La banda de los cuatro

Posted on: febrero 6th, 2013 by Super Confirmado No Comments

Hay un ambiente pesado ese final de septiembre de 1976 en Zhongnanhai, la ciudadela de la élite comunista en Pekín (claramente el equivalente de la antigua Ciudad Prohibida de tiempos del Imperio). No es para menos, Mao tiene apenas un poco más de dos semanas de muerto, y después de todo, a fines de ese julio, habían sido muy golpeados por el brutal terremoto de Pekín.

 

Esa tarde del 25 de septiembre, la pesada monotonía se ve perturbada por la aparición de Jiang Qing, la detestada viuda de Mao, quien se ha mantenido cuidadosamente al margen, tanto de los funerales que se preparan del difunto como de los arreglos que ya se iniciaron para garantizar su preservación, siguiendo el modelo de la tumba de Lenin en Moscú.

 

Jiang Qing ya ha sentido su clara pérdida de poder. En las escasas reuniones del Comité Permanente del Buró Político del Partido ya no se la trata con la misma deferencia; y paranoica como es, vocea a los cuatro vientos que los «revisionistas» se preparan para arruinar la herencia del difunto. Esa tarde, empero, comete un error que le costará muy caro.

 

Delante del equipo médico de su marido, expresa que ella «tiene ya un plan para manejar a estos revisionistas de la cúpula del partido. Tiene listo un plan para destruirlos», le dice a los doctores; y añade, «lo que pasa es que no puedo confiárselos a ustedes». Esas palabras serán su perdición.

 

Esa misma noche, en efecto, Wang Dongxing, el astuto comandante de la guarnición de la ciudadela, es informado de esas palabras. Wang tiene datos que le imponen tomar en serio estas amenazas. Sabe que sus partidarios en Shanghai están repartiendo armas a la milicia. Sabe que el secretario de la Universidad Qinhua de Pekín, Chi Qun, está en connivencia con el sobrino de Mao, el joven izquierdista Mao Yuanxin, para organizar la milicia de Pekín.

 

Este último, confidente de su difunto tío en los últimos meses, ha estado organizando una división armada muy cerca de Pekín, la que rápido se movería a la ciudad si preciso fuere. Todos estos, para Wang, son indicios del plan esbozado por Jiang Qing. Los izquierdistas traman un «golpe», asegura, y hay que actuar antes de que éstos se les adelanten, pues el tiempo corre.

 

Él sabe muy bien de lo que son capaces. Los ha visto actuar en el pasado y por ello piensa que hay que preparar ya el contragolpe. Debe convencer al sucesor de Zhou Enlai en la jefatura del Estado, el desconocido y gris Hua Guofeng, quien cree debe esperarse a su mayor aceptación por el partido y garantías de algún control del Ejército. Wang Dongxing opina, sin embargo, que el tiempo corre y mañana sería demasiado tarde.

 

En eso aparece en el escenario el importante mariscal Ye Jianying, quien asume el trabajo con los militares, de modo que determinados oficiales, no sólo estén al tanto, sino que se comprometan en la acción. Será en la propia ciudadela donde la guarnición (el Cuerpo de la Guarnición Central), que desde hace años comanda Wang Dongxing, arrestará a Jiang Qing y sus tres compañeros. Lo que queda por hacer es mantener el silencio absoluto de los implicados. Todo pende ya de la rapidez de Wang para llevar a cabo la acción.

 

Cuidadosamente se va preparando que Jiang Qing esté en la ciudadela, al igual que la clique de los trepadores del bastión ultra jacobino de Shanghai, Wang Hongwen y Zhang Chunqiao, miembros del poderoso cuarteto que, escogido por el Comité Permanente del Buró Político, vigilaba la acción médica sobre Mao.

 

En esos primeros días de octubre, la viuda no deja de proferir amenazas; por eso no capta el significado de la convocatoria de Hua para la noche del 6-O. A los ya conocidos del clan de Jiang se une Yao Wenyuan, el último en llegar a la reunión. Uno a uno van siendo hechos presos, así como sus cómplices en otros lugares.

 

De inmediato se informa del hecho a un complacido Buró Político; y muy pronto se enterará el país entero, cuando arrecie la campaña contra los presos. Así cayó la «Banda de los Cuatro», como fue conocida de inmediato. Comenzaba otra época para China, donde ya no estarían ni Wang ni Hua en la dirección.

 

En la Venezuela de esta década, sin esperar estar en la época pos-Mao, ya se conformó la «Banda de los Cuatro». Está corriendo el tiempo de las prisas, los contactos y los compromisos; y como cabía esperar, las serpientes del nido actúan con el mayor sigilo. Los cuatro hablan para el enfermo y su cancerbero habanero, ciegos ante el harakiri que realizan. ¡Que les aproveche!… Y a nosotros, mucho más.

 

antav38@yahoo.com/DO

Fuente: EU

 

Glorioso día este 23

Posted on: enero 23rd, 2013 by Super Confirmado No Comments

Ya es de noche en Columbus, Ohio, ese importante lunes 5 de noviembre de 2012. Esperan a Obama más de 15 mil entusiastas seguidores, la mayoría de ellos bastante jóvenes. Cuando comienza el acto, que inician Bruce Springsteen y el famoso rapero Jay-Z, al oír el famoso tema de Springsteen, No retreat, baby, no surrender, la multitud enloquece, se pone de pie, grita, zapatea, y cuando oyen mencionar a Romney, pitan («boo», en inglés), a lo cual rápido responde Obama, quien acaba de hacer su entrada, «No piten, ¡voten! («Don´t boo, vote!). La gente no les puede oír pitar, pero ¡claro que les oirán votar!

 

Cuando leí esta emocionante reseña en la New York Review of Books del 20/12 de 2012, no tuve más remedio que sentir envidia. Obama logró, contra todo pronóstico, reunir sus huestes para librar la gran batalla que debía mantener a los republicanos fuera del poder. Y lo hizo; igual que deberíamos estar haciéndolo nosotros en este momento.

 

¿Y qué mejor momento para hacerlo que un glorioso día como el de hoy? ¿Quién tiene más razones para montar una gran celebración este día que quienes venimos librando una gran batalla desde hace 14 años para impedir que nuestra democracia, mostrenca y golpeadita, lo que ustedes quieran, no estire la pata, sino que a cada momento resucite más vigorosa de su aparente sopor. Si esta democracia somos nosotros, ¿quiénes entonces deben cuidar de ella y protegerla?

 

Pero, cuando eso lo que esperábamos todos los que no nos hemos sumado al carro de los destructores del orden constitucional, he aquí que una dirigencia de la cual todavía se espera mucho, decide que no, que lo mejor es hacer lo que el pavor impuso a los seguidores de Jesús luego de su pasión y muerte: esconderse y aferrarse a las faldas de una mujer quien había mostrado mucho más brío.

 

Hoy quiero -estoy seguro que acompañado por miles y miles de venezolanos- levantar mi voz de perplejidad e indignación por esa extraña conducta que, justo en un momento como este, ha mostrado la dirigencia opositora. Lo peor, luego de muy «profundas discusiones», según nos informan los medios.

 

El chavismo, eso lo sabemos todos, jamás en estos catorce años tormentosos, ha mostrado respeto alguno por una conducta de perrito regañado. Jamás. Cada vez que nos ha visto en ese plan, no ha hecho otra cosa que ensañarse y echar sal en las heridas. ¿De dónde, y a qué sirve entonces, esa conducta de «prudencia extrema»?

 

Pero, por Dios, en momentos en que los medios y líderes de opinión del mundo entero contemplan con asombro las tropelías de estos monaguillos de medio palo, y esperan de nosotros una conducta acorde con lo que está pasando, ¿es eso lo mejor que se les ocurre a quienes encabezan la oposición a tanto desafuero?

 

Si hay algo a lo que ni locos se expondrían los miembros del cuarteto que aspira suceder a Chávez (Maduro, Diosdado, Ramírez y Jaua) es a graves desórdenes, incluidas serias agresiones a quienes no piensan como ellos. Tan brutos no son, y tendrán buen cuidado en controlar a sus grupos armados.

 

¿Cómo es entonces que estos líderes nuestros quieren desarmar psicológicamente a una población que pide a gritos acción, que clama porque salgamos ya de los comunicados y tomemos la calle. Pero es que, además, la calles de Caracas si a alguien no pertenecen es a los segundones del régimen. ¿o es qué ustedes creen que quién le da el triunfo a Capriles son Barlovento y la región del Tuy?

 

El 23 de enero de 1958 fue un triunfo del pueblo en la calle, y fue esa presencia la que empujó a los militares a despachar a Pérez Jiménez. En los casi 60 años que tengo viviendo en Caracas, jamás vi una celebración tan larga y estruendosa como la de aquel día, y por ello con dolor he visto como esa fiesta ha sido muchas veces ignorada… hasta que llegaron estos tiempos amargos, ¡cuando su significado se hizo a todos evidente!

 

Por todo ello no tienen derecho ni razón de invitarnos a un escondrijo cerrado a celebrar a la calladita semejante fecha, justo cuando hay que gritarla a los cuatro vientos. Por lo demás, si eso es lo que van a hacer de ahora en adelante, bien podrían ahuecar el ala.

 

¿Será, me pregunto, que nuestros líderes de oposición -que cosas notables realizaron en el pasado, cuando corríamos más peligros- consideran que la acción política requerida hoy es escribir enjundiosos comunicados jurídicos y tuitear la indignación? Eso no es lo que la gente espera; lo que pide es un ¡todos a la calle!, para, de una vez por todas, echarle un parao a esta gente.

 

antave38@yahoo.com/DO

Fuente: EU

/DO

Fuente: EU