Es la fantasía sexual de muchos y algunos presumen de haberla hecho realidad. Ahora una aerolínea holandesa fletará vuelos exclusivos, que ofrecen la posibilidad de practicar sexo a bordo. Según una encuesta de la empresa de vuelos Skyscanner, el 45 % de los mil participantes afirmó haber coqueteado a bordo. Aunque en la mayoría de los casos no se llega hasta el final por problemas de espacio e intimidad. Más bien se trata de juegos baja la manta o encuentros fugaces frustrados por un pasajero impaciente o una azafata que no tiene más remedio que llamar la atención a los fogosos amantes alegando que todos los pasajeros «deben guardar una conducta y decoro, evitando ofender los clientes y la tripulación».
Con total libertad y privacidad
¡Se acabaron los calentones y los susurros a media voz! Para facilitar las cosas, una empresa privada de servicios sexuales holandesa pone a disposición de los pasajeros más ardientes vuelos aptos para el «flyrteo», en jet privado, con una capacidad para 50 personas.
El paquete, cuyo precio aún no se ha divulgado, está pensado para que el cliente en cuestión pueda tener sexo «en posturas y lugares divertidos en el interior de la cabina».
De momento se trata de una oferta exclusiva para hombres (sin comentarios) y en vuelos de clase business, pero parece una propuesta firme.
Lo digo porque esta oferta me trae a la memoria una anécdota curiosa. En 2008 el delegado de Ryanair, Michael O’Leary, anunció durante una rueda de prensa en Dussedolf, Alemania, que la compañía ofrecería vuelos a Estados Unidos por 10 euros en clase económica, y por unos 4.000 ó 5.000 euros en la clase business. Estos últimos tendrían comodidades como «beds and blow jobs» (camas y sexo oral).
Posteriormente, un portavoz de la compañía aérea aclaró que la expresión «bed and blow job» no tiene nada que ver con el sexo oral, sino que se refiere al «confort y servicios de lujo». Una popular y polémica jugada de marketing viral que no pasó de ahí.
Un vuelo inolvidable
La empresa responsable de estos servicios de alto vuelo es Mile High Club, algo así como ‘El club de las alturas’, en el que solo se puede ingresar cuando has tenido una actividad sexual en pleno vuelo. Sus socios afirman que la menor presión atmosférica en la cabina aumenta la intensidad y calidad de los orgasmos.
El multimillonario Richard Branson, dueño del grupo Virgin, alegó que se incorporó a la Mile High Club a los 19 años con una mujer casada y en el baño.
En febrero de 2007, la azafata Lisa Robertson fue despedida después de tener relaciones sexuales con el actor Ralph Fiennes en el baño de la clase «business» durante un vuelo de Australia a la India.
Otro de los atractivos para estos socios es la vibración del avión, lo que puede hacer más fácil la excitación. También atraen las fantasías acerca de los pilotos o asistentes de vuelo. Para muchos otros, quizás la mayoría, el hecho de unirse a este selecto club viene dado por la emoción de hacer algo prohibido y la emoción del riesgo de ser descubierto.
Incentivo o el final del deseo
«No sabemos qué futuro tendrá el ‘sexo en vuelo’. Si funciona bien esta prueba, quizás se convierta en una iniciativa empresarial de gran éxito», apunta el propietario de la empresa Wounter Vab de Heijden.
La mayoría se excita ante la idea de romper las reglas, ¿a quién no le atrae el placer de lo prohibido? Así que habrá que esperar a ver qué pasa, ¿crecerá la demanda de este tipo de vuelos? ¿Se llenarán los vuelos de amantes ardientes deseosos de cumplir sus fantasías? ¿O quizás la permisividad haga que el desaparezca el morbo? Porque, en ocasiones, una fantasía puede convertirse en una mala experiencia si se hace realidad.
Freud definió las fantasías sexuales como «representaciones no destinadas a ejecutarse» y siempre queda la duda de que puedan perder la magia y el efecto estimulante en caso de llevarse a la práctica. ¿Tú qué crees? ¿Has tenido alguna experiencia placentera por encima de las nubes? ¿Le regalarías a tu pareja un billete con derecho a roce?
Fuente: Informe21