De seguro que usted, al igual que yo, conocemos a muchas personas que se la pasan buscando el punto negro en la sábana blanca. Siempre están concentrados en lo que no, en los límites, en los pequeños detalles que no sobresalen o en opacar el brillo de las situaciones y de las personas.
Algunas, coincidirán conmigo, entrenan desde buena mañana cargando sus conversaciones tanto internas como externas, de quejas, comparándose y encontrándole lo negativo a todo. Son especialistas. Son parte de las personas tóxicas que en su momento compartí en alguna columna, clasificadas por el maestro Bernardo Stamateas.
Pues bien, un escritor y emprendedor llamado Trevor Blake, ha dedicado un libro completo al tema de que las quejas no le hacen nada bien a tu cerebro. El libro se llama “Three Simple Steps: A Map to Success in Business and Life” (en español, “Tres Simples Pasos: Un Mapa para el Éxito en los Negocios y en la Vida”). En este, el autor demuestra cómo los neurocientíficos han aprendido a mesurar la actividad cerebral cuando se encuentra con varios estímulos, incluyendo una larga sesión de quejas.
“El cerebro trabaja más como un músculo de lo que pensábamos”, dice Blake. “Por lo que si estás clavado en un rincón por mucho tiempo escuchando a alguien siendo negativo, es probable que actúes de esa misma forma”. ¡Aguas! Porque eso lo hacemos muchas veces como en automático, sin darnos cuenta. Así como también muchas veces nos entusiasmamos al escuchar personas optimistas y positivas o bien, nos contagiamos con una sonrisa.
Según la investigación de Blake, estar expuesto a quejas por 30 minutos puede volverte TONTO, sí, así como lo lees. Esto porque las neuronas se despegan en el hipocampo cerebral -una parte del cuerpo que necesitas para resolver problemas.
“Hay una gran diferencia entre llevar tu atención a algo que está mal y a una queja”, dice Blake. “Típicamente, las personas que se están quejando no quieren una solución; ellos sólo quieren que te unas a la indignidad del asunto. Casi puedes escuchar cerebros chocar cuando seis personas se juntan y empiezan a decir ‘¿No es eso terrible?’. Esto dañará a tu cerebro incluso si estás escuchando pasivamente. Y si tratas de cambiar el comportamiento de aquellas personas, tú pasarás a ser el blanco de las quejas”.
Como bien dice Pedro Donaire en su blog Bitnavegantes: “Hay personas que mantienen una actitud quejosa ante la vida, no es la actitud de quien describe un problema que quiere arreglar, sino una permanente postura victimaria ante las cosas que le suceden. Por otro lado, también puede apreciarse que dicha persona utiliza esta actitud como una forma de dominación de su entorno relacional. Cuando esto se produce crónicamente por alguien que está a tu lado puede llegar a inducirte a una depresión o un sentimiento negativo que puede repercutir cognitivamente en tu vida diaria”.
Así que si quieres evitar que tus neuronas mueran, aléjate de la gente negativa y sigue los 3 consejos de Blake para una actividad cerebral mejor. Estos tres pasos, los resume muy bien Gustavo Aldunate en un artículo que publicó en Acción Preferente:
1. Toma distancia
“Mi padre era un fumador empedernido”, Blake confiesa. “Yo traté de cambiar su hábito, pero no es fácil hacerlo”. Blake sabía que el humo emanado por el cigarro podía dañar sus pulmones también. “Mi única salida era distanciarme”.
“Deberías ver las quejas y reclamos de la misma forma, explica. “El enfoque que siempre he tenido con ellas es pensar en ello igual como lo es el fumar pasivamente”. Tu cerebro te agradecerá si es que te alejas de los quejumbrosos, si es que puedes.
2. Pídele al que se queja que arregle el problema
A veces, tomar distancia no es una opción. Si no puedes alejarte fácilmente, una segunda estrategia es pedirle a la persona que arregle el problema.
“Trata de hacer que la persona que se está quejando tome responsabilidad y busque una solución”, dice Blake. “Yo típicamente respondo a una queja con un: ‘¿qué harás al respecto?’”. Muchos quejumbrosos se van mal humorados en ese punto, pero puede que haya algunos que vayan a tratar de resolver el problema.
3. ¡Pon tu escudo!
Cuando estás atrapado escuchando una queja, puedes usar técnicas mentales para bloquearlas y así salvar tus neuronas. Blake favorece una usada por el fallecido golfista español Seve Ballesteros durante un partido contra Jack Nicklaus—un partido que el público quería a Ballesteros como perdedor. “Él estaba teniendo dificultades para manejar la hostilidad de la multitud”, dice Blake. “Por lo que imaginó una campana de vidrio, que nadie más podía ver, descendiendo del cielo para protegerlo”.
A los lanzadores de la Major League Baseball a veces se les puede ver diciendo “¡Escudo encendido!” mientras se dirigen a la loma. Él agrega que su propia defensa imaginaria es “más como una capa de invisibilidad de Harry Potter”.
Una estrategia relacionada es retirarte mentalmente a tu lugar favorito, algún lugar al que irías si tuvieras una varita mágica. “Para mí, era una cinta de hermosa arena blanca como el azúcar que se extendía de forma de herradura desde una isla privada”, dice Blake. “Yo me llevaría a mi refugio privado mientras la gente estuviese despotricando. Yo podía sonreírles y asentir en todas las ocasiones, mientras que me iba por un paseo a mi playa privada”.
La primera vez que Blake vio la foto de la isla fue en una revista, y la imagen se quedó con él. Eventualmente, él tuvo una oportunidad para probarla enserio. “Resultó que la isla estaba en renta, y era la misma que había visto”, dice. “Entonces la arrendé por una semana. Y pude dar aquella caminata”.
Así que ya lo sabes. En tus manos está.
Y recuerda: ¡a sonreír, agradecer y abrazar tu vida!
Culturizando
Por Confirmado: Oriana Campos