Los facilitadores no la tienen fácil

Posted on: julio 26th, 2016 by Laura Espinoza No Comments

 

En torno al diálogo hay buenas y malas noticias, marchas y contramarchas, desconfianza mutua, falta de señales, falta de objetivos comunes específicos, carencia de espíritu de verdadera reconciliación, ausencia de coraje para dar pasos históricos en función no solo de la paz sino también de la justicia y de un país donde sus ciudadanos no pierdan la condición de tales en medio del desastre económico y social en el cual habitamos.

 

 

 

Los facilitadores, encabezados por el ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero, grupo al cual debe incorporarse de un momento a otro el Nuncio Apostólico de Su Santidad Francisco en Caracas, Aldo Giordano, están, como se dice en criollo, «bailando en un tusero», en medio de tantas marchas y contramarchas de los » interlocutores». Estamos ante un complejo proceso político en el cual quienes tienen el gobierno en sus manos no dan señales creíbles de que están dispuestos a un diálogo realmente productivo. Y en la oposición también apreciamos no solo una profunda desconfianza hacia lo que representan Nicolás Maduro y quienes lo acompañan en su gestión sino ausencia de unanimidad sobre la conveniencia o no de sentarse.

 

 

 

Por si fuera poco, los insultos cruzados son ingredientes que le dan un mal sabor a la receta del diálogo. Lo «empichacan», lo hacen cuesta arriba. No hay ni siquiera un pre acuerdo para dejar guardado en un estante del cerebro la pedrada verbal que queremos lanzarle al otro. Y para colmo de males, no dejan de producirse acciones violentas contra movilizaciones u otros actos políticos de la oposición. Estar en los zapatos de Zapatero y su equipo no es nada envidiable en una circunstancia como la actual. Corren el riesgo de salir de Venezuela con las tablas en la cabeza. Todo parece indicar que los facilitadores van a necesitar facilitadores que les faciliten la tarea. Así de redundante.

 

 

 

Lo de menos es que los facilitadores se enfrenten al fracaso en una gestión como la que pretenden emprender. Eso seria para ellos un revés personal, la imposibilidad de exhibir un éxito diplomático y político. Pero hasta allí. Solo un problema menor. El peso mayor de un fracaso lo vamos a sentir en Venezuela los venezolanos. La ausencia de acuerdos mínimos nos coloca en la perspectiva cierta de una confrontación a gran escala, sin árbitros creíbles, que funcionen, que eviten los golpes bajos, las jugadas sucias.

 

 

 

Un país donde ninguna institución pueda sacar tarjeta amarilla o roja, según el caso, porque carezca de fuerza, autoridad o decisión para hacerlo, va directo al caos. Precisamente en nuestro país necesitamos, gobierne quien gobierne, un proceso de re institucionalización. Para que tengamos un consenso mínimo en el respeto a las reglas de juego, para que funcione de alguna manera un sistema de contrapesos. Que las instituciones colaboren entre ellas para el logro de los fines del Estado, sin que ninguna aplaste o someta a las otras y sin que ninguna tenga temor o dudas a la hora de ejercer sus competencias plenamente.

 

 

 

No sé si los protagonistas de la política, de uno u otro bloque, tienen real consciencia de lo que nos estamos jugando. Percibimos que el diablo está siendo llamado de mil maneras, y luego no habrá forma de que se retire sin dejar daños incalculables y seguramente irreversibles. Por eso es importante el rol de los facilitadores y que no cesen en su esfuerzo de ponerle rayas claras al terreno de juego, y que asuman que cualquier solución pacífica a la crisis venezolana pasa por el respeto a la Constitución, no por ignorarla o pasarle por encima. Y que su rol no es el de favorecer a uno de los sectores sino trabajar para un entendimiento que a la larga se traduzca en plenas garantías para el ejercicio de la democracia, en los términos establecidos por el texto constitucional.

 

 

Vladimir Villegas

El muro de San Antonio

Posted on: julio 19th, 2016 by Laura Espinoza 1 Comment

 

 

 

Mijaíl Gorbachov abrió la espita para que el férreo modelo socialista soviético, de corte ortodoxo y resabios estalinistas, se viniera abajo como un castillo de naipes. Su propuesta de “perestroika” y glásnost, vale decir, reestructuración y transparencia, tenía por objeto darle al sistema político nacido de la primera revolución socialista triunfante, liderada por mi tocayo Vladimir Ilich Ulianov, mejor conocido como Lenin, un segundo aire, una nueva oportunidad de sobrevivir, pero inyectándole una dosis de libertad, de flexibilidad, luego de más de 70 años de implacable control por parte de un burocratizado Partido Comunista, de cuyo seno no solo surgió el propio “Gorby”, como lo llamaron en Occidente, sino una figura sorprendente como el alcohólico Boris Yeltsin, que le puso el último clavo al ataúd de la fallecida Unión Soviética.

 

 

 

Los acontecimientos en la otrora poderosa y monolítica potencia comunista dispararon también los procesos en los países de Europa Oriental. La caída del muro de Berlín fue el fin del llamado socialismo real, en el cual muchos creímos como la panacea de los males de la humanidad. Los millones de alemanes desesperados por pasar a Occidente una vez que se les dio luz verde por parte de las acosadas autoridades de la extinta República Democrática Alemana fueron la mejor prueba de un sistema que, más allá de sus prédicas en favor de los oprimidos, de la clase obrera, y contra las formas de explotación capitalistas, hizo aguas, se desplomó porque terminó imponiendo controles y formulas sociales, económicos y políticos que la población terminó por repudiar.

 

 

 

Guardando las distancias históricas y geográficas, tanto en Europa Oriental como ahora en Venezuela el liderazgo convirtió al socialismo en una mala palabra, en sinónimo de limitaciones, privaciones, carencias de bienes fundamentales. Tanto allá como acá será cuesta arriba que una fuerza política vuelva a promover con éxito el socialismo como vía para una vida mejor, con justicia, igualdad y solidaridad. Seguramente de nada valdrá que se emplee a fondo en la argumentación de que aquí no hay socialismo. Se hizo realidad lo que supuestamente era una leyenda negra: colas, desabastecimiento, empobrecimiento colectivo. Y por si fuera poco, faltaba la guinda: las oleadas de venezolanos que atravesaron y siguen atravesando el “muro de San Antonio” son la mejor demostración del fracaso de una política económica, cuyos motores se fundieron en la chivera de la corrupción, la burocracia, la ineficiencia y los constantes empeños en volver añicos el aparato productivo.

 

 

 

El socialismo del siglo XXI llegó a su llegadero. Se volvió un caos, una inmensa frustración. Murió de mengua en las colas, en la desesperada búsqueda de alimentos y medicina. En el profesional que busca en otras tierras las oportunidades que aquí se les niega. En el niño que va a escuela sin su desayuno. En el paciente que clama por un tratamiento médico que no encontrará. En el bachaqueo, en la impunidad que sigue protegiendo a los principales responsables de la tragedia que significa para un país no tener garantizada una alimentación balanceada para sus habitantes, pese a que supuestamente se destinaron miles de millones de dólares para tal fin.

 

 

 

Cúcuta , una ciudad a la cual los nacidos en esta rivera del Arauca vibrador íbamos cargados de bolívares para traernos de allá mercancía buena y barata, se convirtió por arte de magia en el oasis de los venezolanos que viven en la frontera y en regiones próximas, hoy desesperados por hallar comida y medicinas. Por mucho que se le busque explicaciones a esta situación, no hay mucha vuelta que darle. La guerra económica no es otra cosa que el fracaso de una extraña mezcla de dogmatismo con improvisación en la conducción de la economía. Todo aliñado con sobredosis de controles y corrupción.

 

 

 

La realidad exige decisiones dramáticas, rectificaciones a fondo que tal vez impliquen dar la vuelta en U y salir de la ruta equivocada. Difícil que este gobierno lo haga, pero alguien lo hará. Hay que derribar muros tan complejos como el que se vino abajo en Berlín. Muros ideológicos, de conceptos equivocados, de empeño en desdeñar la experiencia ya vivida por un modelo que fracasó porque se puso de espaldas a la propia naturaleza del ser humano, a sus deseos no solo de libertad, sino de crecimiento, y de no colocarle limites a sus ansias de superación.

 

 

 

Es lamentable que el sueño de una sociedad mejor terminara en una bolsa de comida que ni siquiera llega a todos los necesitados, y en largas colas que pisotean la dignidad de un pueblo que una vez, no hace mucho, tuvo grandes esperanzas en un proyecto de país que se quedó en el texto de la constitución y que derivó en una de las mayores frustraciones de nuestra historia.

 

 

Vladimir Villegas

La reconstrucción de un país

Posted on: julio 12th, 2016 by Laura Espinoza 1 Comment

La tarea de empezar de nuevo,  de rectificar radicalmente el rumbo de un país en el cual prácticamente todo está por rehacerse, es la que tenemos enfrente quienes vivimos este tiempo.

 

 

 

La crisis que hoy padecemos puede ser a la vez la gran oportunidad de construir una nueva Venezuela a partir de las lecciones aprendidas durante largos y largos años. No solo estos diecisiete. Pero es evidente que en estos tres lustros y fracción buena parte de los errores, de las mañas, de los desaciertos en la conducción de la economía, en las relaciones del Estado con la sociedad, en la actitud del individuo frente al hecho social que significa el trabajo, en la conducta frente a las normas que deben regir nuestra cotidianidad, en la manera de actuar de quienes detentan el poder, se han profundizado. El esfuerzo colectivo que implica hacer una profunda corrección de todos los desaciertos que se han, o que hemos cometido, tendrá que ser más que titánico.

 

 

 

El milagro de una nueva y mejor Venezuela va a ser un parto difícil, doloroso, frente al cual tendremos que poner en el pote lo mejor de cada uno de nosotros, la mayor paciencia, el mayor compromiso, el mayor espíritu de unidad nacional, y la mas decidida voluntad de colocar por encima el interés nacional, un concepto vago, a veces comodín para la retórica, pero que tiene una traducción concreta: el interés nacional hoy es recuperar la dignidad del venezolano, derrotar el hambre, garantizar la comida diaria para todos, pero particularmente para una infancia cuyo futuro ya está comprometido, reconstruir la economía, sacar del hoyo la educación, darle el lugar que se merece a un sistema de salud venido a menos, comparable al de naciones que nunca soñaron ni siquiera con tener una migaja del chorro petrolero que hemos derrochado como borrachos irresponsables.

 

 

 

Nada sencilla  la tarea que tuvo frente a sí la generación de alemanes que sobrevivieron a la Segunda Guerra Mundial, que recibieron un país en la ruina más absoluta, con las heridas sociales, individuales y colectivas más profundas que se puedan imaginar, y sin embargo esa generación tuvo que empinarse sobre sus propios dolores, dudas, miedos  y debilidades para sacar adelante su país y construir eso que llamaron el milagro alemán. A ellos les tocó reconstruir su país casi que desde cero. A nosotros, a los venezolanos de este tiempo, nos corresponde también una labor de reconstrucción, de refundación, de re institucionalización.

 

 

 

Una tarea, sin duda, para un nuevo liderazgo, para una nueva manera de hacer las cosas, desde la democracia, desde la constitución, desde las necesidades reales de la gente, desde una visión de la economía emparentada con la urgencia de ser productivos, de darle su rol al Estado, para proteger a los más débiles. Pero sin convertirlo en una maquinaria de ocupación y destrucción del esfuerzo privado y de las otras formas de propiedad, para que podamos generar empleos, captar inversiones, re orientar el gasto público hacia lo realmente importante y frenar cualquier práctica que permita el aprovechamiento de los dineros de la nación, al amparo  de la discrecionalidad y la impunidad que brindan controles manejados con criterio de saqueo.

 

 

 

Esta no es una tarea para un mesías. Ya hemos probado esa fórmula. Tampoco para un grupo sectario. También tenemos un rollo de ese pabilo en esta y otras etapas de nuestra historia, y ya vinos  en lo que ha desembocado. No he visto que un país pueda reconstruirse o avanzar  con una mitad, del tamaño que sea esa mitad,  y con la otra pegada a pared, excluida o sometida. El peso de lo que se nos viene es muy grande. Ahora es cuando el país tendrá ante sí pruebas muy duras que superar.  ¿Estaremos, como ciudadanos, como sociedad, como país, a la altura de ese  compromiso?

 

 

Vladimir Villegas

Barbarie al desnudo

Posted on: julio 5th, 2016 by Laura Espinoza No Comments

 

 
Leemos con sorpresa, impotencia e indignación que cinco seminaristas han sido golpeados, robados y desnudados por presuntos colectivos “revolucionarios” que se dieron a la tarea de impedir que la activista política Lilian Tintori realizara una jornada de protesta en el estado Mérida.

 

 

De acuerdo con las versiones de prensa, los seminaristas, jóvenes que transitaban por la avenida Tulio Febres Cordero, y no tenían que ver con la actividad de Tintori y sus acompañantes, fueron agredidos por este grupo que al parecer actúa a sus anchas en esa región andina, sin que alguna autoridad se atreva a ponerle límites a tal conducta, propia de delincuentes y nunca de defensores de una causa política, a menos que esté definitivamente emparentada con el fascismo.

 

 

 

Las fotografías que han circulado por distintos medios y que muestran a estos muchachos corriendo desnudos por las calles de Mérida son una evidencia del terrible momento que vivimos como país. Hace tiempo se perdió el respeto a la vida, y ya también hace bastante que hemos venido perdiendo el respeto a la dignidad humana. Esto es un acto de barbarie, de intolerancia, de repulsión hacia cualquier forma civilizada y humana de convivencia. ¿Qué está pasando en el corazón y en la mente de unos individuos que actúan de esa forma? ¿En qué tipo de sociedad pretenden vivir? ¿Se diferencian en algo de los llamados pranes penitenciarios?

 

 

 

No solo indigna que estos grupos sometan cobardemente a un grupo de jóvenes que se inician en el camino de la fe religiosa, los golpeen y los despojen de sus ropas y demás pertenencias. Es indignante la impunidad con la cual actúan. ¿No hay autoridad en el estado Mérida que les eche el guante? ¿Les tienen miedo o son solidarios con ellos? Al menos el Ministerio Público ha anunciado una investigación. Ojalá no se quede en un saludo a la bandera. ¿Qué hace el gobernador del estado Mérida frente a hechos como estos? ¿Es cierto lo que denuncia el diputado William Dávila en cuanto a que desde el gobierno regional se ampara a estos grupos o colectivos? Preguntas que uno se hace en medio del estupor que provocan estos hechos.

 

 

 

Por supuesto, no vivo en Mérida ni tengo elementos para secundar los graves señalamientos que hace el diputado Dávila. Pero he revisado en Internet varias veces y no encuentro una declaración de la Gobernación de Mérida condenando la acción contra los seminaristas.

 

 

 

Es una peligrosa señal, gobernador Ramírez. El silencio en casos tan terribles como el ocurrido con los seminaristas vejados, desnudados y golpeados por bandas armadas en suelo merideño deja el mal sabor de la impunidad, y hasta de la solidaridad encubierta con esos malhechores.

 

 

 

Diga algo, aunque sea tarde. Si al momento de salir esta nota ya lo hizo, pues entonces mi disculpa. En caso contrario, está a tiempo de no convalidar con su mutismo este comportamiento fascistoide.

 

 

 

Cuando no se trabaja la intolerancia, cuando no se le pone freno, ocurren cosas como las que se vivieron en Mérida el pasado viernes. Esto puede traer como consecuencia que la respuesta a estas acciones sea proporcional o incluso desproporcionada. Y de ahí a la violencia desatada y al caos incontrolable no hay mucho trecho. Si las autoridades no actúan y dejan sin castigo a estos malandros disfrazados de luchadores sociales estarán contribuyendo a alimentar episodios como el ya comentado y que ponen cada vez más en peligro la precaria paz social que vivimos.

 

 

Víctor Ángel y José Araque

 

 

En días recientes falleció Víctor Ángel García, un buen hombre, luchador social, con quien compartimos militancia en La Causa R y en el PPT. Lamentamos su prematura muerte y enviamos nuestras condolencias a sus familiares y compañeros. Paz a sus restos.

 

 

También lamentamos el fallecimiento de José Araque, a quien tuve como colaborador durante mi gestión en el sector público. Igualmente mis condolencias a su familia.

 

 

Vladimir Villegas

Daniel Morales, ¿un falso positivo?

Posted on: junio 21st, 2016 by Laura Espinoza No Comments

 

Se trata de un joven que apenas hace unos meses cumplió sus 18 años. Tuvo largo tiempo esperando cupo en una universidad, y finalmente logró comenzar su carrera en comercio internacional, en la Universidad Alejandro Humboldt. Hoy está detenido en el Servicio de Inteligencia Bolivariano, conocido como Sebin, antigua, Disip, antigua Digepol, donde, por cierto, mi padre estuvo preso, y allí fui a visitarlo también, cuando apenas yo tenía cuatro años. Una visita breve, tan breve como la que ayer le permitieron al papà de este muchacho,  la primera luego de un mes de detención.

 

 

 

Es un caso que me ha llamado la atención. Lo detienen en las inmediaciones del Sebin el día 18 de mayo, luego de las protestas a favor del referendo revocatorio que se llevaron a cabo ese día, y que culminaron con gases lacrimógenos, manifestantes y policías heridos, y, por supuesto, detenidos.

 

 

 

Pero a Morales no lo detienen en la manifestación sino cuando el, junto a un grupo de compañeros, finalmente pudo abandonar la sede de su universidad, para tomar el metro e irse a su casa. Las autoridades de la Universidad Humboldt les recomendaron a los  estudiantes no salir de su recinto por los hechos que ocurrían en los alrededores. Transcurrido un tiempo prudencial, él y otros salen y Daniel es detenido, como ya dijimos, en las cercanías del Sebin. Lo implican en el caso por el cual sigue detenido el comisario Coromoto Rodríguez, jefe de seguridad de Henry Ramos Allup.

 

 

 

Ese caso se lo expuse al Defensor del Pueblo, Tarek William Saab, tanto pública como privadamente,  y a una importante funcionaria de la Fiscalía General de la República . Y también se lo he expuesto a gente con responsabilidades en el gobierno. Tengo la íntima convicción de que se trata de una detención arbitraria. Y tanto en este como en otros casos ha habido denuncias de maltrato físico. Sé que a un delegado de la Defensoría del Pueblo y a uno de la Fiscalía General le impidieron el acceso para verificar las condiciones físicas de ese y otros detenidos en la misma fecha.

 

 

 

Como he dicho y no me cansaré de decirlo, soy firmante y doliente de la Constitución de 1999, y por si fuera poco, fui vicepresidente de la Comisión de Derechos Humanos de la Asamblea Nacional Constituyente. Tarek William Saab la presidió. Del trabajo realizado salió la propuesta del Capítulo de Derechos Humanos que luego fue aprobado por la plenaria .Esa circunstancia me obliga a expresar mi rechazo a cualquier tipo de prácticas que eche por tierra lo que el constituyente aprobó y el pueblo refrendó.

 

 

 

Tengo conocimiento de casos parecidos al del joven Morales, que se resolvieron por la intervención de gente allegada al gobierno. Un ciudadano, cuyo nombre me reservo, familiar de alguien a quien conozco hace muchos años, es detenido y, luego de ser maltratado, lo obligan a declararse culpable como condición para liberarlo. Se produce la intervención de alguien con contacto y es liberado con excusa incluida.  Y para colmo, simpatizante del chavismo, el pobre. Había sido capturado en circunstancias similares a la de la detención de Morales, pero en la avenida Fuerzas Armadas, luego de unos saqueos. Temo que estamos en presencia de casos  » falsos positivos». Y mi sospecha aumenta cuando en el Sebin le cierran el paso a la Defensoría y a la Fiscalía, sobre todo cuando hay denuncias de maltrato físico o de otra naturaleza.

 

 

 

¿Qué hacemos con eso, mis estimados amigos que ayer fueron detenidos y perseguidos y hoy ostentan cargos en el gobierno? ¿Nos hacemos los locos u honramos la indignación que tantas veces nos inundó en tiempos de la cuarta?  ¿Quién, en una democracia, tiene tanto poder como para estar por encima de la Constitución y de los derechos que ella consagra?  Es el Sebin, la policía política de hoy, un órgano supra constitucional?  Ayúdame a salir de esa duda, mi estimado Tarek. Y tú también,  mi estimado José Vicente, a quien siempre tuve como referencia en mis tiempos de diputado sobre lo que debe hacer un parlamentario comprometido con la causa de los derechos humanos.

 

 

 

Llamo la atención sobre este caso de Daniel Morales, y seguramente otros bajo el mismo patrón. Me gustaría saber si a estos mismos amigos, perseguidos de ayer, y hasta torturados e incomunicados, les parece justo que un joven detenido pase un mes sin poder recibir la visita, el abrazo y el apoyo de sus padres. Su papá estaba feliz porque pudo verlo cuarenta minutos, apenas el domingo, como «regalo» del Día del Padre. No imagino el tamaño de su felicidad cuando se haga justicia y quede en libertad ese muchacho venezolano que puede ser mi hijo o el de cualquiera de ustedes.

 

 

 

Vladimir Villegas

Unasur y su programa económico para Venezuela

Posted on: junio 14th, 2016 by Laura Espinoza No Comments

 
La mediación de Unasur en Venezuela tiene hasta ahora dos aspectos. El político y el económico, y se le ha encomendado al ex presidente español José Luis Rodríguez Zapatero adelantar gestiones en el primer caso, mientras que el ex mandatario dominicano Leonel Fernández es el responsable de explorar, junto con un grupo de expertos en el área económica las posibles medidas que deberían adoptarse para resolver los graves desequilibrios en ese campo.

 

 

 

Hasta los momentos la mediación en el campo político ha tenido una serie de tropiezos, entre ellos la forma como se dio a conocer que en República Dominicana se daban contactos indirectos entre la Mesa de la Unidad Democrática y el gobierno de Nicolás Maduro, la desconfianza existente entre las partes, los conflictos en torno al referéndum revocatorio, la falta de unanimidad en el seno del gobierno y en la oposición sobre la conveniencia de ir de una buena vez a una negociación, la ausencia de medidas para que sean puestos en libertad numerosos detenidos por razones asociadas a la actividad política y, por si fuera poco, la discordia en torno a si se debe ir a ese diálogo con o sin una agenda preestablecida.

 

 

 

Pero hoy no quisiera detenerme en el diálogo político, asunto un poco accidentado por estos días, en medio de las acciones violentas y el ataque sufrido por Julio Borges y otros dirigentes opositores, y de cuestionamientos a la utilidad del diálogo por voceros de lado y lado. Quiero comentar sobre algunas propuestas en materia económica que fueron presentadas por el equipo de asesores de Unasur al gobierno del presidente Maduro.

 

 

 

Me llamó la atención que el ex presidente Ernesto Samper, secretario general de Unasur, hiciera comentarios públicos sobre algunas medidas que se deberían tomar en Venezuela. Samper hizo referencia a la necesidad de corregir las distorsiones cambiarias, focalizar los subsidios y tomar correctivos en las políticas destinadas a estimular la producción. ¿Será una manera de llevar este debate al ámbito de lo público y forzar la barra para que el Ejecutivo asuma las recomendaciones del equipo de asesores económicos que presentó un informe en torno a lo que debería hacerse en ese campo?

 

 

 

En todo caso, la economía es de esos asuntos que deben ser atendidos con decisiones nacidas de consensos tanto en el seno del gobierno como con el resto de actores del sector político, empresarial y laboral.

 

 

 

He tenido conocimiento de que entre las recomendaciones de los asesores económicos de Unasur están, entre otras, las siguientes medidas: unificación y flotación cambiaria, aumentos progresivos de precios de gasolina y electricidad, un programa de subsidios directos a través de una tarjeta electrónica, ajustes de salarios, consolidación de activos y manejo de deudas, así como una reforma tributaria, con la adopción de medidas como impuestos a transacciones financieras, entre otras.

 

 

 

¿Aceptará el gobierno estas recomendaciones contenidas en el documento económico derivado del análisis que hicieron los expertos contratados por Unasur? ¿Cuáles serían los costos de asumirlas o de no hacerlo? No tengo la respuesta, pero es obvio que ellas van a abrir espacio para un debate en el seno del equipo económico de Maduro.

 

 

 

Sería muy oportuno que esas recomendaciones, las que aquí damos a conocer y las que complementan el documento de los asesores de Unasur, sean divulgadas a la opinión pública y compartidas también con los actores arriba señalados. De las decisiones que se adopten dependerá en buena medida que Venezuela pueda ver la luz de la recuperación económica. Por supuesto que para el gobierno no resulta fácil decidir al respecto. Y si se las presentaran a la oposición también generaría en su seno un debate en torno a la pertinencia o no de esas recomendaciones, y el costo político de apoyarlas o rechazarlas.

 

 

 

Las decisiones en materia económica siguen siendo un tema ineludible frente al cual no se puede pasar agachado, y menos frente a una situación tan dramática como la que vivimos en Venezuela. Ojalá se conozca pronto la propuesta completa de los asesores económicos de Unasur y, en consecuencia, la opinión que sobre ella tienen gobierno, oposición, empresarios y trabajadores.

 

 

 

Vladimir Villegas

El diálogo de la discordia

Posted on: junio 7th, 2016 by Laura Espinoza No Comments

 

Vistos los acontecimientos en la Organización de Estados Americanos, no queda duda de que lo que ocurre en nuestro país genera preocupación en todo el continente y más allá. El conflicto social y político que hoy vivimos los venezolanos es inocultable a los ojos del mundo. Es cierto que básicamente es un asunto entre venezolanos, pero con sus acciones, tanto gobierno como oposición están admitiendo lo que muchos ya tememos: parece que solos no podemos.

 

 

 

Cada bando, por llamar de alguna manera a los principales protagonistas de la confrontación, busca sus aliados fuera del país y mueve sus piezas con la idea de librar exitosamente la batalla internacional, que tiene mucho peso pero que seguramente no será la decisiva. Es una vana ilusión creer que por una resolución de la OEA o de cualquier otro bloque regional de América o de otras latitudes las cosas se van a resolver en Venezuela.

 

 

 

Podrá haber grupo de amigos, mediadores, facilitadores o cualquier otra figura similar que haga las veces de correo o de mensajeros entre las partes, pero si al final no existe una sincera voluntad política es obvio que esas figuras, como hoy la encarnan los ex presidentes José Luis Rodríguez Zapatero, Leonel Fernández y Martín Torrijos, fracasarán en su intento de lograr que se convoque a un diálogo y una negociación política que generen no solo confianza sino resultados concretos.

 

 

 

Lo decía el propio Elías Jaua, diputado y dirigente del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela, en entrevista que recogieron diversos medios. “Es necesario que se llegue a un mínimo de acuerdos para que la confrontación política no impacte al pueblo”. Y uno se pregunta si Elías puede dar fe de que en esta oportunidad para el gobierno sí hay real interés en que el diálogo llegue a buen puerto. Aquí es donde cabe lo que públicamente le pedí al presidente Nicolás Maduro, cuando se dio aquel primer encuentro en Miraflores, el 26 de febrero de 2014, cuando se instaló la llamada Conferencia de Paz. En ese entonces le dije a Maduro que era necesaria una prueba de amor para que el llamado a diálogo fuera creíble. Me refería, por ejemplo, a la amnistía, que hoy sería un buen punto de partida de un diálogo auténtico.

 

 

 

La amnistía sigue siendo una exigencia de densos sectores del país. Pero ese paso, que lógicamente sería bien recibido, hoy luce insuficiente, dada la complejidad de la crisis que vivimos en todos los órdenes. Más que mínimos acuerdos, la hora actual reclama un gran acuerdo nacional para evitar la confrontación violenta y para darle viabilidad a las decisiones que hay que adoptar en un país donde la gente más pobre paga los platos rotos y comienza a perder la paciencia en forma acelerada. La agenda política de cada uno de los actores se parece muy poco a las necesidades concretas de la ciudadanía que se consume entre largas colas y la desesperanza.

 

 

 

No hay unanimidad en ambos sectores con respecto al diálogo. Unos lo invocan, otros lo tirotean. En el caso de la oposición, comienzan a surgir diferencias públicas sobre el tema e incluso sobre el rumbo a seguir.

 

 

 

Mientras tanto observamos casi con impotencia que nos dirigimos a niveles de mayor conflictividad. La distribución de alimentos por la vía de instancias sometidas a control político partidista, como es el caso de los llamados CLAP, puede terminar siendo peor remedio que la enfermedad. Abarcan a un pequeño sector de la población, no hay garantías de una actuación alejada del sectarismo y es altísima la probabilidad de que sucumba a vicios como la burocracia y la corrupción.

 

 

 

La búsqueda de un acuerdo nacional para enfrentar la grave crisis política, económica y social implica ampliar la convocatoria del diálogo, si es que este se convierte en realidad. Instituciones como las universidades, las distintas congregaciones religiosas, los medios de comunicación social, los gremios empresariales, los sindicatos en su más amplia expresión, deben ser escuchados. La Constitución tiene en su contenido las soluciones democráticas a las dificultades que nos colocan en medio de esta gran emergencia nacional.

 

 

 

Entiendo y asumo que el diálogo no es una buena palabra para una gran cantidad de personas, y sus puntos de vista los respeto. Pero tengo claro que tarde o temprano, antes o después de una gran confrontación, hacia allá iremos. No hay mejor opción que esa. Diálogo no es sinónimo de renuncia a derechos o de claudicación. Es simplemente una herramienta que le ha evitado a la humanidad buena parte de los dolores y traumas que deja la violencia.

 

 

 

Vladimir Villegas

Dominicana o el diálogo como pecado

Posted on: mayo 31st, 2016 by Laura Espinoza No Comments

 

Si hay individualidades nacionales e internacionales, figuras como el Papa Francisco, países y organismos que han insistido en la necesidad de que tanto el gobierno y la  Mesa de la Unidad Democrática (MUD) asuman el diálogo y la negociación política como vía para solucionar de manera pacífica y en el marco constitucional los graves problemas que afectan al país y las diferencias entre las partes, no tiene nada de particular que se produzcan contactos tendentes a lograr que ese diálogo sea una opción real.

 

 

 

¿Qué tiene de malo el hecho de que a través de un facilitador, como es el caso del ex presidente español José Luis Rodríguez Zapatero, se haya dado un contacto indirecto entre las partes?  ¿Es un pecado imperdonable que se tratara de pasos dados en medio de la mayor discreción posible? Creo que no. Pero obviamente no le correspondía a la parte oficialista dar a conocer el resultado de ese contacto indirecto, y mucho menos de manera inexacta como se hizo.

 

 

 

Tampoco a la MUD, sino a los facilitadores.

 

 

 

Diálogos en situaciones tan complejas como las que vivimos en Venezuela no se construyen de la noche a la mañana, y menos frente a las cámaras de televisión. Ya vimos lo que pasó en Miralflores en 2014. Lo que se dio fue un torneo de discursos, o como dice Eduardo Fernández, una docena de monólogos. Esa no es la idea. No necesitamos una catarsis sino un diálogo con negociación, sin cartas bajo de la manga que hagan presuponer que el otro es susceptible de ser manipulado o engañado.

 

 

 

No hubo, como ya se ha informado, un contacto directo entre los representantes del gobierno, Elías Jaua, Jorge Rodríguez y Delcy Rodríguez, con los de la Mesa de la Unidad Democrática, Timoteo Zambrano, Carlos Vecchio, Luis Aquiles Moreno y Alfonso Marquina. Cada grupo se reunió por separado con los facilitadores, representados en esa ocasión por el ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero.

 

 

 

Para que se convoque una reunión de los dos bandos con los ex mandatarios tiene que haber primero algunos acuerdos sobre los términos y condiciones con mías a que ese diálogo siquiera pueda ser formalizado.

 

 

 

Está claro que tampoco existe unanimidad en cada sector sobre la conveniencia de sentarse o no en una mesa de diálogo, que para hacerla funcionar necesariamente deberá transformarse en una mesa de negociación política.  Los radicales de lado y lado harán todo lo posible por evitar que cristalice una iniciativa de esa naturaleza.

 

 

 

Eso no es ninguna novedad. La novedad es que en esta oportunidad se pueda construir una agenda que permita abordar los temas esenciales y un clima que genere confianza entre las partes y favorezca el logro de resultados concretos.

 

 

 

Un punto ineludible, por supuesto, es el compromiso de que los factores políticos tanto de gobierno como de oposición jueguen dentro de la constitución nacional y favorezcan la solución al conflicto con las herramientas que la Carta Magna establece para que el soberano sea  quien dirima, mediante el voto, las diferencias existentes. Cada actor fijará sus condiciones para sentarse directamente a la mesa, y corresponde  a los facilitadores la difícil tarea de conciliar posiciones, sin inclinarse hacia ninguno de ellos, porque de lo contrario fracasaría la tarea que se les ha asignado.

 

 

 

Estas reuniones pueden o no anunciarse a la opinión pública, y lo sensato, lo responsable y lo conveniente es que si se va a dar a conocer un contacto entre gobierno y oposición esto se haga de común acuerdo para evitar un uso indebido de la información sobre el encuentro. No es lo mismo ni se escribe igual un contacto indirecto a través de intermediarios que una reunión cara a cara. Lo primero fue lo que realmente ocurrió y eso tiene su lógica. Ya se han producido experiencias anteriores de contactos directos formales e informales entre la oposición y gobierno que han resultado en frustraciones y fracasos. Era tiempo de hacer las cosas de manera diferente para tratar de obtener resultados positivos. ¿Quieren realmente eso gobierno y oposición? El tiempo, una vez más, dirá lo que en verdad quiere cada quien.

 

 

 

Como hemos dicho en anteriores oportunidades, el diálogo no es fácil de construir, sobre todo cuando existe gran desconfianza e incluso intolerancia entre las partes, pero nada que no pueda superarse con un buen desempeño de los facilitadores. Todo depende, claro está, de la voluntad política de cada factor. No se puede jugar ni a correr la arruga ni a ganar tiempo. Es un momento de decisiones que van a determinar el curso de nuestro país.

 

 

 

El tamaño y la profundidad de la crisis social generada por el desabastecimiento de alimentos y medicamentos, el desaforado incremento de la inflación y el peligro real de que las micro sacudidas callejeras que hemos visto en torno a supermercados y transportes de alimentos se transformen en una incontrolable acción de calle que arrase con lo que es y lo que no es. ¿No es esto un motivo suficiente pare asumir seriamente que deben buscarse soluciones por la vía del diálogo, con la constitución como regla de juego fundamental?

 

 

 

Es comprensible que existan sectores reticentes al diálogo, por desconfianza y frustración. Pero los extremistas de lado y lado favorecen la confrontación porque los mueve el deseo de aniquilar al otro. Porque no toleran la idea de un país donde haya cabida a la diversidad y al debate democrático. Si nos dejamos llevar por los extremos y no intentamos una vez más hacer realidad una mesa de negociación política, estaremos renunciando al derecho que tiene la mayoría del pueblo venezolano a vivir en paz, con justicia, con una economía que funcione, con instituciones que garanticen el cumplimiento de la ley y el pleno ejercicio de los desechos contenidos en la carta magna.

 

 

Vladimir Villegas

Diálogo: ¿oportunidad o pérdida de tiempo?

Posted on: mayo 24th, 2016 by Laura Espinoza No Comments

 

Son absolutamente comprensibles las aprehensiones que existen con respecto al diálogo como mecanismo que permita resolver en paz las diferencias entre los venezolanos y abrir caminos a la solución de los graves problemas que padecemos en Venezuela.

 

 

 

No es para menos. Las experiencias que hemos tenido han sido cuando menos frustrantes. En lo personal, participé junto a Henri Falcón, Hiram Gaviria, Pedro Pablo Fernández y otros venezolanos no identificados con el actual gobierno en la iniciativa promovida por el presidente Nicolás Maduro denominada Conferencia de Paz a la cual, por razones absolutamente respetables, no quiso sumarse la Mesa de la Unidad Democràtica. Esa iniciativa no dio resultados, a excepción que de alguna manera sirvió de antesala a la recordada reunión gobierno-oposición en Miraflores, en la cual voceros de ambos sectores se dijeron de todo, pero no se escucharon.

 

 

 

Después del 11 de abril de 2002 el Centro Cárter y la OEA también impulsaron, junto con otros factores nacionales e internacionales, un proceso de diálogo que si bien de alguna manera abrió las puertas al referéndum revocatorio de agosto de 2004, tampoco zanjó definitivamente el grave conflicto político existente en el país. Es decir, no hemos tenido suerte con el bendito diálogo. Para qué negarlo. Pero ello no implica que no sea una mejor alternativa que la confrontación violenta. Son numerosos los países que primero fueron a la guerra civil y luego, sobre inmensas montañas de muertos, terminaron sentándose a la mesa las fuerzas en conflicto, vencidos y vencedores. Ejemplos sobran.

 

 

 

Les confieso que luego de haber participado de una iniciativa que naufragó básicamente por la falta de interés real de la partes por un diálogo franco y realmente productivo, también tengo mis reservas, mi buena dosis de escepticismo con respecto a lo que puedan lograr los ex presidentes José Luis Rodríguez Zapatero, Leonel Fernández y Martín Torrijos, y con respecto a que podamos, mediante el diálogo, encontrar vías para acuerdos mínimos, siempre en el marco de la Constitución.

 

 

 

Ese escepticismo aumenta cuando de lado y lado, cada quien con su argumento, se escuchan voces contrarias al diálogo, y cuando el Vaticano anuncia que la visita del canciller a Venezuela se suspendió o canceló por razones ajenas a la máxima representación de la Iglesia.

 

 

 

¿La negativa del gobierno de Venezuela a recibir al canciller del Estado Vaticano es la respuesta a la carta que le envió el papa? ¿Se rechaza de plano la posibilidad de que su santidad Francisco apoye activamente un eventual proceso de diálogo en Venezuela? La respuesta a ambas preguntas es muy importante, porque permitiría valorar la real disposición del presidente a sentarse con la oposición venezolana, e incluso con otros sectores de la vida académica, económica, cultural y social.

 

 

 

El viernes pasado, junto con Eduardo Fernández, Hiram Gaviria, Luis Fuenmayor Toro, Giuseppe Gianetto, Manuel Torres, Segundo Meléndez y Armando Gaviria, participé en una reunión con el ex presidente Leonel Fernández, y cada quien expuso allí sus puntos de vista sobre este tema del diálogo. En lo particular le manifesté mi temor de que una vez más se pretenda utilizar el diálogo como una treta para ganar tiempo lo cual, a mi juicio, sería una peligrosa manera de perder el tiempo, tan valioso en estos momentos de crisis y gran crispación social y política.

 

 

 

Los ex presidentes Rodríguez Zapatero, Fernández y Torrijos están al tanto de la gravedad de la crisis en el país. Seguramente son los primeros en entender que no es tiempo de correr la arruga y tratar de marear al adversario. El diálogo, así lo veo yo, es una puerta a la paz y a la justicia, categorías que no pueden marchar por separado, y que en el caso de nuestro país están asociadas también al respeto a la voluntad popular y al sagrado contenido de la carta magna .Si dejamos que se cierre esa puerta corremos el riesgo de que siga escalando el conflicto en nuestro país. Y las cosas en Venezuela no están para juegos. Ojalá que por el bien de la nación, tengan éxito.

 

 

 

Jesús Ramírez

 
El pasado viernes falleció el profesor y dirigente magisterial Jesús Ramírez, padre de nuestra querida compañera de estudios universitarios Ling How Ramírez. A ella y a sus hermanos Lizmar y Raúl, así como a todos los familiares del profesor Ramírez, nuestras condolencias .Paz a sus restos.

 

 

Vladimir Villegas

 

Estado de alerta en Venezuela

Posted on: mayo 17th, 2016 by Laura Espinoza No Comments

 

 
Venezuela se encamina hacia horas particularmente difíciles. Parece que es muy poco lo que podemos hacer para evitar una confrontación de esas que no dejan sino dolor, frustración, rabia, odio y miedo. Desde hace tiempo lo estamos temiendo y parece que todo conduce a un escenario de medición de fuerzas, de todo o nada, donde la racionalidad escasea tanto o más que los productos esenciales en anaqueles de abastos y supermercados.

 

 

 

Llegar a estados de emergencia económica, de posibles restricciones de garantías sin haber ido a un intento serio de diálogo político es un fracaso rotundo. Al momento de escribir esta nota no tenemos claridad sobre el alcance de estas medidas anunciadas por el gobierno y que, me temo, pueden tener como trasfondo fundamental tratar de impedir la movilización en pro del referéndum revocatorio, y de colocarle muros de contención a la protesta, un derecho que es inherente a la democracia, siempre que se ejerza sin violencia.

 

 

 

Por cierto, cuando un gobierno o un sistema político trata de frenar la expresión legítima de la calle, sea mayoritario o no el descontento popular, abre caminos a aquellas corrientes que pregonan la violencia, que denigran de las vías pacíficas y democráticas. Mal puede, quien cierra caminos a la expresión pacífica de un reclamo o de una demanda de carácter político o social, alegar que sus acciones van en defensa de la democracia o de la estabilidad del país, porque definitivamente termina contribuyendo a todo lo contrario.

 

 

 

No creo que los problemas económicos del país se resuelvan con toma de empresas o con restricción de garantías democráticas. No es ni justo ni correcto equiparar la acción de la delincuencia, de pranes que han actuado a sus anchas con la impunidad que les ha brindado el Estado en su conjunto durante largos años, a la acción de movimientos políticos opositores. Hasta ahora no se han presentado pruebas ni débiles ni contundentes que puedan darle veracidad a este tipo de señalamientos. Por eso es peligroso que se pretenda confundir, como se dice, la gimnasia con la magnesia. Vincular el descontento popular con la acción del hampa y pretender actuar contra esos dos fenómenos como si se tratara de lo mismo no es propio de un gobierno que se llame democrático. Ojo con eso.

 

 

 

En momentos como el que vivimos lo que le corresponde a quienes, como este servidor, somos firmantes, y más que eso, dolientes de la Constitución, es alertar sobre estos peligros, demandar, clamar, exigir que se respete al máximo el único documento que es capaz de unificar hoy a las grandes mayorías nacionales y servirnos de brújula para salir adelante de esta crisis sin precedentes en nuestra sufrida Venezuela.

 

 

 

En la declaratoria de este estado de emergencia económica no puede, o mejor dicho, no debería haber lugar para las interpretaciones caprichosas o interesadas de lo que establece la carta magna en los artículos 337, 338 y 339. Estamos en una hora muy delicada, en la cual tensar la cuerda más allá de lo prudente nos puede llevar al despeñadero que muchos vemos venir. Por eso el alerta, por eso el reclamo de racionalidad, el reiterado llamado a construir espacios de diálogo y, como lo ha planteado la Iglesia, de negociación política. Lo contrario a esta última opción es lo que estamos viendo venir aceleradamente.

 

 

 

Si hay un momento en el cual las instituciones del país deben jugar su papel, sin interferencias de ninguna índole, es en la actual coyuntura. Jugar por el librito que nos dimos los venezolanos en 1999 y abrir los cauces para que al final la mayoría siempre diga la última palabra, desde el respeto, por supuesto, a los derechos del resto de la sociedad.

 

 

Vladimir Villegas