Yo tenía un país… Yo tengo un país

Posted on: octubre 7th, 2020 by Laura Espinoza No Comments

Yo tenía un país bien bonito. No. Yo tengo un país bien bonito. En ese país había mucha riqueza material y natural. No. En ese país hay muchas riquezas materiales y naturales.

 

 

Ese país conoció una democracia con defectos, como ocurre en todas las democracias verdaderas. Gracias a esa democracia que hoy vemos lejana y que mi hija de 17 años conoce por referencia, tuvimos una educación para todos en donde quienes menos tenían, estudiaban primaria y bachillerato en colegios o liceos exigentes. Allí, un profesor ganaba 1.000 dólares mensuales. Después, los bachilleres, si así lo deseaban, podían proseguir sus estudios en prestigiosas universidades venezolanas, públicas o privadas, donde los profesores de acuerdo con su currículum ganaban hasta 2.500 dólares. Y si los alumnos eran buenos estudiantes, optaban por becas en el extranjero sin importar que sus padres fueran demócratas o comunistas. En ese país construimos:

 

 

El Teatro Teresa Carreño.

El Hospital Universitario de Caracas.

El Hospital Pérez Carreño.

El puente sobre el lago de Maracaibo.

El puente sobre el río Orinoco.

La represa del Guri, una de las más grandes del mundo.

El Hospital de Niños J. M. de los Ríos en Caracas.

El Poliedro de Caracas.

 

Enormes comunidades habitacionales para los más humildes, como Caricuao, Ruiz Pineda, El Valle y Coche. En ese país, que yo tenía y tengo, se edificó la Universidad Simón Bolívar que en su momento era la más bella y completa de América Latina.

 

En ese país del que hoy les hablo, se construyó el Metro de Caracas, orgullo de la ingeniería venezolana. Por increíble que resulte de creer, al bajar e ingresar a las modernas instalaciones del subterráneo recién inaugurado, algunos habitantes desordenados se transformaban en ciudadanos ejemplares de elevada conciencia cívica. Al usuario del Metro de aquel entonces le ocurría lo que a los feligreses al ingresar a una catedral: se impregnaban de respeto, solidaridad, caballerosidad y paz.

 

 

En ese país había y hay una isla paradisíaca llamada Margarita, en donde pobres y ricos iban de vacaciones. Se viajaba en avión. Había hasta quince vuelos diarios o se podía ir con el automóvil en unos barcos llamados ferrys, expropiados por los diablos. ¡Ahora, todos esos barcos están hundidos!

 

 

Allí existía un puerto libre y quienes tenían, y también quienes no tenían, compraban cualquier cosa y no lo van a creer: ¡había agua, gas, gasolina, seguridad y electricidad!

 

 

Podría resaltar un millón de cosas de ese país que yo tenía y que a pesar de la destrucción todavía tengo.

 

 

Pasado y presente están juntos porque esos dos países son uno solo, pero por no cuidarlo de la plaga roja ahora está roto en pedacitos.

 

 

La buena noticia es que tenemos la goma perfecta con la que vamos a unir a nuestro país. Y así como Florentino espantó al diablo cuando nombró a todos los santos, esta goma es infalible porque no solo pega sino que espanta a los demonios: Simón Bolívar, Federico Brandt, Leoncio Martínez, Job Pim, Andrés Eloy Blanco, Rómulo Gallegos, Juan Vicente González, Arturo Uslar Petri, Miguel Otero Silva, Adriano González León, Aquiles Nazoa, Guaicaipuro, Antonio José de Sucre, Francisco de Miranda, Carlos Rangel, José Antonio Páez, Pedro Camejo, Andrés Bello, Simón Rodríguez, José Félix Ribas, Rafael María Baralt, Luisa Cáceres de Arismendi, Teresa Carreño, Teresa de la Parra, Cristóbal Rojas, Arturo Michelena, Juan Vicente Torrealba, Mario Suárez, Manuel Bermúdez, Néstor Zavarce, Martín Tovar y Tovar, Arturo Herrera Toro, Armando Reverón, Carlos Soublette, Aníbal Nazoa, Juan Pablo Pérez Alfonso, José Antonio Ramos Sucre, Rufino Blanco Fombona, Jorge Tuero, José Rafael Pocaterra, Elizabeth Schön, Alfredo Cortina, Óscar Martínez, Mario Briceño Iragorry, Julio Garmendia, Oswaldo Yepes, Manuel Caballero, Francisco Massiani, César Girón, Mariano Picón Salas, Néstor Caballero, Pablo Antillano, Levi Rosell, José Ignacio Cabrujas, Antonia Palacios, Delio Amado León, Fermín Toro, Héctor Cabrera, Rafael Arráiz Lucca, José Rafael Pocaterra, Ramón Pasquier,  Ida Gramcko, Francisco Herrera Luque, Mariano Picón Salas, Sergio Antillano, Germán Carrera Damas, Fernando Paz Castillo, Manuel Graterol Santander, Isaac Chocrón, César Rengifo, Manuel Díaz Rodríguez, Héctor Mujica, Juan Liscano, Salvador Garmendia, Vicente Gerbasi, Luis Beltrán Prieto Figueroa, Óscar Yanes, Jacinto Convit, José María Vargas, Luis Razetti, Humberto Fernández Morán, Rosalía Romero, José Gregorio Hernández, Marcel Roche, la madre María de San José, José Antonio Abreu, Raúl Delgado Estévez, Pepeto López, Vinicio Adames, Morella Muñoz, Antonio Estévez, Antonio Lauro, Fedora Alemán, Aldemaro Romero, Hugo Blanco, Simón Díaz, María Rivas, José Ángel Lamas, Luis Mariano Rivera, Otilio Galíndez, Alí Primera, Amador Bendayán, Billo Frómeta, Pedro Elías Gutiérrez, Alfredo Sadel, Renato Capriles, Mónica Spear, Pilar Romero, Morela Muñoz, Herminia Martínez, Susana Duijm, José Visconti, Eneas Perdomo, Domingo Mendoza, Vicente Nebrada, Elisa Soteldo, Rafael Briceño, Alirio Díaz, Eva Millán, Belén Lobo, Felipe Pirela, Pedro Penzini Fleury, Mercedes Pulido de Briceño, Franzel Delgado Senior, Cayito Aponte, Honorio Torrealba, Carlos Cruz-Diez, Pedro León Zapata, Jesús Soto, Gustavo H. Machado, Manuel Cabré, Luis Castro Leiva, Carlos Raúl Villanueva, Alberto Arvelo Torrealba, Sofía Ímber, Hernán Gamboa, Raúl Amundaray, Magdalena Sánchez, Eva Moreno, Amalia Pérez Díaz, José Bardina, Gustavo Rodríguez, Doris Wells, Tomás Henríquez, Rebeca González,  Daniel Alvarado, Rafa Galindo, Agustina Martín, Memo Morales, Hugo Blanco, Carlos Márquez, Lourdes Valera, Italo Pizzolante, Marco Antonio Lacavalerie, Delio Amado León, Rómulo Betancourt, Teodoro Petkoff, Alicia Pietri de Caldera, Menca de Leoni, Inocente Carreño, Guillermo González, Renny Ottolina, el Pavo Frank, Francisco Narváez, Carmen Victoria Pérez, Octavio Lepage, Carlos Andrés Pérez, Rafael Caldera, Jóvito Villalba, Luis Herrera Campins, Raúl Leoni, Ramón José Velázquez, Alí Primera, Rafael Vidal, Teo Capriles, Óscar Pérez.

 

 

@claudionazoa

Querido líder…

Posted on: febrero 17th, 2020 by Laura Espinoza No Comments

 

 

!Usted logró tamaña proeza…!

 

Yo lo admiro porque usted y los amigos que lo mantienen en el poder, como buenos toreros, han logrado lidiar con la oposición de la derecha apátrida que está acompañada por la del centro traidora y por la izquierda moderada burguesa, es decir, por 87% de los venezolanos…

 

■   Lo que más he admirado en este tiempo convulso y gracias a su sapiencia infinita, es que decidió que ya no le gustaba la Constitución de su comandante eterno ¿se acuerda?, el que nació en Sabaneta de Barinas. Él decía: “Esta es la mejor Constitución del mundo”.

 

 

Sin embargo, usted, mi admirado comandante en jefe, dijo que había que cambiarla por otra que fuera la más mejor del mundo. Para eso, con el TSJ que nombró, montó una asamblea nacional paralela a la legítima y la nombró legítima y a la legítima, la declaró ilegítima. Nunca había visto algo tan maquiavélicamente bien hecho. De ñapa, sus amigos nombraron al fiscal general, al contralor y al defensor del pueblo.

 

 

Estoy emocionado querido líder y sin que me malinterprete, confieso que me gustaría invitarlo a bailar porque es que ¡usted sí que tiene son! Inventa vainas que parecen que son verdaderas, aunque todo el mundo sabe que no lo son.

 

 

Dígame cuando el otro día, es que usted no deja de sorprenderme, unos muchachitos en el destruido, abandonado y malogrado Hospital de Niños morían por falta de tratamiento a pesar de los esfuerzos de los médicos héroes y usted, orondo y rodeado de militares, dijo que iba a inaugurar una fábrica de ametralladoras y mostró en cámara unas motos rarísimas que, según sus palabras, “fueron hechas con material de desecho”, a las que les instalaron un lanzagranadas y una ametralladora. ¡Genial! Esa vaina no se le ocurre a nadie.

 

 

Pero la cosa no quedó allí. Me encantó cuando dijo que iba a mandar esas motos a los barrios con 10.000 simuladores de tiros “para que el pueblo agarre puntería”. ¡Tremenda idea! mi querido comandante en jefe, lo único, y perdone que humildemente le sugiera algo, es que creo que hay que tener cuidado para que a los malandros no se les ocurra atracar con lanzagranadas y ametralladoras.

 

 

Extraordinario lo de dejar a la gente sin dinero en efectivo. Usted está dando una lección de comunismo, es malo que el pueblo se acostumbre a tener plata para comprar las cosas que quiera, pues lo ideal es que mendiguen la bolsa de comida que les regala. Lo del Metro que nunca funciona también le está quedando sensacional, es ideal para que los venezolanos hagan ejercicio. Lo del apagón de cuatro días, ¡ni hablar! y qué bellos se ven las estructuras de cemento por donde iba a pasar un tren que costó 10.000.000.000 de dólares y que hoy, ornamentalmente, decora la autopista desde Aragua hasta Carabobo y de Petare hasta Guarenas. Fíjese que en Egipto tuvieron que esperar 4.000 años para que las cosas se arruinaran, en cambio usted ya las construye hechas ruinas.

 

 

Ah, no, pero dónde me deja eso de que la gente se quede sin gasolina. ¡Eso sí que no tiene nombre!, qué venganza tan sabrosa le ha hecho usted a ese 87% de venezolanos que no lo quiere y a quienes lo quieren también. ¡Bien hecho! ¡Se lo tienen merecido! Eso es terapia ocupacional, porque en lugar de estar maquinando en cómo salir de usted, ellos se mantendrán ocupados durante tiempo infinito haciendo cola.

 

 

Y hablando de cola, lo de poner durante horas y a veces hasta días a los abuelitos en una interminable fila india como cuando eran niños de kinder para cobrar una pensión que no alcanza para comprar un pollo, es sencillamente extraordinario y plausible, porque tengo entendido que esos viejitos fueron adecos y copeyanos y eso hay que pagarlo.

 

 

Querido líder, usted se ha convertido en un mago extraordinario: mete la mano en el petróleo y lo desaparece, mete la mano en el cemento y lo desaparece, mete la mano en los pasaportes y los desaparece para siempre, a menos que los de la derecha se bajen mínimo con 1.000 dólares. Mete la mano en las siembras de caña de Aragua que tenían 300 años y en un santiamén convierte aquella belleza en un tierrero infértil. Mete la mano en las empresas básicas de aluminio y acero y más nunca nadie ve una cabilla ni un simple papel aluminio. ¡Usted logró tamaña proeza!, desaparecer la mayor reserva de gas del planeta de un solo tiro. Pero lo más arrecho, es cuando usted agarra preso a los diputados con inmunidad parlamentaria… ¡zúas!, también los desaparece.

 

 

¡Usted es grande, hermano! Tan grande como el extraordinario Harry Houdini, aquel mago escapista del siglo pasado que, amarrado, encadenado y sumergido en un pipote gigante de agua, siempre lograba huir. A Houdini le salieron bien sus trucos de escapismo hasta que un día se ahogó ante los ojos atónitos del público y de sus ayudantes, quienes por cierto no hicieron nada para salvarlo. Dios me lo salve a usted.

 

 

Bueno, mi querido Kim Jong-un, me despido diciendo como usted siempre dice: “La lucha sigue” ¡Claro que sigue y va muy bien!

 

 

Y tocando otro tema, me tiene preocupado otro mago buenísimo que apareció por allí, uno de apellido Guaidó que… ¡Ay, se me acabó espacio!

 

 

*Claudio Nazoa. Humorista, cocinero y escritor de publicaciones gastronómicas e infantiles. P.D.- Nací en Caracas pero todo mundo cree que fue en París, 36 años pero el Viagra y el Whisky me hacen aparentar más. Bien Dotado.

 

 

Por: Claudio Nazoa
@claudionazoa

¿Por qué Bolívar tuvo éxito?

Posted on: noviembre 15th, 2019 by Laura Espinoza No Comments

 

 

“No estoy de acuerdo con las marchas. No negociemos nada. No estoy de acuerdo con los trancazos. No estoy de acuerdo con ningún militar ni bueno ni malo. No estoy de acuerdo con la resistencia. No estoy de acuerdo con la MUD. No estoy de acuerdo con votar. Todos, menos yo, son traidores”.

 

Qué valientes son los líderes de la oposición. Arriesgan su vida exponiendo libertad y pellejo en una lucha desigual, y algunos malagradecidos responden con ofensas y burlas. Qué difícil e injusto es lidiar con quienes critican y no proponen. Cómo habrá sufrido Bolívar organizando, el 24 de junio de 1821, a aquel gentío para la Batalla de Carabobo.

 

•General Bolívar, los llaneros de Páez dicen que quieren hacer la batalla en La Encrucijada, porque les queda más cerca… Además, andan arrechos porque hay un soldado que Páez llama El Negro Primero, y sí él es primero, nosotros también.

 

• General, los gochos dicen que lo más seguro es que perdamos La Batalla de Carabobo porque hace mucho calor. Sugieren que la hagamos en Mérida que es más fresco.

 

• Mi General, la gente de La Victoria está molesta porque cuando usted pasó, los caballos ensuciaron las calles.

 

•Bolívar, los orientales dicen que en Oriente se enfrió la calle. Que si ganamos, cosa que no creen, se enterarán en meses. Por eso prefieren más bien quedarse con el rey de España.

 

• General, un batallón de San Cristóbal está cayéndose a coñazos con unos caraqueños que hacían chistes de gochos.

 

• General, en Caracas la gente está muy decepcionada. Dicen que para qué más batallas si todo está perdido.

 

• Hay un batallón de maracuchos, mi General, que ya empezaron la batalla por su cuenta. Preguntan que si pueden seguir.

 

•General, el Negro Primero está bailando tambor y no deja dormir a los soldados.

 

•Excelencia, los maracuchos están peleando con los de falda de cuadritos que tocan gaita, porque quieren saber si en Escocia también tiene huevos chimbos.
Imagino a Bolívar en una loma de Carabobo, montado en su caballo:

 

-Venezolanos, los de España son aquellos que están allá: los de la bandera de franja roja, amarilla y roja. La nuestra es amarilla, azul y roja. Ustedes van a combatir a los de allá, a los españoles. Quienes tenemos la bandera amarilla, azul y roja, somos nosotros y estamos unidos alrededor de ella. Les recuerdo que ellos son losu malos y nosotros los buenos ¡Y no sigan jodiendo porque si me arrecho los dejo con los españoles!

 

 

@claudionazoa

 

Renny ha resucitado

Posted on: agosto 18th, 2019 by Laura Espinoza No Comments

 

Mencionar el nombre de Renny Ottolina en Venezuela es hacer referencia a un venezolano íntegro, inteligente y maravilloso que vivió en nuestro país.

 

 

Lamentablemente, como pasa muchas veces cuando la gente valiosa muere, la indiferencia de quienes les sobrevivimos y el paso del tiempo hacen que su legado y su nombre desaparezcan entre las nuevas generaciones y tenemos la sensación de que no supimos valorarlas en vida. Así ocurre con algunos venezolanos insignes a quienes los jóvenes de hoy poco conocen. Hay excepciones como Andrés Eloy Blanco y Aquiles Nazoa, quienes son recordados por los venezolanos que viven y recitan sus poemas.

 

 

Triste es que escritores de la altura de Rómulo Gallegos, Teresa de la Parra, Arturo Uslar Pietri y Miguel Otero Silva sean poco estudiados en las escuelas, liceos o universidades. Imperdonable, sobre todo en estas últimas, pues en las escuelas de Letras muy rara vez analizan a estos gigantes de la escritura y la poesía. Incluso, se ha llegado a minimizar la importancia de poetas como Aquiles y Andrés Eloy, quienes, tristemente, son casi ignorados.

 

Pero hoy no es un día para quejas ni tristezas, es de júbilo, alegría y orgullo porque hablaremos de un trabajo único y perfecto. Ojo, que quede claro que aunque parezca exagerado, eso de único y perfecto no me queda más que reiterarlo y reafirmarlo: el montaje de Renny Presente es, sencillamente, único y perfecto.

 

 

Ilustración de EDO

 

El apuesto y versátil actor Daniel Jiménez esta vez no hizo nada. Él no interpreta a Renny. No. Renny se apoderó de su alma y lo convirtió en un monstruo que da miedo, porque sencillamente Daniel Jiménez con su actuación ha demostrado en cuerpo vivo que la reencarnación existe. Sí, estoy diciendo que él no actúa, Renny ha revivido y está entre nosotros. Renny lo ha poseído, así cualquiera triunfa, pero lo mejor es que a nuestro amigo Daniel nadie quiere hacerle el exorcismo.

 

 

Esta es una obra extraña porque no hay libreto, es Renny Ottolina resucitado, sacudiéndonos con su talento y dejándonos sin respiración durante todo este espectáculo histórico. Repito, ¡la vaina da miedo!, no vayan a verla porque no van a poder dormir.

 

 

Juan Carlos Ogando ha sido el director de este extraordinario Frankenstein y ha logrado, de manera amena y magistral, colocar sobre las tablas el discurso de este venezolano insigne. Un discurso antiguo pero absolutamente moderno e ingenioso.

 

 

Renny Ottolina era un visionario. Tenía clarísimo el presente que vivió y el futuro de lo que podría ser nuestro país. Renny Ottolina no era un profeta, no era un político, fue más que un locutor, era un apasionado amante de esta tierra que recorrió y mostró con amor hasta en sus más recónditos rincones. Vivió tan solo 49 años, pero fueron años de pasión efervescente por la radio, la televisión, el espectáculo y sobre todo por Venezuela. Renny le dio sentido real a la trillada frase del amor a la patria. Era, claramente, un fanático de todo lo que oliera a progreso. Renny fue un hombre del futuro atrapado en el siglo XX, un genio de la eternidad, una especie de Julio Verne capaz de imaginar cosas que aún no existían.

 

 

Así de maravilloso es este montaje. Pero como si el hecho de revivir a Renny fuera poco, aparece en escena, en vivo, una mujer que revive todos los días junto con el sol, única y espectacular, amiga y pupila de Renny llamada por él mismo “la Primerísima” Mirla Castellanos. Su explosiva aparición en escena, bella, voluptuosa, brillante, ataviada en un lujosísisimoooo vestido dorado, es la guinda perfecta para este espectáculo.

 

Mirla no solo canta sino que además la Primerísima, de primerísima mano, nos echa los cuentos que ella vivió junto a Renny. Por supuesto, no puedo dejar de nombrar a las bailarinas, las chicas del Show de Renny, dirigidas por el profesionalismo de la coreógrafa Angélica Escalona.

 

 

Increíble todo lo que he escrito y eso que todavía no he hablado de la mamá de este gran show, una productora venezolana quien nos tiene acostumbrados a que su sello de garantía es la excelencia. Si a alguien le da un infarto por la emoción de ver Renny Presente, le tendremos que echar el muerto a Jorgita Rodríguez, mujer innovadora y ardua trabajadora del teatro en Venezuela.

 

Jorgita es una araña que ha entrelazado el elucubrado y bien elaborado tejido de esta maravillosa telaraña que atrapa y mata, para luego, cual seductora viuda negra, devorarnos sin piedad como espectadores por la innegable calidad de tan portentoso espectáculo. Y lo peor no es eso, sino que Jorgita logra que uno muera feliz ante su talento femenino.

 

 

¡Gracias!

 

 

 Claudio Nazoa

Cerebremos el Día del Celebro Humano

Posted on: julio 28th, 2019 by Laura Espinoza No Comments

 

 

Realicé una entrevista a mi colega, maestro, terapista, psicoanalista  y amigo, el doctor Carlos Rasquin, a quien conocí en el Hospital Psiquiátrico de El Peñón, donde estuve recluido como paciente durante quince años y luego cursé con éxito rotundo y como alumno destacado un posgrado que duró tres.

 

 

Hice mi tesis de grado sobre un estudio del celebro y mi tutor, por supuesto, fue el doctor Rasquin. Por celebrarse el pasado 22 de julio el Día Internacional del Cerebro, me emociona escribir este artículo y pido disculpas de antemano a los lectores si en algún momento confundo mi papel de entrevistador con el de mi amigo y profesor Dr. Rasquin, quien puede dar fe de que estoy totalmente curado y de que no estoy loco… Repito, ¡no estoy loco!

 

 

En la entrevista él se llamará Dr. y yo C, aunque también yo podría llamarme doctor, pero no enredemos.

 

 

C: —Doctor Carlos, ¿qué es el celebro?

 

 

Dr: —El celebro es un órgano muy raro, aguado, blanco y lleno de zanjas que hasta hoy nadie sabe para qué sirve. Está compuesto por millones de cédulas que le dan identidad y en algunos casos pasaportes, cuando se consiguen. Además, está ubicado en la cabeza, pero es tan aguado que se chorrea por el centro de la columna vertebral hasta llegar al ano, por eso, en algunos casos, hay gente que piensa por ahí.

 

 

C: —Pero, según sus estudios, ¿para qué realmente sirve el celebro?

 

 

Dr: —Como tantas veces lo hemos conversado y estudiado, el celebro es un órgano residual, es decir, se supone que alguna vez, en el pasado lejano, durante la evolución humana, el celebro servía como señuelo para la caza. Más tarde fue evolucionando hasta que llegó a su amorfa forma actual y me imagino que de continuar la evolución, el celebro, al igual que las tetas de los hombres, irá desapareciendo. Sin embargo, hay hombres que en total estado de residualidad contemporánea, hoy en día, no utilizan el celebro para cazar sino para casarse, prueba irrefutable de la degeneración o involución de dicho órgano y prueba también de que sus residuos celebrales, están en otra cabeza un poco más útil para los machos de la especie.

 

 

C: —Hay algo que no entiendo, doctor Rasquin,  si el celebro es tan inútil y está en vías de extinción, ¿por qué usted ha dedicado toda su vida profesional a estudiarlo?

 

 

Dr: —Vainas locas mías… me gusta hacer cosas inútiles. Estudiar el celebro es como casarse: todo el mundo sabe que eso no va a funcionar, pero la gente va y se casa. Además, tenía que utilizar mi mente en algo útil.

 

 

C: —Pero doctor, ¿no hay una contradicción en todo esto?

 

 

Dr: —¡Claro que la hay! Y eso es lo más interesante, porque a la gente le encanta estudiar y hablar cosas inútiles. Así somos: mientras menos entiendas y sepas de algo, más interesante se pone la cosa. ¿Entiendes?

 

 

C: —No.

 

 

Dr: —¡Te felicito! Esa era la idea.

 

 

C: —¿Cuál?

 

 

Dr: —Que no entiendas.

 

 

C: —¡Ah!, entiendo…

 

 

Dr: —Me encanta tu absurdez psiquiátrica.

 

 

C: —Gracias, así decía el famoso psiquiatra Albert Einstein.

 

 

Dr: —¿Einstein? ¿El inventor del bombillo?

 

 

C: —No ese fue Simón Freud, el padre del bombillo ahorrador. Bueno, aclarado el punto, dígame ¿cómo son y para qué sirven las millones de cédulas del celebro?

 

 

Dr: —Son como cualquier cédula pero chiquitas, aunque últimamente se ha hecho cada vez más difícil conseguirlas. Pero tenemos que reconocer que el gobierno bolivariano ha implementado excelentes operativos para sacar las cédulas del celebro. Con respecto a la pregunta de para qué sirven, es obvia la respuesta: sirven para conversar sobre el tema. Además, ¿por qué todo tiene que servir para algo?

 

 

C: —Doctor, ¿cada celebro es un mundo?

 

 

Dr: —¡Claro! Además, todos en algún momento celebramos algo.

 

 

C: —Gracias, doctor Rasquin, por tantas luces.

 

 

Dr: —De nada, apágalas cuando salgas.

 

 

 

Claudio Nazoa

@ClaudioNazoa

Carta de un loro

Posted on: julio 14th, 2019 by Laura Espinoza No Comments

 

Dedicado a mis grandes amigos y lorólogos: Andrés Guevara y Carlitos Jorgez…

Señores del diario El Nacional:

 

La vida de un loro de los que llaman real (injustamente porque es lo que menos tenemos), se inicia como a las 7:00 de la mañana cuando nos quitan el trapo que cubre nuestra jaula. Allí empieza el trato ridículo que los humanos nos profesan. En vez de decirnos:

 

 

—¡Hola! ¡Buenos días! ¿Cómo pasaste la noche? Bonito el trapo, ¿no? ¿Quieres un café?, o algo así.

 

 

No, me tratan como si fuera un bobo incapaz de entender o hablar: ——¡Truua, lorito. Truua, lorito real…!.

 

 

Y comienza la bendita pedidera de patica. «¡Póngale pan mojao con leche y semillas de girasol! ¡Por ahí sobró un pan viejo y una leche que quedó anoche fuera de la nevera. Denle eso…!». Y uno con aquella arrechera viendo a todo el mundo tomando café con leche, comiendo caraotas refritas, crema de leche y huevos con arepitas.

 

 

Dígame cuando hacen perico, que como es natural es uno de mis platos preferidos, yo comienzo a gritar desesperado:

 

 

—¡Perico, perico, perico…!

 

 

Pero se ríen de mí. Creen que estoy pidiendo otra cosa y me dan con un periódico en la cabeza. ¡Ay, como envidio a las cotorras que vuelan libres por toda Caracas comiendo gratis en todos los balcones!

 

 

De verdad, no aguanto más esa pedidera de patica todo el santo día. Cuanto muchacho bolsa va a la casa comienza:

 

 

—“La patica, la patica, la paticaaa…”, hasta que con resignación se la doy para que deje de joder.

 

 

A la gente le llama mucho la atención que tengo la lengua seca. ¿Y cómo no la voy a tener seca?, si me muero por echarme un palo y lo que me dan es puro cambur podrido.

 

 

Yo vivo en el jardín de la casa de un tal Andrés Guevara. La señora Hilda, quien trabaja en esa casa, me tiene rabia. Dice que soy cochino porque ensucio todo, pero ¿cómo no voy a ensuciar si estoy cansado de pedir una pocetica para loro de esas que anuncian en los programas de ventas por televisión y nadie me la compra?

 

 

A veces, el Muñeco y Rodrigo, hijos de mis dueños, me sacan a la calle. Realmente son los únicos momentos más o menos felices ya que salimos a echar vaina y hasta cerveza me han dado. Claro que no es lo que yo desearía de una salida donde pudiera hablar sin tapujos de política, economía, psiquiatría, antropología, puericultura y sexología. Pero algo es algo, lo único que tengo que hacer es decir algunas groserías y repetir boberías porque la gente se pone con los loros como cuando se encuentran con un bebé recién nacido, parece que el encuentro les afecta el cerebro y comienzan a decir:

 

 

—Agugugugú, Agugugaga, liiiindooooo palle o trua, truua, truua….

 

 

No aspiro mucho de la vida. Me gustaría conseguir una lora que no hable tanto, comer vainas normales como un mondongo, visitar de vez en cuando un poeta famoso para que me enseñe palabras nuevas que pueda escribir.

 

 

Los loros somos simpáticos, conversamos, damos la patica, hacemos gracias. Entonces creo que merecemos mejor trato y no que nos compongan canciones discriminatorias como esa que dice: «Yo no me explico, cómo el perico, teniendo un hueco debajo el pico pueda comer. ¡No puede ser!”.  ¡Sí puede ser si me trataran como a un ser normal y no como a un pajarraco inculto!

 

 

Sin más, me despido ya casi con el trapo encima,

 

 

 

L. Oro

 

Claudio Nazoa

@ClaudioNazoa

Me amo demasiado

Posted on: junio 30th, 2019 by Laura Espinoza No Comments

 

 

A mi longeva edad y cansado de ser maleteado por todas las damas que he amado, decidí dedicar mi amor a mí mismo y descubrí que he perdido demasiado tiempo amando mujeres que no me supieron valorar.

 

 

Un día, mientras me afeitaba, me di cuenta de todo:

 

 

—¡Dios! ¡Pero qué bello soy! –dije con sinceridad y asombro al detallar el reflejo de mi imagen en el espejo.

 

 

Por horas, casi en estado hipnótico, estuve mirando y admirándome. Al principio pensé que tenía mi cabeza un poco grande, pero inmediatamente llegué a la conclusión de que mi cabezota al igual que el enorme tamaño de mis pies, son pruebas irrefutables de que el ser humano está evolucionando hacia una raza superior cuyo primer ejemplar, evidentemente, soy yo.

 

 

Con asesoría de la elegante Titina Penzini y con la colaboración de la periodista Milagros Socorro, llené de espejos techos, paredes y ventanas de mi casa para así tener el gran placer de admirarme y disfrutarme.

 

 

En hermosos frascos grabados con trazos perfectos que duplican con esmero facciones de mi rostro, guardo gotas de mi sudor para utilizarlos como perfume. Sólo deseo oler a mí.

 

 

Un día, me armé de valor y me hice una invitación a una cita romántica. Estaba nervioso porque sería la primera vez que intentaría montar cacho conmigo mismo. Confieso que sentí temor ante la idea de rechazarme, pero me atreví y me hice la propuesta. Cuál no sería mi sorpresa cuando acepté tan halagadora idea viniendo de quien provenía ¡No lo podía creer! ¡Me había invitado a mí mismo y acepté!

 

 

Sin pérdida de tiempo y para conmemorar tan solemne ocasión, contacté a mi amigo Giovanni Scutaro, el reconocido diseñador de modas. Le pedí que me hiciera a la medida, una elegante braga negra de mecánico con su firma bordada en amarillo pollito sobre el bolsillo izquierdo superior.

 

 

Luego, vía celular, hice una reservación en el restaurante El Tizón.  Andrés Guevara, propietario de tan exquisito establecimiento, me deleitó con una elegante cena de gala para dos, dada la elevada calidad de sus comensales, o sea, yo y yo.

 

 

Disfruté la exótica comida peruana y mexicana no sólo por los deliciosos platos preparados por las manos expertas de Vanessa, sino por mi amena y perfecta compañía cuya conversación resultó por demás agradable e interesante.

 

 

Al principio, me senté conmigo mismo en la fabulosa barra de El Tizón en donde, el mejor barman de Caracas, el gran Héctor Terán, me dio la bienvenida y con orgullo yo mismo le presenté a mí otro yo.

 

 

—Héctor –dije con voz varonil para impresionarme– prepara dos Margaritas especiales, por favor.

 

 

Él, extrañado, preguntó:

 

 

—¿Dos? Pero…

 

 

—¡Sí! Dos. Una para mí y otra para él, que soy yo –dije señalándome con orgullo y mirándome con picardía.

 

 

—Ahhh… entiendo. Ok –respondió algo confundido mi buen amigo.

 

 

Como siempre, Héctor preparó con pericia y a la perfección dos deliciosas Margaritas. Después, Carlos Monterola, un apuesto y emprendedor mesonero que elabora picantes exóticos y mermeladas naturales, nos condujo hacia una mesa y nos trajo el menú. Allí, él, que soy yo, y yo, estuvimos hablando sobre mí hasta muy tarde. La velada resultó realmente inolvidable. A lo lejos, con marcada envidia y ojos puyúos, Andrés Guevara no dejaba de mirarnos y no nos interrumpió al darse cuenta de la intensidad del momento romántico que yo vivía conmigo mismo.

 

 

Desde ese día quedé tan enamorado de mí, que a diario me llamo, me persigo y me acoso… creo que estoy obsesionado. Soy insistente y eso me halaga, pero también me atemoriza un poco.

 

 

Recientemente me provocó enviarme un ramo de flores porque me pareció un detalle romántico. Así que, sin escatimar esfuerzos ni dinero, me dirigí a la mejor floristería del país y allí escogí el más caro y espectacular arreglo floral que exhibían. Lo vi y me gustó, pero cuando iba a pagar, sentí como si yo mismo ya me lo había mandado, por lo que decidí no comprarlo. Debido a la no adquisición, me ahorré 500.225 bolívares fuertes. ¡Qué amor tan económico ha resultado el mío!

 

 

En la noche, contraté a unos mariachis para darme una serenata. Los músicos se quedaron afuera mientras entré a mi cuarto, me puse la piyama, me acosté y me hice el dormido. Cuando comenzaron a cantar, me asomé por la ventana y pregunté quién envió esa serenata. Fue entonces cuando me enteré que había sido yo mismo. Lloré de emoción ante la grata sorpresa.

 

 

Me gustaría, lo confieso, estar 24 horas frente a micrófonos de radio y cámaras de televisión, para que nadie se pierda gesto, ruidito, movimiento, frase, palabra y pensamiento de lo que yo haga o diga. Gracias a mi atractiva personalidad y por ser tan valiente en cuestiones románticas, descubrí que el amor eterno existe y eso me lo agradeceré toda la vida. Además, haberme enamorado de mí mismo me trae grandes ventajas, por ejemplo, puedo quedarme hasta tarde echándome palos en cualquier botiquín con la seguridad de que al regresar a casa no me armaré líos, no hay manera de que salga embarazado, puedo jugar ajedrez con la certeza de que siempre ganaré. Definitivamente, yo soy el amor de mi vida.

 

 

Nunca pensé que me enamoraría de un hombre. Salí del closet pero del mío, porque me amo demasiado.

 

 

Claudio Nazoa

@ClaudioNazoa

Simonovis en dos tiempos

Posted on: mayo 18th, 2019 by Laura Espinoza No Comments

 

Hoy escribo estas líneas con la alegría de saber que un hombre inocente está en libertad.

 

 

Iván Simonovis es uno de los presos políticos más maltratados por estos bichos malos. Es uno de esos policías de verdad verdad, quien a base de esfuerzos y estudios surge y llega a ser no solo un importante comisario, sino también un profesional honorable e incorruptible. Su cargo lo alcanzó por meritocracia y por estar apegado a la ley, cosa que en este país no muchos pueden decir.

 

 

A Iván, entre otras cosas, lo acusaron por los hechos acaecidos en aquellos aciagos días cuando los militares tumbaron a Chávez, ¿recuerdan? Esa noche, Chávez le lloraba derrotado a un cura pidiéndole que lo llevaran a Cuba y un señor, de nombre Carmona, inexplicablemente nadie sabe por qué, era presidente de Venezuela. Agotados y confundidos, los venezolanos nos acostamos tarde y cuando amaneció, Chávez era presidente otra vez. Salimos brevemente de la pesadilla para seguir despiertos en la misma pesadilla.

 

 

Lo cierto es que a Simonovis lo acusaron de lo que les dio la gana, de esas vainas que inventan los comunistas cuando quieren fregar a alguien. Iván, por supuesto, era inocente y más bien si no hubiese sido por él, los muertos de ese fatídico día seguramente habrían sido muchísimos más. Ese cuento es largo y algún día el propio Simonovis lo contará en detalles. Hoy no. Hoy quiero contarles cómo conocí a este gran hombre que ahora respira aire de libertad.

 

 

Estos diablos rojos malucos encerraron a Iván durante casi diez años en una mazmorra comunista conocida como El Helicoide, con luz artificial y aire acondicionado intenso y torturante las 24 horas del día. Estos energúmenos, hijos de Satanás, durante 10 años solo lo dejaron ver y sentir la luz del sol 15 días. ¡En 10 años 15 días de luz solar!

 

 

Un día, desconozco por qué pero gracias a Dios fue así, decidieron enviar al comisario Simonovis a la cárcel militar de Ramo Verde, en el mismo momento en el que yo visitaba a un buen amigo que también, injustamente, era preso político. Estábamos conversando cuando alguien nos dijo que habían trasladado a Iván Simonovis y que estaba llegando al penal.

 

 

El comisario, en medio de la admiración y respeto de todos los detenidos y como en una escena de una película, después de saludar amable pero ligeramente a todos, caminó en silencio hacia un pequeño patio de la cárcel y allí se acostó sobre la grama con los brazos abiertos en cruz. Pasó horas en éxtasis cómo intentando recuperar los 10 años que permaneció sin ver el sol.

 

 

Fue conmovedor para guardias y presos, quienes sabían el drama que había vivido aquel ser, verlo allí, tendido en un estado de profunda comunión casi religiosa con aquel sol que los comunistas le negaron por tanto tiempo. Fue así como conocí a este héroe y mejor amigo a quien admiro y sobre todo respeto. Días después, me enteré de que cuando comenzó a llover hizo lo mismo, pasó largo rato inerte bajo la lluvia disfrutando algo tan simple pero añorado por él.

 

 

Estando en Ramo Verde, Iván me dijo:

 

 

 

—Claudio, yo aquí me siento como en Disney Word al comparar esto con la celda en donde durante nueve años y medio me torturaron.

 

 

 

¡Ese es mi amigo! Emocionado y feliz por su libertad, quiero compartir este episodio y le dedico a él, y a su valiente esposa, un artículo que escribí hace algún tiempo. Les adelanto que se trata de diablitos, pero qué cosa tan rara, estos diablitos no solo son buenos sino sabrosos.

 

Simonovis

 

 

Spaghetti con diablitos

 

 

El artículo de hoy, por estar alejado de la política, la injusticia, la ignominia y de todo aquello que hace infeliz a los seres humanos, es raro. Los protagonistas son la bella Bony y el feo comisario Iván Simonovis.

 

 

Junto a Laureano Márquez y otros buenos amigos tuve el privilegio de visitar al comisario Simonovis, quien después de diez años de inimaginables sufrimientos separado de su familia, por fin y aunque continuaba siendo injusto por ser inocente, le habían dado casa por cárcel.

 

 

Increíble la seguridad alrededor de su hogar. Pareciera que allí viviera Bin Laden: en una de las esquinas, un pelotón armado de la Guardia Nacional. En la otra, en medio de la calle, miembros del Sebin y dentro de su casa, más hombres vigilando a tan peligroso sujeto.

 

 

En la cena nadie preguntó nada. Hablamos de filosofía, historia, justicia, chistes banales y de culinaria. Podría afirmar que ese día conocí a la verdadera Bony Simonovis, mujer con guáramo que confesó que por estar tanto tiempo sin su marido se acostumbró a hacer cosas de hombres, como ser la dueña del control remoto del televisor. A veces, en la madrugada, se asusta cuando se da cuenta de que Iván está durmiendo con ella.

 

 

La historia de cómo se conocieron es insólita: a Bony le robaron su carro y fue a la policía a poner la denuncia. Allí, Iván la vio por primera vez. Para ese momento, Bony estaba comprometida y él divorciado, en teoría, un amor difícil; pero como no hay nada más sabroso que lo prohibido y peligroso, estos dos intrépidos se empataron.

 

 

—No hemos dado con el vehículo pero… si quieres cenar en mi casa… mañana es el día del censo y todo estará cerrado…

 

 

Ella, acostumbrada a levantar un dedo y ver a cientos de hombres guapísimos y millonarios cumplir sus caprichos, aceptó ir al apartamento de un policía pobre en el centro de Caracas. Iván no imaginó que aquella catirota aceptaría cenar con él.

 

 

En la nevera sólo había un trozo de pizza fosilizada con champiñones disecados y una cerveza.

 

 

—¿Y la cena?

 

 

—No te preocupes… ¿quieres una cervecita?

 

 

Él sólo tenía un paquete de pasta, una olvidada lata de diablitos y margarina Nelly. Según Bony, esa fue la cena más romántica que le han preparado. Por esas cosas raras de la psiquis de las mujeres, el gesto de aquel hombre enamorado la enterneció.

 

 

Cinco meses después, el policía y la abogada mandaron todo al diablito y a la pasta, y se casaron.

 

 

Me consta que son felices y que no dudarían en volver a comer spaghetti con diablitos.

 

 

Claudio Nazoa
@ClaudioNazoa

Tres cuentos de madres

Posted on: mayo 12th, 2019 by Laura Espinoza No Comments

 

 

El regalo de mamá

 

 

Qué cosa tan difícil es regalarle algo a las mujeres a quienes amamos y peor aún a quienes no amamos o, más peor aún, a quienes pensamos conquistar, y peorinísimo aunisísimo regalarle a nuestra santa madre el día de su día, es decir, el Día de la Madre.

 

 

Como mi mamá es mi mamá desde hace tanto tiempo, toda mi vida diría yo, he tenido que regalarle algo cada cumpleaños, cada Navidad, cada día de Pascua y por supuesto, cada Día de la Madre.

 

 

A mi purísima y santa madre le he regalado de todo. Cuando era bebé, recuerdo a mi padre cargándome en sus brazos y poniendo un frasco de perfume encima de mi barriguita. Mi padre hacía el papel de ventrílocuo y yo, por supuesto, era el muñeco.

 

 

—Mamaaá… mami… miya el yegalo que te taje… Te quiello muchio, peo muchío mamá…

 

 

Más adelante, ya sabiendo hablar pero también financiado por mi padre, le regalé a mi casta madre junto con mis hermanos, y no es por sacarlo, carísimos perfumes, anillos, abrigos de piel de zorra, carteras, vestidos, joyas de todo tipo, tortas, dulces, flores, chocolates y cualquier cosa que un hijo pueda imaginar.

 

 

Mucho más adelante, ya adulto, le regalé y no es por sacarlo otra vez porque eso es muy feo, un carro nuevo, un apartamento, viajes alrededor del mundo, cuentas bancarias, pólizas de seguros, estiramientos faciales, celulares de última generación, bótox, implantes mamarios, masajes corporales y hasta un rejuvenecimiento vaginal.

 

 

El problema que tengo hoy es que ya no hallo qué más regalarle a esa linda viejecita que tengo en mi casa. No sé qué hacer este año. Mamá lo tiene todo y en demasía. Mis hermanos y yo nos encontramos en una encrucijada. ¿Qué podemos hacer? Lo peor es que ella está esperando sus regalos.

 

 

Se me ocurre que lo mejor que podría pasar es que mamaíta pase por alto los días festivos, así no tendríamos la obligación de regalarle nada; por lo tanto, voy a comprarle unas pastillas para dormir y así, cada vez  que venga un cumpleaños, una Navidad o un Día de la Madre, le damos una pastillita en la mañana para que pase el día durmiendo. Al día siguiente, compungidos, le diremos:

 

 

—Mamá… usted sí que durmió ayer. Lástima que no pudo ver los regalos que le trajimos.

 

 

Ella nos mirará con sus santos y cansados ojitos. Con dulzura y comprensión, dirá:

 

 

—No se preocupen mis ángeles… Otro día me dan mis regalitos… pero no se olviden.

 

 

Mis hermanos y yo nos miraremos las caras con picardía y con dulzura le ofreceremos otra pastillita a mamá.

 

—Mamá, tómese esta pastillita porque usted está muy nerviosa…

 

 

 

Cuento 2

 

 

Si yo fuera mi mamá

 

I

 

Si yo fuera mi mamá, lo más seguro es que también sería el mejor de mis hijos.

 

II

 

Si yo fuera mi mamá, jamás me habría casado con mi padre, ya que correría el riesgo de tener un hijo como yo.

 

III

 

Si yo fuera mi mamá, jamás me habría dado los horribles teteros de una cosa espantosa llamada S26.

 

 

IV

 

Si yo fuera mi mamá, me habría alimentado con teteros de whisky, compotas de tequeños y rodillas de cochino.

 

 

V

 

 

Si yo fuera mi mamá, no me habría dado mi teta sino la de alguna amiga que estuviera bien buena.

 

 

 

VI

 

 

Si yo fuera mi mamá, en lugar de estar celebrando el día de las madres preparando sancocho desde las 6:00 de la mañana, rodeada por el cariño de sus hijos, es decir, de mis hijos, estaría sola en playa El Agua en Margarita, tomando whisky con agua de coco y viendo las verdaderas mamacitas quienes sí merecen que se les celebre el día de la madre.

 

 

 

Cuento 3

 

 

Amor extremo

 

 

Un actor canalla buscaba con desesperación que le dieran un personaje protagónico en una obra. El productor le dijo una y mil veces que no le daría nada.

 

—¡Dime qué tengo que hacer y lo hago! –repetía por enésima vez el frustrado actor.

 

 

Como última táctica para hacerlo entrar en razón, el productor, harto de la insistencia, le dijo:

 

 

—La única forma de que te dé ese papel es que me traigas la cabeza de tu madre.

 

 

Raudo y veloz, el actor fue a casa de su viejecita quien le tejía un sweater como sorpresa por su cumpleaños. Minutos después, sudando y con una pequeña bolsa en la mano, salió corriendo hacia el estudio de grabación.

 

 

Entre los nervios y la carrera, el hombre tropezó y cayó de bruces sobre el pavimento. La bolsa se rompió y calle abajo rodó su sagrado contenido. El actor sacudió su ropa y cojeando por una raspadura que se hizo en la rodilla, corrió.

 

 

—¡Mamaaaaaá…! –gritó.

 

 

La cabeza de su madre, detenida por el borde de la acera, mirándolo con dulzura, le preguntó:

 

 

—Hijo mío, ¿te has hecho daño al caer?

 

 

 

Claudio Nazoa

@ClaudioNazoa

 

 

 

Se trata de salvar vidas. No a la ingratitud

Posted on: febrero 28th, 2019 by Laura Espinoza No Comments

 

No hay justificación. Hay que dejarse de exquisiteces y pendejadas absurdas. ¡Venezuela está en emergencia y como tal debemos comportarnos! Esto es tan serio que no podemos perder tiempo reclamándoles a seres chiquiticos e irresponsables que han hecho imposible la unidad.

 

Nunca podré entender cómo pueden existir personas tan inmensamente egoístas e insensatas, quienes no comprenden que, por querer ser los más radicales, nos podemos joder por muchos años más.

 

 

Se acerca un tsunami que ya no es silencioso y que hará temblar a estos comunistas fascistas que nos desgobiernan. Lo que viene es grande. ¡Muy grande! Pero todo depende de nosotros. En algunos casos tendremos que hacer de tripas corazón. Les voy a echar un cuento:

 

 

Había una vez un barco lleno de pasajeros piloteado por un capitán que muchos ignoraban que era demente. Ya en altamar, dicho capitán, bajo el chantaje, el soborno y el terror, logró que algunos pasajeros ingenuos y otros inconscientes le obedecieran en sus maldades. Durante la travesía, atropelló constantemente los derechos de los viajeros atrapados.

 

 

Desde entonces y a diario, amenaza con lanzar por la borda a quienes protestan y no se doblegan a su designio. Invade camarotes y restringe alimentos y medicinas. Además, por falta de mantenimiento, el barco está sucio y a cada rato se queda sin comunicación, sin luz y sin agua. Como si fuera poco, todos los días, el capitán habla sandeces por el altoparlante durante varias horas seguidas. Para empeorar la situación, el mar está picado y el barco se estrella contra un iceberg.

 

 

La nave se hunde. Los pasajeros tienen que saltar. Hay muchos botes salvavidas. Alguien estira una mano desde uno de los botes. Casi ahogados, se dan cuenta de que quien quiere salvarlos es el antipático del camarote del lado izquierdo al que tanta rabia le tienen. Lo rechazan. Prefieren esperar a un salvador simpático.

 

 

Desde otro bote lanzan una cuerda. Se aferran a ella. Pero se dan cuenta de que era del insoportable del camarote de la derecha. Sueltan la cuerda.

 

 

Cae la noche. La hipotermia invade sus cuerpos. Están con el agua al cuello. Morirán a menos que alguien que a ellos les parezca simpático los salven pero de la forma que ellos quieren. El resto del cuento aún se está escribiendo.

 

 

Ya lo saben, se trata de salvar vidas. No inventemos vainas locas. No a la ingratitud. ¡Vamos bien! Calma y cordura.

 

 

Claudio Nazoa

@ClaudioNazoa