El Cerdo Supremo y sus cerdos revolucionarios

Posted on: enero 23rd, 2016 by Laura Espinoza No Comments

Los animales asombrados pasaron su mirada del cerdo al hombre y del hombre al cerdo; y nuevamente del cerdo al hombre, pero ya era imposible distinguir quién era uno y quién era otro.George Orwell, Rebelión en la granja

 

 

Un apacible corderito de la granja chavista que se rebela

 

 

No soy fabulista ni mucho menos, pero vivir en Venezuela y sufrir el chavismo a menudo me pone creativo. A veces me excedo, lo sé, como en esta ocasión, pero es inevitable: soy un blasfemo. El más buscado.

 

Pero estemos claros, las blasfemias no son sólo cosa mía, también ustedes -pueblo lector- tienen cierta responsabilidad en la subida de tono de mis escritos. Cada vez que nuestra tragicómica realidad tropieza con otro evento animalesco, son ustedes quienes me empujan, pican y arrinconan para que escriba una nueva alegoría.

 

 

Si no fuera así -¿quién lo duda?- yo sería un apacible corderito de la granja chavista, otro más.

 

 

En esta ocasión, Merentes y Viloria, esos cerdos revolucionarios, son el tropiezo.

 

 

Cerdos revolucionarios

 

 

El británico George Orwell no vivió en Venezuela pero es como si lo hubiera hecho. Sus fabulosos1984 y Rebelión en la granja son textos indispensables para comprender al chavismo. Me detendré brevemente sobre el segundo. Ya lo he hecho en anteriores ocasiones, pero si una fabula la “repites adecuadamente mil veces” quién quita que se convierta en una verdad del imaginario colectivo.

 

 

No creo que Nelson Merentes y el coronel José Viloria, esos cerdos revolucionarios, hayan leído laRebelión en la granja, si lo hubiesen hecho no se comportarían como tales, quiero suponer que tendrían un poco de pudicia y de vergüenza.

 

 

Intentaré resumirles de qué se trata la novela de Orwell para que no se ofendan conmigo (soy un inocente corderito), es una ingenua fábula como la de Tío Tigre y Tío Conejo de Arráiz (ese sí que era un conspirador, no yo) que no causa ningún daño.

 

 

De cualquier modo sería bueno que dejen de retozar en la inmundicia y lean, según dicen el Cerdo Infinito y Supremo lo hacía. Sigan su ejemplo…, rectifico, mejor no lo hagan, no se vayan a poner más creativos.

 

 

Mejor les resumo, evitemos peores cerdadas.

 

 

Rebelión en la granja (fabula sobre la dictadura de los cerdos)

 

 

Enmarcada en la Rusia revolucionaria que se liberó de la indolente monarquía zarista de Nicolás II (vaya qué cosas las del destino y los nombres), la Rebelión en la granja es una sátira a la farsa socialista que sucedió en el poder al monarca ruso, tocayo del nuestro.

 

 

 

El cerdo Mayor, una suerte de Cerdo Supremo de entonces, incitó a los animales de la granja para que se rebelaran contra el régimen opresivo que imponían los hombres (el señor Jones en la novela). Y aunque no pudo ser testigo de la revolución que causó entre sus semejantes (también murió antes de tiempo), logró la proeza de inspirar la sacudida sociopolítica que se instaló posteriormente.

 

 

La revolución de los cerdos triunfó y logró que éstos se hicieran del poder de la granja (la alevosa imaginación nos obliga a pensar en Venezuela). Una vez en él -en el gobierno- iniciaron una serie de reformas sociales que fueron violando de manera flagrante y cínica, una tras otra, conforme pasaban tiempo en el poder (ese que cuando es absoluto corrompe absolutamente).

 

 

Fue de ese modo que comenzaron a comportarse -los cerdos- como los infames hombres que habían derrocado y actuaron de la misma manera despótica y arbitraria, lujosa y oprobiosa como supuestamente lo habían hecho éstos: persiguieron con sus “perros” (creo que ahora les llaman “colectivos”) todo indicio de disidencia; caminaron en dos patas (no en cuatro como es su naturaleza); usaron ropa lujosa (como el cerdo Pedro Carreño); durmieron en camas, bebieron alcohol, mataron, y convirtieron la granja en algo mucho más calamitoso que lo que habían combatido.

 

 

El cerdo Nicolás -perdón, ¿qué digo?-, el cerdo Napoleón (nombre del protagonista de la novela) fue el encargado de completar la faena cínica revolucionaria. Fue el cerdo que cristalizó la dictadura soñada por el cerdo Mayor (Supremo o Infinito, es lo mismo).

 

 

(Disculpo mi equivocación de nombres pero es que las “N” sucesorales se me enredan. Además, hay tanto zar “Nicolás” y monarquías de narcosobrinos en la historia que me confundo. Es de humanos errar.)

 

 

El desenlace de la novela y su revolución de los cerdos fue un desastre infinitamente peor que el del gobierno de los hombres que habían derrocado.

 

 

¿Calza entre nosotros la fabula de los cerdos?

 

Por obra y desgracia del Cerdo Supremo

 

 

Mi analogía surgió después de leer unas declaraciones que hizo el historiador mexicano, Enrique Krauze, al diario ABC de España. Expuso: “El verdadero rostro -del chavismo- aún no lo conocemos y va a tardar en revelarse. El horror que iremos descubriendo no tendrá precedentes, por el grado de corrupción, de descomposición, de destrucción de fuentes económicas, como Pdvsa, y sobre todo de destrucción del tejido social y moral del pueblo venezolano”.

 

 

No sé si sea posible descubrir más corrupción que la del cerdo Diosdado, descomposición que la del cerdo Viloria (y su despiadada vejación a mujeres y niños), destrucción de fuentes económicas y destrucción moral que la del cerdo Merentes (sus perversiones y pedofilia con niñas), pero si lo fuera no nos cabe duda de que estaríamos ante la dictadura más cerda de la historia de Latinoamérica.

 

 

Y todo por obra y desgracia del Cerdo Supremo.

 

 

Todos los animales son iguales

 

 

Espero que nadie se sienta ofendido por la analogía fabulosa que me estoy despachando en este suelto, no soy el responsable, fue a Orwell a quien se le ocurrió escribir sobre Venezuela hace más de medio siglo. Yo nunca he sido profeta en mi tierra.

 

 

Según el británico, para los cerdos en el poder “todos los animales son iguales, pero algunos animales -sobre todos aquellos que retozan en la inmundicia chavista y su lodo moral- son más iguales que otros. Por eso son inmunes a la crítica y cuando más a la justicia.

 

 

No me hago responsable si ofendí a alguien con mi ingenua fabula, fue otro tropiezo con la realidad tragicómica que nos devasta. Insisto no fue idea mía, fui empujado, picado y arrinconado por el pueblo venezolano que me lee y que está asqueado de tanta inmundicia.

 

 

A fin de cuentas la voz del pueblo -que es una escandalosa mayoría- es la voz de Dios y a ella yo me someto. Recuerden: tan sólo soy un corderito rebelde de la granja chavista.

 

Y me pongo creativo.

 

Y escribo…

 

 

Gustavo Tovar-Arroyo

@tovarr

El buen ladrón venezolano

Posted on: noviembre 7th, 2015 by Laura Espinoza No Comments

El primer Santo

 

 

A diferencia de lo que muchos saben, el primer Santo vinculado con el catolicismo no fue uno de los apóstoles, ni José ni Juan el Bautista o María, tampoco la Magdalena ni el mejor amigo de Jesús, Lázaro, a quien resucitó de la muerte; el primer Santo fue un ladrón.

 

 

Sí, un ladrón que habiendo sido crucificado junto a Jesús tuvo la conciencia de reprender al otro ladrón crucificado (al malo) por haberse burlado de Cristo en su lecho mortal.

 

 

Según cuenta Lucas en sus memorias de la época, el mal ladrón incriminó a Cristo porque no se salvaba a sí mismo ni los salvaba a ellos (los ladrones). El buen ladrón se irritó con el mal ladrón y en un singular ejercicio de conciencia crítica le recordó que ellos sí eran unos malhechores que merecían ser crucificados, pero que Cristo no merecía semejante castigo: “Él ningún mal hizo”.

 

 

Para el buen ladrón, Jesús era un “Dios condenado”, a quien le rogó en un arrebato de fe que se acordara de él del buen ladrón “cuando llegase a su reino”.

 

 

Cristo lo santificó de inmediato: “Te digo que hoy estarás conmigo en el Paraíso”, es la primera canonización en vivo y directo de la que se guarde memoria.

 

 

El buen ladrón fue humilde y coherente, se arrepintió genuinamente de sus pecados y fue santificado, se ganó el cielo.

 

 

La índole del chavismo en un párrafo

 

 

Para mí el buen chavista no existe, no conozco uno solo que sea “bueno”.

 

 

Claro, existe el “chavista” que deja de serlo, que cambia. Cuando lo hace es porque se ha dado cuenta del terrible daño que el chavismo le causa al ser humano y a la sociedad, se da cuenta cómo destrozaron sin estupor a Venezuela.

 

 

Un chavista arrepentido se avergüenza de haberlo sido, lo oculta, lo esquiva, agacha la cabeza. Si su arrepentimiento es genuino se convierte en un antichavista furibundo, abomina su pasado, intenta pisotearlo.

 

 

Dime si eres chavista y te diré quién eres.

 

 

Es muy fácil, facilito, dilucidarlo. Aquí su índole en un párrafo: promiscuo, resentido, corrupto, intrigante, cínico, déspota, nuevo rico, deshonesto, riesgoso para toda sociedad, fingidor, cobarde, chismoso, caprichoso, irresponsable, frívolo, despreciable y despreciado; hostil, siempre hostil, con un arma o con un micrófono, pero hostil.

 

 

Todo de manera encubierta, intentando aparentar lo contrario.

 

 

Venezuela es una consecuencia palpable del asomo del chavismo desde el 4 de febrero de 1992: una balacera, una confrontación perenne, una persecución y una tortura “por la paz”.

 

 

¡Cínicos! ¡Ellos son la guerra y todas sus muertes!

 

 

Su mala calaña es evidente: Diosdado Cabello, Jorge Rodríguez, Nicolás Maduro, Mario Silva, Tareck el Aissami, Pedro Carreño, Luisa Ortega Díaz, Tibisay Lucena, Iris Varela, Cilia Flores, entre otros, la lista es larga. Nunca cambian ni cambiarán. No hay arrepentimiento ni autocrítica.

 

 

Son los malos ladrones, están condenados. No rectificarán jamás.

 

 

La úlcera chavista 

 

 

El chavismo exacerbó la inmoralidad a niveles escandalosos y penetró en todos los estratos sociales, culturales y económicos de nuestra nación, son una lepra postmoderna que lo ulceró todo.

 

 

De allí que la descomposición en Venezuela ya no sea sólo chavista. La encontramos en todas partes, las llagas de inmoralidad en nuestra sociedad son evidentes.

 

 

En estos días leí con vergüenza ajena, más bien con lástima, que un grupo de opositores venezolanos forman parte de una cumbre que invita, desde Washington, a “invertir” en Cuba.

 

 

Quedé boquiabierto por dos cosas. La primera, porque me sorprende que todavía puedo asombrarme. La segunda, porque los flamantes “opositores” venezolanos pro Cuba no son capaces ni siquiera de darse cuenta ya que no de su inmoralidad (sería mucho pedir en una tierra arrasada por la peste de indecencia chavista) de la envergadura de su incoherencia (¿estupidez?). Eso sí que es asombroso.

 

 

Nadie puede entender lo acontecido, los únicos que podrían estar contentos con semejante torpeza son los chavistas, después de todo tenían razón: Cuba es un mar de felicidad, hay que invertir en ella.

 

 

¿No fue lo que hizo Chávez?

 

 

Una curiosidad sospechosa

 

 

Cualquier inversión económica está basada en la confianza; en la producción de bienes y servicios celosamente protegidos por un marco legal conocido; en la posibilidad de competir con reglas de juego claro; y en el intercambio libre y justo, aceptado por las partes no impuesto con un fusil en la cabeza.

 

 

Eso en los países más o menos normales, no con el chavismo (ni en Cuba).

 

 

Con el chavismo la inversión económica es una corruptela, un negocio a trastienda, un sobreprecio y una comisión a escondidas, un control total del intercambio para estrangular y esclavizar a la sociedad, para someterla. La riqueza se acumula en pocas manos: la de los chavistas (los malos ladrones) y la de sus socios (¿los buenos ladrones?), muchas veces opositores.

 

 

Los negocios son tan descomunales como descarados.

 

 

Es una curiosidad cuando menos sospechosa que los mismos venezolanos que promueven hoy inversión económica en Cuba sean los que en su momento intentaron evitar sanciones diplomáticas contra los chavistas en los Estados Unidos por violadores de los derechos humanos.

 

 

No los acuso ni los exculpo, para mí son llagas de la misma peste.

 

 

¿Quién es el buen ladrón venezolano?

 

 

En un país como en Venezuela en el que el chavismo ha robado todo y de todo, es muy difícil determinar quién en realidad es el buen o el mal ladrón. Incluso, en ciertos casos, por su conducta más que por su discurso, es difícil determinar quién es bueno o malo entre los opositores.

 

 

Nadie puede tirar la primera piedra. Todos estamos ulcerados, llagados, heridos. Nadie quedó inmune. Todos en mayor o menor medida somos responsables de esta desgracia.

 

 

Si partimos del ejemplo cristiano y de la memoria del primer Santo concluiremos que quien rectifica del chavismo se convierte en el buen ladrón se salva porque es capaz de autocrítica y de cambio, porque aspira a la renovación moral y la ejerce.

 

 

El mal ladrón está identificado, es chavista (u opositor que se comporta como chavista) y nunca cambiará. Pero el buen ladrón, el que rectifica, es la mayoría de los venezolanos. Somos tú y yo, somos todos. Nosotros juntos somos la fuerza movilizada del cambio.

 

 

Venezuela es un Paraíso, ganémoslo unidos, votemos, movilicémonos, defendamos el cambio. Mandemos para el carajo, bien mandados, a los malos, para que nuestra nación no sea dividida más nunca entre buenos o malos, para que nuestro país sea identificado por sus fraternales lazos venezolanos.

 

 

Se acerca el día. Tu día.

El nuestro.

 

 

Gustavo Tovar Arroyo

@tovarr

¿Perdonar?

Posted on: octubre 31st, 2015 by Laura Espinoza No Comments

Venezuela, en el corazón tatuada

 

 

Juan José Rendón (JJ) y yo hemos hilvanado una hermandad tejida sobre angustias, complicidades, rebeldías, visiones compartidas, pero sobre todo por una irreductible pasión por la libertad.

 

 

Venezuela es el vientre que nos hermana. A ella debemos nuestros mayores fervores y nuestros más desgarrados desvelos. Por ella existimos; para ella vivimos.

 

 

No hay destino sin ella. Ambos seríamos un par de extraviados errantes si nuestro corazón no tuviese tatuada la indeleble palabra “Venezuela”.

 

 

Nuestros latidos llevan su nombre, la pronuncian.

 

 

El revire desafiante

 

 

Por no doblegarnos a la dictadura, por burlarnos de ella, por retarla y martirizarla con nuestras actividades y nuestros calculados silencios, JJ y yo hemos sido acusados y perseguidos sin tregua. Somos los sospechosos habituales de todas las conspiraciones, componendas, campañas desestabilizadoras o planes golpistas que en su delirio inventa el régimen.

 

 

Solemos reírnos cuando Maduro o Cabello nos acusan. Sin embargo, al margen de la burla o el desdén que provocan en ambos los disparates que esgrime la dictadura sobre nosotros -cómo lamen nuestros nombres o cómo se inclinan para husmear nuestras huellas, lambucear nuestros pasos-, no podemos negar -ni negarnos- la ferocidad implacable y permanente con que se nos ha atacado.

 

 

Hemos resistido, sí, pero no ha sido fácil. Muy poca gente conoce o entiende la saña, la perversión o la criminalidad con que se ha intentado domar nuestro revire desafiante.

 

 

Pese a que estamos de pie y más decididos que nunca a formar parte de la estocada final que acabe con la peste chavista, nuestros espíritus están llenos de magulladuras, fracturas y heridas.

 

 

Nadie sale incólume cuando desafía -sin miedo, pase lo que pase- a una dictadura.

 

 

Nadie.

 

 

La idea del perdón

 

 

JJ y yo solemos tener conversaciones muy largas. No existe un tema sobre el cual no debatamos airada y apasionadamente. Saltan chispas, truenos y centellas cada vez que discutimos, sea sobre historia, filosofía, noviolencia o política. Sabemos que sólo así -debatiendo, discutiendo, acordando- se enlazan las conclusiones importantes, y Venezuela vive una hora culminante de conclusiones importantes.

 

 

La última conversación giró sobre la idea del perdón. Esa palabra a un tiempo plácida y atormentante, sobre todo para aquellos que hemos sido mordidos por la infamia o rasguñados por la persecución política.

 

 

En nuestra conversación no hubo gritos ni enfados, hubo comprensión y concilio. Estamos claros, sabemos que las deserciones chavistas comienzan y serán cada día más frecuentes. La náusea nacional es unánime. Muchos de los más furiosos verdugos de ayer (como Nieves) de manera honesta u oportunista, por arrepentimiento genuino o para salvar su pellejo, se fugarán de la dictadura y se acercarán a la libertad.

 

 

¿Qué haremos? ¿Perdonar?

 

 

La noviolencia y sus raíces cristianas

 

 

Cuando Gandhi teorizó sobre las bases espirituales de la lucha liberadora noviolenta fundamentó toda su teoría en la misericordia cristiana.

 

 

Pese a no ser formado ni educado en el cristianismo ni haberlo practicado, Gandhi fue un estudioso y admirador de la obra de Jesucristo. El Mahatma (el alma grande) vio en su ejemplo la manera de cambiar una civilización sin necesidad de doblegarla con las armas o con la guerra.

 

 

Para Gandhi, el espíritu humano es básicamente bueno, noble, capaz de rectificar y cambiar, no hace falta doblegarlo o hacerlo sucumbir para hacerlo cambiar, puede lograrse transformar a través del ejemplo, el sacrificio, el perdón y la misericordia.

 

 

Sobre todo el perdón y la misericordia. Se dice fácil, pero no lo es ni lo será.

 

 

¿Lo intentaremos?

 

 

La misericordia

 

 

Misericordia viene del latín miser (desdichado, desgraciado, que causa compasión) y de cord(corazón). Quien siente misericordia siente compasión -desde su corazón- por el desgraciado o por el desdichado.

 

 

¿No es Venezuela una tierra desdichada por la desgracia chavista?¿No llevamos tatuada en nuestro corazón esa bella palabra (Venezuela) que tanta compasión nos causa? ¿No la invocamos -pronunciamos- en cada latido?

 

 

Claro que sí lo hacemos, y aunque nos cueste, aunque nos retuerza la rabia, nuestro corazón venezolano deberá completar la difícil tarea del perdón. Si no lo hacemos no habrá corazón con palabra tatuada que lata. No habrá nada, sólo un desdichado desangre.

 

 

¿Quién comienza a perdonar?

 

 

No hay perdón sin arrepentimiento genuino

 

 

Si Venezuela se quiere volver a encontrar, si desea que el tatuaje mutuo que nos hermana sea realmente sentido, sea de corazón, deberá perdonar.

 

 

JJ -quizá uno de los opositores con menos razones para perdonar- me lo razonó de manera impecable: “Tenemos que recuperar el perdón, más aún, tenemos que hacerlo no por oportunismo sino por convicción. Es la única manera noviolenta de menoscabar la feroces fauces que le restan a la dictadura. Es la única manera de que Venezuela se reconcilie y recupere el accidentado camino hacia la democracia y la libertad. Es difícil, pero si realmente queremos ser un país, estamos obligados a hacerlo.”

 

 

Leopoldo López, principal afectado de la barbarie de Nieves, ya lo hizo. Su madre y su esposa también. Lo hicieron por convicción ante lo que parece un arrepentimiento genuino.

 

 

Y digo genuino porque el mismo Nieves está dispuesto a pagar las consecuencias republicanas de sus actos. No somos una religión, somos una república y en las repúblicas no sólo impera la contrición, impera la justicia. No puede haber impunidad.

 

 

Y la justicia -si queremos recuperar la democracia- imperará.

 

 

La nueva sangre que fluye

 

 

La justicia llegará en su momento con sus atenuantes y perdones, es necesario que así sea, pero antes tenemos que liberar al país y si no somos capaces de perdonar, nuestros verdugos jamás dejarán de serlo. Temerán las consecuencias.

 

 

No lo digo yo, lo dijo Cristo, también Gandhi y Luther King, lo practicaron en su momento Havel, Walesa y Mandela, y ahora lo hace impecablemente Leopoldo López en Venezuela.

 

 

Su sacrificio ha sido sembrador. Inyecta moral en la sangre… en la nueva sangre que fluye en el inmenso corazón de Venezuela.

 

 

Bienvenido sea ese país que se reencuentra e hilvana mutuamente el tejido de la hermandad, como JJ y yo, entre desgarraduras, fervores y una irreductible pasión por la libertad. Sin extravíos; por convicción.

 

 

Tatuada Venezuela en nuestro corazón.

 

@tovarr
Gustavo Tovar-Arroyo

 

 

 

La política, la antipolítica y tú…

Posted on: octubre 10th, 2015 by Laura Espinoza No Comments

La política

 

 

La política es un sueño. Sí, en su estado ideal, quien hace política ?el político- es un soñador. Sueña un país, un estado, un municipio; sueña una sociedad y a la patria.

 
El político comparte su sueño con otras personas e intenta ganar sus voluntades, si lo logra organiza con ellas los sueños comunes, crea una organización política -partidos políticos- y se postula para lograr una representación de poder (político) que le permitirá lograr que sus sueños se hagan realidad.

 

 

El principal capital que tiene un político es un sueño de país compartido y organizado con miles de personas. Si la gente se siente identificada con el sueño, aunque no esté organizada en un partido político, es capaz de movilizarse para hacer realidad ese sueño.

 

 

El sueño político de toda Venezuela hoy en día es la libertad

 

.

La antipolítica

 
No hace falta ser político para soñar un mejor país. Todos tenemos algún sueño, algún ideal nacional. Unos más que otros, pero todos anhelamos mejores condiciones de vida para la nación, mayor seguridad, bienestar, libertad y prosperidad.

 

 

Sólo una mente criminal, como la chavista, no sueña en un mejor país. Lo único que les interesa son sus propios intereses, enriquecerse y controlar demencialmente el poder (político).

 

 

Ese tipo de arremetidas vehementes contra la sociedad como la que ha sufrido Venezuela con la peste autocrática del chavismo son las que promueven la “antipolítica”.

 

 

Aunque pienso que el término está mal empleado pues no creo que el sentimiento sea contra la política, sino “antipolíticos” o anti partidos políticos, porque dejan de cumplir sus sueños, engañan y se siembran al poder para beneficio personal y no de la nación, disculpo a aquellos que son críticos con los políticos o contra los partidos políticos porque a fin de cuentas ellos están, a su modo, soñando algo distinto, no están conformes con el estado de las cosas.

 

 

El sueño nacional, para ellos, no se está haciendo realidad, por eso son críticos.

 

 

Como ciudadano uno puede estar en contra de “políticos” o de “partidos políticos”, lo que no puede es dejar de soñar, organizarse y movilizarse por un mejor país. Eso es fatal.

 

 

Hacerlo, es decir, dejar de soñar, de organizarse y de movilizarse por un mejor país, provoca la llegada de fascismos, comunismos, nazismos, o todas las anteriores: chavismos.

 

 

La política y la pintura

 

 

Debo confesar que, pese a mis críticas, algunas de ellas descarnadas, admiro a las personas que hacen política, es decir, a los políticos.

 

 

Un político, cuando lo es de manera cabal e integra, es un espíritu amplio, sensible, visionario; ama un país y dedica su vida -organizando y movilizando soñadores- para lograr su mejoría y bienestar.

 

 

Aunque no lo parezcan, aunque se empeñen en ocultarlo o disfrazarlo, los políticos son soñadores.

 

 

En ese sentido, me gusta auscultar sus sueños e ideales, descubrir su textura, su color, su perspectiva, su luz y su transparencia, porque la política es como la pintura, se traza escenas ideales, imágenes nacionales, pinturas de país que pueden ser interpretadas con criterios estéticos: ¿cuál es el color de tu idea? ¿cuánta transparencia usas para tus principios? ¿es abstracta o figurativa la imagen que tienes del ser humano? ¿hay luz u oscuridad en tus visiones?

 

 

La pintura de un político nunca debería de acabar, es una obra creada con millones de voluntades y de manos. Hay que reinventarla y restaurarla permanentemente o llega un pintor despiadado, como Chávez, que la destruye.

 

 

(¿Habrá figurado Marcel Duchamp el chavismo cuando creó su poceta y la convirtió en una fuente permanente de excremento y orín?)

 

 

La ingratitud

 

 

El oficio del político es muy ingrato porque -a menos que sea un dictador como Chávez- no impone su sueño. Siempre habrá alguien que lo critique y acuse (sin que esto signifique que lo meta preso o torture, como hace Maduro), siempre habrá alguno que no esté de acuerdo con su accionar y, por lo general, siempre es más fácil criticar a un político que criticarse uno mismo ante una situación de deterioro nacional.

 

 

Si un país es libre, cada quien tiene derecho a tener su propio sueño, a organizarse y movilizarse para lograr que se haga realidad. La crítica es normal, de hecho es una de las bellezas de la política en democracia, uno dialoga, debate, confronta a través del diálogo sueños, visiones e ideas.

 

 

Los políticos son personas sin descanso, como deben su vida a ganar voluntades, a lograr que mucha gente comparta sus sueños, no paran, andan -o deberían de andar- de un lado para el otro generando esperanza, invitando a la gente a soñar: organizando y movilizando sueños.

 

 

Y créanme, eso no es fácil, nada fácil. Es agotador e ingrato, sobre todo cuando el político -el soñador- enfrenta una dictadura cuya consigna es la muerte para aquellos que no se subyuguen a su socialismo.

 

 

Es decir la mayoría, por eso muere el país.

 

 

Pese a todo, soñar

 

 

El país está tan arrasado, la lepra chavista ha devastado tanto y a tantos, que entiendo que nos cueste soñar, que estemos desesperanzados, que la pintura cada día se vea más plana y gris.

 

 

Sin duda hay millones de razones para sentirse abatido y derrotado, engañado por algunos políticos y defraudado por otros, pero lo importante, lo fundamental, es que ni tú ni yo dejemos de soñar, que tú y yo, aunque no estemos en partidos políticos, soñemos un mejor país, nos organicemos y movilicemos para lograr un cambio.

 

 

El futuro no sólo depende de la decisión de uno u otro político, depende de que tú seas el político, que sueñes, te pronuncies, organices, te movilices y venzas la frustración.

 

 

Soñar con una mejor Venezuela no depende de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) ni de los partidos políticos, depende de ti y de mí.

 

 

Yo la quiero y me voy a movilizar para lograrla, espero que tú también.

 

 

Los colores amarillo, azul y rojo se encienden en nuestro grito de unidad, nueve estrellas -sí, nueve- salpican nuestro horizonte como ruta hacia la esperanza.
La novena será la estrella de la libertad.

 

Gustavo Tovar Arroyo

@tovarr

La apoteósica victoria de Leopoldo

Posted on: septiembre 12th, 2015 by Laura Espinoza No Comments

Si me condena le va a dar más miedo a usted leer la sentencia que a mí recibirla, porque usted sabe que soy inocente. Leopoldo López

 

 

La gloria hecha pueblo

 

 

Venezuela es una bella palabra, bellísima palabra.

 

 

Su sonido, su entonación, lo que representa (la pequeña Venecia), lo que simboliza (la gloria hecha pueblo) y lo que nos inspira su pronunciación es conmovedor, único.

 

 

 

Imagino que cada habitante del mundo es afectado por un sentimiento semejante cuando escucha el nombre de su país, que cada uno se ensancha a su modo cuando una voz ajena articula el nombre de su patria, sobre todo cuando se está fuera de su tierra.

 

 

Sin embargo, después de estos años de lucha por la libertad, de esta permanente pugna con el cinismo y perversidad chavista, cuando pronuncio o escucho esa bella palabra que es Venezuela mi alma se abriga y sujeta a ella.

 

 

Es diferente, porque somos diferentes, la bella palabra Venezuela ha adquirido otra envergadura, es más honda y sentida, más unánime, más intensa.

 

 

La bella palabra eres tú venezolana, venezolano que luchas.

 

 

Eres tú que encarnas un grito de libertad.

 

 

Si una nación es su gente y su gente lucha como tú, como yo, pero particularmente como Leopoldo López, tenemos sobradas razones para ensancharnos y vibrar de orgullo cuando escuchamos esa bella palabra que es Venezuela.

 

 

Ahora sí más intensamente que nunca porque hemos cambiado, porque nuestra feroz -pero digna- lucha por ideales y sueños nos hace renacer de la cenizas históricas en las que habíamos caído.

 

 

Hacía tiempo que Venezuela no encarnaba la furia de su himno, hacía tiempo que nuestra política era un circo de vanidosos (opositores) y despiadados (chavistas), hacía tiempo que un político no mostraba un par de talantes morales bien puestos.

 

 

No hay que amarrar nuestro corazón al poste del pesimismo cuando se da una lección moral y de honorabilidad como la que Leopoldo ha dado, no, nada de eso, lo que hay es que sentir que esa bella palabra que es Venezuela ha recuperado su fuerza moral, su garra y bravura.

 

 

Yo no siento ni sentiré tristeza, no, la sentencia era absolutamente previsible: una dictadura actúa como una dictadura. Lo que siento es una renovación de ánimo, una fuerza e inspiración para luchar más, una tenacidad renovada, un despertar.

 

 

No hay tristeza, hay más hambre de libertad y de justicia que nunca.

 

 

La moral y la política

 

 

Nadie ha dicho ni puede decir que la transformación de una nación o que el tránsito de una dictadura a una democracia son tareas fáciles, no lo son, generan angustia, dolor y requieren mucho sacrificio; a veces las victorias no llegan, no se aparecen, por eso cuando llegan o aparecen, como en el caso de la victoria moral que ha significado la sentencia judicial en contra de Leopoldo, uno no se puede entristecer, uno debe saber y sentir que las cosas están cambiando, que lo que tanto nos ha costado explicar interna y externamente: que en Venezuela vivimos una dictadura, con el aberrante juicio a Leopoldo quedó al descubierto.

 

 

López, además, ha dado una lección de fortaleza moral y de coherencia intelectual que le urgía a la historia política de Venezuela. Estamos ante uno de esos extraños casos, tan conocidos universalmente, en el que un líder no sólo habla de moral, sino que la encarna.

 

 

López no cumplirá la condena, saldrá pronto. El peso de la sentencia, la infamia que la envuelve, destrozó a Maduro y terminó por encumbrarlo a él.

 

 

Los que conocemos a Leopoldo sabemos que está preparado espiritualmente para resistir, que entiende que su resistencia es sembradora, que la política venezolana había tenido referentes de diferentes tipos pero pocos referentes morales, entiende además que la apocada oposición no saldría del chavismo sin sacrificio, su virtuosismo durante el infame juicio no sólo ha conmocionado a Venezuela, ha conmocionado al mundo.

 

 

Escribí “conmocionado” y debí escribir “iluminado” porque el resultado de esa conmoción mundial ha sido el desenmascaramiento total de la dictadura chavista.

Esa es una apoteósica victoria de Leopoldo que hace que la bella palabra que es Venezuela también venza.

 

 

Es decir: tú.

 

 

El himno que yo canto

 

 

Como he dicho, no soy un opinador ni un analista, prefiero cantar cuando escribo y hoy deseo cantar el himno nacional. ¿Lo hacemos juntos?

 

 

Porque juntos, y con Leopoldo, somos la gloria de un pueblo bravo que lanza para el carajo el yugo de la dictadura chavista resistiendo de manera pacífica, respetando la ley, pero enseñando los dientes de la virtud y el honor en cada aliento.

 

 

Ya no somos pocos los que gritamos que bajen las cadenas porque, como Leopoldo bien le señaló a la vil egoísta Susana Barrieros, será el pobre en su choza quien lo exija y triunfe, quien le quite las esposas.

 

 

Sabemos que la libertad no se pide, se conquista gritando con brío que muera la opresión. Lo nuestro ha sido un grito perenne contra las cadenas y contra la opresión, lo fue en 1810 y lo es ahora en 2015, porque esa palabra bella que es Venezuela nos hace compatriotas fieles de la fuerza, de la fe y de la unión.

 

 

Dios, el supremo autor, desde el empíreo nos infunde como pueblo un aliento sublime de libertad que logra que toda la América exista como nación y si el despotismo levanta la voz, seguiremos el ejemplo que en Caracas Leopoldo dio.

 

 

No hay cansancio ni pérdida, hay dignidad. La historia no se equivoca y nosotros estamos en su lado correcto, como Cristo, Gandhi, Luther King o Mandela.

 

 

Gracias Leopoldo por tu sacrificio y entrega, no estás preso, nunca lo estarás, tú espíritu está más libre y enaltecido que nunca. Ese santo nombre que es Venezuela te necesita y espera para que lo gobiernes y dirijas hacia un mejor destino de libertad y prosperidad.

 

¡Viva Venezuela!

 

 

Gustavo Tovar Arroyo

@tovarr

 

¡Nicolás, no renuncies!

Posted on: agosto 29th, 2015 by Maria Andrea No Comments

El que ama no puede pensar
todo lo da, todo lo da.
José José

 

 

Llorar de vergüenza

 

 

Los venezolanos deberíamos llorar de vergüenza por lo que el chavismo le ha hecho al hermano pueblo bolivariano de Colombia. En doscientos años no habíamos protagonizado una crueldad semejante. Los únicos que no se avergüenzan, que justifican y hasta celebran su fascismo son Maduro, Cabello y Jorge Rodríguez.

 

 

Y será peor; sí, lo será, mientras la demencia chavista ostente el poder sólo habrá calamidad y ruina.

 

 

Son una peste inhumana sembrada en nuestra historia, con ellos la vida política es un matorral de espinas venenosas.

 

 

Pinchan hasta el desangre…

 

 

¿Por qué escogió a Nicolás?

 

 

A dos años de muerto Hugo Chávez Frías no existe una sola persona en Venezuela o en el mundo que no se esté preguntando el porqué el sátrapa montó a Nicolás como su sucesor.

 

 

La razón es mucho más trivial de lo que parece, más carnal y básica de lo que se piensa, dados los avances sociales y la tolerancia cultural, nadie debería de apenarse, es normal.

 

 

Hugo escogió a Nicolás por amor.

 

 

No tiene nada de malo ni es descabellado, de hecho es el signo más revolucionario del socialismo chavista del siglo XXI, no se trata de un guion cinematográfico ni de un drama romántico del siglo XVIII, es una realidad.

 

 

Por más que el secreto (a voces) permanezca en el clóset histórico, el despelote nacional lo corrobora.

 

 

El amor también existe en los tiempos (chavistas) de cólera.

 

 

La histeria de Nicolás

 

 

El inhumano éxodo al cual fue sometido el hermano pueblo bolivariano de Colombia, cuyas estampas depravadas y ruines -todas tristísimas- dieron la vuelta al mundo y causaron un unánime rechazo internacional, no fueron un acto premeditado ni planificado como distracción electoral como aseguran algunos, no, nada de eso, lo que observamos fue un acto de histeria.

 

 

Nicolás lo repetirá una y otra vez mientras permanezca en el poder. Esa es nuestra fatalidad y tendremos que afrontarla. Él llego al poder por un capricho (enamorado), se mantendrá en él caprichudamente.

 

 

Ayer encarceló a estudiantes y políticos venezolanos, hoy vilipendia y deshonra al pueblo colombiano, mañana su histeria irá en contra del propio chavismo (que lo aborrece y siente un entrañable asco por él).

 

 

Todos somos víctimas del amor de Chávez, Nicolás es su legado, ambos representan el corazón de la revolución chavista.

 

 

Call her Caitlyn (Llámenla Caitlyn)

 

 

Hace pocos meses el mundo del espectáculo estremeció a la opinión pública internacional con una noticia. Bruce Jenner, antiguo medallista olímpico norteamericano, padrastro de las archiconocidas mujeres del socialité hollywoodense: las hermanas Kardashian (cuya versión tostadita y rechoncha la encarnan las hermanas Chávez) y padre de dos florecientes y bellísimas modelos: Kylie y Kendall, decidió convertir su género y transformarse en mujer.

 

 

Urgió que la llamemos “Caitlyn”

 

 

No la culpo ni la juzgo, nadie tiene derecho a hacerlo, simplemente la uso -a Caitlyn- como referencia porque de tanto escándalo, despropósito y asombro al cual nos tiene sometidos la revolución chavista (con Maduro como principal protagonista), sólo faltaría una cosa, que Nicolás un buen día nos confiese en cadena nacional: “Yo soy la “Doña” del chavismo del siglo XXI, el amor me escogió. Soy fruto de una escogida histórica.”

 

 

Eso sí que sería un aporte revolucionario para este siglo.

 

 

La serpiente estrambótica y sus plumas

 

 

Ya hemos hablado de ese personajillo trepador que aparece sospechosamente en cada acontecimiento electoral venezolano dando beneficio de duda y la victoria al régimen desfachatado y criminal que lidera la “Doña”.

 

 

Inserto en una combinación de acontecimientos espectaculares (como la transformación de Caitlyn), esta semana la víbora trepadora volvió a aparecer con otro de sus plumosos comentarios a favor de la dictadura.

 

 

Palabras más o menos, dijo: “el gobierno tiene derecho a expulsar a los ilegales del país, se trata de un hecho político que puede dar un giro “estrambótico” a la carrera electoral que podría significar la victoria del chavismo” (sus clientes).

 

 

Su lista de comentarios tendenciosos es larga. Los repite y repite en cada oportunidad que puede desde que se vinculó con Jesse Chacón.

 

 

Lo bueno es que cada día son más los que lo tienen medido y descubierto, incluso en el seno de la Mesa de la Unidad (MUD). El venezolano es de todo menos pendejo.

 

 

La única manera de que la “Doña” gane una elección es con un fraude, ese sí, estrambótico y descomunal.

 

 

Venezuela detesta a Nicolás, es lo único en lo que chavismo y oposición están de acuerdo. Por sus histerias lo detestan cada día más.

 

 

Nicolás, ¡no renuncies!

 

 

Es importantísimo que Nicolás no renuncie en este momento. Necesitamos que permanezca cometiendo pendejadas por un tiempo. Él solito -con ayuda de Diosdi- está acabando con el chavismo.

 

 

Nicolás la única arma que sabe usar con experticia es el secador de pelo, su copete “pelucón” de Doña dictatorial, lo demuestra. Por eso hace semejante ridículo cuando guerrea.

 

 

Amenaza a Guyana y el presidente de ese empobrecido país lo abofetea y se burla de él. Lo manda para el carajo y lo avergüenza.

 

 

Se lanza ahora contra Colombia y lo mismo, Santos, Uribe, Gaviria y Pastrana lo escarnecen y cachetean. Lo retan y humillan. El ridículo es total.

 

 

A la “Doña” no le queda sino mostrar su mofletudo y grasiento espesor en un patético baile o levantando pesas, no causa temor sino lástima. ¿Dígame si existe un venezolano que no deteste tanta idiotez? Los chavistas se revuelcan de pena y rabia.

 

 

Diga lo que diga la serpiente trepadora (en defensa encubierta de su cliente), el venezolano -insisto, que no es pendejo- se da cuenta y manda larguísimo para el carajo a la “Doña” en su histeria bufa, no se lo cala más. Por eso serán los mismos chavistas quienes lo saquen a patadas del poder.

 

 

Mientras tanto es fundamental que resista, que Nicolás no renuncie, si quiere llamar la atención que se convierta en la “Doña”, que salga del clóset, pero que no renuncie, que siga hundiendo a Chávez y al chavismo.

 

 

La venganza es dulce y Nicolás tiene derecho a una retaliación, tremendo vainón le echó su amado dejándolo como sucesor.

 

 

¿Cómo le gustará que lo llamen a él?

 

 

@tovarr

Pena de muerte para Gustavo Tovar

Posted on: julio 18th, 2015 by Laura Espinoza No Comments

Ni golpean ni muerden

 

 

La dictadura chavista -esa lepra histórica- ha vuelto a atacarme.

 

 

Nada nuevo ni extraño, los ataques son señales claras de que avanzamos: los perros y las perras ladran. Sobre todo si tienen pánico o hambre y en Venezuela los perros dictatoriales sufren mucho de ambos.

 

 

Lo he dicho antes: nos golpearán como quien golpea el agua, hasta que se les canse el brazo; nos morderán como quien muerde el aire,

 

 

 

hasta que se despedacen sus colmillos.

 

 

 

Nuestra lucha es espiritual y al espíritu ni se le golpea ni se le muerde, el espíritu siempre resiste, se impone y prevalece.

 

 

Y el espíritu de nuestra lucha está intacto, ante cada arremetida se ensancha y crece.

 

 

La dictadura chavista

 

Venezuela ha sufrido muchas dictaduras a lo largo de su historia. Unas han sido despiadadas y sanguinarias, otras han sido ineptas y despelotadas, todas han sido corruptas y cínicas.

 

Probablemente la única que ha sido despiadada, sanguinaria, inepta, despelotada, corrupta y cínica ha sido la chavista.

 

 

Combatir una dictadura es de por sí una misión sacrificada e hiriente, causa mucho dolor, angustia y padecimiento. Se desatan las peores miserias humanas, traiciones, avaricias, hipocresías y desvergüenzas.

 

 

El chavismo es el compendio perfecto que muestra una dictadura desatada. Por eso lo combato y combatiré hasta el último de mis días. No es sólo una causa histórica o política el combatirla, es una causa moral.

 

 

Repito y repetiré hasta el cansancio: mientras nuestro aliento sea capaz de empañar una lámina de vidrio tendremos fuerza suficiente para luchar por nuestra libertad.

 

 

La quinta Michoacán, mi casa

 

Mi casa, la quinta Michoacán, llamada así en honor a mi madre, hogar de mis hijos, santuario de jóvenes soñadores y del movimiento estudiantil, hostal bendito de la Virgen de Guadalupe, se convierte hoy en la primera casa “prisionera política” de la historia de Venezuela. Su mito crece.

 

Ha recibido bombas, disparos, invasiones, incendios y ha resistido. ¿Por qué? Porque ahí Venezuela ha soñado en libertad.

 

La dictadura chavista en un acto que si no fuera trágico sería muy cómico, me la ha invadido y robado a plena luz del día. No me detendré a analizar la ilegalidad, inconstitucionalidad o injusticia del acto. Es inútil. Las dictaduras son criminales y como tales actúan.

 

A mis amigos los han asesinado, encarcelado y torturado, ¿qué representa frente a ese dolor imborrable que a mí me roben mi casa? La verdad, nada.

 

La previsible torpeza del régimen nos hace un favor, la dictadura chavista queda desenmascarada y desnuda, raquítica ante los ojos del mundo, famélica ante la historia. Golpean el agua con demencia, muerden el aire con ineptitud.

 

Son unos pendejos, despiadados, pero pendejos.

 

El modelo cualitativo cuantitativo de un pendejo

 

¿Por qué González López y su amo Diosdi Cabello crearon la despiadada Tumba?

 

 

Porque lo que su estolidez no puede lograr con ideas lo pretende lograr con torturas. Su modelo “aritmético matemático” es ruin.

 

 

Insisto: son unos cualitativos cuantitativos pendejos, despiadados, pero pendejos. Aquí el orden de los factores altera el producto y en particular lo de González López es una vergüenza elevada a la N potencia, pobrecito (lo digo con compasión y hasta lástima).

 

 

Que siniestros personajes como Diosdi, González López o la Harrington -los dos últimos señalados y “sancionados” internacionalmente como peligrosos violadores de los derechos humanos- me persigan, roben mis bienes o acusen, no sólo me enaltece, me llena de orgullo.

 

 

Ser señalado por el chavismo como “desestabilizador” (l’enfant terrible de la conspiración) es la más honrosa insignia que le pueden colocar a mi espíritu. Por favor, sigan

 

Me gusta.

 

El himno de Venezuela

 

Entono el himno a través de mis escritos cada vez que puedo porque me hace sentir el rugido de los venezolanos que lucharon contra dictaduras en el pasado en cada letra.

 

 

Además, confirma ante la historia, ante Venezuela y Latinoamérica, pero sobre todo ante mis hijos, mi compromiso de ser parte del bravo pueblo que lanza para el carajo el yugo de la opresión dictatorial.

 

 

Cada vez que un despotismo -como el chavista- ha levantado la voz, ese bravo pueblo del que orgullosamente formo parte grita con brío “¡muera la opresión!” y siempre nuestra fuerza ha sido la unión.

 

 

Humildemente pero con mucha conciencia crítica, como el pobre que en su choza libertad pide o como el señor que grita “¡abajo cadenas!”, yo prefiero unirme a su gloriosa bravura con virtud y honor.

 

 

Y desde el Empíreo el Supremo Autor nos infunde -como pueblo- un sublime aliento que hace temblar de pavor al vil egoísmo chavista que alguna vez triunfó.

 

 

El terrible delito de Tovar: soñar en libertad

 

 

A decir verdad no sé muy bien de qué se me acusa. Mientras otros admirados venezolanos son acusados de ser: guerreros económicos, magnicidas, traidores a la patria, corruptos, violadores, saboteadores o de cuánta vaina demencial se le pueda ocurrir al régimen, a mí se me denigra escandalosamente por supuestamente cometer el subliminal delito de soñar en libertad.

 

 

¿No habrá en el código penal un delito menos patético y más serio para mí?

 

 

Lo necesito, lo urjo pronto, si no lo hacen, si no me acusan de algo más grave y menos etéreo como “imaginar una Venezuela más humana y libre”, seré por los siglos de los siglos la comidilla de los chistes de otros admirados “desestabilizadores” como Luis Chataing o Laureano Márquez. Al menos ellos cometen el delito de hacer reír con lucidez a una Venezuela que con el chavismo no hace sino llorar.

 

 

 

Ellos sí son osados, yo no.

 

 

Porque a mí si por escribir, si por imaginar una Venezuela menos despiadada, sanguinaria y pendeja, Diosdi y su perrito faldero me robaron mi casa (la prisionera política Michoacán), me tendrán que sentenciar con cadena perpetua -incluso la pena de muerte, ¡mátenme!- porque soy un reincidente que jamás dejará de soñar en libertad.

 

 

Y el sueño se hará realidad

 

 

No tengo ni tendré salvación…, o quizá sí: que la Venezuela de los sueños y de los ideales, la del honor y la virtud, la de los derechos humanos y de la libertad, sea la que tutele democráticamente el país, como pronto ocurrirá.

 

 

En ella seré otro venezolano común y corriente más, que vivirá en su casa (Michoacán) junto a sus hijos, guardado por la sonrisa perenne de la Virgen de Guadalupe que desde el Empíreo su aliento de amor y de paz, después del despotismo chavista, nos infundirá.

 

 

Y el sueño pronto se hará realidad…

 

Gustavo Tovar Arroyo

@tovarr

Guayana o lo que Chávez regaló

Posted on: julio 11th, 2015 by Laura Espinoza No Comments

El Esequibo es mío, es tuyo, es tierra venezolana. Témpano

 

La peor calamidad

 

No tenemos humor para simulaciones. Ni humor ni tiempo. Estamos ante una nueva farsa chavista y hay que encararla. Otros que se dediquen arteramente a manifestar solidaridad con el régimen, nosotros no, yo no y espero que tú tampoco.

 

 

Venezuela está en peligro, tú y yo estamos en peligro y ese peligro no lo representan Guyana o Exxon Mobil, los Estados Unidos o Cuba, ese peligro lo representa la dictadura chavista que está en el poder.

 

Ellos son -y representan- nuestra peor calamidad.

 

No lo olvidemos.

 

El mapa mutilado

 

Ese incontenible traidor a la patria que fue Hugo Chávez Frías, dedicado -como estuvo en vida- a darle perennidad a su delirio político persiguiendo, encarcelando y asesinando venezolanos; regalando nuestros recursos para captar apoyos internacionales a sus planes de perpetuidad (que es otra manera de doblegar voluntades); cometió quizá la peor traición de todas obsequiando -a escondidas- la Guayana Esequiba a la nomenklatura socialista del mundo.

 

De ahí la incomprensible pero permanente “mutilación” que hacen en sus presentaciones los chavistas del mapa de Venezuela: sin el límite oriental de nuestro país trazado hasta el río Esequibo y sin ese vasto y riquísimo territorio -encarcelado a rayas- que conocemos desde niños como la zona guayanesa en reclamación.

 

Según esa manada de traidores y cínicos que son los chavistas ya no hay nada que reclamar, su supremo dios cínico, su infinito ladrón en las alturas, lo regaló.

 

Esa es la realidad inclemente que nos abofetea, nuestra realidad.

 

El papagayo chavista y su enredo

 

Lo único que quería Hugo Chávez era permanecer en el poder, como su maestro Fidel, por los siglos de los siglos. El movimiento estudiantil y todas las arrecheras que le causaron al sátrapa se interpusieron.

 

Hoy el papagayo de la perpetuidad chavista está más que enredado, está muerto, o mejor, embalsamado en una montaña.

 

Embalsamada la perpetuidad pero no su cinismo instaurado entre nosotros, con el amado amante sucesor rigiendo los destinos de una nación que algún día, antes del socialismo rebuznado, fue grande.

 

El mal sigue, ya no será perpetuo, pero sigue y el regalo que hizo Chávez de nuestro territorio Esequibo a sus panas socialistas es una patética prueba de ello.

 

La voluntad del sátrapa no sólo fue mutilar las imágenes de la Guayana Esequiba de nuestros mapas, su idea era borrarlo de nuestras conciencias. Y no pudo y no podrá, la reserva moral de la nación está intacta pese a todas las adversidades. En muchos casos perseguida o presa, pero intacta.

 

Tú y yo, venezolanos conscientes, rebeldes permanentes contra la peste chavista, sus blasfemos, la encarnamos.

 

¿Estamos cansados? Ni de vaina, nuestra lucha está vivita y colea.

 

La arrechera crece y se organiza.

 

Y lo peor está por venir

 

Hace dos días conversando con la reconocida escritora mexicana Helena Poniatowska me dijo: “Lo que está viviendo tu país es una calamidad y Nicolás Maduro es un auténtico imbécil, qué pena…

Su frase lapidaria liquidaba al chavismo y a su chistoso jefazo Maduro, pero exacerbaba nuestra vergüenza.

 

Creo -habría que medirlo para confirmarlo- que Nicolás es el venezolano más burlado y despreciado de todos los tiempos. Interna y externamente se ha convertido en un tema permanente de chiste, en un hazmerreír universal. Nadie le para ni media bola, comenzando por el chavismo (lo que hace el jefe del cartel de los soles, Diosdi Cabello, con él es una antología a la vejación). Pero la realidad inclemente que nos atañe hizo que inexplicablemente desde el punto de vista político, pero comprensible desde el plano amoroso, Chávez nos impusiera a su amado ignorante como sucesor y las consecuencias saltan a la vista.

 

Estamos desarticulados, desnudos, cualquiera hace con Venezuela lo que le da la gana, incluso Guyana.

 

Maduro, no los Estados Unidos ni Cuba, es la garantía de que lo perderemos todo.

 

La insolencia de Guyana

 

El único interés de Chávez siempre fue el poder y permanecer en él para siempre, por eso asesinó por la espalda a cientos de venezolanos en sus golpes de estado para obtenerlo, por eso persiguió, encarceló y asesinó a cuanto opositor fuese necesario para conservarlo, por eso solapadamente compró voluntades internacionales entregándoles nuestros recursos y territorio, por eso regaló a Venezuela.

 

A Chávez nunca le interesó el bienestar de la nación, sólo le interesó su bienestar y el de sus corruptos enchufados.

 

Que ahora la Comunidad del Caribe (Caricom), a la que tanto petróleo le regaló Chávez, le dé una patada en el trasero a su amante Nicolás -pregunto: ¿quién no se la da?- y respalde la insolencia de Guyana no nos sorprende.

 

 

Venezuela no es una nación respetada, es a todas luces una nación humillada y despojada, como la humilla y despoja el chavismo con su latrocinio institucional.

 

No apoyo ni apoyaré a Maduro

 

El problema, insisto, no es Guyana (y su insolencia) ni Cuba ni Estados Unidos o Rusia, el problema de fondo es la felonía chavista, el problema es el chavismo. O lo erradicamos o todas las calamitosas situaciones que han creado persistirán: el papagayo de la estupidez no sólo se enredará perpetuamente, seremos una nación de estopa por los siglos de los siglos.

 

Hoy es Guyana y Cuba, mañana será Colombia y pasado mañana Brasil. Luego Aruba o Trinidad. Con el chavismo y su única urgencia: permanecer en el poder, Venezuela está en absoluto riesgo. El mapa no quedará mutilado, simplemente no habrá mapa.

 

Yo no apoyo ni apoyaré la ineptitud de Nicolás en ninguna acción que emprenda, en lo personal estoy muy claro: él es el problema, prefiero erradicarlo a él que confrontar a otros países. Lo cual, sin duda, lo haremos en su momento porque como en el caso de la Guayana Esequiba (que es tuya, que es nuestra, que es territorio venezolano) la verdad histórica, jurídica y geográfica nos asiste y no tendremos ningún temor en hacer valer esa verdad.

 

Por eso somos hijos de Bolívar, por eso somos Venezuela.

 

 

Postdata a la reserva de conciencia opositora

 

Todo esto está ocurriendo y, por ejemplo, un chavista por naturaleza como Henry Falcón -a quien Maduro señala como el “líder” de la oposición- se dedica “heroicamente” a vacunar mascotas en Lara; Henrique Capriles a mendigar dinero para su gobernación; y la Mesa de la Unidad (MUD) a pedir a los nuevos votantes que se inscriban en el registro electoral porque hay que elegir una nueva Asamblea Nacional que legalice la marihuana (no es joda).

 

Carajo, ¿se podrá ser más estúpido que Maduro?

 

No lo creo, estoy convencido de que ese lunatismo deriva de la calamidad traidora que ha inoculado el chavismo entre los venezolanos y que a todas luces debemos erradicar.

 

Y prueba de que no estamos tan perdidos son los pronunciamientos de opositores como María Corina Machado, Leopoldo López, Andrés Velázquez y el grupo de estudiantes que simbólicamente ocupó territorio guayanés como acto de soberanía.

 

La reserva de conciencia está intacta, presa o perseguida pero intacta.

 

¿Sabes por qué? Porque la conciencia de Venezuela está en ti, en mí, en muchos de nosotros, y ni nos mutilan ni nos borran.

 

Nosotros somos el mapa que no sólo reclamará, sino que reivindicará la verdad.

 

Sí, el mapa que se libera de las rayas que lo encarcelan.

 

El mapa de la libertad.

 

@tovarr

El Chavismo dejo en pantaletas a Venezuela

Posted on: julio 6th, 2015 by Laura Espinoza No Comments

Pese a que un chavista por naturaleza como Henry Falcón o algunos “caperucitos rojos” de la oposición se empeñen arteramente, como si el venezolano fuese pendejo en reconocerle ciertas gracias a Hugo Chávez, lo cierto, lo comprobable, lo padecido, es que nos encontramos ante el peor traidor que ha engendrado nuestra historia.

 
No hay otro, Chávez ha sido el peor traidor de todos los traidores, su delirio y su cinismo dejaron a Venezuela en pantaletas.
Sí, en pantaletas.

 

 

La cabeza de Chávez es un basurero

 
Es una obligación ética e histórica, no sólo política, denunciarlo. Todos debemos hacerlo sin ambigüedad ni oportunismos electorales. Si no lo hacemos, Venezuela, esa bella palabra que representa no sólo un país sino una dignidad y un valor, jamás podrá recuperarse.
Chávez arrasó a la nación, nos convirtió en pordioseros. Todo lo convirtió en ruina. Nada se salvó, nada es rescatable. Como bien señaló el escritor mexicano Carlos Fuentes: “La cabeza de Chávez es un basurero”.

 

 

Y basurero… su tránsito histórico por nuestra política.

 

 

Una larga cola de humillados

 
Si no nos atrevemos a señalarlo, a denunciarlo, a probarlo y a combatirlo, las generaciones futuras vinculadas con el quehacer político buscarán “soluciones” en el basurero histórico que ha causado la peste chavista y jamás de los jamases sentaremos las bases del desarrollo o del progreso. Seremos una sociedad de mendigos de comida, de medicinas, de justicia, de libertad, de todo.
Una larga cola de humillados y ultrajados poblará nuestra historia.
No sé ni me importa si al pueblo chavista le caiga bien la sonoridad de mis frases, ya no hay espacio intelectual para miramientos, tienen que saberlo y asumirlo, ya no hay beneficio a ninguna duda, la revuelta socialista nos ha dejado despojados, estamos moral y materialmente desnudos.

 
¿O alguien puede en sano juicio decir que está mejor que hace veinte años? Sólo enchufados y boliburgueses, sólo ellos.
Las pruebas de nuestra devastación saltan a la vista, no son mis argumentos ni los de tantos otros que día a día reclaman lo que estamos padeciendo, es una realidad cruda, penosa, irritante.

 

 
Tú realidad, mi realidad, nuestra realidad.

 

 

 

Muriendo en el orgasmo

 
El deliro chavista, su perfidia moral, la tergiversación ideológica que amalgamó lo peor del socialismo con lo peor del capitalismo (la acumulación de grandes capitales en pocas y perversas manos), su cinismo, la corrupción expandida a todos los sectores sociales y políticos, y su demagogia no sólo traicionaron nuestro gentilicio, nos arrasaron.
Somos la prueba patente que demuestra que si el espíritu de una nación es una pocilga, su realidad también lo será tarde o temprano.
Hugo Chávez ni hablar de Maduro que es su cenit, su culminación mejor lograda destrozó el aparato productivo del país; estrangulo el emprendimiento y la creatividad (patria socialista o muerte, pues muerte); incendió Petróleos de Venezuela (PDVSA) hasta la ceniza; descuartizo la democracia; encarceló la justicia; decapitó la libertad; y como si nada de lo anterior fuera suficiente, le ofreció como premio nuestro país y un continente a la dictadura cubana.

 

 
Todo esto con la mano en la cintura, sonriente, cínico, vanagloriando su peste “revolucionaria”. Masturbándose frente al espejo.
Muriendo en el orgasmo.

 

 

Los regalos de Sátrapa

 

 
Hugo Chávez, el gran felón, no sólo le regaló nuestras riquezas a los vividores de la dictadura más longeva de Latinoamérica (la cubana) también concedió jugosas limosnas a sus cómplices socialistas bolivianos, argentinos, uruguayos, nicaragüenses o brasileños.
El peor despojo y latrocinio de todos nuestros tiempos. Ahora aquellas naciones son las acaudaladas y nosotros, los venezolanos, los mendigos.

 
Recursos inauditos que podrían haber significado cientos de hospitales, miles de escuelas, millones de viviendas o una fastuosa infraestructura de primer mundo (autopistas, puentes, sistema eléctrico, etcétera), para beneficio del pueblo venezolano.
No sólo obsequió nuestro presente e hipotecó nuestro futuro a los chinos, además regaló nuestro pasado territorial a los gringos sí, a los gringos, recordemos que le regaló una isla a George W. Bush, a los brasileños, a los colombianos y a los guyaneses.

 
Dejó, insisto, a Venezuela desnutrida y esquelética: escuálida en pantaletas.

 
Todo lo que pudo ser, todo lo que debimos ser, es una nostalgia, un tristeza hincada en nuestro espíritu.

 

 

 

Como Saturno se devora a sus hijos

 
Desde 1830, las armas de Venezuela sólo han sido usadas para asesinar a venezolanos. Paradójicamente, en tan sólo dos ocasiones fueron empleadas contra ejércitos extranjeros: contra la invasión cubana y comunista de Fidel Castro en Machurucuto y contra la guerrilla colombiana y comunista de las FARC.

 
Digo paradójicamente porque ambas fuerzas comunistas hoy, sin derramamiento de sangre y por obra de la traición de Hugo Chávez, son dueñas del país. Nos dominan y nos controlan, nuestro territorio y nuestra política es de ellos.
Como Saturno, los déspotas de Venezuela y en eso Chávez fue uno de los más inclementes sólo han asesinado, sólo se han devorado a sus hijos (venezolanos).

 
Y mientras esta traición ocurre, nuestro país es invadido y tomado por cuanta fuerza extranjera lo dispone.
Hasta Guyana…

 

La única alianza perfecta

 
Hemos dicho hasta la saciedad que una autocracia se combate con movilización y presión social, no sólo con votos. Las elecciones son extraordinarios momentos de movilización política que hay que asumir, pero sin presión social, sin arrostre y calle no son suficientes.
La abstención, a menos que sea movilizada, es suicida. Hay que votar, hay que movilizarse, esa es la única alianza perfecta (no acobardarse como alguno hizo).

 
El chavismo sólo ha sido derrotado y ha reculado cuando la sociedad se ha movilizado para reivindicar sus derechos. Venezuela podrá haber quedado en pantaletas después del despojo chavista, pero no ha perdido su dignidad y luchará contra lo que sea por reivindicar su presente, su pasado y su futuro.

 
Su reserva moral está intacta: eres tú, y no estás en pantaletas, nunca lo estarás. Saca tu brío y grita: ¡muera la opresión!, se fiel y únete a los que luchan, la fuerza está en la unión. Y que el vil egoísmo que dejó en pantaletas la gloria de un pueblo muera de pavor. Sí, que muera de pavor.

 
El futuro no está ni estará hipotecado, el futuro está en ti y en mí, no lo olvides.

 
Llegó nuestro tiempo.

 
Gustavo Tovar-Arroyo

@tovarr

Carta urgente a los huelguistas

Posted on: junio 20th, 2015 by Laura Espinoza No Comments

Los desalmados

 

 

No es fácil escribir una opinión en estos momentos de inquietud. Mientras escribo o intento hacerlo mis manos se marean, flaquean, pierden el camino de la idea y se extravían en una ansiedad que no encuentra una tecla capaz de pronunciar su zozobra.

 

 

No es la primera vez que nos ocurre ni será la última mientras el chavismo perviva. Se pondrá peor y peor hasta que nos liberemos de ellos. Se han instalado en el poder para mostrarle una jeta despiadada y cínica a nuestra historia. Lo hacen con una mano en la cintura, sonrientes, despreciables, con la desfachatez regordeta y vulgar que encarna Diosdado Cabello.

 

 

El madurismo es él, no tienen alma, nunca la han tenido.

 

 

Son los desalmados del siglo XXI.

 

 

Tiempos muy tristes

 

 

Me cuesta mucho escribir, lo confieso. Me encantaría arrancar un sarcasmo de mi pecho y arrojarlo en la frente de la crueldad que hoy rige a Venezuela, pero ni eso puedo.

 

 

Tantos hermanos, tan apreciados y entrañables, ofreciendo su vida por un ideal de democracia y libertad le parte el alma en pedazos a uno.

 

No sé si con el tiempo, en una época remota, ya liberados de la peste chavista y de su miserable dictadura, alguien volverá a leer esta angustia que hoy intento amontonar en letras; no lo sé, pero si lo hiciese, si alguien leyese este escrito en el transcurso de los años, añoraría con todo mi ser que sepa que la despelotada revuelta chavista (ellos la llamaron “revolución”) nos ha hecho padecer a los venezolanos tiempos abominables de asfixia y de terror, tiempos de frustración profunda.

 

Tiempos muy tristes.

 

 

La rabia se agrupa y empuja mi conciencia

 

 

Hemos sufrido muchísimo, sí, pero también hemos resistido con dignidad y convicción memorables. Lo hemos hecho, lo estamos haciendo y lo seguiremos haciendo por la libertad.

 

 

Escribo la palabra libertad y va configurándose en mi entraña una idea, surge de los escombros oscuros en los que se encuentra mi alma una voz urgente, una causa sobre la cual escribir

.

 

Me recupero, la rabia se agrupa y empuja a mi conciencia. Hay que seguir, sabemos bien qué pasa con quién se cansa. No puedo vacilar, nadie puede hacerlo, ellos, los huelguistas, en infinitas peores condiciones que uno están luchando, ellos siguen, no se cansan, siguen.

 

 

Los recuerdo y pienso: mientras nuestro aliento sea capaz de empañar una lámina de vidrió tendremos fuerzas suficientes para luchar por nuestra libertad.

 

Huelga de hambre

 

Nunca he hecho una huelga de hambre pero las almas que más he admirado sí las han hecho. Gandhi, Luther King, Mandela, Suu Kyi, Vaclav Havel, entre otros han sido algunos de los muchos que han ofrecido su vida -su hambre- por un ideal de libertad.

 

Como activista de la lucha noviolenta, metodología que he estudiado con ardor y promovido con convicción y disciplina, sé que no todas las huelgas de hambre que se realizaron lograron sus objetivos puntuales, pero también sé que todas ellas cuando se han hecho con determinación y honestidad de principios, han creado tal nivel de conciencia nacional e internacional sobre las reivindicaciones urgidas que a la postre, sin excepción, han triunfado.

 

 

Ninguna ha fallado y ninguno de los líderes que las promovieron con tenacidad reivindicadora de derechos tampoco. Todo lo contrario, la historia hoy encumbrar sus nombres por la fuerza y fe con que han emprendido su lucha.

 

 

¿Fuerza y fe? ¿Les suena?

 

 

El alma de los pueblos

 

 

La India, los Estados Unidos, Sudáfrica, Birmania o Checoslovaquia padecieron angustias semejantes a las nuestras. Birmania las sigue padeciendo. No por razones disparatadas o frívolas aquellos grandes espíritus que mencionó antes ofrecieron sus vidas por una idea de libertad y triunfaron.

 

 

El alma de los pueblos se reconoce a sí misma ante las adversidades y la peor de todas las adversidades humanas es la autocracia y el despotismo. Ante ellas, un pueblo se deprime y acobarda: se rinde, o se ensancha y agiganta: disiente, resiste y vence.

 

 

Digan lo que digan, el alma del pueblo de Venezuela se ha ensanchado y agigantado, disentido y resistido en estos tiempos, y ha resistido de manera noviolenta a la desalmada y despiadada adversidad chavista. Ha sido muy difícil y triste, pero lo hemos hecho. Algunos se han rendido, pero no todos, esos son -como los huelguistas- los imprescindibles.

 

 

El alma de Venezuela está intacta, su aliento no sólo es capaz de empañar una lámina de vidrió, lo hará estallar pronto, muy pronto, con un rugido unánime -¿unido?- de libertad.

 

 

Las huelgas cesan

 

 

Pero las huelgas de hambre, como actos de conciencia que son, deben cesar en algún punto. Es fundamental entenderlo en el marco de la estrategia de lucha noviolenta.

 

 

La belleza de esta lucha es que no intenta doblegar ni someter al prójimo, busca disuadirlo y transformarlo: humanizarlo, hacerlo más consciente.

 

 

En ese sentido, la huelga de hambre que han asumido valerosa y reivindicativamente Leopoldo López y Daniel Ceballos, Julio Rivas, Raúl Baduel y Alexander Tirado y todos los demás huelguistas no sólo ha despertado la conciencia de Venezuela, sino, literalmente, de medio mundo.

 

 

No entenderlo, no asumirlo, podría ser interpretado -por Venezuela y medio mundo- como un acto de inconciencia y por lo tanto como un acto de violencia sobre nosotros mismos.

 

 

La huelga de hambre debe cesar, ya los objetivos fueron logrados de sobra, el régimen despótico de Maduro y Cabello quedó desnudo.

 

Vivos y coleando

 

 

Perdonen la expresión, pero no sólo necesitamos vivos a los huelguistas, los necesitamos coleando.

 

 

Nuestra faena no finaliza liberando a Venezuela de la satrapía chavista, ahí apenas comienza. A nuestro país queremos curarlo de la peste socialista que le cayó encima, aspiramos transformarlo, reinventarlo, recuperar su democracia y llevarlo a un destino de libertad, bienestar, prosperidad y progreso.

 

 

 

El trecho por andar es todavía muy largo, seguramente nos llevará todo este siglo, y la reserva moral de nuestra sociedad, que hoy está en huelga, que está resistiendo y luchando, tiene un papel fundamental que cumplir ¿o dejaran en manos de las mulas cansadas de la política esta dificilísima empresa? Dios nos libre…

 

 

(Como verán he recuperado un poquito de sarcasmo, he vuelto.)

 

 

No es una solicitud, es una exigencia

 

 

No necesitamos que el Papa, Obama, Dilma o Putin soliciten que cese la huelga, es un clamor popular, o mejor, una exigencia de los venezolanos.

 

 

Insisto en proponer que hagamos una enorme manifestación que “exija” a nuestros admirados huelguistas que cesen. Entendemos su sufrimiento, entendemos su rabia, pero hay que organizar y llevar la protesta a otro punto.

 

 

Sólo la movilización social y política ha erradicado dictaduras. El voto -eso sí reivindicado y peleado, no acobardado- es un extraordinario pretexto.

 

 

Es la hora de la conciencia. Gracias Leopoldo, Daniel y cada uno de los huelguistas por haberla despertado nacional y mundialmente. No sólo pierde el que se cansa, también el que muere.

 

 

Hay que seguir…, el trecho es largo.

 

 

 

Gustavo Tovar Arroyo

@tovarr