El uso discrecional e irresponsable de las políticas económicas ha derivado en un cúmulo de distorsiones que han tocado niveles difíciles de revertir. En este sentido, detener la crisis requeriría atravesar un proceso costoso en términos sociales, pero no menores a los que ya estamos afrontando.
El pronunciamiento lo hace la empresa de consultoría y análisis económico y financiero, Ecoanalítica en su informe semanal, donde presenta lo que fue el año 2017 y el impacto de estas políticas en los distintos sectores de la vida nacional.
Señalan que en medio del caótico escenario, la población acude a diferentes vías para evadir o salir ileso de tan amarga situación.
Es claro que las consecuencias afectan el día a día de los venezolanos, los precios cambian tan rápidamente que los salarios simplemente se diluyen en términos reales y somos cada vez menos capaces de satisfacer las necesidades básicas.
Deterioro del salario
Para el cuarto trimestre del 2017, el salario real perdió 75,9% de su poder de compra comparado el mismo período del 2016. El salario mínimo integral creció 402,7% en el año y la inflación estimada a cierre es de 2.399,2%.
De modo que el salario es insuficiente y obliga a los hogares a limitar sus posibilidades de consumo. En Ecoanalítica estiman que, en promedio, la población está destinando 82,9% de su ingreso a alimentos y 6,3% a transporte. Las necesidades se han reducido al punto de supervivencia. Calculamos una contracción del consumo privado de 10,3% en 2017.
El 2017 ha sido indicativo de lo que aqueja a la población. El sector educativo y de la salud han estado desatendidos durante años, porque se antepuso el gasto público dirigido a misiones sociales que solo beneficiaban a parte de la población.
Titulares como: reaparición de enfermedades endémicas, muertes por desnutrición, creciente deserción escolar y crisis de insumos y medicinas en centros hospitalarios han sacudido la atención de los lectores.
En definitiva, la adversidad del entorno ha puesto a prueba a los venezolanos. Cabe destacar que la tardía implementación de políticas correctivas, que no se contemplan en el horizonte, hará que el proceso de recuperación sea progresivamente más costoso y lento.
En este sentido, 2018 se debatirá entre la incertidumbre y los retos que ha dejado 2017. Por lo que, a los que han decido permanecer, el desafío es demostrar fortaleza y capacidad de resistencia y adaptación en tanto el entorno nos exija hacerlo, asegura Ecoanalítica.
El Impulso