Regionales hamletianas

Posted on: agosto 23rd, 2017 by Laura Espinoza No Comments

I
Afirma el filósofo Daniel Innerarity que “los políticos hacen mal algo que nadie hace mejor que ellos”. Una gran verdad que recordé el pasado martes 1 de agosto cuando Henry Ramos Allup, sempiterno jefe máximo de su partido ¿alguien recuerda cuándo AD renovó sus autoridades por última vez? no hizo algo mal sino peor: decidió dinamitar la unidad democrática al señalar públicamente que su partido (independientemente de lo que decidieran las otras organizaciones) participaría en las elecciones regionales convocadas por la dictadura –por ahora- para octubre de este año.

 

 

 

Y comenzamos con este hecho porque el mismo determinó de manera fundamental el debate que se diera en los días siguientes sobre si se debía ir o no al proceso mencionado. ¡Qué distinto hubiera sido si el anterior presidente de la Asamblea Nacional hubiera llevado su postura al seno de la MUD, para que se debatiera, y se asumiera una posición conjunta! Y, para colmo, en sus declaraciones no hay ningún rastro de empatía, al contrario, se burla incluso de algunos de los partidos que comparten tribuna y acción en la lucha contra la tiranía. Errores gravísimos los del jefe adeco, sin duda alguna.

 

 

 

Una característica esencial es que ese acto de Ramos Allup fue profundamente antipolítico.

 

 

 

Como lo fue también la amenaza de María Corina Machado de abandonar con su partido la MUD si se participa en las regionales.

 

 

La lucha política contra la dictadura, su estrategia, debe contener grandes dosis de pedagogía, la que no ejerció Ramos Allup en su torpe declaración.

 

 

 

Venezuela es un país lleno de lo que en béisbol se llama managers de tribuna; pero cuando se limpia la hojarasca y la paja, y se desnuda a los que le hacen el juego a la narco-dictadura, o a los anti-políticos de siempre, esos cultores del Viejo Testamento con una ira que no deja espacio para el debate estratégico, se puede ver que hubo varios análisis, muy buenos algunos, a favor y en contra. Porque ambas posiciones son en principio respetables; de lo que se trataba era de buscar, como sucede en el verdadero debate público democrático, los consensos necesarios.

 

 

 

Tres urgentes labores para la unidad partidista opositora son, en primer lugar, mantener la unidad hoy resquebrajada; en segundo lugar, lograr el retorno de la política a su seno, desterrar todo trazo antipolítico; y en tercer lugar, mantener el trabajo conjunto, de pinzas, de presión interna unida a la presión externa de las democracias que ya han reconocido y aceptado que nos enfrentamos a una narco-dictadura ¿Cómo hacer todo ello?

 

 

1) Unidad de acción, y retorno al terreno de debate político –vale decir, dialógico, plural, de respeto a los diversos pareceres- son requisitos fundamentales, sin los cuales cualquier decisión que se asuma carece de fortaleza y coherencia ética y política. La MUD no es sólo más que la suma de sus partes; sin la unidad dentro de la MUD toda la oposición partidista pierde legitimidad tanto interna como externa. Son meros átomos sin influencia verdadera en la realidad que se vive.

 

 

 

2) Desterrar la antipolítica: debe evitarse como la peste el unilateralismo, las decisiones personales, las supremacías de lo personal o grupal sobre el bien común unitario.

 

 

Debe haber coherencia ética, política, estratégica y operativa a la hora de decidir qué hacer para enfrentar la narco-dictadura. Repitámoslo: son dañinos los llamados a acciones unilaterales. Se necesita, en cambio, el buen juicio que conduce a saber hacer las cosas, a buscar los objetivos con los métodos más idóneos, ética y operativamente, a entender las circunstancias específicas que, en el caso actual venezolano, son necesariamente únicas.

 

 

 

Es asimismo antipolítico atacar a la MUD sin más, sin ofrecer alternativas. ¿Es acaso viable una oposición sin una organización de los actores políticos democráticos?Inviable, en todo caso, es un régimen que día a día es derrotado por la realidad, que choca con ella una y otra vez, sin entenderla. Su único deseo es mantenerse en el poder como sea.

 

 

 

3) Mantener la cooperación con las democracias regionales e internacionales: la detección del carácter no solo dictatorial sino incluso con particulares ribetes mafiosos aumenta cada día más. Se anuncian sanciones y aumenta el creciente aislamiento del régimen. La relación de las fuerzas democráticas internas y externas no solo debe mantenerse, sino que debe perfeccionarse, en una estrategia inteligente de pinzas convergentes. Dicha cooperación debe producir una presión cada día mayor hacia el régimen, tomando muy en cuenta que hay varios hechos que influirán decisivamente en toda estrategia en los meses futuros; citemos solo dos: las decisiones de la ilegítima constituyente, que serán sin duda rechazadas dentro y fuera del país, y la imparable e indetenible destrucción de la economía, horror cada día más tenebroso y visible, con mayores penurias generalizadas.

 

 

 

Una cooperación que parta de la creciente constatación que el chavismo no es una dictadura más: posee tintes tenebrosamente originales, por su vinculación no solo con el narcotráfico sino además con el terrorismo, con el castrismo jugando un papel fundamental.

 

 

 

Los tres deberes se resumen entonces en un objetivo ineludible: lograr ser estratégicos.

 

 

 

II
Una pregunta que claramente no puede obviarse es ¿cuáles son los deseos del régimen?

 

 

 

Son los siguientes: que la protesta de calle se amaine, que la oposición se divida, y poder consolidar el puño narco-dictatorial.

 

 

Toda estrategia de lucha contra una dictadura se debe caracterizar por su apego a la realidad. El régimen posee aún capacidades y fuerzas que no deben ser subestimadas. Basta ya de que se subestime al régimen, que no se asuma su inhumanidad y su cordón umbilical con la tiranía cubana. Es hora de que se entienda que no se lucha contra otros políticos, sino contra grupos criminales, mafiosos.

 

 

 

Cuando se ve a actores partidistas llamando todavía presidente a Maduro, o cordializando con sus agentes – la alegre foto de uno de los pre-candidatos opositores a gobernador de Carabobo junto a Francisco Ameliach, es un buen ejemplo- la gente se molesta con toda razón, siente que se humaniza al monstruo, que se legitima la tiranía.

 

 

 

La protesta de calle debe reinventarse ante las evidentes muestras de rutinización y de cansancio. Hay que darle prioridad a la calidad más que la cantidad; los llamados a trancazos se han convertido en colosales actos anárquicos que sirven como catarsis para algunos, pero que en la realidad lo único que están logrando es afectar la vida diaria personal de mucha gente.

 

 

 

Asimismo tiene que desarrollarse una estrategia inteligente ante los sostenedores esenciales del régimen: los militares. Pero no para insultarlos de forma generalizada, lo cual es inútil e incluso dañino, sino para influenciar positivamente a la mayoría de oficiales no involucrados directamente con los actos de corrupción y de violencia.

 

 

 

Un hecho esencial tan político como psicológico es que la gente se mantuvo por meses en la calle porque se le ofreció una salida frente al régimen, un mensaje de lucha contra la tiranía, la esperanza de que el cambio estaba por llegar, incluso se habló de “hora cero”. Por ello, ¿dónde quedan las repetidas menciones a los artículos 333 y 350 de la constitución?

 

 

 

No se pueden levantar grandes expectativas para luego desinflarlas, sin dar explicaciones. Lo estratégico es ajustarlas, con flexibilidad, pero con coherencia narrativa. La narrativa que llegó a su punto culminante con el “espíritu del 16 de julio” –la lucha constitucional por la salida del régimen- fue abandonada luego de las elecciones a la constituyente. Después del “fraude electoral más grande en la historia de América Latina” (Luis Almagro), los partidos enmudecieron. Lo que fue sin duda una gran victoria para la democracia y una nueva derrota del régimen, de repente ha generado en la ciudadanía una profunda depresión y desánimo. Y eso sin que se hubiera visto el listado de pre-candidatos a gobernadores que ya está circulando; ¿eso es todo lo que pueden ofrecer los partidos? ¿En serio? (Salvando, eso sí, a algunas excepciones de las nuevas generaciones).

 

 

 

Necesitamos urgentemente políticos de doctrina y de intuición, no meros aspirantes a un cargo, liderazgos endebles que no pueden evitar –en plena lucha decisiva contra la dictadura- las más mediocres presiones clientelares en sus organizaciones. Porque la afirmación, en teoría válida, de que “no se deben abandonar espacios” se desinfla éticamente cuando se nota que lo que hay detrás son fundamentalmente ambiciones de poder.

 

 

 

Necesitamos políticos que posean –en palabras de Marcel Detienne y Jean Pierre Vernant- “inteligencia astuta”: Una combinación de “olfato, sagacidad, previsión, flexibilidad mental, maña y atención despierta.”

 

 

 

Un político estratégico no congela la realidad, o se sienta a esperar la acción del contrario, sino que examina los cambios constantes en la dinámica, las energías en movimiento. Busca, por ello, una coincidencia esencial y positiva entre tiempo y espacio que sorprenda al adversario. Ser estratégico no es solamente lograr acumular muchos datos e informaciones, sino saber cómo relacionarlos, poder colocarlos en el contexto analítico, temporal y espacial adecuados. Un estratega visualiza el bosque, no sólo los árboles.

 

 

 

Los venezolanos le hemos dado mandatos muy claros a la oposición partidista, primero en diciembre de 2015 y luego el pasado 16 de julio de 2017. Se resumen en lo siguiente: respeto a la constitución y a las instituciones democráticas, como la Asamblea Nacional; celebración de elecciones libres y generales que conduzcan al cambio de régimen; alivio de la crisis socioeconómica.

 

 

 

Es sobre esos mandatos, la fidelidad a ellos, que se pueden y deben decidir las acciones futuras, explicándolas con claridad y sinceridad pedagógicas a los ciudadanos, sin demagogias ni personalismos.

 

 

 

La MUD ha decidido participar en las elecciones regionales. El deber nuestro ahora es aceptar la decisión. Como afirmaba Arístides Calvani: “en democracia las decisiones se toman por mayoría, y se ejecutan por unanimidad”.

 

 

No obstante, la pregunta esencial nunca fue ¿vamos o no a las regionales? La pregunta fundamental sigue siendo ¿cómo continuamos –luego de la fraudulenta elección de la constituyente- la lucha cívica y constitucional contra la narco-dictadura, según los mandatos recibidos en el 2015 y 2017? ¿Cómo se vincula lo electoral-regional con ese objetivo central? Esa es la verdadera narrativa, el verdadero llamado, aquel que despierta el espíritu de lucha, la imaginación y la esperanza dignas de sacrificios, los mismos que durante cuatro meses mostraron con su irrupción en el espacio de la política, el espacio público, millones de ciudadanos en comunidad de sufrimiento. Ciudadanos que no aspiran a cargos, solamente a dar testimonio personal de la tragedia nacional, y que se les oiga en su tribulación.

 

 

 

Equivocarse, en lucha contra una narco-dictadura, puede ser muy costoso.

 

 

Marcos Villasmil

Los dilemas de la MUD

Posted on: diciembre 21st, 2016 by Laura Espinoza No Comments

 

 

“La libertad es como la vida, solo la merece quien sabe conquistarla todos los días”.

Goethe

 

 

I

Cualquier análisis que se quiera hacer, cualquier estudio cuasi postmortem sobre el actual régimen –hoy fallecidos tanto el líder como el movimiento original, y convertido este último en unos restos putrefactos bajo el control de unas aves de rapiña que están defendiendo sus privilegios y conquistas a sangre y fuego- debe partir del hecho esencial de que para el chavismo, desde sus inicios, la mayoría de los venezolanos nunca fuimos merecedores del estatus moral. Para ellos, totalitarios en su médula, somos cosas, objetos, piezas prescindibles sin mayor remordimiento.

 

 

 

El chavismo es un movimiento inhumano. Como ha demostrado la accidentada experiencia de la “Mesa de Diálogo”, ni siquiera la intermediación del Vaticano ha logrado humanizarlos.

 

 

 

Para hacer política eficaz contra un adversario totalitario hay que reconocer y asumir su faz existencialmente anti-democrática, precisar su naturaleza. El chavismo, como movimiento con objetivos totalitarios es real, no es una ficción, ni está sacado de los libros de historia. Y su acción, que la mayoría de las veces luce azarosa, incapaz o torpe responde a un plan consistente, basado en no entregar el poder y consolidar la dictadura.

 

 

 

Es necesario asimismo conocerse a sí mismo, saber dónde se está parado, tener presentes debilidades y fortalezas. La MUD es más, mucho más, que la suma de sus partes, pero depende del comportamiento de las mismas para su existencia y fortalecimiento.

 

 

 

Digámoslo sin rodeos: la MUD ha sido el paraguas salvador que ha servido para proteger contra la intemperie a toda una serie de movimientos, organizaciones y partidos que lamentablemente por sí mismos no han tenido un reconocimiento vigoroso de la sociedad. Lo dicen, desde hace años, las encuestas, y se nos muestra día tras día en la realidad de los acontecimientos.

 

 

 

Un reto urgente que tienen los partidos –superando su propia crisis interna- es lograr que las mayorías nacionales, profundamente anti-gobierno, asuman posturas decididamente pro-democráticas. Hacer  el paso del “anti” al “pro”. No se es demócrata por ser crítico del régimen. No basta.

 

 

 

Hay que superar asimismo el síndrome “aquí no ha pasado nada”. Se cometen errores de bulto, y como si nada. Los errores e improvisaciones en la Mesa de Diálogo –como la evidente falla en la representación escogida- están a la vista de todos.

 

 

 

Nada le hace más daño a la credibilidad de un movimiento político que las posturas irresolutas, vacilantes y zigzagueantes.

 

 

 

Lo cual nos lleva al problema de la crítica, y las reacciones a la misma. Algunas personalidades partidistas poseen una piel peligrosamente sensible a los rayos solares de la crítica democrática. Entendemos que hay muchos tirapiedrismo y voluntarismo desatado. Pero el libre y plural ejercicio de la crítica es una pieza central del mecanismo institucional democrático. Y la verdadera crítica democrática exige además tener capacidad y disposición para la autocrítica.

 

 

 

Entre demócratas, todas las preguntas, las diversas dudas, pueden hacerse y resolverse.

 

 

 

II

 

 

 

La pregunta número uno que nos hacemos todos, más válida que nunca dada la creciente descomposición nacional, es la siguiente: ¿cómo volvemos, lo más pronto posible, a un régimen plural de partidos, que gobierna por consentimiento, en lugar de la presente autocracia, que gobierna por la fuerza?

 

 

 

Es evidente que la oposición partidista ha estado dividida al respecto de los medios. Lo está de hecho desde hace años. Lo grave, sin embargo, es que recientemente ha hecho su aparición una división al respecto de los fines. ¿Es acaso posible mantener un diálogo-como-sea con la dictadura, incluso hablando con la mayor naturalidad de la posibilidad de que Nicolás Maduro concluya su periodo? Ello podría llevar a la MUD hacia el abismo de una pérdida sostenida de legitimidad y de apoyos.

 

 

 

La dirigencia partidista, al calor de la última campaña electoral, prometió el cambio de régimen; los obstáculos y problemas que algunos aducen hoy como factores limitantes ya eran conocidos en el 2015. Más claro lo ha tenido recientemente la Iglesia Católica, como lo demuestran la carta a los dos grupos dialogantes del cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado del Vaticano, los diversos documentos de la Conferencia Episcopal, diversas declaraciones de cardenales y obispos, o la propuesta “Larrazábal II”, del padre Luis Ugalde, poniendo el dedo en una llaga histórica nacional: la salida a la crisis incluye a las fuerzas armadas. Unas fuerzas armadas que acepten y apoyen el retorno de la democracia, porque no se trata de sustituir una dictadura por otra.

 

 

 

La ilusión de cierto liderazgo de la MUD de que la única manera de cambiar de régimen y gobierno es por la vía electoral es en sí mismo negadora de principios que caracterizan desde hace siglos el pensamiento occidental sobre la tiranía. Desde múltiples ejemplos por el lado eclesiástico, o desde los primeros pensadores de la Ilustración, como John Locke. Peor aún, hace también la vista gorda de principios establecidos en nuestras constituciones, incluyendo la última.

 

 

 

En América 2.1 publicamos este 19 de diciembre un documento (“Contra Tiranos”) publicado por el padre Ugalde en la revista SIC, y reproducido en Reporte Católico Laico, que puede leerse AQUÍ.

 

 

 

De dicha nota queremos destacar este párrafo: “Por si alguien tenía dudas, el Gobierno se ha encargado de demostrarnos su condición dictatorial y recordarnos nuestra obligación de desconocer sus decisiones antidemocráticas y cambiar el régimen. Estamos en tiempos que exigen inteligencia política, flexibilidad y valor para salir de la dictadura. Todos los demócratas, y muy especialmente sus representantes de la Asamblea Nacional y los líderes políticos, deben caminar decididos y unidos al rescate de la democracia. Tiene especial responsabilidad la Fuerza Armada en el restablecimiento de la democracia.”

 

 

 

El problema, desde la perspectiva de los expectantes ciudadanos, se agudiza y genera preocupación si aceptamos la realidad de que la MUD está dividida en el todo y en las partes. Está dividida en dos bandos, como ya decíamos, por el problema de los medios, y asimismo algunos de sus partidos están divididos al interno, en especial por el control partidista y por las aspiraciones de poder de individualidades por todos conocidas.

 

 

 

Merece también respuesta la siguiente pregunta: ¿hasta cuándo se sigue insistiendo en separar las dos tácticas, como si no fueran combinables, de “la calle” y “lo electoral” , siendo ambas parte esencial de la lucha política democrática? En su lugar, debería hacerse un replanteamiento estratégico común –sin olvidar nunca el objetivo final del cambio de régimen- con acciones tácticas que se refuercen, no que se combatan. Usar sus diferencias para fortalecerse, no para debilitarse.

 

 

 

Lo cierto es, que al día de hoy, los partidos políticos no han podido dar respuesta al delicado y primordial asunto de cómo canalizar la creciente e inevitable protesta social, cómo darle contenido político, enmarcarla dentro de la estrategia final de cambio de gobierno y de régimen. Las marchas y los cacerolazos poseen limitaciones conocidas.

 

 

 

Es evidente que dentro de la oposición partidista no se puede seguir privilegiando sistemáticamente la ambición individual sobre la toma de conciencia colectiva, la solución fácil sobre el planteo institucional, lo superficial sobre lo complejo.

 

 

 

Las razones para la lucha van más allá, mucho más allá, de las ambiciones políticas convencionales en una democracia normal: parten de la necesaria defensa de la sociedad venezolana entendida como pacto civilizatorio centrado en valores que fueron definidos en el inicio de la república por sus padres fundadores y luego reformulados en 1958, al comienzo de la mejor etapa de nuestra historia. Defensa de nuestra tierra contra las garras de una satrapía que tiene vínculos reconocidos y públicos con la dictadura más cruel que ha existido en el continente americano, la castrista.

 

 

 

III

 

 

 

Dos preguntas ineludibles son ¿por qué la dirigencia partidista, que tiene años rechazando las decisiones de un Tribunal Supremo evidentemente corrupto e ilegítimo moral, política y constitucionalmente, luego las acata? ¿Por qué, si ya está por cumplir un año en funciones la Asamblea Nacional, no se le dio prioridad al desmontaje del ilegal y corrupto aparato judicial del régimen?

 

 

 

Llama la atención también, de parte de cierto liderazgo, la insistencia de que al “chavismo” no solo debe permitírsele, sino incluso que es necesaria su presencia en una futura reorganización del sistema político criollo. hay algo de realismo en el planteamiento, pero también hay que ser firmes en señalar que el llamado chavismo solo puede formar parte del futuro político del país si se transforma en un movimiento democrático. Lo contrario, la actual satrapía totalitaria, no tiene cabida en una futura reorganización institucional de la arquitectura republicana.

 

 

 

Sería pedirle demasiado a una ciudadanía cansada de tanta injusticia, atribulada ante tanta orfandad ética. Hay un límite que la política y sus arreglos no debe intentar superar: el del sufrimiento humano después de 18 años de pesadilla.

 

 

 

Hay momentos en la lucha contra una dictadura en los cuales, si la dirigencia no tiene claridad y empatía, puede llevar a que la desesperanza gane terreno a la esperanza.

 

 

 

Por ello es extremadamente urgente que se asuma con renovada decisión la lucha en defensa de los valores civilizatorios, una lucha que impulse la solidaridad comunitaria, la unidad entre los actores de la sociedad civil y los actores partidistas, otorgando no solo legitimidad sino nobleza de objetivos, unos objetivos que permitan transformar el miedo en coraje.

 

 

Por último: los dirigentes democráticos deben asumir que hoy, por razones diversas, en el mundo Occidental el Estado, las élites y la narración democrática están en crisis.

 

 

 

Por ello, es válida la pregunta final: en la Venezuela poschavista ¿qué nos espera?

 

 

 

Los constructores partidistas de la nueva democracia –porque los constructores generales somos todos, o las bases de la casa no son sólidas- deben recordar siempre que –como recuerda Michael Ignatieff- el fundamento del Estado democrático y liberal, su cimiento legitimador, ha sido el cumplimiento de la siguiente promesa hecha a los ciudadanos: “No se preocupen, los protegeremos”.

 

 

 

Ya es hora de que en Venezuela, definitivamente, esta promesa no solo sea hecha, sino cumplida. Para ello, previamente debe tomarse urgente nota de que en la lucha contra una dictadura la única manera de hacer posible el futuro deseado es haciendo posible el presente necesario.

 

 

Marcos Villasmil

Elecciones EEUU: Ganó la antipolítica

Posted on: noviembre 10th, 2016 by Laura Espinoza No Comments

 

 

El 8 de noviembre de 2016 pasará como uno de los momentos más oscuros de la historia de los Estados Unidos, una fecha indigna. No se puede definir de otra manera.

 

 

 

 

Todo el planeta ha sido sorprendido luego de una elección presidencial que ofrecía el grave peligro de la victoria de la ignorancia, el populismo y la demagogia. Y resulta que triunfó.

 

 

 

La tensión y el suspenso pre-electoral llegó hasta el propio lunes por la noche. En Estados Unidos ambos candidatos concluyeron sus actos de campaña en la madrugada del martes 8.

 

 

 

Una pregunta que en los próximos días y semanas generará decenas de respuestas y elucubraciones es qué llevó a Donald Trump y a los republicanos a la victoria.

 

 

 

Hay que destacar en primer lugar que no es común que un partido mantenga la presidencia por tres periodos consecutivos; los dos últimos casos fueron el republicano Ronald Reagan (dos victorias, en 1980 y 84) y George H. W. Bush (una, en 1988), y previamente, las victorias del demócrata Franklin Delano Roosevelt, cuando aún no había limitaciones en el número de veces que se podía ser candidato a la presidencia (Roosevelt ganó en 1932, 1936, 1940 y 1944, y luego Harry Truman ganó en1948).

 

 

 

La verdad es que los republicanos desde hace años no lo han tenido fácil en materia de elecciones. La última vez que pudieron celebrar haber ganado la Casa Blanca en la propia noche electoral fue en 1988, con Bush padre. En 2000 tuvieron que esperar 31 días, hasta que la Corte Suprema decidió el enredo de Florida a favor de Bush hijo, y en 2004 esperaron hasta que finalizó el conteo en Ohio el día después.

 

 

 

Llegaron a esta elección luego de años viviendo su propia negación de la realidad. Luego de la derrota de 2012, en un ejercicio catártico que concluyó en un documento, prometieron hacer un esfuerzo por mejorar sus resultados en el voto no blanco, especialmente el voto latino; nada mejor entonces que permitirle a su candidato atacar e insultar a toda Latinoamérica desde el día 1 de campaña, llamando a los latinos, por ejemplo, “criminales y violadores”. Ese es el energúmeno que hace recordar –como bien lo mencionara Stephen Greenblatt- al monstruoso y deforme Ricardo III según lo inmortalizara la pluma de William Shakespeare. Y él estará a cargo de representar al país en los próximos cuatro años.

 

 

 

Los republicanos llevan años cediendo el terreno otrora fértil del debate de ideas a unas figuras mediáticas que personalmente han enriquecido sus egos y sus cuentas bancarias dándole una dirección cuasi-integrista al GOP: Ann Coulter, Rush Limbaugh, Sean Hannity, Laura Ingraham. Muy eficientes emisores de prejuicios, complejos y mensajes de odio y división. Donald Trump era para ellos el candidato perfecto.

 

 

 

Las ideas y visiones promovidas por Trump en la campaña aparecieron por primera vez en las voces de estos paladines del fanatismo; algunos de ellos han hecho asimismo énfasis en una visión teocrática – por ende fundamentalista – de la nación. Por ello, sus esfuerzos, por años, se han dirigido hacia el votante evangélico y católico ultra reaccionario, que no entiende que una democracia no puede promover una religión estatal, y como si fuera poco, junto con Trump han animado la persecución religiosa en un país que fue fundado precisamente sobre la libertad en materia de religión (recuérdese que el empresario hizo la propuesta de que para permitir el ingreso de inmigrantes debían aprobar un “test” religioso)

 

 

Y sin embargo el empresario ganó.

 

 

 

También se debe afirmar que gracias a sus propios esfuerzos Hillary Clinton perdió. Y con ella perdimos todos.

 

 

 

No voy a repasar hoy toda la catarata de errores cometidos por Hillary Clinton, son bastante conocidos. Por desgracia fueron lo suficiente para que el voto afro-americano y latino no se movilizara como se esperaba, y que muchos millenials prefirieran quedarse en casa o perder su voto votando por Gary Johnson.

 

 

 

Al comienzo de la noche electoral en CNN anunciaron un resultado de exit polls que constituía un auténtico alerta en medio de tanto dato que recibíamos los televidentes. Más del 60% de los votantes no confiaban en Hillary Clinton.

 

 

 

Y para esa mayoría ciudadana esa desconfianza fue lo suficientemente importante como para votar por el “cambio” que Trump ofrecía.

 

 

 

Pero me temo que ese cambio al único lugar que llevará a la nación norteamericana es al infierno de la anti-política.

 

 

 

Hay que estar claros en lo siguiente: es evidente que los ciudadanos están molestos, y con razones muy poderosas; el resultado electoral lo demuestra una vez más. Pero no es siguiendo un mensaje de odio y de ataque a mansalva a las instituciones como se pueden dar a luz escenarios mejores.

 

 

 

La experiencia de la rendición ética y política ante los susurros de un demagogo populista la hemos padecido los venezolanos; hoy en Europa el ataque es constante, tanto por la derecha como por la izquierda. En ese mismo baile anti-democrático han confluido Hugo Chávez, Néstor Kirchner, Marine Le Pen, Pablo Iglesias, Silvio Berlusconi y ahora Donald Trump. Cada sociedad con su cultura política propia; sin embargo todos estos seres tienen en común la manipulación de los ciudadanos prometiendo un paraíso en la tierra de la cual ellos solos tienen la llave y cuyo ingreso solo es posible arrasando con los controles y balances institucionales.

 

 

“In God We Trust” (En Dios confiamos) es el lema nacional de los Estados Unidos. Aparece incluso en monedas y billetes del país. Visto lo sucedido el 8 de noviembre, habrá que rogar que la providencia perdone a esa mayoría ciudadana que puso su confianza en una figura que es un ejemplo egregio de indecencia, narcisismo y estupidez.

 

 

 

Uno de los dichos más erróneos que más de una vez se ha enunciado sobre el siempre accidentado y tormentoso escenario de la política es que “el pueblo nunca se equivoca”. Una vez más un pueblo, por cierto no cualquiera, se equivocó. Y de qué manera.

 

 

 

Marcos Villasmil

Venezuela: Viaje al centro de la opinión anti-política

Posted on: septiembre 19th, 2016 by Laura Espinoza No Comments

 

 

Debo comenzar por decir que el origen de esta nota es un video en You Tube de un programa de CNN en donde entrevistan a un supuesto consultor y analista político venezolano para mí desconocido hasta ese momento (grave omisión mía) y quien logró, en el muy costoso espacio televisivo de 1’46’’, mostrar casi todas las fallas de la crítica anti-política que, por desgracia, tanto abunda en estos tiempos incrédulos y urgentes.

 

 

 

Quisiera aquí señalar algunos de los entuertos básicos que comete tanto predicador apocalíptico metido a analista, a fin de que sepamos identificarlos, ante el hecho de que, semanalmente, todos recibimos análisis frondosamente enloquecidos y desquiciados, pobres argumentalmente, que apuntan solo a crear negatividad analítica.

 

 

 

Me perdonará el lector que no dé el nombre del autor del desaguisado, porque no se trata de hacer un ataque a una persona en particular, sino a lo que él personifica. (Solo daré como señal que su nombre le caería como anillo al dedo a un lanzador relevista mexicano de ligas menores, un lanzador de equipos como los Broncos de Reinosa, o los Saraperos de Saltillo.)

 

 

 

Algunas de las posibles reglas que podrían seguirse para no caer en similares análisis anti-políticos son:

 

 

 

1. Hay que evitar, en lo posible, los llamados ataques ad hominem: a menos que usted esté confrontándose con un absoluto energúmeno o estúpido –digamos, por ejemplo, un Trump cualquiera- siempre será más efectivo atacar el mensaje antes que al mensajero.

 

 

 

2. De no hacerlo, usted corre el peligro de darle el chance a su contrincante de desviar el asunto a discutir: ya no se trata de sus errores, sino de su honor, de que usted lo insultó, bla, bla, bla.

 

 

 

3. No produzca generalizaciones que no sean empíricamente ciertas: el analista entrevistado metió en el mismo barril, sin vaselina alguna, a toda la clase política venezolana desde 1958 hasta hoy, bajo la concluyente información de que “todos los políticos venezolanos han sido y son de izquierda”. Conviene aclarar, sin entrar muy hondo en el asunto, que si bien buena parte de la clase política criolla ha exhibido por desgracia demasiados bríos estatistas –no hay que olvidar que somos un petroestado, y que en nuestro país hemos padecido un estatismo ritualizado- aunque todo socialista es estatista, no todo estatista es socialista. ¿Qué estoy equivocado en esto último? Piense, amigo lector, solamente en aquellos sectores de la muy emprendedora clase empresarial criolla que han sobrevivido por décadas gracias a la teta estatal; muchos de nuestros grandes banqueros, por ejemplo.

 

 

 

4. No solo regurgite críticas, también ofrezca alternativas, soluciones: De hecho, eso hizo el periodista de CNN, decirle al señor que los televidentes protestaban porque todo era negatividad sin oferta alternativa. ¿Qué respondió el experto? “Básicamente la oposición tiene que cambiar el discurso y darle una verdadera oferta al país”. Así de simple pasa una oposición de ser deleznable a ser patriota. Just like that.

 

 

 

5. Evite caer en la tentación de la victimología: Ellos alborotan el cotarro, como se dice en la madre patria, con sus ataques desbocados, y luego se ofenden si la fanaticada, ante sus exabruptos, los quiere bañar con cerveza.

 

 

 

6. No haga afirmaciones claramente falsas: siempre según el entrevistado “en Venezuela todos los partidos, del gobierno y de la oposición por igual, viven de la renta petrolera”, reciben dinero de las arcas estatales. Es una afirmación notoriamente falsa: si algo ha procurado el chavismo es intentar ahogar financieramente a la oposición democrática.

 

 

 

Un tipo de treta similar aflora cuando se afirman corruptelas pero no se dice quién las comete ni se ofrecen pruebas concretas (lo cual refuerza en el espectador la idea de que“todos los políticos son iguales”).

 

 

 

7. No establezca dobles raseros éticos: un opositor que no le haga caso al 100% de sus propuestas no es necesariamente un “presunto” oponente al chavismo, mucho menos un “infiltrado” o un “traidor”.

 

 

 

8. Defina bien los conceptos fundamentales: “pueblo”, “democracia”, “estrategia”, “participación”, “oposición”, son claros ejemplos de manipulaciones conceptuales de todo tipo.

 

 

 

9. No caiga en poses farisaicas: el rasgarse la vestiduras en cada escrito, como si solo usted pudiera definir qué significa estar indignado y tuviera el monopolio de cómo actuar en consecuencia, tiene históricamente mala prensa. Recuerde lo que le pasó a Savonarola. Y eso que los florentinos eran una sociedad muy culta.

 

 

 

10. Controle su ego y sepa entender las a veces tenues conexiones entre verdad, hechos y opinión: Estos pseudo-analistas tienen normalmente egos a prueba de hechos.

 

 

 

Al final del día, los miembros de esta tribu sufren un problema esencial de todo anti-político: ver el mundo solo en blanco y negro, no aceptar matices, aproximaciones, variedades. Esto los inhabilita para aceptar dos datos centrales de la verdadera política (la democrática), la disposición al debate de ideas, y la capacidad de negociación cuando ella es necesaria. Por ello, prefieren el eslogan al concepto, confunden medios y fines, tácticas con estrategias.

 

 

 

Quien se cree dueño de la verdad no tiene disposición a aceptar discutir sobre ella. Y piensa que todos deben ser igual de rígidos que él, así que ¿para qué conversar?

 

 

 

Es imposible el diálogo entre conciudadanos, el debate de ideas, cuando asumimos que nuestras opiniones tienen la fuerza de los hechos. Estos señores –y señoras- olvidan (aquí seguimos a Hannah Arendt) que no hay opinión honesta que no se construya a partir de lo ocurrido, de los hechos, porque las opiniones parten de los hechos, no al revés. Toda opinión merece ser evaluada en función de su contexto, de la fuerza de sus argumentos, de sus inferencias, de los ejemplos que se asumen, del uso muy prudente de posibles analogías históricas, de las razones que se aportan. Pero nunca una opinión podrá ser confundida con la verdad.

 

 

 

Sobre ello, una próxima nota.

 

Marcos Villasmil

 

 

El verdadero legado de Chávez

Posted on: agosto 25th, 2016 by Laura Espinoza No Comments

 

 

En tiempos muy recientes los venezolanos hemos podido tener acceso a diversos análisis y diagnósticos sobre la tragedia venezolana presente, sus orígenes y causas, así como posibles acciones a tomar en materia sobre todo de políticas públicas de carácter económico.

 

 

Estamos absolutamente seguros –lo dicen las encuestas- de que una gran mayoría de los ciudadanos estaría de acuerdo en afirmar que el principal problema que tiene Venezuela, esta nación que como afirma una portada reciente de la revista TIME “está muriendo”, es la economía, su caída libre, la carestía, la inflación, las dificultades que acosan a los venezolanos a la hora de llevar comida al hogar.

 

 

 

Sin embargo es necesario acotar que el daño central que el llamado socialismo del siglo XXI ha infligido a la nación es producto de ideas y tesis que si bien se expresan con mayor visibilidad en el ámbito de las relaciones económicas, poseen un origen fundamentalmente ético.

 

 

 

Los problemas económicos son consecuencia, no causa, de las tribulaciones esenciales que atraviesa Venezuela, y no precisamente desde la llegada de Nicolás Maduro al poder, sino en los últimos 17 años. La causa principal, generadora de un tsunami de podredumbre, de odio, de desprecio a la inteligencia, de rechazo a toda norma moral, de paternalismo extremo y de destrucción institucional generalizada, está resumida en las ideas, el discurso, el ejemplo y la acción de ese personaje llamado Hugo Chávez. Veamos ejemplos.

 

 

 

El economista norteamericano Arthur Laffer afirma esta tremenda verdad: “si usted le paga a la gente para ser pobre, usted lo que conseguirá es más y más gente pobre.” O, como dice cierto proverbio chino muy difundido, “regala un pescado a un hombre y le darás alimento para un día, enséñale a pescar y lo alimentarás para el resto de su vida”.

 

 

 

Algunos dirigentes partidistas y sociales han aceptado el concepto misionero como“una excelente idea, pero que debe implementarse mejor.” Nada que ver. El concepto de misión propuesto por el chavismo ha sido un auténtico error, que debería haber sido denunciado, desde su primera hora, por los demócratas. El triunfo de las misiones es el triunfo de la destrucción de toda noción de ciudadanía.

 

 

 

En una verdadera democracia, una misión social se justifica, entre otras razones, por su carácter temporal. Debe responder a una coyuntura específica (por ejemplo, el desastre del estado Vargas) y no ser un instrumento de sumisión de la voluntad ciudadana por parte de un gobierno que quiere convertirnos a todos en súbditos de la tiranía.

 

 

 

Chávez nunca negó el origen electoral de las misiones. Las tres grandes victorias de Hugo Chávez luego del 11 de abril (2004, 2006 y 2012) tienen como uno de sus ejes el poder manipulador de las misiones, comenzando con Barrio Adentro. Poco a poco, ese fue su designio. El proyecto de Estado Comunal sería más bien un Estado Misional: hacer de todos los venezolanos dependientes del Estado, como en Cuba, de un Estado asfixiantemente centralista y autocrático.

 

 

 

Algunas de las más recientes medidas económicas de Maduro –como los “Comités Locales de Abastecimiento y Producción” (CLAP), o el “préstamo obligatorio de trabajadores” entre las empresas- apuntan precisamente en esa dirección.

 

 

 

Ello nos lleva a recordar lo siguiente: hace décadas comenzó urbi et orbi la costumbre de hablar del régimen castrista destacando siempre -como una excepción a los horrores del régimen- los supuestos logros en “educación y deporte”, toda una falacia que los mismos demócratas hemos alimentado.  ¿Cómo se alaba la construcción totalitaria de individuos formados en los valores del comunismo como un hecho educativo valioso, por muy masificado e inclusivo que fuera el proceso? Y en materia deportiva, es obvio que los supuestos atletas amateur del castrismo han sido por décadas robots al servicio de la publicidad gubernamental. Si no pueden emigrar, todavía hoy hay deportistas que se escapan durante las competencias internacionales. En 2015, y solo en béisbol, 102 jugadores se fueron de Cuba (73 de ellos menores de 25 años).

 

 

 

Los demócratas venezolanos nos hemos equivocado de igual manera: al alabar las misiones estamos fortaleciendo la columna vertebral no sólo de los triunfos de Hugo Chávez, vía la “corrupción electoral”, sino del modelo central de estado totalitario que aspiraba alcanzar. Aceptar el concepto de misión es una total negación de lo público como medio para la formación de ciudadanos (central en el pensamiento de Jacques Maritain), de seres independientes y autónomamente pensantes. Afirmar que “Chávez trajo los pobres a la luz pública”, otra frase muy repetida, es una ingenuidad pavorosa. A Chávez nunca le han importado los pobres. ¿Acaso no son los más afectados por los años y años de violencia social que padecemos, o por las sucesivas inflaciones, o por la destrucción del tejido empresarial, o por la ola de violencia que azota a toda la nación?

 

 

 

Las políticas públicas de carácter social en democracia se caracterizan por la mejora no sólo cuantitativa, sino cualitativa, de la vida humana; por hacer de los individuos personas críticas, con control creciente y responsable de su vida, ciudadanos, en suma. Y esas políticas sociales funcionan mejor, bajo el principio de la subsidiariedad, en ambientes descentralizadores con valores derivados del reconocimiento de los derechos humanos, no bajo una burocracia centralista, manirrota y populista.

 

 

 

Con Hugo Chávez, su modelo y sus herederos en el poder, inspirados en el castrismo, se sembró por toda Venezuela la semilla de la división racial, social, política; de destrucción de toda voz disidente, de liquidación de toda forma de pluralismo.

 

 

 

Con Hugo Chávez hizo su aparición esa forma de apartheid que es la lista Tascón, y más recientemente bajo el desgobierno de Nicolás Maduro, la lista que, en manos de Jorge Rodríguez y Diosdado Cabello, sirve para perseguir a todo empleado público que haya firmado la petición de revocatorio.

 

 

 

Con Hugo Chávez y la por desgracia famosa boliburguesía se aplicaron como normales, en materia de negocios, prácticas de corrupción, de trampa, de engaño. Y eso no solo sucede con algunos oficiales del ejército venezolano o con esta casta de neo-millonarios civiles; por desgracia ha permeado de diversas maneras e intensidades a buena parte de la sociedad.

 

 

Con Hugo Chávez se hizo norma la persecución de la verdad, de todos los actores e instituciones promotores de la educación autónoma. A duras penas sobrevive la educación privada, y la educación universitaria está en terapia intensiva.

 

 

 

Con el régimen iniciado por Hugo Chávez y continuado por Nicolás Maduro se ha producido una pérdida de recursos humanos que cualquier país solo sufriría si una peste negra se abatiese sobre su juventud profesional. Sólo ver las cifras de los colegios médicos es causa de asombro, de tristeza y de preocupación hacia el futuro.

 

 

 

La denuncia de la destrucción moral, de la pérdida de meritocracia, del abandono de todo incentivo ético, no puede quedarse en los excelentes documentos de la Conferencia Episcopal.

 

 

 

Por ello, nos preocupa la abundancia de análisis exclusivamente económicos, financieros y petroleros sobre lo que se debe hacer para rescatar el país, porque la mayoría tiene en común el reducir la tragedia nacional al hecho económico.

 

 

 

Tampoco son aceptables los análisis que centran buena parte de la crítica en la república civil, como si, a pesar de todos sus errores, fueran ética y moralmente comparables los 40 años de mayores avances de la historia patria, durante los cuales se construyó por primera vez una real institucionalidad democrática, con este pozo negro de odio, de división y de corrupción que ha sido el régimen chavista.

 

 

 

En palabras de Monseñor Diego Padrón, presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana, “el pueblo está consciente de que Venezuela atraviesa una crisis global de enormes proporciones, cuyos niveles sobrepasan cualquier crisis anterior y que toca profundamente todas las dimensiones de la vida del país. Cada día el venezolano siente más la crisis en carne propia, una crisis de carácter ético-político y económico-social.”

 

 

 

El peor daño que se la infligido a Venezuela, al igual que en Cuba, es un horroroso daño antropológico. Y si queremos en verdad construir un país mejor para las generaciones futuras, habrá que actuar con base en esa premisa. No es solamente la recuperación material –sin duda alguna necesaria- la que debe buscarse.

 

 

 

En conclusión: No hay agenda futura de gobierno democrático que no deba partir del daño, especialmente el mal antropológico, causado por tanto tiempo de desidia, de abandono de ideas sensatas, de destrucción institucional, de descalificación del Otro, y de la degradación de la moral y de las éticas tanto públicas como privadas.

 

 

Marcos Villasmil

americanuestra.com

 

Pedro Sánchez, el aspirante a jugador de póquer

Posted on: agosto 19th, 2016 by Laura Espinoza 1 Comment

 

 

Desde que alcanzó poder partidista en el otrora gran partido socialista español, Pedro Sánchez ha desplegado un estilo de conducción de los asuntos políticos que solo puede ser descrito como estratégicamente torpe, tácticamente ingenuo, e ideológicamente falaz.

 

 

 

Con él se ha desdibujado aún más un partido ya bastante golpeado desde la desdichada gestión de Rodríguez Zapatero. Nada que ver con el partido fundado por el tipógrafo ferrolano Pablo Iglesias el 2 de mayo de 1879, lo cual lo convierte en uno de los partidos socialistas más antiguos de Europa y del mundo, solo superado en el viejo continente por el Partido Socialdemócrata (SPD) alemán. La organización es una pálida copia del PSOE de sus mayores glorias, bajo la dirección de Felipe González.

 

 

 

Veamos algunas consideraciones.

 

 

 

En el atardecer posterior a las batallas políticas es ley y costumbre que el juicio final democrático lo dan los apoyos logrados, no los conflictos generados. El señor Sánchez ha sido pugnaz cuando lo estratégico indicaba que debía ser empático, e ingenuo cuando lo aconsejable era mostrar firmeza táctica. Así, tanto Rajoy como Pablo Iglesias (alias “El Coletas”, nada que ver con el fundador del PSOE), una y otra vez lo han dejado con la bola en la mano, y el hombre siempre ha reaccionado como aquellos personajes que oyen un chiste en una reunión y no lo entienden, y encima se les nota en la cara.

 

 

 

Luego de las elecciones generales del pasado diciembre, una lectura evidente era que Sánchez había conducido a su partido al peor resultado de la historia democrática iniciada luego de la transición postfranquista. Los números no engañan:

 

 

Su mejor resultado lo obtienen los socialistas con Felipe González, 202 diputados de 350, en las elecciones generales de 1982 (primera victoria de González y el nuevo PSOE). González había obtenido 121 en 1979, y 118 en 1977, sus dos resultados más bajos, con un partido en pleno crecimiento, y deslastrado del marxismo como núcleo ideológico (en 1979, bajo iniciativa de González). Luego Rodríguez Zapatero obtendrá, como sus mejores números, 169 diputados en 2008. Gracias a su infausta gestión, se inicia un declive hasta hoy imparable: 110 diputados en 2011, bajo el liderazgo de Alfredo Pérez Rubalcaba, y ya con Sánchez en la conducción, 90 diputados en diciembre 2015, y apenas 85 seis meses después, el pasado 26 de junio.

 

 

 

En 1982, con un universo de votantes necesariamente menor, el PSOE y González sacaron 10.127.392 votos; Zapatero, en 2008, todavía popular, obtuvo 11.289.335; Sánchez, el pasado 26 de junio, consiguió apenas 5. 424.709.

 

 

 

Es decir, casi la mitad de los diputados y votos que el partido sacara en 2008. De lejos y con gran ventaja, un resultado pésimo. Rubalcaba con 110 diputados renunció. Sánchez, con 85, se comporta como si hubiera sacado 200.

 

 

 

“Forme usted gobierno pero yo no le dejo”, es el mensaje que Sánchez le envía a Rajoy una y otra vez. No entiende que permitirle –con la abstención del PSOE- formar gobierno no significa apoyarlo, sino dejarlo gobernar y encabezar una oposición democrática; porque la alternativa es ir a unas muy enojosas terceras elecciones, y ya me dirá usted, amigo lector, qué podrán pensar los electores de un líder obtuso, negado a todo diálogo, que ha desdibujado el socialismo español, aterrado como está por no perder con Unidos Podemos (comunistas de vieja y nueva data) la supremacía en los terrenos de la izquierda española.

 

 

 

Una y otra vez el hombre se niega incluso a escuchar las voces maduras y sensatas de Felipe González, de Javier Solana, de algunos de los barones regionales de su partido, que le dicen que se deje de tonterías y actúe con responsabilidad. Esfuerzos inútiles. Hay en Sánchez no solo un rechazo enfermizo, antipolítico, contra Mariano Rajoy y el Partido Popular, en la esperanza quizá de alcanzar una mayoría de gobierno modelo “sopa de letras”, con Unidos Podemos y algunos partidos nacionalistas, incluyendo –vade retro, dicen los barones regionales- a formaciones independentistas.

 

 

Afirma reiteradamente que “jamás pactará con la derecha”, olvidando que hace pocos meses llegó a acuerdos muy definitivos para intentar formar gobierno con Ciudadanos; luego, con el fin de seducir a Iglesias, alabó en esos días su tesis de la necesidad de construir una mayoría centrada en la “transversalidad”, y no en la vieja división derecha-izquierda. Maese Pedro cambia más de postura ideológica que de corbatas. Quien lo entienda que lo explique.

 

 

 

No comprende el hombre que es desde la reconquista de las playas democráticas, con un discurso moderno, empático y sincero, que los bajeles socialistas pueden intentar lograr los apoyos de antaño, recuperar simpatías y lealtades, volver a contar con los millones de votantes perdidos, no pactando con quienes no solo quieren destruir al PSOE, sino incluso la democracia española.

 

 

 

No discierne que en una democracia parlamentaria debe predominar la política del pacto, del diálogo, frente a la del veto, del no inmaduro e infantil. Sánchez lidera una oposición que semeja un grupo de burros dándole vuelta al molino.

 

 

Si el líder supremo es idiota, imaginemos cómo serán los mandarines y correveidiles que le rodean; por ejemplo, el número dos, el secretario de organización, César Luena, quien, en una entrevista reciente, intentando explicar por qué el PSOE votaría en contra de una candidatura de Rajoy para la jefatura del gobierno, afirma “somos oposición, y la oposición siempre vota en contra, siempre”. Claro, que su partido hermano alemán, el Partido Socialdemócrata, no solo no vote en contra, sino que incluso tenga años gobernando en coalición con los demócrata cristianos de Ángela Merkel, no es un dato importante para el cantamañanas sanchista.

 

 

 

Pedro Sánchez pertenece a la raza de políticos que únicamente negocian con su propio ego y solo trabajan para sí mismos.

 

 

 

Para colmo, la tensión partidista es tal que se puede tocar; el partido es una olla a presión. Sánchez, ante un discurso agotado, ha optado por  guardar silencio buena parte del tiempo. Al momento de escribir estas líneas, está de vacaciones veraniegas. Se dice que esperará hasta el último minuto,  que tensará la cuerda hasta que un Comité Federal partidario lo “obligue” a cederle la abstención parlamentaria a Rajoy, para así usar la excusa, en el próximo congreso del partido, de que no fue su culpa que Rajoy pudiera formar gobierno, buscando mantener su puesto como jefe del partido contra vientos y mareas. Mientras, ha tenido que oír a Felipe González alabar el gesto negociador de Albert Rivera, quien “ha ejecutado el primer acto de responsabilidad política que ha habido desde las elecciones”. No por nada, una encuesta reciente destaca que es el líder del PSOE con peor valoración ciudadana antes de unas elecciones en los últimos cuarenta años.

 

 

 

Pedro Sánchez no es un hombre de Estado; a duras penas es un mediocre apparatchik.  ¿En verdad es posible creer que este señor puede liderar una recuperación del socialismo democrático español, asediado como está, con el espacio achicado tanto por su derecha como por su izquierda?

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En lenguaje de póquer, Sánchez es el “sucker”, el tonto que en toda mesa existe para provecho de los demás jugadores. Y en lenguaje del economista Carlo Cipolla, en sus extraordinarias “Leyes fundamentales de la estupidez humana”, el pobre hombre califica como un perfecto estúpido, el que no sólo le hace daño a los demás, sino también a sí mismo. Pero eso es tema de una nota futura.

 

Marcos Villasmil

americanuestra.com

 

Debate español: Ni Pompa ni circunstancia

Posted on: junio 23rd, 2016 by Laura Espinoza No Comments

 

 

“Adiós al relincho del corcel de batalla,

 

al tambor que conmueve el espíritu,

 

al pífano que perfora los oídos,

 

a la bandera real y todas sus cualidades,

 

orgullo, pompa y circunstancia de la gloriosa guerra.”

 

Acto III, Escena III de Otelo, de William Shakespeare.

 

 

I

Se dio el único debate previsto para este nuevo ciclo electoral español, luego de que el resultado electoral del 20-D mandara de paseo al bipartidismo, y el juego a dos se convirtiera en uno novedoso a cuatro. Cuatro liderazgos, cuatro partidos (en realidad cinco, ya me explicaré más abajo) y ninguna posibilidad, ante los desencuentros, de formar mayoría en el Congreso de los Diputados.

 

 

Este nuevo escenario se inició en realidad en 2014, cuando las elecciones para el parlamento europeo, que significaron la entrada de Podemos al escenario partidista institucional. Una fuerza que ha sido difícil de caracterizar, y de la cual, a ciencia cierta, puede fundamentalmente afirmarse lo siguiente: a) surge en torno a diversas personalidades del mundo académico español, jóvenes en su mayoría, vinculados a esa entidad amorfa y todavía en proceso de autodefinición luego de la caída de un famoso muro y que, por comodidad, denominaremos izquierda; b) han tenido vinculaciones claras, vía una fundación que es previa al partido, con el régimen chavista venezolano, al que han asesorado; c) ven su oportunidad en la política práctica a raíz de las protestas sociales (el llamado “movimiento de los indignados”, surgido luego de la crisis económica de 2008); d) han privilegiado las alianzas con grupos regionales con los cuales les unen fundamentalmente su condición de “anti-sistema”; e) han impactado la praxis política tradicional mediante el uso novedoso –para España; si quisieran hacer un postgrado, deberían estudiar las dos campañas de Barack Obama- de las redes sociales; f) su “target” principal son los jóvenes y todos aquellos que se consideran desahuciados por el sistema socioeconómico; g) su talante estratégico, más allá de las palabras, es profundamente pragmático y, salvo los principales afectados -los socialistas del PSOE- los podemitas no han ocultado nunca que su meta inicial, camino necesario para la toma del poder, es superar en votos y escaños a dicho partido.

 

 

Es innegable el hecho de que España ha sido el único país donde las protestas sociales a partir del 2008 están cristalizando en un partido de izquierdas. En el resto de los países, el ataque contra el bipartidismo tradicional (conservadores y democristianos vs. socialdemócratas), ha provenido de formaciones de la extrema derecha.

 

 

 

El otro partido nuevo, Ciudadanos, es un partido de origen catalán que decide en 2015 irrumpir en la política nacional, y de entrada le proponen un pacto a UPyD (Unión Progreso y Democracia, un partido de corte liberal –de hecho en el Parlamento Europeo forman parte del grupo liberal- y cuyo líder fundacional fuera una antigua socialista, Rosa Díez.) El asunto es que la señora Díez, por razones que quizá algún día explicará (luego de que desfallezcan las pasiones momentáneas y entren en escena las nostalgias por lo que pudo ser), rechaza el pacto, para su desgracia, y luego de múltiples rifirrafes con parte de la dirigencia, UPyD, que en las elecciones generales de 2011 había sido la cuarta fuerza, con cinco diputados y un poco más de 1.140.000 votos, en diciembre de 2015 no sacó ninguno, perdiendo casi un millón de votos. Su lugar en el ring partidista, pero con mucho más éxito, lo ocupa hoy Ciudadanos y su joven líder, Albert Rivera.

 

 

 

En defensa del statu quo, están dos fuerzas que han gobernado ha España luego de que Adolfo Suárez, y su hoy desaparecida Unión de Centro Democrático (UCD), le cediera el poder en 1982 a Felipe González y al ya mencionado viejo y venerable Partido Socialista Obrero Español, PSOE (que, según algunos guasones, lo único que le queda es lo de español). Por cierto, debe recordarse que el PSOE es fundado en 1879 por Pablo Iglesias (nada que ver con “El Coletas”, el jefe de Podemos). Hasta 1979 se proclama marxista, y es miembro importante de la Internacional Socialista. Por décadas casi monopolizó el voto de las izquierdas (en España pluralizan los términos derecha-izquierda, probablemente por una tradicional dispersión de esfuerzos entre varias formaciones de cada lado).

 

 

 

Por el otro sector del espectro ideológico, “las derechas”, se encuentra el Partido Popular, otrora Alianza Popular, aggiornada hace poco más de 20 años por un joven dirigente castellano, José María Aznar. Es miembro del Partido Popular Europeo, la actual primera fuerza del continente, una alianza formada por partidos demócrata cristianos y conservadores.

 

 

 

Terminamos esta introducción, explicando por qué mencionábamos lo de cinco y no cuatro partidos. Ello es así porque no hay que dejar por fuera al antiguo Partido Comunista, hoy llamado Izquierda Unida, y que con su joven líder, Alberto Garzón –el político mejor considerado por sus compatriotas, según las encuestas- ha pactado con Podemos, y siempre según las mediciones de opinión, sus 900.000 votos obtenidos en diciembre, trasladados al pacto actual (llamado “Unidos Podemos”), podría generar un hecho inédito el próximo 26 de junio: el llamado “sorpasso”, o sea que Unidos Podemos le quite el vicecampeonato al PSOE, frente a un Partido Popular que según las encuestas repetirá el primer lugar.

 

 

Entremos entonces en materia.

 

 

 

II

 

 

 

Un amigo me pregunta: ¿Cómo se determina quién es el ganador de un debate? La cosa no es tan obvia, por múltiples razones. La primera, sin duda alguna, es ¿quién lo determina? ¿Los seguidores de cada candidato? ¿las mediciones –nada científicas- que muestran los medios de comunicación? ¿Existe acaso el “observador objetivo” que verá un debate sin prejuicios de ningún tipo? No es posible.

 

 

 

La realidad es que cada candidato llega al debate con expectativas propias, sobre las cuales diseña su estrategia. La clave estaría en un exitosa gestión de las expectativas, las propias, las de sus seguidores y las del votante independiente. Veamos el caso español:

 

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–Mariano Rajoy confesó a posteriori lo obvio: cuando uno está liderando las encuestas, la meta fundamental es no resbalar, no cometer un error grave, consolidar lo obtenido. En ese sentido, podría decirse que Rajoy cumplió su cometido.

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–Pedro Sánchez dio la impresión de que no sabe cómo salirse del sándwich que le han hecho Iglesias y Rajoy; con el segundo, tiene el reto tradicional de la política española, el enfrentamiento de los dos grandes partidos. Pero con Iglesias el reto suena más peligroso, actual y urgente: el que por primera vez en esta etapa democrática el PSOE pierda el liderazgo de la izquierda. Sánchez, en sus argumentos, no aportó nada nuevo a sus afirmaciones en el debate contra Rajoy del pasado diciembre. Sin duda alguna, está en graves problemas. Como me preguntaba mi amigo: “¿si se vota al PSOE, por qué se está votando?”.

 

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–Pablo “El Coletas” Iglesias sufrió ataques muy duros, sorpresivamente de parte de Albert Rivera, sobre todo por su relación con el chavismo, y está realizando una campaña argumental muy distinta a la elección previa; si aquella destacaba el tema del cambio desde la “transversalidad”, superando las categorías izquierda-derecha, ahora, luego de haber pactado con los comunistas, vuelve al discurso de una izquierda renovada, teniendo como objetivo central, como ya hemos destacado, superar al PSOE en el liderazgo de tal sector. En el debate, Sánchez no hizo el mandado necesario. Perdiendo Sánchez, Iglesias gana.

 

Albert Rivera

 

–Albert Rivera no la tiene fácil. De los dos partidos nuevos, Podemos ha logrado ganar mayores espacios y votos al PSOE que Rivera al PP. Su objetivo es evidente: mantener los votantes del PP que se fueron con Ciudadanos en diciembre, y seguir en la ruta del crecimiento en el espacio del centro-derecha. Con sus modales muy correctos, la verdad es que está con el cuchillo en la boca a la caza de Rajoy. En ello, coincide con Sánchez.

 

 

 

Una paradoja evidente es que Podemos y PSOE, compitiendo encarnizadamente, se necesitan si quieren alcanzar el poder. Iglesias confía en que sobrepasando al PSOE, (y que la suma de las dos izquierdas superen los votos de PP más Ciudadanos, y logren los ansiados 176 diputados necesarios para la mitad más uno), predomine en Sánchez sus instintos más que su inteligencia, o sea que lo  ciegue su rechazo y desprecio por Rajoy, antes que la necesidad de un pacto con el otro gran partido, la llamada Gran Coalición. Pero Iglesias también sabe que, si el PSOE queda tercero, el primer guillotinado sea el joven dirigente, por unos barones socialistas que no le perdonarán un resultado inéditamente deshonroso. Se dice que un nuevo SSGG socialista aceptaría en ese caso ‘abstenerse” en el parlamento, permitiendo un gobierno del PP-Rajoy, visto como débil, con poca autonomía y distancia de vuelo. Ello implicaría nuevas elecciones muy pronto.

 

 

 

Rajoy tiene razón en un dato esencial: España es el único país importante de Europa Occidental donde los socialistas se niegan a un pacto con el otro gran sector democrático (el PP, como decíamos arriba, representante hispano en el Partido Popular Europeo). Incluso en las instituciones europeas, como el parlamento, funciona dicho acuerdo sin problemas.

 

 

 

 

Una publicidad del Partido Popular:

 

Iglesias ha profundizado un pragmatismo que siempre ha demostrado en los eventos electorales. Como ha pactado con los comunistas, y queriendo bajar la presión, ha llegado a afirmar que “Marx y Engels eran socialdemócratas”; claro, también lo fueron Stalin, Lenin, Trotsky, Castro, etc. Y los comunistas, bien gracias.

 

 

 

Por otra parte, un error común ha sido pensar que el cambio de dos opciones a cuatro significaría el fin del “clivaje” (escisión) derechas-izquierdas, por uno de cambio versus statu quo; vistas las maromas que están haciendo Iglesias y Rivera, puede notarse la existencia de defensores de tales posturas (cambio versus statu quo) en ambos sectores de la división derechas-izquierdas. De hecho, sorprende que no se haya insistido lo suficiente en un clivaje “sistema-antisistema”, de tres contra uno, formado por PP-PSOE-Ciudadanos, versus Unidos Podemos. Las diferencias entre los tres partidos, y la conducta de Sánchez luego del 20-D, dispuesto a todo con tal de que Iglesias le diera la bendición como jefe de gobierno, lo impidieron.

 

 

¿Mi opinión? El debate concluyó cero a cero (salvo Sánchez, al que le sacaron tarjeta roja), y vamos a la tanda de penaltis el domingo 26. Hubo muy poca pompa y circunstancia. Ninguna sorpresa, por lo demás, conocida la calidad de los participantes.

 

 

 

¿Quiénes pueden ser presidentes de gobierno, a la vista de las encuestas? ( y que lo visto en el debate confirma): solo dos pueden serlo, como después del 20-D, pero uno de los actores cambia. El presidente del gobierno después del 26-J estaría entre Mariano Rajoy (o alguien más del PP) y Pablo Iglesias.

 

 

 

Eso sí, si no se produce de nuevo la “tranca” del primer semestre, donde todos de alguna manera vetaban a uno o a varios contrarios, haciendo imposible que los números dieran.

 

 

ánchez tiene un solo chance de supervivencia: que las encuestas -todas- se equivoquen, pero bastante, que el PSOE supere a Unidos Podemos y que la suma de ambos sea 176 diputados, o más. Y aún así dependería de los caprichos y malcriadeces de Iglesias.

 

 

Lo contrario, que se produzca el sorpasso, y que Unidos Podemos logre el segundo puesto, exigiendo entonces Iglesias a Sánchez que lo apoye como presidente, ha sido negado por el propio Sánchez, y es algo que seguramente los barones regionales socialistas no permitirían.

 

 

 

¿O es que acaso se imaginan, amigos lectores, al PSOE llevando al poder por primera vez en la historia, a un partido comunista de la Europa post Segunda Guerra Mundial, y por vía electoral? Porque no solo es que Izquierda Unida es el antiguo partido comunista español, sino que es evidente que Iglesias y sus cohortes son fans de diversas formas de socialismo autoritario, admiradores de la revolución cubana, y asesores del chavismo.

 

 

 

Edurne Uriarte, periodista de reconocida experiencia e inteligencia, llama la atención en una nota del ABC sobre un hecho que muchos opinadores y analistas dentro y fuera de España han notado, salvo la clase dirigente -partidista o no- de ese país: “la mayoría no se atreve a llamar a Podemos e Izquierda Unida por su nombre” (…); “lo indudable es que los extremistas han logrado la legitimación suficiente para formar Gobierno. Han conseguido la «normalización» de su marca, la interiorización social de Unidos Podemos como una coalición perfectamente aceptable desde todos los estándares democráticos para dirigir España.”

 

 

 

No le falta razón, en estos tiempos en que la dejadez ética se confunde con “ser abierto” y  a veces incluso con esa redomada estupidez de lo “políticamente correcto”. A fin de cuentas ¿si lo han hecho, por años, varios presidentes latinoamericanos con el chavismo, por qué no se puede hacer en la metrópolis fundacional? En España, los únicos “ultras” son de derechas.

 

 

 

III

 

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Las encuestas destacan que hay todavía un porcentaje bastante alto de indecisos (casi un 30%); pareciera que estos ciudadanos están viviendo una versión muy negativa de la paradoja señalada por el filósofo escolástico Jean Buridan, “el asno de Buridan”(realmente el primero que la planteó fue Aristóteles, pero esa es otra historia): un asno que, de regreso a su establo después de un día de labor, con hambre y sed, se encontró con un cubo lleno de agua y otro de avena; se puso entonces a pensar si le convenía comer o beber, y en medio de una gran indecisión, se murió. No supo qué elegir. Como al parecer millones de españoles hoy.

 

 

Los dirigentes partidistas lucen, en estos días pre-electorales parte 2, como esos partidos de fútbol importantes, que llegan al minuto noventa con empate, y luego siguen igual en la prórroga, sin posibilidad de hacer cambios en los jugadores, arrastrando los pies por el cansancio, y rogando que llegue pronto la tanda de penaltis. El problema es que ningún team partidista parece contar con buenos pateadores, con resolución, sangre fría y entereza. Y si bien en fútbol el cero a cero a veces puede ser un resultado aceptable y legítimo, en esta oportunidad, la amenaza de una tercera elección por incapacidad de lograrse consensos, sería algo muy negativo para el sistema democrático.

 

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La campaña electoral, a punta de repeticiones, ha recordado el estimable filme“Groundhog Day” (el día de la marmota). Todas las maneras como se encara la campaña es algo que hemos visto varias veces ya.

 

 

Al final, todo señala que el resultado del próximo domingo 26 de junio volverá a reflejar un sistema político dividido (en votos, propuestas y visiones), en deuda con una ciudadanía crecientemente molesta, por unas divisiones que reflejan la vieja incapacidad de los políticos de mirar más allá de sus ambiciones y de sus prejuicios.

 

 

 

Para que haya gobierno post 26 de junio, y no terceras elecciones, se requiere que al menos uno de los cuatro candidatos cambie de opinión y ofrezca un apoyo hasta ahora inédito. ¿Quién lo hará?

 

 

Americanuestra.com

 

Por Marcos Villasmil

Una cita con…Churchill, su doctor, y un mecánico de Yonkers, NY.

Posted on: mayo 25th, 2016 by Laura Espinoza No Comments

 

En muchas biografías de Winston Churchill, el más grande estadista democrático del siglo XX, se menciona la siguiente anécdota: de visita a los Estados Unidos en 1931 para dictar un ciclo de conferencias, y encontrándose Churchill en Nueva York, el 13 de diciembre de dicho año  fue atropellado por un auto al bajarse de un taxi.

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Debe recordarse que la paciencia nunca fue una virtud que la causara simpatías a Churchill. Algunos de sus errores más significativos derivaron de esa carencia; y varias veces estuvo a punto de seguir el destino de su padre, Randolph Churchill: “un hombre con un brillante futuro a sus espaldas”.

 

 

Quizá la razón del accidente es que Sir Winston, acostumbrado al sistema de transporte público británico -que esencialmente consiste en manejar “por la izquierda“, y que es el opuesto al de, por ejemplo, los Estados Unidos, que se ha impuesto en casi todo el mundo, el manejo por la derecha (una prueba de cómo una gran mayoría puede ser inducida al error sin decir ni pío)- al intentar cruzar una calle miró al lado equivocado. Esa es la razón de que en el centro de Londres, en las zonas turísticas, en el piso de cada cruce de peatones hay, muy visible, en letras blancas, un mensaje indicando hacia dónde debe dirigir su mirada antes de intentar cruzar. Un ejemplo:

 

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Es poco conocido el hecho de que, ese mismo año, un tal Adolf Hitler, tuvo también un accidente de auto, en Munich, cuando retornaba a su casa luego de la boda de Joseph Goebbels. Perdóneme el amigo lector, pero ése sí es un accidente que ha debido tener consecuencias más definitivas, sobre todo para el pasajero nacido en Austria.

 

 

Volviendo a nuestro incidente: Poco después de las 10:30 pm Churchill intentó cruzar la 5ta. avenida, entre las calles 76 y 77, en Manhattan, siendo golpeado por un auto conducido por Edward Cantasano (también llamado, equivocadamente, por algunos medios, Mario Contasino), un mecánico desempleado de Yonkers, NY. Churchill, como ya dijimos, se bajaba de un taxi, en medio de la calle, y al hacerlo, miró a su derecha, y viendo que no venían autos siguió adelante, encontrándose con nuestro mecánico y su vehículo. Debe mencionarse que la 5a avenida, en esos tiempos, era de dos vías.

 

 

Ciertamente puede decirse que, para Churchill, no fue precisamente su “finest hour”. Churchill cuenta que después del accidente le pidió a su asesor científico, el Prof. Frederick Lindemann (físico de la universidad de Oxford), que “calculara la fuerza precisa del impacto”. Por vía telegráfica, el 30 de diciembre, la respuesta decía lo siguiente: “el impacto del carro fue equivalente a dos cargas de perdigones disparadas a quemarropa.” El profesor no resistió la tentación de incluir el comentario de que, sin duda alguna, su peso ejerció un “efecto mitigante”, felicitándolo por ‘haber preparado un amortiguador de golpes tan apropiado”.

 

 

Lo cierto es que, más allá de las bromas posteriores, si el auto hubiese ido a un poco más de velocidad, la historia del siglo XX habría sido irrevocablemente alterada.

 

 

Llevado al hospital Lennox, fue diagnosticado con dos costillas rotas, un corte en la nariz, un esguince en el hombro derecho  y una herida en el cuero cabelludo (luego sufriría un ataque de pleuresía). Llegada la policía, el político inglés admitió de inmediato que la culpa era suya. Preocupado por el mecánico (que incluso se había interesado en saber por el estado de salud del atropellado), y dado que a lo mejor la situación -ante el despliegue mediático- podría crearle  al Sr. Cantasano mayores dificultades para obtener empleo, Churchill lo invitó a tomar el té al hotel donde se hospedaba, el Waldorf-Astoria, regalándole asimismo un ejemplar autografiado de su libro “The Unknown War” (La guerra desconocida).

 

 

Cantasano continuó con su vida,  y se conoce que se enlistó en el ejército en 1942, falleciendo en 1989.

 

 

Para el momento del accidente todavía estaba vigente en el país la llamada “Ley Seca”que, no obstante, consideraba casos excepcionales, como la posibilidad de que los médicos recetaran la ingestión de alcohol como tratamiento terapéutico en situaciones muy específicas o el uso religioso del vino para el rito cristiano de la eucaristía y los rituales judíos del sabbat.

 

 

Por ello, el doctor que trató al futuro Primer Ministro británico, Otto Pickhardt, escribió esta nota para su ilustre paciente, que más específica no podía ser. Veamos una traducción:

 

 

“Se certifica que la convalecencia post-accidente del Honorable Winston Churchill requiere la ingesta de bebidas alcohólicas, especialmente con las comidas. La cantidad es naturalmente indefinida, pero el requerimiento mínimo es de 250 centímetros cúbicos.”

 

 

Quisiera pensar que, ubicados todos en los territorios del más allá, Winston Churchill invita de vez en cuando a tomarse unos tragos a este ilustre galeno y ¿por qué no? al mecánico de Yonkers que sin proponérselo entró en los libros de historia.

 

Por Marcos Villasmil

Fuente: americanuestra.com

 

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La política exterior y el partido Demócrata

Posted on: abril 16th, 2016 by Laura Espinoza No Comments

ELECCIONES EN EEUU:

 

En varios aspectos, la campaña presidencial 2016 recuerda la de 2008, la primera victoriosa para Barack Obama. Veamos:

 

 

La candidata favorita para representar al partido Demócrata, Hillary Clinton, busca de alguna manera diferenciarse de las políticas del presidente en funciones, de su propio partido, mientras que los Republicanos insisten en que el país va hacia el abismo por culpa de las políticas de la actual administración (cosa que decían los Demócratas, hace 8 años, de Bush II).

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Un dato que merece mención es que, al igual que en 2008, nadie que logre la candidatura y la presidencia ha prometido seguir los lineamientos de Obama en política exterior (al igual que en 2008, cuando a nadie se le hubiera ocurrido hacerlo con las políticas que había diseñado el trío siniestro de Dick Cheney, Karl Rove y Donald Rumsfeld, que Bush, en una mezcla de ignorancia, incompetencia y dejadez seguía a pie juntillas).

 

El reciente éxito de la gira de Obama por Cuba y Argentina, dos extremos del espectro ideológico y político en la América Latina de hoy, resalta ante la controversia generada por los resultados de las decisiones tomadas en otras zonas del planeta. De esa manera, el presidente buscaría sembrar un legado promisorio en la única región donde las controversias con el vecino norteño han disminuido.

 

 

No obstante, en un duro editorial, el Washington Post critica la actitud del gobierno norteamericano frente a la crisis venezolana, por estar preocupado “por sus compromisos con Cuba”; “mientras la Casa Blanca corteja a los Castro, estos usan su control sobre la inteligencia y fuerzas de seguridad venezolanas, y su acólito Maduro, para fomentar sus tácticas kamikazes. Probablemente no tardará en llegar una explosión”, concluye el editorial.

 

 

Algunos comentaristas republicanos en materia de relaciones exteriores apuntan a que la administración Obama deja la presidencia habiendo agravado los problemas y obstáculos que ya se tenían en 2008: la incapacidad de entender la posición de una Rusia más autoritaria y agresiva en un mundo post Guerra Fría; el problema de cómo lograr la estabilidad y la paz en Afganistán e Irak; la agresividad china en Asia, donde el gobierno comunista desea convertirse en un nuevo hegemón; las posturas irracionales de una Corea del Norte que no acepta controles de nadie; la inestabilidad creciente en Europa, con la inmigración y los ataques terroristas como problemas fundamentales; el problema de Daesh y el radicalismo islámico, presentes no solo en Oriente Medio. Algunos demócratas han señalado como culpables a un congreso nacional y un liderazgo internacional absolutamente intransigentes. Pero ¿es que acaso no sabían lo que se iban a encontrar cuando recuperaran a la presidencia?

 

 

Otro dato cierto: los problemas fundamentales que hoy enfrenta la pre-candidata Hillary Clinton se han originado en el área internacional, específicamente durante sus labores como Secretaria de Estado.

 

 

Obama llegó a la Casa Blanca prometiendo reparar los desastres de la administración republicana previa; bajo su liderazgo, el partido Demócrata deseaba demostrar que poseía mayores capacidades y un mejor terreno ético que los republicanos para manejar las complicaciones del mundo en el siglo XXI.

 

 

Dicho objetivo, muy ambicioso, finalmente se codificó en un documento adoptado en 2011, llamado “Defense Strategic Guidance” (Guía estratégica para la defensa”). Cinco años después los resultados dejan mucho que desear. La razón fundamental es que en materia de política exterior, Obama y su equipo de asesores produjo una discordancia entre objetivos excesivamente ambiciosos y medios muy limitados.

 

 

Obama, además, incapaz de decidir entre sus asesores con posturas agresivas y quienes recomendaban políticas más cautas, hizo de la vacilación una especie de signo característico a la hora de tomar algunas decisiones fundamentales, lo cual ha causado bien sea la ira de China o Rusia (caso de Libia y Ucrania), o el creciente estupor de sus aliados tradicionales (Europa, Japón). Si Bush se dejó controlar por el ya mencionado trío, creyéndose un auténtico cruzado medieval a la reconquista de la Tierra Santa, Obama a ratos ha lucido como un Cid Campeador con tensiones hamletianas.

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De acuerdo con un ensayo de Michael Crowley publicado en la revista “Politico” el pasado mes de octubre, un funcionario de la Casa Blanca que no quiso que se publicara su nombre afirmó tajantemente que “la política de seguridad nacional al final del día solo es decidida por una persona: Barack Obama”.

 

 

Se ha logrado un acuerdo bastante discutido con Irán en materia nuclear. Pero un aliado fundamental, Europa, está sumida en una crisis que, originariamente pensada como de carácter económico, es realmente de vuelta a sus orígenes, a su concepción de la unidad esencial, de la democracia extra-nacional, y de los esfuerzos regionales desintegradores, en países como España, Reino Unido o Bélgica; junto a la irrupción de unas extremas derechas que renuevan el fantasma nacionalista, que tantos daños y tanta muerte ha causado en el pasado de ese continente.

 

 

Pero el dato a resaltar, que debe preocupar a los Demócratas en la campaña, es que las encuestas indican que los norteamericanos se sienten más inseguros que en 2008, y piensan que las políticas de Obama no brindan seguridad en lo que perciben como un mundo cada más inseguro e inestable.

 

 

Todo ello conduce a la matriz de opinión que explica la aparición como peligrosa alternativa, no de halcones, sino de auténticos zopilotes y zamuros, o sea, aves carroñeras, con los nombres de Trump y Cruz.

 

 

Qué tiempos aquellos cuando nos quejábamos de los neocons. No sabíamos lo que se nos podía venir encima.

 

 

Robert Gates, quien fuera secretario de defensa con Bush II y con Obama, escribió una nota en el Washington Post, el pasado mes de diciembre. Titulada “El tipo de presidente que necesitamos”, en ella se destacaba cuáles son las características personales que un presidente norteamericano debe poseer hoy en día si quiere gobernar con alguna posibilidad de éxito.

 

 

El problema, sin embargo, está en creer que los errores son exclusiva o fundamentalmente de un presidente particular y su administración, y no una suma de equivocaciones endémicas propias de un sistema complejo.

 

 

Los tropiezos de la política exterior norteamericana son resultado de fallas de diagnóstico, una programación rutinaria -por no decir esclerótica- de políticas, un diseño estratégico anticuado, y una ejecución del mismo en medio de un mundo complejo, que requiere una visión no solo multidisciplinaria, sino incluso multicultural.

 

 

Se trata, en suma, de errores fundamentales en la percepción que se tiene del mundo, de las prioridades estratégicas, de cómo tratar a aliados y rivales, de cómo lograr la difícil vinculación entre valores y realidades, del lugar que se ocupa en el escenario geopolítico. Y una potencia como los Estados Unidos no se puede dar el lujo de semejantes fallas.

 

 

 

Marcos Villasmil

ELECCIONES EEUU: La Caída de Marco Rubio ¿Caída del partido Republicano?

Posted on: marzo 31st, 2016 by Laura Espinoza No Comments

 

Marco Rubio, el joven senador republicano de la Florida ha sido la última víctima del inmovilismo en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba.

 

ELECCIONES EEUU: La Caída de Marco Rubio ¿Caída del partido Republicano?En una nota del New York Times, antes del retiro de la candidatura de Rubio, se destacaba que si se realizaran primarias republicanas en La Habana, los dos pre-candidatos de origen cubano, Ted Cruz y Rubio, perderían con seguridad.

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Ello es así porque si hay un tema que une a la mayoría del pueblo cubano dentro y fuera de la Isla es el rechazo hacia el embargo, al inmovilismo en las relaciones entre ambos países, a la dialéctica de la confrontación por la confrontación, a la política de tozudos gestos de rechazo y no de búsqueda de caminos que sirvan al pueblo cubano a convertirse, por primera vez en más de medio siglo, en dueño de su destino. Es también la negación del “plattismo”, que lleva consigo el deseo de que Cuba sea salvada por una“invasión norteamericana” (el plattismo debe su nombre a la “Enmienda Platt”, impulsada en 1902 por el senador Orville Platt, y que implicaba la posibilidad de intervención de los Estados Unidos en Cuba bajo ciertas circunstancias.)

 

 

Marco Rubio tenía, al comienzo de estas largas primarias, muy buenas perspectivas. Joven, bien formado, parlamentario de un estado importante, de los que deciden las elecciones. De origen latino, un voto que cada ciclo electoral se convierte en más decisivo para alcanzar la victoria. Sin embargo, en sus propias palabras: “este puede no haber sido el año para un mensaje de esperanza y optimismo”.

 

 

Curioso hecho: si algo tienen en común los mensajes de Hillary Clinton y Bernie Sanders, los dos precandidatos sobrevivientes en la lucha por la candidatura del partido Demócrata, es precisamente un mensaje en positivo. Las confrontaciones entre ambos han sido una mera danza protocolar, de buenos modales, como si estuviera prohibido atacar al contrario. Sin duda alguna, en claro contraste con el Grand Old Party (GOP), el partido de Rubio.

 

 

Rubio cayó por las mismas razones que han ido derrumbando a todos los precandidatos en estos últimos meses: un profundo rechazo al establishment republicano; desconfianza de los votantes más fieles y constantes; la división del voto entre un número exagerado de aspirantes; y la incapacidad manifiesta de evitar que Trump explotara con maestría todos estos factores.

 

 

El mensaje central del senador de origen cubano nunca cuajó: que él era el único candidato que podía unir a todas las corrientes partidistas. La verdad es que queriendo ganar el voto de todas las tendencias, no consiguió que al menos una lo apoyara.Queriendo ser el líder de todos, no lo fue de nadie. Queriendo ofrecerse como el neo-campeón conservador, no fue percibido como suficientemente radical en sus posturas.

 

 

La juventud, que entre los demócratas sirvió para darle la presidencia a un joven senador por Illinois, Barack Obama (junto a otros factores, sin duda), a Rubio se le convirtió en un lastre. No están los tiempos convulsos –y la narrativa que, desde 2008 los republicanos han intentado vender se alimenta de esta visión catastrofista- para darle la máxima responsabilidad a un joven sin experiencia.

 

 

Al final, cuando quiso reaccionar y atacar a Trump, ya era demasiado tarde. Demasiadas incongruencias tácticas frente a un rival que ha estado claro en sus objetivos y estrategias desde el primer día.

 

 

Su derrota fue, qué duda cabe, un verdadero shock para quienes lo veían como la figura indicada para derrotar a ese Atila del siglo XXI, Donald Trump.

 

 

II

Que el GOP está atravesando momentos turbulentos es un hecho fácil de atestiguar. Y que Ted Cruz –con perdón del moderado Kasich, que no se le ve chance al buen gobernador de Ohio, otra víctima de estos tiempos convulsos en el partido Republicano- sea visto como la única posible alternativa es, por lo menos, deprimente. Ted Cruz se honra en ser el senador más impopular entre sus pares; su mensaje es una mezcla de interpretaciones fundamentalistas del antiguo testamento, de mentiras acerca de la acción y visión de Ronald Reagan, y de un negativismo supremo de todo los avances que en ciencia, educación, economía o políticas sociales han aprobado naciones desarrolladas en este siglo XXI.

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Luego del bárbaro ataque de ISIS en Bruselas, para colmo, tanto Cruz como Trump han propuesto como alternativa lo que equivale a convertir a los Estados Unidos en un estado policial. Con un mensaje profundamente xenófobo, sugieren ubicar a los musulmanes norteamericanos, sin excepción, en zonas especiales, donde la presencia policial sería mayor, “para evitar que esas personas se conviertan en terroristas”. Islamofobia institucionalizada.

 

 

Mientras tanto, el pasado martes 22 de marzo se realizaron las votaciones en Arizona (ganada por Trump) y Utah (ganada por Cruz). Al magnate le tocaron 58 delegados, y al senador de Texas 40.

 

 

Mal está la cosa cuando el calculo pequeño –disfrazado de supuesto pragmatismo- inunda las argumentaciones, como este ejemplo: para algunos, convendría la victoria de Trump sobre Cruz, ya que, si bien ninguno de los dos tienen posibilidades de ganar la presidencia, Trump tendría más chance de atraer votos en estados como Pennsylvania u Ohio, cruciales en las competencias senatoriales, que lucen muy apretadas.

 

 

Otros comentarios del mismo tono apocalíptico: “Cruz es un desastre para el partido, Trump es un desastre para el país”.

 

 

Ni los moderados se salvan de este tono de elegía, de tragedia griega, si bien hay algunos con el suficiente ánimo para verle el lado positivo a la derrota: “Si Cruz es el candidato nos borran del mapa, pero tenemos oportunidad de reconstruir el partido; un hecho necesario, de todas formas”. Para el sector moderado, la derrota de Cruz significaría acabar con un argumento sin asidero en la realidad y que Cruz y otros ultra-conservadores tienen años afirmando: que las derrotas del partido se han debido a que los candidatos presidenciales no eran lo suficientemente conservadores. Válgame Dios.

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Cruz, en sus últimos discursos, ha intentando atraer a los grupos partidistas no conservadores, a las sectores moderado y libertario. En una asamblea en Carolina de Norte les dijo: “Vengan. El agua está bien”. Lo que hizo que un comentarista sarcástico destacara que ello sonaba a las palabras de algún bañista, en la película “Tiburón”,momentos antes de que el muy simpático animal le diera un mordisco en el muslo. El agua “está bien” con Cruz, solo si se le compara con el “Río Trump”, normalmente infestado además de tiburones gigantes, de pirañas, serpientes marinas y medusas monstruosas, y sus orillas habitadas por zombies.

 

 

Así es el pronóstico, bastante oscuro, en el partido republicano norteamericano. En una próxima nota, la batalla de las ideas, y la errada visión del actual liderazgo del G.O.P. sobre la sociedad norteamericana y los cambios que ella necesita.

 

 

Marcos Villasmil

Una versión de esta nota fue publicada en El Venezolano