logo azul

Los tentáculos de alias “el Chapo” Guzmán en Colombia

Categorías

Opinión

Los tentáculos de alias “el Chapo” Guzmán en Colombia

La fuga del “Chapo” y el aumento en la producción de cocaína en Colombia amenazan con incrementar el narcotráfico mundial.

 

La fuga carcelaria de Joaquín “el Chapo” Guzmán fue más celebrada por la delincuencia colombiana que por la mexicana, pues para los narcos del país del Sagrado Corazón el jefe del cartel de Sinaloa es el principal comprador de cocaína.

 

 

Fue por eso que el general Ricardo Restrepo, director Antinarcóticos de la Policía, reconoció que tocó fortalecer los controles “ante un posible incremento de la compra y venta de droga entre traficantes colombianos y mexicanos con este señor en las calles”.

 

 

Guzmán regresó a sus andanzas en un momento clave de la situación del narcotráfico en Colombia, que puede favorecer sus intereses, ya que el gobierno suspendió las fumigaciones con glifosato y los cultivos de mata de coca aumentaron en el último año, según los estudios de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Crimen (Onudc).

 

 

A juicio de la Fiscalía de E.U., el grupo de Sinaloa, también llamado “la Federación”, creó sus redes en Colombia y Panamá en los 80, y las solidificó en la primera década del siglo XXI en contubernio con el cartel del norte del Valle.

 

 

Ahora es el principal cliente de los traficantes colombianos, en parte por el debilitamiento de compradores rivales, como los carteles de “los Zetas”, “el Golfo” y el clan Beltrán Leyva; y también por haber tejido relaciones con todas las facciones importantes en nuestro país, incluso las que son enemigas entre sí.

 

 

Es por eso que los delegados del “Chapo” comercian sin ninguna restricción con narcos independientes, con “los Urabeños” (costa Pacífica y Atlántica), “los Rastrojos” (costa Pacífica y santanderes), “Libertadores del Vichada” (Llanos Orientales), la disidencia del EPL de “Megateo” (Norte de Santander), “los Ganchos” (Bogotá) y con las Farc, en particular con sus bloques Noroccidente, Sur y Oriental.

 

 

Teniendo de esta manera aliados en las mejores zonas de cultivo, Sinaloa se alimenta de rutas marítimas, terrestres y vuelos clandestinos que cuentan con puntos de acopio y abastecimiento en Brasil, Ecuador, Venezuela y Centroamérica, con destino a E.U., Europa, África y Australia.

 
Embajadores del “Chapo”

 
El mexicano Juan Carlos Espinoza de los Monteros del Rincón, alias “Lacosste”, es el supuesto emisario del “Chapo” más importante capturado en Colombia. Lo perseguían la DEA, Interpol y la Corte del Distrito Norte de Illinois.

 

 

La Policía lo arrestó en Bogotá el pasado 20 de mayo y consignó en el informe que “participaba en una asociación ilícita a escala mundial para el transporte de cocaína y metanfetaminas, desde los países de origen hasta su distribución”.

 

 

“Lacosste” estaría implicado en un episodio ocurrido ese mismo día en el mar Caribe, cerca de Puerto Valero, Atlántico, donde se cayó una avioneta cargada de coca que era perseguida por la Fuerza Aérea. Su piloto, un mexicano, murió haciendo la ruta Venezuela-Centroamérica.

 

 

Ante la captura de “Lacosste”, el cartel reaccionó delegando parte de sus funciones en Magaly Chávez, alias “la Faraona”. La mujer de 45 años y natural de Buenaventura, al parecer lideraba una ruta de tráfico por el Pacífico, saliendo en buques y avionetas desde Ecuador y Valle del Cauca.

 

 

Aunque Colombia es la despensa preferida de Sinaloa, por los socios y la “fama” internacional de los narcóticos producidos aquí, en los últimos años tomó fuerza el tráfico de alcaloides producidos en Perú y Bolivia. La ruta para extraerlos pasa por Ecuador, con sitios de acopio y pistas de despegue en la provincia de Esmeraldas, limítrofe con Nariño.

 

 

Por tal motivo, “la Faraona” se había radicado en esa nación, con cédula falsa y residencia en un barrio exclusivo de Guayaquil, desde donde supuestamente coordinaba el acopio de droga procesada por “los Rastrojos” y “los Urabeños” en sociedad con Sinaloa.

 

 

La DEA alertó a los investigadores de Colombia y Ecuador, y en tripartita ejecutaron las operaciones Mar Abierto y Altamar, que entre el 22 de abril y 1° de junio derivaron en la interceptación de una avioneta, 3 lanchas y 4 carros; la incautación de 2.861 kilos de cocaína, la destrucción de una pista y las capturas de 7 mexicanos y 11 ecuatorianos que transportaban la mercancía.

 

 

La pérdidas superiores a los 100 millones de dólares irritaron a los narcos del país del tequila, quienes amenazaron a sus proveedores ecuatorianos. “La Faraona” intercedió para calmar los ánimos y se reunió con varios traficantes en Guayaquil para diseñar nuevas rutas. A su regreso a Cali, el 1° de julio, fue capturada con fines de extradición.

 

 

Otros delegados del cartel ejercen el papel de “brokers”, comisionistas para la compra de droga al mejor postor. Las autoridades han detectado a dos: uno es el bahamés Matthew Ian Ferguson (“Matlock”), quien coordinaba una red de pilotos para transportar la droga de la organización de Daniel “el Loco” Barrera, y llevarla hasta México por una ruta que pasaba por los Llanos Orientales, los estados de Apure y Zulia (Venezuela), Honduras y Las Bahamas. Fue detenido en Montería (05/1/13).

 

 

El otro es el caleño Pedro Zamora Caicedo (“Junior”), quien, según un informe de Antinarcóticos, “se especializó en figurar como intermediario directo entre narcos colombianos y ‘el Chapo’ Guzmán”. Este hombre, presuntamente, gerenciaba envíos marítimos desde el Pacífico y lo capturaron en Bogotá (29/1/13).

 

 

En el proceso de expansión de sus redes en Colombia, el cartel de Sinaloa también ha comprado laboratorios para la producción de estupefacientes. La situación quedó en evidencia en abril de 2014, cuando en la zona limítrofe con Ecuador se incautaron, en distintos operativos, 10 toneladas de cocaína, $4.000 millones, 6 lanchas y un submarino artesanal.

 

 

En la pista del aeropuerto de Ipiales, la Dijín interceptó una avioneta Cessna cuando “estaba siendo cargada con armamento pesado tipo lanza cohetes RPG, granadas de 40 m.m. y municiones de diferentes calibres, que serían utilizadas en la guerra que sostienen los carteles mexicanos”, dice el reporte oficial.

 

 

Tras la pista de quienes estaban detrás de todo este movimiento, los investigadores llegaron hasta el colombiano Erney Portilla Arévalo (“el Enano”) y el mexicano Héctor Coronel Castillo (“Rincón”). A ellos Sinaloa les había encomendado la misión de comprar laboratorios a “los Urabeños” y la columna móvil Daniel Aldana de las Farc, en Cauca, Valle y Nariño.

 

 

De todos estos emisarios del “Chapo”, el que se daba la “mejor” vida era “Rincón”. A diario se gastaba un promedio de $10 millones en rumbas, restaurantes caros, peleas de gallos y casinos, hasta su arresto en Cali (10/4/14)

 

 

La estrategia en Antioquia

 
Si bien “la Federación” gerencia contactos con proveedores de muchas partes del país, con las mafias antioqueñas ha establecido una relación que incorpora otros servicios y favores: el lavado de activos a gran escala y subcontratos para tareas de sicariato, secuestros y cobro de deudas a narcos.

 

 

Un aliado para estas tareas es la banda “la Oficina”. Un agente de inteligencia, quien solicita la reserva de su identidad, comenta que hay dos personajes de este grupo a quienes les delegan trabajos solicitados por los mexicanos.

 

 

Uno es alias “Rey” o “Cantinflas”, devoto de la brujería, quien presuntamente hace más de una década tiene contactos con Sinaloa y carteles centroamericanos, y a nombre de ellos al parecer ejecuta “amarres” y desapariciones.

 

 

El otro sería alias “Monín”, un delincuente criado en la comuna 9 (Buenos Aires), quien se inició en la banda “la Roja” y prosperó en el bajo mundo gracias a su amistad con Ericson Vargas (“Sebastián”), el último cabecilla de “la Oficina” extraditado. Hoy posee restaurantes en el oriente de Medellín y el parque Lleras, donde brinda atención a turistas extranjeros.

 

 

Ha estado involucrado en la exportación de cocaína y heroína a E.U., España y Dinamarca, y el supuesto lavado de activos a través de transacciones de futbolistas de equipos antioqueños. “Entre sus trabajos para los mexicanos estuvo el cobro de una deuda de US18 millones a un narco del Suroeste apodado ‘AK’”, relata el agente.

 

 

Tanto “Monín” como “Rey” están en libertad, sin ningún proceso penal en curso.

 

 

Cuando “la Oficina” y “los Urabeños” hicieron un pacto en julio de 2013, en el que cesaron las hostilidades en el Valle de Aburrá y se repartieron los territorios para delinquir, uno de los puntos acordados fue el restablecimiento del comercio de cocaína, pues los compradores mexicanos estaban presionando porque de cuenta del conflicto entre ambas facciones se habían retrasado los envíos del alcaloide.

 

 

La relación entre “la Oficina” y las huestes del “Chapo” es reconocida por la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro de E.U., que ha sancionado a más de 60 personas y empresas de la banda en el último año. Su director, Adam J. Szubin, dijo que “varias estructuras de crimen organizado transnacional, incluyendo al cartel de Sinaloa, han contratado los servicios de ‘la Oficina’ para apoyar el tráfico de narcóticos alrededor del mundo”.

 

 

Para el lavado de activos se han asociado con el clan Cifuentes, activo desde tiempos del cartel de Medellín. Las autoridades colombianas le han ocupado múltiples propiedades a ese grupo familiar, por valores que rondan los US300 millones, en Medellín, Envigado y Barbosa (Antioquia), Cartagena, Cali y Bogotá. Los principales líderes de esta cofradía, Jorge Milton y Dolly Cifuentes Villa, ya fueron extraditados a E.U.

 

 

Otro socio antioqueño para el blanqueo de capitales fue el expiloto extraditadoPedro Bermúdez Suaza (“el Arquitecto”), a quien el pasado diciembre le ocuparon 16 inmuebles avaluados en $3.820 millones: 12 de ellos ubicados en un centro comercial de Caucasia, además de un apartamento y tres parqueaderos en El Poblado, en Medellín.

 

 

Similar destino padecieron 161 bienes de Diego Montoya Bernal (“Mechas”), señalado por la Dijín de ser el heredero del imperio ilegal de Carlos Lehder, el otrora capo del cartel de Medellín. Las ocupaciones comenzaron en octubre de 2012 e incluyeron propiedades con valor total de US40 millones en Medellín, Bello, La Estrella, Envigado, Itagüí, Rionegro, Cartagena y Bucaramanga.

 

 

Estas redes se mantuvieron activas durante el encarcelamiento de un año y cinco meses del “Chapo”, y ahora la Policía colombiana, la DEA, el FBI y la CIA les pondrán la lupa para rastrear hasta el más mínimo detalle que pueda indicarles dónde está el criminal más buscado del planeta.

 

Fuente: EC
NELSON RICARDO MATTA COLORADO

Egresado de la U.P.B. Periodista del Área de Investigaciones, especializado en temas de seguridad, crimen organizado y delincuencia local y transnacional.

Comparte esta noticia:

Contáctanos

Envíe sus comentarios, informaciones, preguntas, dudas y síguenos en nuestras redes sociales

Publicidad

Si desea obtener información acerca de
cómo publicar con nosotros puedes Escríbirnos

Nuestro Boletín de noticias

Suscríbase a nuestro boletín y le enviaremos por correo electrónico las últimas publicaciones.