Los candidatos Nicolás Maduro y Henrique Capriles se atacan duramente en esta precampaña electoral sin concederse ni una breve tregua. Insultos, acusaciones y golpes bajos, todo parece valer entre contrincantes que buscan a toda costa hacerse con la Presidencia de la República el próximo 14 de abril.
La confrontación verbal ha merecido la intervención de la Iglesia, que les ha llamado al orden en esta Semana Santa. Pero fue Maduro el que tiró la primera piedra, y no solo ahora, también lo hizo en la campaña presidencial del 7 de octubre. Sus primeras flechas venían cargadas con su prejuicio homófobo, como el de tildar a su rival de «marinconsote», «hijo de papá», «majunche» (poca cosa), «muchacho bobo», «burguesito», que son las mismas que utilizaba el fallecido Hugo Chávez contra el ingeniero Capriles. Ahora le ha agregado el calificativo de «fariseo».
«Nicolás no es hijo de Chávez sino de Pinocho»
Por su lado, Capriles, el gobernador de Miranda, se refiere a Maduro como el títere de los hermanos Castro; lo llama comunista, procubano, mentiroso y, ahora, corrupto. Dice que «Nicolás no es el hijo de Chávez sino de Pinocho porque le crece la nariz cuando habla». Y asegura que el candidato oficialista está usando los recursos del Estado para su campaña y encadenando la radio y televisión para sus actos políticos, con un claro ventajismo electoral. El líder opositor añadió que «a Maduro lo que le queda es la guerra sucia, anda diciendo que viene el lobo, el lobo es el que está gobernando», y comentó que los miembros del gobierno llevan tiempo «agarrando» y metiendo en el bolsillo. Aseguró Capriles que el mecanismo de control de divisas, que se activó el pasado lunes, es una nueva devaluación de la moneda nacional que se suma a la decretada el 8 de febrero de casi el 32%, lo que aumenta la inflación, problema que el gobierno ha achacado a la oposición.
En medio de la confrontación electoral, el arzobispo de Caracas, cardenal Jorge Urosa Savino, llamó la atención de los dos candidatos para que bajen el tono de las acusaciones y piensen más en la Semana Santa porque «subraya la unión que debe haber entre los venezolanos». «Somos un solo pueblo y tenemos que tratarnos como hermanos. La campaña electoral y las elecciones que vienen, tienen su importancia dinámica, pero deben ser afrontadas en base a la que nosotros somos: un pueblo que no debemos estar enfrentados, no somos enemigos».
El cardenal añadió: «no se puede hacer una campaña en base a insultos, ofensas, agravios, amenazas, sino que hay que hacerla en base a programas, proyectos, propuestas y eso es lo que el Episcopado siempre ha promovido, que haya campaña electorales que respeten a las personas y los derechos, independientemente de la opinión política que puedan tener».
Chávez no es Dios
En cuanto al uso de la simbología religiosa dentro de la contienda política, Urosa Savino manifestó que «en Venezuela siempre ha habido un gran culto a los muertos y por supuesto, uno comprende el afecto de la gran parte del pueblo venezolano hacia el presidente Chávez y eso uno lo respeta. No podemos exagerar la nota: una cosa es el afecto al primer mandatario y otra es el igualarlo con Jesucristo». «No podemos comparar a ningún humano con Jesucristo, él es Dios y no tiene igual» dijo al referirse a la tradición del Nazareno de San Pablo. Una imagen que «vino a Caracas en el siglo XVII, es una imagen preciosa procedente de España y que suscita la compasión y la solidaridad de los fieles».
«Una cosa es el afecto al mandatario y otra es igualarlo con Jesúcristo»
Capriles es un mariano devoto y también del Cristo redentor. Se suma a las creencias católicas pese a que en su pasado familiar hay judíos. En su recorrido por los pueblos hace una asamblea de ciudadanos, da un mitin y recoge las propuestas para su eventual gobierno. Ayer en el estado Zulia, mencionó el deterioro de la infraestructura que muestra la zona petrolera, la más importante de Venezuela. Prometió que en su gobierno se acabarán los apagones de luz y las multas por electricidad.
Capriles también denunció el chantaje que aplica Nicolás a los beneficiarios de las misiones. «Les dicen que voten por él porque si no perderán el servicio sanitario». «Está escrito que el pueblo va a derrotar a estos corruptos (…), todos rodilla en tierra con Dios y el pueblo», dijo, al tiempo que reiteró que sus «jefes son Dios y el pueblo, y no Raúl Castro».
Fuente: ABC.es