Los ciudadanos ante las condiciones electorales

Posted on: septiembre 17th, 2020 by Laura Espinoza No Comments

 

 

A los ciudadanos también nos interesa que los partidos de oposición presenten condiciones electorales atractivas. Este punto es poco mencionado…

 

 

 

Para nosotros, los ciudadanos, los partidos de ambos bandos no están dando la talla. Ambos plantean una agenda sobre quién ejerce el poder, unos para quedarse y los otros para alcanzarlo. Pero no hacen referencia alguna sobre lo que más nos interesa que es solucionar la crisis socioeconómica. A los no políticamente identificados no nos interesa tanto quién gobierna sino cómo se gobierna. Por ello no es de extrañar que, mientras el oficialismo llame a elecciones parlamentarias, se arriesga a un abstencionismo catastrófico (solamente el 10.6% dice estar muy seguro de ir a votar y el 17% desea que las elecciones fuesen sólo parlamentarias). Ese vacío conduciría a que la Asamblea Nacional vigente busque coexistir con la que se pudiese elegir en diciembre; a solicitar la repetición de elecciones y al desconocimiento de decenas de países del supuesto nuevo parlamento. Al no lograr reconocimiento internacional, aunque el oficialismo lograse la mayoría legislativa, seguiría sin contar con un parlamento que sea considerado legítimo para aprobar y lograr créditos públicos con financiamiento extranjero y la compra-venta de acciones de las empresas del Estado por parte de multinacionales; que es lo que está buscando.

 

La participación electoral crecería significativamente si se añadiese la elección presidencial debido a que las encuestas muestran que, para el 76% de los entrevistados, los principales responsables de la crisis son Nicolás Maduro y su gobierno; el 78% desea un cambio de Presidente este mismo año; un 47% desea votar en presidenciales solamente, más un 35% dice que le gustaría elegir Presidente y diputados. Si además de incluir las elecciones presidenciales, se escogiese un nuevo CNE por vía de la Asamblea Nacional presidida por Juan Guaidó, considerada legítima por la mayoría de los venezolanos, se reduciría aún más el rechazo a las condiciones electorales existentes.

 

 

Al chavismo democrático le convendría reconocer estos parámetros y ponerse a tono con la mayoría de los venezolanos para evitar, de seguir como va, el colapso de su movimiento.

 

A los ciudadanos también nos interesa que los partidos de oposición presenten condiciones electorales atractivas. Este punto es poco mencionado porque la atención está acaparada por las malas condiciones que impone el gobierno. Pero, aunque queden latentes, los ciudadanos deben estar desmotivados por las condiciones que ofrece o deja de ofrecer la oposición.

 

 

La primera de ellas es la Unidad de los Partidos. Su desarticulación implica múltiples candidatos por curul, lo cual es la clave para que los candidatos opositores pierdan ante los chavistas que van a presentar, como casi siempre, un candidato por cargo. De ser uno a uno, los opositores tienen un potencial de triunfo de 81 a 19%, como en 2015; a pesar de la abstención. Si en este momento, los partidos de oposición carecen de unidad suficiente, lo mínimo que podrían hacer es no descalificarse mutuamente entre abstencionistas y sufragistas sino poner el énfasis en lo que coinciden: en mejores condiciones de parte del gobierno. Si se unen en ese discurso, podrían evitar el rechazo ciudadano que genera un pleito tan absurdo y hacer que la mayoría nacional y el mundo entero tengan conciencia de cada uno de los atropellos que suponen las condiciones que el chavismo impuso. En este punto también se ubica la invitación del gobierno a la Unión Europea para que sirviera de testigo en la elección parlamentaria. Aquí creo que, en vez de haber rechazado de plano la invitación, a los ciudadanos nos convenía que la UE la hubiese aceptado, “con condiciones”, para aprovechar la oportunidad de volver a exigir lo que esa Unión y países de otras regiones vienen exigiendo desde hace años: repetir la elección presidencial de 2018 y establecer condiciones electorales ajustadas a la Constitución. Al rechazar de plano la invitación, la UE ayudó a Maduro a enmendar el grave riesgo que corrió al invitarla.

 

 

La segunda condición que deben satisfacer los partidos de oposición es presentar una oferta electoral que no sólo hable de quién debe gobernar sino que también defina las políticas socioeconómicas que propone para resolver la crisis humanitaria que vivimos. Ese relato alternativo es clave para motivar la movilización de los no chavistas.

 

 

La tercera condición es que los partidos de oposición articulen sus estrategias y esfuerzos con los demás sectores de oposición, de manera que los partidos que sustituyan a Maduro no lleguen solos al poder. Si no llegan en coalición con otros sectores, ese nuevo gobierno repetiría los vicios de la partidocracia de AD y Copei; con el añadido de que ahora no tendrían la cohesión ni fuerza para volver a gobernar solos y por 40 años: sería un gobierno muy inestable por su propia desarticulación y enfrentado a un enemigo poco despreciable. En este punto se ubica el Pacto Unitario que propuso Juan Guaidó.

 

 

JOSÉ ANTONIO GIL YEPES

@joseagilyepes

El Pacto Unitario

Posted on: agosto 27th, 2020 by Maria Andrea No Comments

 

 

Visualizo al Pacto Unitario en función de tomar las banderas que más unan a los venezolanos en este momento y que tengan probabilidades de lograr resultados sólidos…

 

 

Juan Guaidó reemergió proponiendo al país un Pacto Unitario basado en la integración de la sociedad civil, la academia y los partidos de oposición, menos los que participan en la Mesa de Diálogo con el oficialismo y las directivas de los partidos colonizados o judicializados por el Tribunal Supremo de Justicia, para reactivar la lucha contra el gobierno de NM.

 

Guaidó ya ha adelantado los siguientes objetivos: “Denunciar, desconocer y enfrentar las elecciones parlamentarias. Convocar a la población venezolana para algún tipo de evento en el que el país pueda expresar su voluntad a través de un mecanismo nacional e internacional de participación ciudadana. Convenir una agenda de acción y movilización de la ciudadanía en el ámbito nacional e internacional de forma que se logre “la actuación necesaria de la Fuerza Armada y la Comunidad Internacional”. Sobre estos objetivos, me permito hacer los siguientes comentarios.

 

 

Sobre “denunciar, desconocer y enfrentar las elecciones parlamentarias”, creo que esto tiene dos desventajas: una minoría de opositores sí van a votar y eso divide a la oposición y el voto es el único instrumento de expresión política que tienen las mayorías, pues no pertenecen a partido alguno ni tienen preferencias marcadas por ningún líder político, ni habrá una intervención armada multi ni unilateral ni es probable un golpe de Estado. Creo que el punto de equilibrio sería lanzar una campaña insistiendo en cada una de las condiciones electorales necesarias para ejercer el derecho al voto; entre otras: elegir también al Presidente de la República porque el 84% de los venezolanos así lo desea y porque NM no es reconocido por 60 países; voto en el exterior con solo presentar la cédula laminada; desjudicialización de los partidos colonizados por el TSJ mediante la elección de nuevas autoridades internas; remoción de los Rectores nombrados por el TSJ y nombramiento de los nuevos por la Asamblea Nacional presidida por Juán Guaidó; corrección del carácter nacional de los 110 nuevos diputados a favor de que sean regionales, como prevé y exige el artículo 186 de la Constitución (para evitar el “Quino o Llaves de Chávez”); liberación de los presos políticos y plenas garantías para ellos y otros dirigentes exiliados; observadores internacionales; etc., etc., etc., etc.

 

 

 

Si bien estaríamos de acuerdo en que esta lista de condiciones es inverosimil porque el gobierno de NM no va a aceptarlas, la proliferación de estos mensajes, nacional e internacionalmente, pondría en grave evidencia al gobierno que ocupa Miraflores. Estas evidencias tendrían consecuencias. Alrededor del 84% que rechaza la gestión de NM estaría unificado alrededor de la denuncia de las condiciones electorales actuales, en vez de divididos entre los que quieren y no quieren votar. Más contundente aún sería convocar este pacto para responder al mayor problema de la oposición, que no es el conjunto de condiciones electorales inaceptables sino que su desarticulación no le permite elegir un candidato por curul, como sí lo logró en 2015, a pesar de las condiciones. De repetirse esta hazaña, a la oposición le sobrarían hoy los votos (81 a 19%) para volver a ganar los 2/3 de la Asamblea. Pero esperar esto es tan inverosímil como esperar que el oficialismo acepte mejorar las condiciones electorales.

 

 

“Convocar a algún tipo de evento mediante el cual la ciudadanía pueda expresarse a nivel nacional e internacional». ¿Cómo? ¿Marchas, cacerolazos, encuestas, referendo, personas sentadas en la calle u orando al mismo tiempo? De veras que no visualizo un mecanismo para implementar este objetivo de manera que logre cambiar el gobierno de NM. Sin embargo, se pudiera utilizar la pandemia para presionar por postergar las elecciones parlamentarias y comprar tiempo para lograr mejores condiciones electorales y una articulación perfecta de la oposición, tipo 2015.

 

 

“Convenir una agenda de acción y movilización de la ciudadanía en el ámbito nacional e internacional de forma que se logre la actuación necesaria de la Fuerza Armada y la Comunidad Internacional”. ¡Caramba! En este sentido, ya Maria Corina Machado propuso la Operación para la Paz y la Estabilización, un proyecto que implicaría la creación de una coalición de fuerzas externas para intervenir y controlar el territorio venezolano desarticulando grupos irregulares y bandas criminales en Venezuela. ¡Caramba!

 

 

Visualizo al Pacto Unitario en función de tomar las banderas que más unan a los venezolanos en este momento y que tengan probabilidades de lograr resultados sólidos: 1. Movilizar alrededor de las condiciones electorales para poner en evidencia las actuales y postergar las elecciones en razón de la pandemia, pero no enfocarse en promover la abstención ni criticar a los que quieran votar. Malas consejas para mejores momentos. 2. Ocuparse de lo socioeconómico (y no sólo de la política): A. Exigir un cambio en el manejo del Covid-19 porque no podemos seguir “quedándonos en casa para morirnos de hambre”; “tenemos que salir a trabajar con máximas precauciones y protecciones”. Esta campaña también pondría al gobierno de NM en evidencia pues su enfoque unilateral en la cuarentena no responde al hambre del pueblo ni a la destrucción de las empresas -fuentes de empleo. B. Identificar un programa económico para impulsar el cambio de las políticas que han sometido a la ciudadanía a una crisis humanitaria, con o sin NM en el poder. Este programa se basa en privatizaciones, no más endeudamiento, dolarización formal, legalizar la liberación del cambio y de los precios, liberalizar los despidos de personal, las importaciones y exportaciones y descentralización. Que no se diga que no hay recursos para promover la recuperación económica pues estas medidas no sólo no cuestan un centavo sino que ahorran el despilfarro de las empresas del Estado y le producen ingresos por venta de acciones y recuperación de ingresos fiscales.

 

 

 

José Antonio Gil Yepes

@joseagilyepes

Venezuela: Entre Haití y Suiza

Posted on: julio 23rd, 2020 by Periodista dista No Comments

 

 

Nuestra primera prioridad es educarnos para construir bienes intangibles, tales como una cultura que valore el conocimiento, los mejores principios de conducta cívica, la inteligencia emocional…

 

 

Con el perdón de los haitianos, al utilizar esta referencia como un escenario posible para Venezuela, lo hago para referirme a un caso extremo de desinstitucionalización o muy baja vigencia de las normas, organizaciones e interdependencias entre ellas; lo cual resulta en una sociedad de muy bajos resultados en todas las dimensiones de la vida en sociedad e individual; es decir, se trata de un territorio con gente pero no de una sociedad compuesta por grupos organizados que cooperan entre sí para lograr un nivel de vida aceptable y en paz.

 

 

El proceso mediante el cual Haití alcanzó esas características, deplorables, se debió a la férrea hegemonía de los colonos franceses sobre sus esclavos, traídos por secuestro y a la fuerza por las potencias europeas de los siglos XVII y XVIII. Aun así, Haití llegó a producir un 30% del PIB del imperio francés, principalmente en caña y azúcar. Eventualmente, la expansión de los cultivos hacia las laderas de los cerros circundantes erosionó los suelos altos y acidificó los antes muy productivos tablones de caña. Al descender la producción, las exportaciones y las ganancias, los colonos franceses empezaron a abandonar la isla, etc., etc., hasta que los esclavos se sublevaron contra los blancos y lograron instalarse en el poder. Aún en estas circunstancias, Haití seguía siendo rico, tanto que invadió y colonizó a su vecino, la República Dominicana en dos períodos cortos a fines del Siglo XVIII. Es decir, que cuando Simón Bolívar viaja a Haití a buscar apoyo fue allí porque podían dárselo.

 

 

Pero la riqueza sustentable de ninguna sociedad nunca ha estado en el suelo ni en el subsuelo, sino en su organización social cohesionada alrededor de la creencia mayoritaria en un modelo de nación, en sus reglas de juego o instituciones, en una organización pluralista según la cual no sólo se respetan las diferencias entre los grupos, sino que también éstos cooperan o se complementan entre sí mediante relaciones caracterizadas por la reciprocidad. Por eso la riqueza de Haití fue efímera. Expulsados o asesinados los franceses, resultó muy difícil crear otro orden basado en exesclavos, quienes no tenían otro marco de referencia que el modelo de sociedad que, justamente, rechazaban; pero no tenían ninguna educación ni visión que les generara consenso alrededor de otro modelo: Más bien habían desarrollado una cultura basada en la sumisión, la desconfianza, el miedo y la represión. Esta fórmula es una enfermedad difícil de curar porque, una vez liberados, la reacción es hacia un individualismo extremo, el cual acentúa la desconfianza, el “cada uno por su cuenta” o “sálvese quien pueda”. Desafortunadamente, nuestros hermanos haitianos viven así y los venezolanos presentamos fuertes síntomas de ello.

 

 

Se bloqueó la “siembra del petróleo»

 

Venezuela también logró su riqueza basada en la explotación de su subsuelo, pero, como los haitianos, nunca ha logrado ser una sociedad de socios. En Venezuela han predominado las dictaduras, las guerras, la desarticulación de los diversos sectores y la desconfianza entre ellos. Quien trató de crear una sociedad pluralista, interdependiente, más horizontal que vertical, el General Isaías Medina Angarita, fue derrocado y minimizado por quienes escribieron la historia. El régimen que eventualmente se ha reconocido como el “más democrático”, 1959-1999, en realidad fue uno de “pluralismo limitado” llamado “la partidocracia”. Bajo ese esquema, Venezuela prosperó porque, al menos nos pusimos de acuerdo para explotar el petróleo y repartirnos su riqueza, pero bien se cuidaron sus gobernantes de evitar la diversificación de las exportaciones en manos de empresarios y trabajadores privados porque eso hubiese creado una sociedad mucho más democrática. Al desterrar a la empresa privada y sus trabajadores de las principales oportunidades económicas y tratadas con desconfianza, se bloqueó la “siembra del petróleo”. De allí la enorme frustración popular de creerse un país rico, pero con un 60% de su población pobre.

 

 

Ante ese “desorden” social, llegó el día en que la mayoría de los votantes se rebelaron contra “sus colonos” y los sacaron… del poder… con los votos (no con machetes, como lo hicieron los haitianos, ni con el 4F). Su sorpresa fue que quien les iba a salvar de la pobreza, acentuó la desconfianza y agresiones contra la producción privada, el conocimiento y todo sector que no le fuese sumiso, repartiendo subsidios para compensar el desempleo y sembrando esperanzas, con tal y no trabajaran en algo productivo que retara el poder del grupo gobernante. Este disparate se mantuvo mientras duró la producción petrolera. Pero, también acabaron con la producción petrolera y ahora no sabemos qué hacer. Como a los haitianos, nos faltan educación y vivencias en un modelo alternativo democrático. En el mejor de los casos utilizamos como referencia un modelo en el que “éramos felices, pero no lo sabíamos”, empeñándonos en ignorar que bajo esa partidocracia se perdió la República.

 

 

También queremos ignorar que nuestro peor problema no es el empobrecimiento acelerado profundo y acelerado producido por el modelo rentista-autoritario sino la desarticulación de todos los órdenes sociales, públicos y privados. El problema está en que el gobierno, los partidos, los sindicatos, las cámaras empresariales, la organización militar y hasta la sociedad civil se encuentran minimizados porque el autoritarismo, la desconfianza, el miedo y la represión no son precisamente caldo de cultivo de la organización sino de la desorganización social, la que estamos viviendo, como la de Haití.

 

 

Nuestra primera prioridad

 

 

Si queremos recuperarnos, los venezolanos necesitamos ir mucho más allá de ese discurso de moda referido a la recuperación de las inversiones y producción petrolera, electricidad, agricultura, etc. No, nuestras primeras necesidades son “Moral y Luces” (Bolívar); no son recuperar los bienes tangibles, como las inversiones, la producción y el dinero, para volver a convertirnos en nuevos ricos rentistas improvisados y desafectos del conocimiento y del civismo. Nuestra primera prioridad es educarnos para construir bienes intangibles, tales como una cultura que valore el conocimiento, los mejores principios de conducta cívica, la inteligencia emocional por encima de la racional, la organización social entre actores con intereses comunes, el reconocernos y respetarnos unos a otros, poniéndonos de acuerdo alrededor de objetivos, primero nacionales y luego sectoriales e individuales, y movilizándonos para lograrlos.

 

 

El escenario Suiza lo podemos alcanzar reflexionando, educándonos, organizándonos, luchando por nuestros intereses sectoriales y respetando los intereses de los demás para así crear la sociedad de pluralismo efectivo que nunca hemos sido. La sociedad civil organizada es un factor clave en este proceso; el refortalecimiento de los sectores empresarial, obrero-sindical y una alianza empresarios-trabajadores (que ya está firmada) serían procesos clave en la construcción de esa sociedad para equilibrar el poder que han tenido los partidos y los militares frente a los demás sectores. La conversión de las empresas del Estado en empresas mixtas, público-privadas, sería una gran solución dual: económica y cívica porque ambos sectores crearían una excelente escuela, no sólo para producir, sino también para aprender a entenderse. El rescate de los partidos es fundamental porque no hay libertades ni democracia sin ellos, pero necesitan reenfocar su misión hacia la atención a los problemas de los ciudadanos que dicen querer atender y con el fin de empoderarlos, más que simplemente llegar al poder y mantener una hegemonía partidista. Por el camino del rescate cultural y de reorganización social es que lograremos recuperar, diversificar y democratizar nuestra economía, no al revés.

 

JOSÉ ANTONIO GIL YEPES

@joseagilyepes

Parásitos II

Posted on: febrero 20th, 2020 by Laura Espinoza No Comments

 

Tan dañino es el autoritarismo a nivel político y partidista como a cualquier otro nivel. Las empresas se empobrecen porque los trabajadores evitan hablar, laboran si los miran…

 

 

Pobres y ricos caen en el parasitismo porque las sociedades no cumplen las condiciones que ofrecen: “si te preparas y esfuerzas en el trabajo, tendrás el bienestar que has ganado”. Pero, si esta oferta no se cumple, hay un desacoplamiento entre los valores a alcanzar y los medios para alcanzarlos. Este desacople se origina en el autoritarismo, no en la pobreza, y consiste en alterar las reglas del juego sin consultar a los involucrados. Si los gobernados no saben a qué atenerse en cuanto a qué aspirar y cómo lograrlo; en vez de prepararse para saber cómo ganarse las cosas (Know How) y de afanarse para lograrlas, traducen esta situación en conocer a quién tienen que arrimarse (Know Who) para que le den algo, convirtiéndose en parásitos. De allí el pobre que aspira a que le den una caja de comida y el rico a un crédito blando o divisas preferenciales vía el clientelismo.

 

 

Múltiples gobiernos de países subdesarrollados tratan de establecer este tipo de relación para que los gobernados se sometan al autoritarismo. El rentismo proveniente de petróleo, oro, coltán, diamantes, etc., agrava esta relación porque los respectivos gobiernos pueden repartir más sin que los ciudadanos trabajen más, ganen más y paguen más impuestos. Por ello, a López Obrador se le hará mucho más difícil que a Chávez y Maduro hacer todos los disparates que estos últimos han hecho porque en México las exportaciones petroleras sólo generan el 6,7% de los ingresos de divisas. Casi todo el resto proviene de exportaciones privadas (US $ 264 MMM).

 

 

Tan dañino es el autoritarismo a nivel político y partidista como a cualquier otro nivel. A nivel familiar, los hijos salen idiotas o rebeldes sin causa. En lo religioso, los fieles no aman a Dios, le temen o se rebelan. Las empresas se empobrecen porque los trabajadores evitan hablar, laboran si los miran y no ponen su mayor esfuerzo porque no son consultados. A nivel de sindicatos, da pena que defensores del débil los usen para beneficio propio o para librar guerras políticas ajenas a la marcha de la empresa.

 

 

Nos liberaremos de los parásitos cuando nos organicemos para destronar el autoritarismo.

 

JOSÉ ANTONIO GIL YEPES

@joseagilyepes

Caminante, no hay camino

Posted on: febrero 6th, 2020 by Laura Espinoza No Comments

 

 

Mientras los más poderosos construyen una solución “de arriba hacia abajo”, la situación presenta la oportunidad a los menos poderosos para construir soluciones “de abajo hacia arriba»

 

 

El colapso económico no ha sido resuelto; tampoco la crisis político-institucional. Ambas soluciones las hemos puesto en manos de los partidos de ambos bandos, el gobierno, los militares y otros países. Pero no hemos puesto la solución en nuestras propias manos. Ahí está el problema.
Mientras los más poderosos construyen una solución “de arriba hacia abajo”, la situación presenta la oportunidad a los menos poderosos de auto convocarnos para construir soluciones “de abajo hacia arriba.” Este reenfoque supone aplicar una estrategia diferente a la del conflicto vertical predominante en la política; sustituyéndola por una orientada a “llenar los espacios vacíos” que deja el conflicto. Y los espacios más vacíos son el económico, la desarticulación gremial (individualismo) y la escasez de alianzas horizontales entre los sectores no públicos. Estas alianzas se orientan al fortalecimiento de cada gremio y a la cooperación para recuperar la economía entre empresarios, trabajadores, consumidores, universitarios, los que no conocen un oficio, miembros de los partidos que entiendan este reenfoque y representantes de los entes públicos que deseen cooperar, por ejemplo, vendiendo o alquilando empresas de Estado a la administración privada (como está ocurriendo).

 

 

 

Sobretodo, necesitamos descartar la prédica del odio hacia todo aquel que no quiera seguir el culturalmente milenario énfasis en lo que nos distancia como forma de vida político-social; torpeza típica de nuestra historia fundacional. El mayor ejemplo de nuestra capacidad para responder a la crisis es la súbita recuperación del abastecimiento con divisas de los particulares una vez que el gobierno liberó el cambio, los precios y bajó los aranceles. Estas medidas no fueron una concesión al empresariado, sino que el gobierno no tuvo alternativa porque se le acabaron los recursos y no los va a recuperar hasta que no complemente la política de reabastecimiento con otra de estímulo a la inversión, producción y empleo privado.

 

 

 

Caminante, por ahora, no hay camino. Haremos camino al andar.

 

José Antonio Gil Yepes

@joseagilyepes

¿Y ahora qué?

Posted on: enero 17th, 2020 by Laura Espinoza No Comments

 

 

Declaraciones del oficialismo sugieren que está en marcha un fast track: El TSJ reconocería la AN de la coalición Luis Parra-Polo Patriótico y declararía ilegal a la de JG (todavía no lo ha hecho)

 

 

No creamos que es torpeza pura la del gobierno el 05-01-20 al intentar ganar la votación en la Asamblea bloqueando la entrada de opositores al recinto; también espera que nos sigamos acostumbrando a que nos atropellen y bajemos la cabeza. Pero ese exabrupto tuvo grandes costos: Le hizo el favor a la oposición de limpiarla, perdiendo sólo 9 diputados, y de lograr que 100 diputados votaran unánimemente por reiterar a Juan Guaidó como presidente de dicha Asamblea. Esta manifestación de unidad pone a tono a la oposición con el rasgo que más espera la opinión pública de ese sector. Además, se incrementó el apoyo internacional al proyecto de cambio de gobierno. ¿Qué harán ambos bandos de aquí en adelante?

 

 

Declaraciones del oficialismo sugieren que está en marcha un fast track: El TSJ reconocería la AN de la coalición Luis Parra-Polo Patriótico y declararía ilegal a la de JG (aunque todavía no lo ha hecho y sigue funcionando con el apoyo de EE UU y Europa). La Asamblea oficialista nombraría un nuevo Consejo Electoral; el cual convocaría elecciones parlamentarias adelantadas, apostándole a que la mayoría de los opositores no vayan a votar “porque no hay condiciones”. Sin embargo, este paso le puede volver a fallar al oficialismo porque la abstención sería elevadísima: Sólo el 9,5% de la población desea elecciones de diputados sin presidenciales.

 

 

La oposición capitalizó los cuestionamientos al proceder del oficialismo, en lo que ya logró el apoyo internacional y de la Conferencia Episcopal Venezolana, y un probable repunte de su conexión con la población. Otros indicios – no muy claros – apuntan a que la oposición buscaría un reencuadre psicológico nacional con respecto al tema electoral exigiendo, “las presidenciales ya”, con o sin legislativas, y el Secretario de Estado, Mike Pompeo, ya propuso realizar ambas elecciones en 2020. El foco en las presidenciales es coincidente con la opinión del 83,1% que quiere cambiar al presidente ya, con el 45,6% que desea “sólo elecciones presidenciales” y otro 37,5% que desea “presidenciales y de diputados” y con el 74,6% que votaría por JG versus el 25,4% que lo haría por NM.

 

 

  @joseagilyepes

Unidad y sincretismo

Posted on: enero 2nd, 2020 by Laura Espinoza No Comments

 

“Unidad y Sincretismo” fue el mensaje del artículo anterior… Recibí comentarios de acuerdo y desacuerdo. Lo interesante es que vinieron tanto de chavistas como de opositores…

 

 

 

“Unidad y Sincretismo” fue el mensaje del artículo anterior que les envié como Regalo de Navidad. Recibí comentarios de acuerdo y desacuerdo. Lo interesante es que los acuerdos y los desacuerdos vinieron tanto de chavistas como de opositores. Los acuerdos se expresaban a través de frases como “Es verdad, tenemos que dialogar para ver cómo nos unimos para sacar el país adelante.” Mientras que los desacuerdos, desde ambos bandos, decían cosas como “¡Que riñones, tú como que no has entendido que la pelea es peleando!” (Tenemos 20 años en ese pleito y mire Ud. los resultados).

 

 

Mi aprendizaje de estas reacciones es que Venezuela no está dividida entre chavistas y no chavistas, esa división no es la profunda. Nuestra división de fondo y grave es entre modernos y primitivos; dos tipos de personalidades que se encuentran dentro de cada bando político.

 

 

El orden primitivo era individual; no existían reglas de juego que indujeran a cooperar; hasta que un individuo se dio cuenta de que para matar a la bestia que intentaban comerse era mejor ir en grupo y que cada miembro de esa emergente banda primitiva atacara por diversos flancos, en vez de todos por el mismo. Fue allí cuando empezaron a dejar de ser primitivos: con el surgimiento de la cooperación, la división del trabajo y la complementaria de funciones, cada uno aportando lo que mejor podía hacer: avistar, correr, golpear, evadir a la bestia, cortarla o preservar la carne.

 

 

Esas características de cooperación entre seres diferenciados por la división del trabajo, aportando cada uno lo que mejor pueda hacer, de manera coordinada y complementaria, es la esencia de la sociedad moderna. Es decir, que necesitamos lograr la Unidad entre seres desiguales, no entre “los pájaros de la misma pluma.”

 

 

De allí la necesidad del Sincretismo o amalgame creencias, principios e intereses personales desiguales que implica la división del trabajo. Esa división del trabajo es fuente de riqueza y productividad en la medida que cada uno se especializa para hacer mejor su trabajo; pero se necesita desarrollar complementariedad, cooperación y tolerancia – sincretismo- para obtener los beneficios mediante el surgimiento del equipo.

 

 

Para ilustrar este punto, la opinión pública nos indica cómo amalgamar dos principios mal interpretados y peor utilizados por los divisionistas de ambos lados: capitalismo y socialismo. Lo que estamos suponiendo sobre estos dos sistemas económico-políticos es que son excluyentes, tal y como nos lo han planteado líderes de uno u otro bando político. Pero, cuando le hemos preguntado a la opinión pública: “¿Qué es lo primero que le viene a la mente cuando yo le menciono las palabras “capitalismo” y “socialismo?”, las respuestas son de sorprendente potencial integrador.

 

Según el 54% de nuestros ciudadanos, el “Capitalismo” está asociado a atributos positivos: “riqueza, trabajo, libre comercio, progreso, bienestar, democracia y libertades.” Para un 18% estaría asociado a atributos negativos: “Dinero en pocas manos, explotación, avaricia, concentración del poder, corrupción de políticos.” El 26% de los entrevistados dice “nada, no sabe” o no responde.

 

 

En cuanto al “Socialismo”, el 57% lo asocia con atributos positivos: “solidaridad, cooperación, igualdad de oportunidades, igualdad, democracia y bienestar.” El 16% tiene percepciones negativas: “Comunismo, pobreza, lucha de clases, expropiaciones, Cuba, dictadura, Fidel, pocas libertades.” El 27% dice “nada, no sabe,” o no contesta.

 

 

Al contrastar las descripciones de ambos conceptos se pone en evidencia que la mayoría de los atributos de ambos modelos pueden coexistir. Eso es precisamente lo que ocurre en los gobiernos socialistas europeos, Chile y Brasil y crecientemente en Laos y Vietnam. Según estas percepciones, el capitalismo es más eficiente en la producción de bienestar y riqueza, mientras que el socialismo es más eficiente en crear mayores oportunidades para que los pobres salgan de la pobreza.

 

 

Las versiones disociativas de ambos modelos económico-políticos tuvieron vigencia en el Siglo XIX hasta el mediados del Siglo XX. De allí en adelante surgieron los sincretismos desde ambos lados: El socialismo estatista fue suplantado en Europa por modelos de economía mixta, cada vez más privada. Mientras que el capitalismo individualista ha evolucionado hacia formas de mayor responsabilidad social, llamadas, por ejemplo, en Alemania, “Economía Social de Mercado” en la cual se aceptan las intervenciones del Estado, no sólo para regular sino para promover el desarrollo de la empresa privada, como sucede en la China Comunista hoy. Entonces, ¿Por qué peleamos, por el bienestar económico o por el quítate tú pa’ poneme yo?

 

 

Jose Antonio Gil Yepes

@joseagilyepes

¿A la libertad por la ruina?

Posted on: diciembre 12th, 2019 by Laura Espinoza No Comments

 

El gobierno se ha ajustado a vivir con menos (y la población también). Si la situación mejora con una oposición débil, al gobierno le conviene continuar sus reformas…

 

Recientemente comenté por Twitter que la economía presenta algunos signos de recuperación dado que algunos grandes productores de alimentos masivos, concesionarios, talleres mecánicos, vendedores de repuestos, la Bolsa de Valores de Caracas, Conindustria, etc. reportan un ligero repunte. Lo cual sería algo positivo.
Sin embargo, recibí una andanada de críticas por señalar un signo positivo en época de este gobierno, del cual, según mis críticos, no podría salir nada bueno y porque una mejora lo estabilizaría. Es decir, que asumen que mientras peor nos vaya económicamente a todos los venezolanos, mayor sería la probabilidad de cambiar dicho gobierno. Karl Marx proponía lo mismo para que creciese “la presión revolucionaria”; y despreciaba a los socialistas utópicos que buscaban repartir para aliviar a los pobres antes de llegar al poder.

 

 

Una segunda observación ante tal absurdo es que mientras más pobres seamos, mayor será la proporción de personas que se colocarán en modo de sobrevivencia: saldrán a las calles a buscar comida, no a organizarse para cambiar el gobierno.

 

Si consideramos las sanciones internacionales a la economía del país como herramienta de cambio político, los estudios revisados sobre su efectividad estiman entre un 5 y 20% de éxito. A lo cual se suma que esos análisis no consideran variables sobre la situación interna de los sancionados. Por ejemplo, el régimen del Apartheid en Sudáfrica cayó porque las sanciones lo debilitaron, pero a ello se le sumó la amenaza real de una guerra civil porque la oposición era muy articulada y violenta (Mandela & Cía.). En cambio, en nuestro país las sanciones han debilitado al régimen de NM, pero no ha surgido una oposición articulada que tenga el poder de cambiarlo. El gobierno se ha ajustado a vivir con menos (y la población también). Si la situación mejora con una oposición débil, al gobierno le conviene continuar sus reformas porque la recuperación lo reestabilizaría. Pero si la mejora se encuentra con una oposición articulada, mientras mayor sea la mejoría, mayor fuerza tendrá para cambiar el gobierno.

 

José Antonio Gil Yepes

El encaje es paradójico

Posted on: diciembre 5th, 2019 by Laura Espinoza No Comments

 

 

El gobierno necesita recuperar la producción para profundizar la cura de la inflación. Para ello se requiere bajar el encaje para recuperar el crédito bancario y que sea dirigido a la inversión

 

 

El aumento del encaje ha contribuido a bajar la inflación de 1.680.000% en 2018 a 14.833% en 2019, pero sigue siendo la más alta del mundo; frena la utilización del crédito, la inversión, el empleo, la producción y el consumo. Ídem, la devaluación de 2019 ha sido de 8.107%; se ha desacelerado con respecto al 2018 por falta de bolívares para comprar divisas pero debería ser mayor para compensar la inflación: seguimos sobrevaluados y promoviendo importaciones y desempleo.

 

 

La política de alto encaje es paradójica: si el gobierno ha recuperado el abastecimiento y consumo privado haciendo sacrificios ideológicos; liberando los precios, el cambio, la circulación de divisas, las importaciones y bajando aranceles, ahora necesita recuperar la producción nacional para profundizar la cura de la inflación. Para ello se requiere bajar el encaje para recuperar el crédito bancario y que éste sea dirigido a la inversión; en vez de comprar divisas. Para frenar este desvío, el gobierno ya implantó la indexación del monto prestado al porcentaje de devaluación. Esto obliga al deudor bancario a asegurarse de que su inversión genere divisas o sea altamente rentable para protegerse del impacto de la devaluación. También es necesario profundizar la dolarización autorizando la apertura de cuentas en divisas en los bancos locales, creando la caja de compensación en divisas y los mecanismos de transferencias internacionales. Eventualmente, la dolarización formal acabaría con la inflación y la sobrevaluación de la moneda.

 

 

Otras medidas constructivas de la confianza y recuperación son los contratos de servicio, alquileres, devolución o venta de plantas, tierras y hoteles que el Estado está subscribiendo con empresas privadas. Entonces, me pregunto, qué espera el gobierno para reducir el encaje para complementar su política de reabastecimiento con la de promoción de la producción: Este complemento es imprescindible si quiere seguir “cobrando” en el ligero repunte de aprobación de gestión e intención de voto que ha logrado por los esfuerzos y sacrificios ideológicos que está realizando para recuperar la economía.

 

 

 

José Antonio Gil Yepes

@joseagilyepes

Las sanciones

Posted on: noviembre 28th, 2019 by Laura Espinoza No Comments

 

 

Las sanciones económicas puras tendrían una baja efectividad en cambiar gobiernos; habría que tener más precisión en la definición de los conceptos; y plantearse hipótesis complementarias…

 

 

En un estudio de 80 casos ocurridos entre 1914 y 1990, Gary Hufbauer (Economic Sanctions Reconsidered, 1999) concluyó que en 69 de ellos, el 86%, se habría logrado que sanciones económicas cambiaran el régimen político del país sancionado. Sin embargo, Robert Pape (“Why Economic Sanctions Still Do Not Work”, International Security 23, 2008) validó 40 de esos 69 casos, llegando a conclusiones diferentes: sólo en 5 de ellos, o el 12,5%, las sanciones habrían tenido éxito. En 18 casos el cambio de gobierno se debió a sanciones más fuerza militar. En 8 no se evidenció cambio político, en 6 casos las sanciones no fueron económicas sino militares y en 3 de ellos se aplicaron varios mecanismos. Lo anterior sugiere que las sanciones económicas puras tendrían una baja efectividad en cambiar gobiernos; que habría que tener más precisión en la definición de los conceptos; y plantearse hipótesis complementarias, tales como el papel que tendrían la articulación y movilización de la oposición al gobierno que se busca cambiar.

 

 

Las sanciones económicas pueden dañar intereses del sancionador porque dejan un vacío que otras economías pueden ocupar. Esto es obvio si se considera que la mayor economía, la de EEUU, sólo produce el 25% del PIB mundial, el 13% de las exportaciones y el 16% de las importaciones. En Venezuela, el vacío que deja Estados Unidos lo están llenando Rusia y China, entre otros países. El gobierno que sanciona excluye a sus empresas del mercado del país sancionado, castiga al consumidor y éste pierde los beneficios de las inversiones de las empresas oriundas del país sancionador.

 

 

La baja efectividad de las sanciones como herramienta de cambio y sus efectos negativos en la economía local pueden explicar que el 54% de los venezolanos está en desacuerdo con las sanciones; el 67% evalúa mal la gestión de EEUU por el bienestar de Venezuela; solamente el 14% piensa que “las sanciones serían efectivas para cambiar el gobierno de NM”, mientras que el 37% opina que “Maduro se aferraría más al poder” y el 38% señala que dichas sanciones “no tendrían ningún efecto sobre lo que va a pasar”.

 

 

José Antonio Gil Yepes

@joseagilyepes