Roma, (EFE).- La Fontana di Trevi fue este lunes vaciada para proceder a la limpieza de su delicada piedra, manchada por la contaminación y la oxidación de las numerosas monedas lanzadas cada día por los turistas que, en Roma, acuden a admirarla.
La fuente, joya del barroco romano y meta para turistas de todo el mundo, ha sido vaciada como de costumbre para la recogida de monedas pero, en esta ocasión, técnicos municipales han aprovechado para analizar el estado de conservación de su superficie.
Así, se ha sometido a la piedra a un tratamiento con productos biocidas para acabar con las manchas de origen biológico y también se ha limpiado las partes de su superficie más sucias, sobre todo a causa de la oxidación de las monedas bajo el agua, informó el Ayuntamiento de Roma.
Las labores se han limitado a esta jornada de lunes, cuando los turistas se sorprendieron al ver el monumento sin su cauce.
Los técnicos encargados de la limpieza han avanzado que el uso de los mencionados productos biocidas podrían dejar «modestas y temporales variaciones cromáticas» en la piedra pero que serán «completamente reversibles», se explica en un comunicado.
La Fontana di Trevi fue construida entre 1732 y 1762 y desde entonces fascina por su magistral combinación entre escultura y arquitectura, ya que se encuentra integrada en la fachada del renacentista «Palazzo Poli».
Se ubica en el punto de llegada de uno de los acueductos de la antigua Roma, «Acqua Virgo», inaugurado el 19 a.C por el cuñado del emperador romano Augusto, Marco Vipsanio Agripa.
Icono de la «Dolce Vita», es un monumental conjunto escultórico dominado por la alegoría de Océano, muestra de la importancia vital del agua para la urbe.
La deidad sujeta un tridente y aparece flanqueada por dos representaciones femeninas, la Abundancia y la Salubridad, mientras que en la parte inferior emergen de las aguas dos caballos espoleados por unos tritones.
La fuente fue objeto de un largo proceso de restauración que concluyó en noviembre de 2015, tras diecisiete meses cubierta por andamios. EFE