¿Y de verdad habrá revocatorio?

Posted on: agosto 9th, 2016 by Laura Espinoza No Comments

 

Una de las enseñanzas de la llamada “realpolitik” (o “política de la realidad”), desde Maquiavelo y Sun Tzu hasta nuestros días, es que la mayoría de las decisiones políticas se basan en un cálculo pragmático de costos y beneficios. Desde esta perspectiva realista, analicemos brevemente la situación actual de viabilidad objetiva del Referéndum Revocatorio.

 

 

 

Para el gobierno, el costo de aceptar que la gente vote es altísimo, porque significa perder el poder y sus beneficios. Ni siquiera las encuestas de palacio dan para aspirar a una derrota honrosa. Se trata de una clase política sin calle y sin pueblo, que oculta su indigencia popular y su terror detrás de gritos histéricos de micrófono y de la represión de esbirros asalariados. El asunto es, entonces, ¿cómo hacer para subirle el costo a gente del gobierno de no contarse?

 

 

 

La oposición sabe de sobra que sin presión popular, el costo de contarse seguirá siendo muy superior al de no hacerlo. Por ello lo primero es multiplicar las formas y modalidades de presión. Reforzar todas las herramientas de la lucha cívica (organización popular, presión internacional, movilizaciones, diálogo con el oficialismo descontento, trabajo electoral, docencia social e incorporación de la ciudadanía). Constituir un movimiento de tal naturaleza y fuerza que muchos de los actuales miembros del establishment entiendan que la única forma para el chavismo no ser barrido por la historia y mantener su proyecto en el futuro, es deslindándose del fracaso monumental de Maduro y Cabello, y sumándose a una solución política y electoral a la crisis.

 

 

 

Esta tarea de aumentar la necesaria presión social no es, por supuesto, sólo responsabilidad de los dirigentes democráticos. Allí debemos sumarnos todos, porque de todos es el país. Y cada quien debe preguntarse cómo colaborar –desde su espacio particular de influencia- en que la presión sobre el régimen sea mayor que su miedo a contarse. Pero en esta tarea, lo primero es no seguirse prestando al juego gobiernero de generación de desesperanza.

 

 

 

La sola pregunta de si en verdad habrá revocatorio, ya de hecho ayuda al gobierno. Porque implica, psicológicamente, comenzar a adaptarse a la posibilidad que no ocurra. Nadie pregunta, por ejemplo, si la Navidad será en diciembre. Y en Venezuela ningún gobierno se le ocurriría prohibirla, porque el escándalo popular sería tan grande e insoportable que el costo de tal decisión la haría sencillamente inviable.  Pero si la gente empieza de pronto a preguntarse si el gobierno permitirá este año las navidades, está abriendo automáticamente una compuerta psicológica a la aceptación que eso pueda ocurrir, y con ello disminuye drásticamente para el gobierno el costo político de atreverse a ello.

 

 

 

 

Si las expectativas ciudadanas se mantienen altas y firmes en el sentido que impedir las elecciones no sólo es imposible e inaceptable, sino que es la última línea antes de entrar en un escenario de desconocimiento popular del gobierno, el costo para muchos de los miembros de este último aumenta peligrosamente.

 

 

 

La única forma que no haya Revocatorio es porque Maduro y su combo pretendan gobernar Venezuela sin hacer elecciones y sin contar con los venezolanos. Ello, en consecuencia, los transforma automáticamente en usurpadores ilegítimos, y la respuesta debe ser igual a la de si alguien invade el país e intenta someterlo por la fuerza.

 

 

 

Por allá por 2012, el presidente de entonces le dio por hablar repetidas veces de la “batalla por la mente de los venezolanos”. Decía que si ellos querían seguir conquistando al país, lo primero era ganar esa batalla. Pues bien, no nos dejemos ahora someter en esa lucha repitiendo que no va a haber elecciones. Eso es caer ingenuamente en la trampa de las anticipaciones negativas, el ablandamiento de las expectativas, y en el perverso juego gobiernero de alimentar la desesperanza.

 

 

 

Recordemos que la última carta de un gobierno sin pueblo es ganar la única pelea que puede aspirar a triunfar: la batalla por la mente.

 

 

 

@angeloropeza182

 

Los ocho síntomas

Posted on: mayo 17th, 2016 by Laura Espinoza No Comments

 

 
Tanto observadores de la realidad nacional como la mayoría de los ciudadanos parecen coincidir en la percepción de que el gobierno del madurocabellismo no da más, y que su declive luce ya irreversible. ¿Cuánto hay de cierto en esto?

 

 

 

Una revisión de la literatura especializada sobre estos temas permite identificar al menos ocho síntomas de lo que se denomina la fase terminal de dominación de un régimen político. Ellos son:

 

 

 

Quiebre de la autoridad moral para gobernar (desaparición de la “auctoritas”, esa capacidad moral, socialmente reconocida por los ciudadanos, que procede de un saber y un actuar ético, y que le otorga legitimidad a instituciones y personas específicas).

 

 
Debilitamiento notable de apoyo popular.

 

 
Imagen internacional deteriorada y dificultad para lograr apoyo y comprensión de otros países.

 

 
Imposibilidad de garantizar la paz ciudadana, la vida de las personas y el monopolio de la violencia por parte del Estado (lo que se traduce en que cada vez más grupos irregulares –desde hampa común hasta mafias, pranes y paramilitares progobierno– pasen a compartir estas funciones).

 

 
Síntomas de ingobernabilidad (entendida esta como la incapacidad para controlar los procesos económicos y sociales de un país).

 

 
Fracturas internas y pérdida de la homogeneidad mínima en la clase política gobernante.

 

 
Violación sistemática y permanente de la Constitución, con el fin de proteger poder y privilegios particulares.

 

 
Recurrencia a la represión, la amenaza y el miedo como último recurso de control social.

 

 
De acuerdo con la tipología anterior, no hay duda de que el actual gobierno venezolano ha entrado ya en una etapa agónica de dominio. Ahora bien, el hecho que esto sea así no significa que pueda predecirse su fin, ni siquiera que no pueda mantenerse artificialmente en el tiempo a pesar de su precario estado. El calificativo “terminal” no hace referencia a una realidad cronológica sino a una condición situacional, asociada con los ocho signos anteriores. Su desenlace depende de lo que sea capaz de hacer en ese estado, pero sobre todo de lo que haga la alternativa política a ese régimen y de la respuesta de acompañamiento de la ciudadanía a las estrategias de esa alternativa.

 

 

 

En concordancia con el octavo síntoma, la oligarquía acaba de anunciar un amuleto jurídico llamado “decreto de estado de excepción”, que no es otra cosa que un intento desesperado de refugiarse en el último reducto de poder que les queda, y es la capacidad para reprimir. De hecho, quizás lo único novedoso de este artificio leguleyo en comparación con el anterior “decreto de emergencia económica” es el aumento de la capacidad discrecional de los aparatos represores del Estado para ejercer violencia contra quienes no se arrodillen ante la mediocridad gobernante.

 

 

 

Hay que recordar que la represión y la militarización son los últimos extremos de la cadena de control social. Cuando se recurre a ellos es porque ninguno de los mecanismos que usualmente se usan en democracia, basados en la obediencia social voluntaria y en la auctoritas de los gobernantes, funcionan. Ante la carencia de estos últimos, la única opción para obtener acatamiento es la fuerza bruta.

 

 

 

Esta recurrencia a la amenaza produce ciertamente efectos en algunos sectores de la población, que pueden acrecentar su desesperanza y creer, erróneamente, que los ladridos son evidencia de fortaleza. Hay que recordar que los perros también ladran por miedo.

 

 

 

Lo verdaderamente importante, y que hay que seguir observando de cerca, es que esta represión y la violación constante de la Constitución –actualmente los atributos más característicos y definitorios del madurocabellismo– están provocando repulsión y rechazo no solo en las bases populares del oficialismo, sino en sectores del aparato burocrático y hasta en componentes de la propia Fuerza Armada Nacional, que resienten el triste papel de esbirros represores solo para proteger los intereses económicos y de dominio de una camarilla decadente y enferma de poder.

 

 

 

Ángel Oropeza

Los dos últimos legados

Posted on: mayo 3rd, 2016 by Laura Espinoza No Comments

 

Para poder garantizar la convivencia, y en su propio beneficio, los pueblos se dan leyes y normas. Éstas son las guías que orientan y regulan la coexistencia de personas que tienen –por inevitable mandato de la naturaleza- intereses, visiones y pareceres distintos.

 

 

 

La única forma posible de sociabilidad entre plurales, sean éstos una familia, un grupo, o una sociedad, es el establecimiento de reglas de juego consensuadas y claras que permitan a sus miembros un marco preciso para planificar sus propias acciones, orientar su conducta y disponer de un piso sólido sobre el cual levantar sus proyectos y su vida en común. No existe convivencia humana civilizada sin reglas de coexistencia. Lo contrario es el caos y la anarquía.

 

 

 

Es por ello que el reduccionismo de la ley y su degeneración a formas maleables y acomodaticias en beneficio de los hegemones de turno constituye un daño inconmensurable y perverso a la cultura política de un país. Y es un daño inmenso en 2 formas igualmente nocivas: en primer lugar, porque el aprendizaje social que se comienza a imponer es que la ley –en el sentido de norma universal que regula la convivencia – no existe ni tiene valor, sino que sólo impera el arbitrio e interpretación de los poderosos. Son los oligarcas del momento quienes imponen su voluntad y su parecer. Es el regreso a la ley del más fuerte, origen último de toda violencia. Quien pasa así a regular las interacciones sociales no es la ley ni la Constitución, sino la conveniencia de algunos militantes partidistas devenidos cínicamente en “magistrados”. Por tanto, las leyes pierden su valor de orientación y coordinación de la coexistencia nacional, y mueren en el altar de los apetitos de poder de los burócratas.

 

 

 

En segundo lugar, si los pueblos se acostumbran al criterio de que la Constitución y las leyes pueden violarse por la vía de interpretaciones de conveniencia económica o partidista, se abre un indeseable y peligroso boquete en la línea de flotación de la sociedad. Porque entonces, aplicando el mismo criterio de “la particular conveniencia”, el pueblo puede peligrosamente asumir también como “interpretativo” obedecer a una autoridad, pagar impuestos, acatar una orden judicial, aceptar un decreto del gobierno, respetar los límites de la propiedad ajena o simplemente cumplir cualquier disposición legal que a algún grupo social le parezca inconveniente.

 

 

 

Si a alguien le parece exagerado este escenario, permítanme recordar, sólo a manera de ejemplo, que la delincuencia generalizada de la cual somos víctimas hoy los venezolanos, tiene entre sus raíces esta percepción de condicionalidad de las normas. De hecho, una de las causas estructurales tanto de la inédita corrupción como de la indetenible delincuencia en Venezuela es la relativización de la ley, que la convierte en formalismos que pueden ser burlados dependiendo de la cercanía del delincuente o del corrupto a alguna fuente de poder, sea ésta política, económica, judicial, o de cualquier otra índole, y que explica los altísimos niveles de impunidad que registran hasta las propias cifras oficiales.

 

 

 

La obscena conveniencia circunstancial de nuestros poderosos “interpretadores de leyes” de turno puede convertirse en criterio generalizable que legitime y estimule no sólo la anarquía, el caos y el envilecimiento social, sino la violencia y la imposición del más fuerte.

 

 

 

Ya la gente sabía que la penuria y el dolor eran parte del legado del fascismo militarista. El acelerado avance de la pobreza, con su cara de escasez, colas humillantes y limitaciones indignantes a la cotidianidad, ya se reconocía como hija predilecta del actual modelo de dominación. Pero la altísima delincuencia –en sus modalidades de hampa común y de corrupción de cuello rojo-, y el “a jurismo” decadente de unos mal llamados “magistrados” interpretadores de leyes, que hacen con éstas lo que les da la gana, parecieran serlos últimos dos legados del fascismo bolivariano como forma particular de cultura política.

 

 

@angeloropeza182

Los 4 pendientes de la MUD

Posted on: abril 19th, 2016 by Laura Espinoza No Comments

Aunque algunos sean tentados a olvidarlo –se dice que el nuestro es un país de memoria ligera– el hecho objetivo es que la MUD desarrolló durante el año pasado una estrategia política inteligente y coordinada que culminó en una victoria contundente, inicio del camino para los cambios necesarios.

 

 

En línea con aquella exitosa estrategia, y frente a los complicadísimos retos de los próximos meses, la alianza democrática tendrá que afrontar en lo inmediato cuatro tareas que pueden ser decisivas en la orientación de los acontecimientos por venir.

 

 

1) La primera es cómo avanzar en el necesario diálogo con sectores del oficialismo, sin el cual no parece haber hoy solución política a la crisis. Un diálogo no para “enfriar” o calmar las cosas, sino para acelerar y viabilizar las opciones constitucionales de cambio. Lo que acaba de ocurrir en Brasil es por demás elocuente. El inicio del juicio político contra Dilma Rousseff aprobado por la Cámara de Diputados de ese país solo fue posible cuando la presión social se combinó con una inteligente estrategia de convencimiento a los sectores aliados del gobierno, en el sentido de que lo más conveniente para ellos era no hundirse con la corrompida cúpula gobernante y facilitar caminos que destrabaran la severa crisis política.

 

 

 

Nadie perdió tiempo hablando con Dilma, sino con el entorno sobre el cual se apoyaba. La estrategia de ir aislando progresivamente a Rousseff y erosionando su piso político de sustento tuvo su punto culminante cuando el vicepresidente Temer, del aliado Partido del Movimiento Democrático Brasileño, y quien había sido el principal escolta político de la presidente desde el comienzo de su mandato en 2011, se convence de la conveniencia de retirarle su apoyo y prestarse a la transición. Solo hasta entonces fue posible que se acelerara el inicio del cambio político. A buen entendedor, pocas palabras.

 

 

 

2) La segunda es qué hacer con las elecciones de gobernadores de este año. Tanto las encuestas como los resultados del 6-D predicen una victoria opositora en casi 20 estados. Renunciar a ello –a tomar el control de la geografía del país– significaría un error más grave que el abandono de la Asamblea Nacional en 2005. Es necesario convencer al país de que la asistencia masiva a esas elecciones no solo no es contraria o distractora de la lucha por el revocatorio, sino que es consecuencial con ella.

 

 

3) La tercera es insistir en la estrategia de construcción de la agenda social, políticamente despolarizada, que aglutine a las víctimas de la crisis alrededor de una oferta centrada en la atención de los problemas reales de la población. No es necesario “llamar a la calle”. La gente ya está allí. Pero cada quien peleando por lo suyo, en plan de supervivencia. El reto es enlazar orgánicamente las crecientes manifestaciones de protesta y descontento popular, comunicarlas entre sí, darles direccionalidad y transformarlas, de reacciones catárticas y desordenadas, en movimientos eficaces de presión política.

 

 

 

4) Y, por último, retomar la dirección y coordinación política de la oposición. La AN tiene unas funciones ya de suyo complicadas para enfrentar los duros retos que vienen, y es necesario robustecer a la MUD como instancia de coordinación y fortalecimiento de las fuerzas democráticas. Si la unidad era indispensable para el triunfo del 6-D, para lo que viene es sencillamente imprescindible.

 

 

Esta unidad es necesaria para evitar que caiga la esperanza, para no permitir que se pierda la emoción de que el cambio es posible, e impedir que triunfe la estrategia oficialista de sembrar desesperanza y frustración. Y también es necesaria para dibujar el país posible, para enamorar a la población con el sueño de una realidad distinta. Porque la sola rabia es una fuerza poderosa, pero negativa e insuficiente. La verdadera fuerza transformadora es la de la esperanza, porque si la gente no sabe adónde va, no solo puede aceptar ir a cualquier parte, sino que no habrá emoción que la movilice en la dirección correcta.

 

 

 

Angel Oropeza

Carta a Maduro de sus asesores

Posted on: diciembre 15th, 2015 by Laura Espinoza No Comments

 

Señor presidente:

 

 

Sabemos que no pasa usted por su mejor momento, pero nuestro deber como asesores es tratar de sugerirle algunas ideas para minimizar los daños del vendaval popular del pasado domingo 6. Para eso nos pagan, y aunque es difícil después de tan contundente derrota, trataremos de hacer nuestro mejor esfuerzo.

 

 

1) Lo primero es inventarnos unas nuevas consignas para poder sustituir a las otras, que no sólo están ya gastadas sino que además resultaron ser pavosísimas. Es importante enseñarles a los ministros y a los que todavía asisten a nuestras reuniones nuevos griticos para darnos ánimo, por aquello de que silbar en la oscuridad a veces resulta. Proponemos cosas como “La patria no se vende, la patria se defiende”, o “Y más, y más, y más revolución”. Nosotros repartiremos papelitos entre los asistentes para que parezca espontáneo. Mientras, usted ensaye en el espejo y trate de creérselas.

 

 

2) Hay que insistir que se perdió por culpa del pueblo bruto que se dejó engañar, y no por nosotros que no sabemos gobernar. Habrá quien se pregunte que por qué cuando ganábamos era gracias al pueblo sabio y soberano, y cuando perdemos el pueblo entonces es bruto y engañado. Pero no le conteste, presidente. Amenácelo con cárcel por pensar mucho y ya.

 

 

3) La MUD fue más inteligente que nosotros y nos ganó con su estrategia de despolarización y de no caer en la agenda política. Es necesario que volvamos a lo nuestro y tratar de repolarizar urgente al país. Hay que vender que sólo existen dos caminos, y que la lucha es entre sólo dos facciones políticas. Si no tenemos éxito en esto, la MUD seguirá convenciendo a la gente que la única polarización que existe es entre la mayoría que es víctima de la crisis y los poquitos que estamos viviendo de ella. Y esto no podemos permitirlo. ¡Hay que polarizar y radicalizarnos! Además, si lo hacemos, no faltarán algunos opositores y hasta dirigentes que caigan en nuestro juego, y así los debilitamos.

 

 

4) Hay que hacer que el pueblo sufra. No sólo para que aprenda, sino para poder culpar a la oposición por ello. Tenemos que decirle: “Ah, ¿estás sufriendo? Quién te manda a votar por ellos?”. Hay que poner a la gente a hacer más cola, que no consigan nada, que la plata les alcance menos y que pasen bastante trabajo. Y todo el tiempo repitiendo: “Esa es la consecuencia por habernos traicionado”. Alguno se lo creerá.

 

 

5) Invente que la MUD viene con un plan macabro. Fabule que van a eliminar las misiones, quitarle lo poquito que todavía le queda a la gente, o cualquier fantasía que se le ocurra. Póngalos a la defensiva, trate de quitarles la iniciativa de la agenda, para que pierdan el tiempo teniendo que desmentir. Ese discursito de Chuo de que se acabó la campaña electoral y ahora comienza la campaña social, es muy peligroso para nosotros y para nuestros reales.

 

 

6) Dígale a Diosdado que perdieron los dos, y no usted solo. Ordénele que aproveche los pocos días que le quedan al frente de la moribunda, para tratar de amarrarnos algunas garantías. Sabemos que las lealtades posmorten no duran mucho ni son muy confiables, pero alguna esperanza hay que tener.

 

 

7) Recurra a los mitos de nuestro imaginario. Hable de un nuevo 4 de febrero. Eso a lo mejor emocionará a alguno de los nostálgicos. Grite siempre, alce la voz, amenace. Que le crean valiente y fuerte. Eso es una buena forma que no vean lo asustado que sabemos que está. El gentío que votó por el cambio no se comió nuestras amenazas, ni siquiera la estrategia aquella que inventamos del “como sea”. Pero quien quita que esta vez sí se asusten.

 

 

Mucha suerte, presidente, porque le va a hacer falta. Este pueblo resultó mucho más maduro e inteligente de lo que creíamos. Lo ideal sería que cambiásemos nosotros antes que nos cambien. Pero como eso va a difícil, intentemos primero con los consejos de arriba. Y que el diablo se apiade de nosotros.

 

 

Atentamente. su consejo asesor.

@angeloropeza182

Carta de Maduro a los opositores

Posted on: junio 2nd, 2015 by Laura Espinoza No Comments

 

 

 

Queridos enemigos:

 

Les escribo porque ustedes son la última esperanza de la revolución, de que mis amigos y yo podamos seguir disfrutando los dulces placeres del poder a costa de ustedes. ¡Y es que todo eso está en peligro! Nuestra propia gente se nos está volteando. Por eso nuestra única esperanza es que ustedes me ayuden. Y aquí paso a explicarles cómo:

 

1) Necesito que cambien la agenda. Ya está bueno del fastidio de que estén hablando solo de la inseguridad, las colas, la escasez o la inflación. Les propongo en cambio algunos temas. Por ejemplo, como ustedes saben, Diosdado no es santo de mi devoción. Pero esto de la averiguación de los gringos en su contra me cae de perlas. Yo me encargaré de presentarlo como la continuación de la agresión imperial contra Venezuela, y llamaré a los oficialistas desencantados a cerrar filas en defensa de la patria amenazada. ¡Eso demostradamente resulta! Por favor, conviertan eso en el principal tema nacional.

 

2) Entiendan que yo no puedo ir a las parlamentarias así como vamos, porque las voy a perder. Me vería obligado a iniciar una transición política. Además, no puedo perder la Asamblea, porque ella es muy necesaria para seguir haciendo lo que nos da la gana, precisamente porque no hace nada: no legisla, no controla, no fiscaliza, no debate. ¡Es perfecta! ¿Se imaginan a la AN en manos de ustedes? Necesito de su ayuda.
Me encantaría suspender las elecciones y no contarme, pero no es fácil, porque ahí sí es verdad que todo el mundo se va a dar cuenta de que estamos más solos que la una. Por eso voy a intentar algunas cosas antes de recurrir a esa medida desesperada. Así que, por ahora, vamos a radicalizar la represión. Estamos viendo a quiénes metemos presos. Mi CNE va a poner nuevas condiciones, inhabilitar a algunos candidatos de ustedes, y veremos qué más se nos ocurre. Ya Tibisay ha alargado hasta el límite de lo éticamente aceptable (menos mal que aquí somos muy elásticos con esos temas de ética y moral) el anuncio de la fecha para las elecciones. Entiendan que la idea es desmoralizarlos y, ojalá, tiren la toalla.

 

3) Ustedes no han visto elecciones más corruptas que la que estamos preparando. Pero en vez de organizarse y prepararse para enfrentarla, necesito que por favor repitan: ¡Ah, no! ¡Así no se puede votar! Díganle a su gente que todo está arreglado. Insistan en que el voto no es secreto, y sigan inyectando la idea de que aunque sean mayoría, no podrán desplazarnos del poder. Me encantan esas conversaciones entre ustedes que terminan con un “no vale, ¿y tú crees que el gobierno se va a dejar quitar el poder?”. O aquella de “el gobierno es malo, pero la MUD es peor”. Uno respira tranquilo cuando los oye a ustedes en eso.

 

4) El favor más grande que les pido: sálganse del camino de las parlamentarias. ¿Van a escoger para enfrentarse a nosotros, justamente donde estamos más débil, que es en apoyo electoral? No sean tramposos. ¡Vamos al enfrentamiento físico! Digan que ya la paciencia no les da más, y que yo tengo que renunciar mañana mismo. Monten guarimbas, pidan que aparezcan los militares “de verdad”, cualquier cosa que los saque del camino electoral, que es justamente –aquí entre nos– el que nos tiene paralizados del pánico.

 

5) Por cierto, el tal Chúo no me gusta. ¿Por qué no escogieron a otro? Eso de poner a la oposición a trabajar en los sectores populares nos está haciendo un gran daño. Me gustaba más cuando ustedes llamaban al pueblo “a la calle”. Pero ahora a la MUD le dio por acompañar y organizar al pueblo que ya está en la calle protestando o indignado por la crisis. Ese cambio no nos conviene. Háganme entonces un último favor: No le hagan más caso a él. ¿Por qué no se dividen? Monten agendas paralelas y digan que aquella estrategia está errada. Dejen la agenda popular y vuelvan a la agenda de solo temas políticos. Se los ruego.

 

Por favor, equivóquense. Entiendan que de seguir así, el cambio está cerca. Y eso podrá convenirle al país, pero a mí no.

 

Sin cariño.

Nicolás.

 

 

Ángel Oropeza

@angeloropeza182

Los desestabilizadores necesarios

Posted on: mayo 19th, 2015 by Laura Espinoza No Comments

 

A lo largo de la historia, quienes luchan por la justicia son siempre catalogados por los poderosos de turno como violentos y desestabilizadores. Jesús de Nazareth era un peligro para los intereses de las autoridades judías y romanas, y la acusación que le llevó a la muerte fue justamente la de ser un desestabilizador, cuyo “amaos los unos a los otros” era para los poderosos un mensaje de violencia, pues socavaba las bases de su dominación religiosa y política. Los cristianos que siguieron su ejemplo fueron por siglos estigmatizados como desestabilizadores, ya que su mensaje liberador era un peligro para un dominio fundado en la sumisión.

 

 

El gran argumento de los esclavistas era que la lucha de los esclavos por su libertad era evidencia del carácter violento de aquellos seres considerados subhumanos, y que la liberación de sus cadenas resultaba desestabilizadora para los intereses de grandes fortunas que descansaban sobre la explotación del hombre.

 

 

En nuestra independencia, los patriotas siempre fueron los violentos que no reconocían la legitimidad de la hegemonía española. En Suráfrica, los miembros del Congreso Nacional Africano eran tildados por la oligarquía blanca de desestabilizadores, que se resistían a reconocer como gobierno a quienes realmente eran minoría. Su líder máximo, Nelson Mandela, estuvo 27 años en prisión por desestabilizador del “orden”. En Estados Unidos, el movimiento contra la segregación racial, liderado entre otros por Martin Luther King, fue siempre acusado de ser una facción violenta, que no aceptaba resignadamente su situación de dominación, y que por tanto era un peligroso factor de desestabilización para los intereses de los blancos y pudientes.

 
Gandhi fue perseguido por el imperio británico, que consideraba su movimiento nacionalista como desestabilizador de sus intereses económicos. El actual Dalai Lama es considerado por nuestros socios chinos como un enemigo violento, que a través de su prédica de superación espiritual pone en riesgo la estructura de explotación sobre la que descansa el imperio de la China comunista.

 

 

La historia está llena de ejemplos como los hasta aquí mencionados. Y a pesar de las diferencias, el hecho siempre es el mismo: para los poderosos, cualquiera que pregone un cambio es siempre violento y desestabilizador. Porque, como bien lo afirma el teólogo José M.Castillo, la lucha por la justicia tiene que soportar la persecución, sencillamente porque los privilegiados por el actual estado de cosas es evidente que no pueden querer otra sociedad. En consecuencia, la búsqueda de la paz y la justicia es algo que no puede realizarse impunemente, porque al mismo tiempo que es una noticia de esperanza para la mayoría, es la amenaza más peligrosa para el presente orden constituido, para el statu quo de los poderosos y gobierneros.

 

 

El señalar a quienes pregonan el cambio y la justicia como violentos y desestabilizadores otorga a los opresores la excusa perfecta para actuar entonces con violencia contra ellos. Y en esta práctica de cinismo proyectivo los gobiernos débiles suelen ser los más radicales y represivos.

 

La razón de ello estriba justamente en la precaria autoridad que deriva de su debilidad. Como lo describió Montesquieu, la tiranía es la más violenta y menos poderosa de las formas de gobierno, precisamente porque, como lo observa Hanna Arendt, violencia y poder no son iguales. El poder legítimo no necesita de la violencia y la represión para ser temido, pues tiene el auctoritas que solo da la legitimidad que le otorga y reconoce el pueblo. A falta de la autoridad suficiente que proviene de la legitimidad popular, el único recurso es la violencia contra quienes se oponen a su mandato opresor, y de acusar de desestabilizadores a aquellos que han abrazado la causa de la dignidad y la justicia.

 

Nada nuevo. Los poderosos y las oligarquías actúan siempre con el mismo guión. Pero olvidan que, al final, el guión también indica cuál suele ser siempre su desenlace.

 

 

@angeloropeza182

Receta para perder las elecciones

Posted on: abril 7th, 2015 by Laura Espinoza No Comments

La oposición venezolana tiene un terreno fértil por delante, en su objetivo de transformar en votos el enorme descontento popular que registran todos los estudios de opinión, y así sentar este mismo año las bases para un cambio político en el país. Sin embargo, el principal enemigo para lograr ese objetivo pudiera estar escondido –aún sin quererlo– en sus propias filas.

 

¿Es posible perder las cruciales próximas elecciones parlamentarias, aunque al gobierno le sea muy difícil ganarlas? Pues sí. Para ello, lo que hay que hacer es seguir una simple receta para convertir un muy posible triunfo en una segura derrota.

 

1) Insista en que como esto es una dictadura, usted no vota hasta que la dictadura le garantice condiciones democráticas. Desanime a la gente diciéndole que todo está arreglado, que para qué vamos ir a votar, y que el CNE es tan todopoderoso que al final hace lo que le da la gana. Si alguien le pregunta por qué, si eso fuera verdad, el CNE no puso a ganar a Maduro las presidenciales por un margen más cómodo que ese dudoso 1%, diga que eso también estaba preparado. No oiga razones. Lo suyo es convencer a los demás de que cometan el error de no votar. Total, la forma más segura de que gane quien tiene todas las de perder es que quien pudiera ganar no vote.

 

2) Caiga siempre en el juego de polarización política del gobierno. Por más que la realidad imponga que Venezuela está dividida entre una mayoría inmensa de víctimas de la crisis y un puñado de vivos victimarios, usted siga insistiendo en que la división es entre “oficialistas” y “opositores”, tal como lo repite el canal 8 todos los días.

 

3) Olvide el bloqueo informativo que aplica el gobierno a los canales  de comunicación del país, e insista que la oposición no hace nada, simplemente porque usted no ve nada en los medios.

 

4) Anime a algunos personajes que creen que el “mandado ya está hecho” y que es inevitable (no importa lo que pase, y así no se haga el trabajo), que el gobierno pierda la Asamblea Nacional, por lo que lo importante ya no es entonces trabajar por hacer posible la victoria, sino luchar a lo interno por asegurar la mayor tajada posible de ese “seguro” triunfo.

 

5) Aliente y respalde a los siempre presentes “salvadores de la patria” que amenazan con lanzar sus candidaturas y romper así la unidad opositora sin la cual, por más que se tenga mayoría, es imposible una victoria. No haga caso a quienes le explicarán con todos los fundamentos posibles que, dada la naturaleza bipolar y excluyente del actual sistema electoral para las parlamentarias, este constituye en la práctica un mecanismo “solo para dos”, y que por tanto, sin unidad opositora, ningún triunfo es factible.

 

6) Aproveche que la MUD no puede realizar primarias en todo el país para volver a la vida al fantasma –tan útil a Chávez en su oportunidad como al oficialismo en repetidas veces– del antipartidismo y la antipolítica. Así, repita que las decisiones y consensos alcanzados por los casi 30 partidos de la MUD para el resto de las circunscripciones donde no habrá primarias son “componendas” y “arreglos cupulares” inaceptables, ya que al ser hechas por los partidos políticos, son entonces “inmorales” e indignas de confianza. Súmese al coro: los partidos son malos.

 

7) Y finalmente, el día de las elecciones, no vote (lo que en la práctica significa un voto para el PSUV, ya que el espacio que usted dejará en  blanco es potencialmente rellenable, y es el núcleo de las trampas del gobierno). Y después de que la amiga Lucena anuncie esa noche el triunfo del gobierno, vuelva a preguntar desesperanzado: “¿Y cuándo saldremos de esto?”. La cruda respuesta será que puede durar hasta que sigamos cometiendo errores e imperdonables ingenuidades.

 

La mezcla de radicalismos infantiles con la insepulta antipolítica no alcanza para que sus defensores ganen nada, pero sí pueden impedir el triunfo de quienes apuestan por el cambio político por la vía electoral y constitucional. El único camino al que el gobierno verdaderamente teme.

 

Ángel Oropeza

Dos Santos, Maduro y otros brujos

Posted on: enero 13th, 2015 by Lina Romero No Comments

En épocas de incertidumbre y confusión, como la que caracteriza a la Venezuela de nuestros días, mucha gente necesita refugiarse en espacios de certeza –así sean imaginarios– para intentar reducir la angustia que les produce su insegura situación y su aún más impreciso futuro.

 

Aprovechando la ya larga crisis y esta necesidad psicológica por disminuir en lo posible la inseguridad y el temor ante los acontecimientos por venir, nuestro país es víctima constante de la estafa de charlatanes, brujos, tarólogos, horoscopólogos y profetas, que no se cansan de engañar –y hacer negocio– con la candidez y necesidad de muchos venezolanos. El año que acaba de terminar está repleto de ejemplos de la “certeza” y “precisión” de algunas de sus “predicciones”. Veamos sólo algunos.

 

1) El brujo Reinaldo Dos Santos –el mismo que predijo que Brasil ganaría el Mundial de fútbol y que Maduro tenía cáncer– aseguró en febrero que a éste último le quedaban “4 o 5 días” en el poder. Como no se le dio, pronosticó entonces en abril que a Maduro lo iban a matar, y si no, pues terminaba condenado en La Haya. Ya en mayo de 2013 había asegurado que el gobierno iba a caer antes de noviembre, pero que no podía decir ni cuándo ni cómo, “para no alterar los hechos”. Por favor no se ría, y siga leyendo.

 

2) El “iluminado” Hermes Ramírez, en sus predicciones para nuestro país en 2014, pronosticó que “en Venezuela va a suceder lo que tenga que suceder” (El Universal, 29/12/2013). Por supuesto, así cualquiera es brujo. Pero el 20/01/2014, se atrevió a más y “profetizó” que el 2014 iba a ser para Venezuela “el año de las inversiones, de las grandes oportunidades para el empleo, y de las ganancias económicas”. A lo mejor pensaba en la de los corruptos del gobierno, en cuyo caso sí la pegó.

 

3) El “arquitecto de sueños”, Alfonso León, pronosticó a su vez que “2014 será un año de un gran despertar….después de mucha espera y de mucha circunstancias contenidas sucede un gran nacimiento y es lo que Venezuela está viviendo”. Si alguien lo entendió, por favor que nos explique.

 

4) La “adivinadora” Adriana Azzi predijo para el año que acaba de terminar que “si se sucediese el cambio cívico-militar predestinado, no estaría la MUD representada” (¡gracias a Dios!), y que “entre golpes y autogolpes, el próximo gobierno que se vislumbra sería principalmente de corte militar” (El Nacional, 19/1/2014).

 

5) El “vidente” José Iglesias, en sus “predicciones para Venezuela 2014”, afirmaba: “Las cartas del Tarot confirman que el gobierno encabezado por Maduro tiene sus meses contados. Independiente de que pueda sobrevivir al cierre del 2013”. Esto, luego de asegurar que, según su “oráculo”, Maduro “podría superar la intentona de un golpe de Estado que se está gestando”, y que, además, las elecciones municipales del 8 de diciembre de ese año, no se llegarían a realizar.

 

La lista es interminable. Pero si resulta penosa la colección de engaños por parte de fabuladores de oficio, lo es mucho más cuando a la lista hay que agregarle el nombre de quien ocupa actualmente la presidencia de la república.

 

Ya Maduro había hecho un adelanto de su irresponsabilidad cuando en noviembre de 2013 “pronosticó” cosas como que “es falso que en los próximos meses vaya a generarse escasez en el país. Esos almacenes están full”, o el cuento de que tenía la inflación controlada: “Con la Habilitante voy a dejar los precios donde tienen que estar”. Pero al comienzo de 2014, coincidiendo con la tradicional publicación de las “profecías” de nuestros inefables brujos, no se quiso quedar atrás. En su Memoria y Cuenta ante la AN, lanzó “predicciones” tan irresponsables y falsas como la de que su gobierno mantendría “durante todo el 2014 cambio de 6,30 bolívares por dólar” (Últimas Noticias, 16/1/2014)

 

Si una persona es conocida por su inmensa capacidad de mentir y engañar, no es una persona confiable. Y si no genera confianza, pues simplemente está inhabilitado. Si es brujo, para seguir en su negocio. Y si es presidente, para gobernar. Así de simple.

 

 

Ángel Oropeza

@angeloropeza182

Las dos cosas que sabe el gobierno

Posted on: diciembre 30th, 2014 by Laura Espinoza No Comments

Hay cosas que se intentan de una manera y resultan luego de otra. Este parece ser el caso en la estrategia del gobierno de nombrar de manera inconstitucional e inválida a los nuevos miembros de los poderes públicos, saltándose no solo los mecanismos previstos en la carta magna para la designación de estos cargos, sino, además, colocando en ellos fichas partidistas cuyo mérito principal parece ser la fortaleza de sus rodillas, por aquello del decadente y risible “rodilla en tierra”.

 

Posiblemente los asesores del gobierno pensaron que con esta jugada lograrían, por una parte, sembrar el desaliento y la frustración en algunos sectores desprevenidos de la población, que ahora tendrían nuevos argumentos para dudar de la eficacia del voto como herramienta de cambio político. Hay que recordar que nada es más conveniente para quien va a perder que convencer al que puede ganar de que no vote. Pero, además, se buscaba artificialmente dar una imagen de supuesta fortaleza, justo en el momento en que el maduro-cabellismo se encuentra en proceso de inocultable agotamiento, producto del demostrable rechazo popular, sus fracturas internas, su obscena corrupción y el creciente cuestionamiento internacional. Pero lo cierto es que la jugada lo que ha provocado, en principio, es todo lo contrario.

 

Si algo le está quedando claro al país observador es que la estrategia gobiernera revela claramente dos cosas: una, que el gobierno se está preparando para perder las elecciones. Y otra, que necesita desesperadamente blindarse burocráticamente frente a un año que se avizora conflictivo e incierto.

 

Lo inteligente para cualquier gobierno en una situación de extrema debilidad, como en la que se encuentra el oficialismo venezolano, era aprovechar la coyuntura de la renovación de los poderes públicos y tratar de reforzar su piso de estabilidad democrática permitiendo la incorporación del inmenso país contrario en las estructuras institucionales del Estado, porque al fin y al cabo nadie en su sano juicio quiere que Venezuela se hunda más en el barranco, y más cuando estamos todos dentro.

 

Sin embargo, y olvidando que los gobiernos precarios e impopulares hacen justamente lo contrario, prevaleció la insensata tesis de “concentrar el poder” como estrategia desesperada de salvamento. Porque, a pesar de la incertidumbre, el gobierno sabe dos cosas, y para ellas se prepara: una, que la conflictividad social y el descontento aumentarán en los próximos meses, por lo que necesita manos libres para la única respuesta que se le ocurre y es la de arreciar la represión popular. Y la otra cosa que sabe de seguro es que si la gente no cae en las trampas que vienen y vota, perderán irremediablemente el Poder Legislativo nacional. Por tanto, lo que busca es tratar de amarrar los cuatro poderes públicos restantes para mantenerse en el poder o tener con qué negociar en caso de tener que soltarlo.

 

Frente a esto, 2015 será el año de la respuesta popular inteligente. Respuesta que incluye avanzar y reforzar la organización social desde abajo, continuar el proceso de acercamiento y apertura a los sectores hasta hace poco simpatizantes del oficialismo, insistir en las protestas y demostraciones de fuerza popular, cuidando en ellas la necesaria coherencia y direccionalidad al objetivo, consolidar la unidad de la alianza opositora por encima de sus naturales diferencias, y constituir una gran mayoría que haga reventar las urnas electorales en el momento que se requiera. Es todo eso, porque la ausencia de alguna de las tareas anteriores hará difícil y poco viable el cambio al que casi todos aspiramos.

 

No se puede detener un tsunami con un dique. La enorme fuerza popular en formación no la pueden detener las jugarretas desesperadas de un gobierno precario. Pero, al final, la efectividad política de esa fuerza –en términos de construcción de poder y no solo de destrucción o catarsis– dependerá de su uso inteligente. Y eso está en nuestras manos, no en las del gobierno.

 

Angel Oropeza