“El marco de la polarización, populismo y posverdad permite que los nuevos autócratas puedan fingir que encarnan la verdadera voluntad del pueblo, reprimida por las élites corruptas y escondida por unos medios también corruptos”.
Moisés Naím
En el panorama político actual de Estados Unidos se libra una batalla de significados más profunda de lo que podría parecer a simple vista. No es solo una lucha entre demócratas y republicanos; es una guerra simbólica que, en el fondo, representa una pugna sobre qué significa ser estadounidense y qué valores deben definir la identidad nacional. Esta confrontación, que se intensifica con cada ciclo electoral, puede analizarse a través de la narrativa que revela un conflicto casi moral entre dos visiones radicalmente opuestas del país y su futuro.
Una narrativa de héroes y villanos
El relato político en Estados Unidos se estructura sobre un sistema de roles en el que los personajes y sus actuaciones refuerzan la idea de una lucha heroica. En esta narrativa, Donald Trump y el Partido Republicano asumen el papel de héroes defensores de los valores patrióticos y la estabilidad económica, mientras que Kamala Harris, Joe Biden y el Partido Demócrata simbolizan las fuerzas opositoras que, supuestamente, buscan destruir la “verdadera” identidad estadounidense.
En este escenario, los republicanos y sus líderes asumen la misión de restaurar el orden y la prosperidad, una “América auténtica”, y librarla del caos y la inseguridad atribuidos a los demócratas. Así, la narrativa se estructura como una épica de “nosotros contra ellos”, en la que los republicanos defienden a los ciudadanos, presentados como los destinatarios traicionados, contra políticas que perciben como antiamericanas y dañinas. Este conflicto de héroes y villanos es crucial para sostener la lealtad de las bases y para simplificar la narrativa en un relato de buenos contra malos, eliminando cualquier posibilidad de grises o matices.
Patriotismo contra antiamericanismo: una lucha por la identidad
El cuadrado lógico-semántico nos ayuda a desentrañar la estructura ideológica que subyace en esta narrativa polarizada. Los valores opuestos que sustentan el discurso político actual giran en torno a nociones de “patriotismo” y “antiamericanismo”. Para los republicanos, el patriotismo se manifiesta en políticas de seguridad fronteriza, estabilidad económica y respeto por las tradiciones estadounidenses. En contraposición, las políticas de los demócratas son descritas como una amenaza a estos valores, un “antiamericanismo” que va desde abrir las fronteras hasta “atacar” la libertad económica.
Este eje de patriotismo vs antiamericanismo estructura un conflicto moral y de identidad, en el cual cada partido reclama el rol de defensor de la nación, relegando al oponente al rol de destructor. Este marco no permite el diálogo; en su lugar, impone una división tajante, en la que ser patriota equivale a rechazar al oponente y sus valores.
Prosperidad y caos: las promesas y miedos de la política
Otro par de valores contrapuestos en el cuadrado lógico-semántico es el de prosperidad y caos. En la narrativa republicana, la prosperidad está asociada a la administración Trump, caracterizada por una economía fuerte y un país seguro. En contraste, el caos se asocia a los demócratas, cuyas políticas, según esta narrativa, han provocado descontrol en la inmigración, una inflación devastadora y una creciente inseguridad.
La configuración de estos valores en oposición permite que la narrativa republicana simplifique el debate, presentando sus propuestas como un regreso a la prosperidad y seguridad de antaño, mientras que cualquier alternativa demócrata se convierte en sinónimo de desorden y riesgo para el país. El valor de la prosperidad se convierte así en un símbolo de “restauración,” un “recuperar América” (Make America Great Again), frente al caos que representa el presente y la posibilidad de un futuro incierto bajo políticas demócratas y la cultura “woke”.
Una polarización inquebrantable: la estructura de un conflicto irresoluble
La narrativa política estadounidense no solo se basa en diferencias de políticas, sino en una confrontación estructural de valores y significados que hace que el conflicto parezca irresoluble. La política se ha convertido en una guerra de símbolos, donde el patriotismo se define en oposición al antiamericanismo. Esto dificulta la posibilidad de consenso y refuerza una retórica de enemigos, “nosotros contra ellos”, en la cual cada lado se ve obligado a mantener una postura inamovible.
Conclusión: ¿es posible romper la dinámica del conflicto?
Si algo nos enseñan las estructuras de roles narrativos es que esta confrontación política en Estados Unidos no es solo coyuntural, sino estructural. La narrativa de héroes y villanos, la oposición entre patriotismo y antiamericanismo, y la dualidad prosperidad/caos, constituyen la esencia de una confrontación en la que cada partido ha definido su rol y el de su oponente de una manera casi mítica.
Para cambiar esta dinámica, la política estadounidense necesitaría un cambio profundo en sus narrativas y en su estructura de personajes: ver al oponente no como el villano, sino como un actor que también persigue el bienestar del país, aunque desde una perspectiva distinta. Este cambio es posible, pero requeriría una reconfiguración de significados que hoy parece difícil de alcanzar.
Estados Unidos enfrenta no solo una crisis política, sino una crisis de significado y valores. El desafío es lograr una narrativa política que no esté construida únicamente en la polarización, la posverdad y el populismo sino que permita un espacio para la cooperación y el consenso. Mientras esto no ocurra, los ciudadanos serán los verdaderos perdedores en este juego de valores, atrapados en una lucha en la que el consenso y la paz política se sacrifican en favor de una victoria simbólica, pero vacía, para ambos bandos.
Antonio de la Cruz