Yo soy Venezuela

Posted on: septiembre 23rd, 2017 by Laura Espinoza No Comments

VENEZUELA Y LOS MALECONES DEL ESPÍRITU:

 

 

 

La patria es una palabra hinchada, regordeta, celulitosa. La usan tanto los dictadores como los poetas; los presos políticos y los burócratas. A mí la palabra “patria” me pesa, no me gusta, nunca me ha gustado. Esa petulante y cursi manera como la usan las tiranías escupen maní masticado cada vez que la anuncian me abochorna, hay que esquivar sus babas mientras los tiranos la usan si no queremos quedar embarrados. Prefiero la palabra Venezuela, me parece una voz bellísima. Su pronunciación: Venezuela, a un tiempo dócil e implacable, con algo de volátil y etérea, sensual en su entonación final, rigurosa y cautivadora en su primera sílaba, me inflama y fortalece al articularla. No sé si les ocurra, imagino que sí, pero cada vez que subrayo: soy venezolano, un huracán se aviva en mi voz, algo conmovedor y recio estalla en mis cuerdas vocales.

 

 

¿De dónde es usted? Soy de Venezuela, soy venezolano; y el orgullo como colosal y feroz oleaje sacude los malecones de mi espíritu.

 

 

 

LA FORTALEZA DEL ÁRBOL

 

 

No he tenido el tiempo ni la oportunidad de conversar extendido como quisiera con Mitzy Capriles de Ledezma. Sin embargo, cada vez que en estos años de prisión y exilio me he topado con ella, la abrazo hondo, muy hondo, como quien se abraza metafísicamente a un árbol para sujetarse a su magnanimidad y fortaleza. En Madrid la última vez logramos explayarnos, hacía falta, le confesé mi extendida y vasta admiración por su esposo, le expliqué que mucho de mi esfuerzo para enfrentar al chavismo me lo habían inspirado Antonio cuando lo conocí en la protesta ciudadana contra el decreto educativo 1011 del chavismo, allá hacia 2001: “¡Con mis hijos no te metas!” Desde entonces Ledezma no ha cambiado, tampoco Mitzy. Por eso la abrazo en el exilio y me sujeto con tanta admiración a ella, lo que ha resistido.

 

 

¿Quieren saber que le pregunté?

 

 

 

VENEZUELA NO ES LA PATRIA

 

 

Las estrellas en la bandera me dicen poco, que si son siete, ocho o cuantas sean Chávez pervirtió hasta las símbolos es lo de menos. Lo que importan es que haya estrellas porque “así sí esa bandera es la mía”. La bandera en sí misma, no sólo las estrellas o el escudo, es lo que cautiva. Verla, toparnos con ella en el exilio, nos causa algarabías instantáneas. El sentimiento es extraño, pero quien lo ha vivido sabe a qué me refiero. La bandera no es la patria, Venezuela tampoco es la bandera. Venezuela es lo que representa esa bandera, lo que nos inspira y causa en el alma. Por ejemplo, comencemos por su nombramiento. Venezuela fue bautizada por un europeo, un romántico explorador italiano cuya personalidad debió ser tan deslumbrante como su nombre, Américo, quien seguramente era un enamoradizo, un cautivador, un excéntrico viajero husmeador de territorios indómitos y febriles mares. Lo imagino refinado, pero abstraído y recio, filósofo de la sensualidad o relojero de ideas. Lo imagino también cazador y músico: un puñal en la boca para labrarse camino en la conquista y una lira para seducir con su canto. Si Vespucio no hubiese tenido un carácter tan ancho y colorido como el que seguramente tuvo, ¿cómo habría pensado en Venecia cuando vio los palafitos en la ribera del lago de Maracaibo? ¿Venecia? ¿En serio? Además, ¿pequeña? Hay que echarle bolas para alcanzar tan inimaginable semejanza. ¿No les parece?
Por eso Venezuela, su bello nombre, desde que se pronuncia es añoranza romántica, no es un símbolo ni un escudo, es una evocación casi poética.

 

 

 

LA PREGUNTA A MITZY

 

 

¿Cómo haces Mitzy? ¿Cómo puedes convivir en tu hogar que a fin de cuenta es como una patria con un chavista tan recalcitrante? La respuesta de Mitzy fue a un tiempo prodigiosa y espléndida: “Lo hago por y con amor, el amor de la madre lo puede todo. Yo fui formada en el amor y formo también en él. Sólo lograremos vencer el odio, sólo lograremos sanar a Venezuela, amando con mucha convicción y firmeza. ¿No queremos cambiar al país? Bueno, debemos cambiarlo en cada acto”. Me dejó mudo, recuerdo que celebré con otro abrazo sus palabras. Mitzy es Venezuela, encarna a la madre y la entereza, ella no tiene un proyecto de poder, nunca lo ha tenido, ella tiene un proyecto de vida. Se casó con un político, con un hombre de visiones e ideales inquebrantables (lo ha demostrado de sobra y sigue), con uno de esos que nacen cada cien años, su hogar vive la severidad de nuestro tiempo, la conflictividad política y la tensión, sin embargo ha logrado resistir y construir otra Venezuela.
La palabra que la constituye y origina es “amor”.

 

 

 

LAS DIFERENTES FORMAS DE SER VENEZUELA

 

Venezuela no son sus símbolos, Venezuela es el hogar, el espacio que refugia y abriga nuestro espíritu, que lo guarda y luce. Es la cama, la almohada y la cobija. Es el pan de cada día, el cachito de jamón y el golfeado calientito. Venezuela es una fría chicha o una frescolita, a veces también un roncito. Para algunos es una malta o la empanadita. Venezuela son sus paisajes perennes, sus calles transitadas, sus escalinatas y sus largas avenidas. El Salto Ángel, Mérida, los médanos de Coro y nuestras costas. Venezuela es el canto de Simón Díaz, las novelas del 2 y del 4 y el cinetismo de Soto y Diez. Venezuela es un Araguaney florido. Es el chocolate y el café con leche. Es el queso guayanés o el de telita, y por supuesto Venezuela también es el tequeñito. Venezuela es la educación que recibimos y las memorias, la primera mirada inteligente sobre uno mismo, la primera lectura y aquellos largos primeros besos. Venezuela es la hamaca y la sombra junto al río, es la música llanera, la salsa y un buen hervido. Venezuela es una metra, un yoyo o una perinola, escribo lo anterior y pienso instantáneamente en los amigos. Venezuela es singularmente eso, los amigos, las aventuras, los juegos. También la madre, el padre, los vecinos y los maestros. Venezuela es los abuelos y los hijos. Venezuela son todos los amores que existen. Yo también soy Venezuela porque cada célula de mi cuerpo le pertenece y la nombra, porque cada aliento mío la destruye y crea en cada suspiro.

 

 

Hoy Venezuela está herida, muy herida, como lo estamos todos, pero para cambiarla y sanarla, para que sea lo que es y siempre ha sido, uno debe cambiar en cada acto como bien señala Mitzy Capriles.

 

 

Yo soy Venezuela y estoy dispuesto al cambio.

 

Gustavo Tovar-Arroyo

@tovarr

La batalla final

Posted on: julio 1st, 2017 by Laura Espinoza No Comments

Intoxicados de dolor

 

 

No sé qué estén expresando otros articulistas sobre el horror venezolano. No me interesa. No los leo, he decidido no hacerlo, no quiero intoxicarme de dolor, más dolor, tengo suficiente con el mío.

 

 

Un dolor que crece cuando nos cachetea frente al espejo la memoria de las advertencias desoídas, de los clamores obviados, de los avisos burlados. ¿Exagerábamos? Qué carajo íbamos a estar exagerando, nos quedamos cortos: nunca imaginamos que la manera chavista de acabar con los niños de la calle era asesinándolos vilmente con disparos en la cabeza o en el corazón.

 

 

De cualquier modo, sabíamos que el chavismo nos arruinaría, lo expusimos, lo gritamos, nos llamaron “radicales”, “apocalípticos”, sin embargo, Venezuela hoy es un radical Apocalipsis.

 

 

Y lo que falta.

 

 

El momento de la rebelión

 

 

Es demasiado tarde para quejarse, es vano hacerlo, el holocausto venezolano –causado por el chavismo– cunde cada espacio de nuestra existencia. No nos queda más remedio que luchar; luchar y vencer.

 

 

¿Lo haremos? Pienso que sí, me genera dudas la actitud del Ejercito, pero pienso que la solidez y convicción, la fuerza moral, con que se está luchando en cada rincón de Venezuela nos hace imbatibles. Lo multitudinario y nacional de las protestas complica que las fuerzas asesinas del chavismo las dominen.

 

 

Va a llegar el momento de llamar a la rebelión nacional total y no habrá fuerza capaz de detener a toda Venezuela en las calles ocupando los poderes públicos y clamando libertad.

 

 

El chavismo tiene fecha final: el 30 de julio de 2017.

 

 

¿Fin del chavismo?

 

 

En los próximos meses se define el destino del chavismo –y de Venezuela– que pareciera llega a su final. La única manera que tiene de conservar el poder sería una masacre humana sin precedentes en nuestra historia reciente.

 

 

La rebelión popular contra la peste chavista después de casi cien días de lucha está intacta y crece. Ha sobrellevado todas las dificultades y penas con certeza y heroísmo, algo nunca pensado ni visto. Pareciera que nada detiene la rebelión popular, ni siquiera la consternación y angustia que nos producen las decenas de muertos.

 

 

Ellos, nuestros mártires, han renovado nuestra convicción y fuerza.

 

 

Los niños héroes

 

 

Cada niño héroe asesinado es una lanza de rencor que se nos clava en el centro del pecho, una corona de espinas en la mirada, clavos que se incrustan en nuestras manos y nos crucifican en la cruz histórica que representa el chavismo.

 

 

Ellos, los niños héroes, han tenido que martirizarse por Venezuela, por nosotros. Ver cómo los atacan sin piedad, como los persiguen y encarcelan, como le disparan a mansalva, como los encierran y hacinan en un camión para intoxicarlos con gas y torturarlos, ver como les disparan en la cabeza o en el corazón para asesinarlos, ver sus rostros apagados o sonrientes cuando mueren, ha sido demasiado, simplemente demasiado.

 

 

Quien asesina un “niño héroe” entierra un ideal, aniquila un sueño familiar y deja sin respiración el futuro.

 

 

La batalla final

 

 

Tenemos hasta el 30 de julio de 2017 para dar fin al chavismo, esa peste bubónica que intoxicó nuestro siglo. Es una fecha culminante, podría ser un “ahora o nunca” para recuperar al país de las devastadoras y asesinas garras que nos ha impuesto el narcotráfico. Habrá que dar el todo por el todo.

 

 

No hay excusas, estamos ante la batalla final de la Venezuela libre. No será fácil librar esta última batalla, será dolorosa, cruel, inhumana, desgarradoramente triste, pero hay que librarla. No tenemos opción. La palabra libertad deberá sustituir a la palabra chavismo.

 

 

Yo volveré a Venezuela para participar en la gesta liberadora o para enterrarme en mi tierra. Pero confieso que soy optimista, estoy convencido de que alcanzaremos la anhelada libertad. Lo lograremos.

 

 

Millones de próceres estarán en las calles. Haremos historia. Venceremos. Para que el dolor cese. Para que el bienestar prevalezca. Nuestros niños héroes son nuestra fortaleza e inspiración.

 

 

El chavismo será el último de los enterrados…

 

Gustavo Tovar Arroyo

@tovarr

La herida y el honor…

Posted on: abril 23rd, 2017 by Laura Espinoza No Comments

 EL DESTERRADO

 

 

El exilio es una cárcel de aire que mantiene tras rejas invisibles nuestro espíritu. Somos, los desterrados, cautivos de la distancia, condenados a los latigazos de la memoria, torturados por la ausencia más hiriente y grave de todas: el abrazo humano de lo querido.

 

 

 

En el exilio, el desterrado es un sonámbulo de lenguas, actitudes y formas desconocidas. Anda a tientas entre penumbras que le son ajenas, todo es incierto, uno se va adaptando a la nueva orilla como quien se arrastra en la playa después de un largo e inclemente naufragio, con desconfianza y duda, enterrando las manos en arenas movedizas que se desvanecen a cada manotazo.
El desterrado es un sobreviviente de un naufragio que lleva los escombros siempre sobre él.

 

 

LAS OCHO ESTRELLAS

 
Para el desterrado reconocer un acento oriundo de su tierra, escuchar una lejana tonalidad musical o vislumbrar la coloración de la bandera (y sus estrellas) es motivo –ligeramente epiléptico– de algarabía.

 

 
A todos los desterrados nos sucede lo mismo. No es una curiosidad, es un signo: “Chama, chamo, ¿eres de Venezuela? ¿De qué parte? Coño, esa es el Alma Llanera. Parece la bandera tricolor ¿déjame ver si tiene las siete estrellas, digo, las ocho (que si aparecen resultan una cachetada de realidad que nos despierta, estamos aquí por el devastador chavismo)?
Los sabores, eso es tema aparte. El café, los chocolates, las arepas, el asado negro, una sustanciosa reina pepeada, los quesos, los tequeños, la malta, la chicha, un golfeado.
Se hace agua la boca en el recuerdo.

 

 

 

LA HERIDA

 

 
El destierro es una herida abierta, a veces se encostra, pero ante el menor aspaviento vuelve a sangrar, jamás cura. Está ahí, punza.

 
Cuando el destierro es por razones estrictamente políticas, no profesionales, económicas o sociales, la herida es más honda.

 

 
La política es un sueño que uno tiene para su país, el político –a su modo– es un soñador, no poder soñar, imaginar o anhelar al país que le debes tu primer respiro es a un tiempo asfixiante e hiriente.

 

 
No todos los desterrados por razones políticas son políticos. Yo, pese a que admiro a los políticos, no lo soy, mis aspiraciones son de otra índole, no aspiro al poder, aspiro sí una Venezuela más humana y libre.

 

 
Sin embargo, la herida del destierro, aunque resulte paradójico, cuando es por razones políticas, dignifica, es una insignia.

 

 
Quien la tiene se la ganó luchando.

 

 

EL VENEZOLANO REBELDE

 

 
Para Camus todo acto de rebeldía tiene una arraigada base moral, quien se rebela a una tiranía lo hace por convicción y a todo riesgo, sabe que su desafiante desobediencia traerá consecuencias, infracciones, golpes, cárcel, torturas, incluso la muerte.

 

 

 
Lo que hemos visto en Venezuela estos días es una admirable muestra de El hombre rebelde de Camus, lo rescato en esta entrega porque así como el destierro mantiene entre rejas de aire nuestro espíritu y lo condena a los latigazos de la memoria, también existen eventos que nos elevan a espacios siderales de entusiasmo y orgullo…, de un orgullo venezolano como el que jamás hayamos vivido.

 

 
El venezolano rebelde, el de la calle y el ímpetu, el de la integridad y la temeridad, aprendió la lección que la peste chavista le impuso, más nunca será seducido por la hipocresía de un socialista.
La rebelión dignifica.

 

 

 

EL HONOR

 

 

La lucha de mis compatriotas contra la tiranía, su rebeldía, verlos desafiar los gases tóxicos, los perdigonazos y las balas, permanecer intactos y persistir, me ha hecho sentir una emoción incomparable con nada: formo parte de una nacionalidad, la venezolana, honorable, que se resiste a morir, que lucha contra la peste chavista.

 

 

 

Una estampa me lo ha confirmado, sin duda la metáfora más ilustrativa de lo que ha representado el chavismo en Venezuela: un tanque militar, atiborrado de resentimiento y odio, mostrando los dientes metálicos de su aplastante rencor, inhumano como las balas que escupe su tercer ojo de fuego, guiado por un verdugo postmoderno, por otro enmascarado mastín chavista, intenta atropellar a una bella madre, noble, valiente, henchida de un amor retador, enaltecida por su humanidad, y en el enfrentamiento el carro atroz retrocede, se intimida, se rinde. La venezolanidad vence.

 

 
Esa mujer en su llanto desolador pero también en su furia era la encarnación de mi tierra anhelada.

 

 
Esa mujer era Venezuela.

 

 
El honor ha revivido.

 

 

 

Gustavo Tovar-Arroyo

@tovarr

La Venezuela ahorcada, resucita…

Posted on: abril 1st, 2017 by Maria Andrea No Comments

No lo oculto, me gustaría practicarle al chavismo un tenaz estrangulamiento hasta ver que sus ojos se desorbitan en la blancura, verlo extenuarse sin aliento, capturar su último estertor mientras lo sujeto bestialmente, verlo fenecer ante la llave que le aplico con mi brazo, y una vez muerto, tatuarle la frente inánime con la siguiente frase: “momia perversa”.

 

 

 

Me gustaría, pero no puedo. Somos activistas de la noviolencia por convicción no por pose. Sentimos que la violencia podría acarrear más violencia y el ciclo finalizaría con una Venezuela estrangulándose a sí misma. Ojo por ojo y los narcotraficantes del chavismo triunfarían, ellos, tuertos como son, no les importaría la total ceguera nacional, la propician todos los días.

 

 

 

Queremos luz, queremos vida, no más oscurantismo chavista.

 

 

 

La soga de la humillación

 

 

 

El trance aterrador que representó el liderazgo de Hugo Chávez y el de su amado sucesor Nicolás, dejó nuestra alma repleta de desgarraduras, contusiones y heridas. Ya lo hemos dicho, no hay un solo venezolano que haya quedado sin magulladuras y cicatrices en su espíritu. Ni uno.

 

 

 

Los aciertos y desaciertos para enfrentar la lepra chavista han roto amistades, fracturado familias, separado matrimonios, dividido corporaciones, resquebrajado las bases afectivas de nuestro pueblo. Los venezolanos nos convertimos en autómatas del desaliento.

 

 

 

Con el diálogo, el chavismo dispuso arteramente –como todo lo que hace– la horca para fomentar nuestro ahorcamiento, saltamos al vacío con la soga de la humillación al cuello.

 

 

 

Incomprensible; tétrico.

 

 

 

En la horca, la anhelada libertad

 

 

 

Una Venezuela estirando frenéticamente las patas, convulsionando, retorciéndose espasmódicamente en el aire, se mostraba al mundo. Era el suicidio de nuestro ímpetu histórico.

 

 

 

Nos recriminamos –ahorcados– con severidad el fracaso del diálogo. En el delirio de la frustración, nos insultamos a nosotros mismos, señalamos con repugnancia a los aprendices de negociación que nos sacrificaron de manera tan apocada y boba. Los que estuvimos en contra de esa babosada igual quedamos colgados por ella. Nadie quedó a salvo. Cundió la desesperación y la asfixia.

 

 

 

 

En la horca, el peso de nuestra anhelada libertad caía inerte y suspendida entre espasmódicos retorcimientos.

 

 

 

Luis Almagro y el coraje

 

 

 

Inesperadamente, por pura convicción y ética, abriéndose camino entre traiciones e intrigas, sacando a empujones la solapada perfidia de Zapatero y Samper, librando las zancadillas y las gotas de cianuro de Timoteo Zambrano y de Henry Falcón, un insospechado benefactor humano vendría a socorrer nuestro cuerpo tendido y desfalleciente, a levantar con la fuerza de su lucidez y la inabarcable tenacidad de sus convicciones el terrible peso de una sociedad estrangulada, morada de tanto tormento, rendida en la desesperanza.

 

 

 

Luis Almagro, heredero de Artigas, legatario y “protector de los pueblos libres”, hombre poco común, ser de otro mundo, animal de galaxia, que ha nacido de una tormenta histórica, de una estrangulación y una asfixia, de puro coraje nos ha salvado, imponiéndose él solo, épico, a una maraña de perversidad y cinismo, a una maquinaria histórica de devastación y ruina: al chavismo.

 

 

 

Resucitó una Venezuela que yacía colgada del cuello, moribunda.

 

 

 

La otra Unidad

 

 

 

Recuperado el aliento, toda la comunidad internacional abrazando nuestra causa, tendiéndonos los brazos del estado de derecho para evitar nuestro descalabro y fatal caída, haciendo fortaleza común junto a un Almagro indoblegable y decidido, resucitada la oposición de entre los muertos, revitalizados, no podemos escamotear esta brillantísima oportunidad que se nos presenta, simplemente no podemos, basta de horcas y estrangulamientos, basta de autoflagelarnos y achacarnos culpas, volvamos a andar con la frente en alto, ¡liberémonos!

 

 

 

Que la otra Unidad, la nueva, sea en torno a la libertad y no a espasmódicas eventualidades electorales, sí, que la libertad nos una, que la libertad sea nuestro último destino.

 

 

 

Organicémonos, tomemos los poderes públicos, luchemos. Terminemos esto con resistencia civil y masivas movilizaciones noviolentas.

 

 

 

Gustavo Tovar Arroyo

Por Confirmado: Oriana Campos

María Corina, moral contra el circo macabro

Posted on: marzo 11th, 2017 by Maria Andrea No Comments

En nuestra vida republicana, desde que somos venezolanos y no españoles, Venezuela ha conocido espíritus prominentes y universales, espíritus cuyo pensamiento y obra han levantado admiración y reconocimiento más allá de nuestras fronteras, espíritus que superan su tiempo histórico.

 

 

 

María Corina Machado es uno de ellos. No exagero si la ubico como una de las cinco mujeres más sobresalientes de nuestra política de todos los tiempos.

 

 

 

Ella es un espíritu que ya borró los límites de su siglo.

 

 

 

La mujer bella es la que lucha

 

 

 

No sólo lo expreso por lo que es y ha hecho hasta ahora: combatir como pocos –viéndolo al rostro, sin agacharle la mirada– una de las tiranías más depravadas y cínicas de la historia de América Latina y a su criminal y devastador líder, Hugo Chávez Frías, a quién encaró y llamó “ladrón” como nadie lo hizo jamás; lo expreso especialmente por lo que María Corina será y hará.

 

 

 

Si la mujer “bella” es la que lucha por sus ideales y sueños, la que no se vence ni amilana ante la adversidad, la que se entrega con integridad, eficacia y pasión a cada misión que emprende, la que se forma y educa, la que no le teme a los desafíos por más complejos o siniestros que sean; si la mujer “bella” es la madre en la casa y la heroína en la calle, la compañera en la batalla y la amiga en el desconsuelo, la mano que se tiende y los brazos que dan abrigo, María Corina Machado es sin duda una de las venezolanas más bellas de todas las eras.

 

 

 

Ella representa la mejor memoria de nuestro más insigne pasado, pero también la memoria de nuestro más resplandeciente futuro. Ella es la mejor Venezuela.

 

 

 

Ella es la palabra porvenir.

 

 

 

La verdadera patriota bolivariana.

 

 

 

Una de las principales angustias de Bolívar era ver al pueblo americano atado al triple yugo de la ignorancia, de la tiranía y del vicio. Tres palabras devastadoras que anticipaban al chavismo (faltaría el narcotráfico que no era una plaga entonces).

 

 
Para el Libertador la moral y las luces eran las primeras necesidades para deslastrarse del triple yugo (chavista): ignorancia, tiranía y vicio.

 

 

 

Si reconocemos como valiosas las conclusiones del Padre de la Patria, María Corina es una auténtica patriota bolivariana, una forjadora de libertad. No porque esté alardeando e infamando a todo momento a Bolívar, corrompiéndolo y ofreciéndolo como bandera de criminales y narcotraficantes (de chavistas), sino por algo mucho más contundente y trascendental: porque María Corina representa y enaltece con dignidad y rigor los valores patrios que promovía el Libertador.

 

 

 

Ella mantiene la moral ante la tiranía y el vicio, no se doblega ni claudica; ella es luz ante la ignorancia.

 

 

 

Como pocas.

 

 

 

Patadas a los mercaderes de la claudicación

 

 

 

No soy yo quien lo asevera y testifica, son incandescencias verdaderamente inmortales como las de Mario Vargas Llosa u Oscar Arias, entre otros, los que descubren en ella, en su lucidez y su moral republicana, un emblema de libertad y una esperanza para la reinvención de Venezuela. Son ellos, no yo (poeta panfletario e inconcluso), quienes nos urgen a seguir su liderazgo y ejemplo, tanto el de ella como el de Leopoldo López y Antonio Ledezma, si queremos salir de una vez por todas de nuestra ruinosa tragedia.

 

 

 

Lo rescato porque en medio del pandemonio chavista, en el que algunos rabipelados opositores y otros recoge latas de nuestra lagañosa conciencia intelectual (¡esos doños histéricos!) se han dado a la disparatada –y humillada– tarea de criticar la indoblegable voluntad de María Corina por no someterse al vicio, a la ignorancia y a la tiranía.

 

 

 

Con su soberbia y mediocridad los rabipelados y los recoge latas de la moral, nos están causando un profundo daño. Alguien debía caerle a patadas por mercaderes de la claudicación; ese alguien tenía que ser un sacrílego como yo.

 

 

 

La actitud de María Corina merece nuestro mayor reconocimiento y admiración.

 

 

 

No la doblegan, no nos doblegan, hay moral.

 

 

 

El circo macabro

 

 

 

Hace semanas leí en El País un lapidario artículo –por agudo y lúcido– del ensayista argentino Héctor Schamis intitulado: Venezuela, hora cero, que contenía una frase que me paralizó: “La MUD deberá entender que ha llegado el momento de los principios”.

 

 

 

El artículo es una radiografía de nuestro caos, describe el incomprensible proceder opositor (la futilidad del diálogo), las consecuencias mortales de la no activación de la Carta Democrática, e invita con desprendimiento y urgencia a entender que es la hora cero de los “principios” y no de la claudicación. Cada día que pasa son más los venezolanos que mueren por falta de medicina y comida.

 

 

 

En estos días los partidos políticos se someterán a una nueva vejación histórica –ya ni menciono lo ilegal e inconstitucional– mientras buscan desesperadamente firmas para conservar su cadavérica presencia electoral. Serán los enanos mortificados del macabro circo chavista. Se reirán de ellos, otra vez. No nos atrevemos a juzgarlos, pero verlos degradarse así es desconsolador.

 

 

 

¿Y la moral? ¿Y la luz? ¿Y los principios fundadores de Venezuela? ¿Seguiremos sometidos al vicio, la ignorancia y la tiranía?

 

 

 

No, algunos no seguiremos. Ahí está María Corina mostrándonos que hay un camino trazado hacia un mejor porvenir. Se funda en principios y valores irrenunciables.

 

 

 

Comienza con dignidad venezolana. No se somete ni someterá.

 

 

 

Hay moral, hay luz.

 

 

 

Y mucha…

 

 

 

Gustavo Tovar Arroyo

Por Confirmado: Oriana Campos

Tribunal Supremo de Narcos

Posted on: febrero 25th, 2017 by Maria Andrea No Comments

Inconsolablemente extraviados

 

 

Todo esto pudo evitarse si la Asamblea Nacional hubiese cumplido su labor: destituido a los magistrados ilegalmente impuestos; elegido a los nuevo miembros del Consejo Nacional Electoral; respetado la soberana voluntad del pueblo de Amazonas que eligió legítimamente a sus diputados y fueron repudiados por Ocariz y compañía; cumplido con la sentencia política del abandono del cargo por parte del comandante hazmerreir, Nicolás Maduro; pero sobre todo, si hubiese mantenido la presión en las calles. Pero no, no se hizo. Primero Justicia y Un Nuevo Tiempo consideraron que la agenda legislativa debía enfocarse en el bono alimenticio (en un país sin alimentos).

 

 

 

Estamos inconsolablemente extraviados.

 

 

 

Adrián Solano o la vergüenza intergaláctica

 

 

No hay hipérbole que pueda amontonar en una palabra la vergüenza intergaláctica que sentimos los venezolanos cuando vimos a Adrián Solano ser el hazmerreir del planeta Tierra. Las carcajadas de la humanidad se escucharon en toda la Vía Láctea, pero no fueron los únicos que se rieron en el universo, desde otros sistemas solares también sonaron estruendosas risotadas extraterrestres al punto que la NASA logró percatarse por primera vez en su historia que había vida en otros siete planetas.

 

 

 

Al menos para algo sirvió el viaje de Solano, lo que no habían logrado los satélites venezolanos en su caos estelar lo logró nuestro esquiador chavista: descubrió vida en el cosmos.

 

 

 

La sapita roja protesta

 

Entre nosotros la capacidad de asombro todavía tiene un largo trecho que recorrer: ¿no dejó Hugo Chávez a su “amado” como sucesor?; entre nosotros, pero no necesariamente en Europa.

 

 

 

Alertadas todas las autoridades migratorias del mundo sobre las criminales andanzas del chavismo que a través de Tareck El Aissami vende pasaportes a terroristas, narcotraficantes y esclavistas, imagino la cara de pavor que debió plantar el oficial francés cuando recibió en su mostrador al menudito “esquiador” venezolano, le preguntó el motivo de su viaje a la Comunidad Europea y éste militarcito de alcabala callejera le respondió –con altanería chavista– que representaría a su país en el Campeonato Mundial de Esquí Nórdico de Lahti, y tenía el apremiante – insospechado– de que debía apurarse porque, para ganar la medalla de oro (no robársela), urgía conocer la nieve y entrenar.

 

 

 

El gendarme francés prevenido –mal pensado, debí escribir– por la experiencia de otro chavista-terrorista como el Chacal (Ilich Ramírez) y por las toneladas de cocaína –otro tipo de nieve– que el Cartel de los Soles ha enviado hacia el viejo continente desde que Chávez llegó al poder, no dio crédito al desternillante testimonio y lo detuvo.

 

 

 

La inefable Delcy Rodríguez, alias Sapita Roja, protestó la afrenta.

 

 

Tenía razón.

 

 

Cándido, el optimismo y el buen salvaje

 

 

El policía francés, pese a ser descendiente directo de Voltaire y de Rousseau, visiblemente no los había leído. ¿De qué coño sirve a un francés ser heredero de los ilustrados si no los conoce? El gafé es galo, no venezolano. Nosotros estamos claros de que el discurso sobre la desigualdad de los hombres es imperialista, no caribeño ni amazónico. Nosotros somos buenos salvajes (terroristas, narcotraficantes y esclavistas) y en el peor de los casos somos optimistas como Cándido.

 

 

 

Adrián Solano era otro de esos, aunque pueda resultar inverosímil, él no quería hurtar la medalla (eso sólo lo hace en Venezuela), él quería ganársela.

 

 

 

Imagino que el empleado del circo narcotraficante, Ignacio Ramonet, se lo habrá explicado a la policía. Él –Ramonet– sí sabe de América Latina, él sí entiende lo jugoso que es defender a los buenos salvajes de la peste chavista. Ramonet es cándido…, lo de él es otro tipo de “blancura” seca y empolvada.

 

 

 

Esa sí que le encanta.

 

 

 

Tribunal Supremo de Narcos

 

 

En un caos interestelar como el venezolano, ¿cómo no habría de ser un asesino y extorsionador el principal juez de nuestro narcoestado? Merecidamente Maikel Moreno tenía que representar la justicia de Venezuela. Él y sólo él había hecho suficientes méritos para ser el presidente de nuestro Tribunal Supremo. Recordemos, aunque los franceses no lo sepan y el mundo se ría, nos rige el chavismo. Todo es posible.

 

 

 

¿Será que los partidos Primero Justicia y Un Nuevo Tiempo lo saben? ¿O también se ríen? Igual ya nada importa.

 

 

 

Lo de Venezuela es la nieve, para traficarla o esquiarla.

 

 

Gustavo Tovar arroyo

Lilian y Trump: ¿espejismo o realidad?

Posted on: febrero 18th, 2017 by Maria Andrea No Comments

El chicharrón semanal

No soy una figura pública conocida en el psiquiátrico político venezolano. Nunca lo he sido ni lo seré. Aunque lo único que hago en mi exilio es pensar en mi país, estoy fuera de su centro –soy un excéntrico–, vivo frente al mar, lejos, muy lejos, del horror que se vive en mi auténtica orilla: Venezuela.

 

 

 
Ser un marginal del pandemonio criollo, no obstante, no impide que afilemos el hacha verbal y tajemos algunos disparates de nuestra estrambótica realidad, los rebanemos en pedacitos, los friamos y se los presentemos como chicharrón picante semana a semana para que en medio del caótico espectáculo nacional se lo zampen como bocadillo. No es dulce, pero a veces es comestible.

 

 

No sé si éste lo será.

 

 

 

Lo inmasticable

Reconozco que ciertos trozos de nuestra realidad resultan indigeribles e indigestos. Por más qué uno se esmere en adobarlos con sensibilidad y en presentarlos apeteciblemente para ser saboreados, siempre quedamos insatisfechos, sale un pelo chamuscado en el chicharrón y nos arqueamos del asco.

 

 

 

Esta semana volvió a ocurrir. A Tareck El Aissami, el gobierno de los Estados Unidos lo sanciona y hasta le confisca su incalculable fortuna por corrupto y narcotraficante, y el diputado Stalin González, jefe de la bancada opositora, sale en su defensa y lo exculpa. Pide pruebas –¿más?– de que su amigo es un criminal, no le basta con la ruina sociopolítica de Venezuela. Insólito.

 

 

 

Nos gustaría escuchar a Stalin –esto es personal– levantar la voz con la misma vehemencia en defensa de quien fue su compañero generacional de lucha, Yon Goicoechea. No entendemos por qué no lo hace.

 

 

 

Inmasticable chicharrón.

 

 

 

El espejismo

Hay peores realidades, tan raras e incomprensibles que uno empieza a dudar de su propio criterio gustativo y de su propia conciencia crítica: ¿serán espejismos motivados por nuestra hambruna de esperanza?

 

 

 

Por ejemplo, la celebrada foto de Lilian Tintori junto al presidente Donald Trump, que le dio reconocimiento universal y fuerza moral al activismo democrático venezolano, para Diosdi Cabello se trató de una “falsificación” (¿photoshop?) pese a que fue el propio Trump quien la publicó. Según el cerdito refunfuñón, Tintori no estuvo con el presidente de la democracia más sobresaliente de las Américas y de la mayor superpotencia mundial, según él –muerto de la envidia– fue un montaje. ¿En serio?

 

 

 

¿La belleza espiritual, la fortaleza moral y el amor transparente de Lilian por Leopoldo López tienen a Diosdi tan ofuscado y loco?

 

 

 

La realidad cruje apetecible.

 

 

 

Lo amargo

Fui un crítico acérrimo de Donald Trump durante la campaña electoral, pero al final el magnate –cuyo santo y seña es su peinado de fuego disecado– ganó la contienda. Sí, la ganó. Gústeme o no me guste. Esa fue la amarga realidad. Decidí darle un voto de confianza a su gobierno porque sólo un demente –no soy chavista– puede apostar al fracaso de los Estados Unidos.

 

 

 

He seguido con supremo cuidado sus actos de gobierno, unos me han parecido nefastos (la prohibición migratoria), otros muy buenos (la selección de Neil Gorsuch como nuevo miembro de la Corte Suprema de Justicia, sus textos jurídicos los he leído con fruición en el pasado).

 

 

 

El espaldarazo de Trump a la lucha por la libertad en Venezuela no sólo es absolutamente encomiable, es reivindicador.
Tenemos que agradecerlo con humildad. No olvidemos que el último acto del anterior gobierno –pese al agrado que sentíamos por él– fue empujar a la oposición venezolana al abismo del diálogo de la mano de un narcotraficante como El Aissami. Ese chicharrón amargo de realidad nos lo tuvimos que comer.

 

 

 

¿Nos gustó?

 

 

 

Lo putrefacto

Sin moral ni luz intelectual, obviamente en Venezuela se impuso el oscurantismo chavista. Recordemos que muchos de los doños académicos que hoy se histerizan por una foto con el presidente de los Estados Unidos, ayer se babeaban y le rendían pleitesía al dictador Fidel Castro. A su modo, fueron precursores de nuestra ruina.

 

 

 

En sus santuarios mediocres son los insignes recoge latas del pensamiento latinoamericano, elocuentes escritores de baño público, tratadistas de lagaña y baba en el cabaret de los despreciados, no tienen la más remota idea de lo que dicen, son luz de neón estropeada en la oscuridad chavista, patéticos. En gran medida, por su ebriedad de juicio y su tambaleante conciencia, estamos donde estamos.

 

 

 

Chávez se los devoró, fueron un aperitivo fácil de comer en la gran comilona nacional.

 

 

 

Lo deleitable

La mujer venezolana lleva en su vientre –preñada– la esperanza de la nueva Venezuela. Seguimos su rastro con asombro.
Lilian Tintori, Mitzy Capriles, Idania Chirinos, Nitu Pérez, María Corina Machado, Thays Peñalver, Tamara Sujú, conforman una larga lista de admiración cuyos puntos suspensivos son estrellas que iluminan el firmamento de nuestra historia.

 

 

 

La misoginia de los histéricos doños académicos y su afectado afán por vanagloriar su necedad frente al espejo (como todo chavista) les impide admirar la fuerza política y creativa de la mujer venezolana. Son, los doños académicos, mendigos de su luz. Alguna de nuestras valerosas luchadoras debería ofrecerles alpiste para que los doños sacien su hambre de atención.

 

 

 

Lo único deleitable de nuestra devastadora realidad es el ejemplo que la mujer venezolana está dando.

 

 

 

Vaya a ellas nuestro agradecimiento y respeto.

 

 

 

Postdata reflexiva híper realista

Ser figura de oposición y tener la oportunidad de conversar con el presidente de un país es dificilísimo. No se imaginan cuánto.
Lilian por pura convicción y amor ha logrado conversar, entre otros, con el Papa, con los presidentes de Argentina, Brasil, Perú, España, Paraguay, Colombia, Chile, Estados Unidos, con senadores, diputados de casi todos los países de Europa y América, con el Alto Comisionado de los Derechos Humanos, con varios Nobel de la Paz y de Literatura; con ex presidentes, activistas, artistas, poetas y músicos; y con todo aquél que ella consideró oportuno para que conociera una trágica híper realidad: la narco dictadura de Venezuela.

 

 

 

¿Será que en el manicomio venezolano alguien es capaz de entender y admirar semejante proeza? Yo sí y sé que la mayoría de nuestro pueblo también, incluso a pesar de la demencia criminal del chavismo y de la histeria hambrienta de los doños académicos.

 

 

 

Los sabores de la realidad cambian.

 

 

 

¿Lo sienten?

Venezuela eres tú…

Posted on: diciembre 24th, 2016 by Laura Espinoza No Comments

 

Esta entrega no será escrita, será musicalizada, cantada a coro. Es un regalo de navidad cuya motivación única es invitarte a seguir luchando, a persistir, a revirar con ese indómito manojo de ideales que atesoras en tu espíritu.

 

 

 

Sé que la misteriosa rendición de algunos miembros de la Mesa de la Unidad (MUD) y los oscuros derroteros en los que nos abismó el diálogo te han desconsolado como me han desconsolado a mí y ha desconsolado a la mayoría de los venezolanos.

 

 

 

Sé que te sientes engañado, humillado, negociado por un minúsculo cogollo de actores políticos; sé que estás abatido, confundido, frustrado, sintiéndote sin rumbo cierto; sé que ni en la peor de las pesadillas te imaginaste que la peste chavista fuese tan destructiva y venenosa; pero también sé que no ha sido la primera ni será la última vez en la que la sangre, el sudor y las lágrimas venezolanas son derramadas por ese infatigable sueño de libertad que nos identifica como nación. El que algunos se hayan rendido, el que hayan negociado nuestra democracia, nuestro derecho a elegir, no significa que tú, que yo y que muchos otros lo hayamos hecho.

 

 

 

Mientras nuestro aliento empañe una lámina de vidrio tendremos fuerza suficiente para luchar por nuestra libertad. No descansaremos hasta derrotar y erradicar la tiranía.

 

 

 

Arropados por la sublime interpretación del himno nacional que hace nuestra Gabriela Montero, las voces de venezolanos admirables de nuestro tiempo como Ana Julia Jatar, Lilian Tintori, Mitzy Capriles, María Corina Machado, Thays Peñalver, Tamara Sujú, Diego Arria, Ricardo Hausmann, Moisés Naím, JJ Rendón, Marcel Granier, Laureano Márquez, Miguel Henrique Otero, David Smolansky, Daniel Ceballos, David Morán, Yon Goicoechea y Freddy Guevara, se unen para encender la antorcha venezolana de la esperanza.

 

 

 

Está dedicado a los que luchan, a quienes no claudican, a los que desafían a la tiranía, a los perseguidos y exiliados políticos, a los presos de conciencia, pero especialmente a los que han muerto por la acción criminal de la dictadura chavista, sí, a ellos, por creer y ofrecer su último respiro de vida por nuestra justicia y libertad.

 

 

 

Venezuela eres tú

Los saqueos, el jorobado y el nuevo tiempo

Posted on: diciembre 17th, 2016 by Laura Espinoza No Comments

 
Gargajo de horror

 

 

Tiemblo mientras intento escribir. Otra vez. En circunstancias como las actuales los dedos no aciertan pulsar las teclas correctas, se extravían entre el sobresalto y la furia, son garabatos que salpican chispas, que sacan lumbre. Las noticias que llegan de Venezuela arden. Robos, hambre, enfermedad, crimen, inundaciones, carestía, desorden y anarquía. Saqueos, falta de dinero, cercos de púas políticos, emboscadas económicas. El apocalipsis nos ha lanzado su gargajo de horror.

 

 

Los que apostaron a la destrucción de Venezuela para demostrar, entre añicos y estragos, que el chavismo era un régimen dictatorial, corrupto y criminal, lograron su objetivo. Somos una ruina. Estamos destruidos, desmoralizados, deshechos.

 

 

 

¿Eso es lo que querían?

 

 

 

Los jorobados

 

 

 

Hay una figuración a la que la mitología espartana le atribuye la perniciosa cualidad de la traición. En la inspiradora y muy celebrada película 300 pudimos conocer su monstruosidad moral y su perfidia. Me refiero al “jorobado”.

 

 

 

En Venezuela, los jorobados –de la inmoralidad y la traición– están por todas partes, abundan especialmente estos días. Son escurridizos, viciosos, intrigantes, no pueden ocultar su falsedad. Se les ve dialogar, negociar, piden el voto al pueblo y luego lo abandonan. Se inclinan, resentidos, a la malicia. Sonríen mientras lo hacen. El engaño es su oficio; la mentira, su motivación.

 

 

Una de ellas, una jorobada, cercana a Diosdi, no comió cuentos y se me acercó. La tuve que abominar. Pero su cercanía, su fingida amistad, me alertó. Están aquí, cerca, muy cera, pueden abrir la puerta de tu hogar.

 

 

 

¡Cuidado!

 

 

Un nuevo tiempo de traición

 

 

Lo he dicho, me dolieron mucho las traiciones de Ricardo Sánchez y William Ojeda, los consideraba mis amigos. Me dolió, pero aprendí. A ambos les tenía mucho aprecio. En el caso de Ricardo específicamente comprendí que no era sólo el chavismo quien había pervertido el espíritu de la nación, también y en gran medida lo había hecho la oposición.

 

 

 

Ricardo, joven inteligente, sensible y crítico, muy humano y lúcido, fue sacudido moralmente cuando entró en contacto con el partido Un Nuevo Tiempo: putas, alcohol, dinero, lujo; purulencias contagiosas de la peste chavista. Su alma se infectó y convirtió en presa fácil para el chavismo: la madre de todas las depravaciones.

 

 

Su traición, semejante a la de Ojeda, a la de Timoteo Zambrano, William Barrientos, Ricardo Fernández y no sabemos aún si de Manuel Rosales, estaban signadas por un nuevo tiempo político, el del descaro y la fatuidad.

 

 

 

Un nuevo tiempo que sustituyó unas cuantas monedas por los sueños, las visiones políticas y los principios.

 

 

 

Un nuevo tiempo de traición.

 

 

 

¿La misma

 

 

****?

 

 

Todavía me tiemblan las manos al escribir. No es fácil. La rabia se teje a la frustración e invaden, amarradas furiosamente la una a la otra, cada parcela de mi espíritu. La irritación aparece por todas partes, irrumpe, se encabrita, salta indómita –yegua agreste– sobre el teclado. No obedece, relincha. Lo hace aquí conmigo.

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Tú te sientes igual, lo sé: tu alma es una tempestad. El que los diputados de Un Nuevo Tiempo se hayan vendido era previsible. El partido se llenó de dudas con la inexplicable liberación de su líder. Lo intuían, del penthouse en Lima a la cárcel del Helicoide, había un oprobioso gato encerrado. ¿Por qué no actuar a imagen y semejanza del “fundador” de sus tiempos nuevos? ¿No ha sido así la política desde que mostró la jeta el chavismo?

 

 

 

Las últimas palabras que me pronunció mi “amigo” William Ojeda jamás las olvidaré: “No tienes idea de la podredumbre que existe en la oposición, no la tienes, son la misma

 

 

****”.

¿La misma o la única?

 

 

No nos domarán

 

 

El ejemplo de Leopoldo López pasará a la historia. Venezuela necesitaba una inspiración como la suya. No todos los líderes de nuestro tiempo son cobardes, cínicos, perversos, tránsfugas o traidores. No sólo de jorobados y jorobadas está compuesto nuestro liderazgo político. Hay moral, hay integridad, hay bravura, y mucha. Leopoldo la encarna.

 

 

 

Seas del partido que seas, apoyes al líder que quieras apoyar, fortalece al país que quieres “ser” fortaleciendo a aquellos que representan los valores que tú anhelas en tu propia interpretación de Venezuela. ¿Qué país añoras? Escoge el liderazgo que lo represente, no jorobes tu destino.

 

 

Nuestra lucha es espiritual, nos asiste una moral que no se doblega, hay ejemplos de ella por todas partes, no sólo en Leopoldo, la vemos en Ledezma, Ceballos, Goicoechea, en los huelguistas que hoy sacrifican su vida en el Helicoide.

 

 

Cambiemos el proceder de los nuevos tiempos, saqueemos al malandraje (no a los empresarios) y a sus jefes (los cubanos) de Venezuela. No todo es miseria, cobardía o traición. Estás tú, estoy yo, están los estudiantes. Están muchos políticos. Primero muertos que domados. No nos vencen, no lo harán nuca.

 

 

 

¡Gloria al bravo pueblo! ¡Gloria a los que luchan!

 

 

¡Gloria a ti!

 

 
Gustavo Tovar-Arroyo

@tovarr

¿El diálogo o el vómito?

Posted on: diciembre 3rd, 2016 by Laura Espinoza No Comments

 

 

: ¿El diálogo o el vómito?
Dic 3, 2016 7:31 am
Publicado en: Opinión

 

El diálogo

 

 
Antes que comenzará el diálogo, es decir, en el “pre diálogo” como babosamente lo llamó Chuo Torrealba, lo último que supimos de la Mesa de Unidad Democrática (MUD) fue que en Venezuela se había roto el hilo constitucional (por enésima vez), el régimen chavista –esa peste– habría cometido un “golpe de estado” (otro) y que “ahora sí” enfrentábamos una dictadura.

 

 

 

Según los animosos “líderes” de la oposición, la situación era inadmisible, como “demócratas” debíamos responder contundentemente y para tal fin se iniciaría un “juicio político” contra la tiranía, además, como medida restauradora, el poder constituyente (el pueblo) marcharía hacia la sede de uno de los poderes constituidos (Miraflores) para erradicar a los tiranos del poder con la fuerza popular (y soberana) de Venezuela movilizada en las calles. El pueblo ocuparía pacífica –pero heroicamente– el poder usurpado por Maduro y su pandilla de narcotraficantes.

 

 
Pero llegó el diálogo…

 

 

 

La nausea

 

 
En uno de los actos más incoherentes que haya conocido la historia contemporánea de Venezuela, todo lo dicho por la MUD contra la dictadura se desvaneció en el más desértico de los olvidos una vez que sus “líderes” se sentaron a dialogar. Nadie podía dar crédito a aquello, pero por más asombroso que fuera, no dejaba de ser desconsolador y profundamente nauseabundo. Sí, nauseabundo.

 

 

 

Sentaditos y obedientes, otra vez, a la siniestra de Maduro, vimos a Chuo Torrealba, Carlos Ocaríz (PJ), Henry Falcón y a Timoteo Zambrano (UNT), en actitud genuflexa y servil ante quien un día antes habían acusado no sólo de dictador, sino de criminal; frente al tirano que no sólo había arruinado el tejido social venezolano y causado la más aterradora crisis humanitaria de nuestra historia, sino que además –según la MUD– había roto el hilo constitucional (por enésima vez), había dado un golpe de estado (otro) y había constituido “ahora sí” una dictadura en Venezuela.

 

 
¿Fui el único que sintió un entrañable asco?

 
Lo dudo.

 

 

 

El vómito colectivo

 

 
Peor aún fue el juego de mimos, abracitos, sonrisas cómplices y coqueteos, que nos vaciaron en la jeta ese apestado rebaño de insensibles e irresponsables “líderes” que supuestamente representan los intereses de la oposición, es decir, de la justicia, la libertad y la democracia en Venezuela.

 

 

 

No tuvieron piedad ni clemencia con nosotros. Aquella escena fue un atragantamiento de cinismo, corrupción y humillación que arremolinados en los intestinos de nuestro espíritu, después de tantos años de putrefacción moral, desprecio y miseria chavista, se nos congestionó y produjo un volcánico vómito colectivo.

 

 

 

Que me disculpen las malolientes beatas de la MUD y sus histéricos doños académicos, pero el asco es incurable. Pasarán generaciones sin que podamos reaccionar sin náusea ante semejante despropósito.

 

 
Fue aborrecible.

 

 

 

¿La negociación o el negocio?

 

 
Lo siguiente fue la desconcertante negociación a la que llegaron los representantes de la MUD y los tiranos, que luego intentaron justificar –los opositores– con una retahíla de babosadas, gamelote y retórica barata tan singular como despreciable.

 

 

 

El espectáculo fue sórdido, Chuo y Ocariz se convertían en unos auténticos limosneros de democracia y justicia, y convertían al ochenta por ciento del glorioso y bravo pueblo de Venezuela –que supuestamente representan– en famélicos mendigos hurgando en el basurero venezolano de la libertad. Como era de suponer y se advirtió mil y una vez, la negociación –o negocio– fue un auténtico fiasco para los venezolanos, que están peor que nunca, burlados y desesperanzados, padeciendo hambre y sin una salida democrática. De un solo coñazo renunciamos al Revocatorio, a la Constitución, a la justicia y a la libertad, pero más que nada a la sensatez y a la coherencia.

 

 

 

Mientras tanto Maduro bailaba y la hiena de Jorge Rodríguez sonreía. Mientras tanto nuestro pueblo moría de hambre, enfermo o asesinado por el chavismo.

 

 

 

La desesperanza aprendida

 

 
Así como digna y encomiablemente lo hicieron en su momento Aveledo y Medina por el bien de la Unidad y a pesar de que se le reconoce su loable esfuerzo y su éxito, Chuo Torrealba debe renunciar a la secretaría general de la mesa unitaria. Su colosal desacierto con el diálogo ha llevado a la oposición venezolana (al venezolano en general) a niveles de frustración y depresión inmerecidos. Ocaríz, por su parte, lo sabemos, no está en condiciones personales como para lidiar con unos tiranos. Simplemente no puede. Que vuelva a la Alcaldía de Sucre donde está cumpliendo su labor.

 

 

 

Si alguien se ha movilizado, votado, luchado, sacrificado o ha seguido con admirable espíritu democrático y cívico la errática dirección opositora ha sido el noble pueblo de Venezuela; si alguien ha resistido la criminal peste chavista ha sido él, tú, yo, ese enorme e indoblegable “nosotros” que componemos los venezolanos y que orgullosamente llamanos Venezuela.

 

 

 

Yo no me rindo, mientras mi aliento sea capaz de empañar una lámina de vidrio lucharé por nuestra libertad. Espero con todo mi ser que tú tampoco te rindas. Pensemos en Leopoldo López, en Yon Goicoechea, en Antonio Ledezma, en Braulio Jatar y tantos otros que han dado todo de sí por Venezuela, asumamos su ejemplo como un desafío.

 

 

 

Nuestro pueblo tiene moral, tiene dignidad, tiene mucha virtud y honor, que el fracaso y la burla del diálogo no nos deprima. Mentemos madres, mandemos para el carajo a los traidores que negociaron nuestros principios, pero no nos rindamos nunca.

 

 
Venezuela eres tú…

 

 

Gustavo Tovar-Arroyo

@tovarr