Mediación papal: ¿el último chance?

Posted on: mayo 10th, 2016 by Laura Espinoza No Comments

 

El cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano, habló en días recientes sobre la necesidad de que en Venezuela se abra paso al diálogo, como vía para solucionar los problemas del país, y, por si fuere poco, no se limitó a utilizar esta ya aparentemente gastada palabra, sino que agregó otro concepto que viniendo del segundo hombre de abordo en la jerarquía católica tiene un gran significado: mesa de negociación.

 

 

 

Esta declaración de Parolin, quien se desempeñara años atrás como nuncio apostólico de su santidad en Venezuela, coincidió con la información según la cual el propio papa Francisco le envió al presidente Nicolás Maduro una misiva para hacerle algunos planteamientos sobre la situación del país. Es obvio que lo dicho por Parolin es la postura del papa, y es fácil deducir que en esa misiva personal al mandatario venezolano esos dos conceptos deben estar presentes.

 

 

 

Ha dicho Parolin que el diálogo y una mesa de negociación es la única salvación para Venezuela, y créanme que esa posición es compartida por mucha gente en Venezuela, en vista de que todos los acontecimientos parecen conducir a una inevitable confrontación, una medición de fuerza por mecanismos ajenos a los que plantea la Constitución de 1999 para dirimir por la vía democrática lo que hoy estamos presenciando entre los dos bloques políticos que se disputan el poder.

 

 

 

Por lo visto, la mediación papal, lejana pero no imposible, sería en la práctica una de las pocas, o quizás la única, alternativa capaz de impedir que se desborden las pasiones en Venezuela y vayamos a escenarios violentos que tanto tememos y tanto hemos advertido en distintas oportunidades y por distintos medios. Al papa hay que responderle directo y con claridad si existe disposición real o no  por parte del gobierno de ir al diálogo y a una mesa de negociación. En caso de una respuesta afirmativa, lo lógico es que no se trate de una treta para ganar tiempo, porque eso sería, en la práctica, seguir perdiendo tiempo, mientras la vida de los venezolanos se debate entre la escasez de alimentos y medicinas, la creciente inseguridad y la cada vez más intensa pugna nutre oficialismo y oposición.

 

 

 

Entiendo claramente que el diálogo y más aun la mesa de negociación produce alergia entre importantes dirigentes de gobierno y oposición, que representan posturas duras, inflexibles y extremas que en lo único que coinciden es en repudiar cualquier forma de entendimiento, acuerdo o negociación. También produce alergia en sectores de la población, tanto del lado del presidente Maduro como del bando opositor, que no se ahorran calificativos severos para manifestar su repudio a cualquier salida negociada a la actual crisis política del país.

 

 

 

La ayuda del papa no tiene por objeto que Diosdado Cabello y Henrique Capriles salgan convertidos en los nuevos mejores amigos, o que Iris Varela y Lilian Tintori se agarren de las manos como en la canción del Puma José Luis Rodríguez. De lo que se trata es de que una figura como la de Francisco sirva de garante o de apoyo en una negociación política que tanta falta hace en un país donde existe una gran desconfianza entre los actores políticos y un clima social de alta tensión, desesperación y descontento.

 

 

 

¿Diálogo y negociación para qué? Básicamente para que le demos una salida no violenta a esta crisis, para que se cumpla la Constitución y se cumplan las leyes de la República. Eso parecería una tontería en cualquier otro país, pero no en la Venezuela de hoy, donde tenemos una gran debilidad institucional que debemos superar por el bien de todos, en especial de esa nueva generación de compatriotas que no ven un futuro cierto, de oportunidades, de crecimiento personal y colectivo.

 

 

 

Creer que sin pasar por la alcabala del diálogo y de la negociación Venezuela va a salir de esta severa crisis es cuando menos un acto de ingenuidad. Los numeritos no dan para que luego de una confrontación violenta alguien pueda cantar victoria.

 

 

 

Más que la victoria de un bando se trata de darle una victoria al país, canalizando por la vía constitucional y democrática el procesamiento de las diferencias que nos dividen políticamente, y abriendo caminos para que por la vía del acuerdo podamos impulsar políticas destinadas a derrotar la inflación, a reactivar el aparato productivo y crear condiciones que permitan una vigorosa inversión de capital nacional y extranjero, con el objetivo de detener la aparatosa caída del nivel de vida de las grandes mayorías. Si no hay respuesta positiva, efectiva y concreta al llamado del papa debemos estar preparados para un agravamiento de la confrontación. Ojalá estemos equivocados.

 

 

Vladimir Villegas

 

Referendo vs golpe

Posted on: mayo 3rd, 2016 by Laura Espinoza 1 Comment

 

La figura del referendo revocatorio es uno de los activos que hacen de la constitución de 1999 un instrumento que fortalece la democracia, la activa, la estimula, le da vigor. Es el mecanismo mediante el cual los ciudadanos podemos evaluar, negativa o positivamente, el desempeño de un gobernante nacional, regional o local, y de los representantes del pueblo ante la Asamblea Nacional, los consejos legislativos regionales y los concejos municipales.

 

 

 

Precisamente, el espíritu del constituyente no da lugar a dudas con respecto a lo que se buscaba. Que el pueblo tuviera la oportunidad de decidir a mitad de periodo si un gobierno debe irse o debe quedarse para culminar el mandato para el cual fue electo. Eso es democracia pura y dura. Por lo tanto, es saludable que los ciudadanos puedan ejercer el derecho a revocar o a ratificar a los electos. Nada más participativo y protagónico que esto. Por lo tanto, el referendo revocatorio no tiene nada que ver con golpe de Estado o conspiración perversa para derrocar a un gobierno. Es precisamente todo lo contrario. El golpe o la conspiración marchan al margen, y casi siempre en contra, de la voluntad popular. No dependen de ella. El referendo revocatorio depende precisamente de lo que quiera la mayoría.

 

 

 

La iniciativa de la Mesa de la Unidad Democrática de promover la recolección de firmas para iniciar la ruta del referendo revocatorio contra el presidente Nicolás Maduro  va en sintonía con lo establecido en la Constitución Nacional de 1999. A los partidarios del gobierno seguramente, y con todo derecho, no les simpatiza que la oposición active este mecanismo, pero en justicia jamás podrán alegar que ese paso es inconstitucional o antidemocrático. Que bueno que la oposición opte por un mecanismo constitucional y no se vaya por atajos como las guarimbas o el  «carmonazo».

 

 

 

Pues bien, ante una actuación enmarcada en la Constitución la respuesta no puede ser la dilación,  la maniobrilla para correr la arruga y tratar de dejar sin efecto el ejercicio de un derecho democrático. Si la Mesa de la Unidad Democrática recogió en un plazo de varios días una cantidad muy superior de las firmas requeridas para activar  la primera etapa del largo camino al referendo, no hay razones, salvo aquellas que pudieran ser inconfesables, para postergar hasta un mes la revisión, verificación y ratificación de esas firmas. Creo que las autoridades electorales tienen hoy en sus manos la responsabilidad de actuar más apegadas que nunca al mandato

 

 

 

constitucional  de favorecer la consulta a la voluntad del pueblo. Cualquier acción distinta contribuiría a generar una grave conflictividad social y política que puede resultar difícil de controlar.

 

 

 

Es muy peligroso jugar a cerrar los caminos que la propia Carta Magna establece. Una exquisitez burocrática  no puede estar por encima del ejercicio de un derecho. Lo digo desde el respeto a todos y cada uno de los miembros del Consejo Nacional Electoral. Sobre ustedes recae la responsabilidad de garantizar que una solicitud de tal envergadura, respaldada por gran cantidad de firmas a ser verificadas, no sea retardada indebidamente.  Estamos en una hora crítica del país que demanda mucho temple y verdadero compromiso democrático. Que sean revisadas rigurosamente las firmas,  es lo que toca. Y le corresponde hacerlo al organismo electoral. Pero que el mismo rigor se aplique para evitar innecesarias e inconvenientes piedritas en el camino. La democracia se pone a prueba precisamente en momentos como estos.

 

 

 

En medio de las dificultades que tenemos, menos mal que existen mecanismos constitucionales para dirimir las diferencias políticas, y que esos mecanismos obligan a que todo pase por el soberano, sobre todo cuando se trata de decidir la continuidad o no de un gobierno. Nada que sustituya la voluntad de los ciudadanos o menoscabe su derecho a decidir puede ser bueno para el país. Tengamos eso presente.

 

 

 

Cruz Villegas

 

 

 

Un 3 de mayo de 1917 nacía en Cúa, estado Miranda,  Cruz Villegas. El año próximo estaremos celebrando el centenario de su nacimiento. Y hoy lo recordamos como padre, poeta, luchador social y como un venezolano de temple que dejó honda huella en el movimiento sindical.

 

 

 

Vladimir Villegas

Respuesta evita protesta

Posted on: abril 26th, 2016 by Laura Espinoza No Comments

 

Se anuncia para este miércoles una manifestación de la Mesa de la Unidad Democrática hasta la sede del Consejo Nacional Electoral con el propósito de exigir la entrega de las planillas para la recolección de las firmas con miras a la convocatoria de un referéndum revocatorio contra el presidente Nicolás Maduro. Les confieso que me preocupa no la convocatoria en sí, sino lo que pueda pasar.

 

 

 

Hasta el momento no he visto ni escuchado nada sobre la permisología. Ya en otras ocasiones el alcalde de Caracas ha negado la autorización para movilizaciones hacia el centro de la ciudad, bajo el alegato de que no hay garantías frente a posibles hechos de violencia por parte de factores vinculados a la oposición o infiltrados en ella.

 

 

 

Lo ocurrido el jueves pasado en la sede del CNE, cuando diputados de la oposición se encadenaron y luego fueron desalojados por la Guardia Nacional, obliga a tomar medidas para evitar que una acción de protesta o de exigencia de un derecho constitucional no sea contaminada con hechos violentos, independientemente de quién los provoque.

 

 

 

La solución frente a este temor no puede seguir siendo la prohibición de marchar al centro de la ciudad, que no tiene por qué reservarse como “patiadero” exclusivo del oficialismo. Por supuesto que el liderazgo opositor tiene que agotar los esfuerzos y empeñarse en evitar que algunos factores recurran a la violencia,  Pero el gobierno también. Es inaceptable, injusto, incalable y todos los sinónimos posibles que un grupo de individuos tenga patente de corso para agredir verbal y físicamente a individuos o grupos que quieran ejercer su derecho al libre tránsito e incluso a protestar. Y miren que se los dice alguien con un alto promedio de participación en protestas de toda naturaleza en la llamada cuarta república.

 

 

 

Cierto que en muchas oportunidades nos negaron ese derecho y fuimos reprimidos. Pero también lo ejercimos a plenitud en otras tantas ocasiones. En todo caso, el derecho a la manifestación tiene que respetarse, sobre todo cuando se trata de un sector político hoy mayoritario que reclama el pleno ejercicio de un mecanismo constitucional  y por ende absolutamente enmarcado en los valores democráticos. Tensar la cuerda es hoy más peligroso que nunca. Impedir el ejercicio del derecho a la protesta y de paso que no se dé oportuna respuesta a la solicitud formulada ante el CNE sería un indeseable coctel que contribuya a agravar seriamente el ya de por sí complicado clima político en el país.

 

 

 

No estamos en este momento para maniobras dilatorias de ninguna naturaleza sino para actuar con madurez democrática. Eso tienen que entenderlo tanto el liderazgo político como el ente electoral. Nada más sano y conveniente para el país que los venezolanos podamos dirimir nuestras diferencias en el marco de lo que establece la Constitución. Cualquier otra vía nos coloca ante un  escenario de irracionalidad. Imaginemos lo que hubiera pasado en Venezuela durante las postrimerías de la década de los noventa si al comandante Hugo Chávez se le hubiesen cerrado las posibilidades de competir electoralmente de acuerdo con lo establecido en la Constitución de 1961, vigente para ese entonces.

 

 

 

Es por ello que reiteramos la necesidad de que al menos se abran vasos comunicantes entre gobierno y oposición para ahorrarle al país momentos de tensión y eventual confrontación física. Ya hemos pasado por tales situaciones y sinceramente  no estamos para esos trotes.

 

 

 

¡Ah! Tienen que cesar también las agresiones contra los trabajadores de los medios de comunicación social. Y debe acabarse con la impunidad que les garantiza a grupos violentos, que se sienten guapos porque están apoyados, actuar con total libertad contra quien piense distinto o quien se desempeñe en labores periodísticas.

 

 

 

Vladimir Villegas

Una comisión de verdad, verdad

Posted on: abril 19th, 2016 by Laura Espinoza No Comments

 

El nacimiento “chucuto” de la llamada Comisión de la Verdad fue una mala noticia para quienes creemos que es posible constituir una instancia de esa naturaleza con el objetivo de sentar las bases para una diálogo fructífero en el país, a partir de pasar la larga página de confrontación que se ha traducido en exclusión, desconocimiento del otro y ausencia total de acuerdos mínimos para sacar adelante un país hoy estancado económicamente, sometido a insoportables niveles de violencia y venido a menos en materia de calidad de vida.

 

 

En días recientes, el presidente Nicolás Maduro instaló en Miraflores la llamada Comisión de la Verdad, en compañía del secretario general de la Unión de Naciones Suramericanas, Unasur, Ernesto Samper, ex presidente de Colombia, pero con la notoria ausencia de representantes de los factores opositores y de sectores no sometidos a la polarización, lo cual, sin duda, provocará que ese espacio termine siendo un escenario de retórica sin ninguna Si la voluntad del gobierno es en realidad que los venezolanos lleguemos a entendernos y a sacar conclusiones comunes sobre todo este periodo político tan complejo, y que abarca, por lo menos, desde el 11 de abril de 2002 hasta nuestros días, la peor manera de lograrlo es instalar una comisión de tanta relevancia sin guardar formas que son de fondo.

 

 

En primer lugar, una comisión de la verdad, que aspire a serlo, debe ser realmente plural, y por lo tanto no debe limitarse a representantes de un bando y de otro. Existe toda una gama de organizaciones e individualidades no sujetadas a la dinámica de polarización que nos invade que perfectamente pudieran participar de una iniciativa como esta, y jugar un papel de equilibrio y de facilitación de un esquema de diálogo descarnado pero posible, en medio del cual cada uno diga sus verdades pero pueda estar dispuesto a entender las razones del otro y de asumir sus propios errores derivados de la acción o la omisión. Además, el momento del anuncio, poco después de que el Tribunal Supremo de Justicia declarara inconstitucional la Ley de Amnistía y Reconciliación, no fue el más oportuno.

 

 

Luego, no podía darse una convocatoria pública sin al menos realizar una reunión preparatoria que generara un clima de mínima confianza. ¿Cómo instalar públicamente una comisión si antes no se ha dialogado sobre lo esencial, su integración, su funcionamiento, su alcance, sus límites y otros elementos que garanticen el éxito de esa Comisión de la Verdad?

 

 

Creo que fue un error traer al secretario general de Unasur, Ernesto Samper, a encabezar esta iniciativa sin cubrir los pasos arriba señalados. Contrariamente a lo deseado, fue la mejor manera de sembrar dudas y generar nuevas resistencias sobre la capacidad de esta instancia y de su secretario general de ayudar a impulsar el proceso de diálogo para obtener conclusiones que contribuyan a pasar la página de confrontación improductiva en la cual seguimos anclados. Si lo que se buscaba era un simple impacto político y mediático para dejar en evidencia que el sector opositor es quien realmente se opone al diálogo, tal vez ese objetivo se logró para un público cautivo que no necesariamente es todo el conglomerado de ciudadanos que se sienten identificados con la corriente creada por el fallecido presidente Hugo Chávez

 

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Pero en la práctica, el empeño en crear esa comisión de la verdad “como sea” se traduce nada más y nada menos que en una nueva frustración para esa buena parte del país que espera por el momento en el cual se aborde de manera descarnada la búsqueda de una verdad que pueda unificar, por muy dura que sea, y que pueda facilitar el tránsito hacia un nuevo momento político en el país, en medio del cual se pueda convivir por encima de las diferencias y con plena disposición a unificar esfuerzos para superar los graves problemas del país.

 

 

Si para algo puede servir la intermediación de los ex presidentes Samper, Martín Torrijos y Leonel Fernández debería ser para lograr que la iniciativa de una verdadera Comisión de la Verdad no naufrague nuevamente. Creo que algo tenemos que aprender de la experiencia colombiana. Después de sesenta o más años de lucha armada, gobierno y guerrilla acordaron una metodología de trabajo, una agenda y construir un espacio de confianza para que la negociación en pro de la paz diera resultados, como viene ocurriendo. No hace falta esperar tanto tiempo para lograr que aquí podamos instalar y ver funcionar exitosamente una comisión de esas características.

 

 

 

Vladimir Villegas

¿Hacia dónde vamos?

Posted on: abril 12th, 2016 by Laura Espinoza No Comments

 

Es difícil responder una pregunta como esa en un país como este, en el cual es muy fácil caer en los extremos de negar la magnitud de las dificultades o pronosticar que vamos hacia el mayor de los cataclismos sociales. Pero esa pregunta nos la formulamos todos los días ante cualquiera de las situaciones que ya se vuelven cotidianas en la Venezuela de hoy.

 

 

La interrogante tiene relación directa con el escenario de choque de poderes que se está desarrollando por capítulos  en nuestro país, como una novela que cada día trae episodios que generan la angustia del televidente o el lector. La diferencia es que todos somos actores.

 

 

Unos protagonizan y otros están en el reparto. Pero todos tenemos nuestro papel asignado.

 

 

Todos, gobierno y oposición, saludan que el papa llame al diálogo. ¿Cómo no hacerlo y salir movido en esa foto? Pero el libreto va en la dirección opuesta. Nadie, en verdad, da hoy ni un bolívar “fuerte” por el diálogo en nuestro país. No hay ni ganas de escucharse ni voluntad de aflojar ni mucho menos dar el brazo a torcer. Seguimos pegados a la melcocha de la confrontación. ¿Será posible al menos que se promueva y se logre un acuerdo para que esa confrontación encuentre cauce en la vía electoral, bien sea enmiendas, referéndum, elecciones de gobernadores e incluso renovación total de todos los poderes y cargos de elección?

 

 

Ojalá así sea. Porque corremos el riesgo de que a alguien se le ocurra la idea de que hay que cerrarle el paso a cualquier consulta popular y eso sería un boleto en primera clase hacia la locura. Es imprescindible darle curso electoral a la confrontación. En medio de esta pelea no se puede ignorar al soberano. La voluntad de la mayoría es la que debe expresarse si no existe fórmula de acuerdo. Cualquier atajo nos llevaría a episodios tal vez mucho peores que los ya transitados en abril de 2002.

 

 

Ninguna insurrección, ninguna pirueta golpista, de signo que sea, se traducirá en nada bueno para el país. Por eso preocupa que el jefe del Estado vuelva a insistir con el planteamiento de que “si la derecha gana vamos a llamar a una insurrección cívico-militar”. Esa es la misma receta del “Maduro vete ya” que tanta cola trajo. Eso de hacer una pausa entre el cerebro y la lengua es válido para todos, incluido, por supuesto, el presidente de la República. La democracia se basa fundamentalmente en el respeto a la voluntad de las mayorías.

 

 

Si eso no se respeta, ¿entonces de cuál democracia estamos hablando?

 

 

La Constitución de 1999 contiene los mecanismos para dirimir democráticamente las diferencias. No hay que inventar el agua tibia. Ahora desde el gobierno, con la vocería del doctor Hermann Escarrá, se ha propuesto una enmienda constitucional para acortar el mandato a la Asamblea Nacional. Desde la oposición le han respondido que se vaya a una doble consulta para ver si se recorta el mandato de la Asamblea o del presidente Maduro. Y sigue la diatriba en torno a si la oposición cumplió o no con los requisitos para activar el referéndum revocatorio. Pero también sigue en agenda que este año deben realizarse las elecciones de gobernadores.

 

 

Es decir, todos los caminos constitucionales conducen hacia una consulta popular. Es lo que toca, lo que corresponde de acuerdo con la Constitución que nos dimos en diciembre de 1999. Cerrar esos caminos es jugar con candela, en una Venezuela que, como ya hemos dicho, tiene dos agendas, la política, que marcha a un ritmo, y la de la gente, la agenda social, que marcha al doble de la velocidad y usa como combustible la angustia. Ojo con eso.

 

 

 

Guillermo Vargas

 

 

Con hondo pesar registramos el lamentable fallecimiento del colega periodista deportivo Guillermo Vargas, integrante del equipo de prensa de Unión Radio desde hace largos años. Un ser humano sencillo, humilde, buen trabajador, Guillermo debió batallar duramente con una inesperada situación de salud que finalmente le arrebató la vida. Paz a sus restos y consuelo a su familia, particularmente a su señora madre.

 

 Vladimir Villegas

El factor Rodríguez Torres

Posted on: abril 5th, 2016 by Laura Espinoza No Comments

 
Miguel Rodríguez Torres es uno de los históricos del chavismo. Su nombre está indefectiblemente vinculado al 4 de febrero de 1992, y él fue uno de los hombres más cercanos a Hugo Chávez Frías. De hecho, durante largos años el fallecido mandatario venezolano le encomendó la conducción de la policía política, antes Disip y ahora Sebin.

 

 

 

Desde que fue relevado como ministro de Interior, Justicia y Paz, Rodríguez Torres se ha tomado libertades que antes le eran vedadas, por razones obvias. Y una de ellas es la de opinar. Primero, por medio del Twitter, y luego, ahora con un poco más de soltura, entrevistas en diversos medios de comunicación, que alimentan la polémica sobre sus presuntas aspiraciones político-electorales.

 

 

 

El general Rodríguez Torres se ha convertido en una figura particularmente incómoda, impredecible e incontrolable para la dirigencia del Partido Socialista Unido de Venezuela. Ha abierto una brecha en medio del aparente monolitismo que caracteriza más que al chavismo al pesuvismo. Sus llamados al diálogo, a la reconciliación y al perdón, en plena sintonía con lo afirmado en su mensaje Urbi et Orbipor el papa Francisco, y sus críticas a la manera como Diosdado Cabello ha dirigido el partido y a las fallas en las políticas de seguridad que ha venido adelantando su sucesor, provocaron algunas reacciones, la del propio Cabello, la de Freddy Bernal y recientemente la del gobernador de Aragua, Tareck el Aissami.

 

 

 

Palabras más palabras menos, Cabello, sin nombrarlo, le ha dicho que está hablando bonito para que la oposición lo mire bonito. Bernal, lo acusa de utilizar el mismo lenguaje de la Mesa de la Unidad Democrática. Y El Aissami señala que “unos pocos han sido tocados en su ego y acarician la traición”. En dos platos, estos importantes voceros del PSUV lo están colocando de hecho en eso que el difunto Eliézer Otaiza llamaba “estado general de sospecha”.

 

 

 

Pero, finalmente, ¿qué hará la dirigencia del chavismo con Rodríguez Torres? ¿Habrá algo más que las declaraciones de Diosdado y Bernal? ¿Manejarán con mano zurda esta situación? ¿O por el contrario buscarán la manera de que el enigmático general se vaya de una buena vez del chavismo y caiga en los brazos de una oposición donde tiene muchos detractores y un aparentemente escaso margen de maniobra?

 

 

 

No es fácil empujarlo hacia la oposición como ocurrió en el pasado con otros dirigentes. En primer lugar, no está Chávez, quien tenía el poder absoluto de execrar de las filas bolivarianas a cualquier dirigente que osara poner en entredicho su palabra, sus decisiones y sus acciones. Y precisamente los reclamos y las críticas que viene haciendo Rodríguez Torres se basan en reivindicar el discurso y la acción del fallecido líder. Por si fuera poco, uno de los principales planteamientos, formulado en mi programa Vladimir a la 1, fue solicitar la renuncia de toda la dirección pesuvista, luego de la pela (sic) del pasado 6 de diciembre, lo cual, sin duda alguna, es un reto directo en un momento en el cual las bases del chavismo siguen aturdidas por la derrota y se avizora más confrontación con la oposición.

 

 

 

Otro reto de Rodríguez Torres es su anunciado plan de recorrer el país para reanimar al chavismo. Promover el diálogo, predicar el perdón y recorrer el país para reanimar a los chavistas son tres poderosas razones para que la sola mención de su nombre genere cierta urticaria. Este general retirado va a dar mucho de que hablar y ya debe tener a la dirigencia roja rojita pensando cómo manejarse frente a una figura que no puede ser tildado fácilmente de traidor o de saltador de talanquera.

 

 

 

¿Cuál es el peso real de Rodríguez Torres en el chavismo? ¿Cuando habla lo hace a título personal o tiene detrás apoyos civiles y militares? ¿Por qué el presidente Nicolás Maduro ha guardado silencio en torno a sus ya reiterados planteamientos críticos? Estas y muchas preguntas esperan por repuestas. De lo que no queda duda es de que este general del 4-F, pese a las críticas, seguirá moviendo sus piezas en este complicado escenario nacional.

 

 

Vladimir Villegas

Obama, Raúl y la brocha

Posted on: marzo 29th, 2016 by Laura Espinoza No Comments

 

¿De qué hablaron Nicolás Maduro y Raúl Castro horas antes de que el avión del presidente norteamericano Barack Obama se posara en el aeropuerto José Martí de La Habana?

 

 

¿Del destino de las relaciones entre la isla caribeña y nuestro país? ¿ de algún cambio de rumbo en torno al cual no ha sido informado en detalle el mandatario venezolano? ¿Se pusieron de acuerdo con respecto a lo que el compañero Raúl le plantearía al nuevo buen amigo Obama sobre Venezuela?

 

 

Estas y muchas interrogantes surgen a propósito de ese viaje relámpago de Maduro en vísperas de la llegada del primer presidente estadounidense que visita Cuba en casi cien años. Y no es para menos.

 

 

Mientras Estados Unidos y Venezuela mantienen una conflictiva relación que no termina de romperse pero tampoco de dar señales de alguna mejoría, entre Washington y La Habana se respira entendimiento desde las diferencias. Voluntad de ponerse de acuerdo en temas comerciales sin esconder bajo la alfombra las discrepancias políticas. Pero también buena disposición de hablar en público sobre esas diferencias, sin que ninguno de ellos tome el riesgo de poner en peligro lo que se ha avanzado desde aquellas reuniones secretas promovidas enhorabuena por el Papa Francisco .

 

 

Obama, es inocultable, está tomando la iniciativa en Latinoamérica. Su presencia en La Habana, sus palabras, la manera como el propio pueblo cubano lo recibió no pueden minimizarse tras el ruido de viejas consignas y de una retórica que expele un fuerte aroma a naftalina. Que la primera revolución socialista del hemisferio occidental y la primera potencia económica y militar del mundo comiencen a pasar pesadas páginas de confrontación, belicosidad y profunda desconfianza mutua es un contundente mensaje que es mejor leer, que es necesario interpretar. ¿Lo está haciendo aunque sea en privado el liderazgo psuvista, empezando por el propio Maduro? ¿O va a prosperar la idea de que lo ocurrido en Cuba para nada tiene que ver con el rumbo de la hoy comprometida y debilitada revolución bolivariana?

 

 

El paso dado por Cuba, más allá de los que ha dado Obama, se concreta en un momento en el cual los gobiernos de Brasil, Venezuela e incluso Bolivia atraviesan por serias dificultades, y que se reflejan en la pérdida de respaldo popular y en el cuestionamiento a sus gobiernos, por mala gestión, crisis económica, mas en los casos brasileño y venezolano que boliviano, e incluso corrupción, la isla socialista del Caribe, gobernada por un monolítico Partido Comunista, abre discretamente la puerta a cambios que a lo mejor no se evidenciarán claramente en lo político, pero sí se traducirán en novedades significativas en materia económica.

 

 

¿Y cómo queda Venezuela en todo esto? ¿Raúl esta haciendo algo para abrir una rendija de diálogo con Estados Unidos? ¿Será cierto que no hubo tiempo para hablar del caso Venezuela? ¿Es probable que un aliado tan estrecho del gobierno venezolano haya preferido no insistir en tocar ese punto tan sensible para no arruinar la buena vibra de la visita de Obama? ¿O será que Obama hizo resistencia a abordar la situación venezolana?

 

 

Lo cierto es que siendo Cuba un referente histórico de la izquierda latinoamericana, sus nuevas relaciones con Estados Unidos pueden ser fuente de discordia y alejamiento por parte de quienes insistan en mantener el mismo lenguaje y la misma actitud de los tiempos previos al acercamiento entre la pequeña isla y el gigante del Norte. Corren el riesgo de no saber leer el nuevo momento político que nace del restablecimiento de relaciones y de la visita de Obama.

 

 

Pueden quedar colgados de la brocha, prisioneros de discursos y de un pasado que cubanos y norteamericanos parecen querer dejar atrás .

 

 

Soraida Solórzano

 

 

El pasado viernes a medianoche falleció Soraida Solórzano, hermana de nuestro querido colega y amigo Francisco Solórzano, Frasso. Un conductor irresponsable la atropelló y se dio a la fuga.

 

 

Era una mujer llena de vida y de incansable buen humor, como todos sus hermanos. Acompañamos solidariamente a Frasso y a toda su familia en esta hora de dolor. Paz a sus restos.

 

 

 

Vladimir Villegas

 

 

Obama en Cuba, ¡cosa más grande!

Posted on: marzo 22nd, 2016 by Laura Espinoza No Comments

 
Luego de largas décadas de dura confrontación ha ocurrido lo que muchos soñaron y otros consideraron imposible. Un presidente de Estados Unidos aterriza en la capital cubana por primera vez en casi noventa años, y también desde que se produjo la primera revolución socialista en el hemisferio occidental. Es el signo de los tiempos, y en concreto el resultado, o uno de los primeros resultados, de un proceso de acercamiento iniciado en secreto hace dos años por funcionarios de La Habana y de Washington.

 

 

La presencia del mandatario estadounidense, Barack Obama, en Cuba es apenas un paso en un largo camino que busca la normalización de relaciones políticas y el impulso de una ambiciosa era de inversiones privadas en la isla. Cuba lo necesita y en el empresariado norteamericano no faltan las ganas de invertir. Los tiempos han cambiado de tal manera que hoy en día, vaya, paradoja, hay diez o más veces vuelos desde Miami a La Habana que desde Caracas a Miami.

 

 

Cosas de la política y de la diplomacia. El gobierno norteamericano mantiene unas conflictivas relaciones con el gobierno de Nicolás Maduro, pero supo abrir un canal, junto al liderazgo de Cuba, para que hoy fuera posible lo que estamos viendo: un Obama feliz y relajado en el corazón de la capital cubana, y un pueblo que da muestras de simpatía y cero hostilidad por esta visita.

 

 

Ver a Obama en la capital cubana hace recordar lo que significó el viaje que el entonces presidente estadounidense Richard Nixon hiciera a Pekín en febrero de 1972 para abrir un nuevo capítulo en la historia de las relaciones entre la gran potencia y el gigante asiático. El consejero de seguridad de la administración Nixon, Henry Kissinger, preparó el terreno para ese acercamiento en una visita secreta a la capital china. Los chinos no dejaron de ser gobernados por un Partido Comunista, pero la economía de mercado se abrió paso con el tiempo y China emprendió la senda de un crecimiento económico que, gracias a las reformas impulsadas por Deng Tsiao Ping, la colocan hoy como la segunda economía del mundo.

 

 

Este acercamiento entre Cuba y Estados Unidos no está exento de peligros y dificultades, pero ambos gobiernos, pese a sostener posiciones mutuamente críticas, han sabido, pragmatismo mediante, no tensar la cuerda más allá de lo prudente para no romper el encanto del acercamiento del siglo entre un gobierno de orientación socialista, dirigido por un Partido Comunista, y la mayor potencia capitalista del planeta.

 

 

Atrás van quedando el bloqueo económico, las acusaciones desde La Habana sobre las agresiones norteamericanas contra la nación antillana, y los señalamientos de Washington contra las presuntas actividades cubanas destinadas a promover el terrorismo y la subversión. Estamos ante un cambio de época. Cuba atraerá, o ya está atrayendo, las inversiones que necesita para recuperar su economía, y ofrece plenas garantías para los empresarios que se arriesguen a colocar sus capitales en los diversos proyectos que ya han captado el interés de los inversionistas, y que van mucho más allá del turismo.

 

 

¿Cuánto impactará esta visita de Barack Obama a Cuba? Todavía es prematuro hacer formulaciones al respecto. No es de esperar, por ejemplo, que en el corto plazo se produzcan cambios sustanciales en el modelo político. No existe en el horizonte la perspectiva de una apertura política que contemple, por ejemplo, la legalización de organizaciones partidistas opositoras, el surgimiento de medios de comunicación privados o la adopción de formas similares a las que caracterizan el funcionamiento de las llamadas democracias occidentales. No es posible ni es lo que busca, al menos en lo inmediato, el mandatario estadounidense.

 

 

Creo que el mayor impacto vendrá en el campo de la economía. Cuba es un territorio excepcional para el emprendimiento. Una masa laboral con buena preparación, una actividad sindical muy controlada, sin el riesgo de conflictos que pongan en peligro los intereses de los inversionistas. ¿Para qué seguir siendo enemigos si de aquí en adelante pueden ser buenos socios sin que las diferencias políticas lo impidan?

 

 

 

Tanya Miquilena

 

Lamentamos el fallecimiento de Tanya Miquilena, hija de Luis Miquilena y esposa de Werner Corrales. Nuestras palabras de condolencia para sus familiares. Paz a sus restos.

 

 

Vladimir Villegas

Correo del Caroní: periodismo en veremos

Posted on: marzo 15th, 2016 by Laura Espinoza No Comments

 
En un país afectado sensiblemente por la corrupción en sus más diversas variables y presentaciones, constituye una afrenta para la ciudadanía en general y para el libre ejercicio del periodismo en particular la sentencia judicial que se le impuso al empresario David Natera, director y propietario del Correo del Caroní, como consecuencia de las denuncias que ese medio de comunicación publicó sobre negociados y guisos en Ferrominera Orinoco y que llevaron a la detención de un empresario de Guayana involucrado en esos hechos y de varios ex directivos de esa empresa, por peculado doloso y otros delitos .

 

 

A partir de esas denuncias la sociedad guayanesa en particular y la venezolana en general pudieron enterarse de un hecho lesivo al patrimonio público y a la sana administración de empresas del Estado.

 

 

Ello derivó en la apertura de un proceso judicial contra los implicados. La contundencia de los hechos denunciados, sustentada en pruebas documentales, no dejó más alternativas que tomar medidas judiciales como las que ya comentamos.

 

 

Más allá de las interioridades del caso, preocupa que la sentencia dictada contra el empresario David Natera tiene severas y muy graves implicaciones para el ejercicio del periodismo. Se pone en entredicho el contenido del artículo 58 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, según el cual “toda persona tiene derecho a la información oportuna, veraz e imparcial, sin censura”

 

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Ningún juez puede aplicar la Constitución como si se tratara de una goma elástica, que se estira o encoge a conveniencia. Por ello, sin duda alguna, impedir, como se pretende, que se publique una denuncia de corrupción contra cualquier funcionario, hasta que no exista una sentencia de un tribunal, además de reforzar a quienes meten la mano en el erario público, legaliza la censura y atenta gravemente contra el derecho de los ciudadanos de estar informados de manera oportuna.

 

 

Una cosa es difamar, es decir, atribuir a alguien una conducta delictiva o impropia, sin presentar pruebas, y otra muy distinta acompañar la denuncia de elementos que la sustenten, como fue el caso que hoy nos ocupa. Aquí entra en acción eso que los abogados llaman la excepción de la verdad. Agreguemos a esto que fue un caso en torno al cual hasta el mismo presidente de la República, Nicolás Maduro, se pronunció en términos condenatorios muy claros.

 

 

Es insólito que en un país donde la corrupción ha penetrado hasta los niveles más insospechados un tribunal se encargue de criminalizar la denuncia y colocar alcabalas para impedir que la sociedad se entere de hechos reñidos con la sana administración de los recursos públicos. Es una señal muy negativa que añade un elemento más para el deterioro de la confianza de los venezolanos en la administración de justicia. Si no se puede informar sobre un caso de corrupción hasta que exista una sentencia definitiva, la impunidad se saldrá con las suyas. Los corruptos estarán más tranquilos y aumentará significativamente la decepción y la rabia de quienes reclaman castigo para los responsables de tantos actos que atentan contra la pulcra administración del patrimonio nacional.

 

 

Ojalá quienes tienen el poder y aseguran luchar a fondo para atacar y sancionar la corrupción donde quiera que se encuentre aceptaran que los medios de comunicación son los principales aliados en esa lucha, pues es a través de ellos que se pone en alerta a la sociedad y a las propias autoridades sobre malos y turbios manejos de los recursos públicos. Sentencias como las que hemos comentado le dan combustible a quienes denuncian que vivimos en uno de los países más corrompidos del mundo.

 

 

 

Héctor Landaeta

 

 

La semana pasada falleció este querido colega periodista.

 

 

Héctor Landaeta fue un excelente reportero que durante largas décadas dio lo mejor de sí en distintos medios impresos. La muerte lo sorprende siendo director de El Informador de Barquisimeto. Lamentamos profundamente su desaparición. Paz a sus restos y consuelo a su familia.

 

 

Vladimir Villegas

Lula en su laberinto

Posted on: marzo 8th, 2016 by Laura Espinoza No Comments

 

Luiz Inacio Lula Da Silva, ex presidente de la República Federativa del Brasil, fue noticia el pasado viernes cuando las agencias internacionales rebotaban la información según la cual el líder del Partido de los Trabajadores había sido conducido a una comisaría luego del allanamiento de su residencia como parte de la investigación de presuntos hechos de corrupción en los cuales él estaría involucrado.

 

 

Créanme que recibí con tristeza la información, porque Lula es mucho más que un ex presidente. Se trata de la figura más prominente de la política brasileña. De líder obrero del sector metalúrgico en la zona industrial de Sao Paulo pasó a encabezar una corriente política forjada en la fábricas, en las luchas sindicales, en las calles y en los sectores más humildes del Brasil. Su llegada a la primera magistratura fue prácticamente una revolución política.

 

 

Durante su mandato no solo hubo crecimiento económico sino que se impulsaron importantes políticas sociales como el programa Hambre Cero. Varios millones de personas, algunos lo calculan en 30 ó más, salieron de la pobreza hacia la clase media. Brasil ganó un espacio significativo dentro de los llamados países emergentes. Y, en el plano regional, su peso y su liderazgo como nación se hicieron sentir como nunca antes. Lula fue un impulsor de la integración. Y en eso coincidió, es una verdad histórica, con Hugo Chávez y otros mandatarios latinoamericanos. Ello no fue obstáculo para que mantuviera una relación con Estados Unidos desde el respeto, la cooperación y el procesamiento maduro de las diferencias.

 

 

Al igual que se reunía sin ningún complejo en Davos con los “duros” del  mundo desarrollado, también podía sentarse y compartir de compañero a compañero con los integrantes del Movimiento de los Sin Tierra, y participar en las distintas ediciones del Foro de Sao Paulo. Lula Da Silva logró encarnar eso que llaman una nueva manera de ser de izquierda, sin ataduras dogmáticas, sin complejos frente a las demandas y retos del mercado, pero a la vez con un indiscutible compromiso con los más débiles, con los pobres, con los excluidos.

 

 

Su organización, el Partido de los Trabajadores, tiene ya quince años en el poder y pese a los logros alcanzados, no pudo escapar del fenómeno de la corrupción. Varios de sus dirigentes y funcionarios de todos los niveles han sido señalados por hechos reñidos con la moral administrativa, y vinculados a turbios negociados con empresas muy poderosas, públicas y privadas. Han sido muy duras las circunstancias en las cuales le ha tocado gobernar a la presidenta Dilma Rousseff, quien ha sobrevivido milagrosamente a masivas manifestaciones de descontento popular por la corrupción.

 

 

Ahora el cerco se cierra en torno a Lula. ¿Cuánto hay de cierto y cuánto de maniobra política contra el ex presidente, cuyo nombre sonaba  nuevamente como posible candidato presidencial? No lo sabemos. Solo conocemos lo que publican los medios. Pero todo parece indicar que el calvario político del líder brasileño apenas comienza.

 

 

Más allá de que sea cierto o falso todo lo que se le achaca al ex presidente, el efecto de todos estos escándalos sobre la figura de Lula puede ser fatal tanto para él como para su partido, el PT, una fuerza que tendrá que batirse muy duro para deslastrarse de la corrupción que lo ha corroído.

 

 

No niego que Lula es un líder que me simpatiza, a pesar de las circunstancias actuales. Por ello espero que pueda salir limpio y airoso de este brete. Sería muy lamentable que tantos años de lucha, tantas esperanzas levantadas y tantos logros alcanzados se vayan por el inodoro de la corrupción y de los manejos oscuros de la cosa pública. El derrumbe de un liderazgo como el de Lula no puede alegrarnos a quienes deseamos un mundo mejor. Ha sido un hombre de muchas luchas y de innegable vocación transformadora. ¿Logrará probar su inocencia o, por el contrario, su nombre saldrá inevitablemente manchado? Ya lo veremos. Lo que sí es cierto es que entre sus detractores hay razones más profundas que la lucha contra la corrupción. El deseo de que más nunca en Brasil levante cabeza ni Lula ni nada que se le parezca.

 

 

Vladimir Villegas