La intención que se deriva de la necesidad de comprender las discusiones que sumergen cualquier proceso social creativo, pasa por revisar la complejidad que ocurre a su interioridad y contorno. En principio, tan significativo momento requiere del hecho de reconocer a la planificación como el instrumento que hará posible visionar las potencialidades del hombre en su tiempo y espacio. Y por supuesto, ante los compromisos asumidos como individualidad política que en esencia lo es. Por esta razón, deberá pasearse por criterios y reglas que evidenciarán la hondura y especificidad del problema advertido.
Sin embargo, dicha tarea se ha venido complicando toda vez que la misma se encuentra imbuida en las enmarañadas realidades que suscriben sus dinámicas. En todo sentido posible. De igual manera, el aludido y necesario cometido, debe dar cuenta de los desacomodos que han afectado la compostura de la situación. Gracias al auxilio de los procesos de seguimiento, identificación y verificación utilizados por la planificación.
Ante tozudos problemas
Razón por la cual no sólo el problema comienza a evidenciar gruesas insuficiencias en la conceptualización de la planificación, dada la ambigüedad que alcanza a trastornar la operatividad que compromete la metodología de la planificación. Esto, no sólo tiende a enrarecer la interpretación de las circunstancias que definen las situaciones a ser atendidas. Sino también, a retrasar algunas capacidades que hacen lerdos sus procesos. Y que, según el economista e investigador universitario, Heraclio Castellano, ello deja ver que “(…) la planificación necesita urgentemente potenciar siete capacidades” (Aut. cit. En: “La planificación del desarrollo sostenible” Cendes, UCV, 2005, p, 131).
Capacidades capitales éstas, por cuya revisión habrá de depender que la planificación pueda considerar los contenidos “emergentes” que se suscitan al interior de los problemas que afectan toda realidad comprendida por los entornos que estudia la teoría del desarrollo.
Esto significa que mientras las exigencias del desarrollo, son traducidas en proyectos sociales, políticos o económicos que, naturalmente, buscan ajustarse a las realidades marcadas por los lineamientos de desarrollo, la planificación comprometida con la ejecución de las referidas propuestas igualmente busca hallar las respuestas convenientes a requerimientos que su teoría y el problema propiamente, plantean.
La debatida importancia de la planificación
Acá podría inferirse que las inquietudes arriba expuestas, bien reflejan la importancia de la planificación como recurso estratégico asociado a todo lo que implique gestión y desarrollo. Asimismo, las susodichas preocupaciones coadyuvarían a determinar el contexto donde descansan las distintas racionalidades que se prestan a valorar en el Hombre sus actos y modos de ideologizar y aprehender la realidad donde éste suscribe sus acciones.
De ahí, la trascendencia de la planificación ante el discurrir cultural, político, económico, social y organizacional. Por esta razón, la planificación podrá lucirse como criterio de indiferible utilización en tanto pretenda dar sentido a las decisiones a tomar en función del devenir mediato e inmediato. En consecuencia, la planificación resalta como instrumento para la conducción de procesos de dirección y optimización que comprometen al Hombre como gerente y conductor de situaciones. De ser adoptadas estas consideraciones, permitirán dimensionar la complejidad en la cual se interrelacionan las necesidades e intereses ante las cuales, la planificación tiene injerencia.
Lo anteriormente aducido, hace ver que la planificación es una herramienta cuya instrumentación debe manejarse desde una conceptualización que considera su capacidad práctica para actuar en medio de la complejidad. Entendiendo por ésta, el principio regulador de la funcionalidad organizacional a la cual se supeditan las realidades. A juicio del sociólogo y filósofo francés, Edgar Morin, la complejidad constituye el modo de analizar aspectos de la naturaleza humana cuyas acciones inciden plenamente en la formación de las realidades. Y, desde luego, sus implicaciones: contenciones y efusiones.
De su operación a la improvisación
De manera que la planificación en cuanto a método de investigación, se ha vuelto poco rigurosa. A tal extremo que en su praxis, se habla de planificación en situaciones relacionadas con programación, organización, ordenación y cálculo logístico de eventos. Así la planificación ha venido perdiendo el valor que la teoría del desarrollo le ha impreso.
Por otro lado, la rutina de la planificación ha caído en profundas cárcavas producidas por la desidia, el inmediatismo, el facilismo y la incertidumbre torpemente definida. Toda vez que se supone nimia o de sencilla deducción las variables del problema en estudio. Especialmente, ante la necesidad de ser comprendida la complejidad del sistema en el cual se desenvuelven los problemas que afectan la situación en curso del análisis.
Es ahí donde cualquier concepto o idea aventurada de planificación, desvirtúa el instrumental metodológico necesario para enfrentar problemas viciados por la incertidumbre insuficientemente definida y la incidencia de imprevistos.
Problemática ocasional
Así tienden a presentarse problemáticas en medio de ocasiones todas contaminadas por el desconocimiento de la teoría y la metodología de la planificación. Principalmente, en personas carentes de la capacidad “tecnopolítica” necesaria para operar debidamente los correspondientes procesos de planificación. O sea, que no poseen el conocimiento preciso para evaluar crítica y constructivamente el sistema de planificación en el cual trabajan. Las confusiones cognitivas que asoman, no les permite analizar los problemas observados desde las distintas perspectivas situacionales posibles.Tampoco, la proposición de estrategias capaces de construir viabilidad a los proyectos de acción pretendidos.
No hay duda de que estas realidades se han tornado cada vez más engorrosas. Casi siempre por leyes que han insistido en la injerencia de la planificación en procesos de elaboración y toma de decisiones de toda índole. Por tanto, se ven arrastrando una mayor participación de individuos sin la debida formación y conocimiento en la materia implicada.
Estas realidades han actuado como cómplices de un enrarecimiento que ha desfigurado la planificación como recurso de ordenamiento de sistemas de dirección y consolidación de factores de soporte a las decisiones que han de tomarse en medio de situaciones complicadas de gestión y gerencia a todo nivel.
Una idea en ensayo
Por consiguiente y a modo de conclusión, vale asomar una idea de planificación que bien podría articular nuevos enfoques teórico-conceptuales. A dicho respecto, podría anotarse lo siguiente, sin que la idea en cuestión constituya una propuesta de firme elaboración. Pues es apenas, una idea en ensayo:
la planificación es un problema de conciliación de propuestas que, al considerar proyectos pautados a instancia de capacidades humanas y necesidades colectivas, se arman de la potencia metódica y sistemática necesaria para articular -según el estado de la situación en curso ante el análisis procurado- la posibilidad de determinar la dirección, esencia y velocidad del cambio esperado por la situación (Propio)
Aunque no por lo anterior, pueda asegurarse que la planificación no siga siendo objeto de onerosas y continuas improvisaciones, la intención de esta disertación es advertir los graves problemas que ello le acarrea al desarrollo. Sobre todo, en el cuestionado contexto que se tiene, toda vez que se reconocen los problemas incitados por causa de cuando la planificación languidece por ambigüedad conceptual.
Antonio José Monagas