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Invisibilizados

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Invisibilizados

La camarilla lo simplifica todo. Un solo color, un solo pensamiento y un único enemigo: la derecha. El primero de los once principios de Goebbels, los cuales aplica con conciencia y determinación, y sin pudores pequeñoburgueses.

 

Con cara de ángeles aparecieron el yerno y su ministro de propaganda para quejarse porque los medios privados no han recogido lo que ellos consideran la noticia del siglo, que el gabinete en pleno se instaló una semana en el Zulia y, entre las muchas actividades, “estrecharon el contacto con el pueblo”. Ernesto Villegas debe repetir Informativo I, el otro debe dedicarse a tratar de entender el contenido de las “canaimitas”.

 

El punto es que la camarilla ha tratado no de invisibilizar los medios privados, que es un eufemismo, sino de volverlos polvo cósmico o vulgares cenizas. No sólo no les permiten cubrir los actos públicos, sino que tampoco les conceden entrevistas ni les dan declaraciones, ni les envían boletines de prensa ni mucho menos les contratan pautas publicitarias.

 

La exclusión informativa se colma en la Asamblea Nacional, donde los reporteros son tratados como parias, no los dejan entrar en el Hemiciclo, como fue normal en los años de democracia y hasta en la dictadura perezjimenista, y también les impiden que utilicen lo que históricamente ha sido el palco de la prensa. Deben cubrir las sesiones a través de una pantalla de televisión que les ponen en un pasillo, como si se tratara de damnificados que, además, molestan.

 

Antes para entrar en Miraflores bastaba mostrar el carnet de periodista en la Prevención, ahora sólo es posible mediante invitaciones personales, y aún así cuesta entrar; la modalidad se repite en todos los ministerios y oficinas públicas. Hasta ahí en el periodismo que patea la calle; pero por teléfono es peor.

 

Cuando el reportero se identifica, le cuelgan o lo dejan esperando para siempre. Nadie informa nada. Si se escogen las veredas de Internet y los portales que se sufragan con los dineros públicos la frustración por el blackout informativo adquiere rango superlativo: además de los banners pidiendo la libertad de los cinco espías cubanos condenados en Estados Unidos, no hay sino propaganda política, loas a la revolución.

 

Sólo hay algo de información, pero pésimamente escrita y peor jerarquizada, en la página de la Agencia Venezolana de Noticias, que cumple cabalmente los consejos del propagandista alemán (http://www.grijalvo.com/Goebbels/Once_prin­cipios_de_la_propa­ganda.htm).

 

El partido de Gobierno seha construido una red de medios que abarca todo el país y buena parte delplaneta, que tiene como fin la catequización y el engaño, no el propósito sanoy responsable de informar de manera veraz y oportuna.

 

Es su equivocación; lodelictuoso y criminal es que lo hagan con el dinero del Estado venezolano, yque quieran aparecer como protagonistas de las noticias más importantes en losmedios a los que les niegan el pan y el agua, y que según ellos mienten.Permuto un manual de periodismo informativo y otro de ética, también consultacon el psiquiatra.

 

Ramón Hernández

 

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