Un alerta ecológico sobre la minería

Posted on: marzo 1st, 2016 by Laura Espinoza No Comments

 

Soy frecuente lector de Aporrea.org desde hace muchos años, y en mi paseo cotidiano por esa página me encuentro con un artículo de Lenin Cardozo en el cual este ciudadano, defensor del medio ambiente, denuncia que Venezuela entregó concesiones mineras a las mismas corporaciones que ilegalmente explotan a cielo abierto en el Esequibo venezolano y que son las responsables de acciones ecocidas en esta zona en reclamación. Es un tema delicado, grueso, que no puede convertirse en tabú y que debería ser investigado a fondo.

 

 

Entendemos que nuestro país se encuentra en medio de una severa crisis económica, apuntalada o agravada por la caída abrupta del precio del petróleo, lo cual hace que en este momento se requiera de divisas con desesperada urgencia. Pero llamados de atención como el que formula Lenin Cardozo no pueden caer en el vacío ni ser despreciados con descalificaciones que en nada permiten aclarar si efectivamente con la aprobación del llamado Arco Minero se ignora olímpicamente resoluciones pasadas del entonces Ministerio del Ambiente, mediante las cuales se negó la autorización para que la empresa Gold Reserve llevara a cabo la explotación minera a cielo abierto por el daño ecológico que esa actividad supone.

 

 

Este es un tema de indudable interés nacional, y debe quedar perfectamente esclarecido el impacto ambiental que estas concesiones aprobadas en días recientes por el Ejecutivo nacional pueden causar en una zona que ya ha sufrido los embates de la minería ilegal, que ha actuado en medio de la mayor impunidad brindada por autoridades civiles y militares.

 

 

Dice Lenin Cardozo, y eso me causó estupor, que “las autoridades ambientales saben lo catastrófico que significa autorizar a esa supercorporación a explotar el oro al sur del estado Bolívar, debido a que la minería utiliza, de manera intensiva, grandes cantidades de cianuro, una sustancia muy tóxica que permite recuperar el oro del material removido”, y agrega en sus angustioso artículo que para llevar a cabo las labores de explotación minera se ocupan grandes extensiones que pueden alcanzar 150 hectáreas y se cavan cráteres de hasta 500 metros de profundidad. ¿Es esto cierto? ¿Alguna autoridad niega lo que denuncia Cardozo? ¿Es falso lo que  él advierte en cuanto a la gran mortandad de fauna silvestre que va a producirse?

 

 

Creo que este alerta de Lenin Cardozo tiene que ser atendido antes de que sea tarde. La ecología no es un asunto subalterno que pueda ser despachado alegremente. Me gustaría, como venezolano, que alguna autoridad en la materia nos dé garantías plenas de que estamos a salvo de un daño ambiental a gran escala.

 

 

La emergencia económica en la cual nos encontramos por la falta de divisas no puede impedir que le prestemos atención a este asunto. Los daños ambientales de la minería pueden ser irreversibles y quienes han permitido durante largos años la acción depredadora de los garimpeiros y sus compinches no han sentido el más mínimo remordimiento por ello.

 

 

En su artículo, Cardozo destaca además que hasta en Canadá se ha prohibido la minería en los términos y condiciones que esa compañía canadiense va a operar en territorios de Guayana, y enumera una larga lista de países de diversos continentes en los cuales se puso fin de manera terminante a la minería a cielo abierto, por sus terribles efectos contaminantes. Argentina y Costa Rica son dos de los países que han establecido prohibiciones a esa actividad.

 

 

¿Quién, con nombre y apellido, pone sus manos en el fuego para garantizar que estamos a salvo de un ecocidio a gran escala en el sur de Venezuela? Este no es un tema para caer en la diatriba política barata. Se trata de un asunto de interés nacional, por lo cual no debe haber espacio para el secretismo ni nada que se le parezca.

 

Luis Bigott

 

 

Registro con hondo pesar el fallecimiento de ese gran educador venezolano Luis Bigott, docente de larga trayectoria en la universidad venezolana y luchador social de toda la vida. Nuestras condolencias a su familia y a quienes compartieron con él sus actividades académicas y políticas. Paz a sus restos.

 

 

Vladimir Villegas

Colas que traen cola

Posted on: febrero 23rd, 2016 by Laura Espinoza No Comments

 

Roy Chaderton Matos, ex canciller y ex embajador de Venezuela en Colombia y ante la Organización de Estados Americanos, se suma a las voces que alertan sobre los peligros de un estallido social, y no lo hace para marcar distancia con el gobierno de Nicolás Maduro sino para poner de relieve una realidad cada vez más inocultable: que esto se puede ir de las manos en cualquier momento.

 

 

¿Y qué es “esto”? Nada más y nada menos que todo. La paz social, un concepto en entredicho en una sociedad donde lo matan a uno por un celular, un carro, un reloj o sencillamente porque el malandro necesita ganar cartel con sus compinches y para ello es imperativo que coleccione vidas arrebatadas. La gobernabilidad, una condición necesaria para que el país y sus instituciones marchen armoniosamente, en medio de diferencias y dificultades que se canalizan mediante un diálogo político efectivo. Y la capacidad del Estado para garantizar que la población tenga acceso a todos los productos que le permitan la mínima calidad de vida que debe ofrecer una democracia.

 

 

Estos tres elementos están en peligro. El indeseable fantasma del Caracazo reaparece con fuerza, no porque esté siendo invocado o convocado maliciosamente por nadie sino porque la memoria colectiva sobre  este hecho sigue vivita y coleando. Esta vez no tiene nada que ver con el aumento de la gasolina como medida aislada que venía siendo reclamada desde hace tiempo, sino con la desesperación que se apodera cada vez más de quienes no tienen más remedio que soportar largas y ahora peligrosas colas en las cuales la ira, la desesperanza y hasta la indignación  se convierten en un peligroso combustible de alto octanaje.

 

 

Chaderton asocia esa ira  con un reguero de pólvora, y lo atribuye, palabra más palabras menos, al bachaquero y al delincuente.

 

 

Tiene razón Chaderton Matos, porque  la gente que hace su cola desde la madrugada se enfrenta al cambote bachaqueril que impunemente se colea y arrasa con todo, y de paso se arriesga a ser víctimas de asaltos. Pero Roy se queda corto. La indignación y la ira son inspiradas también por los responsables visibles de esas colas que traen cola. Por mucho que este calvario  se atribuya, según voceros oficiales,  a la guerra económica, los escándalos de corrupción en las redes públicas de distribución de alimentos ponen el balón en zona de gol contra el gobierno.  Eso es una realidad del tamaño de la cola que el fin de semana se formó en Terrazas del Ávila.

 

 

¿Y qué hace el gobierno para enfrentar con éxito esta situación, para conjurar los peligros que arriba comentamos?  Nada o muy poco que luzca efectivo. La larga alocución presidencial en la cual se anunciaron algunas medidas dejó la sensación de que todavía no existe una estrategia clara y adecuada para resolver el problema fundamental de este momento, la ausencia de divisas para importar la comida y los alimentos necesarios para calmar la angustia que ya es nacional, que no tiene ribetes ideológicos, políticos ni partidarios. Buena parte de los venezolanos dedica gran parte del tiempo laboral útil para procurarse cualquier producto. No importa si no lo necesita, porque algunos  valen más por su valor de cambio que por su valor de uso.

 

 

Se habla de motores viejos y nuevos para reactivar la economía.

 

 

Se dibujan escenarios futuros luminosos, de abundancia, productividad, seguridad alimentaria, soberanía y de recuperación de la capacidad adquisitiva de las  grandes mayorías. Pero la escasez de confianza y credibilidad hace despertar del sueño a cualquiera, ante la frustrante realidad de que apenas estamos entrando en el túnel de la crisis.

 

 

Lo peor de todo es que sigue sin aparecer la autocrítica real, esa que para demostrar su autenticidad viene acompañada de las rectificaciones, del anuncio claro y sin rodeos de las medidas destinadas a lograr el financiamiento externo que hoy es imprescindible para al menos sortear esta difícil coyuntura. “Con dinero o sin dinero, hago siempre lo que quier” no es precisamente una pieza musical que ayude a entender nuestro drama económico. ¿Quién nos echa una mano? Ahí, y en las condiciones que nos pongan, está el detalle.

 

 

Vladimir Villegas

Maduro y el llegadero

Posted on: febrero 16th, 2016 by Laura Espinoza No Comments

Recuerdo los ya lejanos días de debate para la aprobación de la nueva Carta Magna. De aquellas abarrotadas asambleas populares en las cuales los candidatos a la Asamblea Nacional Constituyente debatíamos con los ciudadanos no solo el Proyecto de Constitución sino numerosas propuestas salidas de esas entusiastas concentraciones de hombres y mujeres con el espíritu activado por los deseos de justicia y de cambio.

 

 

Eran días en los cuales se respiraba  un ambiente de verdadera democracia de calle. Había pureza y candidez en quienes veían el sueño de la refundación de la República como una posibilidad cierta para dejar atrás las prácticas que en ese momento hicieron que el sistema democrático representativo llegara a un estado de descomposición que provocó su agrietamiento.  Se trataba de llegar al poder para hacerlo de manera distinta, para dejar atrás la corrupción, las practicas cogolléricas y las políticas económicas y sociales que derivaron en pobreza, desigualdad, marginalidad y una notoria división social que algunos siempre quisieron tapar pero que estaba allí.

 

 

El triunfo de Hugo Chávez abría el camino para convertir en realidad esos sueños de construir una mejor democracia, participativa y protagónica, como reza el texto de la constitución de 1999. Hubo ciertamente,  logros innegables en materia social. Y sobre todo es inocultable que a las grandes mayorías se les dio, más allá de lo material, sentido de pertenencia. Chávez tuvo un discurso que se ganó el corazón de millones de seres humanos.

 

 

Pero en el camino comenzaron a aparecer distorsiones cuyas consecuencias hoy hacen mucho peso. En primer lugar, se abrió paso al mesianismo. Se estigmatizó de manera brutal a quienes reclamaron le necesidad de crear y promover un liderazgo colectivo. Se cerró el espacio al debate y se privilegió una estructura de partido y de gobierno absolutamente jerárquica. El partido, llámese MVR o PSUV, seria si acaso una estructura piramidal para el cumplimiento de instrucciones. Lo mismo pasaría en el gobierno. Y en el Estado. Una sola voz de mando y punto. Nada de contrapesos.

 

 

Se fueron impulsando políticas que estimulaban el control  del Estado sobre actividades económicas que perfectamente podían seguir en manos del sector privado. Las empresas de Guayana pasaron a manos absolutamente inexpertas e ineficientes. Los trabajadores fueron afectados en sus derechos individuales y colectivos. La gerencia pública se convirtió en peor remedio que la presunta enfermedad.

 

 

Numerosas expropiaciones se tradujeron en la quiebra de empresas. Plantas de tomates, de maíz, proyectos de siembra, cooperativas y núcleos de desarrollo endógenos se transformaron en monte y culebra. Todo porque la denuncia se convertía en grave delito.  Y por allí se derramaron millones de dólares que jamás se podrán recuperar. A ello se le suma la corrupción. Pdvsa, buque emblema del país, también sufrió distorsiones terribles cuyas consecuencias están más que a la vista. Se profundizó la dependencia del petróleo, se relegó a buena parte del sector empresarial y productivo nacional mientras se favorecía a empresarios y compañías extranjeras que hicieron su agosto.

 

 

Y nunca hubo espacio ni tiempo ni voces en los niveles de decisión que alertaran tempranamente sobre esos gravísimos errores.  Todo por el enfermizo empeño en asociar la crítica con la deslealtad y la traición. Sin embargo, los altos precios petroleros ayudaron a sostener este esquema durante un largo tiempo que ya llega a su final. Las instituciones no jugaron su rol para ponerle coto a estas políticas contrarias al interés del país. Las voces críticas fueron apartadas u optaron por callarse.  La culpa no es de la constitución. Ella es una víctima.

 

 

No todo fue o ha sido malo. Es verdad. Hay una  lista de realizaciones y logros. Y también de personas que pusieron lo mejor de sí para que las cosas salieran bien. Pero, lamentablemente, al día de hoy la crisis que nos atrapa pone más de relieve los fracasos que los éxitos.  El gobierno de Nicolás Maduro heredó muchos problemas. Serios. Muy graves. Y su pecado mayor ha sido la indecisión, la resistencia a tomar medidas, y el empeño en creer que corregir tantos desaguisados lo convierte en un traidor a eso que llaman el legado de Chávez, que como toda obra humana tuvo sus luces y sus sombras.  A eso se le suma su equivocada tendencia a abrir frentes, a convertir en adversario a aquellos sectores con los cuales tiene que sentarse definitivamente para emprender el camino de rectificaciones que no esperan. En sus manos está el pasar a la historia como el facilitador de los cambios o el obstáculo para alcanzarlos. Ya estamos casi en el llegadero. Usted decide, señor presidente.

 

 

Vladimir Villegas

Cuando un pueblo llora a un pran

Posted on: febrero 2nd, 2016 by Laura Espinoza No Comments

 

La noticia y sus secuelas todavía siguen acaparando la atención en nuestro país.   El asesinato del pran  o, si cabe el término, ex pran de la cárcel de San Antonio en Nuevo Esparta, un individuo apodado «El conejo», abrió las puertas para que se planteara nuevamente el problema de la violencia carcelaria. Sus subalternos y compinches de ese centro penitenciario pretendían que el cadáver fuese llevado al recinto carcelario para rendirle un homenaje post mortem, cosa que las autoridades rechazaron.

 

 

En consecuencia, fuertemente apertrechados  con armas de alto calibre, decidieron disparar generosas ráfagas desde el techo, en una acción que fue captada en un video. Todo esto sin que ninguna autoridad pusiera orden en aquella locura digna de una película. Ese video le ha dado la vuelta al mundo, e incluso obligó a que las autoridades penitenciarias anunciaran una requisa y otras medidas.  Lo cierto es que no es ninguna novedad que los presos estén armados. Ya eso es parte de la terrible historia de impunidad a la cual asistimos los venezolanos.

 

 

Lo que sí me impactó  y me impresionó fue el masivo cortejo fúnebre que acompañó hasta su última morada al Conejo. Fue una manifestación popular de duelo, en medio de música vallenata, según recogen vídeos que también circulan profusamente por las redes sociales

 

 

Y luego de ver eso vienen las preguntas de rigor. Por ejemplo, ¿a causa de qué un delincuente es homenajeado de esa manera y con tamaña concurrencia? ¿Habrá alguien dedicado a estudiar este fenómeno? ¿Qué nos está pasando como sociedad para que veamos masivas muestras de dolor por la muerte de un pran? ¿Cuántos sucesores o equivalentes de Pablo Escobar Gaviria tenemos en nuestro país?

 

 

Esta movilización masiva de despedida al pran en cuestión revela, en mi criterio, el fracaso de nuestra sociedad y particularmente del liderazgo nacional no solo en la lucha contra el delito sino en la creación de un clima favorable para  que los jóvenes de los sectores populares  vean en la educación y en el trabajo honesto y dedicado una alternativa de futuro. Los pranes, tanto los de las cárceles como los del barrio son modelos para muchos muchachos que no tienen otra referencia más cercana y atractiva. Que están desempleados o no ganan un salario realmente digno. Que no ven en la escuela una fuente ni de conocimientos ni de oportunidades. Que carecen de apoyo en sus círculos familiares, por la ausencia temporal de la madre, ocupada en sus propios quehaceres y en la búsqueda del pan en la calle, y en muchísimos casos por la ausencia total de la figura paterna.

 

 

¿Qué hicimos y qué  dejamos de hacer para que llegáramos a ese nivel de descomposición social? ¿Cómo vencer la violencia y el culto que se le rinde? ¿Estamos preparados para ello o debemos resignarnos a caer a otros niveles de degradación social?, ¿cuáles fueron los componentes o el déficit  en el discurso político que contribuyeron a que hoy un pran, fase superior del delincuente, merezca ser reconocido como líder no solo entre los miembros de su banda sino entre un sector social que en lugar de temor siente admiración y quizás hasta envidia?

 

 

Tal vez a estas alturas no tenemos ni idea de cuanto estamos a merced de estos nuevos fenómenos que tienen su antecedente tanto en la Colombia de Pablo Escobar y otros narcos y en el México del Chapo Guzmán, cuyos nombre e imagen ya son comercializados en gorras y franelas. Pero sin duda son casos para el análisis de especialistas y para la definición de estrategias que permitan enfrentar con éxito a una delincuencia que al parecer es más exitosa en sus políticas de captación de apoyo que  muchos partidos o movimientos.

 

 

 

Seijas Núñez y Escalante

 

 

En días recientes fallecieron dos importantes figuras de la radiodifusión nacional, el locutor Alfredo Escalante y el empresario y ex directivo de importantes cadenas radiales José Luis Seijas Núñez.

 

 

Ambos dejaron profunda huella en el ámbito radial venezolano. Nuestras condolencias a sus familiares.

 

 

Vladimir Villegas

La ausencia de los ministros

Posted on: enero 26th, 2016 by Laura Espinoza No Comments

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Dos de las reivindicaciones más importantes que logramos los venezolanos con la Constitución de 1999 es el derecho que tenemos de recibir información veraz y oportuna, y la prohibición de aplicar censura a los funcionarios para impedirles dar cuenta de los asuntos bajo sus responsabilidades.

 

 

Y es bueno recordarlo a propósito de la no comparecencia de los ministros a la convocatoria hecha por la Asamblea Nacional para evaluar la pertinencia o no del decreto de emergencia económica, que finalmente fue rechazado por la mayoría parlamentaria. Tal como era de esperarse, el decreto fue rechazado y obviamente la asistencia de los ministros a la Asamblea no iba a cambiar esa decisión. Pero en todo caso los ministros tenían y tienen la obligación de acudir a las citaciones que les envíe la Asamblea.

 

 

Más allá de esa obligación de orden constitucional, está de por medio el derecho de los ciudadanos, de todos nosotros, de conocer la verdadera realidad económica del país. En este asunto es poco o prácticamente nada lo que puede ser considerado como información clasificada que no puede ser revelada. Si el gobierno tiene suficientes razones y argumentos para defender la tesis de la guerra económica contra el país como origen fundamental de los graves padecimientos que sufre nuestra economía y, por ende, nuestra población, no había mejor escenario para dar ese debate y para dar información contundente al respecto que la propia Asamblea Nacional. Calificar de show mediático el escenario parlamentario donde los ministros debían someterse a las preguntas y comentarios de los diputados opositores ha sido, a mi modo de ver, una manera poco efectiva de disipar la creencia existente en buena parte de la población en cuanto a que el gobierno no quiere dar la cara frente al país por la magnitud de la crisis y por la falta de políticas acertadas y oportunas para derrotarla. Ha sido, en mi opinión, un grave error político, además de la pérdida de una oportunidad de oro para explicar a fondo la realidad económica y tratar de convencer a la mayoría de la necesidad de respaldar las medidas que el presidente Nicolás Maduro incluyó en el decreto de emergencia económica.

 

 

El no acudir al Parlamento a explicar la magnitud de la crisis, a exponer posibles soluciones y a tratar de construir consensos, seguramente deja un mal sabor en quienes, desde las filas rojas rojitas, creen en el argumento de la guerra económica, en que no es necesario modificar o sustituir el modelo económico vigente y en que el gobierno no es responsable de la crisis por haber tomado un camino equivocado sino que por el contrario es víctima de una conspiración orquestada por factores políticos y económicos nacionales e internacionales. Seguramente querían ver a sus ministros y a los diputados del bloque de la patria destrozar uno a uno los argumentos de la oposición y responder sin sobresalto y con mucha entereza todas las preguntas y acusaciones provenientes de la bancada de la Mesa de la Unidad Democrática.

 

 

Pero también está el resto del país, que piensa distinto, que cree que el gobierno ha tenido una política económica que ha derrumbado el aparato productivo, que ha privilegiado la pugna con el sector empresarial antes que buscar consensos y construir alianzas ganar-ganar, y que ha fracasado en la lucha contra la inflación y el desabastecimiento, y que de paso tampoco ha acertado en la lucha contra la inseguridad.

 

 

Esos dos países, que en realidad son uno solo, tienen derecho de estar debidamente informados, de recibir una explicación por parte del gabinete económico. No era una comparecencia solo para satisfacer las demandas de la Asamblea, sino sobre todo para explicarle al país el por qué hemos llegado al terrible cuadro económico de hoy y cuáles son los planes y las iniciativas concretas para que Venezuela se reponga de los males que la tienen postrada.

 

 

Adiós a dos colegas

 

 

La semana pasada fallecieron dos colegas periodistas. Uno de ellos, Ricardo Durán, asesinado en circunstancias que todavía están por aclararse. También debo registrar con pesar la muerte del colega Carlos Delgado Linares, hombre de dilatada experiencia sobre todo en el medio radial. A Carlos lo derrotó un grave problema de salud, mientras que Ricardo cayó víctima de  una bala asesina cuando todavía tenía mucho camino por andar y apenas iniciaba una nueva etapa desde la jefatura de Prensa del Gobierno del Distrito Capital. Nuestras condolencias a sus familiares y allegados.

 

 

Vladimir Villegas

Maduro, Ramos Allup y la angustia nacional

Posted on: enero 19th, 2016 by Laura Espinoza No Comments

Más allá del Mensaje del presidente Nicolás Maduro ante la Asamblea Nacional, el pasado y viernes, y de la inmediata y picante repuesta que le dio el presidente del parlamento, Henry Ramos Allup al mandatario, quedan algunos meta mensajes que es necesario abordar a partir de las angustias acumuladas que tenemos frente al presente y al futuro quienes vivimos en esta tierra llamada Venezuela.

Fue un hecho democráticamente positivo que el Jefe del Estado concurriera ante la Asamblea Nacional en la cual, por primera en 17 años, el chavismo es minoría. Es un hecho que va más allá de las estadísticas, de lo anecdótico. Es la confirmación, en medio de tantas dificultades, que tenemos todavía importantes resortes democráticos que pueden permitirnos resolver nuestros problemas en paz, aunque ésta sea relativa.

También es un hecho refrescante, e indicador de los nuevos momentos políticos que vivimos, el que Henry Ramos Allup hablara durante largos minutos en cadena nacional y pudiera responder casi que punto por punto los aspectos esenciales de la intervención del presidente Nicolás Maduro. Fue en definitiva un buen viernes para la democracia, más allá de las preferencias políticas de cada quien. En un mismo escenario las máximas figuras de los dos poderes públicos nacidos del voto directo y secreto le hablaron a un país que tiene mucha angustia, que espera repuestas. Que a ratos se entretiene con lo folklórico de la política, pero que de inmediato reacciona exigiendo respuesta frente a dos temas que no son peritas en dulce: la economía y la inseguridad.

Se trata de un país que reclama señales de seriedad y compromiso, que ya ha visto varias veces la película de planes que se quedan en el aparato, de grandes enunciados, de promesas nuevas que se amontonan en el armario junto a la que se hicieron en el pasado, tanto en el lejano como en el reciente. Un país que hace colas, que se recoge temprano para evitar caer en las garras de una delincuencia cada vez más organizada y temible. Esa Venezuela de hoy espera con ansiedad que la dirigencia, tanto la que gobierna como la que se le opone, sea capaz de alcanzar consensos mínimos para evitar el colapso.

Nicolás Maduro y Henry Ramos Allup tienen la responsabilidad, cada quien como representantes de dos fuerzas antagónicas, de trabajar arduamente para que la luz tenue de un diálogo productivo, que se asomó ese día viernes en la Asamblea Nacional, prenda con fuerza. ¿Hasta donde más debe caer la calidad de vida del venezolano? ¿Cuantas víctimas fatales a causa del hamponato necesitamos para que se tome en serio la dramática dimensión de la crisis?

Después del mensaje del presidente Maduro vendrán las interpelaciones a los ministros para entrar en detalle sobre la memoria y cuenta de cada despacho. Y queda pendiente también la evolución por parte de la Asamblea del decreto de emergencia económica anunciado por el Ejecutivo  y publicado en Gaceta Oficial. Si de esas interpelaciones y de ese debate sobre la emergencia económica no salen sino retórica, acusaciones y contraacusaciones, se estará desperdiciando quizás una de las pocas oportunidades que nos quedan para armar consensos que permitan darnos un respiro en medio de tantas malas noticias.

La ruda caída de los precios del petróleo es como el reloj que va marcando los minutos y las horas que nos quedan antes de que el tan anunciado lobo de la crisis termine de llegar para hundirnos en un empobrecimiento mayor del que ya estamos presenciando. Muy bueno que Maduro y Ramos Allup sean capaces de escucharse en un mismo escenario.

Pero muy malo si las fuerzas que representan privilegian la lucha por el poder antes que la búsqueda de soluciones. El gobierno tiene la principal responsabilidad de darle viabilidad a un diálogo creíble y sobre todo productivo. La comida, los medicamentos y la seguridad son tres prioridades que no esperan. La muerte se nutre de la ausencia de ellas. La oposición  ha generado expectativas que no puede defraudar, y por ello también tiene que poner en la balanza su agenda y la urgencia nacional.

Ambos sectores tienen que actuar responsablemente, antes de que la realidad termine por alcanzarnos.

El presidente y Globovisión

Posted on: enero 12th, 2016 by Laura Espinoza No Comments

 

En días recientes el presidente Nicolás Maduro hizo serias advertencias a Globovisión y Televen, aparentemente por la cobertura que estos canales de televisión han venido dando a los acontecimientos políticos del país, principalmente sobre la juramentación de la nueva Asamblea Nacional y hechos sucesivos. Como ancla de Globovisión y periodista con unos cuantos lustros en el ejercicio de la profesión, me gustaría hacer algunos comentarios al respecto.

 

 

El presidente, como cualquier ciudadano, está en su pleno derecho de manifestar sus opiniones con respecto a la línea editorial de un medio, cuestionar su cobertura e incluso su manera de jerarquizar la información. Pero como no se trata de cualquier ciudadano sino del jefe del Estado, sus palabras tienen un peso que él debe ser el primero en ponderar. El tono y el contenido de lo dicho son referentes para todos nosotros. En lo personal, entiendo que de sus palabras se desprendieron advertencias que perfectamente pueden derivar en una clara amenaza, sobre todo a un medio como Globovisión que hasta los momentos no ha sido notificado de la renovación de su concesión.

 

 

Como lo dije en días recientes en mi programa Vladimir a la 1, he sido testigo del esfuerzo que el canal ha hecho durante estos tres años por promover el equilibrio y la diversidad, y por establecer una clara diferencia entre lo que es información y opinión. Los hechos son los hechos, la opinión es libre. Hemos querido actuar apegados a esa máxima del periodismo, y pese a las fallas, omisiones o pifias que seguramente existen, creo que nos hemos acercado a ese cometido. No está en la intención del canal convertirse en un adversario ni del gobierno ni de nadie, y mucho menos ocupar el lugar que le corresponde a la información. Eso de periodistas o medios que pretendan “robar cámara” es una práctica absolutamente perniciosa.

 

 

Por otra parte, considero más que un error un despropósito siquiera insinuar que en la Globovisión de hoy existe el deseo de emular el comportamiento que buena parte de los medios privados asumieron antes, durante y después del 11 de abril de 2002. Tanto Maduro como el país saben el rol que modestamente jugué durante esos días. Jamás acompañaría una conducta similar a esa, y en Globovisión tampoco hay cabida a semejante locura. Lo que se ha hecho desde el canal ha sido promover el diálogo, la paz y el ejercicio responsable del periodismo. ¿Cómo no reflejar entonces los cambios que se producen en Venezuela? La realidad que estamos mostrando es la que existe, no otra.

 

 

Y dado que en el propio chavismo se abre un debate sobre la política comunicacional, es oportuno que se detengan a analizar si la orientación de los medios públicos ha sido o no uno de los factores que contribuyó a la derrota del pasado 6 de diciembre. Eso seguramente es mucho más productivo que atribuir a Globovisión una intencionalidad malsana. ¿Son esos medios públicos ayunos de información sobre la realidad, alejados de los problemas y necesidades reales de la población, incluso la chavista, los que van a contribuir a una efectiva rectificación como la que el propio presidente ha anunciado?

 

 

Parte de una rectificación de la política comunicacional debería ser que el jefe del Estado sustituya la “diplomacia de micrófonos” con los medios privados por un diálogo franco, directo y todo lo crudo que Maduro quiera. Dejar de lado las suposiciones sobre presuntas segundas intenciones y comenzar con los medios y los periodistas una nueva manera de relacionarse con el país. Creo de corazón que lo necesita, si quiere incluso intentar con éxito reconquistar a los decepcionados y descontentos que dejaron de acompañar a su partido y a su gobierno.

 

 

El tiempo y la realidad me han mostrado que un periodismo crítico, diverso, dinámico y plural es mucho más afín a los propósitos plasmados en la Constitución de 1999, de la cual no solo soy firmante sino también doliente,  que una pretendida hegemonía comunicacional hecha a la medida de las susceptibilidades del poder.

 

 

Le tiendo la mano para ese debate a quien esté dispuesto, siempre sobre la base de las ideas y del respeto al criterio ajeno. Bastante falta que hace.

 

 

Cruz Villegas

 

Como todos los años desde que dejó este mundo, este fin de semana los descendientes de Cruz Villegas nos reunimos en torno a su tumba para llevarle no solo un ramo de flores, sino también para ratificar que su recuerdo y su fuerza vital nos siguen manteniendo unidos.

 

Vladimir Villegas

De la retórica a la perdición

Posted on: enero 5th, 2016 by Laura Espinoza No Comments

 
Hoy está concretándose una nueva realidad política en el país, marcada por el surgimiento de una nueva mayoría parlamentaria que tiene en sus manos la responsabilidad de llevar adelante los mandatos que la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela le asigna al parlamento. Legislar, controlar e investigar son tres tareas fundamentales que debe asumir, además la de ser escenario del debate político sobre los temas de mayor interés para la nación.

 

 

El clima que rodea lo que debe ser hoy la instalación de la nueva Asamblea no es el más propicio para ser optimista con respecto a los días que se nos avecinan. La impugnación a un grupo de parlamentarios del estado Amazonas enrarece el ambiente y tensa la cuerda. Lejos de favorecer a quienes fueron derrotados el pasado 6 de diciembre , puede convertirse en un elemento que le complique el ya difícil trayecto que le espera al Partido Socialista Unido de Venezuela para tratar de recuperar la confianza y el respaldo de esos dos millones y tanto de ciudadanos que esta vez le dieron la espalda en señal de castigo por las evidentes consecuencias de una política económica absolutamente desacertada y por el divorcio de muchos de sus dirigentes con una colectividad ayuna de respuestas a sus problemas existenciales más concretos.

 

 

El pueblo habló y se debe escuchar y acatar su mandato. No hacerlo es retarlo, provocarlo, colocarse de espaldas a sus necesidades, aspiraciones y reclamos. Una fuerza como el chavismo, nacida precisamente del descontento surgido en las postrimerías del Pacto de Punto Fijo, tiene que mirarse en el espejo de lo que fue la conducta de los partidos y sectores que fueron desplazados del poder por Hugo Chávez y los movimientos que lo apoyaron. Pasaron diecisiete años para que ese conglomerado de fuerzas que acompañó a Chávez,  de las cuales participé hasta 2008, dejara de ser mayoría.

 

 

Y dejó de serlo, más que por las virtudes de la alianza opositora que lo derrotó, por  sus propios errores, por la prepotencia en el ejercicio del poder, por las graves fallas en la gestión pública, por el deterioro del bolivar «fuerte», por negarse a adoptar las medidas económicas necesarias para detener la caída libre en la calidad de vida de los venezolanos.

 

 

Ahora entramos en un 2016 que pinta cuando menos tan complicado, adverso y árido como el 2015. ¿Y será por la vía de la confrontación que lograremos sortear las dificultades que nos esperan? ¿Será que tratando de minimizar o distorsionar la señal que enviaron los electores el pasado seis de diciembre superaremos la crisis, detendremos la inflación, resolveremos el grave hueco fiscal que nos amenaza y frenaremos la impunidad y la agresividad de una delincuencia que celebró la llegada del año nuevo con sangre y saña?

 

 

Si una fuerza como el Partido Socialista Unido de Venezuela, que individualmente es la de mayor fortaleza, no es capaz de asimilar la nueva realidad y de actuar conforme a ella, con nuevas respuestas y nuevas actitudes, entonces le puede esperar un calvario político igual o peor al que vivieron AD y Copei cuando se le vinieron encima todos sus errores, inconsecuencias y omisiones en el ejercicio del poder.

 

 

Tengo la impresión de que el gobierno sigue sin leer los resultados electorales, sin entender que ya no es el dueño del patio, que siendo gobierno ahora es minoría, y que si sigue actuando erráticamente, sin una reflexión serena, cruda y humilde, el camino que le espera es el de un mayor debilitamiento de sus fuerzas y de graves riesgos para la gobernabilidad.  ¿Es que acaso allí no hay voces que vean lo que muchos vemos claramente desde fuera? La retórica inflamada es la peor respuesta  a una situación de crisis severa como la que padece el país. Y puede ser la puerta de la perdición.

 

Vladimir Villegas

Deseos de Año Nuevo

Posted on: diciembre 29th, 2015 by Laura Espinoza No Comments

 

 

Que el presidente Maduro reflexione con serenidad y acepte sus errores

 

Que digiera los resultados electorales y los lea con los lentes adecuados

 

Que el bolivar comience a recuperar la robustez perdida

 

Que se acabe la impunidad y los delincuentes empiecen a temerle a la justicia

 

Que se acaben las colas

 

Que se acabe el bachaqueo

 

Que el Caracas se salve de la eliminación, aunque sea en la raya.

 

Que aparezcan los medicamentos desaparecidos

 

Que vuelvan a buen precio

 

Que el 2016 deje atrás lo malo del 2015

 

Que el Estado Islámico le baje dos a su locura

 

Que los terremotos se tomen un descansito.

 

Que el papa Francisco siga moviendo la mata en el Vaticano

 

Que no se embochinche la instalación de la nueva Asamblea Nacional.

 

Que el presidente le robe la iniciativa al nuevo Parlamento y dicte un decreto de amnistía.

 

Que en Venezuela prospere un diálogo constructivo para sacar adelante la economía.

 

Que los huevos salgan de la clandestinidad y no se vendan tan caros

 

Que se democratice el acceso a los carros chinos

 

Que el año próximo sí funcione un verdadero Plan Desarme

 

Que el chavismo aprenda a ser minoría y a jugar en un escenario adverso.

 

Que la oposición administre su condición de mayoría sin hacer concesiones al inmediatismo

 

Que el gobierno por fin tenga un gabinete económico.

 

Que Macri pueda tomar vacaciones en paz sin inundaciones que lo perturben.

 

Que los precios del petróleo no sigan palo abajo y repunten aunque sea una ñinguita.

 

Que siga creciendo en calidad y cantidad el cine nacional.

 

Que se equivoquen quienes pronostican un 2016 igual o peor que el 2015.

 

Que se acabe la matraca policial.

 

Que mejore la situación de los hospitales.

 

Que las universidades puedan funcionar con un justo presupuesto.

 

Que el gobierno deje la peleadera con el grupo Polar.

 

Que el diálogo salga del congelador y se convierta en una realidad.

 

Que gobierno y oposición sean capaces de sentarse a conversar y de llegar a acuerdos mínimos para salvarnos del barranco.

 

Que en la nueva Asamblea Nacional tengamos más debate y menos puños.

 

Que aparezcan los cauchos, las baterías y demás repuestos para vehículos.

 

Que no cierren más empresas.

 

Que la Vinotinto vea un rayito de luz.

 

Que escaseen las malas noticias.

 

Que el presidente, haciendo gala de su condición de demócrata, ponga fin a la incertidumbre y de una buena vez ordene la renovación de la concesión de Globovisión, así como de varias emisoras del Circuito Unión Radio y todas aquellas que esperan por esa buena nueva.

 

VladimirVillegas

¿Pelear o rectificar?

Posted on: diciembre 15th, 2015 by Laura Espinoza No Comments

 

Confrontación o diálogo. Nuevamente Venezuela se encuentra en medio de esa disyuntiva, mientras la crisis se profundiza, caen los precios del petróleo y no hay indicios de buenas noticias en el campo económico.

 

 

Sería muy lamentable y traería consecuencias desastrosas que sigamos corriendo la arruga y no le entremos al toro bravío de la economía.  No hay otra tarea más urgente que esa. El gobierno, como lo dijo telegráficamente Elías Jaua, tiene que emprender las rectificaciones que el país demanda.

 

 

Estoy seguro de que un gobierno con el viento en contra, como  el actual, seguramente va a empeorar su situación si no lee correctamente los resultados y se empeña en repetir la fórmula que lo condujo a una derrota que será redorada como uno de los episodios más resaltantes de este tiempo.

 

 

Lo peor que puede hacerse en circunstancias como estas es buscar culpables donde no los hay, provocar indebidamente al vencedor y aferrarse a posiciones supuestamente radicales que lo aislarán cada vez más de los casi dos millones de ciudadanos que votaban por el Gran Polo Patriótico y el seis de diciembre decidieron no hacerlo, bien quedándose en sus casas o bien respaldando, en señal de castigo, a la Mesa de la Unidad Democrática.

 

 

La población no compró el discurso de la guerra económica ni evaluó que las conquistas sociales logradas vayan a estar en peligro porque el control del parlamento pase a la Asamblea Nacional. El voto, que ayer respaldó mayoritariamente al chavismo, hoy se orientó a reclamar un cambio,  a demandar profundas rectificaciones que conduzcan a derrotar la crisis económica. Es deber de quienes fueron derrotados leer claramente ese mensaje.

 

 

Las encuestas previas a la elección mostraban que más del 70 por ciento de los ciudadanos tiene una evaluación negativa de la gestión del gobierno, y en porcentaje similar nunca se aceptó como buena la tesis de una guerra económica como elemento causante del deterioro de la calidad de vida y del poder adquisitivo. ¿Entonces para qué seguir insistiendo con eso?

 

 

¿Por qué no escuchar de una buena vez las voces que vienen reclamando, incluso desde las filas del chavismo, rectificaciones, revisión de la política económica y que se le ponga fin a la postergación de  la toma de decisiones que mientras más tardíamente se adopten más dolorosas pueden resultar para la población?

 

 

Hace ya un par de años, poco después de su triunfo sobre Henrique  Capriles,  le escribí al  presidente Nicolás Maduro un artículo titulado «Es contigo Nicolás». Entre otras cosas, le decía : «No sobreestimes tu piso político actual ni menosprecies la fuerza de esos más de siete millones de venezolanos que reclaman un cambio»… Y le agregaba que » el país está en una disyuntiva: el barranco de la confrontación o la autopista del diálogo constructivo»

 

 

Ese dilema, confrontación o diálogo, es el mismo de hoy, pero con mayor dramatismo, en vista de que una fuerza como el chavismo, acostumbrada a ganar elecciones, sufre una contundente derrota y busca retomar la iniciativa por caminos que, si se siguen transitando,  nos pueden arrojar a los brazos de la irracionalidad. Creo que, por fortuna, en el propio seno del chavismo hay voces y fuerzas con la madurez y la claridad suficiente como para alertar sobre el peligro de forzar un escenario de confrontación que puede incluso ir a contracorriente del objetivo de recuperar el terreno perdido el pasado seis de diciembre.

 

 

Si en algún momento tiene sentido el diálogo es ahora. Ya pasada la euforia electoral hay que toparse con la realidad  y pensar en el país que es de todos.

 

 

Vladimir Villegas