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La ONU y Venezuela

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La ONU y Venezuela

 

Esta semana transcurrió el evento de Alto Nivel de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Cerca de doscientos dignatarios, presidentes, jeques, ministros y otras altas autoridades se reunieron en Nueva York para tratar asuntos como los conflictos en el Medio Oriente, la invasión de Rusia a Ucrania, el cambio climático, el recién adoptado Pacto por el Futuro que se abordó en el editorial de ayer y el caso del fraude electoral en Venezuela.

Se escucharon las voces de Estados Unidos, Chile, Paraguay, República Dominicana, España, Guatemala, Argentina, Panamá, Italia, Guyana, Uruguay, El Salvador y Costa Rica, entre otros. La declaración del G-7 y los 30 países que adoptaron un importante documento en la convocatoria del Departamento de Estado norteamericano, incluida la Unión Europea, emplazando a Maduro a detener las violaciones de los derechos humanos, liberar los presos políticos y dar cuenta de los resultados electorales del 28J. Importante la declaración de Antony Blinken de “pasar de la declaración a la acción”. Igualmente precisó que se hace necesaria una acción conjunta para resolver la crisis en Venezuela.

Notable el silencio de Lula y las desafortunadas declaraciones de Petro y Xiomara Castro victimizando al régimen de Maduro, así como sus ausencias, México incluido, en la reunión convocada por Blinken. Muy mal parados quedan esos gobiernos ante la comunidad interamericana y sus propios pueblos al eludir el tratamiento de la crisis política más grave que sucede en la región.

El canciller de Venezuela hizo un triste papel desde el inicio con su voto negativo en la reunión de Alto Nivel que aprobaría el Pacto para el Futuro. Alineado con Rusia y otros pocos Estados actuó en contravía de las aspiraciones de la comunidad internacional. Su discurso retrógrado, plagado de falsedades y con el ya cansón antiimperialismo, lo dio en una sala casi vacía. Sus reuniones bilaterales fueron con países que no tiene relevancia alguna para nuestra política exterior, salvo las realizadas con Brasil y Colombia para asegurar esa “neutralidad benevolente” que mantienen en cuanto al reconocimiento del ganador en las elecciones.

A partir de estos eventos se crea un punto de inflexión en nuestra crisis, tal como lo expresó María Corina Machado. La necesaria y anhelada concertación de acciones de la comunidad internacional abre un nuevo camino que, aunado con las manifestaciones del pueblo venezolano tanto fuera como dentro del país, colocan al régimen en una posición débil ante su casi total aislamiento internacional y el rechazo de más de 80% de los venezolanos.

Debemos reconocer la labor extraordinaria que de manera ejemplar han llevado a cabo quienes se encuentran en el exterior, tanto de manera individual como a través de prestigiosas asociaciones, para la reinstitucionalización del país. El retorno a la democracia es el objetivo de esta lucha que continúa ahora más que nunca.

 

Editorial de El Nacional

 

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