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Devoto del voto

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Devoto del voto

 

Numerosas personalidades destacadas han opinado sobre la importancia de opinar en política a lo largo de la historia. He aquí algunos ejemplos:

 

«Un hombre sin un voto es un hombre sin protección». Lyndon B. Johnson (Podría decirse entonces que el voto es preservativo de la democracia).

«El derecho de voto es un derecho que nada ni nadie puede quitar a los ciudadanos». Jean-Jacques Rousseau (Este ruso nunca vino por estos lares).

«El mayor castigo para quienes no se interesan por la política es que serán gobernados por personas que sí se interesan». Arnold Toynbee (Vaya, qué interesante…por eso hay que interesarse más).

«Un político piensa en las próximas elecciones; un estadista en la próxima generación». Clarke, James F. (Por eso, un ciudadano, cuando vota, también debe convertirse en estadista).

«La alternancia fecunda el suelo de la democracia». Winston Churchill (¿Será por eso que nuestra agricultura está tan golpeada?).

«La gente no debería tener miedo de su gobierno. Los gobiernos deben tener miedo de su gente.» Alan Moore (Hay que seguir, pues, el consejo de san Juan Pablo II: «¡no tengáis miedo!»).

 

Etimológicamente, el voto está relacionado con la devoción. La palabra nos viene del latín votum, que se refería a la promesa que había que cumplir con los dioses. Por ello el «voto de castidad» que hacen los religiosos o el «voto de silencio» de algunas órdenes monacales. También los «votos matrimoniales» que hacen los contrayentes de una boda (la cual, por cierto, viene de votum).

 

Y es que como votum se deriva del verbo vovere («prometer solemnemente»), significa literalmente «lo prometido». Así que, como se dice en criollo: lo prometido es deuda.

 

La gente vota porque piensa en su destino y tiene derecho a participar en la dirección del rumbo político de la sociedad en la que habita. Los venezolanos hemos comprendido muy bien que cuando el ciudadano se desentiende de la política, ésta se ensaña en su contra con toda su capacidad de rudeza autoritaria.

 

No hay mucho más que decir, hoy domingo 28 de julio los venezolanos tenemos una oportunidad única para incidir en el destino de nuestra nación, anhelantes como estamos de que la política sea un espacio para la libertad, para la democracia, para el encuentro, para el progreso, para la realización ciudadana y para la paz.

 

Por todas estas razones y muchas otras que me reservo, este domingo 28 voy a votar con total devoción, pero también con mucha ilusión y profunda esperanza.

 

 Laureano Márquez 

Originalmente publicado en el diario TalCual

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