En la primera jornada del debate de investidura en España, Alberto Núñez Feijóo, líder de la oposición, sí respondió al discurso inicial de Pedro Sánchez, candidato a la reelección, contrario a lo que éste hizo cuando Feijóo aspiró a la presidencia del gobierno. Fueron dos intervenciones diametralmente opuestas las de ayer. Evidencia de la profunda crisis política a la que se acerca a toda velocidad la democracia española.
Lo que está ocurriendo se deriva de las elecciones del 23 de julio, en las cuales el Partido Popular de Feijóo fue el más votado pero sin lograr los sufragios suficientes para formar gobierno. Menos votos obtuvo Sánchez, que en estos más de 100 días transcurridos «negoció» a un altísimo costo los siete escaños del partido de derecha Junts per Catalunya que, casi con completa seguridad, hoy lo renovarán en la presidencia del gobierno español.
La frase predilecta de Sánchez con la cual justifica el pacto severamente criticado es «hacer de la necesidad virtud».
Habló durante 105 minutos pero no fue sino hasta el 85 que dijo la palabra «amnistía», clave del acuerdo firmado con Carles Puigdemont, el expresidente de la Generalitat catalana, fugado de la justicia y residenciado en Bruselas.
El objetivo de su discurso se resume en: Yo o el caos; Yo o el retroceso. El líder socialista dibujó un ogro de varias cabezas que son las de las «derechas retrógradas», formadas por el Partido Popular y Vox. Pero nadie necesita más a Vox que el propio Sánchez.
El discurso es repetido. Consiste en atizar el miedo y polarizar a la sociedad. Contrario al fin de «convivencia» que esgrime, España vive días de intensa agitación, con protestas en las calles y plazas, y pronunciamientos críticos de figuras políticas, incluidos nombres históricos del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), la cúpula empresarial, todas las asociaciones de jueces y fiscales y nombres muy relevantes de la academia y el periodismo.
Sobre la amnistía, que beneficiará a más de 400 personas implicadas en el intento de secesión de Cataluña en 2017, Sánchez hizo un vuelo rasante, sin referirse a las otras graves cesiones otorgadas a los partidos nacionalistas: condonación mil millonaria de la deuda autonómica de Cataluña, introducción del concepto de lawfare para borrar el delito de los sediciosos y culpar a la justicia española de los cargos levantados, y la creación de un cuerpo de verificadores internacionales que obligarán a Sánchez a rendir cuentas mes a mes de su gestión.
La respuesta de Feijóo fue todo lo dura que era de esperar: Sánchez compró los votos de Junts y todos los españoles lo van a pagar muy caro. Rompió el principio de igualdad de los ciudadanos, entregó la soberanía, puso en riesgo la integridad territorial, atacó la separación de poderes. “Es una sinrazón (…) a usted lo mueve una ambición patológica”. Y añadió. “Dice que habla en nombre de la democracia y España, pero hombre, si ni siquiera puede hacerlo en nombre del Pedro Sánchez de hace tres meses”.
Mientras replicaba a Sánchez, la presidenta del Congreso de los Diputados, también socialista, lo apuró a terminar. Feijóo le exigió más tiempo y siguió hablando varios minutos. Lo volvió a interrumpir, y él continuó. Y una vez más, hasta que Feijóo le espetó. “¿No puedo decir que me comprometo con los españoles y decir que España no se rinde? Pues sí, me comprometo con los españoles y España no se rinde”.