El epitafio comunista
agosto 31, 2018 6:47 am

 

En mi artículo de la semana pasada La Primavera de Praga, escribí que los países que aún están bajo el comunismo “andan tomando prestados mecanismos de la economía de mercado, aunque sin aflojar el puño dictatorial”. En efecto, China inició en 1978, bajo la conducción de Deng Xiaoping, lo que se ha llamado “economía de mercado socialista”, en la que, junto a las empresas que controlan los sectores estratégicos, se han establecido zonas económicas especiales con la presencia de empresas privadas. Desde entonces, China tiene un crecimiento económico promedio anual de 10%. Como dijo el propio Deng, no importa que el gato sea blanco o negro con tal que cace ratones. Vietnam siguió en 1986 los pasos de China, al iniciar un conjunto de reformas económicas, conocidas con el nombre de Doi moi, que comprendían el reconocimiento de la iniciativa y de la propiedad privada y una apertura a la inversión extranjera, coexistiendo con el sector estatal. Cuba, en pequeña escala, ha abierto las puertas de algunas actividades económicas y comerciales a la iniciativa privada, y recién ha puesto en marcha una reforma de la Constitución en la que admite la propiedad privada y amplía su radio de acción.

 

 

 

Según el dogma marxista, la historia de la humanidad es la sucesión de modelos económicos que tienen diferentes modos de producción, que se suceden a lo largo del tiempo, cuando en el seno de ellos entran en contradicción el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción entre los hombres, originándose los cambios sustitutivos, cada uno de los cuales significa un progreso con respecto al precedente. Así, por necesidad histórica, se explica el paso de la economía esclavista del mundo antiguo a la economía feudal del medioevo, el de ésta a la economía capitalista, y, ¡he aquí la profecía!, se explicaría el paso de la economía capitalista a la economía colectivista del comunismo, que abrió su camino con la victoria de la revolución bolchevique de octubre de 1017. Dos observaciones: la primera, el capitalismo (que, por cierto, es ahora distinto, por sus auto-reformas, al que conoció y describió Marx) no sólo no ha desaparecido, sino que sigue campante; la segunda, el cambio revolucionario de 1917, contrariando la doctrina marxista, no sucedió a una economía capitalista (tipo Inglaterra, Estados Unidos, etc.) sino a una economía de tipo señorial, como la rusa, con una actividad básicamente agrícola y todavía con acentuados rasgos feudales.

 

 

 

Finalmente, la Unión Soviética (la madre-patria) pereció en 1991 y en la actualidad solo hay gobiernos comunistas en China y Vietnam (con la modalidad de “economía social de mercado”, arriba anotada), en Corea del Norte, en Cuba, en Laos (orientándose a la economía de mercado) y en Moldavia (en giro político democratizador). Fuera de lista, la chavista-madurista venezolana, que se auto designa como “socialismo del siglo XXI”.

 

 

 

Sobre la tumba del comunismo, habrá que poner este epitafio: Aquí yace un dogma.

 

 

Carlos Canache Mata

Político