Viaje sin retorno de una taquería al Congreso

Posted on: julio 4th, 2018 by Laura Espinoza No Comments

 

 

 

Cómo no emocionarse con lo logrado recientemente por Alexandria Ocasio-Cortezquien, como se señala en el título de estas líneas, puede pasar de trabajar en un bar de tacos y tequila de Manhattan a ser miembro de uno de los parlamentos más antiguos del planeta?

 

 

 

 

Para sorpresa de todos, empezando por Joseph Crowley, veterano congresista que dobla en edad a nuestra heroína, y todopoderoso miembro del mandarinato demócrata en la Cámara de Representantes, la chica de 28 años ha impactado con una victoria en las primarias de dicho partido lograda sin los abundantes dineros de los financistas partidistas de Nueva York y con un comando de campaña que no podía ser considerado como tal, dada su carencia de recursos. Ocasio-Ortez ha impactado no solo a su ciudad y su estado, sino incluso a todos los Estados Unidos, y especialmente al muy apergaminado y marchito liderazgo demócrata: Crowley era el candidato favorito para suceder –algún día- a la muy momificada líder de la minoría en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, con 16 años agarrando la sartén por el mango, y que afirma no pensar en su renuncia todavía, a pesar de sus 78 años.

 

 

 

Frente a gerontocracias como la actual existente en el partido de John Kennedy, el mensaje de Ocasio-Cortez se está dando con creciente notoriedad en todo el mundo: los mediocres políticos tradicionales representan cada vez menos los intereses de sus electores. Es hora de que cedan el paso.

 

 

 

La victoria de Alexandria se dio en la primaria del partido Demócrata para el distrito congresional No. 14 (Bronx-Queens), y sus chances en las elecciones parlamentarias del próximo noviembre, donde se renueva toda la Cámara de Representantes y un tercio del Senado, son muy altas, ya que ese distrito es tradicionalmente demócrata (ubicado, además, en una ciudad como Nueva York, donde ese partido supera con gran ventaja a los republicanos en afiliaciones).

 

 

 

Hoy, decíamos, Alexandria Ocasio-Cortez es una figura política nacional (el New York Times la ha llamado “una instantánea estrella de rock política”). Pero no solamente por su historia, que parece tomada de una telenovela latinoamericana (ejemplos abundan), sino por el mensaje que le da al país, al partido, y a la izquierda norteamericana (y ¿por qué no? mundial).

 

 

 

Como destaca John Cassidy en The New Yorker, es importante ir más allá de sus características personales: su edad, su sexo, y su ascendencia latina (Puerto Rico). Como ella misma ha destacado, hizo su campaña basada en temas que trascienden su individualidad: “nuestra campaña se enfocó en un “mensaje-rayo láser” de defensa de la dignidad económica, social y racial de la clase laboral norteamericana, especialmente los ciudadanos residentes en Queens y en el Bronx”.

 

 

 

Una sociedad, digámoslo claro, donde mucha gente está solo a una emergencia de vivir en la calle, ante los crecientes costos de todo, y por si fuera poco con los salarios casi congelados. Las verdaderas víctimas de la crisis financiera de 2008.

 

 

 

 

Se podría afirmar que su discurso candidatural no muestra nada nuevo bajo el sol; ¿acaso hay algún político que no afirme trabajar por los intereses de sus potenciales representados? Resulta que Ocasio-Cortez no es su político promedio. En primer lugar, recibió el apoyo de diversas oenegés centradas en lo social; en segundo lugar, su mensaje fue explícitamente anti-establecimiento. En 2016, apoyó a Bernie Sanders contra Hillary Clinton. Así, ella vence en la primaria demócrata derrotando al partido demócrata (a sus actuales intereses, imágenes, prácticas, mensajes, propuestas). Y mientras el partido se prepara para una batalla campal contra el trumpismo el próximo noviembre, no estaría mal que oyera a su nueva candidata neoyorquina, que de imponerse en noviembre sería la mujer más joven en ser electa miembro de la Cámara de Representantes.

 

 

 

“La mujeres como yo se supone que no nos presentamos a elecciones, no vengo de una familia rica ni poderosa”, afirma en su muy interesante y original video de campaña, mientras se la ve paseando, tomando el metro o maquillándose en un baño pequeño.

 

 

 

Un dato fundamental de sus ideas es que si bien es esencial oponerse a Trump y sus acciones, ello no es una estrategia política suficiente.

 

 

 

Obviamente la chica es vehementemente anti-Trump. Luego de su victoria afirmó que puede contarse con su voto para una posible destitución del actual presidente. Pero también afirma que no hay que concentrarse exclusivamente en cazar peleas con él en Twitter, respondiendo a sus periódicos insultos. Ella incluso reconoce la habilidad del empresario, durante la campaña presidencial, de expresar necesidades sociales que ninguno de los dos partidos mencionaban, y sobre los que nunca mostraron interés. Ella piensa que las teorías conspirativas rusas, o el papel jugado por James Comey, ex-director del FBI, no fueron suficientes para que el republicano alcanzara el 45% de los votos o la victoria.

 

 

 

“Lo que tenemos que hacer es preparar un plan y proponer una visión en los que la gente pueda creer”, no centrarse en más de lo mismo, los viejos y cansados estilos, mensajes y estrategias de una política crecientemente en desprestigio.

 

 

 

Entrevistada en el programa de Stephen Colbert: tres semanas antes de las votaciones, las encuestas le daban a Crowley 36% de ventaja, pero Ocasio-Cortez terminó ganando por un 15%. Un auténtico terremoto político. “Trump es de Queens, y no creo que sepa cómo lidiar con una chica del Bronx”.

 

 

 

Otro de los mensajes fundamentales a su partido es que para lograr el voto de la clase laboral y de la clase media, en todos sus colores y etnias, los demócratas deben demostrar que no forman parte de un sistema amañado con el fin de favorecer a los ricos y poderosos.

 

 

 

Alexandria usó contra su rival Crowley algunos de los mismos argumentos que usara Bernie Sanders contra Clinton en 2016, durante la primaria presidencial demócrata: “mi oponente recibe groseras cantidades de dinero de promotores inmobiliarios de proyectos de lujo, de corporaciones farmacéuticas, de grupos financieros, de compañías de seguros”, y ello “está vinculado directamente con el tipo de legislación que él promueve en Washington”. Ello puede ser cierto o no, según se analice el récord de votación de Crowley, pero lo que sí es verdad es la validez de esta pregunta: “¿Cómo un representante de un distrito pobre, de clase obrera –el más diverso del país, según Ocasio-Cortez- necesita recibir contribuciones para su campaña de Blackstone Group, una empresa financiera fundada por el billonario del partido Republicano Pete Peterson?” ¿Es que acaso alguien conoce a una empresa de ese tipo preocupada por los problemas sociales? Es como si se descubriera que Greenpeace recibe financiamiento de una transnacional cazadora de ballenas.

 

 

 

 

Afortunadamente, viendo los resultados de otras primarias demócratas para el congreso o incluso para gobernaciones en otras zonas de los EEUU, Ocasio-Cortez no está sola, su ejemplo cunde. Todos por supuesto atacan a Trump y discuten sobre inmigración o sobre los cambios por venir en la Corte Suprema, pero su mensaje fundamental es cómo combatir la pobreza y la desigualdad de sus distritos, cada quien adaptando el mensaje a su realidad. Georgia o Missouri no son Nueva York; todos entienden esa obviedad. Alexandria Ocasio-Cortez simplemente ha mostrado, de acuerdo a la realidad neoyorquina, cómo renovarlo y presentarlo con claridad y eficacia.

 

 

 

Es una excelente señal que el bastión mediático del trumpismo, Fox News, se ha dedicado a atacar con furia y sin pausa a Ocasio-Cortez. Y lo hace porque ella representa una ruptura con el candidato demócrata ideal para los Republicanos: un supuesto “centrista” –un centrismo inodoro, incoloro e insípido que en realidad es un hoyo negro dialéctico- que no busca pelear realmente a favor de nadie, que se disuelve en formas correctamente políticas porque no tiene un fondo realmente sustantivo y de ideas renovadoras y audaces.

 

 

 

Para las nuevas generaciones de políticos, en todas las latitudes, es hora de mirar al presente con los ojos bien abiertos, leves de equipaje como nunca más lo estarán, con el corazón centrado en defender las causas de los más débiles, y no en lamer las botas de sus muy acomodados líderes partidistas, con frecuencia más plutócratas que demócratas. Tomar en cuenta, asimismo, el viejo dicho de un celebrado líder del partido de Franklin Roosevelt, Thomas “Tip” O’Neill: toda política es local. Sin asumir todo lo anterior se seguirá debilitando la llama de esperanza que tiene la política, la verdadera, la auténticamente democrática.

 

 

Marcos Villasmil

 

 

 

Villasmil: Conjeturas y certidumbres

Posted on: mayo 21st, 2018 by Laura Espinoza No Comments

 

 

 

Sólo tres zamuros (zopilotes) en la puerta de un centro de votación en el estado Mérida.

 

“Esos colegios vacíos tienen un nombre: dignidad”.

 

Elizabeth (@gratitud) – tuitera

 

 

 

Una de las más importantes incógnitas que podía ofrecer el nuevo fraude electoral de la dictadura era cuál sería la conducta de la auto-denominada oposición encabezada por Henri Falcón.

 

 

 

Ello es así porque la actitud de dicho personaje, desde el momento en que impusiera a la brava su candidatura presidencial, se ha caracterizado por una muy peculiar interpretación de la realidad, como si los hechos no importaran, sino la interpretación interesada de los mismos. Él y sus seguidores, durante la campaña electoral, construyeron su muy propia versión de “fake news”, partiendo de un dato cognitivo irresponsablemente asumido por ellos: que la institucionalidad democrática venezolana; la inmensa mayoría de la población dentro y fuera del país; las mayores democracias del planeta; las más prestigiosas organizaciones de derechos humanos; las diversas instituciones religiosas; así como personalidades relevantes del mundo de la política, de la cultura, del deporte, estaban todos equivocados.

 

 

 

Este 20 de mayo, luego del extravagante resultado anunciado por la muy disciplinada representación chavista en el Consejo Nacional Electoral (como se dijo en un tuit: “votaron tres millones, y Maduro ganó con cinco”), se está dando el paso inevitable de las conjeturas a las certidumbres; de las mentiras a las verdades, de la supuesta postura seria a la farsa inevitable.

 

 

 

Las palabras de Falcón el domingo noche no solo causan asombro -¿ingenuidad? ¿cinismo?- ; incluso son una prueba contundente de que la mayoría del pueblo venezolano tuvo razón en rechazar su candidatura. Argumentos débiles, poco creíbles, escasa explicación pero abundantes excusas. No deja de producir desconcierto ver su sorpresa ante la falta de palabra de la dirigencia del Consejo Electoral, de su incumplimiento de lo acordado. Su desconocimiento del proceso suena a tarde y sabe a poco. En fin, genio y figura, el señor Falcón. Y en los próximos días y semanas no debe olvidarse el inmenso daño que le hizo a la unidad opositora al anteponer sus ambiciones a la necesaria unidad contra la dictadura.

 

 

 

Un muy solitario “Punto rojo” en la popular barriada caraqueña de Catia, ubicado cerca de un centro electoral | Foto: Rayner Peña R.

 

 

 

El triunfo del llamado a la abstención debe calificarse de histórico. A pesar de las presiones a los empleados públicos, de los sobornos alimentarios vía el nefasto carnet de la patria, todo ello mostrado a plena luz del día, en los llamados “puntos rojos”, Venezuela parecía estar viviendo un paro general, y no una jornada electoral.

 

Las divisorias entre zonas “chavistas” y zonas “opositoras” han quedado en gran medida en el pasado. Venezuela es una sola voluntad de rechazo a la dictadura.

 

 

 

Llama la atención que el grupo de dirigentes que rodeaba a Falcón posee demasiada experiencia para no ver las señales evidentes para todos menos para ellos de que el barco falconista, sin magnetismo ni capacidad de persuasión, ni siquiera podía navegar, que se hundía en el puerto. Y de lo que ocurriría en la jornada electoral. ¿Cómo no se dieron cuenta? ¿O es que solo leían encuestas maquilladas? O peor aún, ¿acaso todo el tema de la candidatura no se vinculaba con principios y valores, sino con utilidades y compensaciones? Por cierto que bien vale hacer esta pregunta a una campaña que se ufanaba de poseer nuevos modos, de ofrecer alternativas al desastre imperante: ¿de dónde salieron los reales que financiaron la aventura? ¿quién pagó las horrendas y desangeladas cuñas televisivas del MAS y del chavismo disfrazado del símbolo verde socialcristiano?

 

 

 

Por intentar legitimar a la dictadura nunca se ganaron la legitimidad ante los votantes opositores a la tiranía. Violando la constitución, se toparon con el más contundente acto de desobediencia civil en la historia patria.

 

 

 

En vísperas de las elecciones la Corte Interamericana de Derechos Humanos hizo un último llamado a la responsabilidad, a convocar otras elecciones realmente democráticas; elecciones que “hagan efectivo el ejercicio del derecho al sufragio libre“. Algunos extractos que merecen ser reafirmados:

 

 

 

“La Comisión estima que el proceso electoral convocado para el 20 de mayo no cuenta actualmente con las condiciones mínimas necesarias para la realización de elecciones libres, justas y confiables en Venezuela”.

 

 

 

“Por ello insta al Estado a adoptar las medidas necesarias para realizar otro proceso de elecciones genuinas que hagan efectivo el ejercicio del derecho al sufragio libre”.

 

 

 

La Comisión opinó que “el proceso de convocatoria a elecciones no cumple con los estándares internacionales, los tiempos han sido manejados de modo imprevisible y arbitrario, no han sido consensuados con las fuerzas de oposición“.

 

 

 

Asimismo, consideró que el órgano electoral venezolano (Consejo Nacional Electoral) “no es un órgano independiente e imparcial, capaz de garantizar la aplicación igualitaria de la ley electoral y de los derechos políticos”.

 

 

 

La Cidh también aseguró que las presidenciales de este domingo se realizaron en el marco de irregularidades inaceptables como “la no validación de partidos políticos“, “inhabilitaciones de funcionarios públicos” y “plazos insuficientes y requisitos irrazonables“.

 

 

 

Finalmente, la Comisión alertó que la “convocatoria apresurada (…) ha afectado seriamente la garantía del voto universal y su acceso para los nuevos electores y personas venezolanas en el extranjero“.

 

 

 

Nada de esto, señalado además de forma reiterada por otros organismos e instituciones nacionales e internacionales, fue considerado con seriedad por el falconismo; claro, hasta que consumado el fraude, el aparentemente sorprendido Falcón habló el domingo por la noche. Allí entonces sí descubrió la trampa, la corrupción, el ventajismo.

 

 

 

A pesar de las advertencias, serias y fundamentadas, se lanzaron por ese barranco de acompañar a la dictadura en el fraude electoral. Cualquier intento de señalar culpabilidades por el colosal descalabro que sean ajenas al falconismo solo desnudará aún más sus propias carencias. Porque con trampa o sin trampa el falconismo no movió ni convenció a casi nadie.

 

 

 

Falcón lideró un fracaso anunciado, una campaña trivial, una frustrada y frustrante candidatura que partió de una clara violación a la constitución, que contribuyó decisivamente a la ruptura de la unidad opositora, y que no dejará muchos recuerdos y ciertamente menos añoranzas. Si se toma en serio lo que prometió y no cumplió, las promesas basadas en optimismos irresponsables, las increíbles propuestas de un programa lleno de acentos populistas, es evidente que la ambición presidencial falconista ha llegado a su predecible fin.

 

 

 

Una certidumbre final: no vengan ahora a decir que el señor Falcón es líder de nada; que la moralina sentimentaloide que tantas veces ha aparecido en la historia criolla no retorne una vez más; el desierto general en que se convirtieron las calles de Venezuela y sus centros electorales el domingo 20 de mayo, fue una respuesta contundente a la tiranía, y a quienes se convirtieron, sin que nadie los obligara, en sus compañeros de viaje.

 

 

 

Monarquía y elecciones

Posted on: mayo 14th, 2018 by Laura Espinoza No Comments

 

 

 

Bien se sabe que no hay monarquía más absoluta que la de los gobernantes comunistas y sus similares. Lo acabamos de ver en la Cuba castrista, donde Castro el Menor le entrega la dirección de la isla-prisión a quien para muchos es una incógnita, Miguel Díaz-Canel, quien más que un sucesor electo popularmente, es un heredero de la corona totalitaria, cuya legitimidad no le viene ni por haber estado en la lucha revolucionaria, ni por apellidarse Castro. Eso sí, el tiempo pasará, el hombre tomará decisiones, y le veremos su verdadero rostro.

 

 

 

 

Mientras, se dice que Raúl ha estado arreglando todo para que su hijo, Alejandro Castro Espín, sea su reemplazo como el Secretario General del Partido Comunista en 2021. Castro Espín es ya una de las figuras más poderosas y, sobretodo, temidas en Cuba. A su vez, el yerno de Raúl, Luis Alberto Rodríguez López-Callejas, es el director del Grupo Administración Empresarial Sociedad Anónima (GAESA), el conglomerado militar que controla el 60 por ciento de la economía isleña. Como se nota, la familia Castro seguirá tomando muchas de las decisiones fundamentales; las toman incluso fuera de la isla, por ejemplo en Venezuela.

 

 

 

 

En nuestro país, donde prevalece una pseudo-monarquía chavista, se supone que estamos en campaña electoral; un esperpéntico asunto que nadie ve, mucho menos escucha, y sin duda alguna no siente. Es la campaña electoral más invisible de la historia. Las mayorías saben que el 20 de mayo se vota pero no se elige. Así como en Cuba la llegada del primer gobernante cuyo apellido no es Castro no se celebró con un gran acto de masas –salvo el acostumbrado desfile del 1 de mayo con el obligado acarreo de los diversos sectores de la sociedad, a quienes pasan lista para que asistan-, la “inexistente campaña venezolana” tampoco ha tenido grandes mítines, ni actos de masas; suponemos que ambos candidatos de la anti-política, Maduro y Falcón, improvisarán alguno antes del 20-M.

 

 

 

Buena parte del verbo falconista, el del candidato y el de quienes lo acompañan, se ha dirigido a tratar de convencernos de que las “condiciones electorales son las mismas”; obsesionados con esa afirmación, para ellos fundamental, la realidad está congelada. Así como ella cambia día a día para el sufriente pueblo, que nota el empeoramiento y la cada vez mayor degradación de su vida, para Falcón y su gente, seguimos en diciembre de 2015; y es que usan los argumentos como coartadas, no como iluminaciones estratégicas.

 

 

 

Falcón es un candidato solitario, sin el cobijo del apoyo popular y sin un mensaje de cambio con ideas y propuestas que impacten, que hagan voltear la cabeza, que generen una pausa en la rutina diaria ciudadana. Falcón se ha convertido en un mueble más en la puesta en escena del régimen (“un subcontratista de la franquicia chavista”, feliz definición de Héctor E. Schamis en El País). A ciencia cierta no sabemos si la debilidad programática explica la soledad del candidato, o si la soledad del candidato explica la debilidad programática.

 

 

 

Falcón y su comando saben muy bien que existen diversas motivaciones para ir a votar, por ejemplo: por afinidad programática (el llamado voto de opinión); el clientelar (como contraprestación de algo); el carismático (por la personalidad de un candidato) y el disciplinado (por la decisión de una organización política, social, religiosa o similar). Falcón no es fuerte en ninguna categoría, y Maduro, bien se conoce, pondrá todos los huevos en la cesta clientelar, con el carnet de la patria como portaestandarte.

 

 

 

Pero como no hay mucha campaña, hay que avanzar el proyecto revolucionario, y la noticia del momento ha sido el ataque a Banesco, el mayor banco privado. Muchas bolas corren sobre cómo quedaría un poderoso miembro de la elite bancaria de este país, la misma elite que en muestra primorosa de sus sentimientos democráticos financió generosamente la campaña electoral de Hugo Chávez Frías en 1998. Sobre este nuevo acto de violencia contra la libertad, la mancheta del diario El Nacional del domingo 6 de mayo, resume el viaje hacia el poder de esta mafia chavista que ha gobernado los últimos 20 años: “Empezaron como golpistas y terminaron asaltando bancos”.

 

 

 

A esta altura ambos candidatos deben estar tranquilos: sacarán los votos que el Consejo Nacional Electoral decida la noche del 20-M, según instrucciones directas de La Habana. Sucederá lo que más convenga a los intereses del castrismo y de la narco-mafia chavista. Por cierto, poco o nada mencionan los falconistas al castrismo; en su peculiar visión de la coyuntura venezolana el factor castrista jamás aparece. El resultado será satisfactorio para todos los actores involucrados en la puesta en escena, y para las decisiones que ellos tomarán a partir del 21-M, por separado o en conjunto (¿gobierno de unidad nacional? ¿Falcón intentando venderse como líder indiscutible de la oposición? ¿Falcón y sus capitanes al gobierno?).

 

 

 

Votar o no votar es todavía la pregunta que se hacen algunos; como bien señala Alberto Barrera Tyszka en una nota publicada por The New York Times “La candidatura Falcón no depende de la política, sino de la fe. No es un problema que tenga que ver, ni siquiera, con el candidato. No hay que discutir sus cualidades o deficiencias. El problema está en el sistema. No es nueva la ilusión de un sorpresivo tsunami electoral, más aun en un contexto de crisis total como el que vive el país. Por eso mismo, la campaña oficial se ha centrado en obtener ganancias del clientelismo a través del llamado Carnet de la Patria, que permite al gobierno canjear votos por comida. La élite chavista ha diseñado una arquitectura electoral que carnetiza la pobreza y transforma la elección en un chantaje”.

 

 

 

Creo que estas son horas donde una vez más, es la Iglesia Católica y sus voceros los que poseen mayor claridad estratégica. Recientemente, el padre Alejandro Moreno afirmó lo siguiente, que merece todo el respaldo posible:

 

 

 

Ya lo he dicho pero no dudo en recalcarlo: personificar en Maduro el rechazo al régimen es un error. No luchamos contra hombres ni contra nombres, luchamos contra todo un sistema y hay que centrar en ese todo la lucha. Los regímenes totalitarios de este tipo van más allá de los hombres que en un tiempo los representan. Así ha sucedido incluso entre nosotros. Murió el hombre y el sistema siguió y se profundizó. Podrá caer Maduro y esto no por eso cambiará. Podrá venir si acaso un Falcón cualquiera y seguirá el sistema. Es contra el sistema, lo repito, contra el que hay que concentrar todo el rechazo. No votar no es abstenerse, es rechazar el todo del sistema, es un mandato netamente ético. Por eso es inmoral votar en estas circunstancias. No votar ya es hacer rechazo, no es simplemente abstenerse, es una acción ética necesaria. Habrá que hacer otras acciones, pero esa es la que por ahora estamos llamados a  cumplir”.

 

 

 

Marcos Villasmil

 

 

Sentimentalismo y chavismo

Posted on: mayo 3rd, 2018 by Laura Espinoza No Comments

En un excelente artículo publicado en El Diario de Caracas, a pocos días del fracasado golpe militar de febrero de 1992 (el 23 de marzo), titulado “Bolivarianos, Robinsonianos, Zamoranos”,  Luis Castro Leiva, que como pocos se dio cuenta de  dónde venía la peste chavista, señala que el bolivarianismo es un fenómeno de “saturación cultural”. Dicha saturación “hace del mito la sustancia del valor moral de las acciones y pasiones políticas.” Desde siempre, la racionalidad no ha sido una característica de los escarceos que sobre Bolívar, sus hechos y sus pensamientos, se han generado en una historia patria enferma de incomprensión –Castro Leiva habla de “pornografía cívica”- y que ha producido asimismo, más salvadores de la patria que estadistas.

 

 

 

Los aspirantes a salvadores como Chávez siempre han pensado que ellos actúan como lo hubiera hecho  Bolívar, de haber estado en la misma circunstancia. Son intérpretes de un guión mítico prescrito por la deformación de la figura y de la gesta del Libertador.

 

 

 

Otra consecuencia que apunta Castro Leiva: “todo bolivarianismo nada en el mismo credo, a saber, un sentimentalismo ético. Consiste esto en hacer de la moral un “affaire de coeur” fundamental: lo bueno, lo malo, derivan su validez del poder de la afectividad de nuestras conciencias. De allí que se encarne en la Patria y en su Padre, en el valor del patriotismo, en una guerrera, no hay ni siquiera un paso, es inevitable. Por ello, la condición necesaria para toda decisión política fundamental para ellos es un “entusiasmo patriótico.”

 

 

 

Es decir: “moralismo simple, puro, letal. La voluntad general en manos de un mito popular.”

 

 

 

En dicho artículo que, repito, fuera escrito apenas poco más de un mes después de “la batalla del  Museo Militar”, del “por ahora”, del arrobamiento de millones de compatriotas ante quien era pura y simplemente un traidor a la patria, Castro Leiva hizo una predicción que la historia probó cierta; estas son sus palabras: “Por eso puedo vaticinar que los Comandantes pasarán poco tiempo en prisión.”

 

 

 

Y es que el indulto a los chavistas no se dio por razones de Estado, pragmáticas, o racionales (basta recordar los variados argumentos esgrimidos para justificar la libertad para los conspiradores de febrero 1992): “el indulto siempre ha sido una convención moral para esta cultura sentimental: la clemencia es de rigor. Son parte fundamental de la tragicomedia de esta republiqueta de puras razones sentimentales.”

 

 

 

DESDE UN MUNDO DE SOMBRAS

 

 

 

Quizá lo anterior sirva para explicar las reacciones de buena parte de la dirigencia opositora ante la enfermedad y muerte de Chávez y su explotación sentimentaloide, silencio solamente interrumpido por expresiones de condolencia obvias. “Ojalá que se mejore”, “es preferible que se cure y así lo podemos derrotar en el 2012”, et cétera, se decía en aquellos momentos. A lo sentimentaloide se unía esa corrosiva plaga que es hoy “lo políticamente correcto”.

 

 

 

Parecía que no podían decir otra cosa porque –además de lo ya señalado- para algunos dirigentes opositores su universo político, discursivo, analítico, está fundamentalmente teñido entre otras cosas de una asunción del mundo como hecho administrativo, gerencial. Y lo peor es la inmersión en esa forma novedosa de antipolítica que consiste en negarle a lo político contenidos que un Rómulo Betancourt, por ejemplo, no habría tenido problema en caracterizar como telúricos. Que la política no es ni pura moralina emotiva ni mera frialdad analítica y tecnocrática es un hecho  poco conocido en estas tierras.

 

 

 

Frente a la irracionalidad y manipulación moral y sentimental del chavismo entonces se ofrece como alternativa lo administrativo, componente importante de la acción de gobierno, convertido sin embargo en alfa y omega de una acción de políticas públicas “modernizadora.” Quizá aquí habría una de las claves del porqué a la oposición le cuesta tanto ofrecerse al pueblo, ese pueblo que, como decía el mexicano Carlos Monsiváis, es “aquello que no puede evitar serlo, la suma de multitudes sin futuro concebible.”

 

 

 

Ese mismo pueblo que es acervo de sentimentalismo, y que posee como una de sus características más permanentes su indefensión y su manipulación.

 

 

 

Sumemos un sentimentalismo moralmente manipulador como el de Chávez y su ambición caudillista, con el credo tóxico nacionalista, la destrucción institucional y la corrupción más espantosa de la historia, y tenemos entonces la realidad ética deforme, irreal, cada vez más injusta, de ese desmadre que algunos todavía –con mucho de cinismo- llaman revolución.

 

 

 

EN CONCLUSIÓN

 

 

 

Es sólo partiendo de este terrible reconocimiento que la oposición podrá penetrar, con valores realmente democratizadores y republicanos, en esa maraña de gente confundida, atrofiada políticamente, que casi todos los dirigentes, públicos y privados, en rebatiña comunicacional, se pelean por alabar y alzar a unas alturas míticamente éticas solamente por su condición de “pueblo,” y sobre todo “pueblo descendiente de Bolívar”.

 

 

 

Se debe hacer política con mayúsculas, con una visión de país realmente cultural-política, no simplemente montar un circo de ofertas económicas moralmente criticables –que forman parte del ADN del campo chavista- como lo fuera en la acera opositora la tarjeta “Mi Negra”, en la campaña presidencial de Manuel Rosales, en 2006, o como lo es la actual propuesta de Henri Falcón de repartir el ingreso petrolero cual papelillo de carnaval. Una cosa es hacer una oferta que sea digna de ciudadanos, y otra distinta tratarlos como mendigos del Estado, en el modo en que el chavismo se ha empeñado en convertir a las mayorías, cada vez menos ciudadanas y más siervas; siervas por desgracia de un mito y una moral corruptos.

 

 

Marcos Villasmil

Maduro y Falcón, tal para cual…

Posted on: marzo 14th, 2018 by Laura Espinoza No Comments

 

 

¿Hacia dónde nos quieren llevar Nicolás Maduro y sus nuevos-mejores-amigos de la oposición falconiana? Como decía Luis Castro Leiva en uno de sus visionarios artículos durante la década de los noventa, mostrando a quien quisiera ver la realidad profunda que se escondía en el llamado proyecto del chavismo golpista: que la república vuelva a ser culturalmente un cuartel rodeado de gentes alegremente sumisas ante el fracaso de su civilidad.

 

 

 

Ya ha comenzado la liturgia que conduce a ese objetivo y que, políticamente, cumple una doble función: yo te legitimo y tú me legitimas. Maduro, feliz con una oposición hecha a su medida, y sus leales rivales obteniendo lo que en competencia dentro de la MUD les habría costado alcanzar: pretender ser los jefes únicos de la oposición.

 

 

 

¿Oposición a qué? ¿A un régimen que busca convertirse en castro-comunista, con centenares de presos políticos, de torturados y de muertos? ¿A una autocracia que prescinde de toda consideración ética y moral en el tratamiento de las necesidades de los ciudadanos? No. Esa al parecer no es la visión de la situación política que posee Henri Falcón. El día que inscribió su candidatura ante el Consejo Nacional Electoral, HR habló de “la necesidad de un gobierno de unidad nacional, sin distinciones”, así como que “venimos a hablar en nombre de millones de venezolanos que quieren una salida pacífica, constitucional, democrática y electoral”.

 

 

 

No puede restarse importancia al hecho de que Falcón, en el día uno de su campaña, pareciera promover la creencia de que el próximo evento dirigido por el CNE, el Tribunal Supremo y la Asamblea Prostituyente, será “constitucional y democrático”. Debe recordarse que lo mismo afirmó el pasado mes de octubre, apenas horas después de su fracaso electoral por paliza -17 puntos porcentuales de diferencia- buscando la reelección como gobernador del estado Lara. Su derrota fue limpia, nadie le hizo trampa, afirmó tajantemente. Aquello resultó ser un ensayo previo para la demostración más importante: su conducta ante las elecciones presidenciales del próximo mes de mayo.

 

 

 

Ambos, Maduro y Falcón, tipifican lo peor de nuestro espíritu: poca gravedad intelectual, la preeminencia del poder sobre el pensar, el culto al narcisismo político, olvido de toda virtud pública, la voluntad caudillista sobre toda pretensión pluralista. Como el pluralismo de las ideas es central y fundamental para toda acción política democrática, se necesita que el verbo des-politice el debate. En la campaña se mencionarán problemas, conflictos incluso. Pero serán fuertemente limitados por una camisa de fuerza retórica que intentará impedir que los mensajes lleguen al fondo del asunto: un régimen genocida e inhumano, corrupto e incapaz, además de sumiso a las señales provenientes de La Habana.

 

 

 

En la liturgia está prescrita la aparición –ya está ocurriendo- de voces que tratan de quitarle fuerza a la crítica contra el candidato yaracuyano: todas ellas coinciden en olvidar un dato central: La acción de Falcón constituye uno de los actos de traición más grandes realizados contra la Unidad Democrática desde su fundación.

 

 

 

Detrás de su candidatura hay toda una demostración de soberbia que no se atemoriza ante la realidad, porque resulta que él tiene la razón y las democracias más consolidadas y serias del planeta, junto a la mayoría de los países en la OEA, están equivocadas cuando afirman que no hay condiciones para que se celebren elecciones democráticas y competitivas en nuestro país bajo la actual dictadura. Como están asimismo equivocados las universidades, los gremios, las diversas academias, la Conferencia Episcopal. La soberbia de Falcón es de dimensiones olímpicas. Igualmente muestra olvido –en realidad más desprecio y burla que olvido- de que en el trámite electoral próximo varios de sus antiguos compañeros de la MUD están en lo individual y lo colectivo execrados de participar. Todo un maestro de la solidaridad, nuestro amable candidato opositor.

 

 

 

Si la Real Academia de la Lengua define a la posverdad como ‘la distorsión deliberada de una realidad con el deseo de manipular creencias y emociones para influir en la opinión pública y en actitudes sociales”, los venezolanos que asistan a votar en el fraude electoral próximo tendrán que escoger entre dos candidatos de la posverdad.

 

 

El manipular creencias y emociones está en la esencia misma, en el origen, del chavismo. Ambos candidatos –y cada uno a su manera- es un chavista; Maduro desde siempre, Falcón al menos hasta el 2010, cuando se mudó temporalmente a la MUD-. Los dos hablarán de cambios, incluso radicales. De mejoras, de soluciones. El ritual manipulador de la posverdad maduro-falconista será seguido hasta la última página. Ya que no pueden hablar de realidades, será todo un carnaval de ilusiones. Y de insultos hacia la oposición verdadera, la oposición democrática. Ya varios sargentos falconistas están usando las redes sociales para divulgar falsedades y agresiones contra quienes critican su acción.

 

 

 

Será además un carnaval sin duda trágico. A fin de cuentas, los supuestos rivales representarán, cada uno a su manera, al difunto fundador de la presente tragedia, quien orgullosamente se definió hace poco más de 20 años –meses antes de llegar al poder- como un “gerente humanista de la violencia”.

 

 

 

Concluyamos entonces esta nota afirmando una realidad que ninguna manipulación o falsedad de los candidatos de la posverdad podrá ocultar: el hecho de que el 20 de mayo se realizará la más violenta burla a la voluntad popular en la accidentada historia electoral de Venezuela.

 

 

Marcos Villasmil

 

¿Un semi-cuero electoral?

Posted on: enero 13th, 2018 by Laura Espinoza No Comments

 

 

Como el chistoso concepto de la mujer semi-embarazada. Como los productos elaborados con “semi-cuero” (¿cuál será el semi-animal de donde sacan el semi-cuero? preguntaba con ingenio hace muchos años un querido amigo). Uno de los asesores de la MUD en las conversaciones con la tiranía venezolana en Santo Domingo, el doctor Juan Manuel Raffalli, publicó el pasado miércoles 3 de enero un tweet que generó una ola de ira en la red social del pajarito. Publiquemos en primer lugar el mensaje:

 

 

 

Un CNE “medianamente imparcial” es un árbitro electoral que se ajuste a la “imparcialidad promedio” de un país democrático. Eso es lo que se pretende.

 

 

 

¿En la preparación, ejecución y resultados de un acto electoral es posible ser “medianamente imparcial”? ¿Cómo es eso de la “imparcialidad promedio”? ¿Qué significan ambos conceptos en la práctica? ¿No se supone que los árbitros electorales deben ser independientes e impersonales, respetar totalmente la voluntad popular expresada en cada voto en cada urna –o máquina electoral, en el caso venezolano-? ¿Hay acaso un respeto “mediano” al voto?

 

 

No es el caso de afirmar que “no hay un sistema electoral perfecto”. Eso se sabe no solo por simple intuición, sino incluso desde 1951, cuando el futuro Premio Nobel de Economía, Kenneth Arrow, publicó su “teorema de la imposibilidad”, o “paradoja de Arrow”. Pero dejemos al señor Arrow tranquilo y sigamos con lo nuestro.

 

 

 

El descabellado tweet de Raffalli me recuerda una frase también disparatada de un ex–presidente colombiano, Julio César Turbay Ayala: la corrupción debe reducirse “a sus justas proporciones” (????).

 

 

 

Una de las más graves fallas del sistema electoral venezolano ha sido el secuestro de las actuaciones del órgano electoral por parte de los partidos políticos. Así, es una costumbre muy tradicional de la política venezolana el repartirse los cargos del Consejo Electoral entre los partidos. Conozco gente que sinceramente cree que los graves problemas de corrupción y manipulación electorales se arreglarían en gran medida si la repartición de cargos fuera más “justa” (actualmente son 4 magistradas chavistas y 1 señor opositor).  ¿A lo mejor el Dr. Raffalli en su tweet quería hacer referencia a esa disparidad?

 

 

 

Por otra parte, ¿cómo es eso de que un asesor del equipo negociador de la MUD hace públicas, a pocos días de la siguiente reunión, las posibles aspiraciones en materia electoral? Cualquier ser humano con mínima experiencia negociadora sabe que quien pide 50% de algo es difícil que obtenga 51, mucho menos 100%.

 

 

Mencionaba al comienzo que la famosa “imparcialidad mediana y promedio” generó tal ola de respuestas negativas que creo que una breve selección merece ser mostrada en esta nota. Como sus autores ya hicieron público sus nombres en Twitter también los incluyo. Dejé fuera especialmente aquellos mensajes de contenido exclusivamente ofensivo (que fueron muchos). ¿La conclusión? Está visto que a nadie le puede gustar una propuesta de semi-cuero elector

 

 

Marcos Villasmil

 

El diálogo necesario

Posted on: diciembre 7th, 2017 by Laura Espinoza No Comments

 

La palabra de moda, usada por algunos para apaciguar ánimos, otros para intentar de buena fe que retorne la civilidad a la selva bárbara en que Maduro ha convertido la institucionalidad venezolana, y otros como jugada política de bajo cabotaje para su propio provecho, es diálogo.

 

 

 

Pareciera que el diálogo es una suerte de elíxir que cura mil enfermedades, como los mejunjes que acostumbraban vender en el Lejano Oeste (o al menos en las versiones hollywoodenses del mismo.) El problema es que los vendedores de aquel supuesto medicamento eran siempre embaucadores de todo tipo, parecidos en su seriedad a los actuales estafadores que han secuestrado al Estado venezolano.

 

 

 

Un dato es esencial: Para que haya diálogo, conversación o encuentro dialéctico se requieren dos voluntades con el mismo ánimo dialógico. No basta con las buenas intenciones de una sola parte. Ello es fundamental: uno puede exigirle por horas a una serpiente de cascabel que negocie y dialogue: ello no implica que la serpiente cambiará su naturaleza y se volverá un cariñoso, empático y afable ser.

 

 

 

La política, en sentido dialógico, debe asumirse como una acción cooperativa y horizontal de grupos que expresen la rica diversidad nacional, y que conduce a una forma de gobierno pluralista, responsable y transparente, que busca desterrar todo tipo de hegemonías y monopolios de la verdad. Se necesita dar el paso de la antipolítica de la imposición a la política de la interacción y cooperación. Allí radicaba una de las imágenes más poderosas de la Unidad opositora cuando en verdad estaba unida, una visión centrada en una Venezuela sin odiosas divisiones. Hoy, vemos el triste espectáculo de la división entre los partidos políticos, sin una clarificación oficial u oficiosa de quién es quién y, para peor, grupos opositores claramente en competencia, con una mayoría de liderazgos abrumados y confundidos por sus propias ambiciones y que no entienden que no puede exigir unidad en torno suyo quien a su vez no la practica.

 

 

 

El narco-régimen creado por Hugo Chávez y que hoy encabeza Maduro jamás ha buscado unir a la nación. Quien tiene el odio como categoría esencial de su modo de analizar la realidad, quien centra su dialéctica en el insulto, sólo divide, nunca une. En su visión, moralmente corrupta, sólo son dignos de su mirada y de su atención aquellos que se postran a su voluntad sin crítica posible. Estos tiranos del siglo XXI jamás han podido ir más allá del monólogo. Por ello Maduro, al igual que Chávez, nunca podrá ser demócrata, porque la cultura democrática es esencialmente dialéctica, se alimenta del intercambio incesante de ideas y de pareceres; el socialismo del siglo XXI, por el contrario, promueve una sociedad de incomunicados, como la que ha existido en Cuba por más de medio siglo.

 

 

 

En lugar de la imposición por la fuerza de sus opiniones, los hombres deben discutirlas, confrontarlas. Es el paso del mito a la ciencia, del bárbaro al filósofo, del pre-hombre al ser humano. Gracias al diálogo se buscan adhesiones libres, o sea el cambio de las adhesiones zoológicas por las adhesiones éticas, que en su culminación producen el tránsito de lo individual a lo universal, así como el reconocimiento pleno de la libertad, que es mía porque acepto y entiendo la libertad del otro. Ni es libre ni libera quien busca esclavizar a sus congéneres.

 

 

 

EL DIÁLOGO NECESARIO HOY

 

 

 

Se produjeron nuevas reuniones, el 1 y 2 de diciembre, en República Dominicana, entre representantes de la dictadura y miembros de algunos de los partidos opositores, esta vez acompañados de un calificado grupo asesor. Poca sorpresa en el resultado, ciertamente negativo.

 

 

 

Lo peor es que, si bien se anuncia una nueva reunión el día 15 de diciembre, un tema esencial para la sociedad venezolana, civil y política, como es la urgente y vital apertura de un canal de ayuda humanitaria, fue rechazada –en respuesta a la reunión dominicana- de forma grosera y contundente primero por el ministro de salud –no nos arrodillamos ante el Imperio, nuestro pueblo es atendido por el presidente Maduro- y luego por el propio tirano Maduro quien afirmó que “Venezuela no necesita ninguna ayuda, porque Venezuela no es un país de mendigos”. Reafirmación de inhumanidad que puede significar un farol para luego ceder a cambio de lo que en verdad le interesa al régimen, algún soplo de legitimidad, tanto para él como para su supuesta constituyente, en realidad la Asamblea Narco Cubana (ANC).

 

 

 

El diálogo necesario hoy no puede darse irrespetando las instituciones democráticas. Asimismo, todo lo que se promueva en ese sentido debe tener como centro estratégico no solo la voluntad popular claramente expresada en diciembre de 2015, con la elección de una Asamblea Nacional democrática y pluralista, sino especialmente asumir además la al parecer olvidada decisión libre y soberana de más de siete millones de venezolanos, el pasado 16 de julio, dándole una hoja de ruta estratégica y temática a seguir a la dirigencia partidista; e insistir una y otra vez en la obvia inconstitucionalidad de la Asamblea Narco Cubana.

 

 

 

El diálogo, en suma, no puede ser imposición de parte de los bárbaros. O, como señalaba un amigo, como no queremos que los bárbaros nos maten, entonces hagamos lo que los bárbaros nos imponen.

 

 

 

En una democracia los derechos esenciales ni se discuten ni se ceden.

 

 

 

Por ello, para decirlo en criollo: no puede haber diálogo que signifique darle legitimidad a Maduro y a su desgobierno. O a las Brujas del CNE. O a la ANC. O al Tribunal Supremo del Chavismo. Lo contrario es darle oxígeno al gobierno, reconocerle legitimidad, creer que el cáncer institucional y societal venezolano se cura con pañitos calientes, con fotos de ocasión que buscan ocultar la hipocresía existencial de la tiranía.

 

 

 

Esta es una lucha por la verdad, y la verdad no se negocia.

 

 

 

El único diálogo necesario es entre actores que entienden cuál es la dramática realidad de una sociedad con un Estado fallido, corrupto, incapaz y pendenciero que ha generado una de las peores crisis humanitarias de la historia latinoamericana. El único diálogo posible y necesario es si Maduro y su tropa dejan de ser serviles agentes de la dictadura cubana.

 

 

 

El diálogo necesario, donde todos los demócratas ponemos una raya límite, es que de alguna manera se acepte que hubo violación de la voluntad popular con la elección de la ANC, que se depuren los órganos e instituciones fundamentales, como el CNE y el Tribunal Supremo Chavista, y entonces se convoquen unas nuevas elecciones, sin presiones, sin violencia, con un REP depurado, con observación internacional respetable y sin groseros ventajismos.

 

 

 

¿Habrá actores de la otra acera dispuestos a entender esa realidad, entender cuál es el único diálogo democrático aceptable?

 

 

 

Marcos Villasmil

 

¿Se puede salvar la MUD?

Posted on: noviembre 16th, 2017 by Laura Espinoza No Comments

 

 

Se puede, y se debe salvar. Lo difícil es que hay que salvarla principalmente de sí misma, es decir, de sus integrantes, porque ningún cambio en un sistema se realiza sin que se afecten las partes, las formas de relacionamiento, las reglas de funcionamiento, cómo están estructuradas las relaciones con el exterior; un nuevo equilibrio dinámico, en suma. Y esa transformación de la oposición partidista nucleada en la MUD, mantenga o no ese nombre, debe ser de fondo, ir a la raíz, no ser un simple proceso de maquillar arrugas, de cubrir los defectos, de dejar sin tocar las fallas fundamentales. Veamos algunos aspectos absolutamente indispensables.

 

 

 

El primer cambio es pasar de un sistema cerrado a ser un sistema abierto. La MUD arrancó como un grupo de partidos enlazados en un proyecto electoral, que miraba con desdén, o al menos con desconfianza, a las diversas expresiones de la sociedad civil. Eso no puede continuar. Los mejores momentos opositores han sido incluyentes, no excluyentes, han involucrado a la sociedad civil, no la han tratado como simple espectadora.

 

 

 

Cuando se cierran sobre sí mismos, los partidos convierten a la sociedad, a los ciudadanos, en meros instrumentos de sus estrategias, de sus ambiciones y de sus carencias; mostrando con ello la inclinación a una voluntad jerárquica; los ciudadanos abajo, y ellos arriba, en sus Olimpos partidistas.

 

 

 

Juana ante el sepulcro de Felipe

 

 

 

La necesaria organización opositora del futuro –estemos claros, la MUD luce hoy como Juana La Loca paseando el cadáver de su marido, Felipe el Hermoso, por toda Castilla- debe abrirse a la sociedad, ya que los partidos han demostrado consistentemente que no representan ni cualitativa ni cuantitativamente a la pluralidad y riqueza en recursos humanos de la nación. Su debilidad es cada día más notoria –ni siquiera todos juntos tienen cuadros para al menos cubrir las responsabilidades (testigos, miembros, equipos de logística) en todas las mesas electorales del país-. Además, elección tras elección, las ofertas candidaturales son cada vez más cuestionables (como los cuatro famosos gobernadores adecos hoy traidores).

 

 

 

El segundo cambio, tan importante como el primero, es la urgente transformación de las organizaciones partidistas: Hacia lo interno, han practicado un leninismo descarado, dogmático y ramplón, que al final muy pocos toman en serio. Hoy están cosechando lo sembrado: la orden por parte de Acción Democrática, Voluntad Popular y Primero Justicia a sus dirigentes locales y militantes de no participar en las elecciones municipales, lo que ha generado es una anárquica reacción en cadena, un claro bochinche, donde decenas se lanzan a unas candidaturas sin destino, en gran medida condenadas desde ya al fracaso por su propia división, y por decisión de la tiranía y su muy aceitada maquinaria para el fraude electoral. ¿Cómo esperar fervor y apoyos de la ciudadanía a candidatos que ni siquiera se molestan en intentar alguna fórmula unitaria? Municipio tras municipio, uno se asombra del número de candidaturas opositoras, ciegas figuras plenas de ambición de poder, así como vacías de real vocación democrática.

 

 

 

Para estos opositores la realidad –fuera del mendrugo electoral que hoy ofrece el régimen- no existe, está congelada. Mientras, la sociedad se desangra, ya vivimos en hiperinflación, miles de venezolanos emigran mes tras mes, la clase media está a punto de fenecer, y las clases populares y los empleados públicos, en su terrible desamparo, están a merced de las migajas de la dictadura. Es lamentable que por ninguna parte se oiga una postura partidista firme y unida frente al agravamiento de la crisis. Solo voces individuales, que suenan como lamentos de coro griego. Voces que desnudan los muchas veces mencionados problemas del liderazgo, presto especialmente para luchar entre sí.

 

 

 

Manuel Rosales y Henry Falcón

 

 

 

El tercer cambio: deslastrar la nave de indeseables, tránsfugas y traidores, como Manuel Rosales, los gobernadores adecos o Henry Falcón. Ya ellos mismos, con sus recientes acciones, han indicado que no les interesa velar por los intereses ciudadanos. Los verdaderos dirigentes democráticos deben entender que hay conductas que no merecen perdón y que, con su colaboracionismo, demuestran que tampoco lo desean. Estos desertores lo único que buscan es cumplir el deseo máximo del chavismo: la legitimación de la dictadura, en especial ante los actores internacionales.

 

 

 

El cuarto cambio: el indispensable debate de ideas. Una carencia que no pueden cubrir los intelectuales, los periodistas o las organizaciones de la sociedad -bien sea religiosas, sindicales, universitarias, vecinales-. En su pereza declarativa, nadie tiene claro qué visión de país ofrecen, con un discurso cansado, de frases vacías de contenido sustantivo, copia mala del viejo paradigma socialdemócrata –eso también hay que decirlo, todos los dirigentes opositores, con pocas excepciones, se consideran de “centro-izquierda”-; pareciera que la única conciencia colectiva que buscan impulsar es el maridaje con un Estado omnipotente y pétreo –no es accidental que seamos un“petro-estado”-, paternalista y sobreprotector. La deseada autonomía ciudadana, la generación de personas con creciente control sobre las decisiones que afectan su vida, cede paso al más crudo y cínico clientelismo. Distinto al chavista, pero clientelismo a fin de cuentas, con la teta estatal como perenne correa de transmisión de las dádivas del gobierno de turno.

 

 

 

Se necesitan nuevos líderes que arropen, protejan y promuevan debates serios, nuevas ideas, mejor diseñadas que las previas, para poder ser sembradas en la conciencia de las mayorías. Pasar por fin del mero antichavismo a una inequívoca postura democrática y republicana. Y ello no puede dejar a un lado la urgente formación de los cuadros partidistas, en especial los jóvenes.

 

 

 

El quinto cambio: A la narrativa opositora le ha faltado, frecuentemente, la potencia del argumento emocional, frente al mero argumento racional. El recurso emocional fue por años alimento fundamental en la narrativa y en la estrategia chavistas. La oposición lo ha usado y poseído, pero solo de forma intermitente. Lo tuvo en diciembre de 2015, para perderlo en el 2016, cuando cayó una vez más bajo el embrujo del diálogo-que-no-es tal. Lo recuperó en 2017, cuando la protesta se hizo sentir en todo el país. Tuvo gran intensidad el 16-J, con el exitoso acto electoral organizado y promovido por la sociedad civil. Pero lo perdió dos semanas después, el 30-J. Y no lo ha logrado recuperar desde entonces. Cuando más sufre la población venezolana, la narrativa opositora, entre silencios incomprensibles, es fría y distante.

 

 

 

El sexto cambio: entender, de una buena vez, que el objetivo perseguido por la inmensa mayoría de la población venezolana es la salida del régimen chavista, no caer una y otra vez en las trampas que el régimen pone año tras año. Hasta la comunidad internacional lo ve más claro que algunos dirigentes opositores: con la dictadura, bajo las condiciones impuestas por el Consejo Nacional Electoral y sin observación internacional calificada, es imposible ir a elecciones. ¿O es que va a resultar que Almagro, la Unión Europea y los países del Grupo de Lima son todos “abstencionistas”? En todo caso, ellos sí lo han afirmado tajantemente: participar en elecciones con los actuales CNE, Asamblea Narco Cubana y Tribunal Supremo es legitimar la dictadura.

 

 

 

¿Y qué decir de las nuevas llamadas a diálogo en territorio hostil, la República Dominicana? Al menos esta pregunta es válida: ¿cómo pueden dialogar con el enemigo quienes no son capaces de dialogar entre sí?

 

 

 

Por ello, es fundamental un séptimo cambio, que integra los anteriores: la urgente renovación de la unidad de los demócratas, esencia de la acción futura: Como destaca en nota reciente Sadio Garavini di Turno, “alrededor de esta posición (la del Grupo de Lima) debe reestructurarse la unidad de la oposición democrática. Unidad indispensable para mantener el existencial apoyo y la credibilidad en la comunidad internacional democrática”.

 

 

 

Porque hay que tener claro que el gobierno, en su desespero socio-económico, busca un salvavidas legitimador, y como ya decíamos arriba, preferiblemente enviado por opositores.

 

 

 

Sólo logrando ser bisagras, vasos comunicantes, entre la postura ciudadana y el apoyo internacional es que los dirigentes partidistas pueden retomar el apoyo multitudinario nacional. Y para ello se necesita un sincero propósito de enmienda. Para muchos ciudadanos es difícil creer en un cambio de actitud de los dirigentes partidistas ya que es difícil mover lo que al parecer no desea ser movido.

 

 

Y que entiendan de una buena vez que su fracaso sería el de todos; su hundimiento sería el de todos los venezolanos

 

 

 

Marcos Villasmil

Henry Ramos Allup, el opositor ideal

Posted on: octubre 26th, 2017 by Laura Espinoza No Comments

 

“Se te ofreció poder elegir entre la deshonra y la guerra y elegiste la deshonra, pero también tendrás la guerra”.

 

 

Winston Churchill al primer ministro Neville Chamberlain, en 1938, luego de que Chamberlain aceptara las condiciones impuestas por Adolf Hitler sobre Checoslovaquia

 

 

 

Ideal…pero para el régimen. ¿Por qué?

 

 

 

Se reconoce la experiencia, el conocimiento de la política, el” know-how” de Henry Ramos Allup, si bien su estilo luce con frecuencia anárquico, sectario, de expresiones con frecuencia soeces, destempladas. Es particularmente agresivo cuando está a la defensiva; le gusta mucho discrepar, pero no que discrepen de él. Buen conocedor de la historia, HRA es más vociferador de obviedades que un analista de ideas originales.

 

 

 

¿Cómo olvidar sus diversas declaraciones cuando fue presidente de la Asamblea Nacional, en 2016? Fue el primer presidente de una AN rescatada para la democracia gracias al esfuerzo, la esperanza y el voto de millones de venezolanos. Y fue electo porque tenía méritos para ello, no por nada era el máximo líder –desde hace muchos años- de Acción Democrática, el partido fundado por Rómulo Betancourt, Rómulo Gallegos, Andrés Eloy Blanco, para citar solo tres compatriotas ilustres. Es además en la actualidad vicepresidente de la Internacional Socialista.

 

 

 

Sin embargo, Ramos Allup en estos últimos años de actuación ha dado muestras crecientes de anarquía, de no llevarse bien con los otros líderes opositores, así como de impulsar una agenda política llena de marchas y contramarchas, con decisiones que no siempre cuadraban con las expectativas ciudadanas.

 

 

 

Como lo hizo el lunes 16 de octubre (el día después del último fraude electoral chavista), cuando atacó duramente a Luis Almagro, con argumentos tan endebles que cualquier ciudadano sin mucha experiencia política los podría refutar.

 

 

 

¿Cómo comparar la situación de Venezuela hoy con la chilena de hace treinta años, o igualmente la situación actual venezolana con las elecciones parlamentarias de 2015? Algo típico de analistas que carecen de capacidad estratégica: congelan la realidad y creen que el análisis político es una revisión de fotografías, aisladas, sin continuidad y sin cambios mayores. Como si entre 2015 y 2017 no hubiera pasado nada.

 

 

 

Llegó incluso a emitir esta frase lamentable: “Ojalá que la OEA ayudara en la crisis de Venezuela más allá de la retórica”, con la cual lo que logró fue que los venezolanos recordáramos toda la paja retórica que el cacique –al parecer- vitalicio de AD dijo cuando fue presidente de la AN, o las promesas que hizo en ese infausto año, incumplidas en su totalidad.

 

 

 

Pero mencionemos ahora una de sus afirmaciones hechas el domingo 15 de octubre, en pleno proceso de votación para elegir gobernadores:

 

 

“Ramos Allup: El proceso electoral ha sido normal a pesar de las reubicaciones”.

 

 

 

Menos mal que fue “normal” un proceso plagado de irregularidades, abusos y violencias desde el mismo día que se iniciara la campaña.

 

 

¿Entonces alguien puede explicar por qué Ramos dice semejantes necedades y estupideces?

 

 

En realidad, la actual situación tiene un antecedente importante: el día después de las elecciones a la Asamblea Nacional Prostituyente (30 de julio), luego de que Luis Almagro señalara que “se había realizado el fraude electoral más grande en la historia de América Latina”, Ramos Allup declaraba unilateralmente -destacando el que le importaba poco lo que pensaran o hicieran el resto de las organizaciones en la MUD- que Acción Democrática sí participaría en las elecciones regionales para elegir gobernadores.

 

 

 

De esas declaraciones surgió un claro cisma en la oposición partidista, una división que encajaba perfectamente, como reloj suizo, en los planes del gobierno. La campaña electoral se realizó en medio del choque entre varios sectores opositores, enfrentados sobre la conveniencia o no de participar en dichas elecciones.

 

 

 

Para colmo, luego del escandaloso fraude, cuatro de los cinco gobernadores electos por la oposición en las elecciones del 15-O, militantes de AD, decidieron juramentarse, ponerse de rodillas, este pasado lunes 23 de octubre, ante la ilegal e inconstitucional Asamblea Prostituyente (el nombre, por cierto, se lo puso el propio HRA). Cuatro gobernadores que decidieron tomar el camino del deshonor y la deshonra antes que luchar contra la tiranía y a favor de la libertad.

 

 

 

El solo planteamiento de discutir la posibilidad de legitimar la ANC era sencillamente inaceptable, grotescamente estúpido, una burla a los 120 muertos en las protestas, un desprecio a los 7 millones de votantes de la hermosa jornada 16-J, a los valores democráticos. Ah, y a los gobiernos y organizaciones regionales e internacionales que nos han apoyado.

 

 

 

Esta última acción ha desatado una muy justificada ira general. Porque, como también le dijera Winston Churchill al Primer Ministro Chamberlain, luego de que éste cediera ante las exigencias de Adolf Hitler sobre Checoslovaquia, “No puede existir nunca la certeza de que habrá una lucha, si una de las partes está decidida a ceder por completo”.

 

 

 

Como si fuera poco, HRA, en rueda de prensa del martes 24 de octubre, afirmó que ir a la ANC no implicaba legitimarla (¿?). El hombre ciertamente nos vio cara de idiotas a todos los venezolanos.

 

 

 

No es posible pensar que la mayoría de los compatriotas militantes y simpatizantes a nivel nacional del partido socialdemócrata estén de acuerdo con toda esta locura.

 

 

 

Ramos Allup, que ahora quiere escurrir el bulto y hacerse el inocente, ha sido calificado por respetables e históricos dirigentes acciondemocratistas como “monumento a la miseria humana, el adeco más sinvergüenza, indigno y traidor que ha tenido nuestro partido” (Carlos Ortega); “vergüenza, por no decir asco, la juramentación de gobernadores adecos en ANC. No soy adeca de la banda de Henry Ramos Allup” (Paulina Gamus).

 

 

 

En días previos, en gesto que hoy puede valorarse como falso e hipócrita, declaraba en un programa de Tv que “todos tenemos que hacer un esfuerzo para mantener la unidad y coherencia por encima de los resultados electorales”. No ha sido él precisamente quien ha dado el ejemplo.

 

 

 

La oposición venezolana está atravesando un momento difícil y decisivo, está en vilo, y la dirigencia de la MUD debe tomar decisiones importantes, necesariamente drásticas, para superar este escándalo. Es hora de una limpieza de casa, de erradicar a los topos, y a los que ya ni siquiera ocultan su traición. Asimismo es un hecho que los votos no los tienen los partidos, los tiene la MUD. El apoyo a los partidos es pequeño, lo dicen las encuestas. Es un dato negativo pero que en este caso limita el daño causado por Ramos Allup y sus gobernadores: la gente vota en gran mayoría CONTRA el chavismo, no a favor de los partidos.

 

 

 

Es claro entonces que el pistoletazo de salida de todo este caos que vive hoy la oposición venezolana lo ha venido dando, a plazos –por cierto, estilo de acción muy chavista- el otrora demócrata Henry Ramos Allup, hoy visto por muchos de sus compatriotas como un traidor y un felón, y que, a diferencia de algunos de sus pares, al parecer sí sabe demasiado bien lo que quiere.

 

Marcos Villasmil

Trump se supera a sí mismo

Posted on: agosto 25th, 2017 by Laura Espinoza No Comments

 

 

Con apenas 7 meses en el cargo, Donald Trump se ha convertido en el presidente más controversial de la democracia norteamericana. Quizá porque es el menos demócrata de todos los presidentes.

 

 

 

Como afirma un reciente editorial del New York Times: “En esencia, somos hoy una nación liderada por un príncipe de la discordia que parece estar divorciado de toda decencia y sentido común”.

 

 

 

No se sabe qué le ha hecho más daño al tejido social norteamericano, si los sucesos de Charlottesville, Virginia, o las increíbles afirmaciones de Trump al respecto, incluso defendiendo a quienes defienden el anti-semitismo y el racismo, o indicando que hay “gente buena entre ellos”. Los vientos de crítica a las mismas se han convertido en auténticos huracanes: cinco miembros del Estado Mayor Conjunto militar; el secretario general de la ONU; Theresa May, primer ministro del Reino Unido; o incluso representantes de la comunidad de negocios, muchos de los cuales renunciaron a formar parte de comisiones asesoras de la presidencia. Por vez primera, grandes líderes de la empresa privada rechazan el llamado a colaborar por parte de un presidente del país.

 

 

 

En palabras de Stephen A. Schwarzman, director ejecutivo del Grupo Blackstone, y quien fuera uno de sus más cercanos asesores de negocios: “la intolerancia, el racismo y la violencia son una ofensa a los valores fundamentales de los Estados Unidos”.

 

 

 

Es hora de que Trump se entere de que ‘no hay Nazis buenos”. Ni uno.

 

 

 

El rechazo más importante lo ofrecieron, sobre todo, centenares de miles de ciudadanos de toda la nación norteamericana marchando el sábado 19, en franca repulsa a un presidente que se niega a condenar a los neo-nazis, y que, como decíamos, éticamente iguala sus acciones a las de quienes se les enfrentan.

 

 

 

No faltaron en sus controversiales declaraciones las siempre presentes dosis de mentira, de ignorancia, de exageración, como la comparación del general confederado Robert E. Lee con George Washington o Thomas Jefferson. Baste decir que sus palabras fueron alabadas por un antiguo jefe del Ku Klux Klan.

 

 

 

Un dato sin duda preocupante es que ante el abandono de sus deberes políticos y éticos fundamentales por parte del inepto y cobarde liderazgo del partido republicano, toda la sociedad ha puesto sus esperanzas en tres militares retirados, deseando que ellos intenten cambiar el rumbo desastroso que lleva la presidencia, y que dominen los peores instintos trumpianos: John Kelly, el nuevo jefe de gabinete de la Casa Blanca; H. R. McMaster, consejero de seguridad nacional; y el secretario de defensa, Jim Mattis.

 

 

El viernes 18 de agosto por la tarde, miembros de la Cámara de Representantes por el partido Demócrata introdujeron una resolución de censura a Trump por sus “repulsivas palabras en defensa de los neo-nazis y de los grupos nacionalistas blancos” que protagonizaron actos violentos en Charlottesville, exigiendo que el congreso defienda los valores nacionales.

 

 

 

Sin embargo, el problema fundamental es que Donald Trump sigue siendo el presidente, para solaz de los fanáticos de las desgraciadas presidencias de James Buchanan y Richard Nixon.

 

 

 

Y es un presidente bocón, incapaz de contener sus cotidianas cataratas de idioteces. El único momento en que el mundo está a salvo es cuando alguien le escribe sus mensajes –y él acepta leerlos, sin abandonar el guion escogido por sus asesores-. Pero eso está ocurriendo cada vez con menos frecuencia.

 

 

 

¿Qué pensar del estado mental de un presidente que en la misma declaración alaba las protestas de ultra-derechistas y luego se solaza recordando a todos que él posee una propiedad en Charlottesville? Ante un grupo de atónitos reporteros afirmó: “¿Alguien sabe que yo tengo una casa en Charlottesville? Soy el dueño de una de las bodegas de vino más grandes en los Estados Unidos; está en esa ciudad”. Solo un perturbado reacciona de esa manera.

 

 

 

Para colmo, es mentira. La tal bodega es únicamente una de las más grandes de Virginia, nunca del país. Pero recuérdese que el ego de Trump haría lucir como modesto incluso al ego de Maradona.

 

 

El miércoles 16 el presidente anunció vía Twitter la realización de un gran rally el día 22 en Phoenix, Arizona. Le pedía asimismo a sus seguidores que se hicieran presentes. Sin embargo, el alcalde de esa ciudad, Greg Stanton, envió su propio tuit indicando que “se sentía decepcionado” ante la propuesta presidencial de hacer un evento político “mientras nuestra nación todavía se recupera de los trágicos sucesos de Charlottesville”. Le solicitó al jefe de Estado que pospusiera el acto.

 

 

Mientras, en la otrora cadena de Tv favorita del empresario, Fox News, uno de sus presentadores, Shepard Smith, destacó que le había sido imposible encontrar un solo dirigente republicano dispuesto a apoyar públicamente las controversiales declaraciones. Lo dicho: pusilánimes cobardes, los actuales líderes del GOP.

 

 

Lo menos que puede exigírsele a esa Sociedad Protectora de las Estupideces de Trump–léase, el liderazgo republicano- es que si quiere que su actual jefe siga en el cargo, impida tajantemente que ese señor afirme algo en público que no haya sido previamente escrito en una hoja de papel por una persona al menos sospechosa de estar cuerda.

 

 

Marcos Villasmil