscate un galpón por allí”, dijo.

Pasada la campaña electoral, nada pasó con el tal PetroSanFélix.

 

 

Mucha gente reclamaba y recordaba la promesa busca votos.

 

 

Unos meses atrás alguien le habrá dicho a Maduro del reclamo.

 

 

Y entonces… ¡la “solución”, falsa, pero mágica! Agarraron a PetroAnzoatégui (que en 1995 se llamaba PetroZuata en sociedad Pdvsa-Conoco Phillips) y… ¡le cambiaron el nombre!

 

 

Descolgaron el cartel de la entrada y lo pintaron de nuevo. Ahora se llama PetroSanFélix. Nada que haya creado ni un empleo nuevo. Ni agregado un barril nuevo. Solo la máscara. Y usar el dinero para financiar algunos actos populistas de la CVG militar. Solo eso.

 

 

Y cada vez que hablan de recursos para esos “planes” mencionan “las ganancias de PetroSanFélix” que nadie en San Félix sabe dónde queda.

 

 

Confesión “chucuta” de inflación

 

 

El BCV esconde “a cal y canto” violando la Constitución impunemente, todas las cifras del desempeño económico del país. Pero… cosa curiosa, Maduro decidió ayer “confesar” que la inflación 2015 “será de ¡80%!”. Qué barbaridad. Y lo dice como si fuese algo bueno.

 

 

La realidad es que el acumulado inflacionario de 2015, medido por el mismo BCV (lo saben sus técnicos) es de 142% de enero a septiembre. Y la inflación anualizada, es decir, en los últimos 12 meses suma más de 188%. Se calcula que al cerrar diciembre será más de 200%.

 

 

La peor de todo el planeta.

 

 

El mayor desastre económico en la historia de Venezuela.

 

 

Pero, claro, ya Maduro asomó, como en todo, que la culpa no sería del gobierno sino de medio mundo menos ellos que gobiernan y lo controlan todo.
Dijo que era una “inflación inducida”.

 

 

¡Zas!. La que faltaba.

 

 

Aunque mirándolo bien es cierto que es una inflación “inducida”. Pero inducida por el gobierno. Por las confiscaciones, las estatizaciones, el destrozo de las empresas estatales, el corrupto control de cambio, el ahogo a las empresas privadas.

 

 

El 30%

 

 

Algún gancho electoral tenía que traer Maduro. Aunque en Sidor y en el conglomerado de industrias básicas de Guayana, anunciar 30% de aumento del salario mínimo dice muy poco. En lugar de 7 mil y pico será de 9 mil 629. De todos modos, ¿Cuándo comenzará a pagar el gobierno ese nuevo salario mínimo en toda la administración pública? Porque el gobierno es duro para obligar a los comercios a pagar, pero ministerios, institutos del estado, IVSS, etc. tardan meses en comenzar a pagar.

 

 

De hecho, anunció que el ajuste de las tablas salariales en toda la administración pública comenzará “en el primer trimestre de 2016”.

 

 

O sea… Puro bluff.

 

 

 

Damiám Prat

depece54@gmail.com

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